martes, 19 de agosto de 2014

46. Ven al festival conmigo

Era día de ensayo. Una vez en su casa, después de las clases, Akane recibió la llamada de Ryuko; por lo visto, Tsunade la había avisado de que como era Tanabata tenían que adelantar el ensayo para poder terminar antes. Ryuko dijo que ella se ocuparía de avisar a los demás, para eso era la secretaria.
- ¿No te molesta? - le preguntó Akane.
- No, es lo que tengo que hacer pero... ¿vendrás con nosotros al Tanabata?
- ¡Pero que cansina que eres! Hasta luego, pelma.
Al regresar al instituto a la hora que le había indicado Ryuko, Akane encontró en la puerta del gimnasio a Kankuro, Sumire, Jisei, Ryuko y Chouji
- ¿No ha llegado nadie más? - se interesó.
- Somos los primeros - contestó Sumire.
- Pero ¿Les has avisado, Ryuko?
- Que si, estarán a punto de llegar.
- ¿Tampoco ha llegado Shikamaru?
- Pues aquí no está - respondió Chouji.
- Se habrá dormido. Voy a por la llaves - habló Akane.
- Ya voy yo - propuso Chouji.
Chouji se fue y regresó pasados unos minutos con la llave en la mano, la metió en la cerradura y la giró; luego empujó la puerta.
- Primero las damas - dijo.
Akane entró la primera en el gimnasio, estaba en penumbra, alguien que encendió las luces. Nadie hablaba, no muy lejos de donde estaba había colocada una mesa de las de las aulas y sobre ellas un ramo de violetas y un conejo de peluche.
Nadie dijo nada. Akane se acercó y miró. También había una tarjeta en el ramo; curiosa como era no pudo evitar leer lo que ponía, se podía ver claramente, si no querían que nadie lo leyese deberían haberla colocado mejor.
"Mírame. Estoy justo detrás de ti", leyó. Oyó la puerta del gimnasio cerrarse.
La curiosidad era superior a ella, giró sobre sus talones y allí estaba... a menos de un metro de ella, con sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, mirándola y sonriendo como siempre hacía él, levemente y nadie más a su alrededor.
Akane no supo como reaccionar, no sabía si lanzarle el ramo contra su cara o ignorarle.
- ¿Te gustan?
- ¿Se puede saber que pretendes? - le gritó llena de rabia. No entendía a qué estaba jugando o que pretendía, seguramente sacarla de sus casillas, como siempre.
- Quiero saber si te gustan.
Akane se cruzó de brazos. Esto ya era el colmo.
- ¿Que quieres? ¿Que te de la bendición o algo así?
- No, solo saber si te gusta, si te parece apropiado para pedirle una cita a una chica.
- Bombones hubieran estado mejor que el peluche.
- Pero tú me dijiste un peluche.
- ¡Ya se lo que te dije! Pero he cambiado de idea ¿Es que no puedo cambiar de idea?
- Bueno, yo quería hacer las cosas bien ¿Te gusta o no?
- Me estás sacando de quicio... ¡no sé lo que te hacía!
- Solo dime si te gustan.
- Es un ramo precioso y un peluche muy mono - contestó mirando al suelo, no sabía porqué pero se sentía muy incómoda - Dáselas cuanto antes no vayan a estropearse, será muy tonta si no acepta.
Shikamaru volvió a sonreír.
- Me alegro que te guste... porque son para ti.
Akane levantó la vista y le miró interrogativa.
- ¿Qué? - gritó - ¿De qué vas?
- Ven conmigo al festival, por favor.
- ¿Por qué has hecho todo esto? ¿Te estás burlando de mí?
- Porque quiero ir contigo al festival. No te estoy pidiendo que seamos novios, ni siquiera que salgamos juntos, solo que vengas conmigo al festival.
- ¿Te has vuelto loco?
- Son violetas ¿sabes por qué escogí esa flor? porque son las primeras en aparecen en mi jardín cuando llega la primavera y como ellas tu fuiste la primera en mi corazón, mi primera ilusión, esa que todavía vive dentro de mi y que nunca olvidaré. Quería verte así, callada, delante de mí, escuchándome, porque quiero... pedir que me perdones. Se que fue culpa mía, todo fue culpa mía; sabía que le gustabas a Shino, todos los sabíamos, así que fue culpa mía lo que pasó... por no cuidarte, por no estar pendiente de ti, por no darme cuenta de que te dejaba sola, que te hacía daño y que él sabría... - las palabras empezaban a formar un nudo en su garganta, sus ojos se veían algo enrojecidos - Perdóname, todo lo que pasó fue culpa mía, cometí un error, soy un crío inmaduro que no sabe de la vida, pensé que no pasaría nada pero ¿sabes? mientras estaba con ella me di cuenta de que en mis pensamientos solo estabas tu, todo lo ocupabas tu y corrí a buscarte para decírtelo, para decirte que... y te vi... te vi con Shino y me sentí traicionado y ya no quise ser lógico.
¿Y ahora que hacía Akane? ¿Se ponía la coraza de siempre? ¿Se negaba a escuchar nada más o hacía un esfuerzo y le dejaba terminar? Shikamaru la había pillado con la guardia bajada ¿y ahora qué? Cabezota y orgullosa como era no se resignaba a perder, no ante él.
- Esperaba que me escogieses a mi - contestó dolida - Esperaba ser algo para ti, quería que me hubieses escogido a mi ¿Sabes lo que sentí cuando la propia Temari me dijo que iba a salir contigo? ¿Sabes lo que me dolió que me mintieras? Esperé tu explicación, esperaba una excusa, esperaba que cancelases nuestra cita... si me hubieras dicho que te interesaba más ella yo lo habría comprendido, me hubiese dolido, sin duda, pero al final lo habría aceptado, pero no, tu no, tuviste que jugar a dos bandas y eso no se hace.
- Yo no quería jugar a dos bandas. Pensé que Temari quería hablar conmigo, somos amigos y no iba a decirle que no... Yo no pretendía enrollarme con ella, yo... yo solo soy un estúpido que cometió un error ¿vas a estar echándomelo en cara toda la vida? No es justo, al fin y al cabo me pagaste con la misma moneda.
Akane sonrió tristemente.
- Te equivocas. Entre Shino y yo no pasó nada. Yo quería estar sola, me sentía muy dolida y... durante toda la mañana seguí esperando tu llamada, una simple llamada para decirme... no se... cualquier cosa... me gustabas mucho y me hubiese creído cualquier excusa... Yo quería estar sola pero Shino llegó y yo rompí a llorar... fue lo que viste. Siento haber mantenido el malentendido durante tanto tiempo, supongo que quería pagarte con la misma moneda.
Y como siempre que Akane no sabía como continuar optó por marcharse. Sabía que esa era una reacción cobarde y se sentía mal. Pasó al lado de Shikamaru, solo pudo dar dos pasos más porque unos brazos que la rodearon por la espada la pararon en seco.
- Perdóname - le susurró al oído - lo siento pero no voy a dejarte ir porque puede que seamos muy jóvenes y que nos hayamos hecho daño y no sepamos como repararlo pero ¿sabes? yo tengo recuerdos muy bonitos y no voy a olvidarlos; no lo pienso hacer porque son muy valiosos; había algo bonito entre nosotros, quizás solo era un subidón de adrenalina pero era bonito. Yo te esperaba a que terminases en el periódico para acompañarte a tu casa y dábamos un rodeo tan largo que casi se nos hacía de noche ¿te acuerdas?
Akane no pudo evitar sonreír.
- Venías al club conmigo - continuaba el chico - y yo no atendía a ninguna partida, me pasaba el tiempo mirándote y Asuma me lanzaba aquellas miradas asesinas. No he olvidado ni un solo detalle.
- Éramos bastante tontos.
- Vamos juntos al festival ¿quieres? No tenemos que ir solos, vamos con Chouji y Ryuko, además también van a venir Kiba y Ten-Ten. Lo pasaremos bien.
- ¿No tenías un compromiso o algo así?
- No quería que sospechases.
- ¿Y has organizado todo esto de las flores solo para decirme que fuéramos con Chouji y Ryuko al festival?
- Quería que te gustara, quería hacer las cosas bien. Bueno ¿vamos juntos al festival? Yo ya tengo preparados mis deseos.
- Shikamaru tu y yo ya somos amigos, no hacía falta todo esto.
- No es cierto. No confías en mi, no quieres perdonarme, eres capaz de perdonar a todo el mundo menos a mi ¿no crees que ya es demasiado? Cometí un error y lo pagué...
- Te esperé - Akane procuraba que su voz no sonara resentida, lo estaba, porque ella era así y no podía evitarlo pero no tenía ganas de volver a organizar una escena dramática, al contrario, sabía que no conseguiría nada, además ese inútil había conseguido desarmarla, no tenía ni ganas de discutir ¿pero que le pasaba ahora? ¿Había decidido hacer el rol de víctima? porque eso era lo que parecía, que él era el bueno, mirándola con cara de idiota y echándose la culpa de todo y ella... ella era la bruja, egoísta y malvada que no sabía perdonar... pero Akane era cabezota y no estaba dispuesta a… de pronto se dio cuenta de lo obsesiva que era y terminó por derrumbarse - Te esperé aunque sabía que todo se había estropeado, te estuve esperando.
Shikamaru se extrañó del tono calmado de la chica.
- Y no me refiero solo a ese día, no, me refiero a después, pasaron los días y yo seguía esperando a que te acercaras a mi para hablar, para explicármelo... pero tú empezaste a salir con una tras otra.
- Tú estabas con Shino ¿que querías que hiciera? Le habías escogido a él.
- Bueno, mejor no seguir con este tema que no nos lleva a nada.
- Akane - dijo a penas en un susurro - Quiero decirte algo.
- Venga, dilo.
- Quiero decirte algo importante.
- Aprovecha ahora que quiero escucharte.
- Es que se que no me vas a creer y no quiero que te rías de mi, ni te molestes, ni te sientas incómoda.
Ante aquellas palabras que sonaron muy conocidas, Akane abrió asombrada los ojos.
- ¿Qué es lo que quieres decir?
- Yo te considero mi amiga y no me gustaría que dejáramos de serlo.
- Shikamaru ¿a qué estás jugando?
- Prométeme que no te reirás.
- Shikamaru...
- Promételo.
- ¿Te estás burlando de mi?
- Akane, tu me gustas, no se porqué pero me gustas.
- Suéltame Shikamaru quiero que me digas eso mirándome a los ojos.
Shikamaru la soltó y ella se giró mirándole directamente.
- ¿Te acuerdas? - sonrió Shikamaru.
- Debería partirte la cara ¿Por qué haces esto?
- Por que es cierto.
- No puedo creerte y ni siquiera se para qué buscas mi perdón.
- Porque no puedo vivir sin él.
- Supongo que no todo es culpa tuya, yo también soy muy cabezota, lo se - musitó tratando de no llorar - ¿De verdad alguna vez te importé?
- No puedo creer que digas eso, no puedo creer que dudes de aquellos momentos.
- ¿Y entonces por qué me trataste así? - le miró con los ojos llenos de rabia que Shikamaru conocía demasiado bien - ¿Por qué me menospreciaste? ¿Que había hecho yo para merecerme algo así? - Se sentía completamente derrotada pero su orgullo, siempre su orgullo le impedía reconocerlo. Abatida puso sus puños cerrados en el pecho de Shikamaru y dejó caer su cabeza sobre él - ¡Eres un completo idiota! ¿Por qué? ¿Por qué? - Akane comenzó a golpear con sus puños débilmente, daño no le hacían pero le estaban rompiendo el alma - ¿Por qué no hablaste conmigo?
Shikamaru la abrazó delicadamente.
- Lo siento - le susurro al oído - lo siento mucho, tienes razón en todo, pero en ese momento me sentía frustrado, herido y tú me ignorabas. Yo no quería dejarte, pero tú ya no querías verme, creí que era lo mejor.
- ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo quieres que vayamos al festival?
- Porque es algo que tenemos pendiente. Nunca tuvimos una cita de verdad y yo te prometí que iríamos, tenía mucha ilusión en salir con nuestros amigos y quería hacer algo especial para ti en Tanabata.
Fuera del gimnasio, los demás se habían sentado en el césped esperando que la puerta se abriese y enterarse de que había pasado.
- ¿Que creéis que pasará ahí dentro? - preguntaba impaciente Sumire.
- Lo mismo - respondía Kankuro sonriendo tontamente - Hacen las paces y todo - Jisei le dio una sonora colleja - ¡Ahu! Ya empezamos.
- No pienses cosas sucias.
- No son sucias, son... naturales.
- ¿Qué son cosas naturales? - se interesó Sumire.
- Luego te lo explico detenidamente, preciosa - de nuevo recibió otra colleja de Jisei.
- ¡Resetea tu cerebro, Kankuro!
- Me estas dañando mi masa gris ¿lo sabías?
- ¡Si no sabes lo que es eso!
- Se que sirve para pensar o algo así.
- A ti no te hace falta, tú piensas con otra cosa.
- ¿Que insinúa Kankuro? - comentó Sumire a Ryuko - Es que no me entero de nada.
- A lo mejor a matado a Shikamaru y se está deshaciendo del cadáver - rió Chouji.
- ¡Mira! - exclamó Ryuko - ¡Ya se abre la puerta! ¡Vamos a ver!
Shikamaru salía del gimnasio, todos se acercaron a él mientras sacaba un cigarro y lo encendía.
- ¿Que tal? - se impacientó Sumire.
- ¿Que te ha dicho? - también preguntó algo nerviosa Ryuko.
Shikamaru asintió con la cabeza. Ryuko y Sumire se abrazaron dando grititos de alegría. Jisei corrió a entrar al gimnasio, algo le decía que Akane querría hablar con alguien.
- Muchas gracias por tu ayuda Ryuko, lo has hecho muy bien.
Kankuro le palmeaba la espalda.
- ¡Monstruo! ¡Que eres un monstruo!
- Shikamaru - Chouji le miraba con una sonrisa burlona - ¿Por qué tu coleta está medio deshecha?
Todas las miradas se dirigieron a esa parte de la cabeza de Shikamaru, este chasqueó la lengua.
- Ahg... mendokusei... No penséis cosas raras, no soy tan bueno como para que caiga a mis pies.
No tardaron en llegar el resto de la clase, a su hora habitual. Kiba corrió a hablar con Shikamaru.
- ¿Se lo has pedido ya?
- Ajá.
- ¿Y que te ha dicho?
- Vendrá.
- ¡Bien! - gritó a la vez que hacía un gesto de triunfo - ¡Toma, toma, toma! ¡La tenemos en el bote!
- Vale, pero procura no gritar tanto.
- ¡Toma Sasuke! ¿Quien es el que manda ahora, eh?
- ¡Kiba! Tranquilízate, estás muy alterado.
- ¿Qué te pasa, cachorro loco? - dijo Shino que estaba sentado cerca de ellos.
- ¡Toma, toma, toma! Es que me ha dado un subidón de mucho cuidado... voy a subirme a las espalderas.
- Parece muy emocionado - sugirió Shino - Si sigue con ese entusiasmo Ten-Ten no va a saber si sale con un chico o un cachorro enloquecido.
Después del ensayo, Sumire acompañó a Ten-Ten a su casa.
- Ponte bien guapa - le decía.
- Sumire me sabe mal que tu no salgas.
- ¡Ah! No te preocupes, mi hermana y yo hemos alquilado una película de esas que hay que ver con gran cantidad de pañuelos.
- Que suerte tienes de llevarte bien con tu hermana.
- ¿Tú no te llevas bien con la tuya?
- ¡Que dices! Es una plasta. Me quita la ropa, usa mi maquillaje, se lleva mis bolsos y luego no le digas nada porque claro, es la princesa de la casa, si me quejo ya están mis padres que "si es que como eres de egoísta", "comparte tus cosas", "que más te da, es tu hermana"... ahora que si yo le pido algo dicen "envidiosa, pero que envidia le tienes a la pobre", "ay cuanta pelusa hay en esta casa" o "tu ya tienes lo tuyo ¿no te parece suficiente?". Que asco, de verdad te lo digo, Sumire, es un asquito.
- Vaya...
- Pero es que encima... ay que rabia me da... es que es perfecta, todo lo hace bien, es la guapa de la familia, inteligente, educada, sabe cantar, no como yo que soy el desastre, torpe, sin gracia y machorra. Siempre están "mira tu hermana", "aprende de tu hermana", "¿por qué no eres como ella?" ¡Ah! Me sacan de mis casillas.
- Bueno pero a lo mejor solo lo dicen para motivarte.
- Y luego está mi hermano, el niño mimado. Yo tenía que haber sido niño ¿no lo sabías? Primero nacía mi hermana, la muñequita de mamá y luego un niño, pero no, nací yo y estropee todos sus planes. Ahora está por un lado mi hermana perfecta y por otro el niño deseado y mimado al que, claro, no se le puede toser y yo en medio... ni fotos mías hay, a veces pienso que ni he nacido... me siento un trozo de carne entre dos panes.
- Pues piensa que la carne es lo que hace sabroso a un bocadillo.
Ten-Ten la miró asombrada, a veces Sumire, sin quererlo, decía cosas increíbles. Se echó a reír.
- Eres asombrosa ¿lo sabías?
- ¿Yo? ¡Que va! Si soy un desastre. Pero oye, dime una cosa Ten-Ten ¿De veras vas a darle un beso a Kiba?
- No creo que me atreva.
- ¿Por qué?
- Me da mucha vergüenza ¿que pensaría de mí?
- ¡Que tonta eres! Con lo bueno que está Kiba, yo lo apretaba y... ¡mira! ¡Si se me cae la baba y todo!
- ¿Y si se enfada conmigo?
- ¡Que se va a enfadar!
- Es que nosotros somos amigos y estamos bien así y quizás perdamos lo que tenemos, a veces es mejor no forzar nada, no quiero perder su amistad, la amistad es una cosa y el amor otra... fíjate en Akane y Shikamaru, son la prueba de que es mejor ser amigos y no avanzar, no quiero tener que reprocharle nada.
- Ya, pero piensa que si Akane y Shikamaru hubiesen dicho más claramente lo que sentían, si no hubiesen tenido tanto cuidado, si lo hubiesen demostrado en público, Temari nunca le hubiese pedido una cita a Shikamaru.
De nuevo las reflexiones de Sumire volvían a sorprenderla.
Jisei miraba fijamente el frasquito de perfume. Era el perfume que Akane se había echado en su cita con Sasuke y que había producido aquellos efectos tan sorprendentes en el chico. Meditaba si ponérselo... solo una gotita, tenía listo el cuentagotas... solo una gotita... quizás era todo el empujón que necesitaba para que Iruka se decantase por ella... solo una gotita, no era mucho y quizás ni fuese suficiente... No. Mejor no. Así no se consiguen las cosas... era una idea bastante estúpida, estaba empezando a comportarse de forma incoherente y ella odiaba ser incoherente. Mejor se podría ese otro perfume que da tranquilidad de espíritu, si, así no se pondría nerviosa. Iba a ir a cenar con sus padres, su hermano e Iruka, era una cena familiar, si, pero... estaría Iruka.
- Cariño - su madre golpeó con los nudillos su puerta - ¿Estás lista?
- Si, entra.
- A ver mi chiquitina... ¡Oh! Te has puesto muy guapa, déjame que te cepille el pelo.
- ¡Mamá!
- No seas tonta, ya se que ya no eres mi niñita pero me gustaría que no crecieras... ¿Sabes una cosa? Iruka ha venido y está guapísimo.
- Mamá que tu ya eres muy mayor para esas cosas.
- Ay hija pero me alegra la vista.
- Como te oiga papá ya verás.
- Chhist. Tú no le digas nada o la liaremos.
- Pues compórtate ¿No ves que Iruka podría ser tu hijo?
- ¿Y que quieres? ¿Que me gusten los viejos?
- ¡Que no te guste nadie!
- A ver... perfecta. Anda ve a saludarle y hacerle compañía.
Iruka estaba mirando por el ventanal. Desde luego a Jisei se le antojó guapísimo, con ese aire distraído, la coleta algo mas baja de lo habitual y algunos mechones estratégicamente sueltos ¿lo habría hecho a propósito? Llevaba una camiseta de color hueso, no muy ajustada pero si lo suficiente como para marcar sus bien formados brazos y un pantalón el mismo color rematado con un cinturón negro... Jisei sentía aquella maldita noria en su interior.
- Buenas tardes, Iruka-sensei.
Iruka se giró y la sonrió.
- Buenas tardes Jisei.
- Perdona que te hagamos esperar - Jisei se sentó en el sofá - ¿Quieres tomar algo?
- No, gracias Jisei, no hace falta - fue a sentarse a su lado tratando de actuar con normalidad, como antes siempre lo hacía - Hoy teníais ensayo ¿no?
- Si, hoy tocaba.
- ¿Y cómo lo lleváis?
- Despacio. Ino está empezando a diseñar los trajes de las hadas, está muy emocionada y Sai dibuja muchísimos bocetos de los decorados. Algunos papeles ya están decididos pero los directores no saben en el época situarlo y claro, no podemos adaptar los diálogos y tampoco aprendernos los... lo siento sensei, me enrollo mucho.
Iruka la cogió el mentón.
- Que no me llames sensei, que no estamos en el instituto, aquí soy Iruka, I-ru-ka.
- Claro, Iruka.
- Te has puesto muy guapa ¿vas a quedar con algún chico? - Iruka reconocía que desde que la había visto esa idea parecía martillear en su cerebro.
- No, no. Tú también te has puesto muy guapo ¿vas a ver luego a.… alguien?
- No. Parece que pasaremos la velada juntos - repuso aliviado.
- Te recuerdo Iruka - dijo Kisuke que acababa de entrar en el comedor - Que le queda como medio año para ser mayor de edad.
- Ya estás con tus tonterías Kisuke - dijo Jisei bastante apurada - No ofendas a Iruka.
- Si lo hago por envidia. Pobre Iruka todo el día rodeado de jovencitas, que hay que ver como están algunas jovencitas.
- Kisuke, eres muy desagradable - afirmó Jisei.
- Desagradable, desagradable... ¿tu amiga la pulga no va a venir este año? ¡Que ganas tengo de que cumpla los 18! Le voy a enseñar en abecedario enterito.
- ¡Kisuke! ¡Que asco me das!
- Es lo que hay, hermanita.
Jisei se levantó y se marchó bastante airada según parecía, aunque en realidad lo hacía por lo incómoda que de pronto se había sentido.
- Vamos Kisuke - dijo Iruka - No la hagas de rabiar.
- Es broma - rió Kisuke - Nunca miraría a su amiga, para mi es casi una hermanita.
Aquella afirmación puso bastante intranquilo a Iruka.
Sumomo era una alegre y pizpireta niña de cara redondeada, ojos enormes y redondos, pelo negro habitualmente recogido en una trenza y curiosas cejas aunque no tan curiosas como las de su hermano, el gran, el genuino Rock Lee.
- ¡Hermanito! - gritaba - ¿Vas a salir con Sakura?
- ¡Si! Voy a ir con ella, voy a estar a su lado viendo las estrellas ¿no es maravilloso? A lo mejor hasta pueda cogerle la mano.
- ¡Gualá! ¡Que tengas suerte hermanito! ¡Demuéstrale el poder de la juventud!
- ¡Eso haré! ¡Le demostraré el fuego que inunda mi corazón!
- ¿Va alguien más?
- Si - Lee paso a "modo tragedia" - Por desgracia Naruto también viene.
- No te rindas hermanito, esto no es más que una prueba de la vida para que demuestres aún más tu voluntad.
- ¡Eso haré! ¡No me rendiré! Sakura-chan se dará cuenta de la grandeza de mis sentimientos ¡Si!
Ambos miraban por una de las ventanas con gesto dramático, manteniendo un puño en el aire.
- Muy bonito y dramático - dijo otro chico algo más mayor que Lee, también de pelo negro y ojos redondos, que los observaba sentado en un sillón - Pero me hacéis pasar vergüenza ajena.
- Querido hermano mayor, ¡únete a nosotros! - exclamó la niña corriendo hacia él y tirando de su brazo
- ¡Quita y no me toquéis! Me dais grima. No puede ser que seamos familia, cada vez estoy más convencido de que soy adoptado.
- ¡Anda! - volvió a exclamar Sumomo de nuevo asomada a la ventana - ¡Por ahí vienen Masaru y Hotaru! Me voy, tenemos que ir a buscar a Hanabi ¡Buena suerte, hermanito! Tú no te rindas, Sakura terminará dándose cuenta de lo grande que es tu amor.
- ¡Si! No sabes cuanto valor me dan tus palabras ¡No me rendiré!
- Dios mío... - suspiraba el hermano mayor - Si hubiera alguien más como vosotros el mundo llegaría a colapsarse.
Lee veía desde la ventana como su hermana se reunía con Hotaru Aburame y Masaru Kaguya para juntos ir a recoger a Hanabi Hyuuga y después seguramente a Takato y Yusuke Kumoyuki... "los bellotas" estaban sueltos y solos por Konoha... menudo peligro.
Karin se retocaba delante de su espejo. Respiraba hondo. Aquella iba a ser una noche muy importante. Se sentía nerviosa, sus manos tenían un ligero temblor que la impedían utilizar el lápiz de labios adecuadamente. Respiró hondo de nuevo.
- Tranquila, Karin - dijo mirando su imagen en el espejo - No pasa nada. Es como cualquier otro día.
Pero no era como cualquier otro día. Era el Tanabata, la noche en la que se piden deseos, la noche en la que iba a ver las estrellas junto a Sasuke y él, Sasuke en persona se lo había pedido... vale que también se lo había dicho a Suigetsu y Juugo, pero eso no importaba, lo único importante es que había elegido pasar esa noche con ellos, con ella, no con Sakura, ni con Akane... con ella.
Se había quitado las gafas y colocado unas lentillas. Se había puesto un kimono de su madre, se había peinado recogiendo su pelo con mucho esmero... quería estar guapa, no solo guapa, quería resultar atractiva y femenina, quería lograr que Sasuke la viese como la mujer que era, no solo como a una amiga.
Aquella tenía que ser una noche especial. Ojalá en algún momento pudieran quedarse a solas y ojalá tuviera el valor necesario para decirle lo que sentía y que él la escuchase.
- Animo - se dijo nuevamente frente al espejo - Sonríe Karin, no olvides sonreír.
A pesar de lo descarada que a veces parecía, siempre lanzándole indirectas y no tan indirectas a Sasuke, Karin era solo una chica enamorada, un chica que sentía una atracción irresistible hacia Sasuke, algo ilógico que parecía dominarla y como cualquier chica enamorada también se ponía nerviosa y se sentía insegura a la hora de declarar sus sentimientos porque, como la mayoría de las chicas, sentía miedo al rechazo y eso minaba su seguridad.
Salió de su casa y se dirigió con paso firme a donde Sasuke, Suigetsu y Juugo la estaban esperando.
- ¡Ya era hora pesada! - empezó a gruñir Suigetsu - Todas las mujeres sois unas pesadas y... - Suigetsu se calló de golpe para quedarse mirando a Karin con la boca abierta ¿Esa era Karin?
- Cierra la boca Suigetsu - le dijo Juugo - Te terminarán por entrar moscas.
- Hola Sasuke.
- Vaya - habló sorprendido Sasuke - Te has puesto muy... elegante.
- ¿Te gusta? ¿No estaré muy ridícula, verdad? - dijo tratando de que no se notase su nerviosismo inicial.
- No, estás muy bien. Venga vamos.
Karin se apresuró a cogerse del brazo de Sasuke. Como era habitual en Sasuke, este no hizo ningún gesto ni de agrado, ni de desagrado.
- ¡Malditas mujeres! - gruñía por lo bajo Suigetsu - Son todas insoportables.
- ¿Te molesta que se haya arreglado? - le interrogó Juugo.
- No, me da igual lo que haga. Solo me molesta que se comporten así con Sasuke.
- ¿Estás celoso?
- ¿Por qué demonios iba a estar celoso? - gritó llamando la atención de Sasuke y Karin.
- Tranquilízate, así no vas a conseguir nada - respondió Juugo.
- ¿Y quien quiere conseguir algo? ¿A mi que me importa lo que haga? Yo lo digo por Sasuke... me da pena, siempre aguantando estas tonterías.
- Ya... claro.
- ¿Dónde vamos, Sasuke? - preguntó en voz alta Suigetsu.
- Iremos a tomar algo ¿queréis?
Karin le miraba embobada... estaba tan guapo y ella se sentía tan bien a su lado que ni las irritantes palabras de Suigetsu lograrían estropearle la noche.