lunes, 25 de agosto de 2014

87. Los Nara y sus tradiciones

Jisei, nada más levantarse y arreglarse, fue derecha al hospital. Estaba deseando saber como estaba, además pensó que era el mejor momento para visitar a Iruka, que quizás si iba un poco más tarde, lo más probable es que se encontrara con algún profesor, compañero de Iruka que quizás fuese a visitarle. bueno ella no había avisado a nadie pero quizás Iruka lo hacía, o decía a alguien del hospital que llamara, al fin y al cabo de alguna forma tendrían que saber lo que le había pasado porque faltar al instituto iba a faltar.
Delante de la puerta de la habitación respiró hondo y deseó con todas sus fuerzas que al abrir aquella puerta no se encontrara con ninguno de sus profesores o sería una situación algo violenta, aunque ella ya había preparado una excusa: ayer volvía a su casa... no, no tenía ninguna excusa que le pareciese buena pero confiaba en que no hiciera falta.
Abrió y asomó con miedo la cabeza. No había nadie excepto Iruka durmiendo en la cama. Verle allí, en esa habitación tan blanca y con ese olor a hospital, tumbado boca arriba, con el pelo suelto y alborotado y dos bolsas de goteo puestas, le produjo cierto deseo de cuidarle.
- Perdone señorita - dijo una voz femenina a su espalda - ¿Me deja pasar?.. Gracias.
Una enfermera pasó llevando en las manos una bolsa no muy grande, aplanada y llena de una líquido transparente.
- Vamos a ponerle un calmante - explicó la enfermera mientras procedía a quitar una bolsa igual que había colgada al lado del suero y que parecía casi agotada.
- ¿Tengo que salir fuera?
- No, no hace falta. No tardo nada ¿Es usted su hermana?
- No, no, soy una... amiga ¿Cómo está?
- Está bien. Se está recuperando muy bien, la operación no ha tenido ninguna complicación. Ya está esto, mire, ni se ha enterado.
- Menos mal, estaba un poco asustada.
- Es un hombre joven y sano, en unos días le daremos el alta, eso si, tendrá que cuidarse.
La enfermera se fue y Jisei, casi con miedo, acercó una silla que había en la habitación y se sentó al lado de la cama.
Estuvo un rato observándole y pensando, como había dicho Kimimaro cuando le encontró en su casa, que había de malo en que se supiera que eran amigos... claro, los rumores, nunca faltan los rumores y lo que menos deseaba era crearle dificultades y la gente suele ser muy mal pensada.
Jisei acercó su mano a la cara del profesor y apartó con delicadeza unos mechones que la tapaban. Pensó que era mejor irse, ya sabía que la operación había resultado bien, tampoco tenía porqué estar allí, a fin de cuentas ella no era su novia, ni un familiar y seguramente al día siguiente podría convencer a varios para que la acompañasen a ver al profesor.
Se levantó pero antes de irse decidió darle un beso en la mejilla. Fue uno de esos impulsos que nacen inconscientemente, algo como un beso de buenas noches a un niño pequeño. Acercó los labios a la cara del profesor cuando aquel impulso cambió y decidió que era mejor robarle un beso... no, mejor no lo haría, resultaba bastante patético, así que le besó suavemente la mejilla y se apartó.
Pero aunque el roce fue muy suave Iruka abrió los ojos de repente.
- ¿Jisei? - dijo con voz adormilada.
- Buenas tardes, dormilón - contestó algo apurada aunque ya estaba bastante separada de él.
- ¿Que hora es? ¿Que haces aquí? - continuaba hablando con tono cansado.
- He venido a ver como estabas ¿Cómo te encuentras?
- No estoy mal, he estado mejor pero no tengo que quejarme, supongo que pasará pronto. Pásame ese aparato de ahí.
- ¿Esto? - cogió una especie de mando unido a la cama por un cable.
- Es para inclinar un poco hacia delante la cama.
- ¿Puedes hacer eso?
- Pues claro - Iruka pulsó un botón y quedó casi sentado - Ahora te veo mejor, estoy un poco harto de estar tumbado.
- Me diste un buen susto.
- Me imagino ¿No habrás pasado aquí toda la noche, no?
- No - sonrió - Me fui a casa y he dormido y todo.
- Yo también estaba preocupado por ti ¿Vino alguien a recogerte?
- Si, mi padre, no tenias que preocuparte.
- Pues lo hice, todo el tiempo pensaba en ti, me daba miedo que estuvieses sola en la sala de espera.
- Anda, como si fuera una niña pequeña.
- Tu no lo entiendes - Iruka levantó la mano en la que no tenía puestas las gomas - Acércate que te voy a decir un secreto.
Jisei acercó su cara a la de su maestro y este acarició suavemente su mejilla.
- Es que si a ti te pasa algo malo por mi culpa, yo... no lo soportaría - susurró.
Jisei sintió como la sangre se concentraba en su cara, respiraba con dificultad pero no, eso no podía ser, cerró los ojos y se separó de él.
- Bueno, me tengo que ir.
- Gracias por venir a verme.
- Mañana volveré.
- ¿No te quieres quedar un poco más?
- Es que... no, mejor me voy.
- ¿Te está esperando alguien?
- No, no me espera nadie, bueno en mi casa mis padres para comer.
- ¿Y Kaguya?
- No ¿Por qué me iba a esperar?
- ¿No estás saliendo con él?
Jisei se quedó mirando a Iruka y sonrió ¿acaso eso eran celos?
Había tantas cosas que ambos querían decirse y no se atrevían. Iruka se sentía incómodo, se suponía que tenía experiencia con mujeres, no muchas, pero alguna ¿por qué se sentía tan cohibido? Sería porque sentía una lucha dentro de él, por un lado unas ganas tremendas de atraerla hacia él y besarla y por otro lado lo que le decía que se mantuviese alejado de ella.
Se oyó la puerta abriéndose y ambos miraron hacia ella.
- ¿Se puede? - dijo el hermano de Jisei mientras golpeaba la puerta con los nudillos - ¿Cómo está el enfermo?
- Hola Kisuke - saludó Iruka - Pasa, pasa.
- Hombre hermanita, mamá dijo que seguro que estabas aquí.
- Si, bueno, he pasado a ver a Iruka.
- Me imagino, no creo que pasaras solo a ver la arquitectura del edificio ¿Y cómo se encuentra el recién operado?
- Imagínatelo, como si me hubieran dado una paliza.
- Como si te hubiesen dado muchas para saberlo. Toma, mi madre te manda cosas de aseo, para que te veas guapo, un peine, champú, gel, desodorante y hasta una cuchilla de afeitar y espuma.
- Que amable, dale las gracias de mi parte, me va a venir muy bien. Supongo que mañana me podré levantar.
- ¿Que pasa? ¿Hoy no te has duchado? Mira que barbas te están saliendo, no te vendría mal afeitarte.
- Tampoco tengo tanto ¿Me afeitas tu?
- No. Creo que puedes esperar a mañana y que te afeite una de esas enfermeras tan monas que hay por aquí, ¿eh?
- Si quieres te afeito yo - habló apresuradamente Jisei, los dos hombres la miraron extrañados - Era una broma, por decir algo.
- No, no - intervino su hermano - ¿Serías capaz? o lo que es mas importante ¿Iruka se dejaría afeitar por ti?
- No hace falta Jisei - añadió Iruka - Seguramente mañana podré levantarme y lo hago yo solo.
- Ah no, déjala, si se atreve, déjala.
- Que no, que no hace falta.
- ¿Cómo que no hace falta? ¿Y si tienes visitas hoy?
- Entenderán que estoy recién operado. Además, traerme un espejo, seguro que puedo hacerlo yo solo.
- Ah, es que te da miedo que ella te afeite, es lógico.
- ¡Deja ya de decir tonterías, Kisuke! - le recriminó Jisei.
- Es porque no te atreves, tu mucho hablar pero luego de hacer... nada.
- Era solo una broma.
- Cobarde
- Bah, déjame en paz. Mira me voy que tengo que hacer muchos deberes. Mañana pasaré a verte de nuevo, haz caso a los médicos ¿vale?
- Seré muy buen enfermo.
- Huye, huye, cobardica - rió Kisuke.
Después de que Jisei se hubo marchado Kisuke miró sonriendo a Iruka.
- Creo que le gustas - comentó sonriendo.
- ¿Qué dices?
- A Jisei, creo que le gustas, le caes muy bien.
- Bueno... ella también me cae muy bien.
- ¿Te gusta?
- ¿A que viene eso? - se alarmó Iruka.
- No, por nada. Solo que pienso que el otro día yo me ligué a una chica de su edad.
Iruka le miraba atentamente, esa conversación podía ponerse difícil, no olvidaba que Kisuke les encontró en su casa, a solas y que no debían disimular muy bien porque sospechó de ellos, claro que desde entonces no había vuelto a hablar del tema, seguramente se olvidó.
- ¿Y que conclusión has sacado? - preguntó cauteloso.
- ¿A parte de que soy un pervertido? Que por ahí puede haber capullos como yo que intenten engañarla.
- ¿Y? - a Iruka aquello empezaba a ponerle nervioso, seguro que indirectamente estaba intentando advertirle de que no se acercara a su hermana.
- Es raro hacerse a la idea de que tu hermana pequeña ha creído y que alguien puede verla como a una... mujer. Es muy raro.
- Pues tendrás que hacerte a la idea.
- Supongo ¿Tú que opinas de ella? ¿Crees que es atractiva?
- ¿Tenemos que tener esta conversación?
- Dímelo sinceramente, como tío... ¿es atractiva?
- Soy su profesor, yo no puedo fijarme en ella.
- Bueno ¿y si no fueras su profesor? ¿Te fijarías en ella?
- Esta conversación es un poco ridícula - contestó apurado - Vamos a dejarla.
- ¿Tu crees que ya habrá mantenido relaciones sexuales?
- ¡Kisuke por dios! ¿No podemos hablar de otra cosa?
- Tienes razón, tienes razón, a ti estas cosas no te importan, porque no te importan ¿verdad?
- Verdad - contestó girando los ojos hacia otro lado - A mi no me tiene que importar para nada la vida sexual de tu hermana.
- Seguro que en el instituto sabes de muchas chicas que a su edad ya...
- ¿Podíamos cambiar de tema? - casi gritó.
- Esta bien, está bien, no te pongas nervioso no vaya a ser que empeores.
Iruka cerró los ojos, aquella situación no podía ser de lo más incómoda. Estaba seguro que Kisuke sospechaba algo pero ¿que hacía? ¿le intentaba explicar que sentía algo por Jisei? De cualquier forma ese no era el momento adecuado, no sabía como reaccionaría Kisuke porque si, él era muy dado a conquistar a cualquier chica que veía pero claro, que nadie tocase a su hermana pequeña.
Recordó el día del Tanabata y lo que sucedió en casa de los Nagashiyama... si Kisuke se enterase de eso... tampoco quería perder la amistad de Kisuke, era muy buen tío, alegre y siempre dispuesto a ayudar. Quizás debería replantearse lo que se planteó aquel día: hablar con sus padres, sería lo mejor, demostrar que no tenía malas intenciones.
...
Lo primero que vio Akane al abrir los ojos fue una imagen que no pudo reconocer. Que bien le había sentado dormir un poco, ahora parecía que todo lo que había pasado había sido un sueño, si eso, había estado soñando... parpadeó un par de veces ¿por qué no reconocía lo que veía?
Akane se incorporó de golpe como movida por un resorte, ahora lo recordaba ¡estaba en casa de Shikamaru!
- ¿Te encuentras mejor? - oyó decir a Chiharu.
Chiharu estaba sentada frente al escritorio de Shikamaru, mirando el ordenador y se giró hacia donde estaba Akane.
- Creo que me he dormido - contestó Akane levantándose - Lo siento.
- Y has tenido una pesadilla, hablabas y llorabas en sueños.
- ¿Si? - Akane intentó recordar lo que había soñado - Pues no se, no recuerdo lo que he soñado ¿Dónde está Shikamaru?
- Mis padres están echándole la bronca del siglo.
- ¿Otra vez? ¿No se la había echado ya tu madre?
- Ah no, eso no fue una bronca, eso solo fue un aperitivo, Shikamaru va a tener bronca durante al menos una semana. Mi madre no va a parar de repetirle lo irresponsable que ha sido y como ha arruinado su juventud.
- Y todo por mi culpa - se sentó muy abatida en la cama.
- No creo. Es la primera vez que veo a mi hermano mentir, el no suele hacerlo... me refiero a cuando dijo lo de la botella de vino, eso no fue cierto, yo estaba allí.
- No se porqué ha dicho eso.
- Por ti. Mi hermano no miente nunca, mentir es muy problemático para él, una mentira hay que mantenerla y eso da mucho trabajo.
- Si, me lo imagino - sonrió.
- Así que si te ha dicho que te quiere es porque te quiere de verdad. Claro que te digo otra cosa, también es la primera vez que le veo aceptar una responsabilidad sin quejarse y sin decir "mendokuseeeei".
- A mi también me ha sorprendido.
- Y te repito que mi hermano no miente.
- Esto hace mas difícil todo - se lamentó.
- ¿Tu es que no quieres a mi hermano?
- No es eso es que... no quiero estropear su vida.
- Entiendo... tu también le quieres. Mi madre ha dicho que si tu no quieres a ese bebé se lo quedará ella.
- ¿Qué?
- Dice Shikamaru que a ti no te gustaría tenerlo, que sois muy jóvenes y no estáis preparados ¿es eso cierto?
- ¿Tu madre quiere quedarse con el niño?
- Si tu no lo quieres ella se lo quedará, es su nieto.
- Creo que eso ya me da igual, mi vida se ha ido por el desagüe.
- Estas tu muy negativa. Anda vamos a preparar la mesa.
- Debería irme a mi casa o algo.
- Pero si te quedas a comer, mi padre lo ha dicho.
- No quiero causar mas molestias.
- Mi madre ya ha hecho la comida, entre bronca a Shikamaru y a mi padre.
- ¿A tu padre también?
- Hombre claro, según mi madre todo es culpa de mi padre y de no explicarle a mi hermano las cosas bien. A mi me han dicho que te hiciera compañía, sospecho que para que no me traumatice o algo así.
Cuando llegaron a la cocina encontraron a Shikamaru preparando la mesa.
- ¿Estás tu solo? - preguntó Chiharu - Venimos a ayudarte.
- Si, mamá está "hablando" con su marido en el washitsu ¿Cómo te encuentras? - se dirigió a Akane - Tienes muy mala cara.
- Es que no me encuentro muy bien, la verdad. Shikamaru lo siento, lo siento de veras, Takato comenzó a sospechar y se lo dijo a mi madre y yo no quería meterte en esto, entiendo que estés enfada...
Shikamaru se acercó a ella y cerró su boca con dos dedos.
- No es eso lo que me enfada -aseveró cogiendo una de las manos de la chica - Es esto - le mostró sus propios dedos - Lo has estado haciendo otra vez.
- ¿Y que querías que hiciera? Yo me desesperé y me asusté.
- Akane - interrumpió Chiharu que no sabía de que hablaban pero que le pareció algo de lo más incómodo - ¿Te hemos dicho ya que los Nara somos una familia muy tradicional?
- Si, si me lo dijisteis.
- Y que por eso esta casa es una nisedaijūtaku.
- Si, ya se que esta casa es en realidad dos.
- Y que Shikamaru es el hijo mayor, por tanto algo así como el segundo al mando y mi madre la jefa y la que sea su nuera estará por encima de las demás Nara, incluida yo y hasta mis tías y yo te tendré que obedecer.
Akane la miró de lo mas extrañada.
- Ser un Nara no es nada fácil - habló Shikamaru - Ya te lo dije.
- La familia Nara funciona por jerarquía, cada uno tiene su puesto. Mi padre, como jefe de la familia asume la responsabilidad de los actos de todos los demás miembros, por eso tiene una serie de privilegios. Ahora él es el responsable de lo que ha hecho Shikamaru y como tal esta tarde va a ir a hablar con tus padres a pedir disculpas y a aceptar ocuparse de ti.
- ¿Eso que significa?
- Eso significa - respondió Shikamaru - Que te quedas a vivir en esta casa por lo menos hasta que tengas lo que vayas a tener.
- ¿Qué?
- Ese niño, o niña, es un Nara y... tu puedes elegir si quieres ser una Nara o no.
- ¿Cómo?
- Mi padres aceptan toda la responsabilidad, ellos... si tu no deseas tenerlo lo adoptarán. También aceptan la responsabilidad de ocuparse de ti. Yo he... ¿cómo lo diría? He ensuciado el honor de tu familia.
- ¿No es eso un poco exagerado? No, lo digo mal ¿No es eso muy exagerado?
- No lo vas a entender, los Nara tenemos muchas normas, son necesarias para que todo funcione correctamente, somos muy tradicionales. Mis padres rompieron la tradición viniendo a vivir a Konoha pero fue porque necesitábamos adaptarnos a los tiempos modernos y estando en el pueblo pues no progresábamos mucho pero construyeron esta casa para que su hijo mayor viviese con ellos, como manda la tradición, además heredaré el negocio de mi padre... no soy muy buen partido para ninguna chica, por eso Ino siempre ha odiado que se insinuase que éramos novios.
- Cuando estuvimos hablando de lo que haríamos no mencionaste este hecho.
- No supuse que mi madre iba a tomárselo así.
- ¿No crees que tu madre está tomando decisiones muy a la ligera?
- Es una Nara y las mujeres Nara son así, los miembros masculinos de la familia tenemos a ser más bien perezosos y desmotivados y siempre escogemos mujeres fuertes y con carácter, no es por machismo, no empieces a insultarme, para nosotros las mujeres sois la base de nuestra familia, los pilares que sostenéis todo.
- Sin mujeres los hombres no serían nada - añadió Chiharu - Eso suele decir mi padre y si mi madre decide seguir las tradiciones, se siguen.
Akane miraba a Shikamaru, serio y taciturno, le daba la impresión de que a él no se le concedía el poder elegir que haría con su vida. Recordó sus miedos, el temor a que sus sueños no se cumplieran, el miedo a sentirse prisionera en una vida que no era la que deseaba y se dio cuenta de que en ningún momento había pensado en él, en lo que a él le podría afectar y ahora había aceptado toda la responsabilidad y Akane empezaba a sospechar que en todo eso algo había tenido él que ver.
...
Chouji, Ino y Ryuko se habían sentado en una de las mesas al aire libre de una de las cafeterías de la zona. Habían pedido unos refrescos y Chouji una ración de patatas que, después de ofrecer a las chicas, comió con verdadero gusto.
- ¡Por Dios Chouji! - exclamó de pronto Ino - ¿Cómo puedes comer eso?
- ¿Quieres? ¿Pido otra?
- No, por favor, una chica no come esas cosas ¿no ves la grasa que tiene?
- Pues está bueno.
- ¡Me das asco!
- ¿Por qué?
- Chouji tienes que empezar a controlarte, si comieras menos estarías mejor.
- Si comiera menos, enfermaría - repuso Chouji.
- A todo el mundo le gusta la gente esbelta.
- ¿Tu crees que por ser delgada ya le gustas a un chico? - preguntó Chouji.
- Es un punto - respondió Ino - Mira Ryuko por ejemplo, es una chica guapa, si estuvies kilos más delgada seguro que ligaría un montón ¿a que ahora no ligas mucho?
- Ya te vale, Ino - la recriminó Chouji.
- ¿Que pasa?
- Te has pasado bastante, para mi que deberías pedir perdón.
- ¿Pero por qué? ¿Qué he dicho?
- Déjalo Chouji - habló Ryuko tratando de aparentar que aquellas palabras no la habían molestado - Si no me ha ofendido.
- Pero si no he dicho nada malo, solo que podría mejorar si se lo propusiese.
- Mira, me voy a pagar la cuenta.
Y cumpliendo lo que había dicho se levantó para ir a pagar la cuenta.
- Creo que se ha molestado. Supongo que me he pasado un poco, si que debería disculparme.
- No pasa nada Ino.
- Te he molestado y Chouji se ha enfadado conmigo. Si es que tengo una bocaza enorme.
- Solo decías lo que pensabas.
- De veras que lo siento, no quería ofenderte.
- Ya lo sé, es que hoy tengo un día horrible, no ha sido tu culpa.
- De veras que pienso que eres muy guapa.
- Si, ya, pero debería adelgazar... ¿crees que no me gustaría ser más delgada?
- Tú estás bien como estás, además le gustas mucho a Chouji.
- Claro y como él también debería adelgazar pues hacemos muy buena pareja ¿verdad?
- No, no, yo no quería decir eso ¿ves? Siempre estoy metiendo la pata... Lo que quiero decir es que le gustas a un chico, así como eres, sin tener que esforzarte en ser perfecta, no te imaginas como te envidio.
- ¿Crees que no me esfuerzo?
- Ay es que no se explicarme, tú ya eres perfecta dentro de lo que tú eres, no tienes que esforzarte para que un chico se fije en ti.
- Te estas liando tu sola cada vez más, será mejor que lo dejes porque mi autoestima no es muy alta y me deprimo con facilidad.
- Te entiendo, no creas que mi autoestima es tampoco muy alta.
- ¿Tú? ¿Pero que dices?
- Si, ya se que no lo parece pero es muy agobiante intentar ser...
- ¿Perfecta? Ino tu eres una de las chicas más populares del instituto y sales con quien te da la gana.
- No es verdad. Los chicos suelen pensar cosas de mí que no son.
Ryuko empezó a sentir un poco de pena por Ino, en realidad todo en ella era pura fachada ¿Cómo era realmente Ino? ¿Alguien lo sabía?
Después de dejar a Ryuko cerca de su casa, Chouji e Ino se encaminaron hacia las suyas, por algo vivían relativamente cerca el uno del otro.
- De veras que no quise ofender a Ryuko - decía Ino - No lo he dicho con mala intención, no sabía que era tan susceptible.
- No es cuestión de ser susceptible, es cuestión de que las personas que no somos tan esbeltas y tan perfectas según tu, resulta que somos personas después de todo y tenemos sentimientos.
- Claro, de eso que yo no tengo ¿verdad?
- Ino no he querido decir eso, no retuerzas mis palabras.
- Lo siento. Ya he metido la pata otra vez, está claro que no doy una será por eso que tengo una temporada tan mala.
Chouji conocía bien a Ino y sabía que algo le pasaba, estaba claro, el problema era conseguir que se lo dijera.
- Bueno Ino, a mi no tienes que darme explicaciones de nada, pero sabes que somos amigos, no lo olvides.
- Ah... si no es nada - se llevó una mano a un ojo y se limpió una pequeña lágrima, luego miró a Chouji y sonrió.
- Sea lo que sea seguro que no es tan importante como para que te disgustes.
- Tienes razón, es una tontería, a veces oigo comentarios y me disgusto un poco.
- ¿Comentarios? ¿Que tipo de comentarios?
- Como que soy una... chica fácil.
- ¿Quien ha dicho eso? - preguntó Chouji bastante enfadado.
- Gente... chicos.. ya sabes como son.
- Si, ya lo se, bien que lo se. Lo que tienes que hacer es ignorarlos.
- Si ya lo se, ya lo se.
- ¿Sabes lo que dicen, no? A palabras necias, oídos sordos.
- Si y lo hago pero a veces no puedo evitar sentirme mal, ofendida, dolida ¿Quienes son para juzgarme? ¿Qué saben de mi?
- Venga Ino - Chouji puso su mano en la nuca de su compañera y la presionó con suavidad - Tu sabes quien eres, ignóralos, so es pura envidia de que a ellos no les haces caso.
Ino sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de su amigo.
- Tu si que eres un bien chico, Chouji, el mejor.