miércoles, 18 de marzo de 2015

219. Mis propias decisiones

- ¡Ehhhhhhh! – se oyeron varias voces al unísono cuando Shikamaru entró en la sala de espera.
- ¡Chaval! – rio Chouji - ¡Pero mírate!
Shikamaru llevaba puesto, por encima de su ropa, una especie de camisa ancha y pantalones también anchos de color verde, hechos de una tela muy fina y transparente, además, y era lo que más llamaba la atención, un gorro de la misma tela le cubría la cabeza. En la mano portaba lo que parecían más piezas de la misma tela.
- Mendokuseeeei… ¿Pero que hacéis aquí?
- Oh y hay más gente fuera – afirmó Jisei.
Jisei, Ryuko, Chouji, Shino, Ino, Sakura, Sasori… además de sus padres, el padre de Akane y Maron, Chiharu, Takato, Ginta, los padres de Chouji, el padre de Ino… ¿Se habían propuesto llenar la sala de urgencias?
- ¿no se nos está yendo esto de las manos?
- ¿Cómo está Akane? – interrogó Maron.
- ¿Y mi hermana? – insistió Takato.
- Está… bien… a lo suyo.
- ¿Y esas pintas? - continuaba riendo Chouji.
- Pues no has visto lo mejor – Shikamaru levantó una de las prendas que llevaba en las manos – Mira, también tengo que ponerme esto en los pies.
- ¿Es que ya entráis en el paritorio? – preguntó Yoshino.
- En el quirófano – puntualizó Shikamaru – Están preparando uno de los quirófanos. Es por si hubiera algún problema. Venía a deciros que ya vamos a entrar.
- ¿Ya? – preguntaron varios a la vez.
- Ya. Por lo visto está de 9 o creo que he entendido eso.
- ¿Tanto? – se asombró la madre de Chouji – Pues sí que va rápido.
- Voy para allá.
- ¡Animo hermanito! – jaleó Chiharu - ¡No te desmayes!
- En cuanto puedas ven a decirnos algo – apremió su madre.
- ¡Suerte! –añadieron algunos.
- ¡Ay que nervios me están entrando! – musitaba Ryuko viendo marcharse a Shikamaru.
- Tranquila – sonreía Chouji cogiéndola de la mano – Todo va a ir bien.
- Si lo sé, lo sé, todo va a ir bien – repetía la chica y respiraba hondo.
- ¿Sabes? – habló Jisei – Yo no tengo ningún mal presentimiento. Es más, casi puedo imaginarme a Shikamaru entrando sonriendo por esa puerta.
- Ahora lo que tenemos que hacer es ir a comer – sentenció el padre de Chouji – Aquí no hacemos nada y al final van a llamarnos la atención. Ryuko, vente a comer a casa con nosotros.
- ¿Yo? Es que…
- Si – agregó la madre de Chouji – Llama a tu madre y vente. Descansamos un rato y luego volvemos a ver si ya han nacido.
- Es una buena idea – afirmó Ichoichi – Aquí solo estorbamos al resto de la gente.
- No, no, yo me tengo que quedar – refutó Yoshino.
- Claro, cariño – asintió Shikaku – Nosotros nos quedamos, por supuesto.
- Nosotros también – añadió Maron refiriéndose a ella y a su marido.
- Yo también me quedo – habló Chiharu.
- Aquí te vas a aburrir – opinó Chouza – Vente con nosotros, además aquí te vas a poner nerviosa y con nosotros se te pasará el tiempo más rápido.
- Si, Chiharu – intervino Yoshino – Es mejor que te vayas por ellos, no sabemos las horas que esto puede tardar, piensa que son dos y quizás te tengas que quedar esta noche con Akane.
- ¿Me voy a quedar con Akane y los bebés?
- No lo sé pero puede ser. Si esto se alarga mucho vamos a estar muy cansados, seguro que Shikamaru terminará agotado y a lo mejor Akane necesita ayuda, no se sabe.
- Tú también te vienes a casa – sugirió Inoichi a Ino
- Pero es que Naruto va a venir y…
- No te preocupes por Naruto. Yo ahora voy a llamar a Minato para decirle lo que pasa, así que seguro que no vendrá hasta después de comer. Si quieres dile a Sakura y a su novio que vengan también.
- Nosotros no queremos molestar – opinó Sasori.
- No molestáis, al contrario, será divertido.
- Shikato – se dirigió a él Yoshino.
- No te preocupes, tía, yo me hago cualquier cosa. O mejor, llamo a Temari y la invito a comer por ahí.
- No, si quería preguntarte si puedes ocuparte de los hermanos de Akane.
- De mí no – habló Ginta – Yo me voy a casa de mi madre y me llevo a Takato.
- Más que nada de Hideki – añadió Maron – ¿Podría ir a tu casa Yusuke, Shino?
- Si, por supuesto que sí. Hotaru estará deseando, seguro.
- Claro, Maron – respondió Shikato – Sin problema ¿Qué, chaval? ¿Te vienes conmigo?
- Me parece aceptable – sorprendió el pequeño a Shikato – Me han dicho que tú eres tan listo como Shikamaru, eso me gustaría verlo ¿Sabes jugar al ajedrez?
Shikato se quedó confuso mirando a Maron y a sus tíos ¿Pero qué clase de niño era ese? Que crio tan raro.
Naruto se había apartado de la gente que hablaba arremolinada a la salida del salón de actos del instituto. No es que no quisiera saludar a los recién graduados, sobre todo a los que más conocía, como Sora, lo que le sucedía es que también quería saber cómo le iba a Akane y a Shikamaru, se usó a mandar mensajes a todos los que sabía que habían ido al hospital y leyendo las contestaciones empezó a andar completamente abstraído.
Cuando terminó de leer el último mensaje levantó la vista y suspiró.
- ¿Qué haces tan alejado de todos? – preguntó Sasuke a su espalda.
- Creo que te buscaba sin darme cuenta.
- ¿A mí?
- ¿Por qué no has entrado a la graduación?
- No había nada que me interesase. No conozco a nadie.
- ¿Y por qué te has quedado entonces?
- No sé. Supongo que porque Minako se quedaba y porque tu madre me ha dicho que tengo que hablar contigo.
- Ah bueno, si te lo ha dicho mi madre… ella tendrá sus razones, ttebayo.
- Parece que estás molesto conmigo, Naruto.
- ¿Yo? – dijo en un todo un poco sarcástico – No sé por qué iba a estar molesto.
- Tus padres se marchan a casa, han dicho que nosotros vayamos dando un paseo.
- ¿Y tus padres?
- También se han marchado ya.
- Será idea de mi madre, claro, para que hablemos. A mí me gustaría ir al hospital a acompañar a Shikamaru.
- No creo que vayas a poder estar con él.
- Ya lo sé, pero me gustaría que supiese que estoy allí. Es un día muy importante para él.
- Y tanto.
- Quizás a ti te parezca una tontería pero para mí mis amigos son muy importantes.
- Yo no he dicho que sea una tontería. Se cómo eres, ya te conozco. Venga, Naruto, suéltalo de una vez, te está quemando la lengua.
- Yo también se cómo eres y estoy acostumbrado a que no compartas nada – habló subiendo el tono de voz – Parece que sigues sin tener confianza conmigo.
- No es que no tenga confianza, no es eso.
- ¡Pero te vas a marchar y no me lo habías dicho, ttebayo!
- Es que no sabía cómo decírtelo. Sabía que ibas a organizar un drama
- ¡Yo no organizo ningún drama, dattebayo! Si te quieres ir pues te vas pero no entiendo que no me lo hayas dicho.
- Ha sido todo muy rápido. No estaba seguro de lo que quería hacer.
- ¿Y por qué no me preguntaste a mí?
- Porque tú no me ibas a ayudar, me ibas a confundir más.
- ¡Tampoco se lo dijiste a Sakura! ¡Ni a Minako! ¡Sasuke, no se lo habías dicho a Minako! – ahora el tono de voz de Naruto ya era bastante alto.
- Cálmate Naruto, lo estás sacando todo de quicio.
- ¡Pero es que te vas la semana que viene! ¡Te vas a ir la semana que viene y no has dicho nada! ¿A que estabas esperando, ttebayo?
- Quizás tenía miedo a que me lo impidieseis – contestó con toda tranquilidad.
- ¿Por qué te lo iba a impedir? No soy tan tonto, ttebayo, a veces entiendo las cosas y no soy tan pesado como todos dicen, lo que no me gusta es que no me lo hayas dicho.
- Si te lo hubiese dicho antes me habrías confundido más.
- Hubiera intentado entender tus razones y darte un buen consejo, para eso están los amigos.
- Naruto… yo aprecio mucho tu amistad pero es que necesito decidir por mí mismo y tú me hubieras hecho dudar, como Sakura o Minako. Este año ha sido un año muy intenso, han pasado muchas cosas y me he dado cuenta de que toda mi idea de cómo eran las cosas estaban equivocadas, yo pensaba que mi padre, que mi madre, que mi hermano, eran de una manera y que actuaban como actuaban por razones que yo suponía y resulta que no, que las cosas no eran por lo que yo pensaba, todo estaba equivocado y… necesito pensar y adaptarme a los nuevos cambios. Tengo muchas cosas en las que pensar, en mi hermano, en cómo era mi relación con él, en mis padres, en mi mismo… necesito alejarme un poco de todo para poder pensar con claridad.
- ¿Para pensar también con claridad en mi hermana?
- Minako me gusta mucho pero yo necesito saber quién soy ahora y como soy ahora. Necesito adaptarme a mi nuevo yo. He hecho muchas cosas de las que me he arrepentido, he actuado como un prepotente, puse a mis amigos en peligro, a ti te puse en peligro, hice daño a Sakura… no creo caer bien a mucha gente y… tengo que pensar mucho, tengo mucho que meditar.
- No te entiendo. De veras que no te entiendo ¿Es que no te estamos dando todos otra oportunidad?
- Aquí me siento muy mal, Naruto, siento que siempre se me prejuzga, que todo lo que hago… es difícil de explicar, me siento observado. Me han dado una oportunidad pero… necesito alejarme de todo, necesito saber quién soy yo solo y meditar sobre cómo me he portado.
- ¿Es algo así como el viaje que hizo Neji en Navidad?
- No lo sé, no sé qué pretendía Neji… quizás si… solo sé que necesito alejarme y rehacer mi vida y tengo que hacerlo solo.
- ¿Y regresarás?
- Claro que regresaré. Para empezar tengo que ir como testigo al juicio de Karin.
- Quiero decir que si de verdad regresarás para quedarte de nuevo con nosotros.
- Naruto… no voy a romper mi relación contigo, no seas tan dramático, solo me voy a estudiar a Estados Unidos, además es una oportunidad que tengo que aprovechar, estás hablando como si me fuera a la Luna. Solo voy a terminar el bachillerato allí ¿Ves por qué no te lo había dicho antes? Eres muy exagerado, dobe.
- ¿Y qué pasa con Minato?
- ¿Pues qué va a pasar? Nada de nada. Ella lo entiende, sabe que me voy a estudiar, le da pena, como a mí, pero… Naruto, no me mires así, vamos a estar en contacto, lo que quiero es alejarme de este ambiente, cambiar de aires, además no puedo cambiar completamente si sigo aquí, puedo cambiar mi actitud pero…
- No, si te entiendo. Es solo que me ha pillado de sorpresa y que me hubiera gustado que me lo hubieses dicho. Pero no pasa nada – sonrió abiertamente - ¡Estaremos en contacto, dattebayo! Y cuando regreses aquí seguiré
- Ya estamos en casa – anunció Kisuke entrando después de Jisei.
- Bienvenidos – salió a recibirles Iruka con un delantal puesto y secándose las manos en un paño de cocina.
- De veras Iruka que estás tocando fondo – rio Kisuke al verle - ¿Pero qué estás haciendo?
- No te burles de él, Kisuke, está comportándose como un hombre y ayudándome con la comida.
- ¿Practicando para cuando te cases con Jisei? – volvió a reír Kisuke – Porque te advierto que esta es muy mala cocinera, si quieres comer bien tendrás que hacerte tú la comida - Sin decir nada Jisei dio una colleja a su hermano - ¿Ves? Va a ser una pésima ama de casa.
- Como no te calles te voy a enseñar yo lo que es ser una madre – advirtió Rika.
- ¿Pero cómo te has dejado mangonear así, Iruka?
- No me ha mangoneado nadie – respondió sonriendo – Algo tenía que hacer, no iba a esperar haciendo el vago y bastante es que me invitáis a comer.
- Eres un blando, Iruka.
- ¿Cómo está Akane? – preguntó Iruka ignorando a Kisuke.
- Kisuke – habló la madre de Jisei – Ve poniendo la mesa que nosotros vamos a hablar con Jisei. Venga, Jisei, cuéntanoslo todo.
- Pues no hay mucho que contar. Por lo visto ya iba a entrar en quirófano.
- ¿Le van a hacer al final la cesárea? – se interesó Rika.
- No, por lo visto van a intentar el parto natural pero puede haber complicaciones.
- Normal. Ay pobrecita de mi Akane ¿Y su madre ha ido al hospital?
- Maron fue a buscarla pero…
- Que tía mas cabezota y bruja – gruñó Rika - ¡Es su hija! ¡Debería estar ahí la primera! ¿Esta tarde vas a volver, verdad? Yo voy contigo, estoy muy intranquila.
- Yo también iré – afirmó Iruka.
- ¿Tu? – respondió Jisei – Tú no puedes venir.
- Claro que puedo. Oficialmente ya no eres alumna del instituto, tu expediente ya ha sido enviado al St. Madeleine y ya has cumplido los 18, no veo razón por la que no pueda salir contigo.
- Pero va a estar todo el mundo, todos tus alumnos y la mayoría no sabe lo nuestro.
- Pues alguna vez se enterarán, no lo vamos a ocultar eternamente.
- Pero son tus alumnos.
- Nadie puede decirme nada, no pueden sancionarme, que mi novia sea una exalumna del instituto no tiene por qué afectar para nada a mi expediente, es mi vida privada y no estoy incumpliendo ninguna norma y si quiero acompañarla a ver a una amiga al hospital y resulta que allí me encuentro con alumnos míos pues tampoco.
- En eso tiene razón – comentó Kisuke mientras ponía el mantel a la mesa.
- Pero pueden decir que nuestra relación comenzó cuando yo era alumna del instituto, cosa que es cierta.
- ¿Y? ¿Se van a poner a investigar? Durante estos años mi actitud hacia las alumnas ha sido intachable ¿Por qué iban a querer ponerse a averiguar cosas? Además ¿Y quién dice que no hemos empezado a salir… hoy mismo, por ejemplo?
- Pero…
- ¿Qué van a ir tus amigos con el chisme? – intervino su madre – Ay Jisei, no seas paranoica.
- Iruka siempre puede decir que… no sé, que es amigo de la familia y que ya que no eres alumna del instituto pues ha decidido… que eras una buena candidata para esposa.
- ¡Pero que bruto eres, hijo! No sé a quién has salido.
- Es que tu hija es bastante retorcida, como todas las mujeres, le da muchas vueltas a todo ¿Alguna vez han llamado la atención a Iruka por procedimiento indecoroso o algo de eso? No ¿Ha tenido "preferencias" por Jisei? ¿La ha beneficiado en algo como subirle las notas? No, pues entonces ya está. Ahora Jisei no es alumna del instituto y si salen o no salen eso no les incumbe.
Kisuke se marchó del comedor y Jisei miró a su madre como si quisiese pedirle consejo.
- Es que tiene razón, es un bruto pero tiene razón. Ya se acabó el ocultarlo.
- Además Akane es casi como de tu familia – añadió Iruka.
- ¡Y tanto! – se escuchó desde la cocina a Kisuke – La pulga va a ser algo así como tu cuñada, Iruka ¡Mamá! ¿Dónde está la ensaladera?
- ¿Dónde va a estar? En su sitio.
- ¿Y cuál es su sito? Porque yo no la veo.
- Ya voy y yo y verás como está.
Rika salió camino de la cocina. Jisei se quedó observando a Iruka, arecía tranquilo y decidido a ir al hospital, además tenía clara sus razones y Jisei tenía que reconocer que razón no le faltaba; ya no había razones para ocultar su relación.
- Claro – sonrió Jisei – Tienes razón, no tenemos por qué ocultar nada porque no estamos haciendo nada malo.
Iruka le devolvió la sonrisa. Iruka era siempre así, amable y considerado, dulce y paciente. Serían esas cualidades las que hicieron que a Jisei le llegase a gustar tanto.
- Iruka.
- Dime.
- Te quiero.
...
- Que pena que la abuela Chiyo no haya podido venir – decía Konan mientras abría la puerta de su apartamento – Habría estado orgullosa de ti, Deidara; lo has hecho muy bien.
- Tu también – contestaba este entrando detrás de Konan.
- Pain también habría estado orgulloso – añadió Konan con un tono lleno de tristeza.
- Él hubiera disfrutado mucho con todo esto. Ya ves, al final Sasori nos ha dejado plantados – dijo intentado sonar alegre.
- Que vamos a hacer, se ha ido con Sakura. Ya lo dice el dicho, tiran más dos tetas que dos carretas – Konan tomó una caja de cerillas, sacó una y la encendió; con ella prendió un palito de incienso que colocó en un incensario al lado de la fotografía de Pain – Ya estamos de vuelta, Yahiko. La obra ha ido muy bien, creo que a los profesores les ha gustado mucho. Deidara – se giró para mirarle – Siéntate, voy a salir un momento a comprar algo de comer, como es un día especial voy a invitarte, que no tengo ganas de cocinar.
- ¿Quieres que vaya yo?
- Es igual, si está aquí mismo.
- Puedo ir yo, hm. Te puedes fiar de mí, no voy a huir con el dinero, ni te voy a sisar o algo parecido.
- Ya lo sé, no es por eso, es porque además tengo que comprar otras cosas personales. Tu quédate aquí ¿Quieres beber algo? Tengo té frio y zumos, bueno, tu sírvete que ya sabes dónde está todo. No tardo.
- No te preocupes – habló Deidara sentándose en el suelo.
Se quedó mirando el pequeño altar que Konan había puesto a Pein, si eso la ayudaba pues no estaba mal la idea. Escuchó la puerta cerrarse al marcharse Konan y siguió mirando la foto de Pein durante unos minutos.
La vida era un asco. De vez en cuando siempre pasan cosas como esas que te trastocan todo ¿Por qué tenía que morir? ¿De verdad eso tenía una razón? No, no la tenía, la muerte de Pein había sido una muerte inútil y sin ningún significado.
Era una manía que tenía últimamente, la de darle vueltas a todo y es que, de repente, le daba por pensar en lo mal que se había portado con Pein, sin querer escucharle cuando le decía que tenía que dejar las drogas, ignorándole… tenía la sensación de que no había sido muy buen amigo.
Pero tampoco servía de nada estar lamentándose. Las cosas habían pasado como habían pasado y por más que las rememorase estas no iban a cambiar. Lo que tenía que hacer es cambiar de ahora en adelante.
Se levantó y se acercó al altar.
- ¿Cómo te va todo? – habló casi con miedo como si alguien pudiese escucharle, se sentía un poco ridículo y casi como si no fuera él mismo porque ¿Desde cuándo a él le importaba lo que la gente pensase? – Si, ya lo sé, ya lo sé, no te va mal porque estás muerto, no te creas que lo he olvidado – dijo ahora con más seguridad y hasta sonriendo – Esto es de locos ¿verdad? En fin, yo… yo quería decirte que es una putada lo de tu accidente y que te echo mucho de menos y también quería que supieses que ya he dejado esa mierda de las drogas, como tú las llamabas, ya se acabó eso, hm.
Deidara respiró hondo y se miró los pies.
- También quería decirte otra cosa – levantó la mirada para volver a posarla en la foto – Tu ya sabes que siempre he sentido algo muy especial por Konan pero como estabas tú yo nunca... ni siquiera pensaba en ello, hm. Pero tú te has ido y ella se ha quedado sola y… bueno, he estado pensando que no te importaría que yo le haga compañía.
Retiró de nuevo la mirada y volvió a mirarse los pies.
- Te juro que nunca la haría daño. Sé que he sido un desastre, lo peor, pero he cambiado y prometo cambiar más para que ella no tenga que preocuparse. Yo sé que tú, estés donde estés, la estás cuidando y yo quiero ayudarte, déjame ayudarte. Puedes descansar tranquilo porque yo la voy a cuidar mucho. Ve van a dar el alta y te prometo que este curso voy a estudiar como loco, se acabaron las juegas y todo lo demás. Me gustaría pedirte permiso y que tú me dieses tu aprobación pero eso es imposible… solo puedo prometerte que, si ella me da la oportunidad, yo...
Le pareció oír un ruido, quizás la puerta. Respiró hondo y se volvió a sentar. Sería Konan que regresaba y él no deseaba que ella le oyese decir todo aquello.
Konan estaba al otro lado de la puerta, con la llave a punto de introducirla en la cerradura. Había oído voces, no lo había hecho a propósito pero oyó hablar a Deidara y se extrañó, así que agudizó el oído para escuchar algo de lo que decía.
Ahora ya no se oía nada. Konan tenía los ojos llenos de lágrimas, aquellas palabras en boca de Deidara la habían emocionado porque significaban que realmente estaba cambiando. No entendía muy bien de lo que hablaba pero aquello le parecía muy emotivo.
- ¿Eres tú, Konan?
- Si, sí, soy yo. Ya estoy aquí.
- Bien, a ver que has traído de comida.
- ¡Anda! ¡Se me han olvidado las servilletas! ¿Puedes ir tú a buscarlas? – dijo dejando las bolsas que traía encima de la barra que hacía de mostrador y separaba la cocina de la única habitación que tenía el apartamento.
- ¿Ves? Al final tengo que ir yo.
- Toma mi monedero.
- ¿Te fías de mí?
- Demuéstrame que puedo.
Deidara sonrió y salió de la casa. Konan miró la foto de Pain.
- Parece que va encaminándose ¿Verdad? Yo creo que sí, ya te dije que estaba segura que lo lograría.
Shikamaru caminaba nervioso y preocupado por el pasillo que comunicaba los quirófanos con tas salas de reanimación y también de nonatos. Iba detrás de la enfermera que se detuvo frente a una puerta doble y la abrió.
- Hola chicas. Traigo al papá de la gemela de cabeza naranja.
- ¿De la cerillita? – habló una de las enfermeras – No te ofendas, es que nos ha llamado mucho la atención.
- Acompáñale a una de las salas de lactancia, ahora la llevamos – añadió otra.
Era una sala muy grande y muy iluminada. Había bastantes pequeñas cunas de un material transparente, como cristal, y se podía ver perfectamente a los bebés. También había unas cuantas incubadoras y varias enfermeras repartidas por toda la sala atendiendo a algunos bebés que lloraban.
Shikamaru siguió de nuevo a la enfermera hasta una zona donde había algo parecido a los probadores de las tiendas. Todos estaban vacíos, podía verlo porque las cortinas estaban descorridas y dentro de ellos había dos sillas y una pequeña mesa.
- Espera aquí mismo – habló la enfermera señalando el interior de uno de ellos.
- Ya traigo a esta princesita – habló otra enfermera que se acercaba con uno de los bebés liado en las mantas en brazos – Aquí está tu papá, bonita.
- ¿Es mi niña? – preguntó Shikamaru mirando aquel pequeño bebé, al que apenas podía ver la carita.
- Sí que lo es. Shikami Nara ¿Es ese su nombre, no?
- S-Si.
- Pues tómala.
- ¿Yo? ¿Sabré hacerlo?
- Siéntate – sonrió la enfermera – Yo te la doy… Así.
No podía ocultar el miedo y la emoción que sintió al tenerla en sus brazos. Era tan pequeña y pesaba tan poco, parecía tan frágil ¿Cómo hacía para que no se le cayese pero sin hacerla daño?
- Toma – añadió la enfermera sacando de su bolsillo en pequeño biberón, más pequeño de los que Shikamaru había visto y con un rotulador hacía una marca en él – Tiene que tomarse hasta aquí ¿Vale?
- ¿Se lo voy a dar yo? – preguntó casi con terror.
- Pues claro. Dar un biberón en facilísimo.
- ¿Y si la ahogo?
- No seas bruto, no la vas a ahogar ¿Es que no has ido a clases de preparación?
- Si, pero… ¿Y si no quiere comer?
- Pues oblígala un poquito, hombre. Y no tengas miedo que los bebés no se rompen tan fácilmente. Ahora te traigo unas toallitas para limpiarla por si se mancha, ah y no te olvides de que tiene que expulsar los gases, es muy importante ¿Sabes cómo hacerlo?
- Mendokusei, creo que sí.
- Bien, pues cierro la cortinilla para que tengas más intimidad.
Shikamaru miró al bebé que tenía en brazos ¿Así que esa era su hija? Si, si lo era, la reconocía, a pesar de que siempre había pensado que todos los bebés eran iguales y a pesar de lo poco que había visto y con poca luz, podía reconocerla. Era su carita, igual que la de Chiharu en las fotos de bebé. Parecía dormida, tenía puesto una especie de gorrito, como una malla, en la cabeza para que mantuviese el calor pero podía ver escapando algunos ricitos de su cabello naranja. Las manitas eran muy pequeñas y tenía los deditos abiertos, como separándolos todo lo que podía unos de otros, eso era algo que le llamó mucho la atención ¿Y ahora como le daba el biberón si estaba dormida?
Eran tan pequeña y parecía tan frágil.
Se sentía muy emocionado, con ganas de llorar y casi con miedo acercó sus labios a la frente para besarla… su pequeña Shikami, su hija, la hija de Akane y suya ¿Podía ser que de un error saliese aquello?
Mientras la miraba recordó el momento de su nacimiento. Él miraba a Akane a los ojos, trataba de que mantuviese la mirada fija en él.
"…
- Vamos Akane, solo un poco más, lo estás haciendo muy bien - le decía.
- ¡Yo me quiero ir a mi casa! – gritaba Akane.
- Venga, empuja, vamos.
- ¡Calla ya con los empujones!
- Venga, que te prometo que los siguientes van a ser adoptados.
- ¡Los siguientes los va a tener tu padre! – gritaba más aún - ¡Tú a mí no me vuelves a tocar ni con un palo!
- ¡Ya sale! – exclamó la matrona - ¡Ya está aquí! ¡Vamos, no te pares ahora!
De un momento para otro la cara de Akane cambió completamente. Toda la crispación que mostraba había desaparecido de golpe sustituyéndola por asombro mientras se oía el llanto de la pequeña.
- ¡Es una niña! – anunció la matrona.
Sin cortar el cordón umbilical se la pusieron a Akane en el pecho y esta comenzó a llorar.
- ¡Shika, es nuestra niña!
- Lo has hecho muy bien, calabacita, muy bien.
- Mira Shikamaru ¡Tenemos una niña! ¡Eres padre! ¿No se parece a tu madre?
- Pero tiene… tu misma cabeza.
Después de eso todo pasó muy deprisa. Un par de enfermeras dijeron que tenían que hacer una exploración a la niña, la iban a pesar, a medir y todo eso que había que hacer, además también indicaron que se la iban a llevar a la sala de nonatos, que era donde tenía que estar ya que era prematura.
Akane comenzó a quejarse de nuevo. Shikamaru pensó que iba a gruñir por separarla de su hija porque eso parecía la reacción típica de Akane pero no, se quejaba de un nuevo dolor, un dolor fuerte y "distinto".
- Eso es la placenta – explicó la matrona - ¿No puedes aguantar? Querría coserte antes esta episiotomía-
- ¿Ha coserme? – se extrañó Akane - ¡Pero si voy a tener otro hijo!
- Pero no sabemos lo que tardará y es preferible darte unos puntos ahora…
- ¡Duele! – gritó Akane - ¡Duele mucho!
- Aguanta un poco y no empujes.
- ¡No puedo evitarlo! Mi cuerpo empuja solo.
- Bueno pues venga, vamos a sacar la placenta.
- ¡No es eso! Es otra cosa, me duele de otra forma.
Todo ser volvió caótico. Shikamaru no recordaba muy bien todo lo que había pasado, solo recordaba que se asustó, o más bien entró en pánico. Todo el mundo parecía alarmado, la matrona hablaba de posible sufrimiento fetal, una de las enfermeras de taquicardia, Akane hiperventilaba y él estaba a punto de hacerlo también. Hablaban y hablaban, esos señores hablaban con Akane que parecía aterrada mientras le ponían un montón de ventosas y aunque no se enteraba de nada era fácil darse cuenta de que algo no iba bien.
- Ven - la matrona le separó un poco del potro donde estaba Akane mientras Shikamaru veía entrar en el quirófano a un par de hombres - Tenemos una pequeña dificultad que ha surgido de pronto.
- ¿Qué dificultad?
- No te preocupes, no es nada grave. Ellos son el anestesista y el ginecólogo de guardia. No te asustes pero tenemos que practicar una cesárea. Ya sabías que quizás había que hacerla, ¿no?
- Si, pero creía que todo iba normal.
- Y va normal, es solo que, como son dos, pues todo es un poquito más difícil, nada importante, es algo muy habitual, no te asustes. Digamos que el cuerpo de Akane está cansado por el esfuerzo del parto y quiere descansar pero no puede hacerlo porque el otro bebé quiere salir y para facilitar las cosas vamos a ayudarle.
- ¿Pero qué es eso del sufrimiento fetal?
- No es nada, no te preocupes, es por el estrés del parto anterior o quizás se haya enredado el cordón umbilical. Tú no te preocupes que todo está controlado. Eso sí, es mejor que salgas, las cesáreas no son agradables. La enfermera te acompañará a la sala de nonatos, allí seguro que eres de más utilidad que aquí.
…"
Shikamaru pensó que debería intentar darle el biberón a la niña ya que se lo habían llevado. Alzó la mano y se detuvo al oír un imprevisto jaleo en la sala. Alguien entraba hablando en voz alta.
- ¿Tenéis preparada la incubadora? - escuchó.
- Si, la segunda del fondo, está todo listo.
- Es un varón. Prematuro. Mala profusión torácica, mala oxigenación, posible malformación renal. Llamar al pediatra de urgencias, le necesitamos cuanto antes.
Shikamaru se levantó bruscamente de la silla y abrió la cortinilla. Ese era su hijo, ¿qué le pasaba?
Vio a las enfermeras moverse con rapidez por la sala y a una sacar a algo, algo pequeño de una incubadora móvil para depositarlo en otra más grande y empezaban a ponerle cables y tubos. Era un bebé pero era aún más pequeño que la niña, movía los bracitos y las piernas sin parar y lloraba con un gemido entrecortado y débil, pero lo que más impresionó a Shikamaru era el color, ese bebé parecía morado, casi azulado.
Ya no le importo el miedo que sentía por tener a la niña en brazos, ya no pensaba en si se le podía caer porque ahora lo único que deseaba era acercarse, comprobar que era su hijo y saber que le sucedía.
- ¿Cómo se llama el bebé? – preguntó una de las enfermeras – Es para poner el cartel con el nombre en la incubadora.
- Nara. No sabemos el nombre, pon Nara que es el apellido.
- Es el padre – susurró una en voz muy baja – No dejéis que se acerque todavía, se pondrá nervioso y nos entorpecerá.
Una de ellas se separó e interceptó a Shikamaru impidiéndole acercarse.
- ¿Algún problema con la niña? ¿Se lo ha tomado todo? ¿Ha echado los gases?
- Es que aún no le he dado nada.
- ¿Y cómo es eso?
- Es que está dormida y es que ese niño es…
- Pero es importante que le des tú el primer biberón, se creará un lazo entre vosotros. Venga, vamos ¿Le has hecho una foto para enviársela a los abuelos? ¿No? Pues venga, que te ayudo, verás que ilusión que les va a hacer.