martes, 6 de septiembre de 2011

16. Un secreto y un amigo


Akane y Shikamaru habían estado analizando que obra sería la más adecuado para representar, entre las que proponían sus compañeros había de todo, la más popular era "Romeo y Jilieta" pero a ninguno de los dos parecía atraerle demasiado. Sin embargo, cuando estuvieron en el trastero buscando el baúl que Tsunade les había prestado, lleno de trajes y accesorios, encontraron los libretos de otras obras representadas años atrás en el instituto, entre ellas les llamó la atención "El sueño de una noche de verano", sobretodo después de comprobar que la propia Tsunade y Jiraiya también la habían representado.
A primera vista la obra resultaba perfecta, era un clásico, nada menos que de William Shakespeare, así que ese requisito lo cumplía; luego tenía la suficiente cantidad de personajes como para que participara toda la clase y era una comedia, para unos novatos que iban a actuar para un público mayoritariamente adolescente, parecía mucho más apropiada que un drama; era fantasiosa, llena de elementos de magia, tenía humor y amor… una buena alternativa a tener en cuenta.
Esos eran los pros, los contras: el lenguaje utilizado, palabras demasiado rebuscadas y diálogos largos difíciles de memorizar para la mayoría. Estaba claro que aún a riesgo de ofender a las personas cultas y arder en el infierno por asesinato lingüístico, habría que adaptarla de alguna forma ¿Sería eso factible? Bien, es lo que deberían plantear al profesor que esperaban para el ensayo. De cualquier forma había que escoger una obra, si era factible más valía no buscar más, cuanto antes se empezase mejor.
- Chouji - haciendo acopio de todo el valor que pudo Ryuko se sentó al lado del chico.
- ¿Quieres patatas?
- No. Yo quería preguntarte algo.
- Dime, dime.
- ¿Te acuerdas de lo que me dijiste el domingo al despedirnos?
- Creo que si.
- ¿Solo lo crees?
- No, quiero decir que creo que se a lo que te refieres - Chouji empezó a sentir la sangre acumulándose en sus orejas - ¿Y lo has pensado?
- Yo también me lo pasé muy bien y me gustaría repetir la experiencia.
Ryuko miraba al suelo así que no pudo ver la enorme sonrisa que se dibujaba en el rostro de Chouji.
- ¡Vaya! - fue lo único capaz de decir.
- ¡Hola chicos! Ya estoy aquí - la voz de Iruka entrando en el gimnasio les sacó de su ensimismamiento - ¿Estamos todos?
No fueron los únicos en sobresaltarse, Jisei, que se encontraba de espaldas a la puerta, sintió al oír aquella voz un hormigueo corriendo por su estómago, el corazón se le aceleró, cerró los ojos y respiró profundamente antes de girarse hacia donde oía la voz.
Para Jisei solo había una persona en el mundo capaz de producirle esa sensación, y allí estaba, sonriendo, era Iruka, el único ser humano del que no podía percibir el aura. Y es que, para Jisei, el sensei Iruka era todo un problema.
Jisei nunca mentía cuando decía que no le interesaban los chicos, era verdad, nunca se había sentido atraído por ninguno, lo más que sentía por alguno era la misma calidez que por sus amigas o su familia. Pero Iruka era distinto, él no era un adolescente lleno de hormonas bailando por su cuerpo, era un hombre tranquilo y dulce, con una sonrisa amable siempre en los labios, solamente la hiperactividad de Naruto y Kiba, el excesivo entusiasmo de Lee o la pereza de Shikamaru conseguían borrar esa sonrisa, claro que hasta enfadado resultaba encantador.
Desde el primer día que le vio, cuando todavía era un profesor en prácticas, sintió esa montaña rusa dentro de ella. No era la única a la que le gustaba, Iruka-sensei era muy popular entre las alumnas, seguramente porque era de los más jóvenes, pero su problema era que mientras las demás también sentían cosas por otros chicos, ella no, a ella no le interesaban los chicos.
Pero todo habría quedado en una mera anécdota de adolescente de no ser por los hechos que ocurrieron las últimas vacaciones de invierno.
Había nevado, aquel día había amanecido la ciudad cubierta de nieve. A Jisei le encantaba la nieve así que decidió salir a dar un paseo. Caminó lentamente sin rumbo fijo, observando como la nieve había transformado el paisaje, convirtiéndolo todo en una bonita estampa. Llegó al parque y decidió sentarse en uno de los bancos. No llevaba mucho tiempo cuando una voz familiar la llamó.
- Hola Jisei ¿qué haces por aquí tan sola?
Era Iruka, sonriendo amablemente, como siempre.
Después de la sorpresa, Iruka se sentó a su lado y estuvieron charlando sobre lo bonita que era la nieve, luego el profesor insistió en invitarla a chocolate caliente y continuaron paseando juntos. Era extraño estar allí, dando un paseo junto con uno de sus profesores, pero él era tan amable que Jisei dejó de verle como al profesor de Biología que solía torturarla con exámenes sorpresa.
Así, hablando casi como amigos, descubrió que Iruka no tenía familia, sus padres había fallecido, prácticamente estaba solo, tenía amigos, eso sí, pero aunque Jisei no podía ver su aura si veía la enorme tristeza que invadía sus ojos al hablar de su familia.
- ¿Vas a pasar esta noche solo, sensei? - le preguntó de repente al recordar que fecha era: 24 de diciembre.
- Pues si, supongo, los padres de Naruto me han invitado, pero es que todos los años voy a su casa, no sé, quizás alguna Nochebuena la quieren pasar más en familia y luego está Kakashi, quiere que vaya a una fiesta pero no tengo muchas ganas.
- Por favor Iruka-sensei, sería un honor para mí y mi familia que vinieras a cenar a mi casa - dijo sin pensar, de pronto se paró y se inclinó frente a él, así, de sopetón.
- Pero Jisei ¿Cómo voy a ir a tu casa?
- Por favor, por favor, Kumoyuki también va a venir, mis padres estarán encantados, mi madre dice que cuanta más gente en Nochebuena mejor, por favor…
- ¿No deberías hablar antes con tu madre?
Jisei sacó su móvil rápidamente y llamó a su casa. Atropelladamente le pidió a su madre que invitase a su profesor a cenar, sabía que no se iba a negar, luego, en casa, ya se lo explicaría todo con detalle; pasó el teléfono a Iruka, efectivamente, su madre estaba encantada e insistió en la invitación, cuando su hija invitaba a alguien por algo sería. Iruka también insistió mucho en no querer ser una molestia pero la madre de Jisei era muy persistente, al final Iruka accedió.
- Bien - dijo Jisei antes de marcharse - a las 7. Ten te apunto la dirección, no tienes que venir elegante, ni nada, es una cena entre amigos, sin etiquetas, no será un banquete, solo una cena normal, no va a ver exquisiteces, así que no te desilusiones.
A las 7 en punto estaba allí, informal, como le había dicho y con un presente. La cena fue muy agradable. Jisei estaba muy nerviosa porque pensó que le había puesto en un compromiso, casi obligándole a ir a una cena en casa de una alumna, con gente que no conocía, pero durante la cena se relajó, Iruka se ganó la simpatía de los padres de Jisei, pero sobretodo congenió con su hermano, claro, prácticamente eran de la misma edad, se entendieron perfectamente.
Después de la cena, jugaron a unos juegos de mesa, contaron chistes y anécdotas y hasta cantaron. Los padres de Jisei insistieron en que se quedara a dormir para al día siguiente ir todos juntos a esquiar. Eran muy insistentes y al final Iruka tuvo que ceder, le dieron un pijama de Kisuke, el hermano de Jisei, y le prepararon una cama en su habitación. Akane, como era lógico, durmió en la de Jisei, bueno, durmieron poco y hablaron mucho. Akane, que por diversas razones familiares, pasaba sola esos días, era siempre muy bien recibida en casa de su amiga y tenía una teoría: si Jisei no podía ver el aura de Iruka era porque se sentía enamorada de él y esos sentimientos anulaban la percepción de Jisei, la bloqueaban, según ella era lo más lógico porque claro, no sería justo que Jisei contase con esa ventaja, no, tenia que tener las mismas dificultades que el resto de los humanos.
Al día siguiente se te despertaron muy temprano, Akane se empeñó en que Jisei tenía que preparar el desayuno para Iruka, pero al llegar a la cocina se encontraron que el propio Iruka ayudaba a su madre con los desayunos, con lo cual al final fue Jisei la que tomó el desayuno preparado por Iruka.
Fue un día estupendo, fueron a esquiar, se cayeron, se rieron, hicieron una guerra de bolas de nieve y, para regocijo de Akane, hasta hubo la "clásica caída chica encima de chico durante la que, por unos segundos, sus miradas se encuentran" y es que aquel día Iruka no era su profesor, era un amigo más.
Desde entonces Iruka visita con frecuencia su casa, sus padres parecen apreciarle y es que comparte muchas aficiones con su hermano.
Para evitar problemas a Iruka y malentendidos esta amistad Jisei la mantiene en secreto, solo Akane la conoce y solo Akane está al tanto de los sentimientos tan especiales que Jisei tiene acerca de su profesor.
La madre de Jisei conoce los sentimientos de su hija, el día en el que cumplió 17 años e Iruka, amable como siempre, le llevó un obsequio, le dijo:
- Ten cuidado, mucho cuidado, siempre ten presente dos cosas: primero, tiene 8 años más que tú, que no es mucho, pero tú eres aún una niña y él un adulto, podéis haceros mucho daño, aún cuando se enamorara de ti, tú siempre sufrirás más, porque aún eres muy niña, siempre perderás más. Segundo, aléjate de él todo lo que puedas hasta el año de viene por lo menos, recuerda que eres menor de edad, sin quererlo puedes arruinar su vida.
Aquella noche, presa de una gran confusión, Jisei lloró, necesitaba llorar para desahogarse, porque no era capaz de entender lo que le pasaba, lo que si sabía era que fuese lo que fuese lo iba a guardar dentro de ella mientras ponía en claro su cabeza y sus sentimientos. Esperaría, esperaría porque el tiempo se encarga de poner cada cosa en su lugar, ella creía realmente en el destino , si Iruka era el suyo, él la esperaría a ella, si no era así… pues entonces todo pasaría formando solamente parte del recuerdo. Lo que si tenía muy claro es que por nada del mundo perjudicaría a Iruka, así, en el instituto él solo sería su sensei, bueno, un sensei guapo del que hablar con otras chicas, pero solo su sensei y fuera de allí una amigo de su hermano… el problema era como evitar esa maldita montaña rusa.
- ¿Te pasa algo, Jisei? - Iruka se había acercado a ella.
- No, nada.
- Te veo como abstraída, el mundo está aquí ¿lo sabías?
- ¡Ah! Pues es que me he distraído. Lo siento.
- Bueno, sigamos con lo que estábamos ¿Por dónde íbamos?
- ¡Por el baile del pollo! - gritó Lee.
- Es verdad, pues venga, a lo que vamos.
Después de la sesión para perder la vergüenza, Akane pidió permiso para poder hablar, antes de que al sensei se le ocurriera cualquier experimento extraño como improvisaciones y cosas así.
- Queremos deciros que hemos estado hablando con Tsunade, esta representación supone muchos gastos como vestuario, decorado, iluminación…
- ¿Tenemos que pagar dinero? - preguntó algo alarmado Naruto.
- Bueno, pero eso no puede ser mucho - comentó Kankuro
- ¡Ya está! - Exclamó Lee levantándose - ¡Podemos poner un fondo común!
- ¿Tú sabes lo que estás diciendo? - le recriminó Sakura - Quizás algunos tengan dinero para poner pero otros no disponemos o no podemos dar dinero en cualquier momento.
- ¿Y tantos gastos son? - volvió a hablar Naruto
- Pues seguro que sí - contestó Temari - Yo no entiendo mucho pero piensa por ejemplo en el vestuario
- Eso podemos hacerlo nosotros - propuso Ino
- Si, pero las telas cuestan dinero - replicó Temari - Además, supón, que por ejemplo, dijésemos que cada uno se hiciese su vestuario, que podía ser una solución, habría quien supiese hacerlo y quien no.
- Eso, eso - dijo Ino - Que cada uno se haga lo suyo.
- Ya - continuó Temari - Puede que tú sepas pero yo no tengo ni idea y tampoco tengo a nadie que lo haga.
- Pues te lo compras
- ¿Y si no tengo dinero?
- Además - cortó esa discusión Akane - Si unos lo hacen y otros lo compran nos arriesgamos a que haya... a ver si me explico, a que no demos una imagen muy homogénea.
- Claro - intervino Ten-Ten - Además es que si yo actúo tengo que hacerme mi traje y otro no actúa pues no tiene que hacérselo, ni gastar dinero en comprarlo, ni nada, eso no sería justo.
- Pues el que no actúe que acoquine con otra cosa - propuso Kiba
- Que no, que lo justo es hacerlo todo en común y cooperar entre todos - repuso Ten-Ten
- Pues eso, habrá que poner un fondo - replicó Naruto - Total, no puede ser tanto
- Toma - Shikamaru se levantó y pasó un papel a Naruto - Ese es el presupuesto que dice la directora que necesitamos.
- ¿Qué? ¿Pero que es esto?
Varios se arremolinaron alrededor de Naruto y un gran rumor se extendió.
- A ver - dijo Iruka - Silencio. Vamos, luego comentáis lo que queráis - al cabo de unos segundos volvió a reinar el silencio - Así me gusta. Os voy a decir una cosa, una obra conlleva muchos gastos, no solo el vestuario o el decorado, si queréis que todo salga medianamente bien os aconsejo que os dejéis asesorar.
- De cualquier forma - dijo Sasuke - ellos son los directores y los que toman las decisiones y nosotros debemos aceptarlas.
- En eso Sasuke tiene razón - añadió Sakura
- ¿Y entonces por qué estamos discutiendo? - casi gritó Naruto
- A ver - intervino Akane - La decisión ya está tomada, lo que queremos es decir que hemos aceptado el préstamo de la directora, préstamo que tenemos que devolver y para eso todos debemos colaborar.
- ¿En qué? ¿Hay que dar dinero? - decía un confuso Naruto - Es que no me entero de nada.
- Tenemos que conseguir dinero, la directora dice que nos dará trabajo y...
- ¿Va a hacernos trabajar? - gritó Lee
- ¡A ver si me dejáis terminar!
- Vale, ya lo digo yo - dijo Iruka - Si no, vamos a estar toda la hora con el tema. Lo que Akane quiere decir es que vayáis pensando en como conseguir dinero, organizar fiestas, sorteos y cosas así y que cualquier idea será bienvenido ¿a que sí? - Akane asintió - y que todos, y repito todos, debéis colaborar en lo que Tsunade os pida, puede ser desde limpiar el jardín a ir de monitores en excursiones con los de primaria y cosas así ¿entendido? Ella os rebajará el préstamo por esos "trabajos".
- ¿Tenemos que trabajar? - refunfuño Kiba.
- Tendremos que trabajar - afirmó Shikamaru - o eso, o encontráis a alguien adinerado que nos quiera financiar por amor al arte. O sea que empezar de escurrir vuestras meninges.
- ¡Habla claro, Shikamaru! - exclamó Naruto.
- Que empieces a pensar como conseguimos dinero.
Al día siguiente, al terminar el entrenamiento, Sasuke le dijo a Naruto que necesitaba hablar con él. Lo había pensado mucho, había estado pensando en su situación y cada vez estaba más confuso. No podía negar que Akane le había impresionado mucho al igual que sus palabras, le había dicho que tenía que aclarar lo que sentía por Sakura, que tenía que decírselo a ella pero ¿Qué le decía? ¿Estaba enamorado de ella? ¿O solo es que resultaba fácil pensarlo? ¿Estaba huyendo de sus responsabilidades? Porque a lo mejor era eso, que huía de Sakura pretendiendo que se la quedara Naruto…¿Y Naruto? ¿Cuáles eran los sentimientos de Naruto?
Fueron a un burguer. Sentado frente a él, Naruto se peleaba con una hamburguesa demasiado voluminosa imposible de comer decentemente.
- Mira que eres escandaloso - le dijo.
- ¿Quieres? - le ofreció mostrando esa enorme hamburguesa medio desbaratada.
- Toda tuya.
- ¿Y que querías decirme?
- Se trata de… de Sakura.
- ¿Le pasa algo, dattebayo? ¿No te vas a comer las patatas? ¿Puedo?
Sasuke empujó las patatas hasta que quedaron a la altura de Naruto.
- A ti te gusta mucho Sakura ¿verdad?
- Mucho, estoy loquito por ellas ¡vaya que sí!
- ¿Y cómo lo sabes?
- ¿Cómo que cómo lo sé? ¿Qué quieres decir? Pues lo sé y ya está.
- Durante años has ido detrás de ella y ella no te ha hecho el menor caso.
- Ah, pero el que la sigue, la consigue ¡vaya que sí!
- Y tú nunca te rindes.
- Pues claro que no, si me rindo es cuando no lo conseguiré.
Sasuke no era bueno hablando, no era sutil ni delicado, no sabía decir las cosas, en realidad es que él nunca había hablado sobre sentimientos y cosas así, toda su vida se había regido por esa capacidad para solucionar las cosas él solo, no le gustaba depender de nadie, eso le hacía sentirse vulnerable. Naruto era todo lo contrario a él, impulsivo, sociable, comunicativo, un libro abierto, él no tenía secretos para nadie. Al principio de conocerle sacaba de quicio a Sasuke, no lo soportaba, pero poco a poco se fue convirtiendo en su mejor amigo, casi como un hermano. Ahora lo veía allí delante y no sabía como plantearle aquel problema, era la primera vez que le importaban los sentimientos de otra persona… maldita sea ¿En qué se estaba convirtiendo?
- Voy a pedirle una cita o dos - le soltó de sopetón.
Naruto se quedó con la boca abierta a medio camino de morder la hamburguesa.
- ¿Vas a salir con ella? - soltó la hamburguesa, cierta desilusión se dibujó en su cara, pero duró poco, al instante sonrió como si nada - Espero que os lo paséis bien ¡dattebayo!
- Naruto…
- No, si no pasa nada, ella siempre está Sasuke por aquí, Sasuke por allá… se va a poner muy contenta.
- Es que necesito aclarar mis ideas.
- ¿Qué ideas?
- Quiero decir mi mente. Tengo que hablar con ella.
- Ya.
Naruto volvió a coger su hamburguesa y siguió comiendo en silencio. Estuvieron así unos cuantos minutos, aquello era bastante raro siendo Naruto.
Sasuke miró las patatas fritas, sonrió, le recordaban a Akane y el aquel día en ese mismo burguer, el día que le dijo que saldría con ella, el día en que su mundo comenzó a revolverse.
- ¿Recuerdas las patatas, Naruto?
- ¿Qué patatas?
- Estas patatas. Eras mías pero yo no las comía, tú las querías y me las has pedido y yo te las he pasado.
- ¿Qué pasa? ¿Es que no quieres que coma patatas?
- No, no es eso, es solo una metáfora.
- Si tú quieres las patatas cógelas, anda toma.
- Que no Naruto, que no es eso.
- ¿No son las patatas? ¿Es que quieres que te las pague? ¿O las quieres cambiar por un trozo de hamburguesa?
- Que no. Mira, Sakura es como las patatas, yo las tengo, Sakura dice que está enamorada de mí pero yo no la hago caso, tú estás enamorado de ella y…
- ¿Estás bien, Sasuke? Dices cosas muy raras.
- Es inútil ponerte ejemplos a ti. A ver, escúchame con atención, yo no sé si me gusta Sakura, durante años la he tenido pegada a mí y ha sido una verdadera molestia pero al final he terminado apreciándola.
- Pero no estás enamorado de ella - afirmó muy rotundo Naruto.
- Y también te aprecio a ti, Naruto.
- ¿Estás enamorado de mí? - gritó - ¡Eso no puede ser! ¡Es antinatural!
- ¡No estoy enamorado de ti!
Sasuke había alzado el tono de voz y varias personas en las mesas contiguas se habían quedado mirándoles.
- ¡No grites tanto! Estás llamando la atención ¡dattebayo!
- A mi… yo… creo que… me gusta otra chica.
- Si, Aozora.
Ahora era Sasuke el que le miraba con la boca abierta.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque lo sé. Te vi con ella y lo sentí, quizás fue una mirada, un gesto o una sonrisa.
- Creía que no se me notaba.
- Oh y no se te nota, Sakura no se ha dado cuenta ¿Desde cuando te gusta?
Naruto era mucho más observador de lo que Sasuke suponía o quizás era tan pasional, tan básico que no había manera de ocultar esas cosas a sus ojos. Como él se dejaba llevar continuamente por sus impulsos, sin disfraces, sabía ver por debajo de los disfraces de los demás.
- Sakura es más guapa que ella pero ella tiene mejor delantera.
Pero eso sí, era tonto de remate.
- ¿Se lo has dicho a ella?
- ¿A quien?
- A Akane, baka.
- Bueno, en realidad no se cuales son mis sentimientos.
- Pero ella te gusta, la miras así de reojo y se te ponen los ojillos felices ¡ Si es que no se me escapa una!
- ¿Te das cuenta de todo?
- ¡Vaya que sí! Te conozco, te conozco muy bien, Sasuke Uchiha, a mí no puedes ocultarte nada.
Realmente Naturo era sorprendente.
- ¿Y le has dado algún besito?
Y tonto.
- He salido un día con ella.
- ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Besito, besito!
- ¡No pasó nada de eso!
- Pues mira que eres tonto. Si yo saliese con una chica lo primero que haría sería darle muchos besitos, para que viera lo que me gusta.
Tonto de remate.
- ¿No vas demasiado deprisa?
- No que va, estas cosas hay que cogerlas en caliente… ¿Tú le gustas a ella?
- Dímelo tú, que eres tan buen psicólogo.
- Ay, pues no sé. A ella no la conozco tan afondo como a ti, aunque no me importaría hacerle un examen, no le haría ascos.
En esos momento Naruto tenía cierto gesto de bobo en la cara, Sasuke prefirió no saber en que estaba pensando.
Definitivamente, era tonto.