martes, 19 de agosto de 2014

50. Las citas de todos (3ª parte)

Ryuko estaba bastante nerviosa. Se suponía que iban a dejar a Akane y a Shikamaru solos pero eso quería decir que ella se quedaría a solas con Chouji ¿y que haría? No era la primera vez que estaban a solas pero eran de noche, una noche romántica, el ambiente estaba ya creado, el sitio era precioso, tranquilo, solitario ¿que se supone que tenía que pasar? Ella no tenía práctica en esas cosas ¿que hacía? ¿Y si Chouji intentaba besarla? ¿Y si no? ¿Lo intentaba ella? ¿Era eso lo que se suponía esperaba de ella? ¿Una insinuación? porque Chouji era muy dulce y encantador y nunca había intentado besarla pero estaban saliendo ¿o no? así que seguro que querría besarla porque eso es lo que hacen las parejas.
Lo que no sabía es que Chouji estaba en el mismo dilema ¿que esperaba Ryuko que hiciese? Si hacía algo a lo mejor lo estropeaba, Ryuko podía pensar que él era un salido y solo pensaba en lo que pensaban todos a su edad y si no lo hacía lo mismo pensaba que es que no le gustaba o que no la consideraba lo suficientemente atractiva; había que tener en cuenta que Ryuko tenía la extraña idea de que ella no gustaba a nadie y que era el patito feo de la clase... tenía razón Shikamaru y todo era demasiado complicado.
Había un extraño silencio entre ambas parejas. Akane suponía que Ryuko debía estar pasándolo mal, porque la conocía, ella era así, se ahogaba en un vaso de agua.
- Bueno Shikamaru - dijo - ¿Dónde me vas a llevar ahora?
- ¿No te gusta este sitio?
- Si pero... bueno chicos, no os ofendáis pero me gustaría hablar algo con Shikamaru... a solas. Es algo privado ¿Podemos ir a un sitio algo más, no se, a cubierto? Me siento como desprotegida aquí, me parece que cualquier nos va a ver; aunque no lo parezca soy bastante vergonzosa.
Shikamaru frunció el ceño, juraría que no la entendía.
- Si, bueno yo... - comenzó a hablar nerviosa Ryuko mientras veía como Akane se acercaba a Shikamaru y pasaba una de sus manos por sus brazos, gesto de pilló de sorpresa a Shikamaru haciendo que su rostro se tensase - Debería irme ya, ya sabes que mis padres...
- Te acompaño - añadió presuroso e incómodo Chouji - Así damos un paseo ¿no os importa, verdad?
- Claro que no - respondió Akane - A fin de cuentas hemos venido aquí para algo ¿no Shikamaru? - Akane le miró de reojo sonriendo con picardía.
- Bueno yo... yo... - parecía tartamudear Shikamaru - Que... quería que viéramos las estrellas.
- Ya - continuaba Akane - Pero se suponía que esto iba a ser una cita romántica, de eso se trataba.
- Bueno - dijo en voz alta Chouji - Pues os dejamos. Vámonos Ryuko.
- Mañana nos vemos - se despidió la chica.
Shikamaru esperó a que estuvieran lo suficientemente lejos.
- Creo que los has asustado.
- Ya... bueno ¿vamos a un sitio más escondido, por favor?
- ¿Para qué? ¿No te gusta este?
- No, está demasiado al aire libre.
- Si nos metemos entre los árboles no veremos bien las estrellas.
- Ya. Las estrellas están muy bonitas, ya las he visto, ahora vamos a lo que vamos, no tenemos tanto tiempo.
- ¿Cómo? ¿A lo que vamos?
- Se supone que tengo que enrollarme contigo ¿no?
- Akane ¿A ti te rige bien el cerebro?
- ¿No has hecho todo esto para enseñarles a tus amigos lo bien que te lo montas?
- Aggggg... mendokusei... ¿Así que eso es lo que piensas? Que he hecho todo para tirarme un farol. Mira que eres desconfiada y retorcida. No se porqué pude pensar siquiera en que llegases a entenderlo.
- Es que es muy difícil de entender. Lo que pasó fue hace ya tiempo, el Shikamaru dulce y cariñoso que decía cosas tiernas y la Akane soñadora que lo escuchaba han sido borrados del juego, eran un error de programación, ahora somos tú y yo, un par de amigos con más amigos en común; tú el chico desganado que se queja por todo y yo la chica mal encarada y se acabó.
- ¿Y eso lo dices tú? ¿Tú, la que no deja de reprocharme cosas? ¿Tú, la que no olvida nada de nada? ¿La rencorosa que no deja nada en el pasado? Eres la chica mas extraña que he conocido en mi vida, te juro que me vuelves loco, te pasas la vida odiándome por lo que pasó, que pensándolo bien tampoco es para tanto, soy un adolescente con hormonas revueltas que toman el control de mi cerebro... me di cuenta del error pero fue tarde y hubo alguien que supo aprovechar mi error y perdí mi oportunidad pero el mundo continúa, aprendí de mi error, me arrepiento, lo lamento pero no puedo retroceder en el tiempo así que intento al menos recuperar tu amistad, que veas que me importas, que quiero ser tu amigo, que confíes en mi. No quiero enrollarme contigo, quiero que hagamos las paces y seguir con nuestra vida. Te juro que eres la persona las problemática que conozco, nunca se que decirte, no se si amanecerás con ganas de ser mi amiga o de matarme, si hablo me miras raro, si no hablo, te enfadas... eres cabezota, no quieres escuchar, te gusta agredirme física y dialécticamente... eres insoportable.
- ¿Así que soy insoportable? ¡Mira que bien!
- No, no empieces a malinterpretarlo, quiero decir que...
- Se lo que soy. Soy insoportable, cabezota, egoísta, rencorosa, soberbia, inestable y muchas cosas
más.
Akane se sentó en el suelo y dobló las rodillas para abrazarse a ellas. A Shikamaru le hubiese dado pena o compasión de ella en una situación normal, el problema era que se había sentado sin ningún cuidado y la falda del vestido se había quedado arrugada, que se le vieran las piernas no era lo malo, lo malo era que, desde su posición, Shikamaru también podía ver algo que no debería ver. Trató de desviar la mirada pero no podía, las malditas hormonas que a esa edad se tienen circulando son más fuertes de lo que uno se piensa y eso era problemático... muy problemático, porque si le decía a Akane lo que pasaba seguramente ella pensaría que es un maldito pervertido y se enfadará y si no se lo decía se terminaría dando cuenta ella solita y pensará que es un pervertido que no lo ha dicho para mirarla y se enfadará... claro que puede no darse cuenta, cosa muy improbable porque él seguirá mirando y ella le verá mirarla y ya no lo pensará, estará segura de que es un pervertido.
- Akane, esto es muy difícil para mi pero...
- ¿Que me vas a decir? ¿Que soy una molestia?
- No. Que se te va a arrugar el vestido.
- ¿Tanto te molesta?
- Es un poco... bueno si.
- Vale, vale, ya me coloco, mira que eres rarito ¿Y qué? ¿Empezamos o no?
- Desde luego lo tuyo debe ser un trastorno bipolar o algo así. Hemos estado genial toda la tarde ¿Ahora quieres estropearla?
- ¿Enrollarte conmigo la estropearía?
- Ya empezamos... ¡Ah! Que pereza me da todo esto.
- Mis amigas se han molestado bastante, se han acordado de este vestido que parece ser encajaba con tus gustos, lo han buscado, se lo han llevado a la mujer de mi padre que ha estado arreglándolo y yo me lo he puesto y me he hecho esta coleta y se supone que todo esto tiene que ser para algo.
Shikamaru se rascó la cabeza y se sentó a su lado.
- No, si entenderte te entiendo. Todos piensan que me gustas un montón y que bueno tengo que dejar el orgullo de los machos bien alto... pero no era mi intención. Solo quería pasear y mirar las estrellas, ya sabes que todo lo que me suponga un trabajo extra me da mucha pereza.
- Entonces ¿me rechazas?
- No. No te rechazo es que creo que no deberías hacer nada que no quisieses.
- Vaya, ni para esto sirvo. Creo que tengo que añadir el adjetivo "presuntuosa" a mi lista de calificativos ¿Realmente soy tan difícil de tratar?
- ¿Qué te pasa, Akane?
- Pasa que estoy harta de ser el segundo plato de todo el mundo, la opción que se escoge cuando no hay otro remedio. Quiero hacer las cosas bien, quiero que se me valore, quiero dejar de ser una mediocre.
- ¿Crees que eres mediocre?
- Pensé que tú querrías enrollarte conmigo porque algo te gustaba todavía. No se... aunque fuera por despecho o demostrarme que eres superior a mi. No soy nadie Shikamaru, no soy nada, no se para que sirvo. Ya se lo que vas a decir, que tengo amigos pero a este paso los perderé porque soy difícil de tratar, insoportable y tengo una especie de trastorno bipolar.
Shikamaru pasó a situarse detrás de ella y la puso las manos en los hombros.
- Relájate, estás muy tensa. Supongo que te has sentido presionada. Quería que todo fuera perfecto pero no pensé que te sentirías forzada a que nos enrollásemos.
- Soy un desastre. Es duro ser una secundona. En todas partes hay una secundona y me ha tocado a mí, no es que me moleste demasiado pero a veces me gustaría ser la protagonista. Tener el pelo rubio y un cuerpazo de primera y que todos los chicos se fijasen en mi. O tener el pelo rosa y los ojos verdes y unos cuantos chicos detrás de mí porque casi soy la chica perfecta, la combinación de inteligencia, dulzura pero con fuerza. O ser preciosa como una muñeca, que no importa lo tímida que sea, que a penas hable, que casi ni respire pero soy preciosa. Pero no, yo soy bastante vulgar, así que nunca soy la primera opción de nadie.
- ¿De dónde sacas esas teorías?
- Que no soy tonta Shika, ni sorda o ciega ¡Hasta tú me dejaste por otra!
- Eso no es exactamente correcto, no te dejé. Además te estuve buscando, más bien diría que dejé a otra chica plantada por ti.
- Ya, una pena que tenías que te morías. Yo no tengo nada especial... bueno si, tengo el pelo naranja pero eso no da muy buena imagen, las pelinaranjas tenemos mala fama.
- ¿Mala fama de qué?
- De busca-follones. Parece ser que nos encanta provocar... cualquier cosa... odios, envidias, ganas de pelear... no se. Algunos chicos piensan que por tener el pelo así nos encanta... ya sabes.
- ¿El qué?
- Déjalo... lo siento - apoyó la cabeza en una de sus manos - Tengo una mala temporada... todo me sale mal.
- ¿Que te pasa? - volvió a sentarse a su lado y cogiéndola de la barbilla la obligó a mirarle - ¿Que te pasa? Esto no es normal el ti, nunca has sido tan negativa ¿que te sucede?
- Nada importante... tonterías mías.
- ¡Eh! No son tonterías... cuéntamelas.
- No quiero molestarte.
- Ya lo has hecho... has estropeado nuestra velada.
- ¿Estás enfadado?
- Un poco si porque no estás mirando las estrellas, así es imposible que yo las vea en tus ojos... Vamos, dime que te pasa.
- Es que... estorbo en todas partes.
- ¿Que estorbas?
- Sabes que vivo con mi madre y su nuevo marido y que nuestra casa es muy pequeña, solo dos habitaciones. Yo siempre he compartido cuarto con mis hermanos Ginta y Takato, Kenta dormía con sus padres. Pero ahora mi madre lo ha pasado a la habitación y claro...
- Ya sois muchos.
- Es que no hay camas para todos y yo tengo que dormir con Ginta y mi madre... ¡no se que se piensa!
- A ver... ¿Por qué duermes con Ginta?
- Porque Takato no puede dormir con nadie, ya sabes lo rarito que es y lo hipocondríaco... le entra ansiedad porque le roban el oxígeno o yo que se y Kenta no para de moverse y dar patadas, así que yo me acuesto con Ginta. Es una situación incómoda, él tiene 15 años y... le pasan "cosas" por la noche.
Shikamaru abrió los ojos y la miró como quien descubre un hecho inaudito.
- ¡Ah! Entiendo... cosas de la edad.
- Y mi madre me hecha a mi la culpa.
- ¿A ti?
- Si, a mí. Yo tengo la culpa de todo ¿no lo sabías? Así que para solucionarlo se les ocurrió que me fuera a vivir con mi padre.
- ¿Y?
- Que la madre de Maron va a vivir con ellos... ya no hay hueco para mi.
- Ya veo... Es una situación algo...
- Algo absurda... dilo, es absurda. Tengo dos casas y no hay hueco para mí en ninguna.
- ¿Y por eso estás tan tensa?
- Y porque no puedo más. Me paso el día ayudando a mi madre, tengo que hacerlo todo: despierto a mis hermanos, hago el desayuno, visto al pequeño, pongo lavadoras, tiendo la ropa, plancho, les ayudo a hacer deberes... toda mi vida es así... siempre ha sido así. Estoy muy harta de todo, Shikamaru, ya no puedo más, desde pequeña me siento una sirvienta, siempre ocupándome de mis hermanos, siempre pendiente de ellos, tu lo sabes, a veces me los he tenido que llevar conmigo, si se ponen enfermos yo los llevo al médico, si se caen yo les cuido, si se portan mal en la escuela yo voy a hablar con los profesores... no tengo vida, Shikamaru, y no puedo protestar, en cuanto lo hago me reprochan que soy una egoista, que no pienso en el trabajo que tiene mi madre, que no quiero cooperar, soy la mala de la familia y yo quiero tener la vida normal de una chica normal y encima ahora estorbo y...
Shikamaru la atrajo hacia sí obligándola a apoyar la cabeza en su hombro.
- Ya olvídalo. No lo pienses más. Ya verás como todo se soluciona. Solo tenemos que pensar en algo.
Hubo unos minutos de silencio. Akane respiró hondo, tenía que relajarse, últimamente todo le estaba agobiando y como decía Shikamaru era mejor no pensarlo en esos momentos. Shikamaru acariciaba su pelo y comenzó a juguetear con un mechón.
- ¿De veras te gustaría ser rubia? - dijo de pronto.
- Claro, ser rubia como Ino. Me gustaría tener el pelo dorado y los ojos azules como el cielo... yo le tengo mucha envidia a Ino.
- Tu pelo no es dorado, más bien parece... zanahoria rallada.
- Di que sí, tú anímame.
- Pero a mi me gusta, así puedo meterme contigo y llamarte "cabeza de calabaza"
- Ya... arréglalo ahora.
- Y tus ojos tienen un extraño color... no se pueden hacer bonitas poesías con tu color de ojos.
- Eso... sigue echando leña al fuego.
- Es que cuando los miro no me recuerdan el cielo. Tienes un pelo curioso y unos ojos extraños... no sirves mucho como musa.
-¡Vale ya! Estás empezando a moquearme.
- Pero es que a mi no me gustan los ojos azules como el cielo porque al mirarlos me lo recuerdan y desvío mi vista hacia allí...sin embargo tus ojos solo me recuerdan a tus ojos y mantengo mi vista en ellos.
Akane levantó la vista para mirarle. A veces Shikamaru sabía decir cosas que la impresionaban.
- ¿Soy muy insoportable?
- Eres terca como una mula y te empeñas en guardártelo todo ¿no sabías que los amigos estamos para todo?
Y allí estaba, sentado a su lado en medio de ese prado, mirándola con el ceño fruncido y cara de preocupación. Shikamaru había sido muy amable y atento con ella, de hecho él siempre era atento con todo el mundo, a pesar de su aparente desgana, de lo que se quejaba, siempre estaba cuando alguien le necesitaba, eso había que reconocérselo.
- ¡Ah! - dijo de pronto el chico mientras sacaba de su bolsillo una pequeña caja azul - Ya se me olvidaba. Toma, acéptalo por favor.
- ¿Me has comprado un regalo?
- Un recuerdo de lo que tuvimos. Era bonito, no lo niegues.
Akane abrió la cajita y sacó el colgante, un colgante ovalado enganchado en una fina cadena de plata.
- Lo compré el año pasado. Era algo que quería regalarte en un día especial... pensé que llegaríamos al Tanabata.
- Anda, pónmelo - Akane pasó a ponerse de rodillas, Shikamaru se lo puso alrededor del cuello - ¿Lo compraste con tanta antelación?
- Quería darte algo, en realidad quería comprarte algo especial pero no me llegaba el dinero.
- Que tonto que eres.
- Akane, yo quería que el día del Tanabata fuese especial... porque quería decirte lo que sentía.
Shikamaru terminó de abrocharlo y Akane le miró con pena. Si era cierto que los pocos momentos que habían pasado juntos resultaron especiales porque, ahora que lo pensaba ¿por qué le dolió tanto lo que sucedió? había una respuesta, una respuesta muy lógica pero que ella, en su terquedad y orgullo no quería reconocer.
Sin decir una palabra y sin pensárselo se acercó a él y puso sus labios en aquellos que parecían atraerla de forma instintiva. No le besó, solo los rozó, manteniéndolos allí, sintiendo ese roce suave e intenso, un roce que producía pequeñas cosquillas en los labios. Shikamaru no supo como reaccionar. No sabía que hacer. No se atrevía a responder a aquel beso, que en realidad no era un beso, pero tampoco lo rechazó. Aquella sensación ardiente en sus labios era maravillosa, cerró los ojos dejándose llevar por esa sensación, concentrándose en ella. Muy corto se le hizo cuando la chica se separó de él unos centímetros.
Akane no podía creer lo que hacía, pero tampoco podía dejar de hacerlo y a Shikamaru no parecía que le molestase. Aquella sensación era...no quería apartarse de los labios de su amigo, le atraían tanto como el chocolate. Sintiéndose roja como un tomate, al fin se separó un poco y vio los labios de Shikamaru formando una débil sonrisa.
- Me vuelves loco - susurró el chico.
Y rodeó la cintura de Akane atrayéndola hacia él. Ahora fue él quien posó sus labios suavemente en los de su amiga y empezó a besarla, dulce, lentamente. Akane no parecía enfadada, no le rechazaba, y cuando, temblando, ella entreabrió sus labios incitándole a profundizar el beso se sintió enloquecer. No se hizo de rogar, tampoco lo pensó, porque cualquier pensamiento se había quedado bloqueado por la fuerza de lo que su cuerpo ordenaba. Tímidamente Akane comenzó a responder a aquel beso, si, ella siempre había odiado los besos, decía de que parecían algo asqueroso pero no se imaginaba las sensaciones de iban a producir en ella, sensaciones nuevas y maravillosas de las que cada vez quería más, ahora entendía porqué decían que Shikamaru era un dios besando.
Se separaron, no querían hacerlo, pero la falta de oxígeno les obligó a ello.
- ¿Quieres que pierda la cabeza?
- Yo que tú me aprovechaba, yo ya la perdí.
Shikamaru le quitó las gafas, dejándolas sobre la hierba y volvió a besarla, esta vez de una forma más pasional, casi lujuriosa. Akane enredó sus dedos en el pelo del chico y sin separarse se sentó ahorcajadas sobre él. Si, aquellos besos la estaban volviendo loca, ya no quería pensar, estaba harta de pensar que era lo correcto y que no. Akane se separó de sus labios y fue directamente al lóbulo de sus oreja, mordisqueándolo suavemente. Shikamaru sintió una sensación intensa recorrerle todo el cuerpo y de forma violenta pasó a besar su cuello con una pasión que ni él mismo conocía. Akane suspiraba y a cada suspiro Shikamaru se sentía más y más enloquecido. Aquello no parecía tener ya marcha atrás.
Naruto, algo deprimido y sin entender muy bien lo que había sucedido, ni siquiera las frases que él mismo había pronunciado, caminaba por las afueras de Konoha. Se suponía que iba buscando a Lee, hacia la colina, sin embargo, como estaba enfrascado en sus pensamientos, no llevaba buena dirección. De pronto de extrañó al ver frente a él el río ¿cómo podía haberse desviado tanto? Daba igual, se veía un sitio ideal para sentarse a meditar y no había mucha gente, solo un par de... Naruto abrió los ojos extrañado y sonrió.
-¡Sai! - gritó mientras se acercaba a aquella pareja sentada. Era increíble encontrar a Sai allí, claro, estaba con una chica, por eso no había querido quedar con ellos, vaya con Sai, si que se lo tenía callado; a lo mejor no debía acercarse pero bueno, tampoco parecía que estuviesen haciendo nada privado - ¿Que haces por...
Se quedó callado de improviso algo confundido... no era una chica... al principio lo pensó, pero no. Era Misaki, el alumno de 2-1, ese chico que tuvo una relación con un profesor y que fue expulsado del instituto.
- Hola Naruto - sonrió Sai - ¿No estabas con Sakura?
- Ah... yo... - Naruto se sintió bloqueado. No sabía que Sai conocía a Misaki y desde luego le sorprendía encontrarlos juntos a la orilla del río precisamente la noche de Tanabata.
- Hola Naruto - le saludó Misaki - Puedes cerrar la boca, Sai y yo no estamos saliendo juntos, ni tenemos ninguna relación, ni nada.
- Eso no es correcto - añadió Sai - Somos amigos, así que si tenemos una relación de amistad.
- Bueno... más o menos. No pienses cosas raras Naruto, lo nuestro no es íntimo.
- Bueno... a mi en realidad me da igual - Naruto se sentó a su lado mientras pensaba que aquello confirmaba lo raro que era Sai.
- Pareces confundido - habló Sai - ¿Por qué Naruto?
- No es por nada. Solo que no esperaba encontrarte... en el río.
- No esperabas encontrarlo conmigo - intervino Misaki - Dilo sin miedo, estoy acostumbrado, no me voy a ofender. Se lo que la gente piensa de mi.
- ¿Por qué no iba a poder estar contigo? - se extrañó Sai - Somos amigos.
- Es porque estamos aquí, solos ¿a que si, Naruto? Precisamente he querido venir aquí para que nadie viera a Sai conmigo.
- Hombre Misaki - rió por fin Naruto - Sai es raro pero tampoco para avergonzarte de que te vean con él. Perdonad si he sido algo maleducado, es que no sabía que fuerais amigos.
- Fuimos pareja en el campamento ¿te acuerdas? - se apresuró a puntualizar Misaki.
- Bueno y además... - empezó a decir Sai.
- Además nos hemos entendido. Que yo sea famoso por ser homosexual no quiere decir que sea un inadaptado social. No voy atacando a todos los chicos que veo... tengo mis preferencias.
- Lo siento Misaki, no quería ofenderte.
- No, si no me ofendes. Estoy acostumbrado, han pensado de mi muchas barbaridades, entre otras que lo mío es como una enfermedad que se puede contagiar.
Sai no comprendía nada ¿que tenía de malo Misaki? para él era como cualquier otro y no veía la diferencia que existía por ejemplo entre él y Naruto. A él le gustaba estar con Naruto, era un chico alegre que contagiaba alegría, un gran amigo en el que se podía confiar y también le gustaba estar con Misaki, a su lado tenía una sensación cálida, se sentía muy cómodo, no sabía explicarlo pero no quería perderla.
- Pensaba que estabas con una chica y por eso no habías venido con nosotros... casi me engañas ¡vaya que si! ¿Y que hacíais?
- Pues nada en particular - respondió Misaki - Ya sabes que los chicos hablamos poco.
- ¿Sabías que tu madre es la psicóloga de Misaki? - comentó de improviso Sai.
- ¿Vas al psicólogo?
- Claro... recuerda que soy un invertido.
- ¡No me tomes el pelo! Hablo en serio ¿De veras vas al psicólogo?
- Estoy harto de ver psicólogos... por cierto, tu madre es genial, tiene teorías extrañas pero es genial.
A Naruto le seguía pareciendo raro que Sai y Misaki fueran amigos, había algo que no le cuadraba en todo aquello pero prefirió olvidar esas dudas. Se estaba bien allí y comenzaron una agradable charla que consiguió hacer que Naruto olvidase lo mal que se sentía.
Y la noche seguía siendo estupenda.
Todo estaba en calma y un ambiento romántico envolvía la ciudad.
Porque era la noche de los deseos.
Porque allá en el cielo, después de un año de separación, Orihime y Hikoboshi podían reunirse de nuevo.
Porque a Kiba le gustaba Ten-Ten y a Ten-Ten le gustaba Kiba y el paseo hasta casa de Ten-Ten era más que agradable.
Porque a ambos les costaba despedirse.
Y curiosamente ambos pensaron a la vez que eso de los piquitos no era tan importante y que ¿por qué no? Y también, curiosamente, tuvieron la misma idea en el mismo momento, lo que produjo un pequeño desastre porque ambos se lanzaron a la vez a dar ese piquito y entre los nervios y la confusión de ver al otro haciendo lo mismo, terminaron chocándose de una forma torpe, lo que les hizo reír nerviosamente.
Pensaron que era mejor no volver a intentarlo porque Kiba era Kiba y Ten-Ten era Ten-Ten, de momento todo estaba bien.
O no.
Porque Ten-Ten pensó que era una pena perder una oportunidad como aquella y porque Kiba se veía guapísimo.
Porque Kiba pensó que era una pena perder una oportunidad como aquella.
- Bueno Kiba, me lo he pasado genial.
- Ha sido una noche estupenda. Solo ha faltado una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Un beso de una chica especial - Kiba le puso la mejilla, Ten-Ten sonrió y se acercó a besarle cuando él giró la cabeza para que sus labios se juntasen.
Iba a ser un beso rápido pero ninguno de los dos se apartó y así, aquel pequeño besito se convirtió en algo intenso. Al finalizarlo se miraron con algo de confusión.
- Buenas noches - sonrió Ten-Ten - Nos vemos mañana. Que duermas bien.
- Buenas noches - repitió Kiba.
Ten-Ten se giró y desapareció en un portal. Kiba, con una gran sonrisa, cerró los puños e hizo un ostensible gesto.
- ¡Bien! - murmuró.
Y sin poder borrar de su cara una amplia sonrisa y sintiéndose pleno de energía echó a correr por las calles de Konoha.
Porque Hinata reconocía que, a pesar de haberse quedado a solas con Gaara, se sentía muy cómoda. Se preguntó que pensaría Gaara, siempre tan callado y con esos ojos tan bonitos y tristes y no entendía porqué algunos decía que daba miedo, si era una persona educada y encantadora.
Quizás es que ella estaba acostumbrada a las personas calladas y a no desmostrar sus sentimientos, pero ella veía en aquellos ojos esmeraldas a un amigo, a un amigo dulce y comprensivo.
Y Gaara la miraba y en cada mirada descubría algo nuevo, un gesto, una sonrisa y supo que estaba perdiendo la batalla contra la cordura; si seguía así terminaría enamorado de esa chica y lo pero y mas desconcertante era que quería ayudarla a declararse a Naruto ¿podía ser algo más absurdo?
Porque Chouji había cogido la mano de Ryuko y caminaban en silencio.
Porque Ryuko pensaba que ya estaba bien de ser tan sosa.
Porque Chouji pensaba que ya estaba bien de tener tan poca confianza en si mismo.
Porque se suponía que estaban saliendo, al menos él le había pedido salir y ella parecía haber accedido.
- Chouji -dijo de pronto la chica - ¿Yo te gusto?
- ¿Por qué preguntas eso?
- No se... me pregunto si de verdad te gusto.
- Si no me gustases no te habría pedido salir.
- Ya pero es que... o sea... es que no lo parece.
- ¿Que no lo parece? Te lo he dicho más de una vez, no entiendo que me quieres decir.
- Es que... no parece que estemos saliendo porque tú nunca has intentado...
- Te dije que iríamos despacio... a nuestro ritmo... ¿no te lo dije?
- Si pero... es que...
Era el momento. Chouji sabía que era el momento. Tenía que hacerlo.
- Bah... déjalo - continuaba Ryuko - En realidad no estoy preparada para na...
Porque... ¿que es lo peor que podría pasar? ¿que Ryuko se enfadase? Entonces, le pediría perdón...
Pero Ryuko no parecía enfadada...