viernes, 27 de marzo de 2015

221. Colorín, colorado

¿En qué momento comienza una historia? Siempre hay una circunstancia que creemos importante, algo que cambió nuestra vida, pero ¿y cuando son muchas historias las que quieres contar? Para los chicos de la clase 2-2 de secundaria superior, su historia había comenzado de manera distinta, pero lo que no había duda es que ese año sus historias se entremezclarían y todo empezó aquel lunes de mayo, aquel lunes de aquella primavera que cada uno estaba viviendo a su manera, unos alegres, otros llenos de amargura, unos con esperanzas, otros con el corazón roto; y ese día fue el comienzo directa o indirectamente de algo en sus vidas, fue el primer eslabón de una cadena.
Muchas cosas habían pasado desde ese día. Cosas buenas y cosas malas, habían llorado y reído, se emocionaron y volvieron a llorar, desearon y soñaron. De aquel año habían surgido grandes recuerdos para rememorar, otros para intentar olvidar y algún que otro que terminaría en el olvido.
- ¿Sabéis que días es hoy? – preguntaba Ryuko sentada al lado de Akane y Ryuko en un rincón de la cafetería de los padres de Karin - ¿Eh? ¿Sabéis que día es hoy?
- No sé – contestaba Akane con gesto de cansancio – Sé que es Mayo y martes. Hasta ahí llega mi memoria.
- Jeje - rio Jisei - ¿Desde cuándo no duermes 8 horas seguidas?
- Uy 8 horas ¿Pero qué dices? Me conformaría con 6 y lo consideraría un lujo ¿Qué digo con 6? Con 5.
- ¿Es que Shikamaru no te ayuda por las noches? – preguntaba frunciendo el ceño Jisei.
- Shikamaru me ayuda mucho y tú lo sabes bien, pero no puedo pedirle que se levante por las noches porque madruga bastante para ir a la universidad.
- Y tú también madrugas – se quejó Ryuko.
- Si pero yo puedo intentar echarme alguna cabezada durante el día.
- ¿No será que estás intentando hacerlo tu todo sola, como siempre? – interrogó Jisei.
- Que no, de verdad que no. Si muchas veces Shikamaru también se levanta por las noches y cuando lloran los dos niños a la vez por supuesto que sí. Shikamaru me ayuda muchísimo, los baña y le gusta darle el biberón a la niña.
- ¿Al niño no? – se extrañó Ryuko.
- Es que al niño aún le doy yo el pecho y eso él no puede hacerlo.
- Pero si son muy buenos – añadía Ryuko mirando a los dos bebés en el carrito que habían colado junto a la pared para que no molestase a la gente – Pero míralos, si son unos angelitos.
- Siiiii – contestaba Akane – Hombre, malos no son pero hay que ver el trabajo que dan, no acabo de dar el biberón a uno y el otro ya está pidiendo y lo que cagan ¡Ay la que mierda que quito al dia!
Jisei y Ryuko rompieron a reír aunque a Akane parecía no hacerle tanta gracia, ya quería ella verlas a las dos cambiando pañales todo el día.
- ¡Perdón! ¡Siento llegar tarde! – Sumire entraba corriendo en la cafetería y no se detuvo hasta casi chocarse contra la mesa donde estaban sus amigas - ¡Lo siento!
- ¡Que te vas a comer la mesa, loca! – reía Jisei.
- ¡Ah! – Sumire resoplaba mientras dejaba en el suelo una bolsa bastante grande – Es que me he entretenido porque he visto a Hinata y tenía muchas ganas de hablar con ella.
- No pasa nada – habló Jisei – Aún no nos han traído lo que hemos pedido.
- ¿Habéis pedido para mí?
- No, porque no sabíamos que querías.
- Ah pues voy a la barra a pedirlo.
- Que chica esta – comentaba Jisei mirándola ir a toda velocidad hacia la barra – No me extraña que tenga tantos accidentes si es que va como loca a todas partes.
No tardó mucho Sumire en regresar y esta vez llevando en las manos dos platos con unos bollitos. Detrás de ella iba Tayuya cargando una bandeja con varias tazas de café.
- Ya estoy aquí – declaró triunfante Sumire.
- Muchas gracias por la ayuda, Sumire – dijo Tayuya poniendo la bandeja encima de la mesa.
- No tiene importante ¿Qué tal te va todo? – preguntó alegre Sumire.
- Bien, no me quejo. Estoy repitiendo segundo pero voy bien.
- Me alegro mucho. Dale recuerdos a Karin y dile que un día tenemos que quedar ¿vale?
- Lo haré. Que os aproveche y si necesitáis algo me avisáis.
- ¡Ah! – Sumire se sentó en unas de las sillas – Da alegría ver a los antiguos compañeros ¿A vosotras no?
- Tampoco es que haga mucho tiempo que no los ves. Yo creo que los vimos hace… no sé, pero no hace ni un mes – reflexionó Jisei.
- ¡Akane! ¡Ay mi Akane! – se levantó y la abrazó efusivamente - ¡Que no te había dicho nada! Pensarás que no me acuerdo de ti, pero no, sí que me acuerdo.
- Sumire, hablamos todos los días por WhatsApp, no seas dramática.
- ¿Y mis niños? ¡Ay mis niños que no les he dicho nada! Esta tita Sumire que mala que es ¿verdad, ciervito? ¿Qué dice mi ciervito? ¡Que a ti no te había visto yo fuera del hospital! ¿Puedo sacarlo del carrito, Akane?
Los dos niños estaban en su carrito uno al lado del otro, puestos en las sillitas anatómicas para bebés en las que parecían estar casi sentados. El niño tenía los ojos abiertos y un chupete en la boca, movía continuamente manos y pies, por el contrario, la niña, que se veía algo más grande que su hermano, parecía dormitar, no llevaba chupete y apenas se movía.
- Ten cuidado, Sumire – advirtió Ryuko – Miyake se mueve mucho.
- Es que es nervioso como su tita Sumire ¡Pero qué bonito es este niño! ¡Y mira se le están poniendo los ojos azules! ¿Cuándo le dieron el alta del hospital?
- La semana pasada, Sumire, ya te lo dije – contestó con paciencia Akane.
- Es verdad. Que no pude estar para darla la bienvenida porque me fui a hacer fotos ¿Y sabes que, precioso? Que ahora te voy a hacer fotos a ti, si a ti, que a Shikami ya le he hecho un montón, como salió del hospital antes que tu… Sujétalo Jisei, que voy a hacerle unas fotos.
- Trae. Anda que, ahora yo tendría que darte una colleja que te bailaran las orejas.
- ¿A mí? ¿Por qué? – cuestionaba Sumire mientras abría la bolsa para sacar una cámara de fotos y un objetivo.
- Ay que ver la que me liaste cuando te dije que me cambiaba de instituto con todo eso de que ya no íbamos a estar juntos y vas tú y lo dejas. Ya te vale.
- Es cierto, me merezco una gran colleja. Pero es que iba fatal, el último trimestre se me dio de lo peor, a lo mejor por los nervios de la obra, no sé, pero me quedaron varias asignaturas y mis padres me dijeron que podía pasar al último curso con las suspensas, con lo que iba a ir peor, que podía repetir o pensar en dedicarme a estudiar un módulo de fotografía, a fin de cuentas es lo que a mi más me gusta y no tengo porqué estudiar a la fuerza para ir a la universidad, a mí nunca se me han dado bien los estudios, jopetas.
- No te pongas así que no pasa nada – intervino Akane – No todo el mundo sirve para estudiar, ni todo el mundo tiene que tener una carrera, hay muchas profesiones, pero muchas, que requieren otra preparación que no sea la universitaria y no son para nada menos importantes.
- Di que si – añadió Ryuko – Cada cual se tiene que dedicar a lo que le interesa y tú quieres ser fotógrafa y ya está. Lo único es que ojala te hubieras dado cuenta antes de empezar el bachillerato.
- Pero bueno – añadió de nuevo alegre Sumire mientras miraba por el objetivo de la cámara a Jisei con el bebé – Me han convalidado varias asignaturas por haber hecho algo de bachillerato, es lo bueno. Akane ¿No puedes hacer que se esté quieto un momento?
- Eso es imposible – respondió esta.
- ¿Y dices que aún le estás dando el pecho al niño? – preguntó Ryuko cambiando el tema.
- Si y de momento no le doy nada más que el pecho. Los médicos dicen que es lo mejor sobre todo para él, para recuperarse bien de la operación y todo eso.
- ¿Y qué tal va con el riñón? – preguntó esta vez Sumire - ¿Aún le tienes que llevar al hospital?
- Si, aún tiene que ir a revisiones, pero va muy bien.
- ¿Y a la niña no le das el pecho? – siguió interesandose Sumire.
- Shikami nunca ha querido el pecho. En el hospital le daban biberones y como es tan vaga como su padre y chupar del biberón requiere menos esfuerzo que del pecho pues nada, que no ha habido forma. Le doy biberones pero tambieén me saco leche, tengo bastante leche, aunque a veces pienso que estos dos me van a dejar las tetitas sequitas.
- ¿Te importaría que te sacara una foto cuando le estés dando el pecho? No es nada porno, es que me parece algo muy tierno.
El niño comenzó a moverse más bruscamente y a lloriquear.
- ¿Qué te pasa? – habló Jisei - ¿Tienes hambre?
- No puede tener hambre, le he dado antes de salir. Querrá que le menees.
- Pues anda, toma, menéale tú que a mí me da miedo hacerle daño.
Akane se levantó y tomó al niño de brazos de Jisei. Lo puso de forma que el niño apoyó su cabecita en el hombro de su madre y esta comenzó un leve vaivén con su cuerpo.
- ¿Podemos sacar también a la niña? – suplicó Sumire – Ah no, que está dormidita.
- Puedes sacarla, no está dormida, es que es igual de perezosa que su padre. Si anda, sácala y que se espabile un poco.
- Es muy tranquilona – comentó Ryuko desabrochando el cinturón que la sujetaba – Así se está poniendo ella de gordita. Mira que muslos, está para comérsela. Ven aquí con la tía, es más buena ella ¿A que tú eres muy buena? – la niña abrió los ojos de forma perezosa y miró a Ryuko – Mira, ha venido Sumire a verte, la pesada de las fotos.
- ¿Qué tal en el instituto, Ryuko? Os hecho mucho de menos, a todos, un montón. Mis compañeros son bien simpáticos pero como vosotros nadie ¿Vosotros me echáis de menos? ¿Estás muy solita, Ryuko?
- No te preocupes, estoy con Chouji y además están Ten-Ten y Kiba y Lee y también Takumi ¿Te acuerdas de Takumi? Esa que le gustan tanto los gatos ¿Te acuerdas? Pues ha repetido y es muy simpática, ah y también han repetido Karui, Omoi y Sora.
- Pues entonces Naruto y Sora se pasarán el día discutiendo – dedujo Jisei.
- No porque Naruto está repitiendo segundo ¿No te acuerdas que al final ha tenido que repetir?
- Es verdad, lo había olvidado.
- Sin ti, Jisei, sin Sumire, sin Akane, Shikamaru, Sasuke, Ino… la verdad es que parece una clase distinta. Pero bueno, la vida es así.
- Si, es así – afirmó melancólica Akane.
- ¿Ino te ayuda mucho, Akane? – se interesó de repente Sumire.
- La verdad es que sí. Nos es de mucha ayuda. Sin ella creo que Yoshino y yo nos volveríamos locas porque es que no paramos, cuando no come uno hay que cambiar a otro y cuando terminamos hay que cambiar al que acaba de comer y dar de comer al que hemos cambiado y si no pues tengo que llevar al niño al hospital… no, aburrirnos no nos aburrimos, descuida y menos mal que puedo contar con ella que si no creo que me volvería loca.
- Por eso te dije que teníamos que quedar al menos una vez por semana nosotras solas, para que no te vuelvas loca - explicó Jisei - Y para que descanse tu suegra, que también se lo merece.
- Eso sí que es cierto - confirmó Akane - Fue una buena idea la que nos dio tu madre.
- ¿Fue tu madre la que tuvo la idea? - curioseó Sumire - Creí que había sido tuya.
- Fue mía pero fue mi madre quien me la insinuó. Mi madre me dijo que ahora que empezábamos a tener tantos cambios, que yo me iba a otro instituto, que Akane era madre y tenía una familia a la que atender, tenía que darme un consejo que por lo visto le dio su madre a ella cuando iba a casarse.
- Debe ser una tradición de su familia - intervino Akane - Pasar consejos de madres a hijas.
- Es que es un consejo muy bueno - continuó Jisei - y merece ser propagado.
- Ohhhh - interrumpió Sumire con una exclamación emocionada - Mira que cosita más tierna. Pues contigo sí que se calma, Akane, mira, se está quedando dormido.
- Es que está muy enmadrado - opinó Jisei - Este niño es un mimoso.
- Con eso de que tuvieron que operarle y extirparte un riñón está súper consentido - añadió Ryuko - Todos le mimamos demasiado.
- Tú lo has dicho, demasiado - se quejó Akane.
- Pero también mimamos a esta muñequita, la niña más bonita del mundo mundial.
- Bueno, ¿y cuál es ese consejo que te dio tu madre? - cuestionó Sumire a Jisei.
- Pues mi madre me dijo que ahora que empezaba una nueva etapa en mi vida, porque ahora todo empieza a cambiar y que me esperan muchos más cambios, ahora era el momento de que tuviese en cuenta una cosa: a mis amigas. Me dijo que pasase lo que pasase siempre, siempre, tenga a mis amigas presentes en mi vida y que les dedique tiempo porque las amigas son como una planta a la que hay que cuidar y no olvidar de regar.
- Y luego le dijo todo aquello de que las mujeres tenemos que tener cerca a nuestras madres, hermanas, amigas… - la interrumpió Akane – Tu madre ya me dijo a mí también ese consejo en otra ocasión.
- Y a mí – añadió Ryuko – Tu madre da ese consejo muchas veces. Y también eso de que las mujeres tenemos que tener cerca a otras mujeres porque nos gusta hablar de todas nuestras cosas, las buenas y las malas y también escuchar.
- Es que también somos bien cotillas - rió Akane.
- Sí, es cierto, lo dice siempre, pero quedaba bien toda la presentación previa que he hecho – sonrió Jisei – Mi madre es muy teatrera, dice eso de que es una consejo de su madre pero lo mismo lo ha leído en una revista.
Ryuko, Akane y Sumire la miraron detenidamente en silencio.
- ¡Creo que ya lo entiendo! – exclamó de repente Sumire – Creo que es lo que siempre hemos dicho, que siempre es bueno tener amigas a nuestro lado ¿No es eso?
- Pero tiene razón – afirmó Ryuko – Tenemos que conservar nuestra amistad porque a las chicas nos gusta hablar de nuestras cosas y por eso es buena idea esa que tuviste de juntarnos al menos una vez a la semana para dedicárnoslo a nosotras mismas.
- Que dramáticas sois y como os gusta serlo – resopló Akane – Tan solo han pasado dos meses desde la obra y nos vemos mucho, nos vemos todos los fines de semana al menos un día y entre semana pasáis por casa. A Sumire no la hemos visto en unos días porque se fue al sitio ese a hacer fotografías pero… tenéis razón, hay que mantener el contacto.
Ryuko las observó. Akane balanceándose con su niño en brazos, Sumire haciendo fotos mientras contaba mil y una anécdotas y Jisei hablando de las auras y cosas que decía que sabía que iban a pasar.
Eran sus amigas, unas buenas amigas y habían decidido que necesitaban al menos un día para ellas, para cosas de chicas, aunque fuera solo una hora pero que lo necesitaban, porque, aparte de ayudarles a despejar la mente y compartir esos momentos buenos y malos que a veces queremos compartir con otras personas, sabían que llegaría el momento en el que poco a poco fueran distanciándose y eso no podían permitirlo, por lo menos Jisei no estaba dispuesta a eso.
"Todo ha cambiado" pensó Ryuko "No solo somos nosotras, es todo. Y es algo que no podemos evitar. Akane y yo nos vemos muy a menudo, eso es porque Chouji y Shikamaru son grandes amigos y también tienen un día para ellos, el día de Chouji y Shikamaru. Jisei ahora es novia "formal" de Iruka y ya no sale tanto con nosotros porque claro, también tiene que salir con los amigos de Iruka, no sería justo que siempre fueran con los de Jisei, lo cual no deja de ser raro porque Jisei sale a tomar copas con sus antiguos profesores, como Kakashi… que raro tiene que ser. Lo que pasa es que ahora tenemos que aprender a repartir nuestro tiempo y compatibilizar nuestras vidas, es solo eso.
Sumire sale mucho con Kankuro, Ten-Ten, Kiba, Shiho y Lee. Ten-Ten y Shiho también vienen a tomar la merienda con nosotras los días que pueden. A Naruto, Sakura e Ino se les ve mucho con Konan y Deidara, claro, son amigos de Sasori y tampoco Sasori iba a apartarse de sus amigos y luego van con Gaara y Hinata porque Naruto nunca renuncia a sus amigos. Shino también sale a menudo con nosotros y con Kiba y los demás y otro que se une es Neji, porque siempre ha sido muy amigo de Ten-Ten y Lee y ahora es mucho más comunicativo.
En realidad tampoco es que haya cambios muy drásticos pero… se nota que algo va cambiando.
¿Y Sasuke? Pues dicen que está muy bien y que se adapta a vivir en Estados Unidos. Naruto nos cuenta que todos los días habla con él y que a Minako y a Sasuke les va bien, eso que dicen de la distancia parece que aún no les ha afectado… quien sabe lo que pasará.
Ay que ver cómo pueden llegar a cambiar las cosas en solo un año".
- ¡Pero bueno! – habló interrumpiendo a sus amigas – Al final no me habéis dicho si sabéis que aniversario es hoy. Desde luego, no os acordáis, claro que tampoco me extraña, yo debo ser la única rara que se ha dado cuenta, es un poco friki, la verdad.
Las tres la miraron confusas.
- ¡Ahhhhhhhh! – dio un gritito Sumire - ¡Yo lo sé! ¡Yo lo sé! Hoy hace un año que… ¡Ay no lo sé! Pero noto como que si lo sé, solo tengo que pensar un poco.
- Hoy hace un año que Anko nos dijo que teníamos que hacer la obra de teatro y nombró a Akane y Shikamaru directores – sus amigas la miraron aún más confusas – Fue el día que empezó todo ¿No os dais cuenta?
- ¡Ahhhhhhhhhhh! – volvió a gritar Sumire - ¡Claro! Fue el día que Akane le pidió una cita a Sasuke ¿A que si? Oh sí, me acuerdo muy bien porque después de que Anko nos dijera lo de la obra fue cuando dijimos de ir al Burger a celebrar algo, no me acuerdo el que, pero después de merendar en el Burger, cuando volvíamos a casa, Akane le pidió una cita a Sasuke y eso fue lo que lo empezó todo porque hizo que Shikamaru se pusiese celoso y comenzase a reaccionar… ¿Es eso, no?
- Se puede decir que sí.
Entonces empezaron a hablar sobre los recuerdos que tenían de todo lo que había pasado durante ese año. Fue una merienda llena de anécdotas, unas alegres y otras no tanto, habían sucedido muchas cosas y al final terminaron con una gran sensación de nostalgia y se despidieron deseando volver a repetir la merienda la semana que viene.
Ellas no lo sabían pero en ese momento habían creado las bases de lo que sería una amistad única y unas experiencias que siempre iban a permanecer en sus memorias.
Shikamaru se rebulló en la cama. Quizás fue porque notó frio porque el cuerpo de Akane no estaba allí dándole calor o simplemente porque presintió su ausencia. Movió un brazo para comprobar que estaba solo y entonces confirmó que Akane no estaba allí.
Eso le hizo incorporarse y mirar la hora. Aún era muy temprano ¿Cómo es que Akane no estaba? Esa era una pregunta un poco tonta, seguro que alguno de los niños se había despertado. Pues se levantaría, no fuera a ser que Akane le necesitase.
Entró en la habitación de los niños, allí estaba solo Shikami en su cunita. Fue al comedor. Al entrar vio a Akane sentada en el sofá y dormida con el niño en brazos con el arrullo echado por encima. Debe ser que se había despertado con hambre, ese niño no era como la niña que dormía casi toda la noche de un tirón, él no tenía horario fijo y Akane le habría estado dando el pecho y después le apoyó para que soltase los gases y así, en esa postura, habían terminado dormidos los dos.
- Akane, Akane – la movió con cuidado esperando que no se asustase e hiciese algún movimiento brusco – Akane, eh, despierta.
- ¿Qué pasa? – abrió los ojos con un gran esfuerzo.
- Te has quedado dormida.
- ¡Eh! – Akane miró asustada al niño que dormía sobre ella - ¡Me he quedado dormida con el niño en brazos! ¡Ay madre mía! ¡Y si se me cae!
- No te preocupes que lo tenías bien sujeto. Anda, dame que voy a llevarlo a la cuna.
- Si, por favor ¿Qué hora es?
- Temprano, acuéstate otro poco.
- Pero…
- Acuéstate te digo. Estás helada por haberte quedado dormida de cualquier forma, menos mal que al niño lo habías arropado al menos ¿Por qué no me has despertado para que te ayudara? – decía mientras tomaba al niño el brazos.
- Me daba pena despertarte y total, el pecho solo puedo dárselo yo.
- Anda, ve a la cama.
Shikamaru depositó con cuidado al niño en la cuna y lo arropó, después comprobó que la niña estaba también bien arropada y se quedó mirándolos… ahora ellos eran lo más valioso que tenía en la vida.
De pronto recordó una frase que esa misma noche había dicho Akane.
"- ¿Sabes lo que ha dicho Ryuko? Que hoy hace un año que comenzó todo. O por lo menos es el día que ella ha decidido que comenzó todo. Por lo visto hace un año que Anko nos nombró directores. Fíjate, ha pasado un año de eso y por un lado parece que fue ayer, pero por otro lo piensas y madre mía, la de cosas que nos han pasado ¿verdad?"
Sí que habían pasado cosas, muchas, tantas como para dar un giro completo a sus vidas.
Shikamaru no sabía si todo había comenzado hace un año o fue antes pero si sabía, mirando a sus niños, que ahora comenzaba una verdadera aventura en su vida.
¿Y en qué momento termina una historia? Pues en ningún momento, una historia no termina, simplemente se transforma en otra.
Lo que pasase a partir de ahora era… bueno, eso será otra historia.