lunes, 6 de octubre de 2014

207. El regalo especial de Kankuro

Lo primero que vio Shikamaru al entrar en el comedor de la casa de su abuela fue a Akane manipulando una pequeña caja de madera, rectangular, la miraba y le daba vueltas apretando y tirando de lo que parecían unos listones de madera.
- ¡Maldita caja! – gruñía - ¡Ábrete de una vez!
- ¿Qué haces?
- Intento abrir esta maldita caja del demonio. Sé que tú la has abierto y que has metido algo dentro – la movió confirmando por el ruido que sonaba, que había algo en su interior – Y yo tengo que abrirla.
- Pues si lo metí ahí sería que no quería que nadie lo viese.
- Pues yo tengo que abrirla… demonios de caja.
- Es un puzle, Akane, no es una caja normal, es un rompecabezas de ingenio.
- ¡Ya se lo que es! Tu madre me sacó una caja llena de cosas de estas para que me entretuviese, dice que te los compraron cuando supieron que tenías un C.I. muy alto, para motivarte o eso creo.
- Mis padres se tomaron muy en serio eso de que tuviese una alta capacidad intelectual, les daba miedo que fracasase en mis estudios precisamente por falta de motivación.
- Ya ves tú – dijo en tono sarcástico - ¿De dónde sacarían esa idea?
- Es algo que les dijo Asuma, porque por lo visto los niños muy inteligentes…
- Ya se lo que les pasa a los niños inteligentes – le cortó apresurada y nerviosa – Ya lo sé, justo lo que te pasó a ti, flojo, que eres un flojo.
- Pero gracias a ti a me estoy espabilando, calabacita.
- ¿Sabes a mí lo que me da miedo?
- ¿No llegar a abrir la caja y no poder satisfacer tu curiosidad por saber que hay dentro? Con lo cotilla que eres la intriga debe estar matándote.
- Pues no, gracioso, no es eso. Lo que me da miedo es que nuestros hijos seguramente van a ser también muy listos, porque por lo que dicen, la inteligencia es algo innato en los Nara, que tu padre también es muy listo y eso.
- Eso dicen – contestó sentándose cerca de ella – Pero bueno, hay que tener en cuenta también tus genes.
- ¿Me estás llamando tonta, Nara? – le lanzó una mirada asesina.
- No, no. No empieces a mosquearte porque no es eso lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que en realidad no creo que la inteligencia sea algo que se herede de padres a hijos… mendokusei, no me mires así que me das miedo.
- Lo que pasa es que tengo miedo de ser realmente tonta – Shikamaru la miró arqueando las cejas – Es que tú eres muy inteligente y tu padre y tus tíos y… lo mismo tenemos unos hijos muy listos y yo resulto una madre tonta que no puedo ayudarles en nada – la voz de Akane había cambiado a un tono lloroso - ¿Y si se avergüenzan de mí? No soy capaz ni de abrir esta maldita caja.
- Eh, eh, eh ¿Te vas a poner a llorar?
- ¡Déjame! Tengo derecho a llorar si quiero, para eso estoy embarazada de dos niños inteligentes que lo mismo se ríen de que no se abrir esta caja.
- Eso no va a pasar. Mis hijos van a querer a su madre muchísimo aunque no sepa abrir una caja.
- ¿Y si no salen inteligentes, Shika? ¿Y si la inteligencia se acaba en ti? ¿Y si resulta que mis genes adulteran su… masa cerebral? ¿Y si por mi culpa salen… menos listos?
- No digas tonterías, me da igual lo inteligentes que sean, lo único que me importa es lo único que tiene que importarte a ti y es que sean felices y buenas personas.
- Claro, eso es muy fácil de decir ahora ¿Y si solo sale listo uno de ellos? ¿Qué va a pasar con el otro? ¿Va a ser el Nara tonto?
- Mendokusei… como te gusta complicarlo todo. Al final va a dar igual que sean listos o menos listos o que uno lo sea más que el otro porque les vamos a querer sean como sean.
- Los niños listos se burlan de los tontos.
- Y los tontos de los listos. No creas que ser inteligente es una ventaja ¿Sabes por qué mis padres se negaron a cambiarme de curso? Porque no querían que me convirtiese en el "bicho raro" y me ganase la antipatía de niños mayores que yo pero no tan listos. Los niños pueden ser muy crueles, no lo olvides.
- ¡Hola chicos! – interrumpió Ino entrando alegre en el comedor - ¿Qué os contáis? ¿Ya has vuelto de llevar a la abuela a dar un paseo, Shika?
- Sí. La abuela estaba cansada y dice que hace frio. Ha dicho que quería acostarse un rato.
- Que hambre – comentó de repente Akane levantándose – Voy a por mí ración de fruta ¿Te traigo algo, Ino?
- Vale, si, tráeme una pieza de fruta y la infusión, por favor.
Shikamaru agarró la caja y empezó a darle vueltas, recordaba algo, hacía varios años que se la habían regalado pero recordaba que aquel no era un puzle normal, no seguía una serie de movimientos, era simplemente utilizar la lógica aunque no recordaba por qué.
- ¡No la abras! – Akane le dio un pequeño manotazo – Por lo menos no la abras delante de mí, no quiero enterarme de cómo lo haces, quiero abrirla por mí misma.
- Vaaaaaale – respondió pesadamente mientras la miraba detenidamente.
- ¿Qué me miras tanto?
- Es que te veo muy… inflada ¿De veras no es que estás comiendo demasiado? Es que te pasas el día comiendo.
- Mira bambi, no me toques las narices que bastante tengo con lo que tengo – gruñó marchándose de allí.
- Mírala, si casi ni puede andar ¿Tú la ves normal?
- Pues claro que sí. Está embarazada de mellizos, no gemelos, mellizos, tiene dos bebés creciendo dentro y dos placentas, tiene dos de todo y aún le queda lo peor, dicen que ahora es cuando más tienen que crecer.
- Pues no sé cómo se va a poner.
- Por suerte dicen que lo normal es que nazcan antes, así que lo mismo se ahorra unas semanas de embarazo.
- Será de agradecer porque está de un humor… - se lamentó mientras recordaba cual era el resorte secreto para abrir la caja.
- Pobrecita, la hormonas han poseído su cuerpo, parece un pollo sin cabeza, tan pronto se enfurece como se pone a llorar.
- A mí me lo vas a contar.
- Eres un quejica, Shika. Piensa en lo mal que lo está pasando la pobre, además con esos pies que cada vez se le hinchan más ¿No ha visto como se le pone sobre todo el pie derecho? Y le quedan un montón de meses.
- ¿El pie derecho? – preguntó extrañado.
- Sí. Misterios de la naturaleza. Y las manos, también se le están empezando a hinchar las manos, sin contar con el lumbago que le da a veces. No me extraña que se ponga a llorar sin ningún motivo, yo lo haría.
- Y eso de cortarse el pelo y la manía de ponerse un pañuelo en la cabeza ¿De qué va?
- ¿No le has preguntado a ella?
- Me da miedo. Con esas hormonas cambiantes lo mismo me pega.
- Es por lo de los piojos. La abuela le echó un producto que le decoloró el cabello, se le ha quedado de un color naranja pajizo muy raro que no le gusta nada.
- Pues yo no noto diferencia.
- Porque entre la abuela y yo hemos conseguido un tinto genial, casi igualito que su color de pelo. Lo malo es que es vegetal y con los lavados se le va quitando.
- Que cosas le pasan a esta chica – comentó abriendo la caja, por fin había recordado donde estaba el resorte – Mira qué curioso lo que hay dentro.
- ¿Qué es eso? – curioseó Ino mirando en el interior de la caja.
- Es un botón.
- ¿Tiene algún significado?
- No creo. Supongo que lo metí como prueba de que la había abierto. Dame un trozo de papel, le voy a meter a Akane una nota dentro, para cuando la abra.
- ¿Crees que conseguirá abrirla?
- Con lo cabezota que es claro que lo hará, y si no averigua como hacerlo pues la romperá, pero abrirla la abrirá.
- ¡Ya regreso! – Akane volvía a entrar justo en el momento en el que Shikamaru volvía a cerrar la caja – Mira quien ha venido a verte, Ino. Pasa, pasa.
Detrás de Akane entró un chico que tendría alrededor de unos 15 años, alto, delgado, de esos chicos que parece que han crecido mucho de pronto y de forma desproporcionada y tienen los brazos largos y se encorvan hacia delante como si su propia altura les asustase. El chico llevaba una bandeja en las manos y en ella había un bol lleno de trozos de fruta, una taza, un cuchillo y una manzana.
- Déjalo en la mesa – sugirió Akane.
- Hola, buenos días – saludó el chico un poco confuso al ver allí a Shikamaru – No sabía que estabas aquí, Shikamaru-sama.
Ante aquella forma de llamarle Shikamaru arqueó las cejas y le miró asombrado.
- Estaba en la entrada esperando a ver si volvías de tu paseo matutino con la abuela – añadió Akane sentándose y cogiendo fruta del bol para llevársela a la boca.
- Es que hoy yo no he salido a pasear con la abuela – explicó Ino - ¿Y que querías?
- Q-quería – habló con miedo el chico mirando de reojo a Shikamaru – Es que… es que hoy es Nochebuena y me han dicho que Naruto-kun se ha ido.
- Está de fiestorra – habló Akane con la boca llena – Perdón.
- Yo es que… bueno… es que un grupo de amigos vamos a reunirnos después de cenar… para pasar un rato… y queríamos invitar a Ino… no vamos a beber alcohol, ni nada de eso.
- ¿Y por qué me lo dices a mí? – preguntó Shikamaru al observar que le miraba continuamente.
- Para que des permiso a Ino – respondió Akane – Tu tío le ha dicho que en ausencia de tu padre pues tu eres el mandamás.
- ¿El mandamás?
- En realidad lo que dijo es que la que manda es Akane – añadió riendo Ino.
- Ya veo – comentó Shikamaru. Claro, su tío y las bromas que le gusta hacer a los chicos, sobre todo a los que parecen creérselo todo – En realidad sí que es Akane la que manda pero creo que en este caso es Ino la que hará lo que le venga en gana.
- ¿Entonces puedo ir?
- ¿Estás tonta? ¿De veras sigues con la tontería de mi tío?
- No, si lo que pasa es que no se si debo ir, es que no conozco a todo el mundo y…
- Por favor Ino-chan, ven, solo seremos unos cuantos amigos tomando refrescos y jugando a algún juego de mesa. Akane-sama y su marido también pueden venir.
- ¿Akane-sama? – murmuró Shikamaru – Madre mía…
- Yo que tu iba, Ino – interrumpió Akane – No creo que haya nada malo en divertirse un poco ¿Verdad, Shika?
- Si tú lo dices que eres la jefa…
Después de una breve conversación sobre si Ino debería ir o no a la fiesta y decidir que seguramente si iría, Ino acompañó al chico a la salida.
- Es uno de los pretendientes de Ino. Como es rubia tiene mucho éxito, las rubias siempre tienen éxito – explicó Akane.
- ¿Y qué dice Naruto de todo eso?
- Pues nada porque Naruto es un encanto, puede que esté un poco celoso pero sabe que eso anima a Ino; porque a Ino lo que le pasa, entre otras cosas, es que se ve fea y deforme y el tener a unos cuantos chicos detrás de ella pues como que le da vidilla.
- Entiendo. Hincha su vanidad y le sube la moral y Naruto solo quiera verla feliz y animada… cuantos problemas dais las mujeres.
- Ay – se quejó Akane con cara de disgusto – No me encuentro muy bien.
- ¿Qué te pasa?
- No, no te asustes, no es nada grave, solo es que no me encuentro bien. Voy a acostarme un rato – habló incorporándose de la silla.
- Para mí que has comido demasiado – comentó Shikamaru – Comes demasiado, calabacita.
- ¡Por dios, Sumire, para ya! – se quejaba la madre de Sumire – Me estás poniendo nerviosa con tanto entrar y salir.
- Es que estoy muy nerviosa y quiero que todo esté bien organizado y salga perfecto y estoy hablando con Ten-Ten – respondía mientras miraba algo en el ordenador.
- ¿Y por eso te mueves tanto?
- Es que mi teléfono se ha quedado sin batería y está cargándose en la habitación y estoy en comunicación con Jisei.
- ¿Y por qué no llamas luego a Jisei?
- No puedo. Es que estoy organizándolo todo para que Ten-Ten no sospeche nada.
- ¿De qué?
- De una cosa. Ay mamá, me estás poniendo más nerviosa y ahora encima suena el timbre. Anda, abre la puerta, lo mismo es Ryuko. Si es ella dile que pase para ayudarme.
- Pues sí que estás atareada – se oyó comentar a la madre mientras se dirigía a la puerta – Te vas a terminar liando y no me voy a reír ¡Hombre! ¡Hola Kankuro! ¡Sumire es Kankuro!
- ¡Que pase, que pase!
- Anda, pasa, a ver si se distrae contigo y se calma un poco.
- Con permiso – se escuchó a Kankuro – Lo mismo la pongo más nerviosa.
- ¡Kankuro! ¿Qué haces por aquí? No es que no me alegre de verte, no vayas a pensar mal, no, que sí que me alegro de verte, es solo que me extraña porque no habíamos quedado ¿o si hemos quedado?
- No, no habíamos quedado – sonrió el chico.
Sumire no pudo evitar fijarse en que Kankuro llevaba lo que parecía una caja muy bien envuelta con papel de regalo y un lazo dorado en las manos y le produjo curiosidad pero prefirió no preguntar para no resultar demasiado curiosa aunque se quedó mirándola con expectación.
- Hola Kankuro – apareció de repente Ayumi sorprendiendo a Sumire.
- ¡Ayumi! – gritó - ¿De dónde sales?
- De… mi habitación – respondió aturdida ante tal pregunta - ¿Qué es ese paquete, Kankuro?
- ¿Estabas en tu habitación? Pues yo creí que no estabas y no le preguntes a Kankuro tan directamente por el regalo, va a pensar que eres una cotilla, serán cosas suyas que a nosotras no nos importan, cosas de chico.
- En realidad es una cosa de chica – contestó el aludido sonriendo nuevamente – Toma, Sumire, es para ti.
- ¿Para mí?
- Mañana es Navidad y me han dicho que en el país de tu madre os regaláis cosas en Navidad, aquí también porque nos encanta copiar tradiciones pero vamos que… que toma, aún no es Navidad pero toma.
- En realidad – interrumpió la madre de Sumire – La tradición en España es regalarnos el día de Reyes, nosotros dejamos nuestros regalos la noche de Reyes en nuestros zapatos.
- Ah pues me han informado mal… que corte.
- Pero es igual – añadió alegre Ayumi – Los regalos son bienvenidos cuando sean y también hay gente que regala en Navidad, que también nos gusta copiar tradiciones, mamá, no seas quisquillosa. Venga, Sumire, ábrelo.
- ¿De veras es para mí? ¿Y lo puedo abrir?
- No, lo dejas cerradito hasta el día de San Valentín ¡Venga y ábrelo! – la apremió su hermana – Me muero por ver lo que hay dentro.
Sumire rompió el papel nerviosa y abrió la caja. Al ver su contenido lo sacó utilizando las dos manos lo que hizo que la caja callera al suelo.
Sumire no podía articular palabra, puede que fuera la primera vez que su madre la veía muda de la impresión, eso sí, con la boca abierta y los ojos vidriosos por las lágrimas. En sus manos Sumire sostenía un bolso no muy grande, de charol negro con aplicaciones doradas, como el cierre y con un asa pequeña, para llevar enganchando al brazo, no al hombro. El bolso, aunque nuevo, tenía un aire y un diseño antiguo, parecía sacado de una película de los años 50.
- Es igual que el de la abuela – comentó Ayumi.
- ¿Es igual o no es igual? – preguntó Kankuro satisfecho.
- ¡Es igual que el de mi abuelita! – exclamó gritando Sumire - ¿Es el de mi abuela?
- No, solo es una copia. Tu hermana me prestó una foto, por cierto, luego te la devuelvo, Ayumi. No ha sido fácil encontrar un zapatero que pudiese hacerme una réplica.
- Es que tu abuela ha tirado el suyo – añadió la madre – Kankuro lo que quería era mandarlo a restaurar pero no pudo ser, claro.
- Me contaste que te gustaba mucho ese bolso y como jugabas con él cuando eras pequeña – explicó Kankuro – Y yo quería hacerte un regalo especial y… se le ocurrió a Ayumi.
- ¿Te gusta? – la interrogó su hermana.
- ¡Cómo no me va a gustar! Es… es igual que el bolso de la abuelita ¡Y cómo no me habéis dicho nada!
- Si te lo hubiésemos dicho no hubiese sido una sorpresa, tonta – rio Ayumi.
- ¡Ay que me vais a hacer llorar! ¡Dame un abrazo, tramposa!
- Esto… - interrumpió Kankuro.
- El abrazo deberías dárselo a Kankuro – opinó Ayumi – Es el que tuvo la idea y el que ha buscado como un loco quien lo hiciese.
- ¿Y cómo lo encontraste? ¿Quién lo hizo?
- Bueno no lo encontré yo realmente. No te creas que ha sido fácil porque era un trabajo artesanal y no encontré nadie dispuesto a hacerlo… al final tuve que recurrir a Tobi.
- ¿A Tobi?
- Si, bueno, ya sabes lo que se dice de él, que consigue cualquier cosa… pues parece que es cierto porque encontró un maestro artesano que… en fin, que este es el resultado.
- O sea que todas esas charlas a escondidas que tenías con Tobi no eran para amenazarle, si no para hablar de esto.
- ¿Para amenazarle? ¡Qué idea tan absurda!
- Pues todo el mundo me decía que era para amenazarle pero mejor así, ya me estaba empezando a preocupar, porque no sé si sabes que Tobi tiene un guardaespaldas con muy mala cara.
- Dejemos eso. Abre el bolso y mira, está forrado de raso y todo.
- ¿Ah, sí? – Sumire apretó la presilla que lo mantenía cerrado y lo abrió. Olía bien, a nuevo y estaba forrado de raso, como el de su abuela, incluso tenía un bolsillito con una cremallera - ¡Anda si hay un sobre dentro! ¿Qué es?
- Ábrelo y lo sabremos – sugirió la madre – Venga, estamos perdiendo mucho tiempo y hay mucho que hacer aún.
- ¿De qué? – se extrañó Sumire.
- ¡Tu ábrelo de una vez! – insistió ya impaciente Ayumi.
Era un sobre de color crema, no estaba cerrado, así que después de enganchar el bolso en su antebrazo, Sumire lo abrió y sacó una tarjeta también de color crema.
- "La familia Uchiha y la familia Senju tienen el honor de hacerles partícipe del compromiso de sus hijos Itachi y Ayesa …" ¡Es una invitación! – gritó - ¿Qué se casa Ayesa? – preguntó extrañada.
- No, tonta – rio su hermana – Es la invitación para celebrar el compromiso oficial. Casarse ya se verá cuando se casan.
- ¡Ah! ¿Qué también hay que celebrar el compromiso? – volvió a preguntar igual de extrañada.
- Las familias importantes si – respondió la madre – Uh, esta fiesta es muy importante, los Uchiha y los Senju tienen que celebrar por todo lo alto que se van a unir.
- ¡Hala! ¡O sea que al final el padre de Sasuke lo ha conseguido y ha encontrado una esposa importante para uno de sus hijos ¡Al final no tienes que casarte con Sasuke, Ayumi, que suerte! ¿Y nos han invitado?
- ¿Pero qué dices? – rio de nuevo Ayumi – La invitación no es para nosotros, no somos taaaan importantes como para que nos inviten a tal evento.
- Tal vez a la boda si – añadió la madre – Esta invitación es de Kankuro. Por lo que se ve los Subaku sí que son importantes.
- ¡Hala! ¿Sí? – Sumire miró a Kankuro con los ojos muy abiertos.
- Eso parece, por lo menos era importante mi padre ¿Quieres venir conmigo a la fiesta?
- ¿Yo? Pero es en un hotel y parece que hay que ir de etiqueta y yo no tengo…
- ¡Uy que no! – la interrumpió su madre – Ayumi, trae el vestido. He estado arreglando uno de mis vestidos, es de cuando yo era más joven pero la elegancia no pasa de moda. Es sencillo pero tiene mucho estilo.
- ¡Pero como voy a ir yo a esa cosa tan importante!
- Es que no quiero ir solo – concretó Kankuro – Es un compromiso al que tengo que ir, por eso de los negocios de la familia Subaku.
- ¿Y tienes que ir tú?
- En realidad nos han invitado a los tres, a Gaara, a Temari y a mí pero Temari no va a ir por razones… por razones personales, es el compromiso de Itachi Uchiha y sería muy… ¿cómo decirlo?... raro, incómodo… vamos que no va a ir, así que es una pena que se desaproveche su cubierto, piensa que esto cuesta un montón de yenes.
- ¿Y Gaara?
- Si, Gaara si va pero es que también van los Hyuuga, lo que quiere decir que irá de pareja con Hinata, por eso de que el padre de Hinata considera un buen partido a Gaara. Anda, ven conmigo, nos lo pasaremos bien.
- Pero yo es que soy muy torpe, no sé si voy a saber comportarme, seguro que hago algo que me pone en ridículo, se me caen los cubiertos o… ¡Ay pero si no sé nada de protocolo!
- No te preocupes, yo estaré contigo. Además le he pedido a Ayesa que nos ponga en una mesa con Gaara, Hinata, Neji…
- ¿Neji también va?
- Pues claro, es un Hyuuga y además estarán Naruto, su hermana y Sasuke y tu nuevo amigo Tobi.
- Aquí traigo el vestido – interrumpió Ayumi – Pruébatelo Sumire, mama lo ha mandado arreglar para ti pero quizás haya que hacer algunos arreglos de última hora, así que no podemos perder tiempo.
- Pero…
- Ven conmigo a la fiesta – Kankuro la miró suplicante – ¿Si?
- Pero es que hoy es el día en que Kiba va a hacer "eso" – recalcó Sumire mirando fijamente a Kankuro – Es que yo no quería perdérmelo.
- Sumire – intervino la madre – Esto es algo único que no sabes si volverá a repetirse en tu vida, debes aprovecharlo.
- ¡Ayyyyyyyyyyy! ¡Me estoy poniendo nerviosa! ¡Tengo que ir al baño!
Desde hacía unas semanas el grupo de los bellotas tenía un nuevo miembro. Se trataba de Chikara, la pizpireta hermana de Ayesa, extrovertida, rubita y de ojos azules que sin querer había provocado la primera "crisis" en los bellotas; nunca había pasado antes pero Hotaru y Yusuke discutieron e incluso llegaron a las manos por ella; por lo visto a los dos les había interesado la niña y se sintieron traicionados en uno con el otro, claro que aquella disputa duró poco, el mismo día que se inició se concluyó tras declarar Chikara que ella no estaba interesada por ninguno de ellos, más bien a ella quien le gustaba era ese chico tan guapo, nieto de Sarutobi, si, ese que se llamaba Konohamaru.
Tras aquella primera pelea todo volvió a la normalidad y Yusuke y Hotaru volvieron a ser los inseparables amigos de antes, casi hermanos, a fin de cuentas nada mejor que darse de tortas con tu amigo para afianzar la amistad o eso es lo que decían por ahí, aunque en realidad de lo que se habían dado cuenta era que no merecía la pena perder un amigo por una chica que además les iba a rechazar.
- Yo me tengo que marchar ya – decía Chikara bajándose con un saltito de la fuente donde estaba sentada al lado de Sumomo y Hanabi.
- ¿Ya te vas? – parecía decepcionada Sumomo.
- Si, que va a venir a mi casa la peluquera a peinarme y si no estoy mi madre se va a poner hecha un basilisco.
- ¿Van los peluqueros a tu casa? – rio Yusuke de pie, junto al resto de los niños, frente a las chicas – Que fina que eres.
- Pues claro, chaval, yo soy una Senju y según mi madre los Senju no vamos a peluquerías del populacho – tras esa frase dicha con altanería y presunción Chikara rompió a reír junto con sus amigos – En serio, que hoy es la petición formal de matrimonio de mi hermana y me van a peinar y ponerme guapísima.
- ¿Y qué haces que no estás ya en tu casa? – inquirió Sumomo – Yo estaría de los nervios ¿No estás nerviosa?
- No, que va, la que está histérica es mi madre por eso no estoy en casa, para no aguantarla – dijo sacando su móvil – Voy a llamar para que vengan a recogerme.
- Mírala que fina ella, que vienen a recogerla y todo – se burló Yusuke.
- Pero eso le pasa por vivir a las afueras de Konoha – aclaró Hotaru.
- Y porque puede – añadió Hotaru.
- Mi hermana y mi primo también van a esa fiesta – comunicó Hanabi – Y en mi familia también están de los nervios y eso que solo son invitados, claro que yo también estaría nerviosa porque Hinata y Neji van en representación de la familia y tienen que dar una imagen y todo eso, no vaya a ser que la gente piense que los Hyuuga somos unos quinquis.
- ¿No van tus padres? – se interesó Masaru.
- No porque a mi madre la dieron ayer el alta del hospital y aunque parece que se encuentra bien no parece muy indicado que vaya de festejos.
- Pero lo de tu madre al final no era cáncer ¿verdad? – preguntó con miedo Takato.
- Ya te dije que no, que era un bulto de grasa.
- ¿Pero le han hecho una biopsia o lo han analizado? – insistió el muchacho.
- Ay Takato no empieces con tus manías, que te digo que no era malo, que la han operado porque era más grande de lo que parecía y no podían drenarlo, además que podía crecer más en el futuro. Ay, que pesado que eres.
- ¿Y Hinata y Neji van en plan pareja o cómo? – interrogó ahora Sumomo.
- ¡Pero no digas barbaridades! ¡Que son primos! Neji es como un hermano para nosotros ¡Por favor, que asco! Hinata va a ir de pareja con Gaara.
- ¿Qué ya están comprometidos? – se emocionaron Sumomo y Chikara a la vez cogiendo ambas las manos de Hanabi.
- ¡Ay, no ¡ Y soltarme que agobiáis.
- Estas niñas – gruñó Yusuke – En cuanto se habla de novios se ponen muy tontas.
- Están en la edad – añadió condescendiente Hotaru.
- No están comprometidos – insistió Hanabi – Mi padre quiere que se comprometan pero Hinata dice que son muy jóvenes.
- Pues lo mismo que mi hermana – se quejó Chikara – Por lo visto ha accedido a esto de la fiesta y del compromiso por mis padres y los padres de Itachi, para que se callaran pero dice que no se van a casar todavía.
- Ah pues yo con Itachi sí que me casaba – rio poniéndose colorada Sumomo.
- Ya estamos – volvió a gruñir Yusuke – Si es que se ponen muy tontas.
- ¿Entonces Neji va a ir solo? – curioseó con tono malicioso Chikara – Lo mismo puedo hacerle compañía, digo, para que no se aburra.
- ¡Pero no! – exclamó Hanabi – Que no va solo ¡Que va! Que mi padre le ha buscado una pareja, que va a ir con Stella ¿Te acuerdas de Stella, Sumomo?
- ¡No me digas! ¿Con Stella? – se asombró Sumomo.
- Es que por lo visto los padres de Stella también han sido invitados y como están divorciados va a ir Stella o yo que sé que rollo, el caso es que mi padre ha dicho que Neji tiene que acompañar a Stella.
- Bueno yo me tengo que ir ya – interrumpió Chikara mirando el coche que se acercaba lentamente – Ya os contaré ¡Hasta luego!
- ¡Que te diviertas! – la despidió en voz alta Sumomo – Ay qué envidia, como me gustaría ir a una cosa de esas, así toda guapa y elegante.
- Y a mí – suspiró Hanabi – Pero nada, que mis padres dicen que soy muy joven, porque yo le dije que iba yo con Neji, total Hinata ya iba con Gaara pero nanai.
- ¡Ah! – gritó de pronto Sumomo - ¡Pero que no le hemos dicho a Chikara que lo grabe! ¡Y las fotos! ¡Que no le hemos recordado que haga muchas fotos!
- Seguramente las haga sin que tengas que recordárselo – opinó Masaru.
- ¡Ay yo no tengo móvil! ¡Pero tu si, Hanabi! – siguió gritando Sumomo – Tienes que llamarla y decirle que haga muchas fotos y que nos las envié.
- ¡Sí! – se entusiasmó también Hanabi.
- En realidad podemos estar en contacto con ella ¿No? – opinó Hotaru.
- ¿Tú crees que podrá? – Sumomo le miró con ojos brillantes.
- Yo creo que sí, que a Chikara le divertirá hacer de "espía".
- ¡Ay sí! – se entusiasmó por enésima vez Sumomo - ¡Vamos a tu casa y la llamamos, Hanabi! Será nuestra espía en la fiesta ¡Esto va a ser colosal!