domingo, 22 de marzo de 2015

220. Lazos

Shikamaru, con su niño en brazos y apoyado contra su pecho, reposó la cabeza en el respaldo del sillón que le habían dejado en la sala de nonatos, mientras escuchaba el llanto de algún que otro bebé y la charla en voz baja de las enfermeras. Para él era muy curioso darse cuenta de que, entre todos los llantos, podía saber cuándo era su hija la que lloraba, quizás era algún matiz distinto que su inconsciente discriminaba o por el lugar desde donde venía el llanto, pero cuando lloraba él se enteraba.
Estaba en una parte bastante solitaria de la sala, la única incubadora que allí había era la del niño y aunque la hora que dejaban para que los padres dieran de comer a los bebés ya había pasado, a él le habían permitido quedarse porque tenían prevista la intervención para esa misma tarde.
No iba a disimular y a decir que no estaba asustado, estaba aterrado, su niño era muy pequeño, apenas si pesaba un kilo y la operación era delicada. No podía creerse que estuviese pasando eso ¿por qué? Era tan pequeño y apenas tenía dos días de vida, ni él, ni Akane se merecían estar pasando esa agonía y el niño, su niño, con solo dos días de vida y lo único que había conocido era pinchazos en su cuerpecito, estaba tan lleno de cables y tubos que le dolía verle así.
El niño había nacido con una malformación en uno de los riñones. Había tenido otros problemas al nacer, pero lo realmente grave y urgente era que tenían que operarle y... era muy pequeño.
No paraba de moverse, continuamente tenía los brazos y las piernas en movimiento, debía ser él quien se movía tanto y del que se quejaba Akane porque la niña era bien tranquila, se pasaba el tiempo durmiendo y ni se despertaba para pedir de comer. Su madre decía que la niña era como él de pequeño, igual de perezosa y que ella, para darle el biberón, tenía que hacerle cosquillas en la planta del pie. Pero Miyake no era así, no paraba quieto, a pesar de lo delicado que estaba aún tenía energía para patalear.
Estaba siendo una espera larga y amarga. Shikamaru nunca se había imaginado la angustia que podía llegar a pasar pensando en la operación. Si estuviera Akane allí...
Pero Akane no estaba.
Tampoco podía enfadarse con Akane, o quizás es que no le quedaban fuerzas para hacerlo.
No, no era eso. No estaba enfadado con Akane, en cierta forma la entendía, no era culpa de Akane.
Después de que Shino le hablase de la depresión postparto, Shikamaru se informó, quería estar preparado para cualquier eventualidad para poder controlarla mejor. Cierto, Akane se había deprimido y mucho, había que tener en cuenta que tras despertar de la cesárea no vio a sus hijos, solo había visto a la niña unos minutos y al niño ni eso y no la dejaron ir a verlos.
Al principio la razón era la cesárea en sí, no podía levantarse de la cama en unas horas y tenían prohibido subir a los niños a la habitación. Por más que Akane pidió y suplicó no sirvió de nada y una terrible pena empezó a dominarla ¿Y si le había pasado algo a los niños y no querían decírselo? Y tenía razón, su suposición era cierta a la mitad y la matrona apareció para "ayudar", cosa que no hizo.
Akane tardó más de un día en conseguir que la bajaran en silla de ruedas hasta nonatos y cuando estuvo allí sorprendió a todos atendiendo solo a la niña y negándose a ir donde estaba el niño.
No, Akane no era mala madre. Estaba triste, deprimida, desesperada y aconsejada de la peor forma. La matrona, quizás llevada por experiencias anteriores, habló con Akane de la gravedad del estado del niño, de lo peligrosa que era la operación y para advertirla de que podría fallecer y ella tenía que estar preparada para ese hecho.
Shikamaru vio con desesperación que todos sus intentos de resultar optimistas fueron inútiles. Las palabras de esa mujer "que quería ayudar" hicieron más daño que bien. Se suponía que Akane no debía encariñarse con el niño por si no superaba la operación, que lo que tenía que hacer era centrarse solo en la niña, solo en ella y Akane, siguiendo sus consejos "de mujer que había visto morir a muchos bebés y sabía lo terrible que era para las madres", no quiso ver al niño para no "encariñarse".
Shikamaru, preocupado como estaba por la operación, no tuvo ganas de insistir pero sí hizo lo que mejor sabía hacer: utilizar su mente y su lógica y estas le dijeron que pidiese ayuda a la psicóloga que conocía y en la que confiaba, la madre de Naruto.
Se sentía agotado, quizás es que tenía miedo de que todo saliese mal. Cerró los ojos mientras intentaba visualizar en su cabeza que todo salía bien, si, seguro que todo iba a salir bien.
- Anda pasa – se escuchó una voz masculina – Pero no armes jaleo. Aquí os lo dejo, tiene permiso.
- Gracias, no armaré jaleo, dattebayo.
¿Ese era Naruto? Shikamaru abrió los ojos y se incorporó hacia delante. Si, era Naruto, el rubio saludaba a las enfermeras con bastante confianza, una de ellas le señaló donde estaba Shikamaru y hasta allí se dirigió.
- ¿Pero qué haces aquí? – preguntó Shikamaru.
- Es la ventaja de que mi madre sea psicóloga ¿Cómo estás?
- Estoy hecho polvo, Naruto, hecho polvo – suspiró.
- A la niña ya la he visto antes, ttebayo. Qué bonita que es, parece increíble que de un tío tan feo como tu haya salido una niña tan guapa ¿Y este pequeñajo a quien se parece?
- Creo que se parece al padre de Akane, pero tiene los ojos y el pelo de los Nara. Es muy pronto aún para saberlo.
- ¡Eh, pequeñajo! Soy tu tío Naruto, te voy a enseñar un montón de cosas, dattebayo, como chutar bien un balón ¿Te has fijado, Shikamaru? Tu hijo tiene los puños cerrados.
- Si, siempre los tiene así.
- Eso es porque es un luchador que está dispuesto a enfrentarse a la vida aunque sea a puñetazos. Todo va a salir bien, ya lo verás, este pequeño no se va a rendir.
- ¿Y dices que ya has estado antes aquí?
- Sí. Vine con mi madre y vi a la niña. Mi madre ha estado hablando con los pediatras y con el cirujano que va a operar a este campeón. No tienes que preocuparte de nada, de veras. Ahora ha ido a hablar con Akane. Oye, también ha hablado con el ginecólogo ¿Es cierto que Akane está muy fastidiada?
- Perdió mucha sangre, tuvo un desgarro uterino y ahora pues se encuentra muy débil.
- Si, oí decir que tenían que ponerla una infusión de sangre.
- ¿Una infusión? ¡Una transfusión, burro!
- Si, eso, ttebayo. Dijeron que tenía que tener 12 pero que solo tenía 5 ¿Qué significa?
- Es el nivel de hemoglobina. Akane está muy débil, no puede tenerse en pie, se marea, no puede dar cuatro pasos sin marearse.
- Y oí que no quiere que le hagan la transfusión esa ¿Es que se lo prohíbe su religión?
- Lo que se lo prohíbe es su cabezonería. Es tozuda como una mula y se le ha metido en la cabeza que si la ponen sangre va a estar bien y le van a dar el alta.
- ¿Y eso es malo? – preguntó completamente extrañado Naruto.
- Es malo para ella porque los niños se quedarán en el hospital y ella, ya sabes cómo es, no quiere irse del hospital sin ellos. Es muy cabezota.
La puerta de la sala se abrió de nuevo y tanto Naruto, como Shikamaru reconocieron la voz de Kushina.
- ¿Hemos llegado a tiempo? – preguntaba Kushina mientras entraba en la sala empujando la silla de ruedas donde estaba sentada Akane vestida con una bata azul que Shikamaru le había comprado "para que estuviese guapa".
- Si – contestó una de las enfermeras – Los médicos aún no han venido.
- Bien – habló Kushina a Akane – Hemos tenido suerte.
- ¿Esa es Akane? – cuestionó Naruto al verla - Parece… parece una muerta.
No era una observación muy apropiada pero Shikamaru reconocía que tenía razón. Akane, a parte de la tristeza que reflejaba su rostro y sus ojos hinchados, estaba pálida, no, más que pálida, pero lo que más impresionó a Naruto fueron sus labios, unos labios sin color, casi blancos.
- Ya estamos aquí – declaró alegre Kushina - ¿Akane?
Akane había girado la mirada, no quería mirar a Shikamaru con el niño en brazos y Naruto, que seguía mirando sus pálidos labios vio como estos empezaban a temblar.
- Akane, tienes muy mal aspecto, ttebayo – dijo sin pensarlo mucho.
- Mira Akane – habló Kushina acercándola todo lo que pudo a sillón donde estaba Shikamaru – Este es tu niño, es tu hijo. Es muy pequeño y te necesita, necesita a su madre. Su padre está haciendo todo lo que puede pero también te necesita a ti.
Akane no cambió su postura.
- Akane, mira – habló ahora en un tono mucho más severo Kushina – Eso que te han dicho es una tontería. La vida es dura y pasan cosas duras pero por ignorarlas no van a dejar de pasar. Este es tu hijo y no puedes darle la espalda ¿Vas a darle la espalda como te la dio a ti tu madre? – Esas frases hicieron reaccionar a Akane y miró asustada a Kushina – Si le pasase algo al niño ¿Qué vas a hacer? ¿Hacer como que nunca existió? Anda, si, ignórale, pero antes mírale a la cara y díselo, venga, se al menos honesta en eso y díselo, mírale y dile que no hay amor para él, que te da igual lo que le pase, mírale y dile que para él no hay nada.
Las lágrimas comenzaron a resbalar por la cara de Akane mientras empezaba a mirar al niño. Con un movimiento brusco se tapó el rostro con las manos y empezó a llorar de una forma angustiosa.
- ¿Qué he hecho? ¡Soy un monstruo!
- Akane no… no digas eso – habló emocionado Shikamaru – Akane…
Kushina le hizo un gesto para que le diera al bebé, Shikamaru, con mucho cuidado de no tirar de ningún cable así lo hizo y se levantó para poner sus manos en los hombros de Akane. Al sentirlo Akane quitó sus manos de la cara y con una rapidez que sorprendió a Naruto, se levantó de la silla y se abrazó a Shikamaru.
- Perdóname Shikamaru, no sé qué me ha pasado.
- Nada, no te ha pasado nada – hablaba Shikamaru acariciándole el pelo – Te dieron un mal consejo, solo eso.
- ¡Pero es mi niño! ¡Y te he dejado solo con todo!
- Pero ya estás aquí. Anda, coge al niño, él está deseando sentir a su madre, estuvo dentro de ti casi ocho meses, te debe echar de menos.
- Desabróchate un poco la bata, que sienta el calor de tu cuerpo – dijo Kushina mientras se lo daba.
Con gran seguridad Akane cogió al niño y lo acercó a su pecho y entonces sucedió lo que a ojos de Naruto era un milagro, el niño paró de moverse como si el calor del cuerpo de su madre fuera lo que estaba buscando.
- Vaya – se lamentó Kushina – Ya vienen a por él – Akane la miró con miedo – No te asustes, todo va a ir bien.
Se acercaron dos hombres, uno de ellos parecía bastante joven, saludaron a Kushina y después a Shikamaru.
- Me imagino - habló el más mayor dirigiéndose a Akane - Que usted es la madre del niño.
- Si, yo soy la madre.
- Bien. Yo soy el doctor Tachibana, el cirujano que voy a operar al niño y él es el doctor Yamada, el anestesista.
- Supongo que tu - habló Akane mirando al supuesto anestesista - Con esos ojos no vas a hacer daño a mí niño ¿no?
- No se preocupe señora Nara - sonrió el cirujano - Aunque parezca joven tiene mucha experiencia. Bien, supongo que querrá saber en qué consiste la operación, ya se lo he explicado a su marido pero con mucho gusto estoy aquí para resolver todas las dudas que tenga.
- ¿Es necesaria la operación? ¿No se puede hacer algún tratamiento?
- Me temo que no. La mejor solución es pasar por quirófano.
Los doctores dedicaron bastante tiempo a explicarle a Akane todo lo que iba a pasar desde el momento en el que el niño entrara en quirófano, en que consistía la operación y como iba a ser el postoperatorio. Después, tras besar al niño, los asustados padres vieron como se lo llevaban en una incubadora móvil.
- Venga, vamos a la sala de espera - propuso Kushina.
- Yo llevo la silla, dattebayo.
Akane se sentó, ahora estaba muy asustada y volva a llorar.
En una de las salas de espera cercanas a los quirófanos estaban ya los padres de Shikamaru, el padre de Akane y su mujer, Chiharu, Temari. Ino, Chouji y la abuela de Shikamaru, que había venido desde el pueblo para acompañar a su familia en esos momentos.
- Que nerviosa estoy - comentaba Chiharu - ¿Pudiste al final ver al niño, Ino?
- Si, sí que pude; como son mellizos me pude colar en la toma del biberón diciendo que tenía que ayudar al padre. ¡Es más chiquitito! Es que es muy pequeño, el pañal le cubría entero.
- Si - rio Chiharu - Le queda sobaquero.
- ¿Como es que no ha venido Shikato? - preguntó Ino a Temari.
- Tenia un examen, pero ya le ando informando de todo.
- ¡Mira ya viene Shikamaru!
Shikamaru y Naruto entraron en la sala de espera, Yoshino, Maron y la abuela no esperaron a que llegase a donde estaban y le interceptaron.
- ¿Ya le han metido en quirófano? – interrogó Yoshino.
- Si – contestó Shikamaru – La operación va a ser larga, puede tardar 3 horas o más, así poneos cómodos y marchaos si queréis a dar una vuelta.
- Pobrecito mi niño – se lamentaba la abuela - ¿Y Akane dónde está?
- ¿Aún sigue con esa actitud tan negativa? – preguntó su padre.
- No, no. Es que ha decidido, por fin, que si quiere que le hagan la transfusión y la madre de Naruto la ha llevado a firmar unas autorizaciones.
- ¿Por fin ha dado su brazo a torcer? – se interesó Maron – No me lo puedo creer.
- Ha recapacitado y se ha dado cuenta de que así no tiene fuerzas para nada y que si le ponen sangre estará fuerte para atender a sus hijos.
- Y va a necesitar estar fuerte – agregó Yoshino – Sobre todo por el niño, que seguro que necesita un montón de cuidados.
- ¿Y qué consecuencias va a tener la operación? – cuestionó Ino - ¿Le van a extirpar al final el riñón entero?
- Van a intentar extirparle solo la parte malformada y no hay que alarmarse, el niño podrá hacer una vida normal y corriente.
- ¿No va a necesitar diálisis? – preguntó ahora Chiharu.
- Ya os dije que no. No os preocupéis tanto.
- Que no nos preocupemos dice – dijo Temari con tono sarcástico – Como si él no estuviera preocupado. Entonces ¿Van a ponerle a Akane la transfusión ahora?
- Si, bueno, lo que tarden en sacarle una muestra de sangre y comprobar que efectivamente es el tipo sanguíneo que ha dicho, tienen que asegurarse.
- Vamos que ya mañana Akane va a estar como una rosa – añadió Naruto – Ya lo veréis, dattebayo.
- Y no parará de hacer cosas, lo estoy viendo… mendokusei ¿No han venido Ryuko, ni Jisei?
- Si, sí que han venido – contestó Chouji – Y también Kankuro y Sumire. Han ido a la cafetería porque Sumire estaba a punto de un colapso nervioso.
- A mí lo que me da mucho miedo es la anestesia – comentó Maron.
- ¡Todo va a ir bien! – exclamó Naruto – Ese niño es un peleón, dattebayo.
El tiempo pasaba despacio, demasiado despacio, de una forma desesperadamente lenta. Por la sala de espera comenzaron a entrar y salir personas, algunos llegaban y otros se marchaban. Chouji se marchó para acompañar a Ryuko a su casa, también lo hicieron Kankuro y Sumire porque empezaba a anochecer. Shikato llegó, al final le había dado tiempo de llegar.
Otra llegada que sorprendió mucho fue la de la madre de Akane. Apareció de pronto ante el asombre y sorpresa de todos.
- Me han dicho que hoy operan a mi nieto – fue lo que dijo.
No fue recibida con mucho entusiasmo, más bien era recelo lo que provocó. Mientras hablaba con Yoshino y Maron contando que no había podido ir antes, Chiharu, Ino y Temari formaron un grupo un poco apartado y hablaban en voz baja.
- Ha dejado a Ginta al cuidado de su hijo pequeño – decía Chiharu – Por eso Ginta no ha podido venir, él me dijo que quería venir pero que no podía por su madre.
- ¿Es cosa mía o está convirtiendo a Ginta en una especie de Akane-2? – comentaba Temari.
- Yo creo que si – afirmaba Ino – Oye ¿Y tú no estás ahora muy en contacto con Ginta?
- N-no – contestó ruborizada Chiharu – Es... es que es el hermano de Akane y… ¡Pues lo normal entre familia!
- Ah, claro – sonrió con malicia Ino guiñándole un ojo a Temari que le devolvió la sonrisa.
En cierto momento Shikamaru tuvo que marcharse porque le tocaba dar la toma a la niña, su abuela le acompañó y tras más o menos una hora regresaron y la operación aún no había terminado.
Mientras tanto, Akane había visto como le sacaban sangre y tras una media hora un ATS entró en su habitación con dos bolsas de sangre y volvía a preguntarle por su grupo sanguíneo para confirmarlo por tercera vez.
Jisei se había quedado con Akane, porque alguien tendría que hacer compañía a Akane, no iba a estar ella sola y todos los demás en la sala de espera, claro que solo podía quedarse uno en la habitación y fue Jisei.
- Que suerte tienes de estar en una habitación para sí solita – comentó en un momento dado.
- No es suerte. Mi tía, la madre de Ayesa, la ha pagado.
- ¿Y eso? Sí que tienes una tía generosa.
- No creas. Lo hace para demostrar que es mejor que mi madre y presumir de lo que ella hace por sus sobrinos. Mi madre y mi tía siempre han tenido esa especie de pique.
- Pero tú sales ganando.
- Eso si- Oye Jisei ¿A que mi niña es muy bonita?
- Es una verdadera muñequita. Irina Shayk muerte de asco que ha llegado Shikami Nara.
- Si, tu ríete, pero para mí es la más bonita del mundo.
- Si no me rio, si yo también la veo preciosa.
- Y mi niño también, espera que se recupere y verás. Por cierto ¿No se te va a hacer muy tarde si te quedas conmigo?
- No te preocupes. Iruka va a venir a buscarme ¿Qué te pasa? – preguntó al verla hacer gestos como si estuviese incómoda.
- Tengo mucho calor, a ver si puedes darme mi abanico, está en el cajón. Ya me han dicho que iba a darme calor… ufff. Pero que bien, mañana voy a estar en forma y podré ir a cuidar a mis niños sin ayuda de nadie.
- ¿Lo ves? Cabezota, que eres una cabezota.
Lo que tenía asombrada a Jisei era que podía ver como poco a poco el color iba volviendo a Akane y sus blancuchos labios empezaban a ser rojizos. Era como ver la vida entrando en el cuerpo de su amiga.
- Jisei…
- ¿Te pasa algo?
- No, no, es solo que estaba pensando que me he portado muy mal. Ha sido una madre horrible, lo pienso y…
- Pues no lo pienses más. Ya ha pasado.
- Pero es que no sé cómo pude ser tan mala, como pude escuchar esos consejos… Mira Shikamaru, él si ha sido un buen padre, mejor que yo madre.
- Anda y no digas tonterías. Estabas vulnerable y te dieron un mal consejo, sin mala intención, pero malo y tú no estabas al completo de tus facultades mentales, andabas muy confundida por un montón de sensaciones que te apabullaban. No te preocupes, tu aura ya ha vuelto a ser la de siempre, lo que ahora tienes que proponerte es no volver a dejar que el pesimismo te invada.
- Ya verás que no. Ya he regresado. Aquí está Akane y no va a haber nada que pueda conmigo y mis niños van a estar bien, ya lo verás y haré lo que sea por ellos, lo que sea.
- No lo dudo.