viernes, 29 de agosto de 2014

106. Penas y temores son amores

Chouji caminaba pesadamente por las calles de Konoha camino de su casa, se estaba mojando, si, pero ni lo notaba, estaba demasiado preocupado por Ryuko.
¿Por qué les caía tan mal a los padres de Ryuko? ¿Que había hecho él para caerlas tan mal?
Llegó a su casa empapado y totalmente desolado. Se sentó para quitarse las zapatillas mientras comenzaba a sentir un peso enorme sobre él, sería la ropa mojada y hasta comenzaba a sentir frío.
- ¡Chouji! - se alarmó su madre al verle - ¿Que te ha pasado?
- Nada - contestó pesadamente - No me pasa nada.
- ¿Pero has visto como vienes?
- Es que está lloviendo.
- Anda, quítate esa ropa mojada. Voy a prepararte la bañera.
Chouji no tenía ganas de nada, ni de hablar, ni de dar explicaciones, ni de bañarse pero tampoco quería preocupar a su madre así que se bañaría.
Al cabo de unos minutos estaba en el cuarto de baño, sentado en un taburete y enjabonándose sin mucho ánimo mientras recordaba la mirada del padre de Ryuko y su silencio y también la mirada de su madre, una mirada llena de desprecio hacia él y de desilusión hacia su hija y las como intentaba disimular esa desilusión hablando de forma pausada pero no, a él no le engañó, se notaba el reproche en sus palabras, además tampoco es que fuera muy amable cuando se despidió de él, solo le faltó decir: "anda y lágate de una vez".
Se aclaró echándose agua tibia con la cubeta y se metió en la bañera, llena de agua caliente hasta el borde, por lo menos parecía que su cuerpo entraba en calor, no así su ánimo.
Se suponía que los padres de Ryuko iban a venir tarde ¿Por qué tuvieron que adelantar tanto el regreso? Maldita sea, eso no tenía que haber pasado, tuvieron que llegar de improviso, cuando no se lo esperaban, precisamente cuando se disponían ya a irse, menudo susto que se habían llevado y menuda situación tan incómoda.
De nuevo las miradas de los padres de Ryuko aparecieron en su mente. Cerró los ojos como si al hacerlo fueran a desaparecer y se sumergió un poco más en la bañera. Tenía que calmarse, se notaba bastante alterado, quizás lo mejor era recordar lo bien que se lo habían pasado y olvidar el maldito incidente.
Y si que se lo había pasado bien.
"...
Cuando llegaron a casa de Ryuko esta le llevó hasta el comedor y le encendió la tele, luego le pasó el mando a distancia.
- No tardo mucho, toma, ve lo que quiera.
- ¿Que vamos a comer?
- Pues no lo se, voy a ver que me ha dejado mi madre.
- ¿Tu madre te deja la comida hecha?
- Es que es muy madraza, muy exagerada, se cree que soy muy patosa y que no se hacer nada.
- Será que no quiere que te hagas mayor.
- Si, será eso. Bueno voy a ver que hay por la cocina.
- Yo te ayudo ¿Me dejas, verdad?
- ¿Tu sabes cocinas?
- ¿Cómo no voy a saber yo cocinar? - rió con ganas - Para mi saber cocinar es imprescindible.
- Si, claro, lo olvidaba - rió también - Pues ven conmigo y así me dices que te gusta.
- ¿A mi? Cualquier cosa, yo tengo buen diente.
Una vez en la cocina, Ryuko abrió el frigorífico y sacó unos platos con unos fritos.
- ¿Esto es lo que vas a comer?
- Parece ser que es lo que mi madre pretende que coma.
- ¿Solo eso?
- Yo no como tanto como tu ¿Qué te parece si hacemos una tortilla y una ensalada también?
- De acuerdo, para empezar no está mal.
- Bueno, ya veremos si no se me ocurre otra cosa.
Ryuko abrió un cajón y sacó un delantal que se puso mientras hablaba con Chouji.
- ¿Se te da bien hacer ensaladas?
- De vicio, ya lo verás ¿No me puedes dejar un delantal a mi? Es que no quiero mancharme.
- No tengo delantales de hombre, aquí los hombres no cocinan, tendrás que ponerte uno mío o de mi madre.
- Bueno.
Ryuko sacó de un cajón un delantal rosa que Chouji se puso sin mirar, era un delantal con un conejito dibujado en él y más volantes de los que Ryuko recordaba y, evidentemente, al chico le quedaba bastante pequeño. Al verlo Ryuko no pudo evitar romper a reír.
- ¿Que pasa? - miró el delantal - Hombre muy masculino no es.
- Ay no es eso - continuó riendo - Es que... es que... ay... tienes una pinta muy rara.
- ¿Estoy sexy?
La risa de Ryuko se acrecentó.
- Perdona... no lo puedo evitar.
- ¿Que pasa? ¿No estoy sexy?
- Estás... monísimo... monísimo de la muerte - y cada vez se reía más.
- ¿Te pone, eh?
Ryuko sentía que los mofletes empezaban a dolerle de la risa.
- Chica, si llego a saber lo que produce en ti lo hago antes.
Parecía que la risa de Ryuko menguaba pero de improviso volvía a aumentar.
- Ay que se me va a escapar... por favor... quítate eso.
- Si hombre, con lo que te estás excitando de verme me lo voy a quitar, esto no me lo quito yo ya.
- Tonto... no digas tonte... rías.
- ¿Sabes que se te está yendo la fuerza por la risa?
- Se me esta yendo todo... ay que no puedo más.
- ¿Y si ahora aprovecho para atacarte?
- ¿Tu crees que... con esas pintas... ay... puedes atacar a alguien?
Chouji se acercó a ella y la abrazó obligándola a mantener las manos delante de su pecho.
- ¿Y si ahora me aprovecho de ti?
- No lo harás.
- ¿Ah no? Hoy no me has dado ningún beso y se supone que soy tu amigo con derecho a roce.
- Eso te lo has inventado tú.
- De todas formas ahora no puedes defenderte así que...
De cualquier forma la risa de la chica le hacía muy difícil besarla.
- ¿Quieres dejar de reírte de una vez?
- No, puedo... ay, que dolor de mofletes.
De pronto se cayó, le miró y le besó como nunca lo había hecho hasta entonces.
Los besos de Ryuko siempre habían sido breves, escuetos y casi huidizos y siempre tenía que empezar Chouji, nunca, había ella tomado la iniciativa o por lo menos él no lo recordaba, Ryuko era bastante pasiva para esos temas por eso él siempre tenía miedo de ir un paso más adelante y también siempre temía que en realidad a ella no le gustase y la estuviese dando asco o algo.
Pero esta vez había sido ella la que tomó la iniciativa, bueno, a veces ya la tomaba pero siempre era para besos pequeños y rápidos, no como ese, además se apretó contra su cuerpo y podía sentir su corazón latir de forma acelerada.
..."
- ¡Chouji! ¡Chouji! - gritaba su madre al otro lado de la puerta mientras la golpeaba - ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo?
Chouji se incorporó como si le presionasen un resorte, de forma rápida, algo asustado.
- ¡Si mamá! - gritó también aturdido - No pasa nada, ya salgo.
- ¿Por qué no me contestabas?
- Lo siento, esta distraído.
- La cena está lista, no tardes.
- No, ya voy.
Minutos después salía vestido con un cómodo kimono y se sentó frente a la pequeña mesa donde sus padres estaban esperándole para empezar a cenar.
Chouza miraba preocupado a su hijo, era evidente que le pasaba algo y a la misma conclusión llegaba su madre. Chouji estaba callado, triste, no levantaba la vista del plato y sus movimientos eran lentos y pesados, pero sobretodo lo que más alarmaba a sus padres era que a penas comía.
- ¿Que te pasa, Chouji? - dijo su madre preocupada - ¿Te encuentras bien?
- Estoy bien - contestó de forma automática.
- Lo mismo te has resfriado con toda esa lluvia que te ha caído - le tocó la frente - ¿Te duele la garganta o algo?
- No, no me duele nada.
La madre miró a Chouza con ojos preocupados.
- ¿Le pasa algo a la comida? - habló ahora el padre.
- No, está buena, como siempre.
- ¿Entonces por qué no comes?
- No tengo apetito.
Eso era más que grave, realmente a Chouji le pasaba algo porque él nunca había perdido el apetito ni estando enfermo.
Hubo unos minutos de silencio entre los tres antes de que Chouza se decidiese a hablar.
- ¿Ha pasado algo con Ryuko?
Chouji levantó la vista y le miró.
- ¿Has discutido con ella? - añadió el padre.
- No, no he discutido con ella.
- ¿Es que le pasa algo a ella? - se alarmó la madre.
Chouji soltó los palillos sobre la mesa.
- ¿Le pasa algo malo a Ryuko? - repitió su padre.
- No lo se - respondió ahogadamente - Espero que si esté bien.
- ¿Es que le ha pasado algo malo? -insistió su padre.
- Vamos a ver, hijo - intervino la madre - Ibais a comer juntos y estabas tan contento ¿Es que habéis hecho algo que os tenga que preocupar?
- No, no, que va, en ese sentido puedes quedarte tranquila. Es que se puso a llover y decidimos quedarnos en su casa y ver una película.
- Muy razonable - habló el padre.
- Pero es que sus padres llegaron antes de lo que pensábamos.
- ¿Se han enfadado con Ryuko? - dijo la madre - ¿Es eso?
- Si - contestó pesadamente - Se han enfadado. No lo han mostrado, se han comportado como si no fuese nada pero yo he visto como me miraban y como miraban a Ryuko.
- Bueno - intercedió Chouza - Es su hija. Encontrarla a solas en su casa con un chico pues puede haberles impresionado.
- Supongo que si, pero es que... - la voz de Chouji empezó a sonar entrecortada, sentía una gran angustia subir desde su estómago y los ojos empezaron a llenársele de lágrimas - Es que yo no les gusto, papá, no les gusto, no me quieren para su hija.
Se llevó una mano a la boca tapándosela para que ningún sollozo saliera de sus labios y cerró los ojos provocando que las lágrimas comenzaran a resbalar por sus mejillas.
- ¿Cómo que no les gustas? - repitió la madre llena también de dolor porque si algo no soportaba era ver sufrir a su hijo.
- No les gusto, no se fían de mí, creen que voy a portarme mal con ella, que voy a ver si me enrollo con ella y luego la voy a dejar.
- ¿Pero de donde sacan esas ideas? - habló molesto Chouza.
- No se. Son muy protectores con ella. Los padres de Ryuko son mayores, más mayores que vosotros, bueno Ryuko me ha dicho que su padre ya tiene más de 60 años y su madre casi.
- ¿Tantos? - se extrañó la madre.
- Si, es que la tuvieron ya mayores. Ryuko tiene dos hermanos, los dos varones y se lleva bastantes años con ellos.
- Vamos, que vino de sorpresa - trató de sonreír la madre para suavizar el ambiente.
- Si, bueno, su hermano mayor es casi de tu edad, papá, con eso te digo todo.
- Y tendrán hasta nietos lo mismo - añadió la madre.
- Pues si, Ryuko tiene un sobrino.
- Ya veo - reflexionó el padre - Y supongo que como es la niña, la pequeña y todo eso la tendrán sobreprotegida. El problema no eres tú, creo que no le gustará ningún chico para ella.
- Ya, pero mi aspecto tampoco ayuda mucho.
- Eso es una tontería - le recriminó la madre - Si fueras delgado, guapo e inteligente pensarían que sería imposible que un chico así se fijase en su hija y que algo querría.
- En eso tiene razón tu madre.
- Supongo pero es que me siento tan... mal ¿Por qué no quieren darme una oportunidad? ¿Por qué me juzgan antes de conocerme?
- Chouji tu tienes un gran corazón, ya verás como llegarán a verlo, tu ten paciencia y trátalos con cariño.
- Pero mientras tanto ella lo está pasando mal y ellos le dicen lo poco que yo valgo y como la voy a lastimar ¿Y si termina por creerlos?
Chouza dio un largo suspiro.
- Creo que ya va siendo hora de que nos conozcan - afirmó rotundo.
- ¿Que quieres decir?
- Que no nos conocen, no saben nada de nosotros, ni nosotros de ellos y deberíamos conocer a la familia de tu novia, es lo normal.
- Pero no van a querer, ellos no admiten que seamos novios ni nada.
- ¿Y quien ha dicho que lo van a saber?
- ¿Cómo? - Chouji le miró perplejo.
- Supongo que su madre irá a comprar y esas cosas y tu madre también lo hace y si un día se encuentran, por casualidad, no veo porqué tu madre no va a saludarla, a fin de cuentas sois compañeros y amigos.
- No te entiendo.
- Hijo, esa familia no sabe muchas cosas de los Akimichi ¿verdad que no? Los Akimichi no somos unos arrastrados, puede que no tengamos tanto renombre como los Hyuuga pero...
- ¿Pero qué? - preguntó impaciente.
- Tu padre tiene razón - añadió la madre - Tienen que conocerte y la mejor forma de conocerte es ir conociendo a tu familia.
...
- ¿Has llamado a tu padre? - preguntaba Iruka saliendo de la habitación vestido ya con unos vaqueros y una camiseta.
- No lo cogen - respondió Jisei colgando el teléfono de casa de Iruka - Supongo que habrán salido.
- ¿Y tu hermano?
- Me da apuro llamarle, supongo que andará con alguna chica.
- O no, tu hermano a veces es bastante patético, no creas que liga tanto como dice.
Una melodía comenzó a sonar.
- ¿Ese es tu móvil?
- Si, si, quizás son mis padres - abrió su bolso y sacó el móvil - Si, mira, son ellos ¿Papá?... Ah, hola mamá ¿Dónde estáis?... Si... ya veo, ya... pues vaya fastidio... ¿Pero no os ha pasado nada, verdad?... menos mal...si... no, no te preocupes por nada... al menos pasarlo bien... si... hasta luego.
Iruka miraba expectante a Jisei.
- ¿Sucede algo?
- Si, que salieron a dar una vuelta y les pilló la tormenta, como a nosotros, solo que ellos iban en coche y por lo visto han tenido un encontronazo con otro coche.
- ¿Les ha pasado algo? ¿Están heridos?
- No, no, por lo visto solo ha sido el susto y un pequeño abollón, nada importante, pero han decidido quedarse a dormir en un hotel.
- Vaya... tus padres son increíbles, siempre que pueden salen y... se nota que se quieren mucho.
- Si, son así. Bueno pues llamaré a Kisuke.
- O si no podemos llamar un taxi, o ir andando. No hay problema, nos ponemos unos chubasqueros que tengo y cogemos los paraguas.
Otra melodía volvió a sonar.
- ¿Y ahora quien será? - refunfuñó Iruka esta vez buscando su móvil - ¡Hombre Kisuke! Precisamente hablábamos de ti... Ya nos conoces, bueno ¿Qué te pasa?... Ah... ya veo, ya... pues es que yo quería pedirte un favor... no, nada muy grave. Es que estamos en mi casa refugiándonos de la tormenta y nos preguntábamos si podrías venir a buscarnos... no, claro... ya veo que no... bueno, si, iremos andando, no hay problema... hasta mañana... igualmente.
Iruka colgó y miró con gesto de paciencia a Jisei.
- Adivina.
- Que le ha pillado la tormenta vete tú a saber donde y no va a ir a casa.
- No preguntes detalles.
- No, si no pensaba hacerlo. Pues nada ¿Dónde están esos chubasqueros?
- También podemos pasar aquí la noche.
- ¿Aquí? Pero...
- ¿Y que más da? En tu casa tampoco hay nadie, la vamos a pasar los dos solos sea donde sea y ya que estamos aquí pues veo un poco ridículo salir y mojarnos.
Jisei pareció recapacitar durante unos minutos.
- Pues también tienes razón, es un poco absurdo.
- A no ser que en tu casa te sientas más segura o te de miedo estar aquí.
- No, que tontería, vamos a estar solos de cualquier forma.
- Si prefieres te acompaño a tu casa y me vuelvo.
- Si claro ¿Y que más? Como si yo te fuera de dejar que hicieras el camino de vuelta otra vez. Espera.
- ¿Qué pasa?
Jisei comenzó a marcar en su móvil.
- ¿Mamá? Si, soy yo... Es que tengo un problema... Es que quiero que me des permiso para pasar la noche en casa de Iruka... No, es que a nosotros también nos ha pillado la tormenta y su casa estaba mas cerca y hemos subido para que se cambiase porque se había empapado y es que Kisuke nos ha llamado y no va a ir a dormir a casa y entonces hemos pensado que es un poco tonto mojarnos de nuevo para ir a casa donde tampoco hay nadie...
- ¿Tu sabes lo que me estás diciendo, Jisei? - escuchó a través del auricular.
- Si, si lo se, por eso te pido permiso. Si no me lo das me iré yo sola a casa y él se quedará aquí.
- ¿Tu te fías de Iruka?
- Por supuesto que si.
- ¿Y entonces por qué me llamas?
- Porque necesito que tu lo sepas, que sepas que voy a pasar la noche con él, a solas.
- Y quieres que te diga que confío en ti ¿Es eso?
- Si, eso mismo.
- Pues claro que confío en ti y también en Iruka. Anda pásamelo.
- Si. Iruka, mi madre quiere hablar contigo.
Pasó el móvil a Iruka que lo cogió algo confuso.
- Dime.
- Jisei me ha dicho que vais a estar solos esta noche.
- Si, pero no tiene que preocuparse, Jisei está a salvo conmigo, te lo prometo, te doy mi palabra, además si quieres la dejo en casa y me vuelo.
- No seas tonto, me fío de tu palabra y prefiero que esté contigo a que esté sola; no me gustan las tormentas, me dan miedo, me quedo más tranquila si se que está contigo.
- No te preocupes que la voy a cuidar y... - a ver como le decía a esa mujer que no pensaba liarse con su hija, no era tan sencillo como parecía - Estará bien.
- No lo dudo, confío en ti.
Iruka colgó y le devolvió el móvil a Jisei.
- Esto ha sido muy incómodo.
- Me imagino pero ya me quedo más tranquila.
- ¿Por que le he dicho a tu madre que no corrías peligro?
- Porque se que sabe que estamos solos.
- ¿Y eso?
- Sabiendo que mi madre sabe que estamos solos y lo que puede pasar pues como que me da... como cosa, no se si me explico.
- Si, si te explicas - sonrió amablemente - A mí también me da como cosa sabiendo que tu madre lo sabe, además le he dado mi palabra.
- Es que yo te deseo.
Iruka la miró abriendo lo ojos todo lo que pudo.
- ¿Que has dicho?
- Perdona, no quería asustarte pero es que es así, me gustaría besarte.
- Bueno, vamos a hablar de otra cosa.
- ¿Es que te da miedo lo que te diga?
- Pues... un poco.
- Iruka, yo soy virgen ¿lo sabías?
- Hombre pues... lo, lo suponía.
- Pero dentro de poco voy a cumplir 18 años, ya soy bastante mayor ¿no crees?
- Lo que creo es que a veces la gente se... - Iruka empezó a moverse nervioso hacia la cocina - se obsesiona con eso de la edad.
- Ya, ya lo se y no es que yo esté obsesionada es que he estado pensando y creo que tu eres el apropiado para... mi primera vez.
Si Iruka tuviera el poder de crear agujeros negros en ese momento hubiera creado uno.
- Jisei yo... me siento halagado por lo que dices pero...
- No, déjame hablar. Lo he estado pensando mucho, tu me gustas, me gustas mucho y creo que contigo sería mejor que con cualquiera de mi edad que suelen ser torpes y bueno tu ha tienes más experiencia, seguro que me tratarías bien pero... no estoy preparada.
¿Y que hacía? ¿Se sentía aliviado o se desmayaba?
- Mira Jisei ¿Tu crees que debemos hablar de esto?
- Si porque yo pienso esperarte. Pienso esperar a graduarme y entonces te pediré salir.
Iruka volvió a abrir los ojos enormemente.
- Jisei ¿Tú te encuentras bien?
- ¿Te doy miedo, sensei?
- Mira, sinceramente, si.
- Por eso he llamado a mi madre, para contenerme a mi misma, porque la verdad ahora mismo no me siento preparada, tengo como miedo.
Ahora Iruka sonrió y se acercó a ella cogiéndola de las manos.
- Jisei, tranquila, tú me gustas pero no haremos nada que tú no quieras, nunca.
Jisei le devolvió la sonrisa, una sonrisa de alivio porque si, porque realmente ella tenía miedo de si misma, de sus impulsos, de poner a Iruka en un aprieto, de que él se sintiera culpable y... y de miles de probabilidades que pasaban por su mente.
- ¿Y qué cenamos? - dijo de improviso Iruka.
- No se ¿No tienes nada?
- Hombre pues llevo una semana en tu casa, lo mismo lo que tengo está podrido o algo.
- Bueno pues... revisemos la nevera.
- ¿Y no te apetece que vayamos a cenar abajo? A dos pasos de aquí hay un restaurante. Yo te invito.
...
La barbacoa había empezado en la parte trasera de la casa familiar de los Nara. Todos parecían pasárselo muy bien, el primo de Shikamaru se acercó a él que estaba en un grupo con Akane y otros tres amigos suyos.
- Ya me han dicho la noticia, primo - le palmeó la espalda.
- Ah, si, me imagino, las noticias vuelan.
- Akane - llamó su atención poniendo la mano en su cintura - No se si darte la enhorabuena o el pésame.
- ¿Por qué? ¡Ah! ¿Por eso? Mostró la mano con el anillo en su dedo - Ha sido un detalle de Shikamaru.
- Conozco ese anillo y te queda mejor que a nadie.
Shikato le cogió la mano y se la besó.
- Si este vago te da algún problema me lo dices que yo me ocupo - le guiñó un ojo - Y si te arrepientes aquí estoy yo.
- ¡No gastes esas bromas, Shikato! - rió Akane - ¿No ves que tu primo se lo cree todo?
- Si, es un poco inocente.
Shikamaru les miraba arqueando las cejas.
- Te llevas más de lo que vales, primo, te lo digo yo.
- Y creerás que eres gracioso.
- Hay que ver como eres, hay que pincharte para todo, si no haces nada.
Shikamaru le miró intrigado.
- ¿Quieres decir que todo eso que me dijiste fue algo planeado para que yo me declarase?
- Las abuelas te conocen demasiado bien, primo, demasiado bien.
Shikamaru sonrió de medio lado.
- Y yo a ti también, y no me engañas, tu lo hiciste con mucho gusto.
- Pues claro. Realmente no me importaría quedarme con ella. Ya sabes, en el pueblo hay pocas chicas y las pocas que hay están deseando irse.
- Ya, ya... si te veo venir, no olvides que cuando tú vas yo ya estoy de vuelta.
- Tú descuídate y verás lo que te pasa.
Shikamaru frunció en ceño y masculló algo entre dientes, eso le recordaba al pesado de Sasuke. Buscó con la vista a Naruto y se acercó a él.
- Perdona Naruto, tengo que hablar contigo - le dijo cogiéndole del brazo.
- Vale, vale, tranquilízate un poco, dattebayo.
- Shino - llamó su atención - Ven con nosotros.
Shino les siguió en silencio hasta un apartado lugar.
- ¿Que pasa, Shikamaru? - preguntó Naruto - Me lo estaba pasando genial y hasta Ino está comiendo ensalada y todo, por cierto, muy buena.
- Si, muchas gracias. Mira Naruto tengo un ligero problema con tu amigo el Uchiha.
- ¿Con Sasuke?
- Si, me está empezando a tocar bastante las pelotas y necesito saber tu postura.
- ¿Qué postura?
- Pues verás, por lo visto, el señor cree que Akane está embarazada de él.
- Lo suponía - musitó Shino - ¿Ya se ha enterado?
- Me ha llamado Temari y me ha dicho que lo sabe y que ha dicho que el niño es suyo.
Naruto les miraba sin salir de su asombro.
- ¿Akane está embarazada de Sasuke?
- Akane está embarazada de mí, pero Sasuke da mucho por saco y yo necesito saber de que lado te vas a poner.
- ¿Cómo de que lado?
- Tu eres muy amigo de Sasuke, siempre le apoyas en todo y yo necesito saber si te vas a poner de su lado y me vas a fastidiar tu también.
- ¿Sasuke tiene razones para creer que ese niño es suyo?
- Puede tener sospechas - respondió Shino - Pero yo también.
- Creo que es hora de que me cuentes lo que pasó cuando os fuisteis de vacaciones - habló muy serio Shikamaru - Creo que tengo derecho a tener toda la información.
- ¿Que pasó en las vacaciones? - gritó Naruto.
- Naruto no grites - se quejó Shikamaru metiéndose el dedo meñique en el oído - Mira que eres escandaloso.
- Pero... pero... ¿Cómo que el hijo de Akane puede tener tres padres? ¿Es eso posible? - volvió a gritar.
- ¡Naruto! - se volvió a quejar Shikamaru.
- El niño es de Shikamaru - afirmó Shino.
- ¿Y por qué Sasuke piensa que es suyo?
El tono de voz de Naruto empezó a cambiar, ahora se le notaba nervioso y hasta ansioso.
- Porque durante las vacaciones tuvimos un accidente, el ponche que hicimos tenía alcohol, nadie lo sabía, no nos dimos cuenta y... bueno, creo que Sasuke y yo... le hicimos algo a Akane.
Naruto agarró nervioso a Shino de la camisa.
- ¿Qué quieres decir?
- Que Akane estaba borracha y... nosotros también.
- No, eso no puede ser ¿En que te basas para decir algo así?
- Nos despertamos los tres juntos y... prácticamente desnudos.
- No... eso no es verdad, además tú lo has dicho, no estabais desnudos del todo.
- Naruto, Akane llevaba puesto solo mis calzoncillos.
- ¿Qué estás insinuando? ¿Qué Sasuke violó a Akane?
- Si. O yo. O los dos.
- ¿No sería ella la que quería?
- ¿Que insinúas, Naruto? - habló Shikamaru mirándole con los brazos cruzados.
- Si te aprovechas de una chica borracha para hacer lo que sobria nunca haría es que has abusado de ella - respondió Shino - Me avergüenzo mucho de lo que pudo pasar.
- No, puede que tu si pero Sasuke nunca haría algo así.
- Es que hay otra cosa. Nos echaron algo en la bebida, fue cosa de esos demonios, algo que nos puso... no te imaginas como nos puso.
- ¿Pero tu sabes lo que estás diciendo?
- Si, si lo se. Pero vamos, pasase lo que pasase el niño es de Shikamaru, claro que si Sasuke se pone cabezón y dice que puede ser suyo yo diré que también puede ser mío. No es algo que me interese pero no voy a dejar que se salga con la suya ¿lo entiendes? Shikamaru tiene razón ¿A favor de quien te vas a poner? Porque si te pones de su lado significa que te pones en contra nuestra.
- ¿Y por qué os interesa lo que yo haga?
- Porque puedes ser una verdadera molestia si te pones de su parte - contestó Shikamaru - Esto es la guerra y te juro que no voy a tener ni pizca de simpatía por él, por muy molesto y problemático que sea todo.
Naruto miró fijamente al suelo.
- Estaré de tu parte Shikamaru, tú la amas y eres capaz de aceptar cualquier cosa, no te preocupes, estaré de tu lado.
- ¿De verdad?
- De verdad. Y ahora, si no os importa, voy a regresar a la barbacoa - y comenzó a andar de forma lenta, con la cabeza aún agachada.
- Shino, tú y yo tenemos que hablar.
- Lo se.
- Quiero que me cuentes todo lo que recuerdes.
...
En la barbacoa Lee sonreía feliz a Shiho, cada vez le gustaba mas esa chica y mira que no se podía decir que fuera la chica mas guapa del mundo, siempre iba peinada con esa coleta hecha sin cuidado y llevaba esas gafas gruesas y algo pasadas de moda; tampoco se arreglaba nunca, parecía como que no le angustiaba mucho su aspecto exterior, vestía a su modo y a Lee le encantaba su estilo porque era como muy hippie y a él le parecía fantástico que tuviese el valor de ir como le diera la gana le dijesen los demás lo que le dijesen.
Además era una chica estupenda que sabía muchísimo de muchas cosas y eso era porque tenía curiosidad por todo, por saber el porqué de todo y Lee se sentía muy bien a su lado y de paso aprendiendo cosas.
Era una lástima que siempre lo primero que nos atrae de una persona es su físico, por eso nunca hizo demasiado caso a esa curiosa chica, parecía que iba a ser un bicho raro o algo así y sin embargo ahora solo quería estar con ella y participar en sus estudios. En el recuerdo había quedado el enamoramiento que sintió por Sakura, le gustó nada más verla porque era muy mona y se la veía decidida... cuanto tiempo había perdido yendo detrás de ella, esforzándose porque se diera cuenta de que existía aún a sabiendas de que ella estaba enamorada de Sasuke.
Ahora agradecía que aquella noche de Tanabata él se viera solo y sin nadie con quien subir a la noria, gracias a eso conoció a Shiho y también gracias a las palabras de Kankuro, cuando le recordó que el mar estaba lleno de peces, ahora podía decir que su desengaño no fue tan doloroso como pensaba, a lo mejor es que no estaba tan enamorado como creía, a lo mejor solo era una especie de espejismo.
- ¿Quieres que vayamos a ver las estrellas por allí? - le dijo alegre como siempre.
- ¿Por qué por allí?
- Porque me han dicho que por ahí pasa el río y se pueden ver en ella.
- ¿Quien te ha dicho eso?
- El primo de Shikamaru, dice que él va mucho a pescar por la noche y que es muy bonito ¿Vamos?
- ¿Ahora?
- Si, vamos ahora, en un momento, no notarán nuestra ausencia y volveremos pronto.
- Bueno, vale, vamos.
Lee la cogió de la mano y ambos empezaron a alejarse mientras se adentraban entre los árboles.
- ¿Estás seguro de que sabes por donde es?
- Si, es por aquí ¿No escuchas el rio?
- Si, si, lo escucho.
No tardaron en verlo ante sus ojos.
El lugar era precioso, eso no se podía negar, el cielo se veía limpio y lleno de estrellas y en las aguas cristalinas del rio se veía reflejada la luna.
- Que sitio tan bonito - exclamó Shiho.
- Ya te digo, esto deberían verlo todos. Mira Shiho, si te acercas mas al rio podrás ver las estrellas en él y mira no cubre mucho.
- Las estrellas se ven bien desde aquí.
- Pero en el fondo se ven también muy bonitas, son como luces. Ven, vamos a sentarnos - tal como iba diciendo se sentó en una especie de pequeño saliente por debajo del cual pasaba el rio. Shiho, no muy convencida se acercó a él y se sentó a su lado. Se asomó un poco para poder ver las estrellas de las que hablaba Lee.
- ¿Las ves?
- No mucho.
Se inclinó un poco más y notó como aquello fue un error porque de pronto sintió que la fuerza de la gravedad la atraía hacía delante. Intentó sujetarse a Lee pero fue tarde y terminó cayendo al rio.
Rápidamente se puso en pie, por suerte no cubría pero resbaló con una piedra y volvió a caer quedando sentada.
Lee había saltado rápidamente al rio para ayudarla e incluso la cogió de la mano para que no volviese a caer pero él también se resbaló y quedó sentado a su lado.
La miró, se miró y rompió a reír.
- No te rías, que no tiene gracia - decía avergonzada Shiho mientras se quitaba las gafas llenas de gotas ¿Por qué le tenía que haber pasado algo así y encima delante de Lee?
-Vale, vale ¿Pero has visto las estrellas? - pregunto mientras lentamente se acercaba al rostro de Shiho.
- No. No vi nada, estaba ocupada intentando respirar.
- A veces eres de lo más graciohmn… - no pudo terminar la frase, unos labios ajenos se apoderaron de los suyos.
Shiho se separó nerviosa de él y se quedó mirándole, Lee también la observaba a ella, nunca la había visto sin gafas y la verdad es que resultaba muy guapa.
-Las estrellas - susurró Shiho de manera inconsciente.
- ¿Que?- preguntó nervioso Lee. ¿Por qué le había besado? ¿Qué significaba eso? ¿Quería decir algo o simplemente le había besado por besarle? A lo mejor no significaba nada, era solo un gesto porque claro el beso tampoco es que hubiese sido un beso de amor o algo parecido.
- Ahora si puedo ver las estrellas... están en tus ojos.
Lee se quedó sin saber que contestar y rojo a mas no poder. Shiho se levantó más que nerviosa, le temblaba todo el cuerpo, ni ella sabía porqué le había besado ¿Pero en que estaba pensando? En nada, solo que resultaba encantador y… ¿Pero es que se había vuelto loca o qué?
- Será mejor que vayamos a quitarnos esta ropa mojada.
- Si, creo que si... ¡Ha!
- ¿Que pasa? ¿Te has hecho daño o algo?
- No, es que ¿Que les vamos a decir cuando nos vean aparecer así?