domingo, 9 de noviembre de 2014

209. Tan distintos, tan iguales

Todo el mundo aplaudía. No solo los amigos de Kiba y Ten-Ten que estaban allí, emocionados, si no los curiosos que se habían parado a mirar que era todo aquello con tantas luces, adornos y un chico cantando.
Era uno de esos momentos en los que, por empatía emocional, la gente se emociona al ver la felicidad de otras personas, quizás ni siquiera los conociese pero no cabía duda de que la alegría era contagiosa.
Las más emocionadas eran, sin duda, las amigas de Ten-Ten. Sakura había bajado detrás de Ten-Ten a la calle y lloraba al ver el beso que se estaban dando. También lloraba Ryuko, aún en el balcón, Jisei no, pero casi, se la veía muy emocionada y aplaudía más que nadie. Otra emocionada que lloraba, aunque sus lágrimas eran mitad de emoción y mitad de tristeza, era Konan y a su lado una Tayuya a la que Kimimaro miraba de lo más sorprendido.
- ¿Qué te pasa? – gruñó la chica - ¿Qué cojones miras tanto?
- ¿Estás llorando?
- ¡Que puñetas! ¡No estoy llorando, joder!
- Sí que estás llorando.
- ¡Que no estoy llorando! Es la mierda esta del frio que…
- Hazle una foto – intervenía Juugo al lado de Kimimaro – Es un momento memorable.
- ¡Cómo me hagas una foto te tragas el móvil y mi puño detrás! – amenazó Tayuya.
- ¡Qué bonito que ha sido! – gritaba Lee bañado en lágrimas.
Y en medio de todo aquello unos fuegos artificiales iluminaron el cielo. Fue breve pero sorprendió a todo el mundo.
- Esto es cosa de Deidara – comentó Sasori a Konan - ¿Tú sabías que iba a hacer esto?
- No, pero ya le conoces, si no hace explotar algo lo mismo le da un ataque.
Kiba sujetaba la cara de Ten-Ten con ambas manos y pasaba los dedos pulgares por sus mejillas humedecidas por las lágrimas.
- ¿Te he sorprendido?
- ¡Eres tonto! ¡Mira la que has liado! ¡Y me has hecho llorar!
- Quería hacer algo especial para ti, para demostrarte que si me esfuerzo y que me importas.
- ¡Que tonto eres! Ahora estoy pasando vergüenza por tu culpa. Ya verás, se lo dirán a mis padres y todo el mundo va a hablar de mí y del chico tonto con el que salgo ¡Me vas a hacer pasar mucha vergüenza!
- No solo yo. Todos me han ayudado. Mira, Tayuya y Sumire me han enseñado a cantar, a entonar y no desafinar ¿Qué tal lo he hecho, Tayuya?
- No mal del todo para ser un bocazas – respondió la chica.
- Tayuya tiene una voz increíble ¿No lo sabías? Le da vergüenza cantar pero lo hace muy bien cuando canta en serio. Kimimaro me enseñó como tenía que poner las manos en la guitarra, sé que no te has dado cuenta pero en realidad no tocaba yo, lo hacía él, yo solo lo fingía, no se puede aprender a tocar también en unos días. También me ha ayudado Sasori, Konan y Stella y luego he contado con Sakura, Jisei… de todo el mundo, hasta de Deidara y mira, Hana ha alquilado la furgoneta para traer los instrumentos y hemos pedido permiso para cortar unos minutos el tráfico y todo.
- ¡Todo esto ha sido para demostrar la fuerza del amor! ¡El amor nos ha unido a todos! – volvía a gritar entusiasmado Lee - ¿No es maravillosa esta demostración? ¿No es alucinante que hayamos dejado atrás nuestras rencillas para colaborar en esta maravilla de demostración? ¿Quieres que vaya a cantarte a tu ventana, Shiho?
- No… ni se te ocurra.
- Pues puedo ir a hacerte una pintada, un grafitti en la pared de tu casa.
- Haces eso y no tienes campo para correr huyendo de mi padre.
- ¡Pero sería por amor! Y ahora que lo pienso ¡No conozco a tus padres! ¡Eso no puede ser! ¿Vamos esta tarde a tu casa y me los presentas?
- ¿Qué?
- Si, vamos esta tarde y me los presentas ¡Claro que sí!
- ¡Vamos chicos a recoger! – dijo en voz alta Hana – Que ya estamos abusando mucho de la gente que necesita pasar por aquí ¡Daros vidilla y que no se diga que somos unos gamberros!
Era cierto, la gente esperaba y ellos estaban entreteniéndose demasiado; por muy bonito que hubiese resultado y por muchos aplausos que los transeúntes les dieron, e incluso fotos, había que recoger y rapidito, no podían retener el tráfico más tiempo, menos mal que por suerte la calle no era de las más transitadas.
Sakura se puso a ayudar a quitar las guirnaldas inmediatamente.
- Sakura – la voz de Sasori sonó como un susurro a su espalda, Sakura se giró lentamente – Creo que tenemos que hablar.
- ¿Hoy no has venido con tu amiga? – contestó secamente.
- Por favor, no seas hiriente y trata de ser razonable.
- ¿Crees que no soy razonable?
- Sakura, no quiero discutir, es más, te voy a dar la razón porque lo que menos deseo es discutir contigo.
- ¿Me vas a dar la razón como si estuviese loca?
- No. Te voy a dar la razón porque confío en ti y porque supongo que tienes una buena excusa para comportarte como lo haces y para esa manía que le tienes a Kikyo y no me la tienes que contar, no me tienes que dar ninguna explicación, yo te apoyo a ti, sea lo que sea.
Sakura parpadeó completamente perpleja.
- A ver… yo te cuento esto según me viene, no soy bueno contando cosas mías, así que… en fin, allá voy. Durante toda mi vida… no, durante mucho tiempo de mi vida estuve muy solo, mis padres un día desparecieron y yo les añoraba mucho, no quise admitir la soledad que sentía, aunque tenía a mi abuela pero sentía un gran vacío dentro de mí. Yo pasaba mucho tiempo solo, me asomaba a la ventana y veía a otros niños con sus padres pero yo no los tenía y… nunca me ha gustado hablar de mí, ni recordar mi infancia, no creas que era un niño bueno, guardaba mucho rencor que supongo fue lo que me llevó a… todo lo que hice después, pero te he conocido a ti y… no sé, no sé qué es lo que he visto en ti, simplemente es como si ese vacío que sentía dentro de mí ya no fuera tan oscuro… Creo que entre nosotros hay algo bonito y creo que merece la pena que intentemos conservarlo, no destrozarlo.
Sakura seguía mirándole completamente perpleja ¿De veras Sasori no se daba cuenta de lo que pasaba? Pero lo más importante ¿Era esa forma su manera de declararse? Puede que sí, Jisei le había dicho que Sasori no era un chico especialmente empático, que le costaba darse cuenta de los sentimientos de los demás, quizás debido a su soledad, a ese hermetismo interior en el que vivió de pequeño. Era parecido a Sasuke pero distinto, los dos habían sentido la soledad pero de distinta forma ¿Por qué a ella siempre le gustaban los chicos con tantos problemas? ¿Se sentía atraída por ellos? Debía ser que esa tristeza que emanaban la conmovía, porque a pesar de que Sasuke era muy guapo y muy "cool", lo que a ella siempre le atrajo de él era esa tristeza en su corazón que nadie veía… y ahora Sasori… si es que ella no tenía remedio.
- Yo te haría algo bonito como lo de Kiba pero no quiero quitarle protagonismo, así que ¿Qué te parece si vamos a patinar y hablamos allí?
- ¿A… patinar?
- ¿Te gusta patinar?
- Me encanta.
- Konan y Deidara vendrán con nosotros… para que no te sientas muy incómoda.
- No sé por qué iba a sentirme incómoda – sonrió.
Sumire miraba todo el salón con los ojos abiertos como platos, y no era la única, Karin tenía la misma cara de sorpresa.
Antes de pasar al salón donde se iba a servir la cena, los invitados al evento habían sido reunidos en otro donde había pocas sillas, ocupadas por las personas mayores, el resto permanecía de pie con las copas que habían servido para brindar por los novios tras unos pequeños discursos de los padres, en las manos y varios camareros que continuamente pasaban a su lado con bandejas de canapés de todo tipo.
- ¡Qué bonito es todo! – decía Sumire sin salir de su asombro.
- Y mira el techo – le indicaba Stella - ¿No es una maravilla esa lámpara?
- Ya te digo. Ay ahora me siento fatal.
- ¿Qué te pasa? – se preocupó Kankuro.
- Es que soy tan… poquita cosa, es que parezco una pobretona al lado de toda esa gente tal elegante, con esos vestidos de diseñadores que se ven que son carísimos y yo con este vestido de mi madre y los zapatos usados y creo que todo el mundo me mira y piensa ¿Qué hace esta mendiga aquí?
- No digas tonterías – repuso Hinata – Si estás preciosa.
- Además – añadió Kankuro – Nadie se va a fijar en tu vestido, ni en tus zapatos porque tus ojos y tu sonrisa ya lo iluminan todo.
Stella y Hinata se miraron y sonrieron, ninguna de las dos se imaginaban que Kankuro podía decir una frase como esa.
- La señorita Sumire siempre está radiante – intervino de improviso Tobi.
- Y tú también estás muy guapo, Tobi – opinó Sumire.
- La verdad es que los Uchiha tenéis todo un no sé qué especial – agregó Stella.
- ¡Cómo los Hyuuga! – exclamó Sumire - ¡Pero mira que estáis guapos! Es que Hinata estás bellísima. No te acerques mucho a mí, no te pongas a mi lado que me haces parecer una basurilla.
- Que cosas dices, Sumire – respondió apurada Hinata – No exageres tanto.
- ¿Pero qué dices? Si es que no se puede estar más guapa que tú y que bien te queda ese kimono blanco con esas mangas tan largas y ese recogido... de veras que me haces sentirme feúcha.
- A mí me parece que tú también estás muy guapa, Sumire-chan – recalcó Tobi – Aunque es cierto que Hinata está bellísima, aunque hoy la protagonista es Ayesa.
- ¡Es cierto! – confirmó Sumire – Hinata, tienes que hacer que te salga un grano o algo porque no debes ensombrecer a Ayesa.
Hinata rio, que exagerado era todo el mundo. Miró a Neji que a su vez la miraba y le vio sonreír… si, ya no se sentía mal ante la mirada de Neji… quizás solo habían sido paranoias suyas.
Estaba muy guapa, eso nadie lo negaba. Gaara la miraba y le parecía sentirse… no sabía explicar cómo se sentía, quizás embobado pero no tanto como para no darse cuenta de que todos habían mirado a Hinata con disimulado interés… Tobi, Naruto, Sasuke y prácticamente todo el mundo.
Este pensamiento hizo estremecer a Gaara ¿pero que estaba pensando? Le daba la impresión de que lo que había heredado de su padre no era la esquizofrenia s no un montón de celos. Ese nuevo pensamiento le llevó a recordar la conversación que había mantenido el día anterior con Sasori cuando ambos se quedaron a solas después de estar ayudando a Kiba con su sorpresa y se dio cuenta de que en el fondo, no eran tan diferentes.
- ¿Te importa que te acompañe parte del camino? – le preguntó Sasori.
- No, no me importa.
Caminaron en un incómodo silencio, ninguno de los dos era un chico especialmente charlatán y tampoco habían sido amigos en el pasado.
- ¿Cómo van las cosas con Sakura? – se atrevió a hablar Gaara, aunque si se paraba a pensar si siquiera sabía por qué preguntaba aquello.
- Pues parece que estamos pasando una racha un poco delicada. Creo que está muy sensible por todo lo que le ha pasado y necesita tiempo para recuperarse.
- Es normal, supongo que es normal, lo pasó muy mal y pasaría mucho miedo.
- Y se ha vuelto muy desconfiada, no se fía de nadie.
- Yo tampoco lo haría.
- Y además… - Sasori se calló y Gaara le miró esperando que continuase – No, nada. Oye, Gaara, estaba pensando que a pesar de conocernos desde pequeños y tu relación con mi abuela y todo eso, nosotros no nos conocemos apenas.
- No nos conocemos nada. Siempre hemos sido como extraños. Es curioso lo cerca que hemos podido estar y a la vez tan alejados.
- ¿Tú conoces bien a Sakura?
- ¿A Sakura? Pues la considero mi amiga pero tampoco he tenido mucha relación con ella.
- Pero tú eres amigo de Naruto.
- Si pero tampoco soy yo de los que dan mucha confianza.
- Ya. Es que a veces no la entiendo. Sé que lo ha pasado mal y quiero entenderla.
- ¿Es que ha cambiado su personalidad? He oído que algo así a veces cambia la personalidad de las personas.
- Es que no la entiendo. Parecía que ya había olvidado a Sasuke, que ya no iba detrás de él pero ahora, de repente se pasan el día juntos, va a su casa, hacen los deberes juntos…
- Será que le está ayudando por el tiempo que no ha ido al instituto.
- Eso pensé yo al principio pero… es que no lo soporto, no me gusta nada que pase tanto tiempo con él, me altera y a mi es difícil alterarme, te lo aseguro, pero me entra como una ansiedad por dentro que me revuelve.
- ¿No será que estás celoso?
- ¿Celoso?
- Los celos son muy malos, y me refiero también a quien los sufre. Lo digo porque mi padre era muy celoso y vivía atormentado.
- ¿Crees que estoy celoso del Uchiha? Lo que me pasa es que me aterra que Sakura vuelva otra vez a lo mismo, que de repente se dé cuenta de que sigue enamorada de Sasuke y que yo he sido solo un paréntesis en su vida. Pero bueno, creo que Konan tiene razón y lo que debo hacer es hablar con ella y ya está.
Aquella confesión le había activado algo en su cerebro, como una alarma. Lo que Sasori había dicho no era tan descabellado, podía ser, porque el ser humano es cambiante y las circunstancias a veces nos enmascaran las situaciones.
Ahora él miraba a Hinata y no podía evitar pensar ¿Y si Hinata de repente se da cuenta de que sigue enamorada de Naruto y que yo solo he sido un paréntesis en su vida?
Después de recoger todo el tinglado que habían montado frente a la terraza de Ten-Ten, esta invitó a Kiba a subir a su casa, tenía que darle algo y no quería hacerlo delante de nadie, ya habían tenido demasiado público.
- Pero luego tenemos que ir a mi casa – decía Kiba mientras entraban – Es que le he dicho a mi madre que íbamos a ir y también vendrán Shino y Hana.
- Que sí, que ahora vamos, si no voy a tardar nada.
- Perdona Ten-Ten – habló Jisei – Que nosotras estamos aún aquí.
- ¿Qué hacéis aquí?
- Nos daba apuro bajar y dejar tu casa abierta – contestó Ryuko.
- Y no sabíamos si cerrar por si no tenías llave.
- Pues menos mal que os habéis quedado porque no llevo llaves. Os acompaño a la puerta.
- ¡Ya decía yo que era raro ver a Chouji solo! – exclamó Kiba – Anda y baja, Ryuko, que debe estar esperándote.
- Si, ya nos vamos. Jisei también tiene cosas que hacer
- Luego os llamo ¿vale? – sugirió Ten-Ten.
- O mañana – respondió Jisei – No tengas prisa. Que os lo paséis bien, parejita.
Kiba esperó en el comedor de la casa de Ten-Ten a que esta regresase de cuchichear con sus amigas antes de que estas se marchasen. Por fin oyó la puerta cerrarse.
- Un momentito – dijo sin detenerse Ten-Ten cruzando el comedor – Es que lo tengo en mi habitación. Ahora vengo.
No tardó en regresar con un regalo envuelto en un papel lleno de colores.
- Toma – le dijo ofreciéndoselo – No es gran cosa, de echo es horrible, es espantoso, yo lo he intentado y dicen que la intención es lo que cuenta.
- ¿Me has hecho un regalo? ¿Y si te hubiera dicho que mejor que no saliésemos?
- Te lo hubiera dado igual porque eres mi amigo y es un regalo para mi amigo.
- Pues trae para acá.
Después de romper el papel, Kiba se quedó mirando aquel intento de bufanda hecha a mano. La verdad no se imaginaba a Ten-Ten tejiéndola.
Con puntadas mal dadas, confeccionada con lana verde bastante áspera al tacto, con aquella K que según como se mirase podía parecer cualquier otra letra o número. ¿Qué tenía de especial entonces? Tal vez solo era que cuando la aceptó Ten-Ten le dedicó una de sus sonrisas. Sí era por eso, porque ella sonreía y al sonreír un simpático hoyuelo aparecía en su mejilla izquierda.
Porque ella sonreía y al sonreír sus ojos color café parecían centellear como estrellas.
Porque ella sonreía y al sonreír él no podía evitar que sus labios se curvaran imitando a los de la chica.
Porque lo que Ten-Ten había regalado a Kiba en su primera Navidad juntos era aquella dulce sonrisa, no una simple bufanda verde.
Si el lugar donde les habían servido los canapés a Sumire le había parecido fascinante cuando vio el salón donde cenarían se quedó sin palabras.
Todo estaba adornado meticulosamente, lleno de detalles que recordaban a Itachi y Ayesa, a los Senju y a los Uchiha.
Sumire, junto con Kankuro, Gaara, Hinata, Neji y Stella tenían asignada la mesa 13, una de las mesas redondas no muy lejos de la principal donde se sentaron Itachi, Ayesa y sus padres. Al lado de la mesa 13 estaba la 12, también redonda, se sentaban Sasuke, Naruto, Minako, Tobi, Chikara y Karin.
Hinata se sentó y a su izquierda lo hizo Gaara, parecía que Neji iba a sentarse a su derecha, sin embargo lo que hizo fue separar un poco la silla cortésmente para que fuese Stella quien se sentase. Esta así lo hizo y Neji ocupó la silla al lado de Stella.
- Vamos, siéntate y deja de mirarlo todo tan embobada – le dijo Kankuro a Sumire.
- Es que es todo precioso – decía esta mientras se sentaba al lado de Gaara y Kankuro también tomaba asiento dejando, por tanto, a Sumire franqueada por los dos hermanos Subaku - ¿A que parece un bosque? Un bosque de hadas.
- Es que la decoración está inspirada en un bosque de hadas – habló Minako de pie detrás de Sumire – Se supone que tiene que evocar a un bosque porque Itachi y Ayesa se conocieron en un bosque.
- No fue así exactamente – aclaró Tobi.
- Bueno no era un bosque así, boscoso, pero era un bosquecillo y ellos jugaban allí y allí se hicieron amigos ¿no era eso, Sasuke?
- Si, eso es – respondió este – Venga Minako, vamos a sentarnos.
- ¡Que romántico! Han decorado todo recordando donde se conocieron ¿No es romántico? – Sumire seguía mirándolo todo con asombro – Ay, no sé si voy a saber comportarme bien, tú me avisas si hago algo inapropiado ¿vale Kankuro?
- No te preocupes que yo te ayudo a no meter la pata.
- ¿Sabéis que estamos en la mesa 13? Espero que no nos traiga mala suerte, bueno, que no me la traiga a mí.
- ¿Por qué te iba a traer mala suerte? – se interesó Hinata.
- Porque es la número 13… la 13… En España el número 13 trae mala suerte, es como aquí el 4.
- ¿Por lo de viernes 13? – preguntó Stella.
- No, es por el 13. En realidad el día malo es el martes y 13, no sé por qué, no me preguntéis, pero es así, es por el número 13 en general… bueno, da igual, no me miréis como si estuviese loca, en mi cabeza todo tiene sentido ¿Habéis visto que guapa está Karin? Yo me sorprendí mucho cuando me enteré de que era una Uzumaki.
- Pues imagínate lo que se sorprendería ella – añadió Stella.
- Karin – se dirigía a ella mientras tanto Sasuke, sentado a su lado - ¿Te encuentras bien?
- Si, sí, estoy bien, solo es que me siento un poco incómoda, como que no pego aquí y creo que todo el mundo me mira.
- Claro que miran – opinaba Naruto sentado al otro lado de la chica – Para los Senju y los Uzumaki eres todo un espectáculo, la Uzumaki perdida, dattebayo.
- Naruto no seas idiota y no digas esas cosas – le reprendió Sasuke.
- Pero si tiene razón – intervino Karin – Me siento un bicho raro aquí, no debía haber venido.
- Tenías que venir porque eres una Uzumaki – parecía reprenderla Minako sentada al lado de Sasuke – Eres la sobrina-nieta de Mito Uzumaki, la abuela de la novia… ¿lo he dicho bien?
- Minako-chan ha hablado muy bien – aseguró Tobi – Estás donde tienes que estar, Karin; el sitio de Karin es este.
- Sois muy amables todos conmigo.
- Que va, espera a que te tengamos confianza y verás – rio Chikara - ¿Os gusta el sitio que nos ha elegido mi hermana?
- Si, es muy apropiado – respondió Sasuke.
- Querían que nosotros, Sasuke y yo, como hermanos de los prometidos, nos sentásemos en la mesa principal, pero Ayesa dijo que era mejor que estuviésemos con gente más de nuestra edad… de la mía no, claro, pero sois los parientes más cercanos.
- Y que no se fían de Chikara-chan – sonrió Tobi.
- ¿Qué insinúas?
- No, nada, Tobi no insinúa nada.
- Estoy un poco nervioso por si meto la pata, ttebayo.
- Meterás la pata, seguro, dobe.
Sasuke y Naruto comenzaron a decirse una serie de frases que parecían querer ser hirientes pero que se notaba que en realidad se decían desde el cariño. Karin les miraba, era cierto que se sentía fuera de lugar pero por lo que se veía ahora esa era su familia, tendría que acostumbrarse y también a su nueva relación con Sasuke, ella ya no iba detrás de él y él parecía haber cambiado.
"- Quiero que sepas – le había dicho antes de entrar al salón – Que he decidido ayudarte. Voy a testificar en el nuevo juicio, porque seguro que aceptan el recurso… Testificaré a tu favor y diré todo lo que vi, seguro que eso te ayuda, haré todo lo que sea de ayuda para que ese… tipo pague por lo que te hizo."