Akane se despertó con un terrible dolor de cabeza, lo tenía justo situado encima del ojo izquierdo y subía hacía arriba, además todo le daba vueltas y sentía unas ganas tremendas de vomitar. Era muy temprano, aún no había amanecido, veía chisporrotear el fuego aún en la chimenea y a su lado escuchaba la respiración relajada y acompasada de Shikamaru, estaba muy calentita y le daba mucha pereza levantarse pero tenía que hacerlo porque si no terminaría vomitando en la manta.
Una fuerte arcada fue la que la decidió a levantarse de una vez y lo hizo tan rápido que el dolor de cabeza aumentó considerablemente, fue un dolor agudo que la hizo detenerse en su empresa, aunque otra arcada la volvió a convencer de que se levantara.
Cogió lo primero que encontró de camino a la puerta del refugio y se lo puso, era el abrigo de Shikamaru y las mangas le estaban enormes pero daba igual. Abrió la puerta, salió y apenas había dado dos pasos comenzó a vomitar, empezaba a amanecer y el sol aparecía llenándolo todo de una luz rojiza pero Akane no estaba en esos momentos para entretenerse viendo amaneceres.
No tardó mucho Shikamaru en notar la ausencia de Akane, con esa chica había que dormir con un ojo abierto porque en cuanto podía se ponía a hacer cosas, ahora, en su casa le había dado por hacer limpieza, todo el día limpiando, decía Asuma que a Kurenai también le pasaba y que era lo que se llamaba "el síndrome del nido", que les daba por tenerlo tomo limpio para la llegada del bebé, fíjate tú que hay nombres para todo y Akane tiene que tener todo, no puede tener un embarazo tranquilo, no, como iba a tenerlo, más problemática no podía ser.
Le costaba despertarse del todo, estaba agotado, ya podía alguien haberle dicho que todo aquello agotaba tanto... se rascó la cabeza y se incorporó bostezando ¡pero si apenas estaba amaneciendo! ¿Y dónde estaba?
Fuera, estaba fuera y vomitando, con aquel silencio era fácil de escuchar. Se levantó y se puso los bóxer y los pantalones, luego cogió el abrigo de Akane, al no ver el suyo supuso que Akane lo llevaba puesto. El abrigo no le quedaba demasiado bien pero tampoco pensaba estar mucho fuera del refugio.
- ¿Te encuentras mal, Akane?
Se sintió un poco tonto, era evidente que no ese encontraba bien, al escucharle se giró y pudo ver como de desencajado tenía el rostro.
- Me encuentro fatal - se quejó.
Anduvo sobre la nieve y claro, como era normal, sintió el frio intenso en la planta de sus pies, no había ido muy buena idea salir sin zapatos. Fue cuando miró los pies de Akane y los vio igual de descalzos que los suyos, medio hundidos en la nieve y de un color morado casi rozando el azul.
- Mendokusei... has salido descalza.
- Es que no me daba tiempo.
- Ahhhhhhh - se acercó intentando ignorar el frio a ella - Anda, vamos.
- Es que no... no puedo mover los pies... - dijo mirándole realmente con pena, a Shikamaru de pronto le recordó un perrillo abandonado.
- Mendokusei - repitió - Me lo imagino, anda, agarrate a mi cuello.
Akane así lo hizo y Shikamaru la cogió de la cintura con una mano mientras pasaba la otra por debajo de sus rodillas.
- Agárrate fuerte.
- Peso bastante.
- Mendokusei - volvió a repetir mientras la alzaba del suelo.
Sí que pesaba sí, bueno a lo mejor no era tanto pero el caminar descalzo sobre la nieve, con los pies hundiéndose en ella lo hacía difícil, pero lo que en esos momentos le preocupaba era que Akane no se había quejado, sí que debía encontrarse verdaderamente mal.
Una vez en el refugio la llevó hasta el sofá y la depositó con todo el cuidado que pudo.
- Voy a por una toalla para secarte los pies.
- Muchas gracias, Shikamaru.
Pero mal, mal, Akane estaba muy mal, ni siquiera se había movido, ni había intentado ir ella a por la toalla.
Shikamaru cogió un par de toallas y se arrodilló frente a Akane.
- Dame, yo me seco los pies, tú sécate los tuyos, no vayas a coger frio.
- Vaya menos mal - suspiró mientras frotaba uno de los pies de Akane.
- ¿Qué pasa?
- Tanta sumisión en ti no era muy normal, me estabas asustando.
- Es que no me encuentro muy bien.
- Estas helada - dijo mientras se erguía y acercaba sus labios a los de la chica y comprobaba lo fríos que los tenía - Estás tiritando y...
- Shikamaru - le interrumpió sin dejarle terminar la frase que iba a decir - Me duele la cabeza ¿Podrías darme una de las pastillas que he traído?
- ¿Llamo a mi padre?
- ¿Para qué?
- Para que nos lleve al hospital.
- Anda, pues no eres tu exagerado ni nada.
- Dijeron que si te dolía la cabeza fueras al hospital, me acuerdo muy bien.
- Ya pero es solo una jaqueca.
- ¿Estás segura?
- Que sí, que sí, anda dame una pastilla de las que dijo el médico que podía tomar.
Shikamaru la miró frunciendo el ceño.
- Está bien, luego llamas a tu padre y que nos lleve de vuelta a casa y si no se me ha pasado vamos al hospital ¿vale?
Shikamaru siguió observándola con el ceño fruncido.
- Voy a llamar a mi padre - dijo.
- Pero primero dame la pastilla, te vistes con ropa tuya y me das a mí la mía para que me vista, que estoy desnuda debajo de tu abrigo, ah y recoge, que no quiero que tu padre piense que somos unos desconsiderados que dejamos todo hecho un asco.
Shikamaru se cruzó de brazos delante de Akane.
- Pues menos mal que apareces - habló.
- ¿Qué?
- Estaba empezando a pensar que te habían cambiado por otra pero ya veo que sigues igual de mandona.
- Perdona que no te ayude a recoger, es que no me encuentro muy bien.
Shikamaru frunció el ceño aún más si era posible.
- Mendokusei, sí que tienes que encontrarte mal para no hacerlo tú, sí.
Si que se encontraba mal pero aun así le estaba costando un gran esfuerzo no levantarse y ponerse a limpiar el refugio y no lo hacía porque se había ordenado a si misma que tenía que dejar a Shikamaru hacer las cosas a su modo y sabía que si se ponía a limpiar iba a molestarse con ella por no parar de hacer cosas, así que, aunque le costase, se estaría quietecita y se limitaría a verle recogiendo y todo por una conversación que había tenido con Yoshino, persona muy importante en la vida de Shikamaru, era su madre, algo que no debía olvidar, por lo menos a ella le parecía que una madre debía ser muy importante, ella quería ser importante para sus hijos.
"...
Akane estaba acostumbrándose al ritmo de vida de los Nara y le gustaba mucho. Al principio pensó que eso de tener que ir al pueblo los fines de semana iba a ser muy engorroso pero es que ahora le gustaba cada vez más, en realidad los Nara todo lo hacían de forma pausada, a su ritmo, sin nervios, tomándose su tiempo y curiosamente todo lo terminaban cuando tenía que estar terminado y Akane estaba convencida de que eso era posible porque eran una familia, pero una familia con todas sus letras, una familia en la que todos colaboraban en lo que podían, se ayudaban unos a otros y siempre estaban dispuestos a echar una mano en lo que fuera... una familia y ahora ella era parte de esa familia.
Y como parte de la familia Nara, Akane quería aprender todas sus costumbres y eso incluía los platos "especiales", así que al llegar el viernes al pueblo, después de descansar un poco del viaje, fue directa a la cocina para ayudar a preparar la cena y de pasa aprender a cocinar con ese toque que le gustaba a Shikamaru.
- ¡Abuela Michi! ¡Tía Haruko! ¿Hay alguien en casa? - se oyó una voz femenina que venía desde la puerta de la calle.
- ¡Sí! - contestó la abuela - Estamos en la cocina, pasa.
- Es que tengo un poco de prisa ¿Está Akane?
- Es Yayoi - le dijo la abuela a Akane - Anda y ve a ver que quiere.
Allí tenían la costumbre de no cerrar durante el día las puertas de las casas, solo las cerraban por la noche y Akane sospechaba que era para que no se metiera ningún animal. No hacía falta cerrar las puertas, todos se conocían y tenían confianza en sus vecinos, aun así la gente no solía entrar en las casas de los demás sin pedir permiso antes, así que cuando Akane llegó a la entrada se encontró a Yayoi, otra de las primas de Shikamaru, una mujer joven que tenía cogido en brazos a un bebé que no llegaría al año de edad, en el umbral.
- Hola Yayoi - la saludó - Pasa, pasa.
- Es que se nos está haciendo un poco de tarde - explicó la mujer - Mira, que te traigo una caja con ropa de Shikaru que ya no le vale, quizás tú la puedas aprovechar para la niña. Cariño ¿Traes la caja o qué?
- S, ya voy, ya voy - se oyó una voz masculina.
- Shikaru, princesa, ven con la tía Akane - dijo alzando los brazos para coger a la niña.
- No, no Akane, no, no deberías cogerla.
- ¿Pero por qué?
- Pesa mucho ya para que la cojas tú, no deberías, además da muchas patadas, lo mismo te da en la tripa algún golpe.
- ¿Dónde dejo esto? - llegó un hombre joven cargado con una caja.
- Déjala aquí, ya la metemos nosotros - respondió Akane - Muchas gracias Yayoi.
- No son gran cosa, ya sabes que no soy de las que compran ropa de marca a los bebés pero aunque sea para estar por aquí te servirá.
- Me servirá mucho, a mí me viene bien todo, muchas gracias.
- Ah y no me lo tienes que devolver, o sea que no te apures por si se rompe o algo.
- ¿Estás segura?
- Sí, claro que sí, en realidad me haces un favor, me ocupaba mucho espacio en casa. Bueno que nos vamos que si no llegaremos de noche a casa de mis suegros.
- Espera, deja que le dé un beso a la princesa al menos y muchas gracias Yayoi.
Después de que se hubieran marchado Akane cogió la caja, no pesaba tanto como ella pensaba, seguro que podría llevarla al comedor por ejemplo, pero mejor no lo haría porque la regañarían por hacerlo, seguro, se limitó a moverla unos pasos para que no entorpeciera la entrada y regresó a la cocina.
- ¿Qué quería Yayoi? - preguntó la abuela.
- Ha traído una caja con ropa de la niña que ya no le vale. La he dejado en la entrada, luego le diré a Shikamaru que la suba a la habitación.
- Que bien ¿no? Hija, todo lo que sea que te den tienes que cogerlo, que los niños traen muchos gastos.
- Ya lo sé, vaya que si lo sé.
- Y no hay nada de malo o deshonroso en coger la ropa de Yayoi, que además estará nueva.
- Pues claro, si a mí me parece genial que me la haya dado, menudo regalo. Además yo de pequeño heredaba la ropa de mis primos, la mejor era la ropa de mi prima Ayesa, es que mi tío es un señor ilustre y su ropa siempre era muy bonita y mi madre siempre la guardaba para cosas importantes como bodas y eso, era la pena que me daba, que no podía ponérmela casi.
- ¿Qué es esa caja que hay en la entrada? - preguntó Yoshino entrando en la cocina.
- Es una caja con ropa que ha traído Yayoi.
- Que suerte, te va a venir estupendamente, lo único que a ver si ahora va a coincidir la temporada - Yoshino se quedó en silencio, parecía estar calculando algo mentalmente - Si, yo creo que se podrá aprovechar bastante.
- Nuestros niños van a ser muy chiquitos - comentó la abuela - ¿Crees que podrían tener el pelo naranja, Yoshino? Me gustaría ver a un Nara con el pelo naranja, al abuelo de Shikamaru le gustaban los ciervos con pelaje anaranjado ¿Te acuerdas? Le hubiera encantado conocer al hijo de Shikamaru.
- Y le hubiese malcriado aún más que a Shikamaru. Shikamaru y su abuelo estaban muy unidos - explicó Yoshino a una curiosa Akane - Siempre se lo llevaba a dar largos paseos, hasta su lugar secreto y allí se tumbaban a ver las nubes e intentaban predecir el tiempo.
- Y acertaban bastante. El abuelo era un experto en temas de nubes ¿Te acuerdas aquella vez que se llevó a Shikamaru y Shikato y les pilló esa tormenta por el camino?
- Si, esa no la predijo, llegaron los tres hasta las orejas de barro.
- Y tú no les dejaste entrar en casa hasta que no se quitaron la ropa - rio la abuela.
- Por supuesto, acuérdate de como venían, no iba a dejar que entraran con esas pintas.
- Yoshino les hizo quitarse la ropa en la puerta de casa - comentó riendo la abuela a Akane.
- ¿Pero toda? - preguntó esta extrañada.
- Toda, los dejó en calzoncillos y vale que Shikato y Shikamaru eran unos niños pero Yoshino te pasaste con tu querido suegro.
- Que no se hubiera punto a saltar en los charcos, que ya era mayorcito.
Akane rio la anécdota que habían contado, no se imaginaba a Shikamaru chapoteando en los charcos, la verdad... así que por eso a Shikamaru le gustaba tanto mirar las nubes...
- Oye Akane - habló seria Yoshino - Te quería comentar una cosa ¿Confías en Shikamaru?
Aquella pregunta pilló completamente por sorpresa a Akane.
- Sí, claro que confío en él.
- Bien, porque verás, los Nara son... un poco especiales, ya te habrás dado cuenta de que son algo flojos y que nosotras, las mujeres, parecemos algo severas y mandonas, en fin, creo que debemos tener ya "esa" charla con ella ¿No crees Michi?
- Sí, creo que sí.
- ¿Qué charla? - casi se asustó Akane.
- Ven, vamos a sentarnos - habló la abuela - Es que tú no eres de la familia y entonces hay muchas cosas que no sabes, así que vamos a darte unas lecciones de cómo tratar a los hombres Nara.
- ¿Es que tienen manual de instrucciones? - preguntó medio en broma Akane.
- Más o menos - contestó Yoshino - Después de todo son hombres y a veces les gusta sentir que son los cabeza de familia, parece que no, que todo les trae sin cuidado pero no te engañes, les gusta ser protectores.
Y ahí comenzaron los consejos de la madre y abuela de Shikamaru sobre cómo había que tratar a los hombres, por lo menos a los hombres de esa familia. Lo que Akane sacó en claro es que Shikamaru era una gran persona, con una gran paciencia y siempre dispuesto a ayudar, que a veces le costaba un poco "ponerse en marcha" pero que siempre se podía contar con él, que debería acostumbrarse a sus "mendokusei" y también de vez en cuando ella debería amoldarse a él, pausar su ritmo y dejar que él se organizase, escucharle, sobretodo escucharle, porque Shikamaru era una persona inteligente que sopesaba pros y contras antes de tomar cualquier decisión y normalmente siempre era acertada y... dejar que la cuidase y la protegiese porque estaba esforzándose mucho en que todo saliese bien y se merecía que confiase en él.
..."
- Que raro - decía Shikamaru colgando su móvil - Mi padre no lo coge, lo mismo está durmiendo aún.
- Llama a tu madre.
- Si aunque estoy seguro de que tendrá el teléfono desconectado, no se para que tiene móvil si siempre lo tiene apagado.
- Oye Shika, ya sé por qué te gusta mirar las nubes.
- ¿Ah sí?... lo que decía, tiene el teléfono desconectado ¿Qué tal tu dolor de cabeza?
- Parece que se me va pasando. Gracias por cuidarme.
- Mendokusei... no tienes por qué darlas, deberías meterte en la cabeza que yo solo quiero cuidaros a ti y a mis renacuajos - Shikamaru había abierto un pequeño maletín blanco con una cruz roja pintada, de ahí es de donde había sacado la pastilla para el dolor de cabeza que le había dado a Akane, tenía dentro diversos analgésicos, vendas, tiritas, toallitas húmedas de alcohol, yodo... lo que venía siendo un botiquín, pero no un botiquín cualquiera, no para Shikamaru, aquel botiquín le traía muchos recuerdos porque era el botiquín de su abuela, el que siempre le daba a su abuelo cuando este se marchaba con los nietos de acampada.
- Este botiquín te lo ha dado mi abuela ¿verdad?
- Si, lo ha preparado ella misma y ha metido mis medicinas, las vitaminas, el hierro y todo eso. Por cierto, dame el hierro que me lo tenía que haber tomado ya.
- Ya veo, ya.
Sonrió, además de lo típico de un botiquín y las medicinas de Akane allí había unos cuantos botecitos más era la medicina alternativa de los Nara, la que ellos mismos preparaban, a su abuelo le encantaba meter siempre esas cosas.
Cogió un frasco lleno de un líquido marrón y un bote que parecía tener algo de color blancuzco dentro.
- Toma el hierro - dijo mientras abría el otro frasco y lo inclinaba con cuidado hasta que algo espeso, como una crema, cayó en sus dedos - Voy a darte un masaje con esencia de lavanda, verás cómo te calma.
- ¿Un masaje?
- En las sienes y en la frente, ya verás que te gusta. Esto lo hacemos los Nara en nuestros laboratorios, a mi desde luego me ayuda con mis jaquecas.
- Ah que bien, que bien.
Akane se bebió su hierro y recostó la cabeza en el cabecero del sofá cerrando los ojos mientras Shikamaru procedía a masajearle las sienes y un profundo olor a lavanda llegó a su nariz.
- ¿Sabes una cosa, Akane?
- Dime.
- Ya sé cómo me gustaría que se llamase nuestro niño.
- ¿Ya lo has decidido?
- No lo he decidido pero me gustaría tenerlo en cuenta. Tú pensaste en el nombre de la niña y yo pienso en el del niño.
- Es justo ¿Y cómo quieres que se llama?
- Miyake.
- ¿Miyake? ¿Por qué Miyake?
- Porque...
La pregunta quedó sin respuesta. El móvil de Shikamaru comenzó a sonar.
- ¿Mamá?
- Shikamaru, hijo ¿Has estado llamando?
- Pues sí, quería que viniese a recogernos.
- ¿Ya? ¿Tan pronto?
- Es que Akane no se encuentra muy bien.
- ¿Qué le pasa?
- Le duele la cabeza, yo creo que se ha resfriado.
- Pues tenéis que esperar un poco porque tu padre ha ido a llevar a la abuela Shikami al hospital.
- ¿Al hospital? ¿Qué ha pasado? se alarmó al igual que Akane al oírle.
- No te asustes, es que se ha caído - explicaba Yoshino.
- ¿Qué se ha caído?
- Sí, pero no te asustes, tranquilízate, está consciente y orientada.
- Mendokusei... que la abuela Shikami es muy mayor ¿No se habrá roto la cadera?
- No, la cadera no, parece que no, se quejaba del hombro. Yo voy con la tía Haruko al hospital, en cuanto vea a tu padre le digo que vaya a por vosotros. Recoge bien el refugio y no te olvides de la basura, no quiero que entres animales ¿Me entiendes?
- Mamá, mamá espera... mendokusei... ya está sin escucharme.
- Y asegúrate de apagar bien el fuego de la chimenea y de que haya leña de reserva.
- Si, mamá, no hemos acabado con toda la leña.
- Y que Akane no coja frío ¿Le has dado algo para el dolor de cabeza?
- Si, ya le he dado una pastilla.
- ¿Lleváis los informes del tocólogo?
- Si, los tenemos aquí, siempre los llevamos con nosotros, como dijo el médico.
- Bien, porque tu padre os llevará derecho al hospital ¿Entiendes? Venga, y a ver como se lo dices a Akane que no se asuste, que en su estado no le convienen los sustos, además que no será nada, seguro.
- Pe...
Yoshino había colgado y Shikamaru miraba el móvil frunciendo el ceño.
- Que mujer más problemática - se quejó.
- ¿Que le ha pasado a la abuela Shikami? - preguntó angustiada Akane.
- No te preocupes que solo ha sido una caída y por lo visto estaba bien, no se ha dado en la cabeza y solo se quejaba del hombro, la han llevado al hospital pero dice mi madre que no parecía grave.
- Que susto, a su edad las caídas son muy malas porque los huesos son frágiles.
- Sí, ya lo sé. Seguro que ha salido a la calle y con este frio estaría el suelo helado. Bueno, pues nos toca esperar un poquito - se sentó al lado de Akane.
Akane intentaba disimular, no quería preocupar a Shikamaru, pero se sentía llena de ansiedad, se había puesto demasiado nerviosa y no era la primera vez que le pasaba que sus nervios terminaban en una crisis de ansiedad, desde pequeña cuando no controlaba una situación, como por ejemplo a sus hermanos. le sucedía, por eso los padres de Jisei le habían enseñado lo que tenía que hacer en esos casos.
Respiró hondo y miró a Shikamaru, le veía preocupado de verdad.
- ¿Estás asustado?
- No. Confío en mis padres, si dicen que no es grave es que no será grave.
- Shikamaru - tenía que cambiar de tema, pensar en otra cosa - Tu abuela Michi no es la madre de tu madre ¿verdad que no?
- Pues claro que no - contesto extrañado - Ella es la nuera de la abuela Shikami, bueno, más bien como su hija.
- ¿Y los padres de tu madre?
- ¿Qué pasa con ellos?
- Que no les conozco, nunca me los has presentado.
- Ah, eso es porque viven en Osaka, con su hija pequeña, la hermana de mi madre. Mi tía está pasando por un proceso de divorcio... un proceso que ya dura varios años... mi tía descubrió que su marido le ponía los cuernos, así que ese mismo día le hizo la maleta y se la dejó en la puerta de casa. Mis abuelos se mudaron allí para que no estuviese sola, supongo que vendrán en Año Nuevo.
- ¿Y tú estabas muy unido a tu abuelo, a que sí?
- Pues sí, bastante. Reconozco que me afectó mucho su fallecimiento.
- Y... ¿Cómo pasó?
- ¿A qué viene este interrogatorio?
- Lo siento, es que me he dado cuenta de que no se muchas cosas de tu vida, cosas importantes para ti.
- Ahhhhhhhhh... menuda lata... Mi abuelo murió de un repentón.
- ¿Un repentón?
- Si, murió así, de repente. Habíamos ido a la playa, nos había llevado él a mí, a Shikato y a otros cuantos primos, a mi abuelo le gustaba estar rodeado de los pequeños Nara, como nos llamaba. Todo estaba bien, se metió a nadar y...
- Lo siento - se levantó del sofá - ¿Qué te parece si desayunamos algo? Es que si vamos al hospital pues no sabemos el tiempo que estaremos allí.
- Buena idea.
Shikamaru se levantó pesadamente y se acercó a la despensa cuando oyó un golpe seco, se dio la vuelta para ver que se había caído y lo que encontró fue a Akane en el suelo.
...
Akane miraba fijamente el techo del hospital. Estaba en el hospital, lo sabía y también sabía que estaba porque se había desmayado, o sea que estaba bien orientada y eso era bueno, según la doctora que la había atendido. También sabía que estaba en una sala grande que tenía muchas camas separadas por cortinas y que eso debía ser la sala de urgencias del hospital.
Ahora estaba sola, Shikamaru había ido a recoger el informe, le habían hecho análisis, una ecografía y le habían puesto suero intravenoso que acababan de quitarle y ahora le iban a dar el alta, todo estaba bien.
Había tenido en desfallecimiento, vamos que se había desmayado, decían que probablemente por la falta de alimento, una subida de tensión, una bajada de azúcar, los nervios o el cansancio acumulado... algo de eso había sido o todo a la vez, seguramente todo había influido un poco.
Suspiró y cerró los ojos, todo había sido su culpa, había puesto en peligro la vida de sus hijos y todo porque era una cabezota empeñada en hacerlo todo, empeñada en demostrar que podía ser una súper mujer o algo así... idiota.
Pero ya no volvería a pasar, estaba muy decidida. Había escuchado a la doctora hablándole de los peligros que tenía para sus hijos el que no se cuidase, que no era que su embarazo fuese especialmente delicado es que ella, con su actitud lo estaba convirtiendo en delicado. También había escuchado a Shikamaru hablar con la doctora, él no sabía que escuchaba pero se enteró de todo.
- ¿Akane? ¿Cómo te encuentras? - la sorprendió la voz de Yoshino.
- Yoshino ¿Qué haces aquí?
- A la abuela Shikami ya le han dado el alta y antes de irnos quería verte.
- Estoy bien, ya me han dado también el alta ¿Qué le ha pasado al final a la abuela?
- Se ha roto el hombro y le han puesto un cabestrillo, no pueden escayolarla, le han mandado un montón de calmantes y que se mueva lo menos posible.
- Pobrecita.
- Y tú también deberías hacer lo menos posible, nos has asustado mucho.
- Ya lo sé... oye Yoshino... ¿Y si me quedo en el pueblo? Quiero decir que estoy pensando que en Konoha me estreso mucho, me empeño en hacer más cosas de las que puedo y aunque me propusiese descansar creo que no podría, sin embargo aquí... además podría ayudar a cuidar a la abuela.
- ¿Eso lo has pensado tu sola?
- Si, bueno, se me acaba de ocurrir.
- Descansa - le dio un beso en la frente y sonrió - Luego se lo cuentas a Shikamaru, a ver qué opina él. Te veo en la casa.
- Vale... Oye Yoshino... ¿Cómo se llamaba el abuelo de Shikamaru?
- ¿El abuelo? ¿Te refieres al hijo de la abuela Shikami?
- Sí.
- Miyake.