jueves, 28 de agosto de 2014

103. Entrégame tu vida

El timbre molestó bastante a Temari, ella que estaba enfrascada en su lectura y además se había puesto muy cómoda así que en esos momentos le resultó de lo más molesto, tanto que incluso gruñó mientras se levantaba.
A punto estuvo de no hacerlo, de no levantarse y hacer como si no estuviera en casa pero el timbre ya la había desconcentrado, además si no habría lo mismo quien fuese insistía a saber cuanto tiempo.
Al abrir la puerta se encontró a Matsuri sonriéndola.
- Buenas tardes Temari-san.
- Hola Matsuri, pasa, pasa.
- Venía a ver si estaba Gaara.
- Pues lo siento mucho pero se fue ya hace bastante rato.
- Ah, que pena - la desilusión se notó en la cara de la chica que mostró además un poco de tristeza.
- Pero pasa, mujer, pasa.
- No, no, no quiero molestar.
- No molestas, estoy yo sola.
- ¿No sales hoy?
- No, estaba pasando la tarde yo sola ¿Quieres tomar un poco de té?
- No, gracias. Creo que mejor me voy a marchar.
- ¿Vas a algún sito?
- Pues no, bueno me iré a mi casa.
- ¿No has quedado con nadie?
- No - dijo con un hilo de voz.
- ¿Aún no te has hecho amigas en tu clase?
- Pues no, aún no tengo tanta confianza.
- ¿Es que te tratan mal o algo?
- No, no, no me tratan mal, es solo que aún no me he integrado. Me cuesta un poco hacerlo, no soy una chica de las más extrovertidas.
- Pero no te hacen el vacío ni nada de eso ¿verdad?
- No, no.
- ¿De verdad?
- Si, de verdad. Solo pasa que, bueno, tampoco es que yo haya intentado integrarme mucho.
- Pues deberías intentarlo. De todas formas, si te tratan mal, te insultan o algo o te hacen el vacío tienes de decirlo ¿entiendes?
- Si, claro, no te preocupes.
- Lo digo porque hay mucha gente que se calla por miedo. Tú, si te pasa algo, vienes y me lo dices a mí.
- Vale, tranquila que lo haré.
- Así que venías buscando a Gaara.
- Si, pensé que a lo mejor...
- Es que se fue, lo siento.
- No pasa nada, a lo mejor tenía que haber llamado antes de venir. Bueno, pues me voy a marchar, gracias por todo.
Temari sintió algo de compasión por esa chica. Era una buena chica, se notaba que le gustaba mucho Gaara ¡como para no notarlo! y no tenía culpa si Gaara no sentía lo mismo por ella. Le resultó muy tierna y le hizo pensar en lo que era ese primer amor.
- ¿Quieres que salgamos nosotras a dar una vuelta?
- ¿Te apetece salir a ti?
- Si, no me vendrá mal salir a dar una vuelta. Espera un momento que me arreglo y nos vamos ¿Que te parece si vamos al club de tenis y tomamos algo?
- Ah, vale.
...
Sasuke había llegado a casa de su tío Madara y una doncella le había llevado hasta el gran salón donde le pidió que esperase. Tobi no tardó en aparecer.
- Hola primo - le saludó.
- ¿Nos vamos ya? - contestó a su vez Sasuke sin mucho entusiasmo,
- No, no podemos irnos aún. Mi padre está reunido con alguien y debemos esperar a que terminen.
- ¿Dónde vive esa chica de la que tenemos que ser niñeros?
- En las afueras de Konoha, pero vamos, no tenemos que ir tan lejos.
- ¿Así que tengo niñeros? - escuchó se forma sensual detrás de él - ¿Y me vais a castigar si soy mala?
Sasuke se giró para encontrarse con la misma chica con la que se había encontrado esa mañana que le sonreía de forma traviesa. Se había soltado el pelo y así, con el pelo suelto aún se parecía mas a Akane.
- Hola, chico bombón, apuesto a que no esperabas volver a verme tan pronto.
- ¿Que haces aquí?
- ¿Siempre es tan espontáneo? - se dirigió a Tobi.
- Es su encanto natural - contestó el aludido.
- ¿Y le sirve para ligar?
- Oh si, mi primo es el chico más popular del instituto.
- Vaya, que interesante. Las chicas de Konoha deben de tener cierta carencia emocional por lo que veo.
- Bueno primo, te la voy a presentar.
- No hace falta - intervino la chica mientras sacaba de su bolso un paquete de chicles y escogía uno - Ya hemos tenido el placer ¿Verdad, bombón?
- Entonces estupendo, eso lo hace todo más fácil.
- ¿A que esperamos? - preguntó Sasuke.
- ¿De veras que tienes que ser tan... "seco", cielo?
- Mi primo no sabe ser de otra forma a no ser que se trate de tu prima.
- Tobi cállate.
- ¿Así que con mi prima eres mas amable? Será porque mi prima tiene un sugerente escote y por eso no recuerdas de qué color son sus ojos ¿A que si? Pero que yo tengo un bonito trasero - se pasó las manos por los glúteos - Además es firme y durito ¿Te gustaría comprobarlo, bombón?
- Tú no eres Akane.
- ¿Ah no? - dijo en tono de burla - ¿Qué te hace sospechar eso?
- Tú forma de comportarte. Eres distinta, no te pareces a Akane.
- Pareces muy seguro de tu afirmación - también dijo en tono de burla Tobi.
- ¿Y qué soy entonces? ¿La gemela mala de Akane? A lo mejor soy un doppelgänger que me transformo en Akane para liarme contigo y robarte el alma ¿Quieres ver si tengo sombra? O no, a lo mejor soy un alien que me he metido en su cuerpo... o el demonio.
- Mira, no te burles de mí.
- Pues claro que no soy Akane, ¿es que eres tonto o solo duro de cabeza?
- Quiero decir que te pareces a Akane pero solo en apariencia. Ella no es como tu.
- Mira bombón, si no te gusto no hace falta que pongas excusas tan malas, hay mas chicos monos a parte de ti, no voy a llorar desconsolada porque me rechaces.
Varias voces llegaron hasta ellos.
- Parece que ya ha terminado la reunión - dijo Tobi.
En seguida entraron Madara y Fugaku acompañados por un hombre alto, castaño y de aspecto amable que fue presentado a Sasuke como el padre de Ayesa. Después de unas cuantas frases, el padre de Ayesa pidió a Tobi y Sasuke que cuidaran a su hija y se marchó acompañado de Madara y Fugaku.
- Entonces es cierto que eres una Senju - comentó perplejo Sasuke.
- Y también es cierto que tú eres algo lentito ¿Que pensabas? ¿Que te queríamos tomar el pelo? - habló Ayesa.
- Es que nunca pensé que Akane estuviera emparentada con los Senju.
- Y no lo está. Ella no tiene nada que ver con los Senju. Bueno ¿Nos vamos?
...
Sasori esperaba junto con Deidara, Konan y Pain cerca de la entrada del club de tenis.
- Será mejor que entremos - dijo Konan - Está empezando a llover.
- Si - afirmó Pain - Diles a los porteros que cuando llegue tu amiga te avisen y ya.
- Yo desde luego que entro - concluyó Deidara - Estoy harto de estar aquí.
- Será mejor que entremos - concluyó Sasori.
- Mira, ya viene - dijo de pronto Konan - Y no viene sola.
- No fastidies - gruñó Deidara - Viene con el maricón de Misaki.
- Deja de hablar así de él - le reprochó Konan.
- Déjalo - intervino Pain - Solo habla así porque le gusta.
- A lo mejor te parto la boca, por listo. Mira, yo me voy para adentro.
Deidara se marchó un poco antes de que llegaran hasta ellos Sakura, Sai y Misaki.
- Hola - saludó tímidamente Sakura.
- Hola Sakura - la respondió Konan - ¿Llegaste bien a tu casa?
- Si, si, sin problemas.
- Como te fuiste tan pronto pensé que te había pasado algo.
- No, es que se me olvidó decir a mis padres donde estaba y... bueno, eso. Hola Sasori.
- Hola - respondió este escuetamente.
- Hola Sai, hola Misaki - añadió Konan.
- Hola - saludó Sai sonriendo - Venimos acompañando a Sakura.
- ¿Has traído mi bolso, Sasori? - preguntó Sakura impaciente.
- Si mujer, si - contestó este - Lo tengo dentro ¿Entramos?
- No - se apresuró a contestar Sakura - Es que... nosotros no somos socios.
- No importa - añadió Sasori - Venís con nosotros, podréis entrar.
- Es que... - comenzó a excusarse Sakura sin saber que decir.
- Es que - continuó Misaki - Sinceramente, nosotros no tenemos dinero para consumir nada y nos da un poco de corte.
Konan le sonrió, le encantaba ese chico y lo sincero que era siempre.
- Tranquilos - dijo Pain - No hace falta que toméis nada, pero vamos a entrar que la lluvia empieza a mojar.
- Es cierto, venga, vamos - habló Konan - Venga Sakura, entra que nos vamos a empapar.
- No, yo espero aquí a que Sasori me traiga el bolso.
- Si entro no pienso salir para devolverte el bolso, así que, si lo quieres, entra.
- ¡Pero que borde que eres! - gruñó Sakura.
Mira que se lo había dicho a si misma, sería amable, sería educada y procuraría no insultar a Sasori pero fue superior a ella. Mientras entraban en el club le miraba y se preguntaba que le había entrado el día anterior para terminar besándole, seguro que le echaron algo en la bebida, seguro, como a Hinata, porque otra explicación no tenía.
Sakura entró, a mala gana, seguida de Sai y Misaki. No quería estar allí, deseaba irse cuanto antes pero parecía que no era tan fácil recuperar su bolso. Miró con cara de pena a Sai que la sonrió.
- No pasa nada - le dijo este - Tomaremos algo aquí ya que nos invitan a entrar.
- Pero esto es muy caro - susurró Misaki.
- Yo te invito, creo que tendré.
- Bueno, pero te lo devolveré.
- Nos iremos enseguida - comentó Sakura a sus amigos.
- Bueno, tampoco te preocupes mucho - habló Sai - Nunca he estado en un sitio tan elegante, disfrutemos del momento.
Pero para Sakura era imposible disfrutar del momento, estaba demasiado incómoda, Sasori estaba cerca de ella y aunque quería no podía evitar recordar lo que había sucedido la tarde anterior, la imágenes aparecían continuamente en su mente y cada vez se sentía mas avergonzada.
- ¿Os parece que vayamos a la sala de billares? - propuso Pain - Allí se está tranquilo y podemos jugar.
- Si, a mi me apetece - respondió Sai, Sakura y Misaki le miraron curiosos - Me gusta jugar al billar.
...
Akane se llevaba las manos a los riñones y ponía gesto de cansancio.
- ¿Te encuentras mal? - le preguntó Ten-Ten.
- No se, no me encuentro bien del todo, me duelen los riñones y siento molestias como si me fuera a venir la regla y mira, tengo la tripa muy dura.
- ¿A ver? - se interesó Sumire tocándosela - Es cierto, que durita que está.
- Seguro que es cansancio - añadió Ten-Ten - A lo mejor todo lo que hemos hecho ha sido mucho para ti.
- ¡Pero si no hemos hecho nada!
- Hemos andado y tu necesitas descansar - pareció regañarla Sumire - Sabes que no estás bien del todo.
- Ay, que exageradas, estoy embarazada, no soy una enferma.
- Pero tienes un embarazo delicado y lo sabes - también la regañó Ten-Ten - Akane, por favor, no te lo estás tomando en serio.
- Si no pasa nada - contestó de forma pesada Akane - Solo estoy algo cansada.
- Voy a decírselo a Shikamaru - dijo Sumire yéndose rápidamente.
Akane se tocaba el vientre acariciándoselo como si quisiese quitarse la molestia que sentía.
- Estar embarazada parece bastante molestoso ¿no? - habló Ten-Ten.
- Para mi si, desde luego, no tengo más que molestias, me duele el pecho, me duelen los riñones, me mareo, tengo el cuerpo revuelto, todo me da asco .. ah, y me sangran las encías cuando me lavo los dientes, eso sin contar el sueño que tengo.
- Venga ánimo, ya solo te quedan 7 meses y medio.
- Si, 7 meses para dejar de dormir una noche entera.
- No pareces muy contenta.
- Tengo mucho miedo Ten-Ten, mucho, mucho miedo, me da miedo que clase de madre voy a ser y...
- No, no llores, por favor, no llores que nunca se que hacer si lloran delante de mi.
- Es que no lo puedo evitar, de pronto me siento muy triste y quiero que me cuiden y me mimen y...
- Bueno - dijo Shikamaru de pronto a su lado - Aquí estoy para mimarte, a ver ¿Que te pasa, mimosa?
- Es que no me encuentro bien, mira, tengo la barriga muy dura y muchas molestias y me duelen los riñones.
- ¿No será por culpa de lo que pasó anoche? - se alarmó Shikamaru.
- Yo creo que está cansada - sugirió Ten-Ten.
- Venga - Shikamaru la abrazó - Nos volvemos a la casa.
- ¡No! No puedo irme, no puedo dejar a mis hermanos y tú no puedes dejar a tus invitados.
- Shikato se queda con ellos. Venga, coge tus cosas y nos vamos.
- ¡Que te digo que no! - casi gritó - ¿Por qué nos tenemos que ir?
Shikamaru suspiró y la miró con toda la paciencia que pudo.
- A ver, Akane, has dicho que no te encuentras bien.
- Pero no me quiero ir, quiero estar aquí, con mis amigos.
- Está bien, haremos lo que tú quieras, si quieres que nos quedemos, nos quedamos.
- Claro, que fácil es decir eso ¿verdad? Como se nota que tú no te encuentras mal.
Sumire no pudo evitar reírse y se llevó la mano a la boca para que no se diese cuenta su compañera.
- Va a volver loco a Shikamaru - susurró a Ten-Ten que también tenía ganas de reír.
- Chhist, calla, que como nos oiga se va a liar.
Shikamaru se rascó la cabeza, estos cambios de humor tan bruscos eran sin duda más que problemáticos.
- ¿Qué te parece si nos sentamos un poco? - sugirió casi con miedo - Pero si no quieres no, haremos lo que quieras.
- Lo siento, lo siento - habló Akane compungida - Ay, no se lo que me pasa. Ya, ya me tranquilizo - respiró hondo - Ya me siento mejor.
- ¿Ya no tienes molestias? - dijo extrañada Ten-Ten.
- No, si, si las tengo, quiero decir de ánimo, ya no me siento tan... tonta. Es que no se, de pronto me he sentido mal, te he visto hablando con Ino y me ha dado celos.
- ¿Ahora te van a dar celos de Ino? - gritó Sumire.
- Es que yo se que él la quiere mucho y son amigos y su familia también la quiere y ella sería una Nara perfecta y le gusta a su madre y ella es guapa y elegante y sabe ponerse un kimono y luego está Temari.
- ¿Temari?
- Ella es muy guapa y sexy y tiene mucha clase y te entiende y todo el mundo dice que sois la pareja perfecta y yo soy el incordio que se ha metido en medio.
- ¡Ay dios mío! - suspiró Shikamaru - ¿Eso es lo que te pasa? Pues mira, me alegro.
- ¿Pero que dices? - volvió a gritar Sumire.
- Que me alegro, me alegro mucho de que se ponga celosa, eso quiere decir que siente algo por mí, que le importo algo, porque la verdad, hasta ahora empezaba a dudarlo.
- Ni empieces a creértelo, ciervito.
- Estás celosa.
- Lo que estoy es mosqueada y procura no mosquearme más - puso de nuevo un gesto de molestia.
- Nos vamos a casa. Recoge tus cosas, voy a decirle a Shikato que se ocupe de todo.
Mientras ellos se despedían de todos, Ten-Ten y Sumire se acercaron a Hana y Shiho que parecían charlar muy animadas
- ¿Que tal te lo estáis pasando? - se interesó Sumire.
- Muy bien, esto es precioso - respondió Shiho.
- A mi me está encantado
- ¿Te puedo preguntar una cosa? - interrogó Sumire a Hana.
- Sumire no empieces con tus cosas - la reprendió Ten-Ten.
- Si vas a preguntarme si estoy saliendo con Shino te diré que no.
- ¿Y por qué no?
- Es muy joven para mí.
- ¡Anda ya! - exclamó Ten-Ten.
- ¿Cuantos años tienes entonces? - se interesó Shiho.
- Soy muy mayor para Shino, os lo aseguro.
- Pues yo te conozco desde hace mucho tiempo y no creo que seas "tan" mayor - opinó Ten-Ten.
- No creas - dijo Shiho - Eso depende de las personas. A veces juventud no es sinónimo de inexperiencia.
Akane y Shikamaru no tardaron en emprender ellos dos el camino a la casa.
- Akane ¿Has hablado con Shikato?
- Siento que tengas que acompañarme, a lo mejor no era necesario, solo con descansar un rato se me habría pasado.
- A lo mejor pero no me cambies de tema ¿Has hablado con Shikato?
- ¿De qué?
- Shikato me ha propuesto otra opción.
- ¿Opción de qué?
- Dice que si... que si no quieres cargar conmigo puedes dar en adopción el niño a mi madre y quedarte con él y mis tíos.
- ¿Cómo?
- Por lo visto está dispuesto a ocuparse de ti.
- ¿A ocuparse de mi?
- Dice que si le aceptas podrás seguir con tus estudios e ir a la universidad.
- No te entiendo.
- Es otra opción que tienes. Si te casas con Shikato podrás ver a tu hijo prácticamente todas las semanas o al menos muy a menudo.
- ¿Qué pasa Shikamaru? ¿Que me quieres decir?
- Es lo que me ha dicho Shikato, y por lo visto ha hablado con sus padres.
- ¿Tanta molestia soy para ti?
- No, por favor, no es eso, yo lo único que quiero es que tu estés bien y sepas que decisión vas a tomar en la vida. Aunque se que no me crees y para mi es muy problemático decirte esto... yo te quiero y no quiero que te alejes de mi, pero... yo te quiero y quiero que seas feliz y si...
- ¿Crees que voy a ser más feliz con Shikato? Por dios Shika, que a penas le conozco.
- Pues parece que le has gustado mucho.
- Eso no puede ser. Mira Shikamaru, si te quieres librar de mi podrías buscarte una excusa mejor ¿no?
Shikamaru metió la mano en uno de sus bolsillos y tocó una pequeña caja. Respiró hondo ¿Que hacía? ¿La sacaba? Quizás ese era el momento oportuno para hacerlo.
- No es una excusa, he hablado con él y me lo ha dicho.
- ¡Pero él no me conoce! ¿Que sabe de mi? Eso que dices es mentira, es imposible que dijese eso.
- Pues es lo que me ha propuesto.
- Mira ¿Sabes lo que te digo? Que si no quieres cargar conmigo me lo digas claramente, ya te dije que tu abuela me llevaba a una clínica y se acabó todo, el incordio, el problema y todo.
- No te me pongas cabezota porque no van por ahí los tiros.
- Pero si no pasa nada, solo tienes que decírmelo y ya está. No quiero que te cargues con esta responsabilidad, entiendo que eres muy joven y...
- ¿Te quieres callar de una vez? - dijo en voz alta.
Akane le miró sorprendida. Shikamaru, nervioso, sacó la mano de su bolsillo. La caja era pequeña y manteniéndola en la mano, con el puño a medio cerrar, pasaba inadvertida.
- Eres muy pesada y me aburres mucho. Se lo que representa tener un hijo, se a lo que voy a tener que renunciar pero quiero que estés conmigo, y quiero que estés conmigo porque realmente quieras estar conmigo, no porque no te quede más remedio, no porque tengas que tener ese hijo a la fuerza, necesito saber que confías en mi y que quieres emprender esta aventura conmigo.
Alzó la mano, poniéndola a la altura del pecho de Akane y la abrió, dejando ver esa pequeña cajita de color marrón jaspeado.
- Se que no va a ser fácil pero yo... yo te entrego mi vida, entrégame tu la tuya, quiero tener ese niño porque es tuyo y mío y me esforzaré por ser un buen padre, maduraré, estudiaré y daré lo mejor de mi mismo. No quiero que ese niño sea mi hermano, no quiero dárselo a mi madre y menos aún quiero que tu seas la mujer de mi primo, te quiero para mi, te quiero a mi lado... se que esto ha estropeado nuestros planes pero si estas junto a mi yo... yo te quiero, Akane.
- ¿Qué es esto? - preguntó nerviosa Akane.
- Como no tengo dinero para comprarte nada, ayer mi abuela me lo dio. No es muy valioso pero es el primer anillo que mi abuelo le regaló y yo... quiero que lo aceptes, que me aceptes a mi y que a partir de ahora pueda decir que estamos comprometidos. No me refiero a que nos casemos pero si a que yo pueda decir que estamos juntos, que somos pareja... y si te fallo podrás patearme el culo y humillarme.
Shikamaru estaba nervioso y asustado, no quería hacer las cosas mal pero eso era muy difícil. ¿Estaba preparado para un rechazo? Se lo había planteado, claro, pero esperaba que no sucediese porque dolerle le iba a doler aunque eso si, no estaba dispuesto a rendirse.
- ¿Por qué? - le miró interrogante - No soy buena persona, soy egoísta, cabezota y rencorosa, tu lo has dicho, no tengo buen carácter, me gusta organizarlo todo y...
- Y pesada - la cortó - Muuuuuuy pesada. Pero vamos a tener un hijo, no queríamos, no lo habíamos planeado, ni siquiera nos hemos enterado pero ella... o él no tiene culpa de nuestro error, y yo te quiero, de veras que te quiero ¿Es que no eres capaz de creerme? Estoy cansado de repetírtelo, no se que hacer para demostrártelo ¿Qué quieres que haga? ¿Que te baje la Luna y te la regale?
Guardaron silencio mirándose fijamente, Shikamaru tenía un gesto bastante serio y Akane le observaba en silencio.
Akane temblaba, intentaba que no se notase pero su mano temblaba cuando cogió la pequeña caja. Apretó un resorte chiquitito y dorado y esta se abrió. Dentro había un sencillo anillo de oro, era simplemente un aro, nada más pero a Akane le pareció el anillo más bonito que había visto nunca y los ojos se le llenaron de lágrimas.
- ¿Y para que quiero la Luna? - dijo al fin - ¿Qué hago con un trasto tan grande? No puedo ponerlo en ningún sitio - Akane de improviso se abrazó a él - Solo quiero que estés a mi lado y que aguantes estos cambios de humor y soportes mis manías.
- Eso siempre, Akane, siempre.
- Lo siento, es que de veras no se que me pasa.
- No pasa nada, solo eres un poco más desconcertante que te costumbre ¿No te vas a poner el anillo?
- Pónmelo tú.
Shikamaru lo sacó de la cajita, era bastante pequeño y Akane le ofreció su mano.
- Algún día tendré dinero para comprarte uno - dijo poniéndoselo - Ahora eres la prometida de un Nara, no lo olvides.
- Y tú no olvides que no tienes que quedar con otras chicas.
- Ni tú coquetear con mi primo.
- Pero eso que has dicho de Shikato era mentira.
- No, no lo era.
- ¡Anda ya! Ya podías haberte buscado una excusa mejor.
- Vale pues no me creas, cabezota.
- ¿Y no me vas a dar un beso?
- No se, no me atrevo, con esos cambios de humor que tienes me das miedo - dijo comenzando a andar.
Akane metió la mano en su bolsillo y sacó un caramelo que lanzó contra la cabeza de Shikamaru.
- ¡Ehhhh! - se quejó el chico - Eso ha picado.
- Ciervo del demonio - gruñía mientras aceleraba el paso y le adelantaba.
- ¿Que me has tirado, so loca? - decía mientras se tocaba ahí donde le había dado.
- Un caramelo a mi pesar, tendría que haber sido un gran pedrusco.
- ¿Por eso llevas siempre caramelos encima? ¿Para usarlos como arma arrojadiza?
- Siempre es bueno tener algo a mano para lanzarte.
- Ya decía yo... Oye, por cierto, el camino es por este otro lado.
...
Tal y como Jisei suponía la tarde con Iruka estaba siendo perfecta. Como los dos buenos amigos que eran habían esperado charlando en la cola del cine, habían comprado palomitas y visto la película que resultó muy entretenida. Después fueron a tomar algo y siguieron charlando de sus cosas. Iruka le contaba anécdotas que sucedían entre los profesores, era curioso descubrir como los profesores, a parte de dar clases, también tenían vidas ajenas al instituto y no es que Jisei no lo supiera, es que estaba tan acostumbrada a verles en su función de profesor que se le olvidaba.
Jisei también estuvo contando anécdotas de sus amigos e igualmente a Iruka le resultaba raro descubrir las relaciones que había entre ellos.
- Al principio pensaba que te gustaba Shikamaru.
- ¿Shikamaru? ¿Qué dices? Shikamaru es un gran amigo pero nada más, si acaso me puede gustar su coleta ¿Que te hacía suponer eso?
- No se, como solíais ir con él y Chouji. A Chouji siempre se le ha notado que le gustaba Ryuko y Akane y Shino también estaban mucho juntos, así que a ti te emparejaba con el cerebrito.
Jisei rompió a reír.
- ¡Que tontería! Shikamaru siempre ha sido de Akane, desde el primer momento en que se conocieron, por supuesto ellos no se dieron cuenta pero sus auras explotaron en ese instante, fue algo mágico.
- Tu y tus auras, mira que eres...
- ¿Rara? Puedes decirlo, ya estoy acostumbrada.
- ¿Y que me dices de Kimimaro?
- Kimimaro es solo un amigo, un amigo que se encuentra muy solo y… triste y… es un gran amigo mío, nada más.
Iruka, espontáneamente cogió una mano de Jisei y la apretó dulcemente.
- Me lo he pasado muy bien esta tarde.
- Si, yo también.
- ¿No te has sentido incómoda por ir con tu profesor?
- Ah pero es que yo no iba con mi profesor, iba con mi amigo.
- Bueno... ¿Nos vamos ya para tu casa? No quiero que tus padres digan que te tengo por ahí hasta las tantas.
- Si, no vaya a ser que tu fama de persona honesta se vaya al traste.
Pero al salir de la cafetería donde estaban se dieron cuenta de que llovía copiosamente y el viento había aumentado considerablemente.
- ¡Vaya por Dios! - exclamó Jisei - Menos mal que tenemos un paraguas.
- Aun así nos vamos a poner perdidos.
- ¿Y que hacemos? ¿Esperamos a que escampe un poco?
Con el mismo problema se encontraban Chouji y Ryuko, salvo que ellos estaban en casa de Ryuko.
- Bueno, tú te quedas aquí y yo me voy - decía Chouji.
- De eso nada. Nos quedamos aquí y esperamos a ver si deja de llover un poco.
- Bueno pero si cogemos un par de paraguas tampoco nos mojaremos tanto.
- Claro, pero el problema es donde vamos a ir con la que está cayendo.
- Vale, esperamos un poco pero ¿A que hora van a venir tus padres?
- Ah, no hay problema con eso, me dijeron que llegarían después de cenar.
- Ah pues entonces nos quedamos aquí tan agustito ¿no?
...
La lluvia cogió a Hinata y Gaara en la feria que visitaban y también, a pesar de que Hinata llevaba su paraguas, corrieron a refugiarse en la estación de tren.
- Madre mía como llueve - comentó Hinata.
- Creo que será mejor que volvamos ¿no?
- Si porque con lo que está cayendo es imposible ver nada.
Subieron al tren y regresaron a Konoha, fueron derecho a casa de Gaara, tal y como habían propuesto decidieron ir a su casa a tomar algo y montar la cajita de música.
- ¿Temari? - dijo Gaara al entrar - ¿Temari? Pasa, pasa Hinata y deja el paraguas ahí - señaló un paragüero.
- A lo mejor no está.
- Es raro porque dijo que iba a quedarse leyendo ¿Temari?
- Lo mismo cambió de idea.
- Si, eso parece. Bueno, ve al comedor y ponte cómoda, yo voy a sacar algo para beber.
Al cabo de unos minutos estaban los dos sentados juntos, frente a la mesa del comedor. Hinata había sacado las piezas de la caja de música y entre los dos, cuidadosamente se dedicaban a montarla.
- Me gusta mucho estar contigo, Hinata - decía Gaara sin atreverse a mirarla.
- A mi también, además hoy hace buen día y se está muy bien aquí.
Poco a poco, mientras hablaban de cosas como que ya habían dicho que el tiempo que iba a cambiar y se avecinaba un tifón, fueron montando la cajita. Hinata apretó con mucho cuidado y un pequeño destornillador el último tornillo que sujetaba la bobina a la caja y que se suponía que al abrirla sonaría.
- Bueno, vamos a ver si suena ¿no? - dijo emocionada Hinata.
- Primero tendremos que darle cuerda.
- Toma, dásela tú.
Gaara cogió la pequeña caja y así lo hizo, después se la entregó a Hinata.
- Mejor haz el honor tú de abrirla.
- Ay que nervios, espero que suene.
Abrió la tapa y comenzó a sonar una dulce melodía. Hinata sonrió llena de ilusión.
- ¡Mira, Gaara, suena de verdad!
- Y tu sonrisa es preciosa.
- Y lo hemos hecho nosotros ¿No te sientes importante? - eludió algo apurada la frase anterior.
- Me siento muy importante.
- Y que bonita es la música ¿verdad?
- Ahora tengo que regalarte algo para que guardes en ella.
- No hace falta que me regales nada. Yo se lo que voy a guardar, las entradas de la última película que fuimos a ver que lo pasamos muy bien.
- ¿Todavía las tienes?
- Claro, es un recuerdo.
Gaara respiró hondo, debía hacerlo, debía decirle lo que sentía porque ya eran muchos meses los que estaba ocultándolo y no podía más. Además Hinata era tan buena y dulce que seguro que no iba a enfadarse, si acaso se preocuparía por él porque claro, corresponderle no le correspondía y como ella es así seguro que le sabía mal hacerle un desplante.
- Hinata, a mi me gustaría decirte algo.
- ¿Si? ¿Qué? - le miró sonriendo y con los ojos brillantes.
- Tú... tú eres una persona muy especial para mí y quiero que lo sepas.
- Tú también eres muy especial para mí.
- Si pero... yo... hace mucho tiempo que siento algo por ti.
Hinata comenzó a ponerse nerviosa y a sentir como el corazón se le aceleraba.
- No quiero ponerte en un apuro, ni que te sientas incómoda conmigo pero es algo que necesito decirte porque ya no puedo ocultarlo por más tiempo. He estado disimulando todo lo que he podido pero... es que me gustas mucho.
Hinata se quedó sin saber que contestar ¿Eso era una declaración o no? Es que estaba tan nerviosa que no lograba averiguarlo, a lo mejor no era una declaración, a lo mejor solo se refería a que le caía bien.
- Tu... tu... tu también me gustas - acertó a decir llena de nervios.
- Pero yo me refiero a que me gustas no como compañera, si no... No quiero que te sientas incómoda conmigo, no quiero que me contestes ni nada, yo solo quiero que sepas que creo que eres una persona muy especial, que me gustas desde hace tiempo, nunca pensé tener una oportunidad contigo, sabía que te gustaba Naruto pero no lo pude evitar, lo intenté pero no pude y quiero que... Por favor, no dejes de ser mi amiga, yo no te pido nada, no te pido que te enamores de mi, ni que salgamos, yo solo quiero que sepas que eres maravillosa y se que no soy nada para ti, solo un amigo pero yo... ¿que te pasa? - se alarmó al ver como las lágrimas salían de esos enormes ojos que tanto le gustaban - ¿Te he ofendido?
Hinata soltó la caja de música que cayó al suelo y se abrazó a Gaara llorando ¿Cómo no iba a comprendelo? Si a ella le pasó lo mismo, si ella sabía lo que es tener sentimientos dentro y no poder contenerlos más? Si ella sabía el alivio que se sentía al poder decir todo aquello.
- ¿Qué te he hecho, Hinata?
- Lo siento, lo siento, lo siento - decía entre sollozos.
Gaara sonrió levemente y correspondió a su abrazo.
- No llores, no te preocupes, no te pido que me correspondas, no pasa nada, todo está bien.
- No es eso, es que... - Hinata parecía no poder parar de llorar - es lo más bonito que me han dicho nunca.
- ¿Entonces no estás molesta conmigo?
Hinata se separó de él y negó con la cabeza.
- Para nada. Tú eres una persona muy especial para mi Gaara, mucho, tanto que me da miedo equivocarme y fallarte. No, déjame hablar, sabes que me cuesta expresarme, así que déjame hablar o no seré capaz de hacerlo nunca. Tú también me gustas, me gusta estar contigo, me gusta pasear a tu lado y hablar y... lo que pasa es que quiero estar segura de lo que siento. Sabes que hasta hace poco creía estar enamorada de Naruto y me desilusioné mucho y no quiero utilizarte para olvidarle.
- ¿Eso significa que no me das un "no" rotundo?
Hinata no pensó mucho lo que hacía, lloraba de felicidad pero Gaara tenía expresión de preocupación, seguro que estaba preocupado por ella, él era así, además tenía cierto rubor en la cara y... no lo pensó, porque ya estaba harta de ser siempre una chica correcta, discreta, tímida y todo eso, porque no le gustaba siempre estar esperando a ver que pasaba, porque ella era decidida y no una miedosa... no lo pensó, con rapidez se acercó a Gaara y aunque las manos le temblaban cuando las puso en sus hombros, se apoderó decidida de sus labios para darle un beso que quizás fuese torpe e inexperto y leve, muy leve, pero lo importante era que lo había hecho.
Gaara la miró asombrado y esta vez con el rubor mucho más marcado. Hinata sonrió e hizo un leve gesto afirmativo seguido de otro que parecía una negación.
- ¿Qué significa eso?
- Significa que se ha roto la cajita, ahora tendremos que montarla otra vez, como mi corazón, que se rompió y tú lo reconstruiste.
...
Sai no había mentido, le gustaba jugar al billar y además era bastante bueno, así que ahora enseñaba a Misaki como jugar. Ambos estaban muy entretenidos y parecían haberse olvidado de los demás. Pain y Konan dijeron que preferían ir a la cafetería a tomar algo sólido, así que Sasori y Sakura estaban solos, sentados en uno de los sillones de dos plazas que había repartidos por toda la sala de los billares, mirando a Sai y Misaki.
- ¿Has comprobado que no te he quitado nada el bolso? - dijo Sasori.
- No. Bueno, no creo que haga falta.
- A lo mejor si, comprueba si tienes todo tu dinero.
- No creo que tú necesites dinero.
- Ah no creas, no tengo tanto como supones. O a lo mejor he hecho una copia de la llave de tu casa.
- Eso no lo voy a poder comprobar pero de todas formas ¿Para qué ibas a hacer algo así?
- No se. Soy Sasori, no lo olvides, un ser despreciable.
- Yo no he dicho que seas despreciable.
- Delante de mi no, pero seguro que a mis espaldas si.
- Bueno - Sakura se sintió avergonzada repentinamente - Comprende que... lo que le hicisteis a Hinata no fue de ser muy buena persona.
- Cierto. Tienes toda la razón.
- ¿Y por que lo hicisteis? ¿Qué queríais? ¿Violarla?
- No, drogar a una chica y violarla es algo asqueroso.
- ¿Pues entonces porqué lo hicisteis?
- ¿Quieres que te lo diga de verdad?
Sakura guardó silencio, muy segura de querer saberlo no estaba.
- Digamos que queríamos demostrar que podíamos hacerlo.
- Eso no tiene mucha lógica.
- Mira, somos unos niños de papá aburridos de la vida y nos gusta reírnos un rato.
- ¿Solo lo hicisteis para reíros un rato de nosotros?
- Mira Sakura, estuvo mal ¿vale? Pero te aseguro que no pretendíamos hacer daño a Hinata.
- ¿Y a Chouji?
- Eso no fue cosa nuestra. Te voy a decir una cosa, más que preocuparos de nosotros yo que vosotros me preocupaba de Kabuto, os odia, odia sobretodo a Naruto, para él vosotros sois los responsables de que cerraran la academia de Orochimaru y él parecía sentir demasiada devoción por ese hombre.
- Dime algo que no sepa.
- ¿Quieres que salgamos a dar una vuelta?
- No... prefiero quedarme aquí.
- ¿Me tienes miedo?
- No ¿Por qué iba a tenerte miedo?
- Por si pasa lo que pasó ayer.
- Eso fue un error.
- Para mi no.
- Eso fue que bebimos y...
- Si, bebida sin alcohol... a lo mejor es que te afecta el zumo de naranja.
- Pero es que yo... no se lo que me pasó.
- Quizás piensas que te drogué... ¿Es eso? ¿Piensas que te drogué?
- No pero...
Sakura giró la cabeza huyendo de la mirada de Sasori ¿Que tenía ese chico que la perturbaba tanto? Y entonces fue cuando le vio. Entrando por las enormes puertas, serio, mirando a su alrededor sin mucho interés.
- ¿Sasuke? - susurró - ¿Que hace aquí?
- ¿Sabías que iba a venir? - la interrogó Sasori molesto.
- No, para nada, no tenía ni idea. De haberlo sabido no hubiese entrado por nada del mundo.