lunes, 1 de septiembre de 2014

123. Una mentira para salir del paso

Tsunade conducía su coche hacia la casa de su hermano Nawaki y no ocultaba que la idea de que su hermanito se trasladase a vivir a Konoha le alegraba bastante. Desde que se casó, su hermano había vivido siempre en Osaka pero ahora había decidido cambiar su lugar de residencia y era evidente que alguna razón tendría para ese cambio.
Jiraiya, sentado en el asiento del copiloto permanecía en silencio mientras en la radio sonaba una melancólica canción. Sabía lo importante que era para Tsunade su hermano, lo unida que estaba a él, lo feliz que se encontraba porque viviese tan cerca de ella ahora pero también sabía los dolorosos recuerdos que, aún sin quererlo, vendrían a ella.
También los recuerdos venían a él, recuerdos de aquellos años de infancia cuando ella, Orochimaru y él eran compañeros... compañeros... que ironía ¿Alguna vez Orochimaru fue compañero de alguien? Y ahora tenían ese problema con él, en realidad el mismo problema desde hace años, simplemente que Orochimaru no era buena persona, que no consideraba a nadie como ser humano, para él todo el mundo no eran más que sujetos que utilizar y seguramente era lo que pasaba con ese pobre chico.
- Tsunade - habló con los ojos cerrados.
- Dime - contestó algo distraída.
- ¿Qué vamos a hacer con lo de Hanakiri?
- No lo se, de veras que no lo se. Denunciar a Orochimaru no sirve de nada, ya lo sabes.
- Sabe como escaparse de todo.
- Tiene buenos abogados y temo las represalias hacia ese chico.
- La culpa es nuestra ¿Lo sabías? No, mejor, la culpa es mía.
- ¡No digas tonterías! Siempre estás reprochándote lo mismo.
- No fui capaz de hacerle razonar.
- ¿Sabes que me recuerdas a Naruto? Se puso de cabezón con Sasuke como tu con Orochimaru.
- Pero él consiguió hacerle volver.
- ¡Para lo que le sirvió!
- Es curioso - meditó Jiraiya - Porque Sasuke se parece en cierto modo a Orochimaru y Haruno a ti.
- ¿Pero que dices? ¿En que se parece esa niña a mí?
- En que sois muy brutas y que Naruto está por ella como yo lo estuve por ti.
- No digas más tonterías.
- Entonces, iré a hablar con Orochimaru.
- No, no lo hagas aún.
- ¿Por qué? ¿A qué quieres que esperemos?
- ¡Conoces a Orochimaru mejor que nadie! - gritó furiosa Tsunade - ¿Qué crees que vas a conseguir?
- ¿Y qué hacemos entonces? ¿Nada? No es típico en ti mirar hacia otro lado.
- ¡Déjame! Yo se lo que tengo que hacer.
- Si piensas hablar tú con él tampoco conseguirás nada.
- Había pensado enviar antes a un profesor a hablar con su madre para tantear el ambiente, ya sabes, es normal que de vez en cuando los profesores vayan a casa de los alumnos, que nosotros no lo hagamos no quiere decir que en otros institutos no lo hagan.
- Cierto y es una costumbre que hemos hecho muy mal en perder.
- Ni que lo digas. Seguramente nos hubiéramos alertado antes de muchas situaciones difíciles.
- ¿Vas a mandar a Anko o a Ebisu? Uno de los dos es su tutor, ahora no recuerdo cual.
- Es Anko pero no, imposible que vaya Anko, ya sabes que tuvo una relación con Orochimaru y todo aquello que pasó, además es muy impulsiva. Había pensado en Kakashi.
- ¿Por qué Kakashi?
- Tengo confianza en él. A Kurenai no la voy a mandar, en su estado no creo que le beneficiase encontrarse con Orochimaru.
- ¿Y Genma?
- Está ocupado con los de nivel inferior. Creo que el mejor será Kakashi.
- Como tú veas.
Jiraiya conocía a Tsunade y sabía que cuando tomaba una decisión era muy difícil convencerla de lo contrario, a no ser que hiciese una apuesta con ella y la perdiese, claro.
- Quería hablarte de otra cosa comentó.
- Si es por el dinero que te debo, el que te pedí para pagar aquella deuda de juego, no te preocupes, te lo devolveré.
- No, no es eso. Sabes que no tengo prisa ninguna.
- Eso es que te va bien la publicación del nuevo libro.
- Pues no me mal, no me quejo.
- Desde luego, quien diría que tus perversiones te harían rico.
- No era de eso de lo que quería hablarte.
- Déjalo Jiraiya, estoy bien, te lo aseguro.
Jiraiya no se atrevió a decirle nada. Se limitó a ponerse cómodo en el asiento y a mirar a través de la ventana.
- Sigues siendo una mujer muy bella, Tsunade dijo después de varios minutos de silencio.
Tal y como suponía, Tsunade actuó como si no hubiese escuchado nada y sabía porqué, porque como siempre, se negaba a aceptar la realidad.
De pronto vino a él la imagen de Tsunade más bella que recordaba... si que estaba bella aquel día, no solo porque aquel vestido le sentase tan bien sino más bien por la felicidad que irradiaba el día de su boda.
Aquel día fue el más triste que él recordaba. Ver como se casaba se puede decir que literalmente le rompió por primera vez el corazón, pero él estuvo allí, sonriendo y deseándole lo mejor porque sobretodo deseaba que fuera feliz y ella estaba muy enamorada de Dan, un buen hombre y mejor persona que sin duda se la merecía.
La segunda vez que sintió romperse su corazón fue cuando supo de la enfermedad de Dan. Al principio animó continuamente a Tsunade, no dejaba que se rindiese o se sintiese abatida hasta que la cruel realidad no dejó ni una pequeña esperanza. Entonces estuvo a su lado, sin separarse de ella, ayudándola a soportar aquello hasta que llegó el final.
Y entonces vino lo peor, tuvo que ver como Tsunade renunció a todo, a vivir y a volver a ser feliz. Se convirtió en una especie de muerta en vida que no deseaba otra cosa que morir para irse con Dan. Fueron semanas, meses, un tiempo que se hizo eterno hasta que recapacitó un poco y decidió vivir porque aún no había llegado su hora y no le quedaba otro remedio que vivir y esperar a que el tiempo pasase hasta que la muerte quisiera llevarla. Viviría esa vida que le había tocado pero solo como un tiempo de espera para emprender su viaje.
Y no hubo manera de hacerla entrar en razón en nada, simplemente había que dejarla vivir la vida como desease.
Desde entonces Tsunade se había cerrado al amor, dijo que sería siempre la mujer de Dan y de nadie más y hasta la fecha lo había cumplido y Jiraiya no dejaba de observarla y velar por ella desde su sombra, porque a pesar de todas sus aventuras amorosas y de la fama de pervertido que tenía, él era fiel a su amor y nunca la abandonaría.
Llegaron a su destino, la residencia de Nawaki Senju y su familia en Konoha. Una gran casa señorial de estilo occidental situada a las afueras de la ciudad. Las grandes puertas de la verja que la rodeaba se abrieron y Tsunade condujo el coche hasta dentro a una velocidad lenta. No había aparcado aún cuando vieron una figura correr hacia ellos.
- ¡Tía Tsunade! dijo una alegre voz.
Era una niña de unos 12 años, pizpireta, de ojos azules, rubia como su tía y peinada con una coleta alta.
- Tía - repitió - Bienvenida a mi casa - saludó respetuosamente cuando Tsunade terminó de aparcar.
- Chikara ¿Cómo estás? - saludó Jiraiya bajando del coche ¿Te acuerdas de mi?
- Claro que si, eres Jiraiya-sama ¿Cómo se encuentra?
- Vaya, cuanta formalidad. Es igualita que tu a su edad, Tsunade
- Chikara como te vea mamá verás - decía Ayesa acercándose, iba vestida con un tradicional kimono de color morado - Buenas tardes tía, buenas tardes Jiraiya-sama.
- ¿Pero quien eres tu? ¿La pequeña Ayesa? - contestó Jiraiya -¡Cómo has crecido! Sin embargo esta no se parece a ti, Tsunade, se nota que ha salido a la familia de su madre.
- Como te oiga decir eso mi madre se enfadará - aseguró Chikara.
- Odia mi color de pelo - explicó Ayesa.
- Vaya, vaya, eres ya toda una mujer.
- Jiraiya - le gruñó Tsunade mirándole con fiereza - Ten alejados manos, piernas, ojos y cualquier otro miembro de tu cuerpo de mi sobrina, incluyendo tu pensamiento.
- ¿Por quien me tomas, vieja amargada?
- No quieres que responda a eso.
- No te enfades tanto tía, Jiraiya-sama nunca haría nada vergonzoso.
- No pondría yo la mano en el fuego por él.
- Ayesa lee los libros de Jiraiya - intervino inesperadamente la pequeña Chikara - Claro que eso mi padre no lo sabe.
- Y se supone que no debías decírselo a nadie - la reprochó Ayesa ante los atónitos ojos de Tsunade y Jiraiya - Es solo para documentarme.
- ¿Cuántos años tienes, Ayesa? - se interesó Jiraiya.
- Tengo 19, los suficientes para leer tus escritos y pronto cumpliré los 20.
- Para ti como si tuviera 12 ¿Lo entiendes o te lo repito de otra forma? - le amenazó Tsunade.
Entraron en la casa y no tardaron en encontrarse con Nawaki y su mujer. Después de los saludos pasaron a un salón donde Ayesa les sirvió un té mientras Nawaki les contaba que se habían trasladado a Konoha debido a sus negocios y a un acuerdo importante que deseaba firmar, un acuerdo con la familia Uchiha.
- No habíais tenido ninguna relación con los Uchiha desde aquel incidente con Madara - afirmó Jiraiya.
- Es cierto - respondió Nawaki - Pero esta vez queremos reafirmar nuestra alianza con un matrimonio.
- ¿Un matrimonio? - preguntó perpleja Tsunade.
- Si, así es. Los Uchiha tienen bastantes candidatos muy interesantes y me gustaría que nos ayudaseis dando unas referencias.
- ¿Qué referencias? - se interesó Jiraiya.
- Ayesa por favor, trae la carpeta de mi despacho.
Ayesa se marchó y Nawaki miró directamente a Jiraiya.
- No tengo que explicarte que Ayesa es mi mejor baza ¿verdad?
- ¿Quieres casar a tu hija? - refunfuñó Tsunade.
- Ayesa ha sido educada para eso, es todo un honor para ella honrar a la familia - añadió la madre de Ayesa.
- Quiero que me digáis algo sobre los candidatos que he seleccionado - continuaba Nawaki - No quiero equivocarme, ni que ella se precipite, quiero asegurarme de que es el apropiado.
Ayesa regresó con una carpeta que entregó a su padre. Este la abrió.
- Mi más firme candidato es este, Itachi Uchiha, el hijo mayor de Fugaku Uchiha, que parece ser el más interesado en formalizar nuestra alianza.
- ¿Itachi está dispuesto a esto? - se extrañó Jiraiya - Si mal no recuerdo hace unos años se negó.
- Pues ahora parece haber cambiado de opinión. El siguiente candidato es el hijo menor, Sasuke Uchiha. Luego tengo al propio hijo de Madara y a Izuna Uchiha. Quiero lo mejor, no solo para la familia, si no para mi hija.
...
Mentimos. Es un hecho innegable, los humanos mentimos y lo hacemos por las más diversas razones, por miedo a decir la verdad, por buscarnos una excusa, simplemente por engañar a quien nos escucha, por justificar algún acontecimiento e incluso hay quien miente presumiendo de algo que no ha hecho. No importa la razón por la que mentimos pero todos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida, ya sea una mentira grande y rebuscada o una pequeña y nimia dicha sin darnos ni cuenta... no importa la razón o lo grande que pueda ser una mentira, sigue siendo una mentira y lo malo de mentir es que a veces nos obliga a continuar mintiendo para sostener esa mentira, así, una mentira lleva a otra creando una especie de cadena de mentiras, aunque la peor mentira es la que nos decimos a nosotros mismos, cuando nos empeñamos en auto-justificarnos y terminamos creyéndonos esa mentira.
Ino llevaba mintiendo a sus padres mucho tiempo, demasiado, tanto que ya no recordaba cuando había empezado a hacerlo. Comenzó con una pequeña excusa sobre la comida, algo tonto, algo como que le dolía el estómago o que había merendado en casa de una amiga y claro, estaba llena y no le cabía más. Ino no contaba las mentiras que echaba a lo largo del día, más que nada porque no se había detenido a pensar que eran mentiras, no, eran solo inocentes excusas y ya lo hacía con tanta naturalidad que era muy difícil descubrir que era una mentira, no había nada en sus gestos o su actitud que hiciera sospechas que no decía la verdad, no había dudas y hasta era capaz de mirar directamente a los ojos de sus padres... se podía decir que Ino se había convertido en una verdadera artista mintiendo.
Pero pronto Ino iba a descubrir que las mentiras tienen las piernas muy cortitas y tarde o temprano se las coge y también que mentir demasiado tenía peores consecuencias de las que imaginaba.
Llegó a su casa contenta y satisfecha, había pasado la tarde en un salón de belleza, uno muy bueno, el mismo al que iba la madre de Stella y carísimo pero eso no importaba, seguro que sus padres lo entenderían, ellos no iba a dejar que a su hija se le cayese el pelo. De todas formas con llorar un poco dramáticamente delante de ellos lamentándose de lo horrible que sería quedarse calva. Entró y vio a su hermano Touya enganchado al ordenador.
- Hola monstruo ¿Han llegado ya papá o mamá?- le dijo al entrar.
Touya le miró, era un chico de 15 años, alto y delgado, demasiado alto para su edad, pensaba Ino, seguramente habría salido a su padre. Tenía el pelo rubio aunque más oscuro que Ino, liso y perfecto, eso era lo que Ino más odiaba de él, su perfecto pelo que le caía perfectamente en los hombros, todo el mundo siempre hablaba del bonito de pelo de Touya y de lo guapo que era.
- Si, han llegado los dos ¿Has visto que ya me está empezando a salir bigote? Como es rubio se nota poco pero lo tengo.
- Si, ya me he dado cuenta, menudo mostacho que estás echando, ya se lo que te compraré para tu cumpleaños, una maquinilla de afeitar.
- Mamá ha dicho que ni se me ocurra afeitármelo todavía.
- ¿Ino? entró la madre, una mujer de mediana estatura, de pelo castaño claro y ojos de color miel Ven, tu padre y yo queremos decirte algo.
- ¿Pasa algo?
Touya se quedó de lo más intrigado viendo como Ino y su madre desaparecían de allí.
Mientras seguía a su madre intrigada sobre lo que querrían decirle, seguramente algo sobre la fiesta de cumpleaños que estaba organizando, Ino observó a su madre; era muy guapa pero lo sería aún más si rebajase algunos kilos que le sobraban. Eran esas pequeñas "redondeces" de su madre las que preocupaban a Ino, siempre se preguntaba si no sería algo genético y hereditario, no soportaba la idea de pensar que ella pudiera terminar con ese aspecto, se negaba rotundamente a ello.
Inoichi Yamanaka esperaba mientras ojeaba algunos papeles. Al verlas entrar sonrió.
- ¿Que tal el día, Ino? - se interesó.
- Bien, muy bien. He ido a un centro de belleza con unas amigas y me han puesto un tratamiento con vitaminas y queratina.
- Ah, muy bien - habló la madre con desinterés - Esta tarde me han llamado de tu instituto.
Ino se quedó confusa y extrañada ante aquella noticia.
- ¿Del... instituto? ¿Quien?
- Ha dicho que era la directora del departamento de orientación.
- Habrá sido Kurenai - repuso Inoichi.
- El caso es que nos han citado mañana - continuó la madre - ¿Tu sabes para qué nos han citado?
- No, ni idea.
- Son tus notas Ino - afirmó Inoichi - Es por tus notas, seguro, últimamente has bajado mucho tu rendimiento.
- Si, es eso - corroboró la madre - Tu siempre has sacado unas notas estupendas y en el último trimestre suspendiste 4.
- Es que es un curso muy difícil - se excusó Ino.
- Pero tú siempre has sido una chica de sobresalientes - replicó la madre.
- Eso fue cuando era pequeña, ahora todo es muy difícil.
- Es por culpa de los chicos ¿verdad? - la interrogó la madre.
- Yuri por favor, no insistas con ese tema -advirtió Inoichi - Aunque lo sea no nos lo va a decir.
- Es por culpa de los chicos, claro que si - insistió la madre - Siempre es por culpa de los chicos, a su edad se vuelven tontas y se olvidan de todo lo que no sea tontear con los chicos ¿Es que estás saliendo con alguno?
Ino no sabía que contestar, por un momento se cruzó por su mente la idea de que le dijeran que es que estaba demasiado ocupada con su aspecto o con gastar dinero... en su aspecto, pero no, por lo que se veía las sospechas de su madre iban encaminadas por otro lado.
- No... - contestó titubeando - No es eso.
- Vamos Ino, no nos vamos a enfadar ¿Tanto te gusta ese chico con el que has salido alguna vez? ¿Kiba?
- No, no, lo de Kiba se acabó.
- ¿Entonces hay otro? - preguntó severo su padre - ¿Has dejado a Kiba por otro?
A ver como se explicaba ahora.
- Pero lleva sacando malas notas desde hace meses - comentó la madre a Inoichi - ¿Con cuantos chicos has salido?
- No, no es eso, para nada.
- ¿Entonces que es? Hija, somos tus padres, vamos a comprender lo que sea ¿Qué es lo que te preocupa?
- Quizás es que el chico no es adecuado para ti ¿Es eso? - interrogó su padre - ¿Te juntas con malas compañías? Y al decir malas compañías me refiero a gente no apropiada.
- ¿No serán problemas de pastillas? - la acusó la madre.
- ¿De... pastillas?
- De esas pastillas que llevas en el bolso siempre.
- ¿Has estado mirando en mi bolso? ¿Cómo te atreves?
- Soy tu madre y estoy preocupada por ti.
- Pero no tienes ningún derecho a mirar en mi bolso. Y para que lo sepas, eso no son drogas, las puedes llevar al laboratorio de los Nara si te apetece y que las examinen, no son drogas, son solo vitaminas y ya te dije que las tomaba para complementar mi dieta vegetariana - dijo de forma algo histérica.
- ¿Y que quieres que pensemos entonces? - gruñó su padre.
- Quiero que confiéis en mí, tampoco creo que sea tan difícil.
Eso de las pastillas había puesto a Ino muy nerviosa, se sentía acorralada, no podía dejar que el tema siguiese por ese camino, no, era mejor el de los chicos claro que tampoco podía decir que tenía problema con los chicos porque ¿Qué pensaría su padre?
- Bueno... - habló nerviosa mientras juntaba las manos y se las frotaba - Es que... que si es por un chico.
- ¡Ya lo sabía! - refunfuñó la madre - Siempre es por los chicos, me pasó a mi, les pasa a todas... los amoríos estos a estas edades estropean a las mejores estudiantes.
- ¿Y quien es ese chico que ha hecho que bajes así tu nivel? - inquirió el padre.
- Seguro que no es muy buena pieza, para obligarte a abandonar tus estudios muy bueno no puede ser. Bueno, mañana nos enteraremos.
- ¡No! No os vais a enterar porque no lo sabe nadie.
- ¿Qué no lo sabe nadie? - la madre la miró aterrorizada - ¡Ay, que clase de chico será para que no quiera que lo sepa nadie!
- Eso ¿Por qué no nos lo presentas? - parecía acosarla el padre.
- No es mal chico es que...
¿Y ahora que decía? Sus padres la miraban impacientes. Ya no estaba saliendo con Kiba, si aún saliese con él podría ponerle de excusa, seguramente sus padres insistirían en que fuera a su casa y ya está pero no iba a decirle que... ¿Que les decía?
- Es que no... no queremos que... se sepa... por ahora.
- ¿Por qué? - insistió el padre.
- Porque... es... la verdad es que no es nada...
- ¿Quien? - volvió a insistir el padre.
- ¿No será Shikamaru? - se alarmó la madre mirándola asustada.
Y entonces vino a su mente, el mejor chico que se le pudo ocurrir, el chico perfecto para sus padres aunque no para ellos, ese chico que conocían de toda la vida y que además comprenderían que, siendo ella como era, quisiera mantenerlo en secreto.
- Es Chouji.
La mentira estaba cocinada y servida.
...
Ajenos a todo lo que había pasado en casa de Ino e ignorantes de las consecuencias que iba a tener aquella pequeña mentira para ellos, Ryuko y Chouji habían estado dando un paseo, como intentaban hacer todos los días.
Era cierto que salir con un chico, o chica, afectaba a los estudios, sobretodo al inicio de las relaciones porque siempre querías pasar el tiempo con ese chico o chica que te interesaba y solía suceder que ese tiempo se robaba de los estudios, aunque para eso Ryuko siempre estaba muy pendiente, no podía ser que sus padres se preocupasen por sus malas notas o sospechasen algo, así que, para no dejar de hacer los deberes o estudiar para los exámenes, robaba, a su vez, el tiempo a su sueño, pero por supuesto no iba a dejar de dar aquellos paseos con Chouji.
Caminaban, como siempre, uno al lado del otro pero sin llegar a estar juntos, no se podía decir que hubiera ningún roce entre ellos, ni siquiera se cogían las manos. Todo tenía que ser lo más impoluto posible, por si alguien les veía que no pudieran decir nada irreprochable de ellos. Era molesto, sobretodo para Chouji, al que le encantaba coger la suave y pequeña mano de Ryuko pero... pues tenía que ser así.
A pesar de las precauciones que tomaban siempre aparecía alguien conocido, o bien conocía a Chouji o bien a Ryuko pero Ryuko estaba tranquila porque nadie podía decir que estaba haciendo algo reprochable, así que, si le iban con el chisme a su madre ella se defendería diciendo que tan solo volvían del instituto ¿Que había de malo? Además ¿Qué culpa tenía ella de que para ir a su casa Chouji tuviera que ir por ese camino?
Pero esta vez a quien se encontraron fue a una de las vecinas de Ryuko, la chica que vivía enfrente de su casa, una chica un poco menor que ella y con la que solía jugar de pequeña cuando no salía con Jisei o Akane, esa con la que pasaba las tardes de invierno en su casa, escuchando con envidia como le contaba de tantos chicos que querían ser sus novios... claro que era una niña pequeña y eso de los novios era como un juego. Pero esa niña creció y siempre que tenía ocasión le encantaba hablar con Ryuko y volver a presumir de sus "admiradores".
Ryuko la vio y quiso variar el camino que llevaba pero era demasiado tarde, ya la había visto. No había marcha atrás, si lo hacía iba a ser peor. Estaba sentada en un banco del parque junto a dos de sus amigas y al ver a Ryuko caminando al lado de ese chico tan "peculiar" debió decidir que no iba a dejar pasar la oportunidad de enterarse si estaban saliendo o no porque ver a la tímida y poca cosa de Ryuko con un chico era algo digno de investigarse.
Así fue como Ryuko y Chouji terminaron hablando con esas chicas que, disimuladamente, intentaban sonsacar todo lo posible a Ryuko. Chouji, algo aburrido alegó ir a comprar unos refrescos a una tienda cercana para alejarse. Al regresar se quedó prudentemente un poco alejado para no molestar a las chicas pero lo suficientemente cerca como para que se supiera que estaba allí y escuchar de lo que hablaban.
Chouji miraba con cara de enfado a aquel grupo de amigas... Amigas no era la palabra que utilizaría, que una amiga de verdad nunca humillaría así a otra; no, esas solo eran conocidas de Ryuko y por casualidad. Allí estaban diciendo aquellas frases hirientes y burlándose muy disimuladamente de ella, y no le molestaba que estuviesen hablando de él, llamándole "bolita de nata" tratando de sonar cariñosas, insinuando que si Ryuko no tenía un novio mas "perfecto" era porque ella misma no se cuidaba lo suficiente, porque no se valoraba y claro así solo podía tener la vulgaridad que se merecía.
No, no era eso lo que le molestaba. Lo que le molestaba de verdad era ver a Ryuko cortada y sin saber que contestar, apurada y avergonzada de tener amigas tan superficiales, avergonzada de habérselas presentado a él; pasándolo mal porque ella era incapaz de dar una mala contestación.
Se acercó a Ryuko y sin decir nada y sin pensarlo, porque si lo pensaba no lo haría, la cogió del brazo obligándola a levantarse del banco donde había terminado sentada. Seguro de sí mismo pasó una mano por detrás del cuello de su la chica y otra rodeando la cintura y la besó de una forma apasionada y profunda, como jamás lo había hecho, sin dejar reaccionar a Ryuko y solo apartándose de ella cuando notó que la estaba empezando a asfixiar.
- Vámonos Ryuko - dijo con voz profunda y exigente viendo las caras de envidia aquellas arpías - Se nos hace tarde.
Porque nadie, nadie, menospreciaba a Ryuko delante de él.
...
Sakura había quedado con Sasori para ir a estudiar a la biblioteca. A ella le gustaba estudiar, bueno más que estudiar lo que le gustaba era demostrar que podía hacerlo.
Le gustaba estar con Sasori, parecía imposible que eso pudiera ser. Hace menos de un mes que pensaba que ese chico era lo más insoportable que había sobre la tierra, cuando le vio en clase, cuando supo que iba a ser su compañero casi le entraron ganas de llorar de la rabia pero ahora estaba allí con él. Era el compañero ideal para estudiar porque no era escandaloso como Naruto, ni la interrumpía continuamente pidiéndole que le explicase algo o simplemente para decir cualquier tontería, ni era tan inaccesible como Sasuke, que cada vez que estudiaban juntos perecía que le molestaba y que estaba allí por condescendencia.
Sasori era serio y concienzudo en su trabajo, hablaba poco pero aún así de vez en cuando se miraban, se sonreían y comentaban cualquier nimiedad. Sakura pudo comprobar que Sasori era muy perfeccionista y cuidaba cualquier detalle, para él un trabajo no solo tenía que estar hecho, si no que tenía que esta hecho bien.
- ¿Vas a ir a la fiesta de cumpleaños de Ino? - le susurró a Sasori.
- No se si estoy invitado.
- Claro que lo estarás, ya lo verás.
- No se. Sabes que no somos muy amigos de tus amigos.
- Pero seguro que Ino quiere que vaya Deidara.
- Pues con Deidara nunca se puede contar.
- ¿Por qué?
- Bueno, él está con sus líos.
- ¿Qué líos?
- Cosas suyas.
- Pero seguro que te invita.
- Aunque lo haga, no considero muy apropiado ir. Le caigo muy mal a tus amigos.
- Es porque no te conocen. A mi me pasaba igual, me caías mal y sin embargo ahora somos amigos.
- De todas formas no creo que sea muy apropiado.
- Pues es una pena.
- De todas formas tampoco pinto yo nada en el cumpleaños de Ino ¿No crees?
- Si, supongo que tienes razón dijo con algo de pena.
- ¡Eh! No te apenes, pelirrosa. De todas formas no creo que fuera muy apropiado que fuéramos a esa fiesta.
- Siento como te habló antes Gaara.
- Yo no. Lo entiendo y es lógico que se comporte así. Yo también desconfiaría de alguien que ha sido capaz de drogar a una chica.
- ¿Por qué lo hiciste?
- No fui yo. Participé en ello pero no fui yo.
- ¿Por qué?
- Nos dijeron que lo hiciéramos.
- ¿Quien? ¿Por qué?
- Déjalo, no merece la pena hablarlo más
La curiosidad de Sakura se había despertado ¿De qué se trataría? ¿Por qué alguien querría drogar a Hinata si sabía de sobra que no podría hacerle nada? Que extraño era todo y que... intrigante.
Al terminar de hacer los deberes recogieron y salieron a la calle. Ya se había hecho de noche. Sasori acompañó a Sakura hasta la puerta de su casa.
Hablan de cualquier nimiedad, cosas sin importancia, en realidad Sakura no le está escuchando, solo le mira a los ojos y se da cuenta de que son unos ojos triste y entonces se pregunta por qué siempre tiene esa mirada tan triste ¿Qué esconde tras esa aparente frialdad?
De pronto, sin que se haya dado cuenta de como ha pasado, siente que la está besando nuevamente.
Eso de besarse se está convirtiendo en una rutina entre ellos ¿Qué debería hacer? ¿Decirle que no lo haga más? Sería una hipocresía por su parte pero ¿Acaso no estará pensando algo de ella que no es cierto? A ver si le está dando una imagen equivocada.
¿Que es lo que piensa de ella? ¿Por qué se besan si no se gustan? Porque no se gustan, no... no se han pedido salir ni nada, entre ellos no hay... nada, solo han compartido unas tardes agradables, pero unas tardes como amigos... ¿O no?
¿Qué piensa de ella? ¿Por qué la besa? Seguro que piensa que es de esas chicas que se lía con cualquier con facilidad.
- No me gusta que hagas eso dice sin pensar al romper el beso.
Sasori la mira intrigado.
- No parecía que no te gustase.
- Quiero decir que tu y yo no estamos saliendo ni nada, que no somos... nada y no es normal que vengas y me beses porque yo soy una chica... yo soy muy... ¡Yo no me beso con cualquiera! ¡No soy de esas chicas a las que es fácil besar!
- ¿Nunca habías besado a ningún chico?
- No, no es eso, claro que he besado a chicos pero quiero decir que yo... es que no te entiendo y tampoco quiero que pienses de mi que me beso con cualquiera así... sin motivo y...
A Sakura la pareció ver una mínima sonrisa en los labios de Sasori antes de que volviera a juntarlos con los suyos mientras con una mano le sujetaba la nuca apretándola contra él.
- Hablas demasiado, pelirrosa.
- ¡No! ¡Esto no está bien! ¡Yo no soy una chica fácil!
- Entonces a partir de este momento estamos saliendo ¿Vale? dijo con toda la naturalidad del mundo Nos vemos mañana en el instituto.
Y se marchó, dejando a Sakura con la boca abierta mirando su espalda y como se iba alejando de allí.
...
Shikamaru estudiaba en el salón de casa de sus padres. Veía a Akane saliendo y entrando continuamente de la cocina, se veía que estaba enfadada o quizás más bien disgustada. La visita a la clínica había ido bien, el médico la pesó y comentó que había cogido demasiado peso, luego la midió el contorno de la cintura y la tripa y volvió a comentar que le había crecido demasiado. En realidad esto no había enfadado a Akane, ella dijo que no comía más que antes y no entendía como había cogido más peso del que se suponía que tenía que coger y el médico aseguró que evidentemente la causa era que le había crecido mucho la tripa lo cual le llevaba a preocuparse por su nivel de azúcar en la sangre, era algo que tenía que vigilar porque cuando se tiene mucha azúcar los bebés tienden a ser grandes. Después pasaron a hacerle una ecografía y el médico, que parecía preocupado, le dijo a la enfermera que anotase los datos pertinentes. Akane insistió en preguntar si el embrión había crecido adecuadamente y el doctor se limitó a contestar que todo iba como debía ir y que su tamaño correspondía a las semanas de gestación.
Lo que preocupó a Shikamaru fue que quiso hablar con su madre a solas y después de la charla esta salió con cara de preocupación.
Fue entonces cuando Akane comenzó a gruñir murmurando que era por el tema económico, seguro. Cada visita a esa clínica costaba demasiado y tendrían que espaciarlos. Los embarazos no suelen necesitar tanta atención, ni el de su madre, ni el de su hermanastra, ni ninguno que recordarse. Veía un poco absurdo tanto seguimiento teniendo en cuenta que las visitas no era gratuitas.
Akane estaba convencida de ser una carga económica para esa familia y eso la hacía sentirse muy mal y desde entonces estaba con esa cara de enfado.
Cuando llegó el padre de Shikamaru fue peor porque la madre le obligó a meterse en una habitación y estuvieron largo tiempo hablando, tras lo cual, Shikaku salió con la misma cara de preocupación.
- No le pasa nada a Akane ¿Verdad Shikamaru? - le preguntó Chiharu.
- No, que yo sepa no le pasa nada.
- ¿Y a mi sobrino?
- Pues el médico ha dicho que todo iba bien. No pienses en esas cosas, atraerás la mala suerte.
Shikamaru resoplaba mientras se preguntaba a que hora pensaba regresar Shikato cuando el timbre sonó. El mismo fue a abrir.
- Hola primo - saludó alegre Shikato.
- Ya era hora ¿no?
- ¿Qué pasa? ¿Llego muy tarde?
- Pues si ¿Que estabais haciendo?
- Ver Konoha.
- ¿Sumire estaba a estas horas en la calle?
- Ah no, Sumire no. La chica se quejaba del dolor de su... parte trasera y Kankuro la acompañó pronto a su casa. Hemos estado Temari y yo solos.
- ¿Solos?
- Si, no me mires así. Es una chica estupenda, tenías razón, no solo es muy atractiva, es inteligente y divertida.
- Hola Shikato - le saludó Yoshino - ¿Que tal te lo has pasado?
- Bien. Ha sido una tarde muy constructiva - Shikamaru le miraba frunciendo el ceño - ¿Te pasa algo, primo?
- Pasad al comedor y sentaos que vamos a comer - indicó Yoshino.
Así lo hicieron. Shikamaru vio la cara de Akane y supo que se avecinaba una tormenta, cosa que confirmó cuando Akane plantó su plato de forma brusca delante de él y después hizo lo mismo con el vaso. Después salió enfurruñada hacia la cocina. Mientras Shikato le contaba a Chiharu donde había estado, Shikamaru se levantó pesadamente y siguió a Akane hasta la cocina.
- A ver, chica problemática ¿Te pasa algo?
- ¿A mi? Nada, a mi no me pasa nada. Vete a ver lo que ha hecho tu primo con tu Temari, no vaya a ser que la haya mancillado o algo.
Shikamaru arqueó las cejas.
- ¿Estás celosa?
- ¿De quien iba a estar celosa? ¿De la rubia guapísima y sexy? No digas tonterías.
- Si estás celosa rió.
- ¡No te burles de mi! Si tanto te preocupa Temari sería mejor que salieses con ella.
- ¿Pero que dices?
- Mira, no quiero que estés conmigo con pena ni porque te sientas obligado.
- Maldita cabezota... ¿Quien está contigo por pena? Anda ven tonta, si ya se que estás muy sensible, es que hoy no te he hecho mimos.
- No te burles de mi, no tiene gracia, ni yo entiendo lo que me pasa. Y toma - cogió un pequeño libro de había encima de la mesa - Lo estaba leyendo yo pero eres tú el que lo tiene que estudiar, me lo ha dado el doctor. Aplícate el cuento.
Shikamaru lo cogió y pensó que sería uno de esos libros que había visto que le había dado el doctor, algo sobre el embarazo y cuidados y todo eso pero al mirar el título no dio crédito a lo que allí leía"Relaciones sexuales plenas durante el embarazo".
- Esto va a ser muy problemático - murmuró.
Con el libro en la mano regresó al comedor. Sus padres y Akane ya estaban sentados a la mesa.
- Shikamaru, Akane - habló su padre - Yoshino y yo hemos estado hablando y... bueno, ya sabéis que el embarazo conlleva unos gastos extras que no esperábamos y más aun... lo que vendrá.
- Ya lo se -dijo Akane - Por eso yo creo que debería dejar de ir tan a menudo al médico.
- No es eso Akane - la interrumpió Yoshino - Eso es lo de menos.
- Después de pensarlo mucho - continuó Shikaku - A mi solo se me ocurre una solución. Deberíamos meter a Akane y... lo que venga en nuestro seguro médico. Yoshino ha estado haciendo cuentas y no nos sube tanto la cuota y estaríais cubiertos. El problema es que... no podemos meter a cualquiera, quiero decir que... bueno, esto sería una medida teórica, más que nada en papel.
- ¡Pero dilo ya, papá! - gritó Chiharu - ¡Me estás poniendo nerviosa!
- En fin... tendréis que casaros.