sábado, 6 de septiembre de 2014

161. Adiós

No había decisión más difícil para Mikoto que aquella, seguramente habrá cosas más complicadas pero en esos momentos para Mikoto aquello era lo peor, tener que decidir con cuál de sus dos hijos quedarse ¿qué hacía? ¿Iba a hablar con el médico que iba a operar a su hijo mayor? ¿Esperaba al que estaba atendiendo a su hijo pequeño? Sentía que de un momento a otro iba a volverse loca, necesitaba hablar con los dos, no le valía con que Fugaku hablase con uno y ella con otro, no, ella quería hablar con los dos, lo necesitaba, tenía que mirarles a los ojos porque tenía la teoría de que si les miraba a los ojos podría saber cómo estaban sus hijos de verdad porque los ojos hablan más que las palabras.
Miraba el reloj nerviosa, se habían llevado a Sasuke hacía ya bastante tiempo a ver qué era lo que le pasaba, porqué decía que no veía si a primera vista no parecía tener nada que se lo impidiese, si no tenía coágulos en la cabeza, ni desprendimiento de retina y si cuando recuperó la consciencia no dijo, ni hizo ningún gesto que indicase que no veía.
La hora de ir a hablar con el médico que atendía a Itachi se acercaba y ella seguía allí, esperando, nerviosa, deseando que el médico de Sasuke apareciese de una vez para que le dijera que le pasaba a su hijo y poder marcharse para hablar con el de Itachi.
Fugaku por el contrario parecía tranquilo. Miraba muy serio a través de la ventana de la habitación, era la primera vez que se había alejado de donde estaba Itachi, creyó a los doctores cuando le dijeron que Sasuke estaba fuera de peligro y estimó que era mejor que Mikoto se quedase cuidando a su hijo menor, dándole mimos y ese cariño que solo pueden dan las madres y él estar cerca de Itachi, total, Mikoto tampoco iba a poder hacer nada por su hijo mayor, pero él sí, él podía buscar entre sus contactos y localizar a uno de los mejores cirujanos que conocía y por supuesto, avisar al médico de la familia, el de toda la vida, que les conocía y que además era amigo suyo.
- Mikoto - habló con tono de gravedad - Voy a acercarme a hablar con el médico.
- ¿Ya?
- Si, supongo que tendrá muchas cosas que atender, es mejor no hacerle perder el tiempo.
- Pero... - Mikoto miró preocupada la puerta de la habitación por donde deseaba ver entrar la cama de su hijo.
- Mejor tú te quedas aquí para hablar con el médico de Sasuke. A mí me gustaría hablar también con él pero no va a ser posible, tenemos que dividirnos. Kushina, por favor ¿puedes acompañar a Mikoto?
- Pues claro, vete tranquilo, yo estaré muy atenta.
- No hables como si yo no fuera a enterarme de nada - se quejó llorosa Mikoto - Los dos pensáis que no me voy a enterar de nada.
- No es eso Mikoto - habló con paciencia Kushina - Lo que digo es que estás muy nerviosa y quizás se te olvide preguntarle algo o no prestes atención a alguna cosa, es normal, tienes demasiadas emociones encima.
- Es cierto, lo siento Kushina, si no fuera por tú no sé lo que haría, no hubiera podido con esto.
- No digas eso, yo solo hago lo que cualquier amiga haría, ojala pudiera hacer más. Vete tranquilo Fugaku.
- ¿Crees que podrás ver a Itachi? - preguntó Mikoto mirando angustiada a su marido.
- Supongo que sí, que me dejarán pasar a verlo.
- Dale un beso de mi parte y dile que no me he olvidado de él y que iré a verle en cuanto pueda.
Fugaku se marchó y Mikoto se sentó abatida en unos de los sillones de la habitación.
- Deberías irte a tu casa, Kushina, estarás agotada.
- Si, luego me iré. Van a venir Yoshino y Emi a hacerme el relevo.
- No... no entiendo cómo ha tenido que pasarle esto a ellos... a los dos... a nosotros ¿Es que tenían que ser los dos? No es que yo prefiera a ninguno pero... ya no se ni lo que digo... ya no se ni lo que pienso.
- Estás agotada, es normal, como madre que eres no soportas ver a tus hijos sufrir.
- No quiero que se muera Itachi - rompió a llorar - No puedo imaginarlo, solo de pensarlo siento que me muero yo por dentro, no estoy preparada para sobrevivir a mi hijo... Fugaku se ha ocupado de buscar a los mejores internos del hospital y ha llamado al que dicen que es el mejor cirujano pero él sigue ahí, con los ojos cerrados, como si estuviera muerto y si te fijas ves que le cuesta respirar, tiene el oxígeno puesto pero puedes darte cuenta de cómo le cuesta y piensas que de un momento a otro va a rendirse
- No digas eso, él está luchando por vivir, por ti y por su hermano, no va a dejar a Sasuke solo, sabes que no lo hará.
Se oyeron pasos que se acercaban a la puerta y ambas miraron esperando que apareciese algún médico, una doctora, porque los pasos eran menudos y con tacones o quizás una enfermera que iba a decirles que fueran al despacho del médico.
Pero quien apareció fue una chica de pelo anaranjado recogido en una trenza y expresión preocupada.
- Perdón ¿Molesto? - preguntó desde la misma puerta.
- Ayesa ¿Qué haces aquí? - preguntó extrañada Kushina.
- Buenas tardes, el señor Jiraiya llamó a mi padre y él no puede venir, pero me envía a mí en representación de la familia.
- Pero pasa, pasa, no te quedes en la puerta.
- Es que no quiero molestar, me imagino que la familia querrá estar sola yo lo único que deseo es preguntar por Itachi y Sasuke.
- No digas tonterías y pasa, además tú eres casi parte de la familia - comentó Kushina - De la familia Uchiha, me refiero.
Mikoto miró a esa chica, era la niña que fue amiga de Itachi, una simple niña que se hizo amiga de su hijo sin pensar en nada más, sin tener en cuenta si era un Uchiha y ella una Senju, que le vio solo como lo que era y de la que todos los Uchiha la separaron. Puede que esa niña fuera una de las personas más sinceras en acercarse a su hijo, seguramente a ninguno de los dos, ni a Shisui, les importara nada lo que fueran sus familias y ellos los separaron ¿Cuándo daño hicieron a Itachi? Porque a Itachi aquello le dolió, ella lo sabía, podía sentir la rabia de su hijo dentro de él, rabia porque unos adultos le decían como tenía que vivir y con quien juntarse... una madre siempre se da cuenta del dolor de sus hijos, ella quiso ayudarle, hablarle y explicarle que esa rabia pasaría y que algún día comprendería porqué su familia actuaba así... que error más grande... y ahora su hijo estaba sufriendo y ella no podía hacer nada para aliviarlo ¿Que no daría ella por cambiar esa situación?
Miró a Kushina hablar con esa niña, explicándole como estaban Sasuke e Itachi y vio que ya no era una niña y que sus ojos se llenaban de lágrimas. Lloraba, esa chica lloraba y sus lágrimas se veían completamente sinceras, estaba preocupada, angustiada, más de lo que esperaba ver a la quizás se casase con Sasuke por compromiso y lo vio muy claro, esa chica estaba angustiada por Itachi, si, tenía que ser por él ¿Podría ser que entre ellos hubiera algo más que amistad? ¿Podría ser que no le había olvidado después de tantos años?
Ahora comprendía muchas cosas del comportamiento de Itachi las últimas semanas... Si, era eso, lo que no entendía era como ella, su madre, no se había dado cuenta antes, a Itachi no le gustaba la idea de que Sasuke se comprometiese por el bien de la familia, pero además le molestaba que comprometiesen a esa chica y cada vez que se mencionaba que lo más probable es que se casase con Izuna, Itachi ponía un gesto serio, como enfadado y guardaba silencio.
- Doctora Uzumaki - entró en la habitación un celador.
- ¿Si? ¿Qué sucede? - dijo acercándose a él.
Mikoto y Ayesa vieron como el celador salía de la habitación y Kushina le seguía. Casi al momento volvió a entrar Kushina.
- Perdona Mikoto pero hay un imprevisto bastante y urgente y tengo que ir.
- ¿Qué es? ¿No será Itachi?
- No, no, no es Itachi, estate tranquila. Ayesa ¿Te importaría hacer compañía a la señora Uchiha?
- No, claro que no me importaría.
- Bien, entonces me voy. Si encuentro a Tsunade le diré que venga para estar contigo Mikoto.
- ¡Júrame que no es por Itachi o Sasuke!
- Que no, no te pongas paranoica, no es por Itachi, ni por Sasuke, pero tengo que ir ¿Estarás bien?
- Si, si, estaré bien, no te preocupes.
- Yo la hago compañía - intervino Ayesa - No se preocupe por ella, señora Uzumaki.
...
El despacho no era muy grande y en él había cuatro hombres de pie. Fugaku miraba a el que era el médico del hospital que se ocupaba de su hijo mayor, que en esos momentos estaba hablado por teléfono, a su lado el doctor Matsumoto, cirujano con bastante buena reputación y por último un señor de unos 60 años, médico de la familia Uchiha de toda la vida, revisaba los informes con gesto grave.
El médico del hospital terminó su conversación y colgó el teléfono.
- ¿Podemos proseguir, doctor? - dijo de forma brusca Fugaku.
- Por supuesto. Estaba diciendo que su hijo se encuentra en una situación bastante delicada y que debemos operarle cuanto antes, tiene algunos órganos internos dañados, pero el peor de todos es el bazo, lo tiene roto y hay que extraerlo inmediatamente o su vida correrá peligro.
- ¿Y por qué no le han operado antes? - se interesó Fugaku.
- Primero nos hemos dedicado a estabilizar sus constantes, estaba muy débil cuando ingresó y una operación no era muy recomendable.
- Pero ya está estabilizado - añadió el cirujano - Así que vamos a operarle inmediatamente, cada minuto que pasa las posibilidades de éxito disminuyen un poco. Así que, con su permiso, voy a ir preparándome, creo que el quirófano ya está listo.
- Por supuesto doctor Matsumoto - afirmó el médico - Además le hemos asignado un buen equipo de profesionales.
- Con permiso entonces.
Haciendo un gesto el cirujano abandonó el despacho.
- No te preocupes Fugaku, tu hijo está en buenas manos - le animó el médico de más edad.
- ¿Es necesario extirparle el bazo? - preguntó Fugaku.
- Si, es más, es urgente. Pero no hay que preocuparse, se puede vivir sin bazo y tener una vida absolutamente normal.
- ¿Cuánto durará la operación? - volvió a preguntar Fugaku.
- Depende. No sabemos bien lo que nos vamos a encontrar hasta que... calcular un mínimo de unas tres horas entre unas cosas y otras.
...
Shikamaru estaba a punto de salir de su casa para ir a la de Karui y ponerse a trabajar con las dos chicas en el proyecto de ciencias cuando oyó la puerta abrirse.
- Pasa, pasa - escuchó a Akane.
- ¿Akane? - dijo asomándose y viendo como entraba la chica acompañada de Shino - ¿Qué te pasa?
- Nada - contestó esta con gesto mohíno - Que ya no voy a ir a ver a Sasuke.
- ¿Y eso?
- Pues porque no. Me he dado cuenta de que Shiho tenía razón, no es momento para ir a molestar, la familia no necesita visitas. Voy a ir a otro sitio.
Akane entró en la casa y Shikamaru se quedó mirando a Shino, este se encogió de hombros.
- Venimos a por unos calcetines y un pantalón cómodo. Ha decidido ir con Kurenai a las clases de preparación al parto - contestó casi en un susurro Shino.
- ¿Y eso?
- Hemos visto a Kurenai y la ha convencido. Le ha dicho que ir a un hospital no es bueno para ella, que se va a poner nerviosa y que en las clases la van a enseñar a respirar para controlar esos nervios que le entran.
- ¿Y tú también vas?
- Tengo que acompañarlas. Por lo visto Asuma no puede ir, mañana es el último día del mes y tiene una reunión de profesores y Kurenai me ha pedido que las acompañe. A mí no me importa, he acompañado a mi madre demasiadas veces, ya me conozco aquello.
- ¿De veras no te importa acompañarla?
- No. Ah, esto, Shikamaru...
- Dime.
- Me gustaría un día de estos hablar contigo. Es importante.
- ¿Pasa algo?
- No lo sé. Es por la hermana de Akane, bueno, su hermanastra.
- ¿Irumi?
- Ayer fue a mi casa a enseñarme algo - Shikamaru le miró con cara de querer entenderle y no lograr hacerlo del todo - Me comentó unas cosas que quizás te interesen.
- ¿Sobre?
- Bueno ya está - apareció Akane llevando una bolsa de deporte no muy grande - Ya nos podemos ir. No creo que llegue muy tarde. Se bueno con las chicas y no las mires demasiado, ya sabes que tengo bastante complejo ahora que empiezo a parecer un globo. Sobretodo evita mirar a Samui, no quiero que la compares conmigo - Shikamaru la miró arqueando las cejas - ¿Qué? Tiene una gran "pechonalidad" así que no se las mires, recuerda que sus ojos son eso que tiene en la cosa redonda que hay encima de su cuello.
- Y tu cuida de mis renacuajos y no hagas esfuerzos, calabacita.
- Que sí, que sí, no haré esfuerzos. Vámonos.
Shikamaru y Shino se dieron una última mirada y Shino le hizo un gesto como que ya hablarían. Ahora Shikamaru se había quedado con la duda de que era lo que Shino quería contarle sobre la hermanastra de Akane... eso era muy problemático.
...
Ahora que estaba delante de la puerta del hospital con Neji, Temari empezaba a dudar de la idea de visitar a Itachi.
- ¿Entramos? - preguntó Neji.
- Es que no se, me da no sé qué, no quiero molestar, a lo mejor molestamos. Creo que no ha sido buena idea venir hasta aquí, creo que me he precipitado.
Neji suspiró.
- Sinceramente creo que quizás tienes razón, estará su familia y si está tan grave como dicen pues quizás resulte algo maleducado por nuestra parte.
- Sí, es cierto. Es que estoy preocupada y no se... pero ahora que lo pienso veo que es lo menos adecuado. No soy nada de Itachi y sus padres ni siquiera me conocen ¿Que van a pensar?
- Seguramente que eres su novia o algo así o quizás ni se den cuenta de tu presencia.
- Es que además Sasuke también está ingresado, quiero decir que son sus dos hijos y deben ser unos momentos muy duros para ellos.
- Si, no creo que estén para atender visitas, no tendrán ganas de nada.
- Creo que no es apropiado que entremos. Deberíamos haber venido con más gente... ¿No es esa Sakura?
Sakura había bajado a dar una vuelta o a ir a la cafetería, no lo sabía muy bien, solo sentía la necesidad de alejarse un poco de aquel ambiente, no por Sasori, al que no veía mal del todo, si no por todo el ambiente en general.
Había visto llegar a los padres de Konan, estos se mostraban contentos por la salud de su hija pero tristes por la de Pain al que se veía que apreciaban de verdad, además Konan se encontraba en un estado completamente inconsolable, tanto que al final la habían vuelto a ingresar en urgencias para tomarle la tensión y darle una pastilla que ella, al principio, se negó a tomar pero que por lo visto todo el mundo insistió en que debía hacer.
Tras hablar con Konan, Sakura observó que Sasori cambió completamente, insistía en ir a ver a Pain e incluso llegó a ponerse de bastante mal humor, algo a lo que Sakura no estaba acostumbrada en él. Estaba más que impaciente por ir a ver a su amigo, tanto que al final mandaron a un celador con una silla de ruedas para que le llevase.
Luego estaba lo de Sasuke. Desde que dijo aquello de que no veía los nervios de Sakura parecieron instalarse en su estómago, la idea de que Sasuke se hubiese quedado ciego le aterraba pero decidió que lo más prudente era marcharse, todo el mundo estaba demasiado nervioso, quizás Sasuke era el que parecía más tranquilo, diciendo que no veía con toda naturalidad. Vio como no tardó en llegar un médico pero nada más, ella se volvió a la habitación de Sasori y luego supo que se habían llevado a Sasuke para hacerle unas pruebas.
En realidad Sakura no sabía lo que tenía en su cabeza, un montón de imágenes dando vueltas, un montón de sentimientos contradictorios y una maldita sensación de angustia y desasosiego. Así que decidió salir a despejarse un poco aprovechando que desde que ese señor, Nagato Uzumaki, había llegado pues la abuela Chiyo ya no se encontraba tan sola.
- ¿Pero que hacéis aquí? - dijo al salir y ver plantados delante de la puerta a Neji y Temari.
- Nada - respondió Temari - Íbamos a entrar pero hemos decidido que no es buena idea.
- ¿Veníais a ver a Sasuke?
Claro, era lógico que Sakura pensase que a quien venían a ver era a Sasuke, ella no sabía nada de que Temari conociese a Itachi y tampoco parecían tener tanta relación con Pain, Konan o Sasori, más bien ninguna, incluso a Neji aún le costaba aceptar del todo a Sasori, así que, por descarte, debía ser a Sasuke a quien viniesen a ver, claro que tampoco es que ninguno de los dos fuese amigo íntimo del Uchiha.
- Estábamos por la zona y se nos ocurrió acercarnos - habló oportunamente Neji.
- ¿Cómo están las cosas ahí dentro? - se interesó Temari.
- No muy bien. Sasori no está mal, Konan también está bastante bien y Sasuke pues no se sabe, decía que no veía.
- ¿Qué no veía? - interrogó Neji.
- No sé nada más, solo que se lo han llevado para hacerle pruebas pero no he querido molestar, estoy esperando a ver si se calman las cosas. Por lo visto van a operar a Itachi y es un operación importante.
- ¿Y de que le van a operar? - se interesó ahora Temari.
- No lo sé muy bien, es que todo el mundo está como muy nervioso, creo que del bazo.
- ¿Y le van a operar ahora?
- He oído decir que si, a lo mejor ya están operándole.
- Entonces es mejor no molestar a la familia de Sasuke ¿No crees, Temari?
- Sí, creo que es mejor que no les molestemos ¿Y Pain?
- Por lo visto es el que peor está, Konan ha estado fatal de los nervios y le ha dado un ataque de histeria pero no sé muy bien que es lo que pasa. Sasori ha bajado ahora a verle.
- ¿Y cómo puede ser que en el mismo accidente haya gente con casi nada y otros tan graves? - cuestionó Neji.
- Ni Sasori ni Konan saben muy bien cómo ha sido, no se han dado cuenta de nada, solo que de pronto estaban tirados por el suelo. Por lo que deducen, un coche de esos grandes, una ranchera, apareció de pronto en sentido prohibido a toda leche, arremetió contra el coche que culeó y terminó estrellándose de lado contra un árbol, o algo así, vamos, eso es lo que creen, que no lo tienen muy claro.
- Da igual como fuera - añadió Temari - Un accidente es un accidente y ya está. Bueno Sakura, dale recuerdos a Sasori y a Sasuke si le ves, espero que lo de su vista no sea nada grave o permanente.
...
Tsunade era quien había pedido que avisaran a Kushina, sabía que los Uchiha la necesitaban, sin duda, pero en ese preciso momento también la necesitaban otras personas, había visto derrumbarse completamente a Konan en el momento en el que los padres y los hermanos de Pain aparecieron en el hospital.
Fue el momento peor de todos, justo cuando los padres de Pain llegaron nerviosos, asustados e impacientes. Estaban como perdidos en el hospital, no sabían dónde preguntar, ni que preguntar. Tsunade estaba con Konan y su padre en la sala de espera, allí era donde les habían dicho que fueran. El padre de Konan meneó la cabeza con disgusto cuando les vio entrar y Konan rompió a llorar escondiendo la cabeza en el pecho del hombre. , ir a la
Tsunade comprendió que eran ellos y se levantó cuando el padre de Konan le dijo que él se lo diría, que eran sus amigos, casi familia y tenía que ser él quien se lo dijera.
Tsunade volvió a sentarse y le vio acercarse a ellos, estaba convencida de que jamás olvidaría la mirada del padre de Pain en su vida
El padre de Pain era un hombre alto, de pelo que se veía que debió ser naranja pero que ahora tenía un color extraño debido a las canas y la madre, bastante más bajita, tenía la expresión de quien no entendía nada o no se podía creer lo que estaba viviendo. Junto con ellos entraron dos hombres más, ambos con el pelo naranja, como Pain, no se les veía mayores aunque si más que Pain y una chica, que tendría unos 16 años, al igual que el resto de la familia con el pelo anaranjado.
- Han venido sus hermanos y su hermana - se lamentó Konan en voz baja.
No podían oír lo que hablaban pero en un instante el padre de Pain se derrumbó abrazándose a uno de sus hijos y rompiendo a llorar. El otro hijo abrazó a su madre y a su hermana pero esta continuaba con la misma expresión de incredulidad.
Konan se secó las lágrimas y se levantó, había que saludar a la familia de Pain.
Casi al instante Tsunade les acompañó a la zona donde estaba Pain, los familiares de los pacientes ingresados en esa zona tenían libre acceso a ella. Les llevó hasta una pequeña sala de espera situada al lado de donde estaba Pain, allí ya les esperaban el doctor que atendía a Pain y Kushina, que se presentó debidamente a los familiares como la doctora Uzumaki, psicóloga del hospital.
Explicar a unos padres que su hijo, que ha sufrido un accidente, tenía demasiados órganos internos afectados y la columna vertebral dañada por varios lugares, no era nada fácil.
Los padres de Pain lo entendieron todo perfectamente, no hizo falta que el doctor intentase explicarse mejor, lo que quería decirles es que su hijo iba a morirse y que todo lo que estaban intentando hacer por él lo único que conseguía era alargar su agonía.
- No es exactamente así - añadió el doctor tristemente - La medicina hoy en día...
- Doctor - le interrumpió la madre - Dígame la verdad, mi hijo no va a poder moverse ¿verdad?
- Lamentablemente su columna está destrozada y no podemos...
- No podrá ni quitarse una mosca que se le ponga en la cara - se lamentó la mujer.
- Pero hoy en día hay muchas formas para conseguir que sea en bastante proporción independiente - afirmó uno de los hijos, abrazándola.
- No te mientas a ti mismo, eso no es verdad. Yahiko no volverá a tocarme con sus manos, no podrá abrazarme... yo, como su madre que soy, puedo soportarlo todo y no me importa pero ¿qué será de él cuando yo no esté?
- No... - comenzó a hablar el doctor pero se cayó.
- No tiene tanta esperanza de vida ¿es eso? - habló ahora el padre.
Aceptar la muerte de un ser querido nunca es fácil y menos aun cuando se trata de una persona joven, sobre todo si es un hijo y para eso estaba allí Kushina, para hacerles sobrellevar aquello de la mejor manera posible, para prepararles para aceptarlo y enseñarles a pasar el duelo y sobre todo para convencerles que de debían despedirse de él.
- Ahora vamos a llevarle a una habitación privada, algo más íntimo que este lugar y le despertaremos del coma y podrán estar con él, eso sí, procuren no estar demasiados a la vez y ponerle nervioso.
- ¿Sufrirá? - preguntó la madre con una entereza que cada vez asombraba más a Tsunade.
- No se preocupen, no sufrirá.
No sentiría nada, no sentiría nada, era lo que se repetía una y otra vez Konan, solo cada vez se sentiría más cansado, su corazón latería más despacio y poco a poco se dormiría.
Tras tomarse la pastilla que le habían dado, Konan se sentía tranquila, aunque quisiera no podía ponerse nerviosa y la misma pastilla insistieron en dársela también a la madre de Pain, tampoco ella quería tomársela pero no tuvo más remedio que ceder.
Ahora están tranquilas, claro, también eso tenía sus ventajas, podrían despedirse de Pain sin ponerse histéricas.
Despedirse de Pain, despedirse de Pain... tenía que despedirse de Pain, tenía que despedirse de Yahiko porque no iba a volver a verle más, así se lo dijo a Sasori y por supuesto llamó a Deidara, ellos también tenían que despedirse.
Se iba a morir, se moría, de hecho, se estaba muriendo, no sabía cuánto tardaría pero se moría y aquello era grave, seguro que era grave, sin embargo en su cabeza sonaba raro e incluso llegaba a pensar que era lo mejor porque estaba sufriendo, sufría mucho y no quería que sufriese más.
Todo era extraño e irreal, estaba en una pesadilla, si, era eso, estaba en una pesadilla pero no la dejaban despertarse, pasaban demasiadas cosas y demasiado deprisa y no la dejaban despertarse.
Habían trasladado a Pain a una pequeña habitación, muy pequeña, estaba llena de aparatos y apenas si había sitio para dos sillas, una a cada lado de la cama. Estaba comunicada con otra más grande, llena de sillas y sillones donde pidieron a los familiares que deseaban quedarse que lo hicieran allí.
Konan decidió salir a esperar a Deidara, no fuera a ser que no supiera llegar o se pusiese nervioso porque Deidara a veces se ponía un poquito irascible, sobretodo últimamente.
La cara de Deidara no podía demostrar más crispación y nervioso meneó a Konan algo violentamente para que le dijera que todo lo que le había dicho era mentira.
- No es mentira, es la verdad. Pain se va a morir, no sé cuándo pero se va a morir.
- Me estás mintiendo ¡Me estás mintiendo! - gritó de forma nerviosa.
- Deidara... Pain se está muriendo - repitió con todo el dolor de su corazón - Somos sus amigos y tenemos que despedirnos de él.
- No, yo no pienso despedirme, eso es mentira, no se está muriendo, él es fuerte, muy fuerte, no puede morirse.
Konan se abrazó a Deidara que permanecía completamente rígido pero de pronto, al sentir la calidez del cuerpo de Konan se derrumbó.
- No puede ser - comenzó a llorar - Pain no puede hacerme esto, me prometió estar conmigo y ayudarme, no puede irse sin más.
Cuando llegaron a esa especie de sala de espera donde les habían llevado encontraron a Kushina hablando con los padres y hermanos de Pain.
- ¿Y Nagato? - se interesó Konan.
- Ha ido a dar una vuelta, dice que necesita estar solo - respondió Kushina.
- Sasori ya está dentro - indicó uno de los hermanos.
- ¿Puedo entrar yo también? - preguntó Deidara - ¿Está... despierto?
- Si, además está de muy buen humor - contestó uno de los hermanos.
- ¿Cómo va a... - comenzó a gritar Deidara cuando sintió que todo el mundo le miraba con reproche - Lo siento.
- Entra si quieres - sugirió Kushina.
Deidara abrió tembloroso la puerta, nunca se había sentido tan aterrado ante lo que pudiera encontrar. Antes de entrar se llevó las manos a los ojos para limpiarse cualquier indicio de lágrimas que hubiera en ellos y tras respirar hondo dio un paso al frente.
Sasori levantó la vista al oír que entraba alguien. Estaba sentado en una silla de ruedas al lado de la cama de Pain. Este, tumbado, lleno de cables conectados a un montón de máquinas y el oxígeno puesto no pareció reaccionar.
- Ha venido Deidara a verte - indicó Sasori.
- Pues sí que debo estar mal - habló débilmente y con mucho esfuerzo Pain - Perdona que no me levante.
- Desde luego - sonrió Deidara - Mira la que has organizado, como te gusta llamar la atención, hm.
- Qui-quitame el oxígeno.
- Pero lo necesitas - contestó Sasori.
- Quítamelo... necesito... hablar... y me molesta.
- Tampoco hace falta que hables - comentó Deidara - Seguro que empezarás a regañarnos, hm.
- Claro.
Sasori le quitó el oxígeno.
- ¿Cómo te encuentras, líder? - preguntó Deidara intentando resultar relajado.
- No estoy mal... no me duele nada... claro que tampoco puedo mover nada... creo que me he roto la columna.
- ¿Te lo han dicho, hm?
- No... pero yo soy muy... listo - sonrió débilmente.
- Si, siempre haciéndote el listo ¿verdad que siempre hace lo mismo, Sasori?
- No deberías fatigarte - añadió este.
- No seáis tontos... algo malo me pasa... han venido mis padres y no me han dicho nada malo, así que... creo que estoy bastante mal...
- Siempre queriendo llamar la atención, hm. Pues que sepas que esto no tiene nada de artístico.
- Sasori... tienes que ayudar a Deidara a dejar esa... mierda de la droga.
- Ya empezamos, hm - se quejó el rubio.
- Prométeme que vas a ayudarle... yo dije que lo haría pero creo que no voy a poder y no vuelvas a caer tu... la vida hay que aprender a vivirla y...
- Venga, deja esa tontería - Sasori hizo un gesto para ponerle de nuevo el oxígeno.
- No... no... déjame hablar... tengo que hablar... Deidara... - la voz de Pain cada vez sonaba con más dificultad - Júrame que vas a... a... cuidar... a...
- No te esfuerces, Pain - dijo también Deidara.
- No... acércate que no puedo... gritar - Deidara acercó su cara la suya - Ju-júrame que... cuidarás a... Konan...júramelo por... favor... por favor... no... no la de-dejes... sola... júramelo.
Deidara levantó la vista y miró a Sasori que les observaba con los ojos vidriosos.
- Te lo juro por mi vida.
- Ya... ahora... estoy... cansado...
Sasori volvió a ponerle la mascarilla de oxígeno y Pain cerró los ojos. Deidara también los cerró con fuerza mientas con su mano asía la sábana que cubría a su amigo.
- Te lo juro... - repitió.
El tiempo se ralentizó en aquella estancia. Solo Tsunade y Kushina la abandonaron. Tsunade sentía que no debía estar allí, que esos momentos eran para la familia y que ella sobrara y Kushina tuvo que marcharse porque el cansancio comenzaba a hacer mella en ella.
Nadie sabía el tiempo que había pasado, para ellos no pasaba, sentían que seguía siendo el mismo instante, quizás porque si el tiempo avanzaba quería decir que le robaban el suyo a su hijo, hermano, amigo... no tenían hambre, ni sueño, no podían decir si era de día o de noche. Las enfermeras les llevaron unos cafés con unos bollos que apenas comieron. Entraban y salían por turnos y Pain cada vez estaba menos activo y se dormía de vez en cuando.
Konan estaba sentada a su lado, cogiéndole la mano y hablándole de cosas sin importancia, como cualquier día, mientras que de reojo no dejaba de vigilar un aparato en el que se veía una luz que se movía a intervalos regulares. Konan supuso que ese era el ritmo del corazón de Pain y comprobaba como poco a poco aquel ritmo se iba haciendo más espaciado.
Acarició su pelo y le quitó la mascarilla.
- Voy a darte un beso, hoy no te he dado ninguno.
- Es... cierto... - sonrió con dificultad - Ko-Konan... te... quiero... mucho.
- Y yo a ti.
- ¿Es... de... noche?
- Pues no lo sé.
- Ten-tengo... su... sue... ño.
- Pues duérmete un poco, yo estoy aquí, contigo.
Konan acariciaba la mano de Pain cuando un médico entró en la habitación.
- ¿Cómo está?
- Dijo que tenía sueño.
El médico miró varios de los aparatos, cogió una carpeta que había encima de uno de ellos y apuntó algo. Konan les había visto apuntar muchas cosas y cuando estaba sola, miraba, pero no entendía nada de nada.
Algo hubo en el gesto del médico que le hizo levantarse y salir de la habitación.
- ¿Por qué no entráis vosotros? - les dijo a los padres de Pain.
No quería decirlo, quería estar ella con él pero sabía que lo correcto era que fueran sus padres, a fin de cuenta eran sus padres.
Ambos entraron y se sentaron cada uno a un lado de la cama. La madre, al igual que Konan, miraba ese aparato de cuando en cuando.
Una enfermera entro en la habitación con una jeringuilla en la mano.
- Vengo a ponerle una inyección - dijo.
- ¿Para qué? - preguntó el padre.
- Es para evitar que le den espasmos.
Que mal sonaba aquello.
- Señora ¿Quiere otra pastilla?
- Déjate de pastillas, estoy bien.
- ¿Un vaso de agua o algo?
- No... estoy bien.
- De acuerdo, cualquier cosa, pulsen este botón y vendremos enseguida.
La hermana de Pain no podía dejar de llorar.
Uno de sus hermanos andaba en círculos continuamente.
Y Konan cada vez se sentía peor. Se sentó en una de las sillas y Deidara lo hizo a su lado, rodeándole los hombros con su brazo.
Sasori miraba hacia la puerta tras las cual estaba Pain mientras pensaba que debía haber alguna forma para impedir lo que iba a pasar, que quizás hubiese algo que lo impidiese.
Konan vio entrar y atravesar la habitación corriendo a dos de las enfermeras, una salió y volvió a entrar con el médico... y lo comprendió todo.