lunes, 31 de octubre de 2011

35. Mucho chocolate puede ser problemático

La comida en casa de Shikamaru había sido mas agradable de lo que Akane supuso que sería. Chiharu parecía disfrutar de la compañía de otra chica y había estado contándole muchas cosas de su familia. Así, Akane descubrió que los "terrenillos" que de vez en cuando Shikamaru comentaba que su familia tenía, estaban en realidad en un bosque, reserva natural de ciervos, muy frecuentada por turistas y excursiones escolares. Los Nara la mantenían, se encargaban de que no entrasen cazadores, atendían a los ciervos heridos, asistían en ocasiones a sus partos y sobretodo recogían las cornamentas, con ellas fabricaban numerosas medicinas. También descubrió que los Nara se regían por unas curiosas normas muy tradicionales bajo el peso de las cuales Shikamaru vivía, por muy problemático que le pareciese.
Durante la comida, Chiharu contó todas aquellas anécdotas que humillaban a su hermano. Shikamaru habló poco, tenía la cara de aburrido de siempre, pero fue tremendamente amable y educado y estuvo pendiente de Akane hasta el más mínimo detalle. Su padre parecía mantenerse neutral y la madre les observaba con un disimulo que no engañaba a nadie.
Al terminar, el padre sugirió que fuesen al salón para tomar la tarta que Akane había traído. Akane y Chiharu se adelantaron, según las órdenes de su madre, Shikamaru debía preparar los platos con la tarta y órdenes eran órdenes.
- ¿Te ha gustado la comida? - le preguntó Chiharu - Mi hermanito se levantó muy temprano esta mañana para ir preparando algunas cosas.
- ¿La ha hecho él?
- Shikamaru cocina muy bien cuando quiere, mi madre nos obliga a trabajar a todos, todos tenemos que saber hacer de todo.
- Quieres decir que colaboráis en los trabajos de la casa.
- No, quiero decir que mi madre nos obliga. Eso es bueno para ti, sabe hacer de todo, así ya lo tienes educadito, ya verás que bien te plancha las camisas.
- No lo hubiera dicho de él.
- Es que mi madre quiere que sepa "sobrevivir"
- Si, y es muy problemático - dijo Shikamaru entrando con un par de platos-
Akane se quedó mirándole, era increíble, después de lo que Chiharu le había contado y de verle ocupándose de todo con sumo cuidado, tenía la sensación de empezar a verle de otra forma, quizás a recordar que era lo que le llegó a gustar tanto de él... no, eso era una tontería, la cara de aburrimiento que mostraba el chico demostraba que era ese al que tanta manía tenía.
Miró un cuadro que presidía el salón, siempre le había llamado la atención, era un óleo de un paisaje forestal.
- Ese cuadro es muy bonito - comentó Akane.
- Es nuestro bosque - contestó Chiharu - ¿Te gusta?
- Shikamaru ¿por qué nunca hablas de tu familia? Sabía que teníais unos "terrenillos" como tú dices, no un bosque.
- ¡Ah! Son cosas de la familia, no tienen la menos importancia.
- Sois una familia muy tradicional ¿no?
- ¿Ya ha salido tu vena cotilla? - sonrió irónicamente - Con normas muy tradicionales, si, pero por desgracia no somos ni los Hyuuga, ni los Uchiha, ni tenemos el mismo dinero, ni el mismo prestigio, ni el mismo glamour... solo nuestras tradiciones desfasadas. Perdona, voy a avisar a mis padres.
Shikamaru se marchó, Chiharu y Akane se sentaron.
- Te lo dije Akane, mi hermano vive bajo el peso de muchas normas, normas muy estrictas, no le gusta hablar del tema, sobretodo porque no siendo un Nara son difíciles de entender. No te preocupes, yo te las contaré poco a poco, si vas a ser la esposa del heredero tendrás que conocerlas.
- Que no me voy a casar con tu hermano, pesada.
- No te asustes, tampoco son tan horribles, yo te ayudaré.
- A ver, tu escúchame, que no estamos saliendo, que no nos gustamos, así difícilmente nos vamos a casar.
Temari sentía que las piernas le fallaban y el pulso le temblaba, era seguro que nunca en su vida se había sentido tan asustada. Cerró y no se atrevió a mirar la ventanilla donde tenía que salir el resultado. Cerró la tapa del inodoro y se sentó, colocando aquella cosa sobre el bidé. Los nervios parecían empezar a querer instalarse en su estómago, se llevó las manos a él mientras se inclinaba un poco hacia adelante.
Volvió a respirar profundamente y decidió que debía ser valiente ¿Cuándo había sido ella una cobarde? Con decisión cogió la prueba y miró.
Una raya de color rosáceo se veía en la ventanilla ¿debería haber salido ya la otra? Se fijó bien, la humedad parecía ir recorriendo el papel que se veía a través de la ventanita, despacio, lento... Temari fijó la vista ¿Cuanto tenía que esperar? Volvió a dejar la prueba encima del bidé para coger el papelito que venía dentro de la bolsa y leer las instrucciones... unos minutos... solo tardaba unos minutos... pasados 10 minutos el resultado debía darse por válido... Volvió a cogerla... no salía nada... no salía nada... la humedad ya perecía haber recorrido todo el papel y no salía nada y había una raya, eso era que estaba bien hecho... solo una raya... solo una.
Los nervios de Temari empezaron a ir tornándose en una alegría desbordante, sentía ganas de reír y gritar. Se levantó y salió muy alterada del servicio.
Hinata y Ten-Ten la vieron entrar con una sonrisa en los labios.
- ¿Ya? - preguntó Hinata.
- ¡Negativo! - exclamó Ten-Ten - ¿A que si?
- Si, si, si.... Mira... ¿estará bien, verdad?
- ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¿No te lo había dicho?
Temari estaba radiante de felicidad. Suspiró esta vez llena de alivio.
- ¿Has visto, tonta?
- Oyes ¿Pero esto será de confianza, no?
- Pues claro, son de una clínica.
- ¿No estarán caducados o en mal estado?
- Que no... Menudo peso te has quitado de encima ¿eh?
- Que alegría ¿verdad Temari? - intervino Hinata.
- ¡No lo sabes tu bien! Ufff.... Que mal lo he pasado. Ahora, os aseguro que esto no me vuelve a pasar nunca más.
- ¿Y eso es seguro? - interrogó Hinata.
- En un 99% - contestó Ten-Ten.
- De todas formas dice en el papel que si sigue sin venirme que repita la prueba en una semana...
- Pero eso es para quienes se la hacen al muy pronto... ¡Que bien, Temari! ¡Que alegría! Ahora verás como te relajas y te baja... seguro.
Regresaron donde estaban los chicos. Habían encendido la consola y parecían muy entretenidos.
- ¿Ya habéis terminado de cotillear? - preguntó burlón Kankuro.
- Si... ya os hemos puesto verdes - contestó Ten-Ten - Anda, dejarme que yo también quiero jugar.
Temari no podía ocultar su sonrisa.
- Pues casi es una pena - comentó en voz baja Hinata - Casi me hacía ilusión tener un sobrinito.
Temari la miró realmente sorprendida ¿Qué había dicho? ¿Significaba eso que sabía lo de ella con Neji?
- Tu mirada me lo confirma - continuó la chica - No me mires así, solo lo sospechaba.
- Pe... pero ¿Por qué?
- Pasáis mucho tiempo juntos y tú le agradas... era una sospecha que tenía.
- Por favor no le digas nada... por favor.
- Pero ¿por qué?
- Por favor, fue solo una vez y fue un error... por favor.
- Está bien, está bien... no le diré nada.
Shikamaru había repartido la tarta poniendo un trozo de nata y un trozo de chocolate en cada plato. Después de repartirlos se sentó al lado de Akane.
- Te cambio mi chocolate por tu nata - le dijo en voz baja.
- Si hay que comer chocolate, se come.
- Eres malo. La nata la he hecho para ti, se que no te gusta el chocolate.
- ¡Humh! - se oía a Chiharu - ¡Si que está rica esta tarta! ¿La has hecho tú?
- Si ¿No está demasiado dulce?
- Está perfecta.
La madre de Shikamaru llegó con una bandeja, en ella una botella y unos vasitos.
- Tomad, he traído esta crema de chocolate, es un licor sin alcohol.
Shikamaru frunció el ceño, eso no le gustaba nada... más chocolate.
- Verás que buena está, Akane - dijo Chiharu - Es un poco amarga pero te deja un gustillo muy rico.
- No creo que sea buena idea - comentó Shikamaru.
- ¡Pero que sosainas eres, hermanito!
- Toma, prueba, señorita Akane - dijo el padre sirviéndola el licor en uno de los vasos.
- Gracias - Akane bebió un poco - Es verdad, deja un regustillo muy... agradable, entran ganas de beber más.
- Pues bebe sin miedo - añadió el padre volviendo a llenar el vaso.
- Recordé que Shikamaru había dicho que te gusta el chocolate - explicó la madre.
- Si, es mi perdición.
- Por eso no vas a beber más - advirtió Shikamaru.
- Deja a la chica disfrutar, fantasma, que ere un fantasma - inquirió Chiharu.
Al cabo de un rato Akane estaba muy contenta, las mejillas se le había tildado de un ligero color carmesí, y desde luego no estaba borracha, eso estaba fuera de dudas, porque la bebida no tenía alcohol, todo era causa del chocolate. Había tomado demasiado, su trozo de tarta, la de Shikamaru, otro trozo que le sirvió su madre, un cuarto que le dio Chiharu, que decía que era para no dejar ese mísero trocito, y, por supuesto los chupitos que había bebido, que por mucho licor sin alcohol que fuera, era crema de chocolate y encima al ser bebido, Akane ya había perdido el control de lo que tomaba.
Akane se tomó el último pedacito del último trozo de tarta que quedaba y como era el último se aseguró de saborearlo como ese manjar se merecía.
- Criatura - dijo el padre de Shikamaru mirándola alucinado - Cuando besas a mi hijo ¿Disfrutas tanto?
El trozo de tarta se le fue a Akane por donde no debía, provocándole una sonora tos, pero lo peor fue que Shikamaru, con los ojos abiertos como platos, mientras le recriminaba a su padre ese comentario, quiso ayudarla, sin darse cuenta de que tenía un vaso lleno de licor en una mano y lo vertió entero encima del vestido de su amiga.
- ¡Pero mira lo que haces! - le gritó su madre.
- Lo siento, ha sido culpa tuya papá.
- Mira lo que has hecho, desde luego papá ¡que vergüenza! - le recriminaba Chiharu.
- No pasa nada - decía entre toses Akane - No es nada.
- ¡Pero mira tu precioso vestido! Tienes que quitártelo, hay que lavarlo cuanto antes - casi ordenaba Yoshino.
- Pero si no es nada...
- ¿Qué no es nada? No, no, estoy hay que limpiarlo cuanto antes. Shikamaru, acompáñala a tu cuarto, ahora le subo algo de ropa.
Yoshino se levantó y salió por la puerta que daba al jardín, iba hacia un trastero donde guardaban ropa que yo no usaban. Shikamaru se extrañó que no le mandase que le dejara alguna cosa suya o de Chiharu.
Akane siguió a Shikamaru hasta su cuarto.
- Anda, pasa - dijo el chico abriendo la puerta.
- ¿Vas a pasar conmigo? - le preguntó con bastante malicia.
- Akane tu no estás bien, has tomado mucho chocolate.
- ¿Tu crees?
- Creo que has tomado demasiado.
- Dame un poquito más, anda, lo necesito, necesito un poquito más - dijo con tono meloso.
- Akane, entra ahí y espera.
- ¿Me lo vas a traer?
- Trata de comportarte, por favor.
- ¿Y si te pago por el chocolate?
Yoshino subía las escaleras.
- Entra te digo - Shikamaru la empujó dentro de la habitación, cerrando la puerta.
- ¿Pasa algo? ¿Se encuentra bien?
- Si...esto... ¿le vas a dejar ropa de Chiharu?
- No, no creo que le valga nada de tu hermana.
- ¿Vas a ir al trastero de la ropa?
- Claro, no le vamos a dejar algo tuyo ¿que pensaría de nosotros?.
- Podrías... ¿Podrías dejarle ese yukata tuyo azul, el que tiene nubes bordadas?
- ¿Y eso?
- A Akane le quedará genial.
Yoshino no sabía si sentir celos, pena o ternura. Su hijo, su pequeño, quería que esa chica se pusiese aquel kimono de verano porque le iba a quedar bien, un kimono que era suyo, de su madre, quizás aquella chica le importaba más de lo que suponía. Como madre lo que más deseaba en el mundo era la felicidad de sus hijos. Shikamaru era un chico reservado, nunca pedía nada, parecía que nada le motivaba, nada le atraía, solo su cielo y sus nubes, se quejaba por todo pero en realidad no se quejaba por nada, era la primera vez que le veía hacer una sugerencia de forma espontánea, sin sopesar pros y contras, solamente guiado por una idea absurda, sin sentido... eso debía significar algo, su instinto de madre se lo decía. Mientras buscaba el kimono lo decidió: no sabía lo que esa chica sentía por su hijo, desde luego enamorada no parecía, pero daba igual, si le gustaba esa chica, sería para él y más valía que no le hiciese daño. Encontró el yukata, era curioso que entre tanta ropa Shikamaru se acordase precisamente de ese; siempre le había gustado, cuando ella se lo ponía, su niño la miraba embobado durante minutos. Que pena, su hijo se estaba convirtiendo en un hombre, dentro de poco pensará en formar su propia familia, bueno, aunque ahora le gustase esa chica no quería decir que fuese a casarse con ella, no, era mejor dejarle que disfrute de lo que quiera ahora, ya llegarían las responsabilidades más tarde.
Shikamaru bajó a retirar el licor y volvió a subir, tocó la puerta con los nudillos. Akane abrió un poquito y se asomó.
- ¿Me lo traes?
- Mi madre está buscándote ropa.
- Digo chocolate, bobo.
- Ya no hay chocolate.
- Espera - Akane sacó por la estrecha abertura su vestido rosa.
- ¿Estás desnuda? - preguntó ahogadamente Shikamaru.
- ¿Quieres averiguarlo?
- ¡No! Trae - Casi le arrancó el vestido rosa de la mano y se marchó de allí lo más rápido que pudo.
En la cafetería, sentada frente a Ino, Sakura intentaba pensar de forma rápida la forma de sacar el tema que le interesada. Ino la observaba, Sakura parecía muy intranquila, seguramente querría decirle algo y no sabría como.
Encima de la mesa un par de cafés y un trozo de tarta. Sakura lo había pedido para ver que hacía Ino, por supuesto Ino había dicho que ella no tomaría nada. Sakura miraba la tarta, era apetitosa.
- ¿Quieres un trozo de tarta? - dijo al fin.
- No, he comido mucho, de verdad Sakura, estoy llena.
Sakura cogió un pedacito y se lo llevó a la boca.
- Está buenísima ¿De veras no quieres?
- Que no, pesada y tu tampoco deberías comer ¿No sabes donde se van todos esos azúcares?
- El azúcar es bueno para el cerebro.
- ¿Y quien quiere alimentar el cerebro? Los chicos no buscan a las chicas por su cerebro.
- A algunos les gusta que sean algo más que un buen cuerpo.
- Tú lo has dicho... a algunos. Vamos Sakura, reconócelo, en los primero que se fijan los chicos es en el envoltorio.
- Si las mujeres no le diésemos tanta importancia a ese tema y no hubiera quien se esfuerza demasiado en ser perfecta, a lo mejor...
- ¿Es que te pasa algo Sakura?
- ¿A mi? ¿Por qué iba a pasarme algo? Yo no tengo ningún problema con mi imagen.
- ¿Qué ha pasado al final con Sasuke? ¿Es que acaso le gusta otra chica?
- ¿A que viene ahora eso? No estamos hablando de eso.
- No, estamos hablando de tu falta de confianza.
- ¿De mi falta de confianza? ¿Quién ha hablado de mi falta de confianza?
- Pues tu. Vamos Sakura, se te nota a la legua.
- ¿Qué a mi se me nota?
- Mira, no todo el mundo puede ser perfecto pero... hay muchos trucos para lograrlo.
- Y supongo que tú conocerás esos trucos.... Ino... ¡eh!
Ino se había quedado mirando fijamente a la puerta de entrada.
- No mires Sakura, pero acaban de entrar Juugo y Suigetsu.
- ¡Ah! ¿Qué hacen esos aquí?
- ¡Y yo que se! Lo mismo han quedado con Sasuke.... ¡Ay madre!
- ¿Qué pasa? ¿Qué hacen?
- Sentarse pero es que Karin se ha acercado a ellos... parece que es una camarera.
- ¿Karin?
Sakura ya no pudo más y se giró a mirar. Efectivamente Suigetsu y Juugo se habían sentado a una mesa y Karin parecía tomarles nota de lo que iba a tomar.
- ¿Qué te pasa Karin? Estás de peor humor de lo habitual - se burló Suigetsu.
- ¿Cómo crees que puedo estar trabajando en domingo?
- Oh, pobrecita, pobre chiquilla trabajadora.
- ¡Cierra la boca estúpido!
- ¿Os habéis dado cuenta de quienes están también aquí? - habló de pronto Juugo.
- Si, la boba de la pavisosa y su amiga la muñeca hueca - respondió con evidente desprecio Karin - Ya las he visto ¿Qué no hay otra cafetería que tienen que venir precisamente a ésta?
- A lo mejor se la ha recomendado tu Sasuke - siguió burlándose Suigetsu.
- ¡Qué te calles!
- ¿Les has dicho algo? - preguntó Juugo.
- Ni me he acercado a ellas.
- Pues a lo mejor deberíamos saludarlas - continuó Suigetsu sonriendo con malicia- Que no se diga que no somos educados.
- ¡No digas estupideces! ¿Suigetsu dónde vas?
Suigetsu hacía oídos sordos a Karin y se acercaba a las chicas.
- Hola preciosas - dijo apoyando las manos en la mesa - ¿Esperáis a alguien?
- ¿Y a ti que te importa? - gruñó Sakura.
- Eh, preciosa, no te pongas tan a la defensiva, solo quería saludarlos, a fin y al cabo somos compañeros.
- Nosotros no somos compañeros - recalcó Sakura.
- Ay, que mal carácter tenéis las chicas... No muerdo... a no ser que me lo pidáis - añadió el chico mirando de forma descarada a Ino.
- ¿Qué hacéis por aquí? - habló Ino evitando su mirada.
- ¿No podemos estar dónde queramos? - Suigetsu se sentó al lado de Ino - Esta cafetería es de los padres de Karin, solemos venir mucho con Sasuke.
- ¿Por qué te sientas? - se oyó de pronto a Karin que se había acercado también - Vuelve a tu sitio y no molestes.
- No molesto. Intento hacerme amigo de ellas. Recuerda lo que dijo Sasuke, quiere que nos vayamos conociendo.
- Pero ahora Sasuke no está aquí - gruñó Karin.
- Siempre es buen momento para estrechar lazos.
- ¿Qué pretendes Suigetsu? - interrogó Sakura - Sabes que no debemos relacionarnos.
- No se seas quisquillosa - replicó Suigetsu - Tenemos un amigo en común, no es bueno para él llevar una doble vida.
- ¡Suigetsu vuelve a tu mesa! - gritó Karin.
- Vamos no seas así. El problema es que no nos conocemos ¿verdad rubita?
- Está bien, si quieres quedarte aquí quédate... haz lo que te de la gana.
Karin se marchó bastante molesta.
- ¿Te llamas Ino, verdad?
- ¿Por qué no te largas? - dijo bastante molesta Sakura.
- Yo soy Suigetsu. Vamos no seas así, seguro que a Sasuke le gusta que nos llevemos bien.
- Mejor nos vamos, Ino.
- Espera... el chico está siendo amable y considerado, tampoco vamos a comportarnos de una forma tan poco educada.
- Así, se habla rubia.
Sakura se levantó.
- Yo me voy Ino ¿Vienes o no?
- Pero Sakura ¿Qué nos va a pasar por hablar un rato?
- Ni un rato ni nada. Yo me voy... Esto... ¿Va a venir Sasuke?
- ¿Si viene te quedas? - sonrió Suigetsu.
- No... no es eso... es solo que...
- No va a venir - Karin había regresado con el pedido de Suigetsu - Está castigado por lo que hizo ayer.
- ¿Está castigado? - se interesó Sakura.
- Si y no pienses en ir a su casa. Un castigo es un castigo ¿Os traigo la cuenta entonces?
- Vamos Sakura, vamos a quedarnos un ratito... aún no te has terminado la tarta.
En realidad a Ino le empezaba a gustar la presencia de Suigetsu, bien mirado era un chico muy mono y parecía interesado en ella. Sakura se volvió a sentar con evidente desagrado, por supuesto que en cuanto un chico demostraba el más mínimo interés en ella, Ino parecía volverse tonta, le encantaba ser el centro de atención, y claro, ella no iba a dejarla sola con aquel chico.
Karin se acercó ahora a Juugo.
- ¿Se va a quedar allí? - preguntó el chico.
- Eso parece... será imbécil.
- Déjale. De todas formas Sasuke quiere que nos vayamos haciendo amigos de esa chica.
- Pero es que no la soporto, no la aguanto ¿Quién se ha creído que es? Ya tuvo que preguntar por Sasuke... le he dicho que está castigado.
- ¿Por qué le has dicho eso? Sabes de sobra que ha quedado con su amigo.
- Porque esa es capaz de presentarse donde están... No la aguanto, no la aguanto. Con todo lo que yo he hecho por Sasuke ¿por qué me hace esto? ¿Por qué tengo que soportarla?
- Sabes que Sasuke hace las cosas a su manera. Yo creo que os quiere comparar para poder elegir.
- ¿Me va a mi a comparar con esa? Es igual, yo tengo ventaja, ahora Sasuke confía más en mi que en ella, ella es egoísta y posesiva, yo le comprendo mucho mejor y él terminará dándose cuenta.
Ryuko caminaba desde su casa al lugar donde había quedado con Chouji. Miró el reloj, iba con tiempo. A Ryuko no le gustaba llegar tarde a ninguna cita, ya fuera con sus amigas o en este caso con Chouji. Siempre pensaba que si llegaba tarde sus amigos iban a marcharse sin esperarla. Esto le pasaba porque de pequeña le costaba mucho hacer amigos. Era algo extraño porque ¿Qué tenía ella de malo? No tenía mal carácter, era amable, quizás algo introvertida pero ¿Esa era razón para que no quisiesen ser su amiga? Akane fue la primera amiga que tuvo, ella le daba toda la energía que le faltaba, siempre estaba a su lado, junto a ella ya no tenía miedo de relacionarse con nadie pero aún así ella seguía sin caerle bien a la gente, siempre tenía la sensación de que la aguantaban porque iba con Akane. Luego llegó Jisei y las tres se hicieron inseparables.
A pesar de que llegaba antes de lo que habían hablado, Chouji ya estaba esperándola.
- Hola ¿Has esperado mucho? - dijo algo apurada y comprobando de nuevo su reloj.
- Llevo esperando una media hora.
- ¿Tanto? ¡Pero no puede ser! Mi reloj...
- Tranquila, has llegado diez minutos antes de la hora, soy yo el que me he adelantado.
- ¿Por qué?
- No quería hacerte esperar. Además tenia que pasar a comprar los pasteles para la merienda.
- ¿No molestaremos?
- No, para nada. Conozco a los padres de Shikamaru de toda la vida, además yo estaré contigo no tienes que asustarte.
- No, si no me asusto es que a lo mejor no me esperan y...
- ¿Te vas a echar ahora para atrás?
- No, no, por supuesto que no.
- Pues entonces, venga, vamos.
- ¿Cómo crees que les habrá ido en la comida?
- Espero que bien y que no se hayan puesto a discutir delante de sus padres.
- Bueno, Akane es muy bruta pero no creo que fuera tan maleducada.
- Creo que a Akane le gusta Shikamaru pero se niega a aceptarlo y por eso es tan arisca con él, creo que lo que hace es poner una muralla entre ambos para no dejar que se acerque a ella, tiene miedo de llegar a darse cuenta de lo que siente.
- Es muy cabezota y si se ha propuesto no darle una oportunidad, no se la dará.
- Pues entonces tendremos que pensar en algo. Esto no puede seguir así, se hacen daño el uno al otro y encima está Sasuke por medio.
- ¿Crees que Sasuke está interesado de verdad en Akane?
- No lo se, pero conozco a Shikamaru y se que está empezando a sentir ciertos celos de Sasuke. Tu no conoces a Shikamaru cuando cree que le quieren quitar algo que considera suyo... a mi no me engaña, le conozco demasiado bien y se que por mucho que parezca que pasa de todo, si de verdad le interesa, no va a dejar que se la quiten tan fácilmente.
Ryuko miraba a Chouji, cada vez que este hablaba de su amigo lo hacía de una forma emocionada, se notaba que lo apreciaba mucho, tanto como ella a sus amigas, en el fondo Chouji y ella eran muy parecidos, por eso se entendían tan bien. Tendría que ser valiente y arriesgarse porque si no se arriesgaba nunca tendría nada ¿y si algo salía mal? No debía pensar en eso, no importaba si salía mal porque sabía que no estaba sola, simplemente tenía que ser valiente y pensar en el presente no en lo que podría pasar.
Levantó su mano y sin querer pensarlo se agarró al brazo de Chouji. Ambos se miraron y se sonrieron, con un suave gesto, Chouji movió su brazo para retirar la mano de Ryuko y apresarla con la suya... así estaba mejor.
Y en silencio siguieron caminando, había poco que decir, solo disfrutar de su paseo.
Shikamaru esperaba en el comedor. Estaba solo, su hermana había sido "reclamada" por su teléfono móvil y su padre ayudaba a su madre, en esos momentos su otra preocupación ocupada su mente ¿como estaría Temari? ¿Estaría embarazada de verdad? No le gustaba la idea porque ¿que será de su vida? ¿habría pensado en tomar alguna decisión? ¿que iba a ser de ella? ¿se lo habrá contado al "padre"? ¿por qué no se lo contaba a él? Eran amigos y quería ayudarla, ahora más que nunca sentía que tenía que estar a su lado y apoyarla pasase lo que pasase... Maldito Uchiha... malditos Uchiha ¿Pero por qué esa familia le fastidiaba tanto? ¿Por que tienen que tener interés en... sus amigas?.
La gatita naranja llegó y se subió a su regazo.
- Hombre Kumiko ¿Dónde estabas?
La acarició el cuello haciéndola ronronear mientras pensaba como le quedaría aquel kimono a Akane, bueno, saldría pronto de dudas.
Estaba tan abstraído en sus pensamientos que no oyó llegar a Akane hasta que estuvo casi a su lado. La miró sorprendido.
- Gracias Shikamaru, es precioso.
Si, él tenía razón, aquel kimono azul celeste con nubes blancas le quedaba genial. Siempre le había gustado ese kimono, sería porque era como su querido cielo. Recordaba a su madre con él puesto, de hecho, no recordaba ningún otro vestido; recordaba como le llevaba cogido de la mano, paseando y mirándola con aquel kimono, recordaba las tardes de verano y las noches viendo los fuegos artificiales en el cielo y el cielo en su madre, recordaba sentarse en el regazo de su madre y acurrucarse durmiendo mientras miraba las nubes bordadas.
- ¡Eh! - Akane le sacó se sus pensamientos - Te has quedado ensimismado.
- Perdona, es que me trae muchos recuerdos.
Akane sonrió sentándose a su lado.
- Hola Kumiko - acarició a la gatita que optó por pasarse al regazo de la chica.
- No, no - Shikamaru la retuvo y volvió a acariciarla - Si enganchas el kimono de mamá, te mata - la gatita maulló - ¿Te han dado de comer? Creo que no, anda vamos. Perdona un segundo, Akane.
Akane vio con pena que habían recogido la mesa y ya no quedaba ni licor. Se levantó a mirar el jardín. Era muy bonito, a ella siempre le había gustado aquel jardín, ojala ella tuviera un jardín, tenía dos casas y lo único que tenía era una maceta que además siempre estaba seca, plantase lo que plantase a ella no le sobrevivía nada.
- ¿Salimos? - dijo Shikamaru al regresar.
- Vale.
Salieron y pasearon en silencio. No era un jardín muy grande, comparado con el que había visto en casa de Sasuke era una ridiculez, pero era bonito y tenía un pequeño estanque donde se veían peces de colores.
- Me ha dicho tu hermana que parte de esta casa es tuya y que cuanto te cases vivirás aquí.
- Bueno, habrá que ver lo que opina mi mujer. Pero vamos, la idea es esa. Es lo que desean mis padres, durante generaciones los hijos de los Nara han vivido pegados a sus padres... menos los míos, que, fíjate, cambiaron la casa familiar por Konoha... como ves, las tradiciones se pueden cambiar.
- Si... menos mal. No me imagino a una chica como Temari viviendo al lado de sus suegros.
- ¡Y dale con Temari! ¡Que pesada eres!
- Bueno, tampoco a Ino.
- ¿Y a ti? ¿Te imaginas a ti viviendo en la mansión Uchiha?
- Mira, no estaría mal, ahora que he conocido el lujo me siento tentada por él.
- ¿Sabes que eres una chica muy problemática?
- Si, pero ahora mismo soy tu problemática y me tienes que aguantar.
- Te aguantaría eternamente - susurró.
Akane se paró en seco.
- Eres mi amiga - continuó el chico - A los amigos se les suele aguantar sus manías, cuando los pierdes hechas de menos esas manías ¿Qué pasa? ¿No creerías que era una declaración, verdad?
- ¡Que imbécil eres!
- Pero soy tu imbécil y tienes que aguantarme.
- Tú y yo algún día terminaremos mal.
- Pesada...
- Inútil...
- ¿Quieres ver tu futura casa? - Akane le lanzó una mirada heladora - Según la teoría de Sumire eres la futura señora Nara, esta será tu casa.
- ¡Oh! Soy la futura esposa del futuro jefe del clan Nara, suena exótico.
- Tú ríete, ya te lo diré cuando veamos corretear por aquí a nuestros pequeños Nara con pelo de zanahoria.
Akane se echó a reír.
- Bueno, no olvides que según la teoría de Jisei, soy la futura esposa de uno de los herederos de la prestigiosa familia Uchiha.
- ¿Te has parado a pensar que serás la cuñada de Itachi?
- Si, las reuniones familiares van a ser algo tensas.
Se miraron y rieron.
- ¿Qué será de nosotros en el futuro? - reflexionó Akane.
- No lo se, pero tu y yo seguiremos discutiendo, seguro.
Estaban parados el uno frente al otro, sus miradas se fijaron en los ojos del contrario y en ese momento sintieron como si el tiempo se parase. Quizás era por culpa del chocolate que Akane había tomado pero se sentía muy a gusto estando a su lado y tenía el impulso de acariciar su mejilla, solo un poco, no sabía porqué pero era algo que le apetecía. Con lentitud llevó su mano hasta el rostro de su amigo y apartando el cabello, rozó levemente con la punta de sus dedos su piel. Shikamaru sintió aquel leve roce y cogió la mano de Akane acercándola aún más a su mejilla, haciendo que el roce fuera completo y manteniéndola allí. Le gustaba sentir la piel de Akane junto a la suya, cerró unos instantes los ojos ¿Cómo habían llegado a aquella situación? ¿Por qué todo tuvo que estropearse?
- Akane... tenemos que hablar de lo que pasó.
- Déjalo Shika, las cosas suelen suceder por algo.
Los ojos de Shikamaru parecían haberla hipnotizado, aquella mirada... sería culpa del chocolate, seguro, juraría que comenzaba a sentirse mareada.
Estaban cada vez mas cerca, tan cerca que Shikamaru podía respirar el aliento con olor a chocolate de Akane... estaba tan cerca, solo un pequeño movimiento y si quisiese seguramente podría besarla...
- Hueles a chocolate - murmuró la chica a la vez que se dilataban sus pupilas.
- Tú también.
- ¿Sabrás también a chocolate?
- No deberías decirme eso, si no quieres que te diga que lo pruebes.
- Pero a ti no te gusta el chocolate...
- Pero si hay que comerlo, se come - Estaba tan cerca... solo un pequeño movimiento... Repentinamente puso las manos en los hombros de la chica y la apartó suavemente.
- ¿Que haces?
- Lo que tengo que hacer, créeme. No soy de los que se aprovechan de una chica, me daría muchos problemas y tu has tomado mucho chocolate y no sabes lo que haces.
Shikamaru comenzó de nuevo a andar, esta vez de vuelta a la casa. Akane le miraba llena de furia "¿Que no se lo que hago? Maldito imbécil, prepotente, presumido... ¿cómo he podido pensar ni siquiera que podía gustarme?".