miércoles, 12 de octubre de 2011

19. Conociéndote un poco más


A Sumire el camino se le estaba haciendo larguísimo. Por fin, Shikamaru se paró frente a una casa y tocó el timbre.
- ¿Vives aquí?
Shikamaru pensaba que aquella había sido una pregunta bastante tonta; a él, sus piernas parecían no querer obedecerle más.
Un chica algo menor que Shikamaru, parecida a él, solo que con rasgos más femeninos, los ojos más grandes y el pelo muy largo y suelto, abrió la puerta.
- ¡Mamá! - gritó al verle allí, cargando con esa chica a la espalda - ¡Shika se ha encontrado algo!
- ¡Déjame pasar! - gruñó Shikamaru.
- ¡Vas a mojarlo todo, inútil!
- ¡Qué me dejes, pelmaza!
La chica se apartó y Shikamaru entró. Sumire bajó de su espalda y el chico se estiró.
- Gracias Shikamaru.
- ¡Mamá! - volvió a gritar - ¡Tu hijo ha secuestrado a una chica!
- ¿Qué pasa? - dijo un hombre que era como el clon de Shikamaru pero mayor y con una pequeña perilla, asomándose - ¡Por dios! ¿Qué te ha pasado?
- ¿A que viene tanto…? - su madre, que curiosamente se parecía a la muchacha, se acercó - ¿Dónde te has metido?
- Ella es Sumire - dijo Shikamaru tranquilamente - Es una compañera de clase, me la he encontrado en este lamentable estado.
- Buenas tardes, siento la molestia, su hijo ha sido muy amable y me ha ayudado.
- Pero hija ¿Qué te ha pasado? - añadió la madre alarmada - Pasa, pasa bonita, quítate ese chubasquero ¡pero si estás empapada!
- No, no mucho. Shikamaru se ha mojado más.
- Shikamaru ¡Tráele uno chándal tuyo!
- Señora yo no…
- O mejor, uno de Chiharu.
- ¡No! - gritó la hermana - ¡Que éste no entre en mi cuarto! Yo lo traigo.
- No, mejor no, que suba arriba, vamos.
Shikamaru se estaba quitando las zapatillas.
- Chiharu lleva el chándal al aseo de arriba, ¡vamos Shika, espabila, que es para hoy!
- Pero señora…
- Nada, nada, ahora mismo Shikamaru te sube arriba, te quitas esa ropa y te lavas un poco. Y tú - dijo dirigiéndose a su hijo - Por una lavadora con su ropa y luego la secadora ¿entiendes?
- Si… vale.
- ¿Cómo has dicho que te llamas, bonita?
- Sumire Sawanaguchi, señora.
- ¿Y que hacías en la calle con éste tiempo?
- Es que tengo que imprimir unas cosas.
- Shikamaru te las imprimirá ¿me escuchas?
- Siiiii - contestó pesadamente.
- Que le prepares algo calentito ¿me oyes? Y no la dejes marcharse hasta que deje de llover o mejor, la acompañas ¿y mis huevos? ¿Has traído los huevos?
- No me ha dado tiempo.
- ¿Cómo que no te ha dado tiempo?
Shikamaru optó por no contestar.
- Ya está - dijo Chiharu regresando - Te he dejado un chándal en el servicio.
- Pero es que yo…
- No te olvides de los huevos y date prisita que regalan unos flanes.
- Que si… ¡mendokusei!
- Y dale toallas limpias a esta chica.
Un gato de color naranja se acercó a Shikamaru y empezó a olisquear sus piernas. Chiharu le cogió en brazos.
- No te acerques a este, que te va a mojar.
- ¿Te has enterado de lo que tienes que hacer?
- Siiii. Toalla, lavadora, secadora, imprimir, huevos, flanes, algo calentito, acompañar…
- Y pórtate bien - añadió el padre.
- Y también te duchas - habló la hermana - que hueles a ciervo mojado.
- Bueno pues ¿nos vamos o qué? - preguntó el padre.
- Si, ya vamos - respondió la madre - Tú tranquila y descasa bonita y tú, ven y dame un beso.
- ¡Pero si ya nos hemos despedido! - se quejó el chico.
- ¡No me protestes! Estás empapado, cámbiate esa ropa o cogerás una pulmonía. ¡Y no te olvides de los huevos! ¿Eh?
- Ni de dar de comer a Kumiko - agregó la hermana dejando al gato en el suelo - ¡Y ni se te ocurra entrar en mi cuarto!
- Que sí, que vale, ala… largaos.
- Y limpia todo esto hermanito, que mira como lo estás poniendo.
Shikamaru abrió la puerta de la calle.
- Largaos de una vez
- ¿Sabes lo que tienes que hacer, no?
- ¿Otra vez? Que siiiii.
- Y no te olvides de los huevos.
- Que nooooo.
- Volveremos el domingo por la tarde.
- Pasarlo bien.
- ¡Y no toques mis cosas! Adiós asqueroso - se despidió la hermana.
- Si, yo también te echaré de menos.
- Y da de comer a Kumiko.
- Vamos, no te quedes ahí, sube a esta chica arriba.
- ¿Os vais o no?
Sumire estaba alucinada, no había podido decir ni una frase completa.
- Adiós Yo soy Chiharu, la hermana de éste inútil, encantada ¿eh?
- ¡Vamos! - dijo finalmente el padre - O no llegaremos nunca. Que pesadas sois las mujeres ¡por dios!
Por fin todos salieron y Shikamaru cerró la puerta.
- Mi familia - dijo con tono de suplicio - Bueno, sube a mi espalda otra vez.
- No, no, mejor me marcho.
- ¡No digas tonterías! ¿Y lo que tienes que imprimir? Venga, la impresora está arriba.
- Yo no quería molestarte.
- No es molestia, además tengo que lavar tu ropa.
- No hace falta, yo imprimo eso y me voy.
- Ah no, mi madre lo descubriría.
- ¿Cómo lo va a descubrir?
- Mi madre lo descubre todo, venga, arriba.
Sumire volvió a apoyarse en la espalda de su compañero, esta vez la notó húmeda y fría.
- Estás helado, te noto tiritar.
- No es nada, enseguida entraré en calor.
Shikamaru la dejó en la puerta del servicio.
- Pasa, voy a darte una toalla limpia - abrió un armario sacando de él una tolla y una cesta - Lávate un poco.
Sumire miraba su venda manchada de barro.
- Luego te la cambio, no te preocupes, mira, el chándal de mi hermana, hecha tu ropa en esta cesta y déjala en la puerta ¿vale?
- Shikamaru, estoy pasando mucho apuro.
- No te apures, dame tu mochila, la voy a dejar en mi cuarto es… - se alejó para abrir una de las puertas - Es ese. ¡Ah! Te voy a subir las muletas ¿De acuerdo?
- Gracias Shika.
Shikamaru pasó por su cuarto y encendió su ordenador, un pequeño portátil, luego salió y se dirigió a otra habitación, parecía un despacho y allí encendió la impresora. Bajó a por las muletas y las subió, Sumire ya había dejado la cesta con su ropa en la puerta. Tocó esta con los nudillos.
- ¿Sumire?
- Si, dime.
- Mira, voy a salir a por los huevos de mi madre, te dejo sola un rato.
- Bueno, no importa.
- En mi habitación hay un ordenador, te lo dejo encendido, la impresora está en la habitación del fondo, la última del pasillo, tenemos red inalámbrica así que puedes pedir la impresión sin problemas, tiene papel pero no se si tienes que imprimir mucho.
- No te preocupes. Muchas gracias por todo.
- Te dejo las muletas aquí fuera.
- Vale, gracias.
- No creo que tarde demasiado.
- No te preocupes por mí Shika-kun, estoy bien.
Shikamaru analizó si cambiarse o no de ropa, no, mejor lo haría al regresar, después de una ducha calentita. Se puso las zapatillas, estaban heladas y asquerosamente húmedas. En fin, pondría la lavadora cuando volviese, así metería también su ropa. Salió fuera, el aire golpeando su ropa mojada le hizo sentir un frío intenso, casi doloroso "¡Que tarde más problemática! " Pensó.
...
Después de terminar todo lo que tenía pendiente, Sasuke acompañó a Akane hasta la salida. Por el camino se cruzaron con su madre.
- ¿Te vas ya?
- Si señora, ya he puesto a Sasuke al día.
- ¿Te ha gustado el pastel?
- Muchísimo, estaba delicioso ¿sería muy impertinente por mi parte pedirle la receta?
- ¡No, por dios! Se la daré a Sasuke para que te la entregue. Espera un momento, no te vayas, por favor.
La madre de Sasuke se marchó bastante deprisa, cruzándose por el camino con el padre.
- ¿Ya te marchas? Tenias que haberme avisado Sasuke para poder despedirla.
- No se moleste señor, por favor.
- ¿Vives muy lejos?
- Bueno pues no se, vine en autobús con su sobrino, la verdad, no se si sabré volver. Sakura me ha hecho un plano pero no entiendo nada ¿Me podrías decir donde cojo el autobús, Sasuke?
- Sasuke, acompáñala, no podemos permitir que se pierda.
- Oh, no hace falta, solo…
- Insisto. Además hace muy mala tarde, mi hijo no sería un caballero si te dejara ir sola ¿verdad?
- Si padre. No es molestia Akane, yo te acompaño.
- Coge mi paraguas, es más grande y os cubrirá mejor.
- Pero yo ya tengo…
- Señorita Akane, no me haga insistir, los Uchiha somos muy soberbios.
- Ya vuelvo - decía la madre - Toma querida, ponte esto.
La señora Uchiha llevaba una gabardina en las manos.
- Pero…
- Póntela, está lloviendo a mares.
- Señora Uchiha, gracias por su amabilidad - Akane se puso la gabardina.
- Te queda perfecta. Espero verte más veces por aquí, Akane.
- Muchas gracias por todo, señores Uchiha.
- Cuídala Sasuke.
- El gusto ha sido nuestro, jovencita.
Decidieron ir andando. Sasuke llevaba la cartera y el paraguas.
- Déjame llevar a mí el paraguas hombre, me siento como una inútil.
- Cuando me canse te la doy ¿vale?
- Peor para ti, a veces hay resaber compartir las cargas, aunque puedas tu solo con todo.
- ¿Eso ha sido una metáfora?
- Ha sido algo ¿A que me ha quedado bien?
- A mis padres les has caído bien.
- ¿Tu crees? Deben pensar que soy un ser raro, seguro.
- Y a todo esto ¿Dónde vives?
- Tengo que ir primero a casa de Jisei, he quedado con ella para hacer los deberes, si no los hago hoy tengo el presentimiento de que no los haré.
- ¿Y eso?
- Mañana voy a tener un día movidito.
- ¿Si ganamos vendrás a celebrarlo con nosotros?
- No creas, si me gustaría, pero va a ser imposible.
Así, paseando y charlando llegaron hasta la esquina donde se habían citado el domingo anterior.
- Bueno Sasuke, ya no me acompañes más, no hace falta. La casa está allí, has sido todo un caballero, tu padre puede estar orgulloso.
- Bueno no insistiré, mañana nos vemos.
- Ajá - Akane abrió su paraguas - Tengo un permiso y puedo ir en el autobús, así que forma casi parte del equipo.
- Nos traerás suerte. Toma tu cartera.
- Gracias por todo Sasuke ¡Hasta mañana!
Akane se alejó por el mismo camino que hacía a penas cinco días la había visto acercarse. Sasuke se dispuso a girarse cuando alguien chocó con él.
- Lo siento, yo… ¿Sasuke?
- ¿Iruka-sensei? ¿Estás bien?
- Si, es que no veía por donde iba con esta lluvia. ¿Qué haces por aquí en una tarde tan mala?
- Aozora me ha llevado los deberes y yo la he acompañado, ella no sabía volver.
- Vaya, muy amable de tu parte… y típico de ella. Yo he venido a ver a unos amigos ¿Listo para el gran partido?
- Esperamos hacerlo bien.
- Estupendo. Bueno, que tengáis suerte y paséis a la final.
- ¿Y esta gabardina tan chula? - preguntaba Jisei mientras la examinaba.
- Es de la madre de Sasuke, me la ha dejado.
- Uy, uy, uy ¿Así que tu suegra te presta ya la ropa, eh?
- ¿Quieres que le cuente lo que has dicho a Sakura?
- Creo que no ¿Y como es su madre?
- Es una señora guapa, elegante, con mucha clase.
- Parece que te ha gustado.
- Si, es amable y dulce y tiene una casa… con un jardín… y un salón…. Y…
- ¿Y su padre?
- Serio, muy formal, así como Sasuke.
Sonó el timbre de la casa.
- Ya voy yo - se oyó decir a Kisuke.
- Huele bien - decía Jisei llevándose la gabardina a la cara - ¿Y que te han dicho?
- Me han preguntado por mis padres.
- Claro, seguro que querían saber que clase de familia es la tuya, hay que saber con quien se emparenta uno.
- Hoy estás algo tontita ¿no?
- Hola, buenas tardes - saludó Iruka entrando.
- Iruka-sensei, buenas tardes - habló Jisei.
Iruka se acercó a ella, pegando casi la nariz a la de la chica.
- I-ru-ka - dijo lentamente - Te he dicho que me llames solo Iruka.
- Vale, Iruka - respondió Jisei algo nerviosa.
- Es que no sabe separar su vida privada del instituto - dijo Akane.
- ¿Y tú si, listilla?
- Claro, cuando le veo en el instituto le odio, pero ahora solo le tengo manía, es que me recuerda a uno de mis profesores, no es nada personal.
- Vale, me acabas de golear - dijo Iruka.
- Tú a la pulga no la hagas ni caso - intervino Kisuke.
Kisuke era alto, moreno, con el pelo muy corto y los mismos ojos negros que Jisei.
- Ya está el listo que todo lo sabe abriendo la boca - comentó Akane.
- ¿Qué hacéis? ¿Los deberes? - preguntó Iruka.
- Si - respondió Akane - Los que mi odioso profesor de Biología, que se cree que es el único del instituto, nos ha puesto.
- Ese débese un negrero - afirmó Iruka.
- ¡Ya te digo!
- Bueno, no venía a invitaros a comer mañana, es que el martes es mi cumpleaños.
- ¿Cuántos cumples? - interrogó Kisuke.
- 26
- Jo, que viejo eres - habló Akane - ya tienes más de un cuarto de siglo, sensei.
- Los profesores de Biología son muy rencorosos ¿lo sabías?
- Tú a la pulga ni caso - intervino Kisuke
- Bueno ¿vendréis a comer?
- ¿A la pulga también la invitas?
- Jisei - habló Akane - Abre la ventana que se os ha colado un moscardón.
- Si ella quiere, está invitada.
- Gracias Iruka, te lo agradezco como si fuera.
- Lo digo en serio.
- Mañana tengo que ir al partido y luego haré de niñera con mi hermano pequeño, imposible.
- Oye, antes me he encontrado con Sasuke en la calle ¿Te ha acompañado y todo?
- Han venido los dos juntitos, los dos bajo el paraguas - se burló Jisei - ¿No es bonito?
Akane le lanzó una mirada asesina.
- ¿La pulga y un Uchiha están saliendo?
- ¿Conoces a Sasuke?
- Todo el mundo conoce a los Uchiha.
- ¿Estás saliendo con Sasuke?
- He ido a llevarle los deberes, los mismos que intentamos hacer.
...
Sumire terminó de ponerse el chándal que le habían preparado y abrió la puerta.
- ¿Shikamaru? ¿Te has ido ya?
La habitación de Shikamaru era un cuarto amplio y a juicio de Sumire extrañamente vacío, un armario, un sinfonier, la cama, un escritorio con una silla de apariencia comodísima y ya está. Encima de la cama reposaba una guitarra y su mochila, en el escritorio estaba el ordenador, varios papeles y cuadernos, una carpeta, lápices. En las paredes no había cuadros, ni fotos, solo un corcho en un rincón, eso si, plagado de fotos pinchadas en él. Era lo que se decía una habitación estoica. Sumire cogió su mochila y sacó el pen-drive, se sentó frente al ordenador, en él, un fondo de pantalla de un cielo con blancas nubes le daba la bienvenida. Introdujo el pen-drive y esperó a que el ordenador lo reconociese mirando las papeles que había encima del escritorio "Sueño de una noche de verano" se podía leer en uno de ellos y el nombre de cada uno de la clase, "Vaya, Shikamaru está haciendo sus deberes".
Abrió la carpeta, había un dibujo, era como el dibujo de su foto que había hecho Sai, si, ¿Se lo había hecho uno a Shikamaru? No, no era igual, el que ella había visto los protagonistas estabas a escasos milímetros el uno del otro, a punto de besarse, pero en ese si se estaban besando, y por el gesto dibujado, muy apasionadamente.
- ¡Ala! - exclamó Sumire - ¡Menudo beso!
Sintiéndose como si estuviera espiando a esa pareja, cerró de golpe la carpeta, mejor no seguir mirando.
El ordenador dio un pitido. Y había reconocido el pen-drive. Abrió los archivos y pidió la impresión.
Ahora abrió el cuaderno, en el había partituras de canciones, algunas con la letra escrita debajo de los signos, hojas sueltas con lo que parecía poesías escritas atropelladamente. Miró la guitarra.
- Shikamaru escribe canciones… increíble - Cogió una de las hojas y leyó - ¡Que bonita! ¡Ay, que bonita!
Arrancó una hoja en blanco el cuaderno y copió lo escrito en una de las hojas. Rápidamente la guardó en la mochila. Luego dirigió su interés al ordenador ¿Qué tendría este muchacho? Buscó la carpeta de "mis documentos", estaba protegida por contraseña.
- Ummmh… a ver como piensa esta chico… probemos con "cielo"
Acceso denegado.
- "Nubes"
Acceso denegado.
- ¿Pero que le gusta? Ver el cielo, las nubes, el cielo, vaguear… mirar el cielo…. El cielo…. Las nubes… "kumo" "aoi" "sora"… ¡Ya está!- Triunfante tecleo su idea y dio al enter. La carpeta de abrió - Desde luego, que panolis sois los hombres.
Tenía muchas subcarpetas, canciones, fotos, pero la que llamó la atención de Sumire fue una llamada "Cartas que nunca entregaré" Sumire no pudo evitar echar un vistazo, había bastantes documentos de texto, todos nombrados con una fecha, abrió uno al azar y le echó un vistazo, aquello parecía una carta dirigida a nadie en particular, casi era una diario. Lo cerró asustada.
- ¡Increíble! - murmuró.
Abrió el último de ellos y leyó ¿sería parte de una novela? Decidió mandarlo a la cola de impresión. Cerró todos los documentos y cogió su mochila.
- ¡Serás idiota, Shikamaru! ¿Pues no me he emocionado? Vale Sumire, ya, tranquila, ve a recoger las hojas, no vaya a ser que se atasque la impresora.
...
Sasuke no regresó directamente a su casa, antes pasó por la cafetería donde por las tardes trabajaba Karin ayudando a sus padres. Allí, sentados en una mesa, aburridos, sin hablarse, estaban Juugo y Suigetsu.
- ¡Sasuke-kun! - se acercó melosa a él Karin en cuanto le vio entrar - ¿Cómo es que has venido?
- Quería tomar un café ¿Puede ser? - respondió secamente.
- Claro, siéntate, ahora mismo te lo llevo.
Sasuke se acercó a la mesa de sus amigos.
- ¿Cómo es que te han dejado salir? - preguntó Suigetsu.
- Tenía que acompañar a alguien.
No tardó en aparecer Karin con una taza de café, por supuesto, al gusto de Sasuke. Se sentó a su lado.
- ¿Qué haces? - inquirió Suigetsu - ¿Y tu trabajo?
- Hay poca gente, mi padre me deja tomarme un descanso para estar al lado de mi Sasuke-kun.
- ¡Petarda!
- ¿Tienes algo que decir, inútil?
- Ya, ya… todos sabemos lo que quieres tú de Sasuke ¿A que sí?
- ¿Te parto la boca? - amenazó levantando un puño.
-¡No empecéis! - gruñó Juugo tensando todos los músculos de la cara.
Los dos le miraron casi con miedo. Juugo era un chico tranquilo, hablaba poco y no solía meterse con nadie, pero a veces, cuando algo le molestaba, solía mostrar una faceta totalmente distinta, violenta y bastante agresiva.
- Déjalo Juugo - habló Sasuke.
Juugo le miró y pareció tranquilizarse, relajando el rostro. No se sabía muy bien por qué pero Sasuke parecía tener el don de apaciguarle. En realidad es que él necesitaba creer que así era, siempre se había sentido muy solo e incomprendido, ese carácter suyo no era bien recibido, él único amigo que había tenido en su vida era Kimimaro, pero ahora sus caminos se había separado, no es que ya no fueran amigos, no, seguían siéndolo, muy buenos amigos, solo era que no coincidían tanto.
- Hay una chica en mi clase que me interesa - continuó hablando Sasuke.
- ¿No será la pelirrosa de las narices? - habló molesta Karin.
- No me refiero a Sakura.
- ¿Entonces te gusta otra? - preguntó sarcástico Suigetsu - ¡Chúpate esa, Karin!
- ¿Qué tienes que decir tú desgraciado? ¿Quieres que te recuerde las calabazas que te dio la rubia?
- ¿Eso a que viene ahora?
- ¿No será la rubia, Sasuke?
- ¿Quién? ¿Te refieres a Ino? No, no es ella.
- Lástima, me hubiera gustado que se la restregaras por los morros al cantamañanas éste.
- ¿A ti te gusta Ino?
- La verdad es que está muy bien…
- Cada vez que la ve se pone como una moto - añadió Karin.
- ¿Igual que tú cuando ves a Sasuke?
- ¡Cierra esa boca si no quieres que te la parta! Pero le dio unas calabazas como catedrales ¡Cómo me reí!
- El caso es que quiero que algún día venga con nosotros - les ignoró Sasuke - Quiero que me conozca, que sepa como soy.
- Pues claro Sasuke - habló Juugo - Si es amiga tuya…
- Eso es lo que quiero, que sea mi amiga.
Karin guardó silencio. No le gustaba aquello, no le gustaba nada, pero no diría nada, conocía bien a Sasuke y sabía que los celos y sentimientos de posesión no eran bien recibidos por él, a Sasuke no le gustaba sentirse atado emocionalmente a nadie y menos que le agobiasen ¿Quién sería esa chica?
- Sasuke - dijo al fin - ¿La conocemos?
- Supongo. Es una compañera de clase.
- ¿No será por la que amenazaste a Zenko? - se aventuró Suigetsu - Me lo imaginaba. No está mal, a mi me gustan las rubias pero no le haría ascos.
- Ten cuidado con lo que dices - habló bastante serio Sasuke.
¿Así que era esa cabeza de calabaza? Bueno, no era demasiado especial, sería cualquier capricho de Sasuke, cavilaba Karin, no había problema, ella era una chica paciente, sabía esperar, dejaría que Sasuke se divirtiese todo lo que quisiera, que probase cosas nuevas, al final, se cansaría y ella estaría allí, esperándole. Pero el que fuese paciente no quería decir que fuese tonta o que no lo sintiese.
Karin sentía por Sasuke una atracción que no era capaz de controlar ni de explicar, era algo que la dominaba y la impedía razonar, para ella Sasuke era más que cualquier chico normal y era consciente de lo que le pasaba y también era consciente de que esa atracción podía llegar a dominarla si no conseguía controlarla, por eso le daba toda la libertad que él quisiera, porque si se dejase llevar por sus impulsos puede que Sasuke la apartase de él.
De cualquier forma lo que peor llevaba Karin era el tema de Sakura, por ahí no podía, no la soportaba ¿Quién se creía que era esa niña? Siempre se comportaba como si ella fuese la única amiga de Sasuke, la única con derecho a conocerle ¿Qué se pensaba? ¿Qué Sasuke no tenía más amigos que ella y el rubito? Es que no podía con ella, le molestaba todo, su pelo rosa, sus ojos verdes, su cara de niña buena, su manera de hablar, sus lagrimitas… no, no la soportaba, cada vez que la veía pegada a Sasuke le entraban ganas de tirarla del pelo y…
Respiró hondo, tenía que tranquilizarse, se alteraba demasiado con ese tema ¿Pero que se había creído la niñata esa? Sasuke iba a ser suyo, ya podían ir olvidándose todas esas tontas de él.
- ¿Sabes que te pareces a ella? - comentó burlón Suigetsu.
- ¿Qué dices? ¿Qué yo me parezco a esa? - gritó enfurecida - ¡Ni en el blanco de los ojos, fíjate lo que te digo!
- Pero las dos tenéis gafas y el pelo así…
- ¡No compares! ¡Yo no tengo el pelo color calabaza!
- ¿Estáis listos para el partido de mañana? - preguntó Sasuke.
- Listos y en forma - contestó Suigetsu.
- He invitado a Sakura y a Ino, espero que si nos juntamos seáis amables con ellas.
Karin se sintió más que molesta ¿Por qué las invitaba a ellas? ¿Qué se traía Sasuke entre manos?
- Eso díselo a ésta.
- ¡Tú te callas! Yo haré lo que Sasuke-kun me pida, y si quiere que sea amable, lo seré.