jueves, 4 de diciembre de 2014

212. Sensaciones confusas

- La verdad es que me dan un poco de pena – comentaba Shizune viendo las caras de consternación que mostraban los alumnos tras la noticia de Tsunade.
- Ha sido una verdadera guarrada – afirmaba en voz baja Tsunade – Pero, así son las cosas, son órdenes de Danzou.
- ¿Y no has podido hacer nada para convencerle? – cuestionaba Anko.
- Nada. No había nada que hacer. Cuando esos viejos se ponen cabezotas no quieren escuchar a nadie y menos aún entrar en razones.
- Todavía tienen suerte de que nos les imponga un castigo más duro – declaraba Ebisu.
- Si, cierto. Al principio querían expulsarlos, decían que eran demasiado conflictivos y que el instituto no necesita alumnos así. Costó mucho convencerles. Pero yo confío mucho en estos chicos, han cambiado y a pesar de sus diferencias sé que van a conseguir hacer algo bueno.
- Te veo muy convencida – comentó Ebisu.
- Claro – respondió Tsunade viendo como Naruto se subí encima de uno de los bancos y llamaba la atención de sus compañeros a gritos – Tienen a Naruto.
- ¡Atención! – gritaba Naruto - ¡Que todo el mundo me escuche!
- A ver ¿Qué te pasa ahora? – se quejaba Zaku.
- Me pasa que no entiendo por qué os estáis poniendo tan nerviosos, ttebayo, si no ha cambiado nada.
- ¿Cómo que no ha cambiado nada? – gruñó Zaku - ¡Todo ha cambado, estúpido!
- ¿Es que te has vuelto más tonto de lo habitual? – gritaba también Sakon.
- ¡Que todo el mundo se calle! – gritó a su vez Sakura – Aunque sea una tontería todo el mundo tiene derecho a dar su opinión. Habla Naruto.
- Gra-Gracias, Sakura-chan… creo. Lo que quiero decir es que todos hemos trabajado duro durante estos meses para preparar unas representaciones y la cosa sigue igual, tenemos que representar algo.
- Eso ya lo sabemos, Naruto – apuntó Kiba – La cosa es que nos hemos estado preparando para otra cosa distinta a la que se nos pide que hagamos.
- Ya lo sé, ttebayo, pero es lo mismo. Nos han cambiado la obra y a vosotros las canciones pero es lo mismo ¿no? Vamos, somos nosotros ¿No vamos a ser capaces de hacerlo? Aún nos quedan dos meses, es mucho tiempo y ya sabemos cómo hacerlo ¿no? ¿De veras no vamos a ser capaces de hacerlo en dos meses?
- En eso tiene razón – le apoyó Tobi – La base ya la tenemos.
- Además – continuó Naruto – Que contamos con los mejores, ttebayo. Tenemos a Sasori como uno de los directores y todos sabemos que Sasori hace películas.
- No, Naruto – rectificó Sasori – Solo hago cortos y video domésticos.
- ¡Qué más da! ¡Vas a ser director de cine, ttebayo! Esto es como dirigir una película ¿No?
- Además Sasori es muy talentoso – añadió Konan – Todos sabemos cómo amas el arte y las cosas bien hechas y esto será como una película.
- Y tenemos también a Deidara – intervino Stella -  No nos olvidemos de Deidara y su “explosión artística”. Seguro que hace de esto todo un espectáculo.
- ¡Pero si Deidara ha desaparecido! – se quejó Kiba.
- Si, pero va a volver – anunció Konan – Además, en cuanto sepa lo que pasa va a querer participar, a él le encantan estas cosas.
- Vale, nosotros aportamos a Sasori y Deidara – habló Suigetsu - ¿Y el otro grupo, qué?
- Ellos tienen a Sakura – habló Sasori – Y a Neji. Ellos son ordenados, organizados, cosa que no somos nosotros y sin contar con que se apoyan unos a otros incondicionalmente.
- Seguramente nos enseñarán a confiar en nuestros compañeros y trabajar en equipo – añadió Konan.
- ¿Qué quieres decir? – protestó Ukon - ¿Qué nosotros no trabajamos en equipo?
- Lo que pasa es que seguimos sin confiar los unos en los otros – contestó Stella – Si, cooperamos pero no nos fiamos y ellos saben confiar los unos en los otros y se ayudan sin pedir nada a cambio.
- Lo importante – interrumpió Naruto – Es que podemos hacerlo. Todos tenemos cosas buenas, solo tenemos que intentarlo, no es tan difícil y si trabajamos juntos será divertido.
- Para empezar tenemos que decidir que musical vamos a hacer – propuso Kankuro – Será mejor que dejemos de quejarnos y empecemos de una vez.
- Eso es – confirmó Temari – Cuanto antes decidamos el musical antes podremos comenzar a trabajar en ello.
- ¡Es que es muy difícil! – se quejó Sumire - ¡Hay montones de musicales!
- Pues habrá que empezar a descartar – declaró Shikamaru – Vamos a empezar a quitar los que no podemos hacer de ninguna forma.
- ¿Cómo cuáles? – pareció burlarse Ukon.
- Pues podemos por empezar descartando “Jesucristo Superstar” – respondió Shikamaru – Es una ópera rock donde todo son canciones, no hay nada de actuación y creo que deberíamos compaginar ambas cosas ¿no?
- Buena idea, ttebayo ¿Veis? ¡Ya tenemos algo! ¡Venga! Vamos a descartar todos los que sean solo canciones.
- Tenemos que buscar algo alegre y divertido – propuso Sumire.
- Cierto – secundó la idea Stella – Lo importante es que divirtamos al público y llamemos su atención, que se lo pase bien.
- Si proponemos algo serio o demasiado solemne lo mismo se aburren – opinó Karin.
- Pues venga, ya tenemos más opciones para descartar – se animó Kiba.
- También habría que tener en cuenta, creo, la cantidad de gente que actúe – habló Juugo – Quiero decir que por ejemplo “La pequeña tienda de los horrores” es estupendo y divertido pero tiene pocos personajes ¿No creéis?
- Salvo la canción de introducción en la que se podría hacer una coreografía, el resto queda reducido a unos pocos – confirmó Jisei – Pero los musicales con grandes coreografías también pueden ser una opción ¿no? Así participaría todo el mundo.
- ¿Veis? – comentaba Tsunade a los profesores – Ya empiezan a trabajar juntos. Esto va a ir bien ¿Quién se queda hoy para ayudarles?
- Yo – contestó Anko – Me toca a mí.
- Pues no te olvides de aconsejarles. Nosotros nos vamos a ira ya.
- ¡Mirad! – señaló de repente Shizune al exterior – Un coche de policía… y viene hacia acá. Creo que ha pasado algo ¡Ay Dios mío! ¿No iba hoy Jiraiya a hablar con Orochimaru?
- Vamos a no ponernos nerviosos Shizune. Seguro que no es nada – habló Tsunade saliendo al encuentro de los policías que habían detenido el coche y salían de él.
 - Shikamaru, un momento – se acercaba a él Sai mirando detenidamente la lista de los musicales que podían realizar – Creo que tengo una idea.
- Pues suéltala.
- Es que aquí hay un musical que creo que cumple todos los requisitos. Es entretenido, cuenta una historia, tiene canciones, se pueden hacer coreografías.
- ¿Cuál?
- ¡Shikamaru! – gritó Sumire - ¿Y si hacemos “Mamma mía”? Es muy divertida y tiene canciones muy bailonas.
- ¿Es esa la que me decías? – preguntó Shikamaru a Sai.
- No, yo me refería a “Hair”. Kankuro, Sumire, Ayumi  y yo fuimos a verla hace poco y nos gustó bastante, las chicas incluso lloraron.
- Las chicas son raras – comentó Shikamaru – Si lloran, les gusta, no hay cosa más problemática.
- Voy a decirles a Sumire y Kankuro que vengan, a ver ellos que opinan.
- No te preocupes, si he visto la película y creo el musical es igual pero en película. Puede ser una buena opción – dijo mirando fijamente la lista de musicales – Además el vestuario no nos supondría grandes problemas, es prácticamente lo mismo que habíamos planeado.
- Solo tendríamos que conseguir los uniformes militares, o algo que pudiese pasar por eso.
- Realmente es muy buena opción. Voy a proponerlo – se dirigió al banco donde se había subido Naruto pero sin hacerlo él - ¡A ver! ¡Atendedme un momento! ¡Tenemos una propuesta! – todos dejaron de charlar entre ellos y le miraron atentamente – Estupendo… Bien, Sai me ha propuesto el primer musical candidato.
- ¿Y a ti quien te ha nombrado nuestro líder? – gruñó Jirobo – Nosotros no tenemos nada que ver contigo, ya tenemos nuestro director y no es un perdedor patético como tú.
- ¿Por qué no cerrarás la boca de una vez? – comentó Chouji como si fuese para él mismo.
- ¿Qué dices, gordito? ¡Habla en voz alta que no ese te oye! – se burló Jirobo.
- ¡Eh! – gritó Tayuya - ¡Deja de meterte con ellos, gordo de mierda! que no sé por qué le llamas tanto “gordo, gordo”, como si tu no lo fueras.
- ¿Ahora te vas a poner de su lado? – dijo en todo cínico Kidomaru.
- ¡Me pongo del lado que me sale de los huevos!– volvió a gritar Tayuya.
- ¡Vale, vale, vale! – terció Konan – Vamos a dejar esto ya, no estamos aquí para discutir entre nosotros. No hemos decidido quienes serán los directores, pero de momento Sai se ha dirigido al suyo, que es el representante de los de teatro, así que, habla Shikamaru.
- Espera – interrumpió Zaku – Tiene razón Jirobo. Mejor empezamos por decidir quiénes van a ser los directores.
- Mendokusei… - se lamentó Shikamaru – Está bien, vamos a decidirlo. De momento yo no me ofrezco voluntario para ser director de nada.
- No te escaquees tan rápido, muñeco – habló Tsuchi – Tu ya eres el director del grupo de teatro y tienes que seguir siéndolo.
- En eso tiene razón – observó Neji – Es que tú fuiste elegido por los profesores. Recuerda  lo dijo Anko cuando nos informó de la sanción, que era una de las condiciones que ponían, que tú y Akane fuerais los directores.
- Pero las cosas han cambiado ahora – le contradijo Ten-Ten.
- Pero, aunque hayan cambiado, las condiciones eran esas - concluyó Neji.
- Vale, así no llegamos a ninguna parte – se quejó Jisei – Lo lógico será que elijamos a un director de cada grupo. Nosotros elegimos a Shikamaru… lo siento, chaval.
- Parece razonable – opinó Konan – Nosotros elegimos a Sasori.
- ¡No corras tanto! – se quejó esta vez Dosu – Kabuto era nuestro director.
- ¡Y Sasori también! – gruñó Karin – Kabuto no está y Sasori ha sido un buen director, además, ya se ha dicho antes, es muy bueno montando espectáculos.
- Entonces está decidido – argumentó Kimimaro con seriedad – Los directores serán Shikamaru y Sasori. A nosotros también se nos obligó a aceptar como directores a Kabuto y Sasori, Kabuto no está pero Sasori si, él lo ha estado haciendo todo este tiempo, es ridículo cambiar ahora.
Kimimaro se había puesto tan serio que nadie se atrevió a decir nada en contra.
- Ahora hay que elegir a los ayudantes – propuso Kiba - ¿No?
- No – le contestó rotunda Tayuya – No me jodas, tío, al final nos vamos a pasar el tiempo discutiendo mamadas. Los ayudantes los elegían los directores ¿no?
- Cierto – confirmó Shikamaru – Eso es cosa nuestra. Supongo que tendremos que elegir uno cada uno, es lo justo. Pues los míos son bastante buenos los dos, la verdad, no se a cuál elegir.
- Yo te ayudo en eso – habló Sasori – Me gustaría que mi ayudante fuese Sakura.
- ¡No mames, tío! – gruñó Ukon – La pavirosa esa es del otro grupo.
- Sakura es muy eficiente, disciplinada, ordenada y yo confío en ella.
- Eso es porque es tu novia, no te jode – refunfuñó Tsuchi.
- Si Sasori dice que es eficiente es porque es eficiente – rectificó Fatora - ¿Alguna vez Sasori ha dicho algo sin motivo o dejándose llevar por sus emociones? – Sasori la miró con condescendencia.
- En realidad Fatora tiene razón – dijo – No he sido yo mucho de hacer cosas llevado por mis sentimientos. Pero lo importante es que Sakura vale para esto.
- Pero ella es del otro grupo – se quejó Zaku.
- ¿Qué otro grupo? – habló Juugo – Ahora todos somos un mismo grupo y tenemos que colaborar para que esto salga bien, así que empezaremos por esto.
- Por mi está bien – opinó Kimimaro – Pienso que hay que buscar lo que más nos convenga y si lo que nos conviene es la actitud de Sakura para ayudar a organizarlo todo pues, que lo haga Sakura.
- Es que si no es Sakura – intervino Karin - ¿Quién va a ser? ¿Quién se ofrece voluntario? Venga, esos voluntarios, a ver ¿Dónde están? ¿Qué? No veo muchas manos. Ahora no ¿Verdad? Mucho protestamos pero cuando se trata de dar la cara y trabajar bien que se lo dejamos a Sakura.
- Por cierto – interrumpió Ten-Ten - ¿Y Sakura quiere? Porque nadie le ha preguntado a ella.
- Yo estoy dispuesta a hacerlo pero solo si no ocasiona discusiones entre nosotros.
- Pues entonces está decidido – sentenció Sasuke.
- ¡Chicos! – se acercaba rápidamente hacia ellos Shizune – Perdonad un momento- Tenéis que dejarlo por hoy.
- ¿Ya? – preguntó Naruto – Pero estamos decidiendo cosas, dattebayo.
- Lo siento pero tenemos que cerrar el instituto. Ha surgido una cosa y nos tenemos que marchar. Venga, id saliendo. Por cierto ¿Habéis decidido los días que vais a ensayar?
- ¿Cómo que los días que vamos a ensayar? – se extrañó Lee.
- Sí, claro. Cada grupo ensayabais días distintos, ahora tendréis que ensayar los mismos.
- A mí no me gustaba ensayar los viernes – declaró Suigetsu.
- Si, los viernes es un mal día – afirmó Tobi – Es mejor hacer planes para salir.
- Nosotros ensayábamos los martes y jueves – declaró Gaara.
- Ya está – se quejó Dosu - ¿Vamos a elegir todo lo vuestro?
Y empezaron de nuevo a discutir.
- Mendokuseeeeei – se lamentó Shikamaru – Esto va a ser muy problemático.
- Bueno que nos tenemos que ir – cortó Shizune – Seguir discutiendo fuera. Vamos.
Mientras salían Jisei observó a Shizune y a los otros profesores. Algo había pasado y algo muy grave porque sus auras estaban completamente alteradas.
- Antes de irnos – habló en voz alta Sakura en las puertas del instituto. Shikamaru iba a decirnos una propuesta ¿Cuál es el musical que querías proponernos?
- ¡Tía, que ya hemos terminado! – protestó Sakon – Ya nos lo dirá mañana
- Pero si nos lo dice ahora podremos ir pensando si nos convence o no – explicó Sakura.
Aún estuvieron un rato discutiendo sobre los días que ensayarían y sobre si era conveniente decidir cuanto antes el musical.
Al final hubo cuatro propuestas iniciales para que empezaran a valorarlas, cuatro propuestas que habían llamado la atención por ser conocidas y por sus canciones porque por alguna razón había que empezar. Estas propuestas fueron,  “Hair”, “Fama”, “Grease” y “Mamma mía”.
Era bastante tarde y Jiraiya sabía dónde encontrar a Tsunade. Hacía horas que había desaparecido y Nawaki estaba preocupado por ella, tenía que haber ido a cenar a su casa pero después de lo que había pasado no se extrañaba de su ausencia, aun así le preocupaba donde podría estar y lo que estuviera haciendo.
Si, allí estaba, en la pequeña taberna que solían frecuentar hacía muchos años ya, por lo menos a Jiraiya le parecía que habían pasado muchos años, toda una vida.
- Quizás ya has bebido demasiado – dijo sentándose en tu taburete a su lado – Póngame lo mismo que a la señorita – pidió al camarero.
- ¿Ya te ha dejado libre? – preguntó Tsunade con voz arrastrada.
- No estaba prisionero. Solo querían tomarme declaración y hacerme unas preguntas ya que fui yo quien encontró el cadáver.
- ¿Y no piensan que te lo has cargado tú?
- ¡Que cosas dices! No. Pero como encontré su cuerpo pues tenía que hacer una declaración. Además no tenía a nadie, estaba solo y he tenido que ocuparme del sepelio.
- ¿Tu? Qué ironía.
- ¿Y qué iba a hacer? De pronto me dio pena que le enterrasen en la fosa de los pobres… Ha muerto solo, como una rata y por muy malo que fuese nadie merece morir así.
- ¿Se sabe ya de que ha… muerto?
- Mañana le hacen la autopsia pero parece ser que todos los indicios apuntan a una sobredosis.
- Que cosa tan rara. No pega con él. Yo creo que se metió en algún lio y… se lo han cargado.
- Quien sabe – dijo alzando los hombros – Es lo que pasa por hacer cosas malas ¿Y tú como lo llevas? Pareces bastante deprimida.
- Es que no me lo puedo creer. No… me lo puedo creer… éramos… alguna vez fuimos amigos ¿Te acuerdas? ¿Dónde han quedado nuestros sueños? Mira lo que ha sido de nosotros… Es duro darte cuenta de… nuestras equivocaciones y de repente me han asaltado un montón de recuerdos… ¿Quién iba a decirnos a nosotros que un día irías a su casa y… encontrarías a Orochimaru muerto? Aún no me lo puedo creer.
Haku se despertó sobresaltado por el ruido de la puerta y parpadeó varias veces mientras sus ojos se habituaban a la penumbra.
- ¿Te he despertado? – preguntó en voz baja Misaki.
- ¿Te encuentras mal?
- No, es solo que no consigo dormirme – contestó sentándose en la cama que ocupaba desde hacía unas semanas.
- ¿No puedes dejar de pensar en tu madre? – cuestionó Haku levantándose para ir a sentarse a su lado.
Tras la misteriosa ausencia de Misaki al instituto, Haku decidió que, siguiendo los consejos de Shikamaru, debía hablar con algún profesor, solo que en lugar de acudir a los profesores, contó sus dudas y sospechas a la persona en la que más confiaba, a su muy querido tío, la persona a la que más admiraba y respetaba, Zabuza Momochi.
Haku sabía que siempre podía contar con Zabuza, fuese lo que fuese, se tratase del tema que se tratase, Zabuza siempre iba a estar ahí para él, como lo estuvo cuando comenzaron sus dudas sobre su orientación sexual y como le ayudó a aceptarse a sí mismo.
Zabuza le escuchó y comprendió sus miedos y al día siguiente fue él quien se presentó en el instituto para hablar con Kakashi.  Según Zabuza, Kakashi y él habían sido compañeros también cuando iban al instituto, no es que fueran los  mejores amigos del mundo pero pertenecieron al mismo club de karate y ambos eran muy buenos, así que fueron seleccionados para representar al instituto en unos campeonatos nacionales y tantos entrenamientos y competiciones terminaron por unirlos en una especie de camaradería.
Esa misma tarde cuando Zabuza llegó a su casa con un gran paquete, fue directo a la habitación de Haku y le dijo “Todo está solucionado pero ahora necesitamos hacer hueco”
Zabuza no hablaba demasiado y Haku no se atrevió a preguntar porque seguro que sus razones tenían. El paquete era una cama plegable y cuando Haku más intrigado estaba llamaron a la puerta y allí estaban, Kakashi junto a Misaki y una maleta.
Desde entonces Misaki había estado viviendo allí pero eso sí, sin que nadie lo supiese. Nadie podía saberlo. Su madre había huido de Orochimaru, había decidido que ya no iba a aguantar más aquella vida pero tenía miedo a las represalias de Orochimaru, a que la obligara a volver o a que decidiese que necesitaba un “castigo”, así que Kakashi la había llevado a una casa de acogida donde se suponía que estaría a salvo y días después llevó a Misaki, no fuera a ser que Orochimaru le utilizase para hacerla daño y era el lugar en el que consideraban que estarían más a salvo.
Pero Orochimaru era inteligente y tenía muchos contactos y no iba a tardar en descubrirlos. Tras hablar con Zabuza y contarle lo que sucedía, ambos, Zabuza y Kakashi habían decidido que Misaki estaba más protegido en casa de Zabuza.
- Deberías dejar de leer esa carta – sugirió Haku al darse cuenta de que Misaki tenía la carta que le había escrito su madre, arrugada de tanto apretarla.
- Es que es lo único que me queda de mi vida. Mi madre se ha ido, ha desaparecido y solo me ha dejado esta carta pidiéndome perdón por haber sido mala madre ¿Y yo que tengo ahora? No tengo nada, solo esta carta, al menos antes tenía una madre y ahora que empezábamos a conocernos y entendernos va y se va.
Haku suspiró y pasó su brazo por los hombros de Misaki. Pobre Misaki, sí que estaba bastante afectado por todo lo que había pasado. No era la muerte de Orochimaru, claro que no, a fin de cuentas nunca le trató bien, así que no debía importarle mucho que le encontraran muerto pero su madre… había desaparecido, había abandonado la casa de acogida donde estaba refugiada y ahora nadie sabía nada de ella.
- ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde voy a ir? ¿De qué voy a vivir?
- No debes pensar eso ahora – le acarició el pelo. Quería decirle que no tenía que preocuparse, que podía quedarse allí el tiempo que necesitase, que sus tíos no iban a echarle y que además él le protegería de todo pero sabía que eran ideas que a Misaki le resultarían absurdas.
- A veces pienso que ha sido mi madre quien ha matado a Orochimaru.
- ¡Pero como dices eso!
- ¿Qué no? ¿Por qué no? Lo mismo volvió con él y consiguió mierda de esa y le convenció de… lo mismo…
- ¡Deja de pensar en eso! ¡Qué ideas más retorcidas tienes!
- No son tan retorcidas. Orochimaru tenía muchos enemigos y pueden habérselo cargado o lo mismo fue mi madre, que siempre ha sido una loca y por eso ha desaparecido.
- Que tonterías que dices. No creo que tu madre tuviese la sangre fría necesaria para hacer eso. Anda, anda y no pienses cosas raras. Tu madre se ha ido precisamente porque le tenía miedo y porque quería comenzar una nueva vida.
- Sin mí.
- Lo mismo un día de estos, cuando sepa que ha muerto Orochimaru, regresa.
- ¿Tú crees?
- Pues no sería tan raro.
- ¿Y si no regresa que hago yo? Tengo que empezar a buscarme un trabajo, tengo que…
Haku veía a Misaki tan angustioso y él tenía tantas ganas de calmarlo… No lo pensó, simplemente lo hizo.
Pegó sus labios a los de Misaki.
Ambos se quedaron petrificados y sin saber qué hacer.
No sabían si sentían miedo, vergüenza o qué.
Haku iba a separarse avergonzado de haber hecho aquello cuando una de las manos de Misaki le sujetó del cuello y le obligó a permanecer allí.
La noticia de la muerte de Orochimaru no tardó en ser conocida por los alumnos. Para algunos, la mayoría, solo era una noticia más y mostraban interés según el grado de morbosidad de casa uno. Para otros fue una noticia impactante por lo imprevista. Había quienes no se lo creían o lo que aun creyéndosela parecían consternados. Pero había otros a los que la noticia les afectó para bien o para mal.
Los que habían sido pupilos de Orochimaru no salían de su asombro. Para la mayoría esa noticia era solo una mentira y se negaban a darle crédito. Había que tener en cuenta que Orochimaru habría sido muchas cosas, habría jugado con las leyes, sus actividades eran de lo más sospechosas y cosas peores que se contaban de él, pero, para esos chicos había aparecido en el momento más crucial de sus vidas y les había proporcionado una razón para vivir.
No importaba lo que Orochimaru fuera o lo que les utilizaba, ahora, tras saber la noticia de su fallecimiento, lo único que eran capaces de recordar era aquel lugar al que pudieron llamar hogar… quizás solo fuese una ilusión, un espejismo, pero… el recuerdo estaba ahí.
Al terminar las clases, la mayoría de los exalumnos de Orochimaru, acudieron al tanatorio para despedirse del que fuera su mentor. Los había que realmente sentían tristeza, otros parecían ir más bien para poder creérselo y quizás otros para asegurarse y celebrarlo.
No eran los únicos en ir. Algunos de esos alumnos atraídos por el morbo también iban, aunque a ellos no les afectaba en absoluto. Y luego estaban los que iban porque ahora sentían que tenían que acompañar a sus nuevos amigos y de alguna manera darles apoyo o simplemente estar a su lado por si les necesitaban.
Tal era el caso de Fatora, que acompañó a Karin, Suigetsu y Juugo, Jisei, que quería ir por si Kimimaro la necesitaba, Stella, que no pensaba abandonar a Tayuya, Naruto o Sumire. Y si iban Naruto o Sumire, también irían Kiba, Shino, Ten-Ten o Sakura… al final fueron casi todos.
Tayuya no se había atrevido a entrar a la sala. Se había sentado en uno de los bancos de fuera y Stella la acompañaba. Había frio y Tayuya miraba como su aliento salía en forma de vaho de su boca.
- No hace falta que entres si no quieres – habló Stella después de un rato de silencio.
- No… Tengo que entrar… es solo que… no sé cómo tengo que sentirme. Es que mi relación con Orochimaru es… complicada.
- No era una buena persona, así que si no te sientes demasiado triste creo que no es tan malo.
- Ya sé que no era buena persona, que hacía cosas como darnos a probar drogas, que nos utilizaba y que siempre que nos ayudaba era porque esperaba conseguir algo a cambio… solo que yo… me es difícil… ahora ha muerto y no puedo dejar de recordar que a mí me ayudó, que de no ser por la casa que cedió para que fuese nuestra “Ciudad de los muchachos” yo… yo no sé qué habría sido de mí.
- Es lo que suele suceder – habló Kimimaro de pronto sentándose a su lado – La gente muere y de repente solo se hablan cosas buenas.
- Hace frio aquí fuera ¿no? – comentó Jisei que había llegado detrás de Kimimaro - ¿Por qué no entramos dentro?
- Ve tú si quieres, Jisei, ahora voy yo –sugirió Kimimaro.
- Vale. Si, mejor voy, no vaya a ser que Sumire se meta en algún lio. No me gusta el aura de Zaku cuando la mira y ella es muy inocentona.
- Tampoco olvides, Tayuya – continuó hablando Stella - que gracias a él conociste la cocaína y fumabas porros y que tomaste cosas que a saber qué efectos secundarios te han dejado.
- ¿Tú sabes cómo terminé yo en la Ciudad de los muchachos?
- Si, me lo contó tu madre. Robaste un vestido y te pillaron. Tampoco creo que por robar un vestidito haya que colgarte la etiqueta de delincuente.
- No, pero podía haber sido una delincuente, a saber cómo hubiera terminado.
- O no. Creo que eso de que eras una delincuente en potencia y que podías haber terminado atracando joyerías es una exageración de Orochimaru para asustar a tus padres. Tayuya, conozco a tu familia, no tienes una mala familia de esas de las que salen gente que van a ser delincuentes seguros. Tus padres son buenas personas, algo exagerados y crédulos, eso sí y de eso de aprovechó Orochimaru, les llenó la cabeza de miedos.
- En eso Stella tiene toda la razón – opinó Kimimaro – Todos estábamos muy confundidos con Orochimaru. A mí me costó bastante darme cuenta y reconocerlo. Al principio, cuando nos clausuraron la “Ciudad” yo me sentí muy mal, pensé que se me habían cerrado todas las puertas y que no iba a poder superarlo.
- Pero es que tú estabas enfermo y necesitabas la medicina de Orochimaru – alegó Tayuya.
- O no – sonrió Kimimaro – Como ves, he sobrevivido sin su medicina milagrosa. Todos estábamos muy engañados por Orochimaru, era muy listo y sabía cómo manipularnos y hacer que nos sintiésemos en deuda con él. Tú nunca has sido una mala chica, mal hablada, si, no tenías buenos modales, eras bruta, grosera, desagradable a veces…
- Si querías decir algo bueno de ella creo que no lo estás consiguiendo – comentó Stella casi riendo – Perdona, es que me ha hecho gracia.
- Ahora que lo pienso – prosiguió Kimimaro ignorando el comentario de la chica - quizás esos malos modales los habías aprendido conviviendo en la Ciudad, y esa forma de hablar lo mismo fue fruto de las malas influencias.
- Da igual – habló Tayuya - lo importante es que Stella tiene razón y mis padres no me habían educado para ser una delincuente, al contrario, me habían enseñado que no se robaba.
- Entonces – interrumpió Stella -¿por qué robaste ese vestido?
- ¿Sabes por qué robé ese vestido? Porque era precioso y a todo el mundo le gustaba y yo quería…
- ¿Verte preciosa?
- No, qué va. Lo que quería era ser como las demás. Verás, yo nunca he tenido tantas cosas como tú, mi padre gana muy poco, es mayor y tiene un trabajo que le dieron por “humanidad” y mi madre trabaja limpiando casas como la tuya.
- Y ya te he dicho que no lo considero mal, ni nada de eso.
- Si, ya sé que es un trabajo honrado pero no es  a eso a lo que me refiero. Quiero decir que mi madre tampoco gana demasiado y ahorra hasta el último yen. Ella es muy ahorrativa, mucho, tiene miedo a que el día de mañana no pueda trabajar y que mi padre… buah, que lo ahorra todo. Yo nunca he tenido las cosas que tenían las demás en el momento en el que las demás lo tenían, quiero decir que cuando algo estaba de moda mi madre nunca me lo compraba, siempre esperaba a finales de temporada, cuando lo rebajaban de precio.
- Pero tú tienes ropa muy bonita, que he ha hecho tu madre, que yo la he visto.
- Si pero yo… tenía 12 años y quería vestir como las demás niñas y cuando por fin me la compraba resultaba que ya estaba pasada de moda y entonces me sentía siempre fuera de lugar y cuando terminamos primaria en el colegio hicimos unas fiesta y todas mis compañeras iban a   llevar vestidos nuevos y bonitos y yo… ya sé que es una tontería pero vi ese vestido en el escaparate de la tienda y sentí que si iba con ese vestido a la fiesta  yo sería como las demás y… no pude evitarlo, fue como si algo me poseyese y… tenía que llevármelo, total, tampoco parecía que se fueran a dar cuenta…
- Pero se dieron cuenta… Ay Tayuya, con todo lo rebelde que siempre has parecido y resulta que te gustaban los vestiditos, como a todas ¿Y cómo fue que Orochimaru terminó metido en todo ese asunto?
- Pues porque cuando la dependienta de la tienda me llamó la atención yo me asusté mucho y le dije que me había dejado el dinero en casa y que luego pasaría a pagarlo. Me obligaron a dar mi dirección y me dijeron que si en una hora no estaba allí el dinero me denunciarían y yo… solo se me ocurrió acudir a Zaku.
- ¿A Zaku?
- Si porque no podía pedirle el dinero a mi madre y sabía que Zaku había… que antes Zaku birlaba carteras y que estaba con un tío que le ayudaba.
- Orochimaru – sentenció Kimimaro.
- Bueno, ya te puedes imaginar el resto.
- No le debemos tanto a Orochimaru como creemos – habló Kimimaro.
Lo de Kimimaro era distinto a lo de Tayuya. Él estaba dolido con Orochimaru, se había sentido utilizado por él y luego abandonado porque Sasuke se convirtió en su favorito. Él no era como los demás que seguían a Orochimaru, él no era como Zaku o Tayuya, él no era un delincuente de poca monta, ni uno de esos violentos a los que Orochimaru daba apoyo y refugiaba en su casa "la ciudad de los muchachos", él estaba allí con consentimiento de sus padres, es más, fue su madre quien insistió en que siguiera a Orochimaru.
- Kimimaro - llamó su atención Stella al verle levantarse del asiento - ¿Puedo hacerte una pregunta?
- ¿Me vas a preguntar que tengo en contra de Orochimaru?
- Si, eso mismo. Siempre dices que es un manipulador y yo estoy de acuerdo contigo pero tú eras del grupo de Orochimaru y me contaron que una vez Lee y tú tuvisteis un encontronazo.
- Y también lo tuve con Naruto y con Gaara. Sí, no estoy orgulloso de mi actitud pero en mi defensa diré que Kabuto me había llenado la cabeza de ideas paranoicas y las pastillas que tomaba no me ayudaban en nada.
- Entonces es cierto que te drogabas.
- Pero sin yo saberlo, que es lo triste. Se suponía que eran medicinas... Orochimaru supo ganarse mi confianza, se implicaba conmigo, me ayudaba a hacer los deberes, me explicaba lo que no entendía e incluso me enseñó a jugar al baloncesto, también me acompañaba al hospital cada vez que tenía alguna revisión y me llevaba a pescar; para mí era más padre que mi propio padre y empecé por esforzarme en ser lo que Orochimaru esperaba de mí y cuando me pedía que le ayudase con los nuevos medicamentos que estaba investigando por supuesto que me ofrecía como voluntario porque ¿Cómo iba a hacerle daño un hombre tan bueno como Orochimaru?
- ¿Medicamentos?
- Si... medicamentos... - Kimimaro dio un largo suspiro - No sé si sabes que yo tengo una naturaleza un poco débil. De pequeño siempre estaba enfermo, bueno y también influía el que mi madre era un poco... bastante, hipocondríaca.
- O sea que era una exagerada y demasiado protectora – intervino Tayuya.
- Era muy exagerada y muy protectora. Es verdad que yo me constipaba mucho y que los catarros se me agarraban siempre al pecho pero es que ella ponía el grito en el cielo cada vez que me oía toser. Cuando nací tuve un neumotórax, que no sé muy bien lo que es pero que los médicos dijeron que era porque había respirado muy fuerte al nacer... supongo que alguna explicación tuvieron que dar que fuera entendible para mis padres, el caso es que mi madre se culpó, ya sabes cómo son las madres.
- Y desde entonces se dedicó a protegerte de todo, es entendible – sonrió Stella.
- Mi madre es muy histérica, yo creo que por esa razón mi padre y ella terminaron divorciándose, cosa que aún le hizo sobre protegerme más. Yo enfermaba con mucha facilidad, virus que pasaba a mi lado, virus que se quedaba conmigo, creo que todo era un círculo vicioso, enfermaba, me debilitaba, me entraba la anemia y como estaba débil volvía a enfermarme y así una y otra vez.
- Entonces será mejor que entremos – sugirió Stella – No vayas a acatarrarte y  yo me sienta culpable.
Akane, sentada en una de las mecedoras que había en el salón de la casa de los Nara, arropada con una manta, miraba aburrida la televisión aunque no veía gran cosa porque se había quitado las gafas, la molestaban demasiado.
Sacaba una de las manos de debajo de la manta y cogía uno de los pañuelos de papel de la caja que tenía al lado para sonarse enérgicamente.
- ¡Maldito constipado! – gruñía con ojos llorosos.
Ya era mala suerte haberse resfriado, con lo bien que podía estar pasándoselo con Ino y haciendo cosas interesantes y allí estaba, casi encadenada a ese sillón, porque con lo insistente que era la familia de Shikamaru a ver quién era la valiente que se atrevía a levantarse.
Para que no se le hiciera tan aburrida su estancia, la abuela se había empeñado en enseñar a Akane a hacer una manualidad que ella encontraba entretenida y relajante, hacer punto. Y la verdad es que a Akane le interesó pero quizás era porque los ojos no dejaban de llorarle o porque se le caía el moquillo continuamente, el caso es que no conseguía concentrarse ni que le saliera bien.
Impaciente como era para todo, Akane terminó por dejarlo a un lado, estaba claro que no se encontraba en situación de hacer punto y era una lástima porque los colores de las lanas eran bien bonitos y le apetecía hacer unos patuquitos para sus bebés.
El sonido de su móvil parecía activarla. Se incorporó como movida por un engranaje y agarró el teléfono y aún se puso más contenta cuando vio quien la llamaba.
- ¡Shika! ¿Cómo estás? – casi gritó.
- Bien, bien ¿Y tú y mis renacuajos?
- Fatal. Nos hemos constipado, estoy fatal, llena de mocos y me siento inútil.
- Eso te pasa por dormir medio desnuda.
- Y a ti bien que te gusta. Además tengo muchos gases y me duelen los riñones y tu hijo no para de patearme.
- Mendokusei, tú vas a tener de todo ¿Qué te falta por padecer?
- Pues de momento no tengo almorranas ¿Has ido al entierro?
- El entierro es mañana pero no, no he podido ir al tanatorio porque me ha llamado el doctor, el ginecólogo.
- ¿Por qué? ¿Pasa algo? Ya… no me lo digas, me ha vuelto a dar el azúcar alto en los análisis.
- Si, eso mismo. Es un rollo, calabacita, pero te tienen que hacer otros análisis la semana que viene.
- ¿Otra curva?
- Lo siento. Pero mira el lado positivo, el domingo vendrás conmigo a Kenosha y pasarás aquí la semana, podrás ver a tus amigos.
- Si, eso es cierto y estoy deseando ver a todo el mundo.
- Pues entonces ya sabes, ve preparando la maleta.
- Oye, Shika… anda, dímelo – habló en tono mimoso.
- ¿El que?
- Ya lo sabes… es que estoy muy sensible y tus renacuajos y yo queremos oírlo.
Shikamaru chasqueó la lengua.
- ¿Por qué? Si no me dices por qué no te lo digo.
Shikamaru alzó la vista y vio delante de él a Chouji y Ryuko que esperaban a que y le miraban sonriendo con malicia. Al verlos se giró dándoles la espalda y se alejó unos pasos.
Chouji y Ryuko sonrieron aún más.
- Nunca me habría imaginado lo tiernito que puede ponerse Shikamaru – comentaba Ryuko.
- Chisst, que te va a escuchar.
- ¿Qué voy a escuchar? – habló de improviso Shikamaru acercándose de nuevo – Anda, dejad de hacer manitas y vámonos antes de que nos congelemos.
- ¿No se lo has dicho a Akane? – preguntó Ryuko.
- ¿El qué?
- Lo de la prueba que te ha dicho el ginecólogo que tienen que hacerle.
- ¿La amniocentesis? No, no se lo he dicho.
- ¿Y por qué no? – cuestionó Chouji – Deberías habérselo dicho.
- Es que no quiero ponerla nerviosa. Ya sabéis como es, es una exagerada, seguro que empieza a darle vueltas a todo y a pensar que le pasa algo malo o a asustarse por si la van a hacer daño o cosas así y si se pone nerviosa la tensión se le dispara, que es algo que no necesitamos.
- En eso tienes razón – afirmó Chouji – No necesita ponerse nerviosa pero cuando llegue a la clínica y le digan lo que le van a hacer te va a matar.
- Mendokusei, creo que ya encontraré el mejor momento para decírselo.
- Pero no le pasa nada malo ¿verdad? – preguntó Ryuko.
- No… no… solo es para ver la madurez de los pulmones de los bebés… es que ya está de seis meses y… por si acaso.
Ryuko miró a Shikamaru no muy convencida con la respuesta y es que, la cara del chico no transmitía tranquilidad y no era para menos; desde que el médico le dijo que había que hacer esa prueba a Akane, Shikamaru empezó a tener miedo, por más que le aseguró que era solo por precaución y que no había peligro, él no podía dejar de pensar en que algo podría ir mal ¿y si le pasaba algo a Akane? ¿Y si le pasaba algo a alguno de sus niños? Según Asuma eso era ser padre: estar siempre angustiado por si pasaba algo… que problemático era todo.