lunes, 18 de agosto de 2014

44. Collage de sentimientos

Después de la jornada de convivencia algunas cosas habían cambiado y otras no tanto.
Algunos, como Sakura o Karin eran capaces de mirar a ciertos miembros de la otra clase de distinta forma. Otros seguían pensando lo mismo que al principio y unos pocos incluso habían sacado provecho. Aunque la tónica general era que poco había cambiado, al menos, como decían los profesores, habían descargado adrenalina y los ánimos parecían más calmados.
Lo que parecía no haber variado eran sus situaciones sentimentales, si acaso, como le sucedía a Jisei, había empeorado.
Jisei no quería pensarlo, evitaba hacerlo pero aquel maldito pensamiento se colaba continuamente en su mente: Iruka había dicho que saldría con Anko-sensei, si lo había dicho y ella lo había escuchado. En la penumbra de su habitación sacó una pequeña manta que colocó en el suelo, encendió un palito de incienso, puso una música suave y se sentó cruzando las piernas... tenía que relajarse y conseguir mantener su mente el blanco.
Inspiraba profundamente y expiraba con lentitud "respiro paz" se decía "expulso el desasosiego" y se lo repetía varias veces... ¿Que clase de cita tendrían? ¿Sería solo de amigos o de algo más? ¿Besaría Iruka a Anko? ¿Se quedarían solo en ello o llegarían más lejos?... No, no, no... ya estaban esos pensamientos perturbándola otra vez y eso no podía ser; ella siempre se había caracterizado por, de todas sus amigas, ser la mas razonable, la mas realista y la mas pragmática, ella no se dejaba llevar nunca por romanticismos ni sensiblerías y sin embargo ese sentimiento hacia Iruka la descolocaba completamente.
Respiró de nuevo profundamente. Se acabó, aquello tenia que acabar, no entendía porqué ese maldito desasosiego, Iruka era un hombre joven y que ella supiese completamente normal, eso quería decir que tendría sus necesidades como cualquier hombre joven y normal ¿por qué no iba a poder hacer lo que le viniese en gana? ¿había algo que se lo impidiese? ¿algo que le atase a ella? no, pues entonces... El estaba en todo su derecho de hacer lo que quisiese, igual que ella... anda y que disfrutase.
Tenía que acostumbrarse, tenía que hacerse a la idea. Y no pasaba nada, todo era normal y ella también tenía que actuar como la chica joven que era y no quedarse lamentándose. Esa situación solo tenía dos soluciones posibles: o le olvidaba e intentaba seguir con su vida o se lanzaba al riesgo y eso no lo iba a hacer; por nada del mundo perjudicaría a Iruka. Ella no era una boba enamorada que solo piensa en si misma, no, ella sabía que se jugaban mucho, que no eran solo Iruka y Jisei, que no se trataba de intentar conquistar a un chico; el trabajo de Iruka podía peligrar y no solo eso, no solo le expulsarían del instituto si se enterasen, es que seguramente no encontraría trabajo como profesor de nuevo. Su situación no era sencilla pero ella tenia paciencia, mucha paciencia y esperaría a graduarse... si, quedaban unos meses... después ya vería si seguía sintiendo lo mismo por él.
Para Iruka las cosas no eran tan fáciles como Jisei pensaba.
Cada día que pasaba se encontraba más y más confundido. De pronto se sentía desbordado por un montón de sentimientos contradictorios ¿Que sentía por su alumna? Tenía la sensación de que aquellos sentimientos no habían surgido de golpe, que llevaban ya meses creciendo dentro de él, metidos en un tarro, hasta que de pronto la tapa del tarro saltó y ya no pudo controlarlos.
Tumbado en su cama, mirando al techo se preguntaba que estaba mal en él ¿Estaba mal fijarse en una alumna? Desde luego que si, eso era algo que nunca tenía que haber pasado pero sin embargo había pasado.
Conoció a los Nagashiyama, una familia encantadora que le abrió las puertas de su casa, se hizo amigo de Kisuke, es más, se sentía parte de esa familia. El, que había perdido a sus padres cuando era un niño, encontró algo muy valioso que no quería perder. Ya no se trataba solo de su trabajo, era mucho más, una presión que le oprimía al pensar que esas personas podrían creer que abusaba de su confianza.
Y sin embargo había pasado.
Suponía que era precisamente por esa confianza que cogió con los Nagashiyama había sucedido todo. Si no hubiera comenzado a tratarlos no habría conocido a Jisei como persona; para él hubiese seguido siendo simplemente una alumna pero claro, comenzó a tratarla, a conocerla y a mirarla de forma distinta... eso no hubiera pasado de no relacionarse con ella.
Suspiró y volvió a preguntarse que estaba mal en él.
Y algo estaba mal, no había duda.
Había salido con Anko, una mujer muy atractiva, simpática y alegre y por lo que parecía le agradaba estar con él. Todo iba bien, no podía quejarse, Anko era muy divertida y también algo descarada, desde el principio de la cita dejó muy claro sus intenciones, ella no salía con cualquiera, solo con quien le interesaba y no salía por salir, para ella las citas no eran tomar unas copas y ya, ella quería divertirse y disfrutar... ¿había algo de malo en querer disfrutar? Lo había dicho muy claro.
- Me gustas Iruka y me gusta disfrutar y coger lo que me gusta.
Anko siempre era así, apasionada, llena de energía. Iruka se dejó llevar por ese apasionamiento, por la mirada de Anko, por su cuerpo sinuoso... él era un hombre joven y la sangre hervía por sus venas y cuando Anko le besó se dejó sumergir en esas sensaciones maravillosas.
Todo parecía ir bien, él mismo le propuso ir a su casa y ella accedió. Todo iba bien hasta que de pronto, sin saber por qué, la imagen de Jisei se instaló en su mente. Quizás fue una frase, quizás una caricia... lo único que supo es que a partir de ese momento ya no pudo quitarla de su mente.
...Besaba a Anko mientras se preguntaba si Jisei reaccionaría igual ante sus besos, si su piel respondería ante sus caricias, se preguntaba como serían sus gemidos... pero era a Anko a quien escuchaba.
Presa de una desesperación que le dominó y no podía controlar tapó inconscientemente la boca de Anko con una de sus manos.
"Cállate" pensó "No es a ti a quien quiero escuchar"
Se asustó de si mismo y su reacción y permaneció inmóvil. Anko retiró la mano que le tapaba la boca.
- ¿Qué demonios te pasa?
- Lo siento Anko... creo que es mejor que te vayas.
- ¿Me estás echando?
- Lo siento... lo siento... lo siento...
No era capaz de decir otra frase. La vergüenza y la desesperación parecían atragantársele en la garganta.
- ¿Pero que te pasa ahora?
- No lo se... lo siento...
- ¿Es que no te gusto?
- No es eso.
- ¡Podías habérmelo dicho desde el principio!
- No es eso, de verdad.
Anko le miró molesta y llena de furia.
- ¿Sabes que debería partirte la cara?
- Hazlo... me lo merezco.
De pronto Anko soltó una enorme carcajada.
- ¡Ya se lo que te pasa! ¡Estás enamorado de otra!
- No... - Iruka iba a decir que no era eso pero se quedó mudo pensándolo ¿estaba enamorado? ¿era eso lo que le pasaba?
- Mira, vamos a dejarlo así. Por suerte has reaccionado a tiempo y te ha entrado esa... tontería. Me hubiera sentado peor que me hubieses utilizado.
- Yo no te he utilizado.
- ¡Porque no te ha dado tiempo! Vale... vamos a tranquilizarnos, no pareces en condición de razonar.
- Anko, lo siento, no se que me ha pasado.
... Al final Anko se había marchado bastante molesta e Iruka estaba allí, tumbado en la cama, seguro de que algo no estaba bien en él.
Las primeras luces del alba inundaban la habitación. Temari, sentada en un sillón del cuarto de Itachi le observaba dormir. Se le veía tranquilo, relajado, tumbado boca abajo cubierto tan solo por una sábana de color beige... todo parecía en armonía, todo parecía perfecto, sin embargo Temari se sentía inquieta.
Lo primero que le preocupaba era el tema de sus hermanos. Había pasado la noche fuera, no era la primera vez que lo hacía pero si la primera en que no buscaba ninguna escusa, ni daba explicaciones, así que podía imaginarse cualquier reacción viniendo de ellos. Seguramente Kankuro estaría pensando alguna barbaridad y Gaara la miraría con su gesto huraño, pero eso le daba igual, ya era mayorcita... bueno, eso creía ella, por lo menos siempre se sintió mayor, claro que ahora se daba cuenta de que aún no era la mujer madura que pensaba... aún le quedaba mucho por aprender.
Y de nuevo estaba allí, presa de esa atracción que sentía hacia Itachi.
Se suponía que iban a hablar sobre su situación, ella estaba dispuesta a dejarle las cosas claras, no quería seguir así, llevar esa doble vida la empezaba a agobiar pero terminaron dejándose llevar, como siempre, por esa maldita atracción que parecía magnetizar sus cuerpos, por esa necesidad de sentir la calidez de la piel de Itachi, por oler su aroma e impregnarse de él. Era su maldito vicio, su droga, algo que le creaba adicción y de lo que no sabía como huir.
Y para colmo él había dicho esas malditas palabras.
Le había costado, salieron de su garganta de forma apresurada y casi dolorosa, parecía que las tuviera atragantadas y no quisiese pronunciarlas pero ellas salieron... tuvieron que salir para fastidiarlo todo y confundir aún mas a Temari.
Malditas y cochinas palabras.
Son solo dos palabras pero significaban demasiado.
¿Y de verdad eran ciertas? ¿De verdad podía Temari confiar en su sinceridad?
"Te amo"... mira que eran simples y sencillas y hasta parecen fáciles de pronunciar y de escuchar y sin embargo ¿como esas dos simples palabras podían causar tanta confusión?
Siempre pensó que eran palabras hermosas que al escucharlas se sentiría feliz.
Pero no se sentía feliz... o si... no sabía como se sentía... confundida, atemorizada... ¿cómo se sentía? ¿que había sentido al escucharlas? ¿Miedo? ¿Felicidad? ¿Incredulidad? Quizás fuera una mezcla de todo.
¿Y que sentía ella? ¿Era amor lo que sentía por él? ¿Estaba segura de que era amor?
Después de decir aquellas palabras, Itachi la miró expectante, quizás esperaba su reacción, quizás esperaba que ella también las pronunciase pero Temari no pudo hablar, ni reaccionar, se quedó completamente bloqueada... Itachi pareció entender su aturdimiento porque simplemente sonrió y volvió a besarla.
Maldito Itachi ¿Por qué tenía que mostrarse ante ella de una forma tan cálida? ¿Por qué siempre eran tan frío con todo el mundo menos con ella?
Todos hablaban de él, todos, pero nadie le conocía realmente... solo ella.
Dos palabras... dos malditas palabras habían descolocado el mundo de Temari.
Y los días pasaban dentro de su monotonía.
Los alumnos, a parte de su conflictos personales andaban preocupados por los exámenes parciales y en especial los de 2-2 con los ensayos de su obra de teatro.
Shikamaru y Akane seguían con sus habituales cambios de opinión sobre cualquier cosa, en esta ocasión debatían si cambiar o no la época en la que sucedía la historia y se planteaban sin situarla en un mundo fantástico, la edad media o una época más moderna. Ino andaba muy ocupada diseñando el vestuario, Sai dibujaba bocetos de los decorados… en general todos tenían algo que hacer.
Era muy temprano.
Sai, como era habitual en él, emprendía el camino hacia el instituto. Sai era minucioso y meticuloso en todo. La vida de Sai siempre seguía la misma rutina, raras veces la variaba, poco imaginaba el giro que estaba a punto de dar.
En su camino hacia el instituto Sai siempre pasaba por delante de una vieja fábrica abandonada y nunca, en todos los meses que llevaba haciendo ese camino, nunca había visto a nadie por allí, por eso se extrañó al divisar una figura en la azotea de aquella fábrica... alguien estaba al borde, apoyado en los tubos de metal que debían llegarle aproximadamente por la cadera. Aquella figura llamó mucho la atención de Sai, había algo extraño, no sabía decir el que pero algo no parecía bien.
El viento movía los cabellos de Misaki. Con los ojos llenos de lágrimas miraba desde esa azotea al horizonte, no le encontraba sentido a vivir sin tener motivos, por más pequeños que fuesen; ya estaba cansado de soportarlo todo. Se sentía mareado, una gran somnolencia empezaba a embriagarle, seguramente las pastillas que había tomado estaban empezando a hacer efecto, pero él quería estar seguro de morir, por eso estaba allí, para asegurarse de que moría, si las pastillas no eran suficiente el golpe al estrellar su cuerpo contra el suelo desde esa altura lo haría y si el golpe no era suficiente, las pastillas ayudarían.
Se acabó, ya lo único que deseaba era que todo terminase. Se acabaron las burlas, se acabaron los reproches, se acabó el acoso... el dolor... todo.
Solo tenía que dejarse caer, ya estaba mareado, solo tenía que dejar que la gravedad le atrajese.
Cerró los ojos y se dejó llevar sin oponer resistencia... empezaba a caer...
Pasaron varios segundos y aún no sentía el impacto. Abrió sus ojos y se dio cuenta de que no había caído ni 10 cm. Estaba flotando, o al menos eso parecía. Se sentía en un espacio sin gravedad, como si pudiera volar. De pronto sintió que alguna fuerza desconocida le atraía, cada vez más, de regreso al edificio. Fue entonces cuando notó que alguien había detenido su caída.
El peso del cuerpo de Misaki y la fuerza con la que Sai le atrajo hacia sí hicieron que por inercia este cayera hacia atrás con Misaki encima de él.
Sai respiraba fuertemente, había hecho un gran esfuerzo pero se sentía satisfecho por haber conseguido salvar a ese loco suicida a pesar de que por unos momentos pensó que le arrastraría en su caída. Misaki le miró confundido, no podía enfocar bien la vista ¿quien era? ¿por qué le había salvado?
- ¿Cómo te encuentras? - preguntó Sai sin estar seguro de que esa pregunta fuera la apropiada.
Misaki seguía mirándole intentando reconocerle pero los párpados le pesaban... le pesaban mucho.
Fue entonces cuando notó como le zarandeaban, parecía que quisieran despertarle de aquel sueño que se iba apoderando de él... oía voces, voces que no entendía...
En el aula algunos se extrañaban de la tardanza de Sai, lo normal era que siempre fuera uno de los primeros en llegar y comentaban su ausencia. No era el caso de Chouji, él estaba nervioso y pensando en sus propios asuntos.
- Terminarás por ponerme nervioso a mi también - le dijo con su habitual tono de desgana Shikamaru.
- ¿Crees que le gustará?
- Por supuesto que le gustará, ya deja de ponerte nervioso.
- No estoy nervioso por eso, es por "lo otro".
- Todo irá bien, todo irá bien.
- Akane - Chouji se giró para mirar a su compañera - ¿Cómo es que no ha venido Ryuko contigo hoy?
- Ay Chouji, ya te lo he dicho, si es que no me escuchas... Todos sus cumpleaños lo primero que hace es ir a felicitar a su abuela.
- ¿Pero no está su abuela muerta?
- Chouji por dios, tranquilízate... Su abuela nació el mismo día que ella y siempre, todos los años, iban juntas muy temprano al templo para pedir salud; ahora que su abuela no está ella acude al cementerio... es una tradición suya.
Ryuko caminaba todo lo deprisa que podía, se había entretenido demasiado en el cementerio, de echo se había quedado dormida mientras se lamentaba por la ausencia de su abuela, la persona más importante para ella, quien la había criado, educado y acompañado en todo momento. Era raro quedarse dormida en medio del cementerio pero ella lo había hecho y no solo eso, si no que había tenido el sueño más extraño de toda su vida.
Cuando Ryuko entró en el aula lo primero que vio fue a Akane lanzando un borrador contra Shikamaru que, con su habitual mala puntería, casi termina dándole a ella.
- Maldita cabezota - se quejaba el chico.
- ¡Akane! ¡A ver si afinamos! - exclamó.
- ¡Feliz cumpleaños, Ryuko! - Akane se lanzó a abrazarla.
- ¿Es el cumpleaños de Ryuko? - preguntó emocionada Sumire a Jisei.
- Si... vamos a felicitarla.
Sumire se levantó tan deprisa que tropezó con las patas de la mesa y cayó al suelo provocando la risa de Jisei.
- ¿Pero Sumire, que haces?
- Nada, estoy bien... el suelo que quería darme un beso.
Todo el mundo fue a felicitarla. Ryuko se sentía muy emocionada. Chouji esperó pacientemente a que la fueran dejando. Cuando al fin la vio libre se acercó a ella.
- Feliz cumpleaños, Ryuko.
- Gracias Chouji.
- Yo... te he traído un regalo, es una tontería, espero que lo aceptes - le ofreció una caja envuelta en papel de regalo dorado.
- ¿Es para mi?
- No - intervino Akane - Es para mi, pero te lo puedes quedar tu... ¡vamos pava! ¡ábrelo!
- No. Lo abriré en la hora del almuerzo ¿comeréis con nosotras, verdad?
- Pues claro.
Ryuko estaba feliz. Ahora si que se sentía importante. Llevaba unos días bastante deprimida pensando que ella no servía para nada y que solo era una molestia para todos los demás pero ahora se sentía valiosa.
- Jisei tengo que contarte algo. Antes he tenido como una visión. No se si era un sueño o una alucinación... era algo muy raro... he hablado con mi abuela.
- Será que la hechas mucho de menos.
- Pero es que me mostraba el mundo sin mí.
- ¿El mundo sin ti? ¿Eso existe? - preguntó Sumire.
- He visto como seríais si yo no hubiera existido... ¡Jisei, cuanto me alegro de que no seas una pija!
- ¿Yo era una pija?
- Y no eras amiga de Akane, ni de Ten-Ten, eras amiga de las Barbie-girl
- ¿Yo? ¿Una de las Barbie? ¿Y mi cerebro regia?
- Además te liabas con Iruka... ya ves que tontería.
- Pues si que es tonto, si - decía Akane mirando de reojo a Jisei.
- Y te ibas a escapar con él y todo.
- ¿Eso era una alucinación o el culebrón de la mañana? - ironizó Shikamaru - A lo mejor te dormiste viendo la tele.
- Y Akane era novia de Shino y le besaba y no veas como.
- O a lo mejor has olido pegamento - continuó en el mismo tono Shikamaru - Dicen que se alucina igualmente.
- Y tú, Shika, salías con Temari pero te faltaba algo.
- ¿Sentido común? - ironizó ahora Akane - ¡Ah, no! Eso es lo que le faltaba a Temari.
- Y no discutías con Akane, tampoco erais amigos, erais indiferentes el uno con el otro... era muy triste, pero lo peor ha sido Chouji... ¡Chouji, no dejes nunca de comer entre horas! ¿vale?
- ¿Eh? Bueno, vale.
- He descubierto que la vida es muy bonita... es rara pero es mi vida y creo que merece la pena estar viva.
Nadie comprendía nada y se preguntaban que habría soñado para decir todas aquellas incongruencias, pero bueno, daba igual porque se la veía feliz y radiante como pocas veces.
Ryuko pasó la mañana preguntándose que sería lo que aquel papel dorado envolvería, se sentía muy nerviosa e intrigada pero se aguantó las ganas de abrirlo, incluso durante la comida, a los pies de un árbol, siguió sin hacerlo.
- ¡Ya hemos comido! - exclamó de pronto Sumire - ¡Venga, por dios, abre de una vez el regalo!
- No seas cotilla - la recriminó Ten-Ten - Tú ábrelo cuando quieras ¡pero que sea pronto!
- Mira que las chicas sois curiosas - comentó Kankuro.
- Como si tú no te murieras de curiosidad - añadió Jisei.
- Es un poco... como que da corte abrirlo delante de todo el mundo - habló Shino.
- Que corte ni corte - intervino Akane - Los regalos son para abrirlos y si son de un chico su obligación en hacerlo delante de sus amigas.
- Vale, vale, voy a abrirlo.
Ryuko comenzó a desenvolverlo rompiendo el papel, Chouji la miraba nervioso.
- ¡Es precioso! - gritó emocionada Sumire al ver lo que era: un joyero de madera con mariposas grabadas.
- Mi padre me ayudó - dijo Chouji con bastante vergüenza.
- Las mariposas tienen que ver con su nombre - explicó Shikamaru.
- ¿Lo has hecho tú? - le interrogó Akane.
- ¡Como mola! - exclamó Kiba - Menudo artista estas hecho.
- Eres un fiera - añadía Kankuro.
- Es... - Ryuko se sentía como acalorada, seguramente estaría roja como un tomate - Es precioso.
- Es divino - dijo Jisei - Y lo mejor es que lo ha has hecho tu. Es todo un detalle Chouji.
- ¡Que bonito, que bonito! - continuaba emocionada Sumire - Se me ponen los pelillos de punta de la emoción. Mirad como es verdad, como escarpias.
- Yo estoy tan emocionada que creo que se me van a escapar las lagrimillas - decía Ten-Ten.
- Pues si que os ponéis tontas pronto - se quejó Kankuro.
- Tu calla, insensible - le apremió Jisei - Lo bonito es que se lo ha hecho él para ella, pensando en ella.
- ¿De veras te gusta? - preguntó tímidamente Chouji.
- Esto - Shikamaru se puso en pie - Creo que este momento necesita algo de intimidad ¿no?
- ¡Ah, si, claro! - dijo Jisei también levantándose.
- Uy si... anda Kiba... vamos a... jugar a la pelota - Ten-Ten se levantó tirando de su compañero.
- ¿Dónde vais todos? - preguntó Ryuko.
- Al servicio - contestó Sumire - ¿Quien me acompaña?
En ese momento Sasuke se acercó a ellos.
- Hola ¿os vais?
- Es que ya sabes, las chicas vamos en grupo al servicio - respondió Akane - ¿Querías algo?
- Bueno si, yo quería proponerte algo, Akane.
- ¿A mi?
- Bueno y a todos. Es que… ya hace bastante calor ¿no?
- ¿Quieres que nos desnudemos? - rió Kankuro.
- ¿Tu tienes calor, Akane? - dijo Shikamaru con un tono bastante burlón.
- ¿Un concurso de camisetas mojadas? - volvió a hablar Kankuro, Jisei le propinó una colleja - ¡Ahu!
- Quería invitaros a que vengáis mañana a mi casa a pasar la tarde, hemos preparado la piscina y podríamos refrescarnos.
- ¿Nos invitas a tu casa? - Sumire se acercó mucho a él mirándole fijamente - ¿Tienes piscina?
- ¿A la mansión de los Uchiha? - añadió extrañadísima Ten-Ten.
- ¿Quieres fardar de piscina? - preguntó Kiba algo molesto.
- No. Solo pensé que sería agradable.
- ¿Y tus padres? - se interesó Jisei.
- Ya se lo comenté. No hay problema, ellos no van a estar. Mi hermano tampoco. Solo me piden que nos portemos educadamente.
- Eso excluye fiestas salvajes, Kankuro - Jisei le dirigió una mirada severa.
- ¿Estas seguro que quieres invitarnos a todos? - Shikamaru continuaba con su tono burlón.
- Voy a invitar también a Sakura, Ino y Naruto ¿os molesta?
- No claro - habló Akane - Es tu casa ¿Pero de verás nos quieres invitar?
- Piénsalo Uchiha - inquirió Shikamaru - A lo mejor no quieres invitar a tanta gente.
- ¿Podemos ir todos? - se apresuró a preguntar Sumire - ¿Puedo ir yo? ¿Y Ten-Ten?
- No - interrumpió Kiba - Ten-Ten no puede ir.
- ¿No puedo ir?
- No porque... has quedado conmigo.
- ¿He quedado contigo?
- Claro ¿no te acuerdas? Dijiste que cuando fuera a ir a algún criadero vendrías conmigo.
- Cachorro malcriado - comentó Shino.
- ¡Ostras Shino! - gritó Kankuro - Estas tan callado que se me había olvidado que estas aquí.
- Pero Shikamaru si puede ir ¿verdad Shika? - decía Kiba palmeando la espalda del mencionado.
- Claro, no me puedo perder ver a Akane en bikini - Shikamaru sonrió y se puso al lado de Akane pasando su brazo por los hombros de la chica - No queremos perdérnoslo ¿verdad?
- Yo no puedo ir - se apresuró Jisei al ver como los dos chicos se dirigían unas miradas heladoras - Tengo que ir al Templo.
- Yo también tengo cosas que hacer - añadió Shino.
- ¿Que cosas? - le interrogó Kiba.
- Cosas.
- Yo si iré - dijo Kankuro - No molestaré, supongo.
- ¿Y vosotros? - Sumire se dirigió a Chouji y Ryuko.
- Eso ya se verá, a lo mejor ellos tienen otros planes - contestó Shikamaru.
- Pero tú si vendrás ¿no? - preguntó Sasuke a Akane.
- Claro, Me parece una gran idea, odio el calor, estoy deseando darme un baño y soy bastante abusona, no me lo tienes que repetir dos veces.
- Bien - sonrió Sasuke.
- ¿No se extrañará Sakura de que nos invites a nosotros? - de pronto esa idea había asaltado la mente de Akane.
- No, porque les he dicho que después de la convivencia y tratarte me caes muy bien.
- ¿Pero yo puedo ir? - insistió Sumire.
- Claro. ¿Sabéis dónde esta mi casa?
- Ven machote - dijo Shikamaru cogiéndole de la nuca - Cuéntanoslo por el camino, tenemos que dejar a esta parejita a solas, venga, vamos todos, recoged vuestras cosas.
Chouji y Ryuko les vieron marcharse.
- Esto... Ryuyo... yo, yo quería proponerte algo.
Un enrojecimiento podía verse en las orejas de Chouji, Ryuko comenzó a sentirse intranquila.
- ¿Sucede algo malo?
- No, es que yo he estado pensando que tu y yo... que... en fin... que nos conocemos bastante... tú me conoces, ya sabes como soy y creo que tienes que saber que tú... que tu me gustas... creo haberlo dicho en más de una ocasión.
- Bueno, tú también me gustas.
- Pero yo me refiero a gustar de... Ryuko quiero que salgamos juntos... como pareja... ya está, ya no he dicho, no era tan difícil. Me gustas Ryuko y creo que estamos haciendo un poco el tonto y deberíamos salir de una vez y dejarnos de miraditas y esas cosas.
El corazón de Ryuko comenzó a palpitar de forma acelerada.
- Ahora supongo que a lo mejor quieres burlarte de mi... puedes hacerlo sin problema, ya estoy acostumbrado a que las chicas os burléis de mi.
Ryuko no sabía exactamente que decir, aquel arrebato de Chouji la había dejado sin habla, ella estaba acostumbrada a que se comportara siempre de forma recatada y sin embargo ahora lo soltaba todo de golpe, casi sin respirar.
- Sabía que no te reirías de mi - continuó algo abatido Chouji - Tu no eres de las que hacen eso. No te preocupes, te lo pondré fácil: somos amigos, muy amigos y estamos bien siendo amigos, mejor olvidemos esto y sigamos siendo amigos.
- No - dijo de improviso la chica haciendo que Chouji la mirase confundido. Ryuko tragó saliva, tenia que ser fuerte y dejarse de timideces e inseguridades ridículas - Quiero salir contigo, de hecho estaba deseando que me lo pidieses.
La expresión de la cara de Chouji cambió en unas décimas de segundo.
- ¿Quedamos mañana?
- ¿Para ir a la casa de Sasuke?
- No... tú y yo solos.
- De acuerdo, no me gustan las piscinas, no me gusto en bañador y no se nadar.
Misaki abrió los ojos y lo primero que vio fue un techo blanco. Se sentía débil y mareado y le dolía la garganta y el estómago. Notó que tenía algo en el brazo, miró, por lo que se veía no estaba muerto, a no ser que a los muertos les pusieran suero o lo que fuera aquella bolsa que goteaba lentamente.
- ¿Cómo te encuentras? - oyó una voz que le resultó familiar. Dirigió su mirada hacía dónde provenía - Menudo susto le has dado a todo el mundo - continuó hablando Sai sentado en una silla cerca de la cama.
- ¿Sai? ¿Que haces aquí?
- Si, soy yo. Me han pedido que me quedase aquí. Ya han avisado a tu madre pero parece ser que no puede venir aún.
- ¿Qué han avisado a mi madre? ¿Por qué? ¿Que hago aquí? ¿Me trajiste tú?
- No. Yo solo llamé a la ambulancia.
La puerta de la habitación se abrió y una mujer que para Sai resultaba muy conocida entró, éste se levantó para saludarla.
- Señora Namikaze, buenos días.
- Buenos días Sai - saludó la madre de Naruto - Gracias por quedarte aquí. Ya he hablado con la directora del instituto para justificar tu ausencia. Bien - dijo sonriendo a Misaki - Veo que te has despertado ya. Yo soy Kushina Namikaze, psicóloga del hospital y supongo que tú eres Misaki Hanakiri ¿no? ¿Cómo te encuentras?
- Fatal.
- Me imagino. Te han tenido que hacer un lavado de estómago. No te asustes, no estoy aquí para recriminarte nada pero dime ¿eras consciente de las pastillas que te tomaste?
Misaki sentía la cabeza embotada y las imágenes de lo que había pasado se agolpaban todas a la vez.
- Estabas a punto de suicidarte cuando él te detuvo - dijo señalando a Sai ante la expresión de desconcierto de Misaki, quien de golpe recordó todo lo sucedido. Miró a Sai.
- De nada - sonrió Sai, esperando agradecimiento de parte del chico.
- ¿Por qué…? – balbuceó Misaki mientras su mirada se nublaba por las lágrimas.
- ¿Cómo que "por qué"? Por haberte salvado la vida - contestó Sai volviendo a sonreír.
- ¿Por qué me detuviste? – Misaki comenzó a llorar; sentía rabia e impotencia mezclada con tristeza y confusión.
Sai le miró muy confundido, se suponía que él había hecho algo bueno, le había salvado la vida, debería estarle agradecido.
- Yo solo quería que todo acabase. Solo quiero dejar de sufrir ¡Y ahora encima me tomaran por loco! - la voz de Misaki era triste y muy amarga.
- Tranquilízate Misaki - habló la doctora - Yo estoy aquí para ayudarte, no vas a estar solo.
- ¿Por qué me detuviste? ¿Por qué? - gritó con resentimiento.
- Si quieres pegarle lo haces cuando salgas del hospital - habló la psicóloga sin dejar de sonreír.
- ¿Me tiene que pegar después de lo que he hecho? - comentó Sai cada vez más confuso.
- ¿No crees que si se intentó suicidar, era porque quería morir?- habló de nuevo Kushina de forma monótona.
- Pero entonces ¿debía haberle dejado tirarse?
- Mira Sai, cuando una persona no quiere vivir normalmente es por algo. Tú no sabes que tipo de vida es la que Misaki lleva para haber querido acabar con ella ¿Por qué le detuviste, Sai? - preguntó con dulzura.
- Porque debía hacerlo, fue… un impulso - Se giró hacia Misaki - Perdón por detener tu muerte.
-¿Estás conciente de que él quería morir y tu impediste que lograra lo que deseaba y que al hacerlo has prolongado su sufrimiento?- Preguntó con calma Kushina.
Sai suspiró y contestó con fastidio afirmativamente moviendo la cabeza.
- ¡Perfecto! - exclamó Kushina – Pues, Sai, ya que es tu culpa que él esté vivo me parece que ahora la vida de Misaki te pertenece - explicó con una sonrisa radiante y muy confiada - Desde ahora es tu responsabilidad.