viernes, 27 de marzo de 2015

221. Colorín, colorado

¿En qué momento comienza una historia? Siempre hay una circunstancia que creemos importante, algo que cambió nuestra vida, pero ¿y cuando son muchas historias las que quieres contar? Para los chicos de la clase 2-2 de secundaria superior, su historia había comenzado de manera distinta, pero lo que no había duda es que ese año sus historias se entremezclarían y todo empezó aquel lunes de mayo, aquel lunes de aquella primavera que cada uno estaba viviendo a su manera, unos alegres, otros llenos de amargura, unos con esperanzas, otros con el corazón roto; y ese día fue el comienzo directa o indirectamente de algo en sus vidas, fue el primer eslabón de una cadena.
Muchas cosas habían pasado desde ese día. Cosas buenas y cosas malas, habían llorado y reído, se emocionaron y volvieron a llorar, desearon y soñaron. De aquel año habían surgido grandes recuerdos para rememorar, otros para intentar olvidar y algún que otro que terminaría en el olvido.
- ¿Sabéis que días es hoy? – preguntaba Ryuko sentada al lado de Akane y Ryuko en un rincón de la cafetería de los padres de Karin - ¿Eh? ¿Sabéis que día es hoy?
- No sé – contestaba Akane con gesto de cansancio – Sé que es Mayo y martes. Hasta ahí llega mi memoria.
- Jeje - rio Jisei - ¿Desde cuándo no duermes 8 horas seguidas?
- Uy 8 horas ¿Pero qué dices? Me conformaría con 6 y lo consideraría un lujo ¿Qué digo con 6? Con 5.
- ¿Es que Shikamaru no te ayuda por las noches? – preguntaba frunciendo el ceño Jisei.
- Shikamaru me ayuda mucho y tú lo sabes bien, pero no puedo pedirle que se levante por las noches porque madruga bastante para ir a la universidad.
- Y tú también madrugas – se quejó Ryuko.
- Si pero yo puedo intentar echarme alguna cabezada durante el día.
- ¿No será que estás intentando hacerlo tu todo sola, como siempre? – interrogó Jisei.
- Que no, de verdad que no. Si muchas veces Shikamaru también se levanta por las noches y cuando lloran los dos niños a la vez por supuesto que sí. Shikamaru me ayuda muchísimo, los baña y le gusta darle el biberón a la niña.
- ¿Al niño no? – se extrañó Ryuko.
- Es que al niño aún le doy yo el pecho y eso él no puede hacerlo.
- Pero si son muy buenos – añadía Ryuko mirando a los dos bebés en el carrito que habían colado junto a la pared para que no molestase a la gente – Pero míralos, si son unos angelitos.
- Siiiii – contestaba Akane – Hombre, malos no son pero hay que ver el trabajo que dan, no acabo de dar el biberón a uno y el otro ya está pidiendo y lo que cagan ¡Ay la que mierda que quito al dia!
Jisei y Ryuko rompieron a reír aunque a Akane parecía no hacerle tanta gracia, ya quería ella verlas a las dos cambiando pañales todo el día.
- ¡Perdón! ¡Siento llegar tarde! – Sumire entraba corriendo en la cafetería y no se detuvo hasta casi chocarse contra la mesa donde estaban sus amigas - ¡Lo siento!
- ¡Que te vas a comer la mesa, loca! – reía Jisei.
- ¡Ah! – Sumire resoplaba mientras dejaba en el suelo una bolsa bastante grande – Es que me he entretenido porque he visto a Hinata y tenía muchas ganas de hablar con ella.
- No pasa nada – habló Jisei – Aún no nos han traído lo que hemos pedido.
- ¿Habéis pedido para mí?
- No, porque no sabíamos que querías.
- Ah pues voy a la barra a pedirlo.
- Que chica esta – comentaba Jisei mirándola ir a toda velocidad hacia la barra – No me extraña que tenga tantos accidentes si es que va como loca a todas partes.
No tardó mucho Sumire en regresar y esta vez llevando en las manos dos platos con unos bollitos. Detrás de ella iba Tayuya cargando una bandeja con varias tazas de café.
- Ya estoy aquí – declaró triunfante Sumire.
- Muchas gracias por la ayuda, Sumire – dijo Tayuya poniendo la bandeja encima de la mesa.
- No tiene importante ¿Qué tal te va todo? – preguntó alegre Sumire.
- Bien, no me quejo. Estoy repitiendo segundo pero voy bien.
- Me alegro mucho. Dale recuerdos a Karin y dile que un día tenemos que quedar ¿vale?
- Lo haré. Que os aproveche y si necesitáis algo me avisáis.
- ¡Ah! – Sumire se sentó en unas de las sillas – Da alegría ver a los antiguos compañeros ¿A vosotras no?
- Tampoco es que haga mucho tiempo que no los ves. Yo creo que los vimos hace… no sé, pero no hace ni un mes – reflexionó Jisei.
- ¡Akane! ¡Ay mi Akane! – se levantó y la abrazó efusivamente - ¡Que no te había dicho nada! Pensarás que no me acuerdo de ti, pero no, sí que me acuerdo.
- Sumire, hablamos todos los días por WhatsApp, no seas dramática.
- ¿Y mis niños? ¡Ay mis niños que no les he dicho nada! Esta tita Sumire que mala que es ¿verdad, ciervito? ¿Qué dice mi ciervito? ¡Que a ti no te había visto yo fuera del hospital! ¿Puedo sacarlo del carrito, Akane?
Los dos niños estaban en su carrito uno al lado del otro, puestos en las sillitas anatómicas para bebés en las que parecían estar casi sentados. El niño tenía los ojos abiertos y un chupete en la boca, movía continuamente manos y pies, por el contrario, la niña, que se veía algo más grande que su hermano, parecía dormitar, no llevaba chupete y apenas se movía.
- Ten cuidado, Sumire – advirtió Ryuko – Miyake se mueve mucho.
- Es que es nervioso como su tita Sumire ¡Pero qué bonito es este niño! ¡Y mira se le están poniendo los ojos azules! ¿Cuándo le dieron el alta del hospital?
- La semana pasada, Sumire, ya te lo dije – contestó con paciencia Akane.
- Es verdad. Que no pude estar para darla la bienvenida porque me fui a hacer fotos ¿Y sabes que, precioso? Que ahora te voy a hacer fotos a ti, si a ti, que a Shikami ya le he hecho un montón, como salió del hospital antes que tu… Sujétalo Jisei, que voy a hacerle unas fotos.
- Trae. Anda que, ahora yo tendría que darte una colleja que te bailaran las orejas.
- ¿A mí? ¿Por qué? – cuestionaba Sumire mientras abría la bolsa para sacar una cámara de fotos y un objetivo.
- Ay que ver la que me liaste cuando te dije que me cambiaba de instituto con todo eso de que ya no íbamos a estar juntos y vas tú y lo dejas. Ya te vale.
- Es cierto, me merezco una gran colleja. Pero es que iba fatal, el último trimestre se me dio de lo peor, a lo mejor por los nervios de la obra, no sé, pero me quedaron varias asignaturas y mis padres me dijeron que podía pasar al último curso con las suspensas, con lo que iba a ir peor, que podía repetir o pensar en dedicarme a estudiar un módulo de fotografía, a fin de cuentas es lo que a mi más me gusta y no tengo porqué estudiar a la fuerza para ir a la universidad, a mí nunca se me han dado bien los estudios, jopetas.
- No te pongas así que no pasa nada – intervino Akane – No todo el mundo sirve para estudiar, ni todo el mundo tiene que tener una carrera, hay muchas profesiones, pero muchas, que requieren otra preparación que no sea la universitaria y no son para nada menos importantes.
- Di que si – añadió Ryuko – Cada cual se tiene que dedicar a lo que le interesa y tú quieres ser fotógrafa y ya está. Lo único es que ojala te hubieras dado cuenta antes de empezar el bachillerato.
- Pero bueno – añadió de nuevo alegre Sumire mientras miraba por el objetivo de la cámara a Jisei con el bebé – Me han convalidado varias asignaturas por haber hecho algo de bachillerato, es lo bueno. Akane ¿No puedes hacer que se esté quieto un momento?
- Eso es imposible – respondió esta.
- ¿Y dices que aún le estás dando el pecho al niño? – preguntó Ryuko cambiando el tema.
- Si y de momento no le doy nada más que el pecho. Los médicos dicen que es lo mejor sobre todo para él, para recuperarse bien de la operación y todo eso.
- ¿Y qué tal va con el riñón? – preguntó esta vez Sumire - ¿Aún le tienes que llevar al hospital?
- Si, aún tiene que ir a revisiones, pero va muy bien.
- ¿Y a la niña no le das el pecho? – siguió interesandose Sumire.
- Shikami nunca ha querido el pecho. En el hospital le daban biberones y como es tan vaga como su padre y chupar del biberón requiere menos esfuerzo que del pecho pues nada, que no ha habido forma. Le doy biberones pero tambieén me saco leche, tengo bastante leche, aunque a veces pienso que estos dos me van a dejar las tetitas sequitas.
- ¿Te importaría que te sacara una foto cuando le estés dando el pecho? No es nada porno, es que me parece algo muy tierno.
El niño comenzó a moverse más bruscamente y a lloriquear.
- ¿Qué te pasa? – habló Jisei - ¿Tienes hambre?
- No puede tener hambre, le he dado antes de salir. Querrá que le menees.
- Pues anda, toma, menéale tú que a mí me da miedo hacerle daño.
Akane se levantó y tomó al niño de brazos de Jisei. Lo puso de forma que el niño apoyó su cabecita en el hombro de su madre y esta comenzó un leve vaivén con su cuerpo.
- ¿Podemos sacar también a la niña? – suplicó Sumire – Ah no, que está dormidita.
- Puedes sacarla, no está dormida, es que es igual de perezosa que su padre. Si anda, sácala y que se espabile un poco.
- Es muy tranquilona – comentó Ryuko desabrochando el cinturón que la sujetaba – Así se está poniendo ella de gordita. Mira que muslos, está para comérsela. Ven aquí con la tía, es más buena ella ¿A que tú eres muy buena? – la niña abrió los ojos de forma perezosa y miró a Ryuko – Mira, ha venido Sumire a verte, la pesada de las fotos.
- ¿Qué tal en el instituto, Ryuko? Os hecho mucho de menos, a todos, un montón. Mis compañeros son bien simpáticos pero como vosotros nadie ¿Vosotros me echáis de menos? ¿Estás muy solita, Ryuko?
- No te preocupes, estoy con Chouji y además están Ten-Ten y Kiba y Lee y también Takumi ¿Te acuerdas de Takumi? Esa que le gustan tanto los gatos ¿Te acuerdas? Pues ha repetido y es muy simpática, ah y también han repetido Karui, Omoi y Sora.
- Pues entonces Naruto y Sora se pasarán el día discutiendo – dedujo Jisei.
- No porque Naruto está repitiendo segundo ¿No te acuerdas que al final ha tenido que repetir?
- Es verdad, lo había olvidado.
- Sin ti, Jisei, sin Sumire, sin Akane, Shikamaru, Sasuke, Ino… la verdad es que parece una clase distinta. Pero bueno, la vida es así.
- Si, es así – afirmó melancólica Akane.
- ¿Ino te ayuda mucho, Akane? – se interesó de repente Sumire.
- La verdad es que sí. Nos es de mucha ayuda. Sin ella creo que Yoshino y yo nos volveríamos locas porque es que no paramos, cuando no come uno hay que cambiar a otro y cuando terminamos hay que cambiar al que acaba de comer y dar de comer al que hemos cambiado y si no pues tengo que llevar al niño al hospital… no, aburrirnos no nos aburrimos, descuida y menos mal que puedo contar con ella que si no creo que me volvería loca.
- Por eso te dije que teníamos que quedar al menos una vez por semana nosotras solas, para que no te vuelvas loca - explicó Jisei - Y para que descanse tu suegra, que también se lo merece.
- Eso sí que es cierto - confirmó Akane - Fue una buena idea la que nos dio tu madre.
- ¿Fue tu madre la que tuvo la idea? - curioseó Sumire - Creí que había sido tuya.
- Fue mía pero fue mi madre quien me la insinuó. Mi madre me dijo que ahora que empezábamos a tener tantos cambios, que yo me iba a otro instituto, que Akane era madre y tenía una familia a la que atender, tenía que darme un consejo que por lo visto le dio su madre a ella cuando iba a casarse.
- Debe ser una tradición de su familia - intervino Akane - Pasar consejos de madres a hijas.
- Es que es un consejo muy bueno - continuó Jisei - y merece ser propagado.
- Ohhhh - interrumpió Sumire con una exclamación emocionada - Mira que cosita más tierna. Pues contigo sí que se calma, Akane, mira, se está quedando dormido.
- Es que está muy enmadrado - opinó Jisei - Este niño es un mimoso.
- Con eso de que tuvieron que operarle y extirparte un riñón está súper consentido - añadió Ryuko - Todos le mimamos demasiado.
- Tú lo has dicho, demasiado - se quejó Akane.
- Pero también mimamos a esta muñequita, la niña más bonita del mundo mundial.
- Bueno, ¿y cuál es ese consejo que te dio tu madre? - cuestionó Sumire a Jisei.
- Pues mi madre me dijo que ahora que empezaba una nueva etapa en mi vida, porque ahora todo empieza a cambiar y que me esperan muchos más cambios, ahora era el momento de que tuviese en cuenta una cosa: a mis amigas. Me dijo que pasase lo que pasase siempre, siempre, tenga a mis amigas presentes en mi vida y que les dedique tiempo porque las amigas son como una planta a la que hay que cuidar y no olvidar de regar.
- Y luego le dijo todo aquello de que las mujeres tenemos que tener cerca a nuestras madres, hermanas, amigas… - la interrumpió Akane – Tu madre ya me dijo a mí también ese consejo en otra ocasión.
- Y a mí – añadió Ryuko – Tu madre da ese consejo muchas veces. Y también eso de que las mujeres tenemos que tener cerca a otras mujeres porque nos gusta hablar de todas nuestras cosas, las buenas y las malas y también escuchar.
- Es que también somos bien cotillas - rió Akane.
- Sí, es cierto, lo dice siempre, pero quedaba bien toda la presentación previa que he hecho – sonrió Jisei – Mi madre es muy teatrera, dice eso de que es una consejo de su madre pero lo mismo lo ha leído en una revista.
Ryuko, Akane y Sumire la miraron detenidamente en silencio.
- ¡Creo que ya lo entiendo! – exclamó de repente Sumire – Creo que es lo que siempre hemos dicho, que siempre es bueno tener amigas a nuestro lado ¿No es eso?
- Pero tiene razón – afirmó Ryuko – Tenemos que conservar nuestra amistad porque a las chicas nos gusta hablar de nuestras cosas y por eso es buena idea esa que tuviste de juntarnos al menos una vez a la semana para dedicárnoslo a nosotras mismas.
- Que dramáticas sois y como os gusta serlo – resopló Akane – Tan solo han pasado dos meses desde la obra y nos vemos mucho, nos vemos todos los fines de semana al menos un día y entre semana pasáis por casa. A Sumire no la hemos visto en unos días porque se fue al sitio ese a hacer fotografías pero… tenéis razón, hay que mantener el contacto.
Ryuko las observó. Akane balanceándose con su niño en brazos, Sumire haciendo fotos mientras contaba mil y una anécdotas y Jisei hablando de las auras y cosas que decía que sabía que iban a pasar.
Eran sus amigas, unas buenas amigas y habían decidido que necesitaban al menos un día para ellas, para cosas de chicas, aunque fuera solo una hora pero que lo necesitaban, porque, aparte de ayudarles a despejar la mente y compartir esos momentos buenos y malos que a veces queremos compartir con otras personas, sabían que llegaría el momento en el que poco a poco fueran distanciándose y eso no podían permitirlo, por lo menos Jisei no estaba dispuesta a eso.
"Todo ha cambiado" pensó Ryuko "No solo somos nosotras, es todo. Y es algo que no podemos evitar. Akane y yo nos vemos muy a menudo, eso es porque Chouji y Shikamaru son grandes amigos y también tienen un día para ellos, el día de Chouji y Shikamaru. Jisei ahora es novia "formal" de Iruka y ya no sale tanto con nosotros porque claro, también tiene que salir con los amigos de Iruka, no sería justo que siempre fueran con los de Jisei, lo cual no deja de ser raro porque Jisei sale a tomar copas con sus antiguos profesores, como Kakashi… que raro tiene que ser. Lo que pasa es que ahora tenemos que aprender a repartir nuestro tiempo y compatibilizar nuestras vidas, es solo eso.
Sumire sale mucho con Kankuro, Ten-Ten, Kiba, Shiho y Lee. Ten-Ten y Shiho también vienen a tomar la merienda con nosotras los días que pueden. A Naruto, Sakura e Ino se les ve mucho con Konan y Deidara, claro, son amigos de Sasori y tampoco Sasori iba a apartarse de sus amigos y luego van con Gaara y Hinata porque Naruto nunca renuncia a sus amigos. Shino también sale a menudo con nosotros y con Kiba y los demás y otro que se une es Neji, porque siempre ha sido muy amigo de Ten-Ten y Lee y ahora es mucho más comunicativo.
En realidad tampoco es que haya cambios muy drásticos pero… se nota que algo va cambiando.
¿Y Sasuke? Pues dicen que está muy bien y que se adapta a vivir en Estados Unidos. Naruto nos cuenta que todos los días habla con él y que a Minako y a Sasuke les va bien, eso que dicen de la distancia parece que aún no les ha afectado… quien sabe lo que pasará.
Ay que ver cómo pueden llegar a cambiar las cosas en solo un año".
- ¡Pero bueno! – habló interrumpiendo a sus amigas – Al final no me habéis dicho si sabéis que aniversario es hoy. Desde luego, no os acordáis, claro que tampoco me extraña, yo debo ser la única rara que se ha dado cuenta, es un poco friki, la verdad.
Las tres la miraron confusas.
- ¡Ahhhhhhhh! – dio un gritito Sumire - ¡Yo lo sé! ¡Yo lo sé! Hoy hace un año que… ¡Ay no lo sé! Pero noto como que si lo sé, solo tengo que pensar un poco.
- Hoy hace un año que Anko nos dijo que teníamos que hacer la obra de teatro y nombró a Akane y Shikamaru directores – sus amigas la miraron aún más confusas – Fue el día que empezó todo ¿No os dais cuenta?
- ¡Ahhhhhhhhhhh! – volvió a gritar Sumire - ¡Claro! Fue el día que Akane le pidió una cita a Sasuke ¿A que si? Oh sí, me acuerdo muy bien porque después de que Anko nos dijera lo de la obra fue cuando dijimos de ir al Burger a celebrar algo, no me acuerdo el que, pero después de merendar en el Burger, cuando volvíamos a casa, Akane le pidió una cita a Sasuke y eso fue lo que lo empezó todo porque hizo que Shikamaru se pusiese celoso y comenzase a reaccionar… ¿Es eso, no?
- Se puede decir que sí.
Entonces empezaron a hablar sobre los recuerdos que tenían de todo lo que había pasado durante ese año. Fue una merienda llena de anécdotas, unas alegres y otras no tanto, habían sucedido muchas cosas y al final terminaron con una gran sensación de nostalgia y se despidieron deseando volver a repetir la merienda la semana que viene.
Ellas no lo sabían pero en ese momento habían creado las bases de lo que sería una amistad única y unas experiencias que siempre iban a permanecer en sus memorias.
Shikamaru se rebulló en la cama. Quizás fue porque notó frio porque el cuerpo de Akane no estaba allí dándole calor o simplemente porque presintió su ausencia. Movió un brazo para comprobar que estaba solo y entonces confirmó que Akane no estaba allí.
Eso le hizo incorporarse y mirar la hora. Aún era muy temprano ¿Cómo es que Akane no estaba? Esa era una pregunta un poco tonta, seguro que alguno de los niños se había despertado. Pues se levantaría, no fuera a ser que Akane le necesitase.
Entró en la habitación de los niños, allí estaba solo Shikami en su cunita. Fue al comedor. Al entrar vio a Akane sentada en el sofá y dormida con el niño en brazos con el arrullo echado por encima. Debe ser que se había despertado con hambre, ese niño no era como la niña que dormía casi toda la noche de un tirón, él no tenía horario fijo y Akane le habría estado dando el pecho y después le apoyó para que soltase los gases y así, en esa postura, habían terminado dormidos los dos.
- Akane, Akane – la movió con cuidado esperando que no se asustase e hiciese algún movimiento brusco – Akane, eh, despierta.
- ¿Qué pasa? – abrió los ojos con un gran esfuerzo.
- Te has quedado dormida.
- ¡Eh! – Akane miró asustada al niño que dormía sobre ella - ¡Me he quedado dormida con el niño en brazos! ¡Ay madre mía! ¡Y si se me cae!
- No te preocupes que lo tenías bien sujeto. Anda, dame que voy a llevarlo a la cuna.
- Si, por favor ¿Qué hora es?
- Temprano, acuéstate otro poco.
- Pero…
- Acuéstate te digo. Estás helada por haberte quedado dormida de cualquier forma, menos mal que al niño lo habías arropado al menos ¿Por qué no me has despertado para que te ayudara? – decía mientras tomaba al niño el brazos.
- Me daba pena despertarte y total, el pecho solo puedo dárselo yo.
- Anda, ve a la cama.
Shikamaru depositó con cuidado al niño en la cuna y lo arropó, después comprobó que la niña estaba también bien arropada y se quedó mirándolos… ahora ellos eran lo más valioso que tenía en la vida.
De pronto recordó una frase que esa misma noche había dicho Akane.
"- ¿Sabes lo que ha dicho Ryuko? Que hoy hace un año que comenzó todo. O por lo menos es el día que ella ha decidido que comenzó todo. Por lo visto hace un año que Anko nos nombró directores. Fíjate, ha pasado un año de eso y por un lado parece que fue ayer, pero por otro lo piensas y madre mía, la de cosas que nos han pasado ¿verdad?"
Sí que habían pasado cosas, muchas, tantas como para dar un giro completo a sus vidas.
Shikamaru no sabía si todo había comenzado hace un año o fue antes pero si sabía, mirando a sus niños, que ahora comenzaba una verdadera aventura en su vida.
¿Y en qué momento termina una historia? Pues en ningún momento, una historia no termina, simplemente se transforma en otra.
Lo que pasase a partir de ahora era… bueno, eso será otra historia.

domingo, 22 de marzo de 2015

220. Lazos

Shikamaru, con su niño en brazos y apoyado contra su pecho, reposó la cabeza en el respaldo del sillón que le habían dejado en la sala de nonatos, mientras escuchaba el llanto de algún que otro bebé y la charla en voz baja de las enfermeras. Para él era muy curioso darse cuenta de que, entre todos los llantos, podía saber cuándo era su hija la que lloraba, quizás era algún matiz distinto que su inconsciente discriminaba o por el lugar desde donde venía el llanto, pero cuando lloraba él se enteraba.
Estaba en una parte bastante solitaria de la sala, la única incubadora que allí había era la del niño y aunque la hora que dejaban para que los padres dieran de comer a los bebés ya había pasado, a él le habían permitido quedarse porque tenían prevista la intervención para esa misma tarde.
No iba a disimular y a decir que no estaba asustado, estaba aterrado, su niño era muy pequeño, apenas si pesaba un kilo y la operación era delicada. No podía creerse que estuviese pasando eso ¿por qué? Era tan pequeño y apenas tenía dos días de vida, ni él, ni Akane se merecían estar pasando esa agonía y el niño, su niño, con solo dos días de vida y lo único que había conocido era pinchazos en su cuerpecito, estaba tan lleno de cables y tubos que le dolía verle así.
El niño había nacido con una malformación en uno de los riñones. Había tenido otros problemas al nacer, pero lo realmente grave y urgente era que tenían que operarle y... era muy pequeño.
No paraba de moverse, continuamente tenía los brazos y las piernas en movimiento, debía ser él quien se movía tanto y del que se quejaba Akane porque la niña era bien tranquila, se pasaba el tiempo durmiendo y ni se despertaba para pedir de comer. Su madre decía que la niña era como él de pequeño, igual de perezosa y que ella, para darle el biberón, tenía que hacerle cosquillas en la planta del pie. Pero Miyake no era así, no paraba quieto, a pesar de lo delicado que estaba aún tenía energía para patalear.
Estaba siendo una espera larga y amarga. Shikamaru nunca se había imaginado la angustia que podía llegar a pasar pensando en la operación. Si estuviera Akane allí...
Pero Akane no estaba.
Tampoco podía enfadarse con Akane, o quizás es que no le quedaban fuerzas para hacerlo.
No, no era eso. No estaba enfadado con Akane, en cierta forma la entendía, no era culpa de Akane.
Después de que Shino le hablase de la depresión postparto, Shikamaru se informó, quería estar preparado para cualquier eventualidad para poder controlarla mejor. Cierto, Akane se había deprimido y mucho, había que tener en cuenta que tras despertar de la cesárea no vio a sus hijos, solo había visto a la niña unos minutos y al niño ni eso y no la dejaron ir a verlos.
Al principio la razón era la cesárea en sí, no podía levantarse de la cama en unas horas y tenían prohibido subir a los niños a la habitación. Por más que Akane pidió y suplicó no sirvió de nada y una terrible pena empezó a dominarla ¿Y si le había pasado algo a los niños y no querían decírselo? Y tenía razón, su suposición era cierta a la mitad y la matrona apareció para "ayudar", cosa que no hizo.
Akane tardó más de un día en conseguir que la bajaran en silla de ruedas hasta nonatos y cuando estuvo allí sorprendió a todos atendiendo solo a la niña y negándose a ir donde estaba el niño.
No, Akane no era mala madre. Estaba triste, deprimida, desesperada y aconsejada de la peor forma. La matrona, quizás llevada por experiencias anteriores, habló con Akane de la gravedad del estado del niño, de lo peligrosa que era la operación y para advertirla de que podría fallecer y ella tenía que estar preparada para ese hecho.
Shikamaru vio con desesperación que todos sus intentos de resultar optimistas fueron inútiles. Las palabras de esa mujer "que quería ayudar" hicieron más daño que bien. Se suponía que Akane no debía encariñarse con el niño por si no superaba la operación, que lo que tenía que hacer era centrarse solo en la niña, solo en ella y Akane, siguiendo sus consejos "de mujer que había visto morir a muchos bebés y sabía lo terrible que era para las madres", no quiso ver al niño para no "encariñarse".
Shikamaru, preocupado como estaba por la operación, no tuvo ganas de insistir pero sí hizo lo que mejor sabía hacer: utilizar su mente y su lógica y estas le dijeron que pidiese ayuda a la psicóloga que conocía y en la que confiaba, la madre de Naruto.
Se sentía agotado, quizás es que tenía miedo de que todo saliese mal. Cerró los ojos mientras intentaba visualizar en su cabeza que todo salía bien, si, seguro que todo iba a salir bien.
- Anda pasa – se escuchó una voz masculina – Pero no armes jaleo. Aquí os lo dejo, tiene permiso.
- Gracias, no armaré jaleo, dattebayo.
¿Ese era Naruto? Shikamaru abrió los ojos y se incorporó hacia delante. Si, era Naruto, el rubio saludaba a las enfermeras con bastante confianza, una de ellas le señaló donde estaba Shikamaru y hasta allí se dirigió.
- ¿Pero qué haces aquí? – preguntó Shikamaru.
- Es la ventaja de que mi madre sea psicóloga ¿Cómo estás?
- Estoy hecho polvo, Naruto, hecho polvo – suspiró.
- A la niña ya la he visto antes, ttebayo. Qué bonita que es, parece increíble que de un tío tan feo como tu haya salido una niña tan guapa ¿Y este pequeñajo a quien se parece?
- Creo que se parece al padre de Akane, pero tiene los ojos y el pelo de los Nara. Es muy pronto aún para saberlo.
- ¡Eh, pequeñajo! Soy tu tío Naruto, te voy a enseñar un montón de cosas, dattebayo, como chutar bien un balón ¿Te has fijado, Shikamaru? Tu hijo tiene los puños cerrados.
- Si, siempre los tiene así.
- Eso es porque es un luchador que está dispuesto a enfrentarse a la vida aunque sea a puñetazos. Todo va a salir bien, ya lo verás, este pequeño no se va a rendir.
- ¿Y dices que ya has estado antes aquí?
- Sí. Vine con mi madre y vi a la niña. Mi madre ha estado hablando con los pediatras y con el cirujano que va a operar a este campeón. No tienes que preocuparte de nada, de veras. Ahora ha ido a hablar con Akane. Oye, también ha hablado con el ginecólogo ¿Es cierto que Akane está muy fastidiada?
- Perdió mucha sangre, tuvo un desgarro uterino y ahora pues se encuentra muy débil.
- Si, oí decir que tenían que ponerla una infusión de sangre.
- ¿Una infusión? ¡Una transfusión, burro!
- Si, eso, ttebayo. Dijeron que tenía que tener 12 pero que solo tenía 5 ¿Qué significa?
- Es el nivel de hemoglobina. Akane está muy débil, no puede tenerse en pie, se marea, no puede dar cuatro pasos sin marearse.
- Y oí que no quiere que le hagan la transfusión esa ¿Es que se lo prohíbe su religión?
- Lo que se lo prohíbe es su cabezonería. Es tozuda como una mula y se le ha metido en la cabeza que si la ponen sangre va a estar bien y le van a dar el alta.
- ¿Y eso es malo? – preguntó completamente extrañado Naruto.
- Es malo para ella porque los niños se quedarán en el hospital y ella, ya sabes cómo es, no quiere irse del hospital sin ellos. Es muy cabezota.
La puerta de la sala se abrió de nuevo y tanto Naruto, como Shikamaru reconocieron la voz de Kushina.
- ¿Hemos llegado a tiempo? – preguntaba Kushina mientras entraba en la sala empujando la silla de ruedas donde estaba sentada Akane vestida con una bata azul que Shikamaru le había comprado "para que estuviese guapa".
- Si – contestó una de las enfermeras – Los médicos aún no han venido.
- Bien – habló Kushina a Akane – Hemos tenido suerte.
- ¿Esa es Akane? – cuestionó Naruto al verla - Parece… parece una muerta.
No era una observación muy apropiada pero Shikamaru reconocía que tenía razón. Akane, a parte de la tristeza que reflejaba su rostro y sus ojos hinchados, estaba pálida, no, más que pálida, pero lo que más impresionó a Naruto fueron sus labios, unos labios sin color, casi blancos.
- Ya estamos aquí – declaró alegre Kushina - ¿Akane?
Akane había girado la mirada, no quería mirar a Shikamaru con el niño en brazos y Naruto, que seguía mirando sus pálidos labios vio como estos empezaban a temblar.
- Akane, tienes muy mal aspecto, ttebayo – dijo sin pensarlo mucho.
- Mira Akane – habló Kushina acercándola todo lo que pudo a sillón donde estaba Shikamaru – Este es tu niño, es tu hijo. Es muy pequeño y te necesita, necesita a su madre. Su padre está haciendo todo lo que puede pero también te necesita a ti.
Akane no cambió su postura.
- Akane, mira – habló ahora en un tono mucho más severo Kushina – Eso que te han dicho es una tontería. La vida es dura y pasan cosas duras pero por ignorarlas no van a dejar de pasar. Este es tu hijo y no puedes darle la espalda ¿Vas a darle la espalda como te la dio a ti tu madre? – Esas frases hicieron reaccionar a Akane y miró asustada a Kushina – Si le pasase algo al niño ¿Qué vas a hacer? ¿Hacer como que nunca existió? Anda, si, ignórale, pero antes mírale a la cara y díselo, venga, se al menos honesta en eso y díselo, mírale y dile que no hay amor para él, que te da igual lo que le pase, mírale y dile que para él no hay nada.
Las lágrimas comenzaron a resbalar por la cara de Akane mientras empezaba a mirar al niño. Con un movimiento brusco se tapó el rostro con las manos y empezó a llorar de una forma angustiosa.
- ¿Qué he hecho? ¡Soy un monstruo!
- Akane no… no digas eso – habló emocionado Shikamaru – Akane…
Kushina le hizo un gesto para que le diera al bebé, Shikamaru, con mucho cuidado de no tirar de ningún cable así lo hizo y se levantó para poner sus manos en los hombros de Akane. Al sentirlo Akane quitó sus manos de la cara y con una rapidez que sorprendió a Naruto, se levantó de la silla y se abrazó a Shikamaru.
- Perdóname Shikamaru, no sé qué me ha pasado.
- Nada, no te ha pasado nada – hablaba Shikamaru acariciándole el pelo – Te dieron un mal consejo, solo eso.
- ¡Pero es mi niño! ¡Y te he dejado solo con todo!
- Pero ya estás aquí. Anda, coge al niño, él está deseando sentir a su madre, estuvo dentro de ti casi ocho meses, te debe echar de menos.
- Desabróchate un poco la bata, que sienta el calor de tu cuerpo – dijo Kushina mientras se lo daba.
Con gran seguridad Akane cogió al niño y lo acercó a su pecho y entonces sucedió lo que a ojos de Naruto era un milagro, el niño paró de moverse como si el calor del cuerpo de su madre fuera lo que estaba buscando.
- Vaya – se lamentó Kushina – Ya vienen a por él – Akane la miró con miedo – No te asustes, todo va a ir bien.
Se acercaron dos hombres, uno de ellos parecía bastante joven, saludaron a Kushina y después a Shikamaru.
- Me imagino - habló el más mayor dirigiéndose a Akane - Que usted es la madre del niño.
- Si, yo soy la madre.
- Bien. Yo soy el doctor Tachibana, el cirujano que voy a operar al niño y él es el doctor Yamada, el anestesista.
- Supongo que tu - habló Akane mirando al supuesto anestesista - Con esos ojos no vas a hacer daño a mí niño ¿no?
- No se preocupe señora Nara - sonrió el cirujano - Aunque parezca joven tiene mucha experiencia. Bien, supongo que querrá saber en qué consiste la operación, ya se lo he explicado a su marido pero con mucho gusto estoy aquí para resolver todas las dudas que tenga.
- ¿Es necesaria la operación? ¿No se puede hacer algún tratamiento?
- Me temo que no. La mejor solución es pasar por quirófano.
Los doctores dedicaron bastante tiempo a explicarle a Akane todo lo que iba a pasar desde el momento en el que el niño entrara en quirófano, en que consistía la operación y como iba a ser el postoperatorio. Después, tras besar al niño, los asustados padres vieron como se lo llevaban en una incubadora móvil.
- Venga, vamos a la sala de espera - propuso Kushina.
- Yo llevo la silla, dattebayo.
Akane se sentó, ahora estaba muy asustada y volva a llorar.
En una de las salas de espera cercanas a los quirófanos estaban ya los padres de Shikamaru, el padre de Akane y su mujer, Chiharu, Temari. Ino, Chouji y la abuela de Shikamaru, que había venido desde el pueblo para acompañar a su familia en esos momentos.
- Que nerviosa estoy - comentaba Chiharu - ¿Pudiste al final ver al niño, Ino?
- Si, sí que pude; como son mellizos me pude colar en la toma del biberón diciendo que tenía que ayudar al padre. ¡Es más chiquitito! Es que es muy pequeño, el pañal le cubría entero.
- Si - rio Chiharu - Le queda sobaquero.
- ¿Como es que no ha venido Shikato? - preguntó Ino a Temari.
- Tenia un examen, pero ya le ando informando de todo.
- ¡Mira ya viene Shikamaru!
Shikamaru y Naruto entraron en la sala de espera, Yoshino, Maron y la abuela no esperaron a que llegase a donde estaban y le interceptaron.
- ¿Ya le han metido en quirófano? – interrogó Yoshino.
- Si – contestó Shikamaru – La operación va a ser larga, puede tardar 3 horas o más, así poneos cómodos y marchaos si queréis a dar una vuelta.
- Pobrecito mi niño – se lamentaba la abuela - ¿Y Akane dónde está?
- ¿Aún sigue con esa actitud tan negativa? – preguntó su padre.
- No, no. Es que ha decidido, por fin, que si quiere que le hagan la transfusión y la madre de Naruto la ha llevado a firmar unas autorizaciones.
- ¿Por fin ha dado su brazo a torcer? – se interesó Maron – No me lo puedo creer.
- Ha recapacitado y se ha dado cuenta de que así no tiene fuerzas para nada y que si le ponen sangre estará fuerte para atender a sus hijos.
- Y va a necesitar estar fuerte – agregó Yoshino – Sobre todo por el niño, que seguro que necesita un montón de cuidados.
- ¿Y qué consecuencias va a tener la operación? – cuestionó Ino - ¿Le van a extirpar al final el riñón entero?
- Van a intentar extirparle solo la parte malformada y no hay que alarmarse, el niño podrá hacer una vida normal y corriente.
- ¿No va a necesitar diálisis? – preguntó ahora Chiharu.
- Ya os dije que no. No os preocupéis tanto.
- Que no nos preocupemos dice – dijo Temari con tono sarcástico – Como si él no estuviera preocupado. Entonces ¿Van a ponerle a Akane la transfusión ahora?
- Si, bueno, lo que tarden en sacarle una muestra de sangre y comprobar que efectivamente es el tipo sanguíneo que ha dicho, tienen que asegurarse.
- Vamos que ya mañana Akane va a estar como una rosa – añadió Naruto – Ya lo veréis, dattebayo.
- Y no parará de hacer cosas, lo estoy viendo… mendokusei ¿No han venido Ryuko, ni Jisei?
- Si, sí que han venido – contestó Chouji – Y también Kankuro y Sumire. Han ido a la cafetería porque Sumire estaba a punto de un colapso nervioso.
- A mí lo que me da mucho miedo es la anestesia – comentó Maron.
- ¡Todo va a ir bien! – exclamó Naruto – Ese niño es un peleón, dattebayo.
El tiempo pasaba despacio, demasiado despacio, de una forma desesperadamente lenta. Por la sala de espera comenzaron a entrar y salir personas, algunos llegaban y otros se marchaban. Chouji se marchó para acompañar a Ryuko a su casa, también lo hicieron Kankuro y Sumire porque empezaba a anochecer. Shikato llegó, al final le había dado tiempo de llegar.
Otra llegada que sorprendió mucho fue la de la madre de Akane. Apareció de pronto ante el asombre y sorpresa de todos.
- Me han dicho que hoy operan a mi nieto – fue lo que dijo.
No fue recibida con mucho entusiasmo, más bien era recelo lo que provocó. Mientras hablaba con Yoshino y Maron contando que no había podido ir antes, Chiharu, Ino y Temari formaron un grupo un poco apartado y hablaban en voz baja.
- Ha dejado a Ginta al cuidado de su hijo pequeño – decía Chiharu – Por eso Ginta no ha podido venir, él me dijo que quería venir pero que no podía por su madre.
- ¿Es cosa mía o está convirtiendo a Ginta en una especie de Akane-2? – comentaba Temari.
- Yo creo que si – afirmaba Ino – Oye ¿Y tú no estás ahora muy en contacto con Ginta?
- N-no – contestó ruborizada Chiharu – Es... es que es el hermano de Akane y… ¡Pues lo normal entre familia!
- Ah, claro – sonrió con malicia Ino guiñándole un ojo a Temari que le devolvió la sonrisa.
En cierto momento Shikamaru tuvo que marcharse porque le tocaba dar la toma a la niña, su abuela le acompañó y tras más o menos una hora regresaron y la operación aún no había terminado.
Mientras tanto, Akane había visto como le sacaban sangre y tras una media hora un ATS entró en su habitación con dos bolsas de sangre y volvía a preguntarle por su grupo sanguíneo para confirmarlo por tercera vez.
Jisei se había quedado con Akane, porque alguien tendría que hacer compañía a Akane, no iba a estar ella sola y todos los demás en la sala de espera, claro que solo podía quedarse uno en la habitación y fue Jisei.
- Que suerte tienes de estar en una habitación para sí solita – comentó en un momento dado.
- No es suerte. Mi tía, la madre de Ayesa, la ha pagado.
- ¿Y eso? Sí que tienes una tía generosa.
- No creas. Lo hace para demostrar que es mejor que mi madre y presumir de lo que ella hace por sus sobrinos. Mi madre y mi tía siempre han tenido esa especie de pique.
- Pero tú sales ganando.
- Eso si- Oye Jisei ¿A que mi niña es muy bonita?
- Es una verdadera muñequita. Irina Shayk muerte de asco que ha llegado Shikami Nara.
- Si, tu ríete, pero para mí es la más bonita del mundo.
- Si no me rio, si yo también la veo preciosa.
- Y mi niño también, espera que se recupere y verás. Por cierto ¿No se te va a hacer muy tarde si te quedas conmigo?
- No te preocupes. Iruka va a venir a buscarme ¿Qué te pasa? – preguntó al verla hacer gestos como si estuviese incómoda.
- Tengo mucho calor, a ver si puedes darme mi abanico, está en el cajón. Ya me han dicho que iba a darme calor… ufff. Pero que bien, mañana voy a estar en forma y podré ir a cuidar a mis niños sin ayuda de nadie.
- ¿Lo ves? Cabezota, que eres una cabezota.
Lo que tenía asombrada a Jisei era que podía ver como poco a poco el color iba volviendo a Akane y sus blancuchos labios empezaban a ser rojizos. Era como ver la vida entrando en el cuerpo de su amiga.
- Jisei…
- ¿Te pasa algo?
- No, no, es solo que estaba pensando que me he portado muy mal. Ha sido una madre horrible, lo pienso y…
- Pues no lo pienses más. Ya ha pasado.
- Pero es que no sé cómo pude ser tan mala, como pude escuchar esos consejos… Mira Shikamaru, él si ha sido un buen padre, mejor que yo madre.
- Anda y no digas tonterías. Estabas vulnerable y te dieron un mal consejo, sin mala intención, pero malo y tú no estabas al completo de tus facultades mentales, andabas muy confundida por un montón de sensaciones que te apabullaban. No te preocupes, tu aura ya ha vuelto a ser la de siempre, lo que ahora tienes que proponerte es no volver a dejar que el pesimismo te invada.
- Ya verás que no. Ya he regresado. Aquí está Akane y no va a haber nada que pueda conmigo y mis niños van a estar bien, ya lo verás y haré lo que sea por ellos, lo que sea.
- No lo dudo.

miércoles, 18 de marzo de 2015

219. Mis propias decisiones

- ¡Ehhhhhhh! – se oyeron varias voces al unísono cuando Shikamaru entró en la sala de espera.
- ¡Chaval! – rio Chouji - ¡Pero mírate!
Shikamaru llevaba puesto, por encima de su ropa, una especie de camisa ancha y pantalones también anchos de color verde, hechos de una tela muy fina y transparente, además, y era lo que más llamaba la atención, un gorro de la misma tela le cubría la cabeza. En la mano portaba lo que parecían más piezas de la misma tela.
- Mendokuseeeei… ¿Pero que hacéis aquí?
- Oh y hay más gente fuera – afirmó Jisei.
Jisei, Ryuko, Chouji, Shino, Ino, Sakura, Sasori… además de sus padres, el padre de Akane y Maron, Chiharu, Takato, Ginta, los padres de Chouji, el padre de Ino… ¿Se habían propuesto llenar la sala de urgencias?
- ¿no se nos está yendo esto de las manos?
- ¿Cómo está Akane? – interrogó Maron.
- ¿Y mi hermana? – insistió Takato.
- Está… bien… a lo suyo.
- ¿Y esas pintas? - continuaba riendo Chouji.
- Pues no has visto lo mejor – Shikamaru levantó una de las prendas que llevaba en las manos – Mira, también tengo que ponerme esto en los pies.
- ¿Es que ya entráis en el paritorio? – preguntó Yoshino.
- En el quirófano – puntualizó Shikamaru – Están preparando uno de los quirófanos. Es por si hubiera algún problema. Venía a deciros que ya vamos a entrar.
- ¿Ya? – preguntaron varios a la vez.
- Ya. Por lo visto está de 9 o creo que he entendido eso.
- ¿Tanto? – se asombró la madre de Chouji – Pues sí que va rápido.
- Voy para allá.
- ¡Animo hermanito! – jaleó Chiharu - ¡No te desmayes!
- En cuanto puedas ven a decirnos algo – apremió su madre.
- ¡Suerte! –añadieron algunos.
- ¡Ay que nervios me están entrando! – musitaba Ryuko viendo marcharse a Shikamaru.
- Tranquila – sonreía Chouji cogiéndola de la mano – Todo va a ir bien.
- Si lo sé, lo sé, todo va a ir bien – repetía la chica y respiraba hondo.
- ¿Sabes? – habló Jisei – Yo no tengo ningún mal presentimiento. Es más, casi puedo imaginarme a Shikamaru entrando sonriendo por esa puerta.
- Ahora lo que tenemos que hacer es ir a comer – sentenció el padre de Chouji – Aquí no hacemos nada y al final van a llamarnos la atención. Ryuko, vente a comer a casa con nosotros.
- ¿Yo? Es que…
- Si – agregó la madre de Chouji – Llama a tu madre y vente. Descansamos un rato y luego volvemos a ver si ya han nacido.
- Es una buena idea – afirmó Ichoichi – Aquí solo estorbamos al resto de la gente.
- No, no, yo me tengo que quedar – refutó Yoshino.
- Claro, cariño – asintió Shikaku – Nosotros nos quedamos, por supuesto.
- Nosotros también – añadió Maron refiriéndose a ella y a su marido.
- Yo también me quedo – habló Chiharu.
- Aquí te vas a aburrir – opinó Chouza – Vente con nosotros, además aquí te vas a poner nerviosa y con nosotros se te pasará el tiempo más rápido.
- Si, Chiharu – intervino Yoshino – Es mejor que te vayas por ellos, no sabemos las horas que esto puede tardar, piensa que son dos y quizás te tengas que quedar esta noche con Akane.
- ¿Me voy a quedar con Akane y los bebés?
- No lo sé pero puede ser. Si esto se alarga mucho vamos a estar muy cansados, seguro que Shikamaru terminará agotado y a lo mejor Akane necesita ayuda, no se sabe.
- Tú también te vienes a casa – sugirió Inoichi a Ino
- Pero es que Naruto va a venir y…
- No te preocupes por Naruto. Yo ahora voy a llamar a Minato para decirle lo que pasa, así que seguro que no vendrá hasta después de comer. Si quieres dile a Sakura y a su novio que vengan también.
- Nosotros no queremos molestar – opinó Sasori.
- No molestáis, al contrario, será divertido.
- Shikato – se dirigió a él Yoshino.
- No te preocupes, tía, yo me hago cualquier cosa. O mejor, llamo a Temari y la invito a comer por ahí.
- No, si quería preguntarte si puedes ocuparte de los hermanos de Akane.
- De mí no – habló Ginta – Yo me voy a casa de mi madre y me llevo a Takato.
- Más que nada de Hideki – añadió Maron – ¿Podría ir a tu casa Yusuke, Shino?
- Si, por supuesto que sí. Hotaru estará deseando, seguro.
- Claro, Maron – respondió Shikato – Sin problema ¿Qué, chaval? ¿Te vienes conmigo?
- Me parece aceptable – sorprendió el pequeño a Shikato – Me han dicho que tú eres tan listo como Shikamaru, eso me gustaría verlo ¿Sabes jugar al ajedrez?
Shikato se quedó confuso mirando a Maron y a sus tíos ¿Pero qué clase de niño era ese? Que crio tan raro.
Naruto se había apartado de la gente que hablaba arremolinada a la salida del salón de actos del instituto. No es que no quisiera saludar a los recién graduados, sobre todo a los que más conocía, como Sora, lo que le sucedía es que también quería saber cómo le iba a Akane y a Shikamaru, se usó a mandar mensajes a todos los que sabía que habían ido al hospital y leyendo las contestaciones empezó a andar completamente abstraído.
Cuando terminó de leer el último mensaje levantó la vista y suspiró.
- ¿Qué haces tan alejado de todos? – preguntó Sasuke a su espalda.
- Creo que te buscaba sin darme cuenta.
- ¿A mí?
- ¿Por qué no has entrado a la graduación?
- No había nada que me interesase. No conozco a nadie.
- ¿Y por qué te has quedado entonces?
- No sé. Supongo que porque Minako se quedaba y porque tu madre me ha dicho que tengo que hablar contigo.
- Ah bueno, si te lo ha dicho mi madre… ella tendrá sus razones, ttebayo.
- Parece que estás molesto conmigo, Naruto.
- ¿Yo? – dijo en un todo un poco sarcástico – No sé por qué iba a estar molesto.
- Tus padres se marchan a casa, han dicho que nosotros vayamos dando un paseo.
- ¿Y tus padres?
- También se han marchado ya.
- Será idea de mi madre, claro, para que hablemos. A mí me gustaría ir al hospital a acompañar a Shikamaru.
- No creo que vayas a poder estar con él.
- Ya lo sé, pero me gustaría que supiese que estoy allí. Es un día muy importante para él.
- Y tanto.
- Quizás a ti te parezca una tontería pero para mí mis amigos son muy importantes.
- Yo no he dicho que sea una tontería. Se cómo eres, ya te conozco. Venga, Naruto, suéltalo de una vez, te está quemando la lengua.
- Yo también se cómo eres y estoy acostumbrado a que no compartas nada – habló subiendo el tono de voz – Parece que sigues sin tener confianza conmigo.
- No es que no tenga confianza, no es eso.
- ¡Pero te vas a marchar y no me lo habías dicho, ttebayo!
- Es que no sabía cómo decírtelo. Sabía que ibas a organizar un drama
- ¡Yo no organizo ningún drama, dattebayo! Si te quieres ir pues te vas pero no entiendo que no me lo hayas dicho.
- Ha sido todo muy rápido. No estaba seguro de lo que quería hacer.
- ¿Y por qué no me preguntaste a mí?
- Porque tú no me ibas a ayudar, me ibas a confundir más.
- ¡Tampoco se lo dijiste a Sakura! ¡Ni a Minako! ¡Sasuke, no se lo habías dicho a Minako! – ahora el tono de voz de Naruto ya era bastante alto.
- Cálmate Naruto, lo estás sacando todo de quicio.
- ¡Pero es que te vas la semana que viene! ¡Te vas a ir la semana que viene y no has dicho nada! ¿A que estabas esperando, ttebayo?
- Quizás tenía miedo a que me lo impidieseis – contestó con toda tranquilidad.
- ¿Por qué te lo iba a impedir? No soy tan tonto, ttebayo, a veces entiendo las cosas y no soy tan pesado como todos dicen, lo que no me gusta es que no me lo hayas dicho.
- Si te lo hubiese dicho antes me habrías confundido más.
- Hubiera intentado entender tus razones y darte un buen consejo, para eso están los amigos.
- Naruto… yo aprecio mucho tu amistad pero es que necesito decidir por mí mismo y tú me hubieras hecho dudar, como Sakura o Minako. Este año ha sido un año muy intenso, han pasado muchas cosas y me he dado cuenta de que toda mi idea de cómo eran las cosas estaban equivocadas, yo pensaba que mi padre, que mi madre, que mi hermano, eran de una manera y que actuaban como actuaban por razones que yo suponía y resulta que no, que las cosas no eran por lo que yo pensaba, todo estaba equivocado y… necesito pensar y adaptarme a los nuevos cambios. Tengo muchas cosas en las que pensar, en mi hermano, en cómo era mi relación con él, en mis padres, en mi mismo… necesito alejarme un poco de todo para poder pensar con claridad.
- ¿Para pensar también con claridad en mi hermana?
- Minako me gusta mucho pero yo necesito saber quién soy ahora y como soy ahora. Necesito adaptarme a mi nuevo yo. He hecho muchas cosas de las que me he arrepentido, he actuado como un prepotente, puse a mis amigos en peligro, a ti te puse en peligro, hice daño a Sakura… no creo caer bien a mucha gente y… tengo que pensar mucho, tengo mucho que meditar.
- No te entiendo. De veras que no te entiendo ¿Es que no te estamos dando todos otra oportunidad?
- Aquí me siento muy mal, Naruto, siento que siempre se me prejuzga, que todo lo que hago… es difícil de explicar, me siento observado. Me han dado una oportunidad pero… necesito alejarme de todo, necesito saber quién soy yo solo y meditar sobre cómo me he portado.
- ¿Es algo así como el viaje que hizo Neji en Navidad?
- No lo sé, no sé qué pretendía Neji… quizás si… solo sé que necesito alejarme y rehacer mi vida y tengo que hacerlo solo.
- ¿Y regresarás?
- Claro que regresaré. Para empezar tengo que ir como testigo al juicio de Karin.
- Quiero decir que si de verdad regresarás para quedarte de nuevo con nosotros.
- Naruto… no voy a romper mi relación contigo, no seas tan dramático, solo me voy a estudiar a Estados Unidos, además es una oportunidad que tengo que aprovechar, estás hablando como si me fuera a la Luna. Solo voy a terminar el bachillerato allí ¿Ves por qué no te lo había dicho antes? Eres muy exagerado, dobe.
- ¿Y qué pasa con Minato?
- ¿Pues qué va a pasar? Nada de nada. Ella lo entiende, sabe que me voy a estudiar, le da pena, como a mí, pero… Naruto, no me mires así, vamos a estar en contacto, lo que quiero es alejarme de este ambiente, cambiar de aires, además no puedo cambiar completamente si sigo aquí, puedo cambiar mi actitud pero…
- No, si te entiendo. Es solo que me ha pillado de sorpresa y que me hubiera gustado que me lo hubieses dicho. Pero no pasa nada – sonrió abiertamente - ¡Estaremos en contacto, dattebayo! Y cuando regreses aquí seguiré
- Ya estamos en casa – anunció Kisuke entrando después de Jisei.
- Bienvenidos – salió a recibirles Iruka con un delantal puesto y secándose las manos en un paño de cocina.
- De veras Iruka que estás tocando fondo – rio Kisuke al verle - ¿Pero qué estás haciendo?
- No te burles de él, Kisuke, está comportándose como un hombre y ayudándome con la comida.
- ¿Practicando para cuando te cases con Jisei? – volvió a reír Kisuke – Porque te advierto que esta es muy mala cocinera, si quieres comer bien tendrás que hacerte tú la comida - Sin decir nada Jisei dio una colleja a su hermano - ¿Ves? Va a ser una pésima ama de casa.
- Como no te calles te voy a enseñar yo lo que es ser una madre – advirtió Rika.
- ¿Pero cómo te has dejado mangonear así, Iruka?
- No me ha mangoneado nadie – respondió sonriendo – Algo tenía que hacer, no iba a esperar haciendo el vago y bastante es que me invitáis a comer.
- Eres un blando, Iruka.
- ¿Cómo está Akane? – preguntó Iruka ignorando a Kisuke.
- Kisuke – habló la madre de Jisei – Ve poniendo la mesa que nosotros vamos a hablar con Jisei. Venga, Jisei, cuéntanoslo todo.
- Pues no hay mucho que contar. Por lo visto ya iba a entrar en quirófano.
- ¿Le van a hacer al final la cesárea? – se interesó Rika.
- No, por lo visto van a intentar el parto natural pero puede haber complicaciones.
- Normal. Ay pobrecita de mi Akane ¿Y su madre ha ido al hospital?
- Maron fue a buscarla pero…
- Que tía mas cabezota y bruja – gruñó Rika - ¡Es su hija! ¡Debería estar ahí la primera! ¿Esta tarde vas a volver, verdad? Yo voy contigo, estoy muy intranquila.
- Yo también iré – afirmó Iruka.
- ¿Tu? – respondió Jisei – Tú no puedes venir.
- Claro que puedo. Oficialmente ya no eres alumna del instituto, tu expediente ya ha sido enviado al St. Madeleine y ya has cumplido los 18, no veo razón por la que no pueda salir contigo.
- Pero va a estar todo el mundo, todos tus alumnos y la mayoría no sabe lo nuestro.
- Pues alguna vez se enterarán, no lo vamos a ocultar eternamente.
- Pero son tus alumnos.
- Nadie puede decirme nada, no pueden sancionarme, que mi novia sea una exalumna del instituto no tiene por qué afectar para nada a mi expediente, es mi vida privada y no estoy incumpliendo ninguna norma y si quiero acompañarla a ver a una amiga al hospital y resulta que allí me encuentro con alumnos míos pues tampoco.
- En eso tiene razón – comentó Kisuke mientras ponía el mantel a la mesa.
- Pero pueden decir que nuestra relación comenzó cuando yo era alumna del instituto, cosa que es cierta.
- ¿Y? ¿Se van a poner a investigar? Durante estos años mi actitud hacia las alumnas ha sido intachable ¿Por qué iban a querer ponerse a averiguar cosas? Además ¿Y quién dice que no hemos empezado a salir… hoy mismo, por ejemplo?
- Pero…
- ¿Qué van a ir tus amigos con el chisme? – intervino su madre – Ay Jisei, no seas paranoica.
- Iruka siempre puede decir que… no sé, que es amigo de la familia y que ya que no eres alumna del instituto pues ha decidido… que eras una buena candidata para esposa.
- ¡Pero que bruto eres, hijo! No sé a quién has salido.
- Es que tu hija es bastante retorcida, como todas las mujeres, le da muchas vueltas a todo ¿Alguna vez han llamado la atención a Iruka por procedimiento indecoroso o algo de eso? No ¿Ha tenido "preferencias" por Jisei? ¿La ha beneficiado en algo como subirle las notas? No, pues entonces ya está. Ahora Jisei no es alumna del instituto y si salen o no salen eso no les incumbe.
Kisuke se marchó del comedor y Jisei miró a su madre como si quisiese pedirle consejo.
- Es que tiene razón, es un bruto pero tiene razón. Ya se acabó el ocultarlo.
- Además Akane es casi como de tu familia – añadió Iruka.
- ¡Y tanto! – se escuchó desde la cocina a Kisuke – La pulga va a ser algo así como tu cuñada, Iruka ¡Mamá! ¿Dónde está la ensaladera?
- ¿Dónde va a estar? En su sitio.
- ¿Y cuál es su sito? Porque yo no la veo.
- Ya voy y yo y verás como está.
Rika salió camino de la cocina. Jisei se quedó observando a Iruka, arecía tranquilo y decidido a ir al hospital, además tenía clara sus razones y Jisei tenía que reconocer que razón no le faltaba; ya no había razones para ocultar su relación.
- Claro – sonrió Jisei – Tienes razón, no tenemos por qué ocultar nada porque no estamos haciendo nada malo.
Iruka le devolvió la sonrisa. Iruka era siempre así, amable y considerado, dulce y paciente. Serían esas cualidades las que hicieron que a Jisei le llegase a gustar tanto.
- Iruka.
- Dime.
- Te quiero.
...
- Que pena que la abuela Chiyo no haya podido venir – decía Konan mientras abría la puerta de su apartamento – Habría estado orgullosa de ti, Deidara; lo has hecho muy bien.
- Tu también – contestaba este entrando detrás de Konan.
- Pain también habría estado orgulloso – añadió Konan con un tono lleno de tristeza.
- Él hubiera disfrutado mucho con todo esto. Ya ves, al final Sasori nos ha dejado plantados – dijo intentado sonar alegre.
- Que vamos a hacer, se ha ido con Sakura. Ya lo dice el dicho, tiran más dos tetas que dos carretas – Konan tomó una caja de cerillas, sacó una y la encendió; con ella prendió un palito de incienso que colocó en un incensario al lado de la fotografía de Pain – Ya estamos de vuelta, Yahiko. La obra ha ido muy bien, creo que a los profesores les ha gustado mucho. Deidara – se giró para mirarle – Siéntate, voy a salir un momento a comprar algo de comer, como es un día especial voy a invitarte, que no tengo ganas de cocinar.
- ¿Quieres que vaya yo?
- Es igual, si está aquí mismo.
- Puedo ir yo, hm. Te puedes fiar de mí, no voy a huir con el dinero, ni te voy a sisar o algo parecido.
- Ya lo sé, no es por eso, es porque además tengo que comprar otras cosas personales. Tu quédate aquí ¿Quieres beber algo? Tengo té frio y zumos, bueno, tu sírvete que ya sabes dónde está todo. No tardo.
- No te preocupes – habló Deidara sentándose en el suelo.
Se quedó mirando el pequeño altar que Konan había puesto a Pein, si eso la ayudaba pues no estaba mal la idea. Escuchó la puerta cerrarse al marcharse Konan y siguió mirando la foto de Pein durante unos minutos.
La vida era un asco. De vez en cuando siempre pasan cosas como esas que te trastocan todo ¿Por qué tenía que morir? ¿De verdad eso tenía una razón? No, no la tenía, la muerte de Pein había sido una muerte inútil y sin ningún significado.
Era una manía que tenía últimamente, la de darle vueltas a todo y es que, de repente, le daba por pensar en lo mal que se había portado con Pein, sin querer escucharle cuando le decía que tenía que dejar las drogas, ignorándole… tenía la sensación de que no había sido muy buen amigo.
Pero tampoco servía de nada estar lamentándose. Las cosas habían pasado como habían pasado y por más que las rememorase estas no iban a cambiar. Lo que tenía que hacer es cambiar de ahora en adelante.
Se levantó y se acercó al altar.
- ¿Cómo te va todo? – habló casi con miedo como si alguien pudiese escucharle, se sentía un poco ridículo y casi como si no fuera él mismo porque ¿Desde cuándo a él le importaba lo que la gente pensase? – Si, ya lo sé, ya lo sé, no te va mal porque estás muerto, no te creas que lo he olvidado – dijo ahora con más seguridad y hasta sonriendo – Esto es de locos ¿verdad? En fin, yo… yo quería decirte que es una putada lo de tu accidente y que te echo mucho de menos y también quería que supieses que ya he dejado esa mierda de las drogas, como tú las llamabas, ya se acabó eso, hm.
Deidara respiró hondo y se miró los pies.
- También quería decirte otra cosa – levantó la mirada para volver a posarla en la foto – Tu ya sabes que siempre he sentido algo muy especial por Konan pero como estabas tú yo nunca... ni siquiera pensaba en ello, hm. Pero tú te has ido y ella se ha quedado sola y… bueno, he estado pensando que no te importaría que yo le haga compañía.
Retiró de nuevo la mirada y volvió a mirarse los pies.
- Te juro que nunca la haría daño. Sé que he sido un desastre, lo peor, pero he cambiado y prometo cambiar más para que ella no tenga que preocuparse. Yo sé que tú, estés donde estés, la estás cuidando y yo quiero ayudarte, déjame ayudarte. Puedes descansar tranquilo porque yo la voy a cuidar mucho. Ve van a dar el alta y te prometo que este curso voy a estudiar como loco, se acabaron las juegas y todo lo demás. Me gustaría pedirte permiso y que tú me dieses tu aprobación pero eso es imposible… solo puedo prometerte que, si ella me da la oportunidad, yo...
Le pareció oír un ruido, quizás la puerta. Respiró hondo y se volvió a sentar. Sería Konan que regresaba y él no deseaba que ella le oyese decir todo aquello.
Konan estaba al otro lado de la puerta, con la llave a punto de introducirla en la cerradura. Había oído voces, no lo había hecho a propósito pero oyó hablar a Deidara y se extrañó, así que agudizó el oído para escuchar algo de lo que decía.
Ahora ya no se oía nada. Konan tenía los ojos llenos de lágrimas, aquellas palabras en boca de Deidara la habían emocionado porque significaban que realmente estaba cambiando. No entendía muy bien de lo que hablaba pero aquello le parecía muy emotivo.
- ¿Eres tú, Konan?
- Si, sí, soy yo. Ya estoy aquí.
- Bien, a ver que has traído de comida.
- ¡Anda! ¡Se me han olvidado las servilletas! ¿Puedes ir tú a buscarlas? – dijo dejando las bolsas que traía encima de la barra que hacía de mostrador y separaba la cocina de la única habitación que tenía el apartamento.
- ¿Ves? Al final tengo que ir yo.
- Toma mi monedero.
- ¿Te fías de mí?
- Demuéstrame que puedo.
Deidara sonrió y salió de la casa. Konan miró la foto de Pain.
- Parece que va encaminándose ¿Verdad? Yo creo que sí, ya te dije que estaba segura que lo lograría.
Shikamaru caminaba nervioso y preocupado por el pasillo que comunicaba los quirófanos con tas salas de reanimación y también de nonatos. Iba detrás de la enfermera que se detuvo frente a una puerta doble y la abrió.
- Hola chicas. Traigo al papá de la gemela de cabeza naranja.
- ¿De la cerillita? – habló una de las enfermeras – No te ofendas, es que nos ha llamado mucho la atención.
- Acompáñale a una de las salas de lactancia, ahora la llevamos – añadió otra.
Era una sala muy grande y muy iluminada. Había bastantes pequeñas cunas de un material transparente, como cristal, y se podía ver perfectamente a los bebés. También había unas cuantas incubadoras y varias enfermeras repartidas por toda la sala atendiendo a algunos bebés que lloraban.
Shikamaru siguió de nuevo a la enfermera hasta una zona donde había algo parecido a los probadores de las tiendas. Todos estaban vacíos, podía verlo porque las cortinas estaban descorridas y dentro de ellos había dos sillas y una pequeña mesa.
- Espera aquí mismo – habló la enfermera señalando el interior de uno de ellos.
- Ya traigo a esta princesita – habló otra enfermera que se acercaba con uno de los bebés liado en las mantas en brazos – Aquí está tu papá, bonita.
- ¿Es mi niña? – preguntó Shikamaru mirando aquel pequeño bebé, al que apenas podía ver la carita.
- Sí que lo es. Shikami Nara ¿Es ese su nombre, no?
- S-Si.
- Pues tómala.
- ¿Yo? ¿Sabré hacerlo?
- Siéntate – sonrió la enfermera – Yo te la doy… Así.
No podía ocultar el miedo y la emoción que sintió al tenerla en sus brazos. Era tan pequeña y pesaba tan poco, parecía tan frágil ¿Cómo hacía para que no se le cayese pero sin hacerla daño?
- Toma – añadió la enfermera sacando de su bolsillo en pequeño biberón, más pequeño de los que Shikamaru había visto y con un rotulador hacía una marca en él – Tiene que tomarse hasta aquí ¿Vale?
- ¿Se lo voy a dar yo? – preguntó casi con terror.
- Pues claro. Dar un biberón en facilísimo.
- ¿Y si la ahogo?
- No seas bruto, no la vas a ahogar ¿Es que no has ido a clases de preparación?
- Si, pero… ¿Y si no quiere comer?
- Pues oblígala un poquito, hombre. Y no tengas miedo que los bebés no se rompen tan fácilmente. Ahora te traigo unas toallitas para limpiarla por si se mancha, ah y no te olvides de que tiene que expulsar los gases, es muy importante ¿Sabes cómo hacerlo?
- Mendokusei, creo que sí.
- Bien, pues cierro la cortinilla para que tengas más intimidad.
Shikamaru miró al bebé que tenía en brazos ¿Así que esa era su hija? Si, si lo era, la reconocía, a pesar de que siempre había pensado que todos los bebés eran iguales y a pesar de lo poco que había visto y con poca luz, podía reconocerla. Era su carita, igual que la de Chiharu en las fotos de bebé. Parecía dormida, tenía puesto una especie de gorrito, como una malla, en la cabeza para que mantuviese el calor pero podía ver escapando algunos ricitos de su cabello naranja. Las manitas eran muy pequeñas y tenía los deditos abiertos, como separándolos todo lo que podía unos de otros, eso era algo que le llamó mucho la atención ¿Y ahora como le daba el biberón si estaba dormida?
Eran tan pequeña y parecía tan frágil.
Se sentía muy emocionado, con ganas de llorar y casi con miedo acercó sus labios a la frente para besarla… su pequeña Shikami, su hija, la hija de Akane y suya ¿Podía ser que de un error saliese aquello?
Mientras la miraba recordó el momento de su nacimiento. Él miraba a Akane a los ojos, trataba de que mantuviese la mirada fija en él.
"…
- Vamos Akane, solo un poco más, lo estás haciendo muy bien - le decía.
- ¡Yo me quiero ir a mi casa! – gritaba Akane.
- Venga, empuja, vamos.
- ¡Calla ya con los empujones!
- Venga, que te prometo que los siguientes van a ser adoptados.
- ¡Los siguientes los va a tener tu padre! – gritaba más aún - ¡Tú a mí no me vuelves a tocar ni con un palo!
- ¡Ya sale! – exclamó la matrona - ¡Ya está aquí! ¡Vamos, no te pares ahora!
De un momento para otro la cara de Akane cambió completamente. Toda la crispación que mostraba había desaparecido de golpe sustituyéndola por asombro mientras se oía el llanto de la pequeña.
- ¡Es una niña! – anunció la matrona.
Sin cortar el cordón umbilical se la pusieron a Akane en el pecho y esta comenzó a llorar.
- ¡Shika, es nuestra niña!
- Lo has hecho muy bien, calabacita, muy bien.
- Mira Shikamaru ¡Tenemos una niña! ¡Eres padre! ¿No se parece a tu madre?
- Pero tiene… tu misma cabeza.
Después de eso todo pasó muy deprisa. Un par de enfermeras dijeron que tenían que hacer una exploración a la niña, la iban a pesar, a medir y todo eso que había que hacer, además también indicaron que se la iban a llevar a la sala de nonatos, que era donde tenía que estar ya que era prematura.
Akane comenzó a quejarse de nuevo. Shikamaru pensó que iba a gruñir por separarla de su hija porque eso parecía la reacción típica de Akane pero no, se quejaba de un nuevo dolor, un dolor fuerte y "distinto".
- Eso es la placenta – explicó la matrona - ¿No puedes aguantar? Querría coserte antes esta episiotomía-
- ¿Ha coserme? – se extrañó Akane - ¡Pero si voy a tener otro hijo!
- Pero no sabemos lo que tardará y es preferible darte unos puntos ahora…
- ¡Duele! – gritó Akane - ¡Duele mucho!
- Aguanta un poco y no empujes.
- ¡No puedo evitarlo! Mi cuerpo empuja solo.
- Bueno pues venga, vamos a sacar la placenta.
- ¡No es eso! Es otra cosa, me duele de otra forma.
Todo ser volvió caótico. Shikamaru no recordaba muy bien todo lo que había pasado, solo recordaba que se asustó, o más bien entró en pánico. Todo el mundo parecía alarmado, la matrona hablaba de posible sufrimiento fetal, una de las enfermeras de taquicardia, Akane hiperventilaba y él estaba a punto de hacerlo también. Hablaban y hablaban, esos señores hablaban con Akane que parecía aterrada mientras le ponían un montón de ventosas y aunque no se enteraba de nada era fácil darse cuenta de que algo no iba bien.
- Ven - la matrona le separó un poco del potro donde estaba Akane mientras Shikamaru veía entrar en el quirófano a un par de hombres - Tenemos una pequeña dificultad que ha surgido de pronto.
- ¿Qué dificultad?
- No te preocupes, no es nada grave. Ellos son el anestesista y el ginecólogo de guardia. No te asustes pero tenemos que practicar una cesárea. Ya sabías que quizás había que hacerla, ¿no?
- Si, pero creía que todo iba normal.
- Y va normal, es solo que, como son dos, pues todo es un poquito más difícil, nada importante, es algo muy habitual, no te asustes. Digamos que el cuerpo de Akane está cansado por el esfuerzo del parto y quiere descansar pero no puede hacerlo porque el otro bebé quiere salir y para facilitar las cosas vamos a ayudarle.
- ¿Pero qué es eso del sufrimiento fetal?
- No es nada, no te preocupes, es por el estrés del parto anterior o quizás se haya enredado el cordón umbilical. Tú no te preocupes que todo está controlado. Eso sí, es mejor que salgas, las cesáreas no son agradables. La enfermera te acompañará a la sala de nonatos, allí seguro que eres de más utilidad que aquí.
…"
Shikamaru pensó que debería intentar darle el biberón a la niña ya que se lo habían llevado. Alzó la mano y se detuvo al oír un imprevisto jaleo en la sala. Alguien entraba hablando en voz alta.
- ¿Tenéis preparada la incubadora? - escuchó.
- Si, la segunda del fondo, está todo listo.
- Es un varón. Prematuro. Mala profusión torácica, mala oxigenación, posible malformación renal. Llamar al pediatra de urgencias, le necesitamos cuanto antes.
Shikamaru se levantó bruscamente de la silla y abrió la cortinilla. Ese era su hijo, ¿qué le pasaba?
Vio a las enfermeras moverse con rapidez por la sala y a una sacar a algo, algo pequeño de una incubadora móvil para depositarlo en otra más grande y empezaban a ponerle cables y tubos. Era un bebé pero era aún más pequeño que la niña, movía los bracitos y las piernas sin parar y lloraba con un gemido entrecortado y débil, pero lo que más impresionó a Shikamaru era el color, ese bebé parecía morado, casi azulado.
Ya no le importo el miedo que sentía por tener a la niña en brazos, ya no pensaba en si se le podía caer porque ahora lo único que deseaba era acercarse, comprobar que era su hijo y saber que le sucedía.
- ¿Cómo se llama el bebé? – preguntó una de las enfermeras – Es para poner el cartel con el nombre en la incubadora.
- Nara. No sabemos el nombre, pon Nara que es el apellido.
- Es el padre – susurró una en voz muy baja – No dejéis que se acerque todavía, se pondrá nervioso y nos entorpecerá.
Una de ellas se separó e interceptó a Shikamaru impidiéndole acercarse.
- ¿Algún problema con la niña? ¿Se lo ha tomado todo? ¿Ha echado los gases?
- Es que aún no le he dado nada.
- ¿Y cómo es eso?
- Es que está dormida y es que ese niño es…
- Pero es importante que le des tú el primer biberón, se creará un lazo entre vosotros. Venga, vamos ¿Le has hecho una foto para enviársela a los abuelos? ¿No? Pues venga, que te ayudo, verás que ilusión que les va a hacer.