jueves, 4 de septiembre de 2014

150. Nadie puede ser perfecto del todo

Dicen que cuando pierdes a la persona de la que estás enamorado de forma prematura y cruel, no por una simple ruptura, si no por causas trágicas, dicen que esa persona se convierte en el tesoro más preciado para quien se queda sufriendo su pérdida, que a veces, a esa persona se la pone en un pedestal muy alto, demasiado alto. Eso Jiraiya lo sabía muy bien.
Metió la llave en la cerradura de la puerta y abrió. Empujó la puerta con la mano en la que llevaba las llaves ya que la otra la tenía ocupada agarrando una percha de la que colgaba una funda cubre trajes dentro de la cual se apreciaba que había algo, seguramente un traje. Después de que la puerta se abrió se agachó y recogió del suelo un porta-zapatos de plástico.
Entró con dificultad en la casa, dejó con cuidado el traje encima del sofá y el porta-zapatos en el suelo, soltó las llaves de la casa sobre una pequeña mesa y se dirigió a una de las habitaciones.
Estaba en penumbra, en la cama se veía un bulto, era evidente que alguien estaba allí durmiendo. Jiraiya fue derecho hacia la ventana corrió las cortinas con un movimiento seco.
- Vamos princesa - dijo a la vez que tiraba de la cinta que hacía subir la persiana llenando con ese gesto toda la habitación de luz - Ya es hora de levantase.
- ¡Déjame en paz! - se oyó gruñir más que hablar una voz femenina proveniente del bulto que se tapaba la cara con la almohada.
- Vamos, no seas perezosa, levanta.
- ¿Pero por qué me torturas? - gritó Tsunade incorporándose aunque inmediatamente cerró los ojos fuertemente y volvió a dejarse caer - Por dios - habló mucho más bajo - Baja esa persiana.
- Vamos, vamos, que no tenemos mucho tiempo.
- ¡Muérete!
- Estás perdiendo facultades, princesa, antes tolerabas mejor el alcohol - se acercó hasta el armario de la habitación y lo abrió - A ver ¿qué vestido te vas a poner?
- ¿Por qué estás aquí? - preguntó incorporándose de nuevo con los ojos cerrados y llevándose una mano a la cabeza.
- Te prepararé café pero tendrás que tomártelo en la cocina, no pienso traértelo a la cama, con el mal genio que tienes serías capaz de tirármelo.
- Eso es poco comparado con lo que estoy pensando en hacerte.
- Ya lo sé. Por eso me mantengo a cierta distancia. Venga, ve a ducharte ¿Este vestido estará bien? - dijo sacando uno estampado del armario.
- ¿Para qué?
- ¿Para qué va a ser? Para la comida en casa de tu hermano.
- No, ese no está bien, saca el negro.
- ¿Cuál de ellos?
- El de tirantes.
- ¿No vas a pasar frio?
- Me va a estallar la cabeza, no estoy para pensar - habló levantándose de la cama.
Después de ducharse Tsunade fue a la cocina donde se encontró a Jiraiya llenando una taza de humeante café, el aroma de este llenaba toda la estancia.
- Es demasiado tarde ¿Por qué me has dejado dormir tanto? Deberías haberme despertado hace horas.
- Si claro ¿Acaso crees que no aprecio mi integridad física?
- Gracias por ocuparte de mí - dijo con voz cansada.
- Para eso están los amigos. Anda, tómate el café, yo voy a arreglarme.
- ¿A arreglarte?
- Claro, voy a ponerme elegante para la comida.
- ¿Qué comida? ¿No dirás que vas a ir a casa de Nawaki? - bramó llevándose inmediatamente las manos a la cabeza.
- Pues claro. Tu sobrina me ha invitado.
- ¿Mi sobrina? ¿Por qué ha hecho eso?
- Porque le caigo bien.
- Te lo advierto viejo pervertido, ni te acerques a ella.
Jiraiya le dedicó una amplia sonrisa y se marchó de la cocina. Mientras miraba la taza, Tsunade se recordó a sí misma la noche anterior bebiendo mientras se lamentaba de su suerte en aquel perdido bar.
"...
- ¿Jiraiya? Soy Shizune, por favor tienes que venir a por ella, a mí no me hace caso.
Tsunade miraba a su secretaria, no tenía ganas de discutir con ella, no tenía ganas de nada, solo de estar allí y beber, beber hasta olvidar todo, quien había sido y quien era... los recuerdos son como un virus, a veces creemos que nos hemos vacunado contra ellos pero no, que va, permanecen en estado latente dentro de nosotros y nos atacan cuando menos lo esperamos.
No tardó en aparecer Jiraiya dispuesto a llevarla a su casa.
- ¡No quiero ir a casa! - protestó - La noche es joven, vamos a buscar algún sitio donde divertirnos.
- Vamos a casa Tsunade, necesitas descansar.
- ¿Quién lo dice? ¿Tu? - hablaba de forma que evidenciaba todo el alcohol que había bebido - ¿Sabes que te digo? Que la vida es una mierda... ¿Por qué no vamos a casino? ¡Eh! ¡Esa es buena idea!
- Claro, me parece buena idea - asintió Jiraiya levantándola cogiéndola por la cintura - Como tú quieras, iremos donde tú quieras.
- ¿De veras? - Tsunade puso un gesto de desconfianza - No me fio de ti, estás tramando algo... oye ¡Estás fuerte! No te conservas mal para tu edad.
- ¿Qué te parece si buscamos otro sitio más privado para seguir bebiendo?
Tsunade empezó a reírse con una extraña risa entrecortada mientras golpeaba el pecho del hombre.
- Eres un pervertido, siempre lo has sido y siempre lo serás.
- Tengo que intentarlo. Pásame la botella, voy a hacerte compañía.
- Así me gusta ¡Brindemos! La noche es larga y yo quiero olvidarme de todo y pasármelo bien.
- ¡Por nosotros! ¿Qué te parece si luego vamos a bailar?
- ¡Estupendo! Bebamos y bailemos.
..."
- Gracias por cuidar siempre de mí, Jiraiya - murmuró en voz baja Tsunade mirando el contenido de su taza, pensó que esa frase había quedado allí, tenía la necesidad de decirla pero no se atrevía a decírsela a él, quizás porque siempre le había rechazado, desde jóvenes, pensaba que no la iba a tomar en serio.
- Siempre cuidaré de ti - murmuró Jiraiya al otro lado de la puerta entreabierta, vestido con su elegante traje, sin atreverse a entrar.
Esperaría unos minutos más, no quería incomodarla, seguramente ella no quería que él escuchase esas palabras y él no la haría sentirse incómoda... como siempre permanecería a distancia.
...
- ¡Sasuke! - Mikoto se levantó al ver entrar a su hijo pequeño en el comedor y se acercó a él tendiéndole las manos - Ven, siéntate a mi lado que quiero hablar contigo.
- ¿Pasa algo? - preguntó confuso.
- Te has puesto muy elegante.
- Tu marido ha dicho que tengo que ir elegante.
- ¡No hables así de tu padre! - le dijo con gesto severo para inmediatamente suavizarlo - Sasuke tu padre solo quiere lo mejor para la familia.
- Si tú lo dices - contestó secamente.
- ¿Has pensado algo sobre la cita de ayer?
- Sí. He pensado que tanto Ino como yo aún somos muy jóvenes para comprometernos.
- Entonces ¿No te gustó?
- Mamá, es Ino, es compañera mía, la conozco desde que íbamos a primaria, me es muy raro pensar en casarme con ella. De todas formas no entiendo esta manía de papá de comprometerme ya, ni siquiera voy a la universidad.
- Lo que tu padre quiere es que te comprometas con la familia. Oye Sasuke, a mi dime la verdad ¿Estás enamorado?
- ¿A qué viene eso?
- Porque soy tu madre y no tienes que avergonzarte de nada, yo lo voy a comprender y...
- No estoy enamorado - la interrumpió bruscamente.
- De verdad que a mí me lo puedes decir yo...
- Que no lo estoy - volvió a interrumpirla con la misma brusquedad - Creí estarlo pero simplemente confundí mis sentimentos. Así que puedes ir haciéndole entender a papá que no me voy a enamorar de una chica solo por el hecho de que se parezca a otra, ya sabes a lo que me refiero, así que no sé porqué tengo que ir a esa comida en casa de los Senju, es a Itachi a quien han invitado. Además, a mí no me gusta esa chica y yo no le gusto a ella, es evidente que prefiere a Itachi, debería ser con él con quien hable papá y le diga todas esas cosas del deber familiar.
- ¿Y crees que no lo hace? Ahora mismo están hablando.
Fugaku e Itachi hacía ya años que no se entendían. Cuando Itachi nació, Fugaku se llenó de orgullo, era su primer hijo y un auténtico Uchiha. Él se había casado con Mikoto Uchiha, no eran parientes cercanos pero era una Uchiha auténtica y de la unión de dos Uchiha no iba a salir nada malo. Desde muy pequeño Itachi colmó las expectativas que su padre tenía de él, era un niño muy inteligente, más que el resto de los de su edad, enseguida destacó por la rapidez con la que aprendía cualquier cosa y el talento que demostraba.
Itachi era un niño curioso que asombraba a sus padres y a sus profesores. Aprendía deprisa y pronto los profesores se dieron cuenta de que necesitaba más conocimientos, Fugaku nunca olvidaría el orgullo que sintió cuando fue a hablar con la profesora de primero, cuando Itachi solo contaba 6 años y esta le explicaba lo adelantado que estaba y la facilidad que demostraba para las matemáticas, para la comprensión lectora y para lo que fuera que le enseñasen.
Todo el mundo estaba de acuerdo con la idea de que a Itachi los conocimientos que recibía no eran los suficientes para su capacidad, así que comenzaron a ir subiéndole de cursos aunque Mikoto siempre fue de la opinión que eso era agobiarle demasiado y que un niño debía ser siempre un niño, hacer cosas de niños y relacionarse con niños de su edad, por eso no dejó que a su segundo hijo, Sasuke, a pesar de demostrar también desde pequeño mucha inteligencia, le sucediese lo mismo.
Fue la primera vez que Mikoto y Fugaku discutieron y al final ganó Mikoto porque según ella, él ya había hecho con Itachi lo que deseaba, con lo cual no estaba de acuerdo, así que ella se ocuparía de la educación de Sasuke.
Pero Itachi falló a Fugaku. De repente su hijo, el Uchiha del que se sentía tan orgulloso, comenzó a cambiar y a distanciarse y un día dijo que no estaba de acuerdo con la vida "programada" por su padre. No quería ser el mejor, solo quería vivir de acuerdo a sus decisiones, no le gustaban los negocios de los Uchiha y, entre otras cosas, no quería casarse solo por honrar a la familia... quería ser, decía, "libre".
Al principio Fugaku no se lo tomó en serio, pensó que sería la típica crisis de los adolescentes pero no, Itachi no parecía ceder y una gran brecha empezó a abrirse entre padre e hijo.
Ahora le tenía delante de él y seguí sin comprenderle. No solo es que no quisiese comportarse como un Uchiha es que no le parecía "apropiado" que obligase a Sasuke a comprometerse solo por satisfacer sus delirios de grandeza.
- No se trata, padre - decía Itachi frente a él - de que sea malo o bueno, se trata de que Sasuke tiene derecho a decidir lo que desea hacer, si él quiere aceptar ese compromiso por mi estupendo, pero que sea él quien lo decida.
Tampoco entendía Fugaku porqué Itachi era tan reacio a los matrimonios por conveniencia cuando evidentemente eran lo mejor, más lógico y apropiado. Él mismo se había casado con su mujer después de elegirla entre un grupo de candidatas y después de varias citas, habían sido emparejados por una persona que les conocía a ambos y sabía lo que los dos necesitaban y no se había equivocado. El amor era algo muy serio, algo que nace con el tiempo y que necesita de muchas cosas a parte de una atracción física. El matrimonio es, para Fugaku, una asociación que beneficia a ambas partes y en la que ambas partes colaboran para su éxito y para el bien de la sociedad.
...
Kankuro estaba pasando el fin de semana en su casa en soledad, tanto Temari como Gaara se habían marchado y no es que le importase, para nada, se sentía muy bien. Al principio le pareció un poco extraño porque ellos se iban y él se quedaba y puede que fuera la primera vez que tenía la casa enteramente para él durante tanto tiempo y era... una sensación nueva. Es que Temari se había marchado ella sola a pasar el fin de semana en casa de una familia que no conocía, bueno ella no les conocía demasiado, era lo que pensaba Kankuro, si al menos fuese Shikamaru sería otra cosa, pero su hermana ya era mayor y no debía preocuparse por ella y Gaara se había ido a ver a la abuela Chiyo.
Si, era una sensación nueva. Siempre, desde que recordaba, pero sobre todo después del fallecimiento de su padre, había estado pendiente de sus hermanos pero ahora por fin podía simplemente relajarse y pensar solo en sí mismo. Gaara ya no era el niño emocionalmente inestable por el que siempre se preocupaba y que temía se descontrolase, no, Gaara era perfectamente capaz de controlarse. De pequeño Gaara reaccionaba muy violentamente, tanto decirle que era una especie de monstruo y que por su culpa había muerto su madre añadido al aislamiento en el que le mantenía su padre había conseguido llegar a trastornarle hasta el punto de creerse que realmente era un monstruo, pero ahora no, ahora Gaara era una persona tranquila y equilibrada como había demostrado al recibir aquella caja llena de cosas de su tío, aunque había algo que alertaba a Kankuro, no sabía muy bien el qué pero fuera lo que fuese se daba cuenta de que Gaara ya sabía manejar su vida y él no podía, ni debía, agobiarle con una excesiva sobreprotección.
En cuanto a Temari, esta había avanzado muchísimo, por fin su subconsciente se había liberado, había dejado de mantener esos desagradables y dolorosos recuerdos encerrados en algún lugar de su mente donde los ignoraba aunque seguían dañándola y ahora los había liberado, aceptado y los manejaba Kankuro se daba cuenta de que su papel de hermano protector quedaba un poco exagerado.
Así que estaba solo y sin preocuparse por sus hermanos, seguro que estarían bien ¿Y qué hacía con esa libertad? Si esto le hubiese pasado el año anterior o simplemente hace unos meses seguro que se le habrían ocurrido muchas cosas pero solo le interesaba una cosa: invitar a Sumire a pasar un rato, tampoco es que quisiera algo como tener sexo con ella, que no, tampoco es que no quisiera, como pensar lo pensaba, no lo podía evitar, pero que no, la idea era excitante pero no veía a Sumire como una chica dispuesta a esas cosas, así que él se conformaba con pasar un rato agradable con ella y si acaso llegar a besarla... cada vez que pensaba eso esperaba recibir un capón de Jisei... tanto golpe estaba empezando a afectarle seguro, si ya lo decía él, le iba a causar un aneurisma cerebral o algo malo.
Pero sus planes no habían salido para nada como él pensaba. El sábado lo pasó por la mañana repasando informes con Baki, le había tocado, algún hermano tenía que hacerlo y esta vez le tocó a él y por la tarde Sumire quiso ir con sus amigos, él la invitó a ver una película en su casa pero ella le miró con esos ojazos que siempre ponía diciendo que iban a pasárselo genial y claro, a esos ojazos no era capaz de negarles nada.
Ahora estaba preparándolo todo, Sumire le había dicho que ya que estaba solito a ella le daba penilla y que iba a ir a comer con él el domingo... no había nada como despertar el instinto "maternal" de una chica. Hubiese querido ir él mismo a recogerla a su casa y aprovechar para dar una vuelta pero Sumire no le dejó ni hablar, ella enseguida se lo planeó todo, él esperaría en casita tranquilito y ella llevaría la comida y no había nada más que hablar.
En cuanto sonó el timbre Kankuro acudió a abrir la puerta esperando encontrar la carita sonriente de Sumire al otro lado y la encontró, la de Sumire, Ten-Ten, Kiba, Shiho y Lee.
- Ah... hola - dijo algo perplejo.
- Venimos todos a comer contigo - habló Ten-Ten remarcando ese "todos" - Que suerte que tienes ¿A que si? Ya no comerás solito.
- Sí, tengo mucha suerte - contestó viéndoles entrar, aquello no era el plan que tenía en mente, desde luego.
- ¡Va a ser genial! - exclamaba Lee de forma exagerada, como era habitual en él - ¡Comeremos como camaradas!
- Hemos traído pollo - comentaba Sumire - ¿A ti que te gusta más? ¿La pechuga o el muslito?
- Las alitas - decía Ten-Ten sin dejar hablar a Kankuro y mirándole sonriendo de forma que al chico casi le daba miedo - Kankuro prefiere las alitas ¿A que si?
- Además estamos de celebración - añadía Kiba - Lee y Shiho están saliendo ¿Qué te parece?
- ¿Estáis saliendo? ¡Pero eso es estupendo!
- ¿A que si? - volvía a exclamar Lee acercándose demasiado a Kankuro para su gusto - ¡Estoy en plena efervescencia de mi hermosa juventud!
- ¿Qué? - volvía a hablarle Ten-Ten - ¿A que no esperabas tanta gente, fiera?
- Ya dije que teníamos que haberle preguntado - confirmaba Shiho - A lo mejor te estamos molestando.
- No, que va, que va, dicen que cuanta más gente, mejor. La cocina está por allá, por si os interesa.
- Eso es lo que yo siempre digo, cuanta más gente mejor - sentenció Sumire.
Apenas acababa de cerrar la puerta cuando volvieron a llamar.
- ¿Esperas a alguien más? - preguntó Lee.
- No, que yo sepa.
Kankuro abrió y allí estaba Matsuri, mirándole con cara de cachorrillo abandonado.
- Hola Matsuri ¿Te pasa algo?
- No, solo venía a ver si estaba Gaara.
- Bueno es que Gaara se ha marchado a casa de la abuela Chiyo.
- Ya... era por si había vuelto...
- Temari tampoco está, se fue a pasar el fin de semana por ahí.
- ¿Y tampoco ha regresado aún?... Vaya, veo que tienes visita.
- Anda pasa, son unos compañeros que han venido a comer, si quieres puedes apuntarte.
- No, no, que va, ya me voy.
- Anda pasa - la cogió del brazo y la obligó a entrar, no sabía porqué lo había hecho pero sabía que era lo que la chica quería - Chicos, tenemos visita.
No es que Matsuri le cayese bien o mal, en realidad nunca se lo había planteado, a veces le caía bien y a veces no tanto, todo dependía de como de empalagosa o tontita se comportase.
- ¡Hola Matsuri! - la saludó alegre Sumire - Ven, ven, pasa a ayudarnos.
¿Ahora que le pasaría a Matsuri? Parecía que encajaba mal en Konoha, que no llega a integrarse del todo, desde que estaba allí frecuentaba mucho la casa de los hermanos Sabaku, Kankuro suponía que porque le gustaba Gaara o porque Temari era amable con ella, como una hermana mayor ¿Pero por qué venia si sabía que no estaban ninguno de ellos? Desde luego por él no era, siempre había demostrado lo mal que le caía a esa chica.
...
La cita que Ino había tenido con Sasuke el día anterior no era un tema de esos que pasan desapercibidos, había generado demasiada expectación y por supuesto a Stella y Kikyo, como buenas amigas que se consideraban de Ino, les faltó tiempo al día siguiente para ir a buscar a esta y que les contara con todo detalle como había sido tal cita.
Ino disfrutaba contándolo. Empezando por los detalles de su kimono y su peinado no se dejó nada por relatar. Como iba vestido Sasuke, su madre, su padre y su hermano, sobretodo no había que olvidar que a estas chicas Itachi les parecía uno de los hombres más atractivos que había por el mundo y por supuesto merecía una buena descripción.
Donde fueron, como se sentaron, que pidieron, de que hablaron, que gestos hacía Sasuke... todo, había que contarlo todo.
Se habían sentado en uno de los bancos de lo que algunos de los amigos de Ino llamaban "el parque de los pijos" y es que era un pequeño parque que había en la zona residencial de la ciudad donde, se comentaba, que vivían los "ricos" o también los más agobiados pagando hipoteca, todo dependía de las circunstancias.
Aprovechando que sus acompañantes fueron a saludar a una pareja que debía ser conocida suya, Ino llamó a Sakura.
Ino podía ser muchas cosas, puede que pareciese siempre superficial y egoísta o caprichosa y ella ya no sabía si lo era o no pero lo que si sabía es que ella era una buena amiga, al menos así se consideraba. Y era cierto, a Ino sus amigos le importaban mucho, ya sabía ella que últimamente daba una imagen más despegada pero ella en el fondo seguía siendo la Ino de siempre.
Estaba muy preocupada por Sakura, en esos momentos se le olvidó esa especie de competición que tenía con ella sobre quien conseguiría novio antes o esa envidia que le daba ver que su amiga tenía un chico a su lado y ella no, en esos momentos solo recordaba que Sakura era su amiga, no quería llamarla para reírse de ella diciéndole "Eh, frente de marquesina ¿quién ha tenido una cita con Sasuke?", ahora solo pensaba en la angustia que Sakura debería estar pasando, conociéndola como la conocía seguro que se sentiría muy mal.
- ¿Sakura? ¿Cómo te encuentras?
- No si estoy bien, solo que me gustaría poder ir a que me dieran esa pastilla ya de una vez, es que me da miedo que el tiempo pase y no funcione bien.
- ¿No hay ningún centro de planificación allí?
- Por aquí no hay nada, Ino, esto está en mitad de la montaña.
- Pero habrá un pueblo cerca, digo yo.
- Si pero no tiene de eso. Estoy deseando llegar a Konoha y a ver si hay suerte y en el hospital me la dan sin pedirme autorización de mis padres.
- Vale, vale, ya sabes, respira, cuenta 8 mientras inspiras y 4 mientras expiras y no lo piensen más, todo va a ir bien.
Cuando Stella y Kikyo regresaron Ino acababa de colgar su móvil.
- ¿Ha pasado algo malo? - se interesó Stella.
- Estoy preocupada por una amiga, es que... bueno es una tontería pero yo es que sé que es una exagerada.
- ¿Por qué? ¿Qué le pasa? - insistió Stella.
- Es que ayer estuvo con su novio y... se le ha roto un condón.
- ¡Menuda guarrada! - exclamó Kikyo.
- Bueno pero eso no para nada - intervino Stella - Va a un centro de planificación y le dan la pastilla del día después y ya.
- Son cosas que a veces pasan - añadió Kikyo - Los chicos se meten los condones en las carteras y ese no es un lugar adecuado, se deterioran.
- Eso sin contar que a saber desde cuando lo lleva ahí metido - rió Stella - Que ellos se los meten "por si acaso" y ese "por si acaso" puede suceder años después de lo previsto.
Ambas chicas rieron con ganas, Ino sonrió, querría reír pero es que pensaba que era su amiga la que estaba en ese apuro y ya no le hacía gracia.
- Pero es domingo - dijo de pronto alarmada Kikyo - No sé yo si estará abierto el centro de planificación.
- Ah pues no se - contestó Stella - ¿Es que cierran? Pues muy mal, deberían hacer guardias, los fines de semana es cuando más se descontrola la gente. Bueno pero puede ir al hospital y ya.
- Lo que pasa es que no está en Konoha - explicó Ino - Y claro, tiene miedo de que pase el tiempo y tenga poca eficacia.
- ¡Ahhhhhhhhhhhh! - exclamó Kikyo - Yo ya se quién es esa chica.
- Y yo, y yo - sonrió Stella.
Ino empezó a ponerse nerviosa ¿Cómo podía ser tan bocazas?
- ¿Sakura, Hinata o Konan? - preguntó Kikyo.
- Tiene que ser la del pelo rosa - afirmó Stella - Seguro.
- No, no ¿Pero que estáis diciendo? - Ino trató de parecer hasta divertida, como si le hiciera gracia la confusión - ¡Anda que no tenéis imaginación!
- Chica, has dicho que no está en Konoha y sabemos que Sakura, Hinata y Konan se han ido - explicó Stella - Konan no va a ser, no iba a llamarte a ti, seguro que si tiene uno de esos problemas no te llama precisamente a ti.
- Y la princesa Hyuuga no tiene pinta de tener esos problemas - añadió sonriendo con malicia Kikyo - Además Sakura era tu mejor amiga ¿no?
- ¡Ay dios! - Ino se llevó las mano a la cara - Por favor no le digáis que se me ha escapado, por favor.
- Tranquila, nosotras no vamos a decir nada - sonrió Stella - Mira tú con la cabeza de chicle que calladito se lo tenía.
- Bueno, es que está con Sasori, ya sabes como es Sasori - habló Kikyo.
- Pues dile que no se preocupe, llámala y dile que deje de estar preocupada - dijo muy segura Stella.
- ¿Por qué?
- Porque yo sé quién nos puede conseguir una pastilla hoy mismo.
- ¿Cómo? ¿Quién?
- Tobi - contestó Kikyo - Tobi puede conseguir cualquier pastilla que necesites. A mí me ha conseguido alguna vez esa pastilla.
- ¿Qué? - Ino cada vez estaba más alucinada con todo aquello.
- Y a mí - añadió Stella.
- ¿Qué vosotras...? ¿Que Tobi...?
- Pues claro, las cobra un poco caras, las cosas como son, pero bueno, tú ya sabías que Tobi consigue pastillas, tu misma le has pedido pastillas para adelgazar ¿o no?
- Si... o sea, yo sé que Tobi consigue pastillas pero... ¿Eso es bueno? Quiero decir... ¿Son... eficaces?
- Pues claro que sí, son iguales que las de la farmacia, bueno son las de la farmacia - respondió Kikyo.
- No lo entiendo.
- No hay nada que entender ¿Sakura quiere esa pastilla o no? - dijo sacando su móvil.
- ¿Y qué hay que pagarle a Tobi?
- De eso ya hablaríamos luego ¿Le llamo o no?
...
El restaurante de la hermana de Shikato era pequeño pero muy acogedor, decorado de forma rústica tenía un ambiente hogareño, como de una pequeña casita de madera. Según se entraba en él se veía un pequeño bar con solo tres o cuatro mesas pero había unas escaleras que llevaban a lo que era el comedor. Temari se asombró al ver que el bar estaba repleto de gente. Shikato la cogió de la mano y la llevó hasta la barra.
- Hola Kenji - llamó la atención de un hombre de mediana edad.
- ¡Shikato! - dijo el hombre al verle - ¡Ya era hora que te pasaras por aquí! No salgo a saludarte porque tengo mucho trabajo.
- Tranquilo ¿Dónde está mi hermana?
- Está preparando el comedor.
- Voy a pasar a verla.
- Vale, luego nos vemos.
Shikato hizo un gesto de despedida y señaló a Temari las escaleras que bajaban.
- El comedor está abajo - dijo - Vamos.
El comedor era más amplio de lo que al ver el bar parecía que iba a ser. Las mesas tenía todas manteles blancos impolutos y algunas mesas ya tenían colocados los cubiertos, una mujer joven, no llegaba a tener los 30 años, alta, delgada, de pelo moreno y muy corto estaba ocupándose de ello, al oír como bajaba alguien levantó la vista y dejó lo que estaba haciendo para acercarse sonriente a Shikato.
- ¡Pero mira quien es! ¡El hermano pequeño desaparecido!
- Anda que no eres tu exagerada.
- Nunca te pasas por aquí a ver a tu hermana, sinvergüenza, anda, dame un abrazo.
Al verla de cerca Temari pudo comprobar que era una mujer muy guapa, con unos preciosos y vivaracho ojos verdes.
- ¿Es esta tu novia? Mamá me ha dicho que habías traído a una chica.
- He traído a una chica pero no es mi novia, solo estamos empezando a conocernos.
- ¡Ah, pillín! - dijo dándole un sonoro golpe en el trasero - Tu siempre igual.
- Temari te presento a mi hermana mayor, Tsubaki. Hermana, esta es Temari Sabaku.
- Encantada de conocerte - dijo sonriente la mujer ofreciéndole la mano.
- Lo mismo digo - contestó Temari estrechando su mano y comprobando que tenía unas manos suaves y cálidas.
- Es guapa - dijo Tsubaki a su hermano abrazándose a él - Muy guapa, me gusta.
- Pero es mía.
- ¿Tienes miedo a que te la quite? - rió - Ahora entiendo porqué te has mudado a Konoha, me parece que no ha sido para ayudar al primo. Por cierto ¿Cómo está la pequeña calabaza?
- Bien, poniéndose gordita.
- Tienes que decirle que estamos deseando que venga por aquí, le estoy haciendo una cuna para los niños. Perdona Temari, estoy siendo muy maleducada, venid, vamos a sentarnos un poco ¿Vais a comer aquí?
- Esa es la idea.
- Estupendo, le diré a Aoi que se esmere en la cocina ¿Tú también vas a la Universidad? - preguntó a Temari.
- No, yo aún no, ya me gustaría.
Estuvieron hablando un rato de diversos temas incluso siguieron hablando mientras Tsubaki terminaba de colocar todas las mesas, hasta que tuvo que marcharse para continuar con los preparativos pero prometiendo que tomaría un café con ellos después de comer.
- Es simpática tu hermana - le dijo - Y muy guapa.
- Sí que es guapa ¿verdad? Ha ganado varios premios pero no le gusta que se lo digan. Parece que le has caído bien.
- A mi ella también. Perdona ¿Me podrías decir dónde están los aseos?
- Ah claro, mira, sube y a la derecha verás un pasillo, pues la primera puerta.
- Vale, ahora vuelvo - se levantó de su asiento.
- Espera - Temari se detuvo y Shikato se incorporó para darle un pequeño beso - Ya te puedes ir, es que me apetecía, no sé.
Mientras caminaba hacia las escaleras Temari se miró las botas de montaña que llevaba puestas, aún seguía con ellas, se las puso para ir a las aguas termales y claro, no se había llevado calzado de repuesto así que aún las llevaba, pensó si resultaban apropiadas para el restaurante, a lo mejor eran poco elegantes aunque no parecía un sitio de esos donde te piden vestir de etiqueta.
Mientras se miraba las botas se recordó a sí misma la noche anterior, mientras caminaba siguiendo a Shikato por el bosque.
"...
Iba anocheciendo poco a poco y casi cuando el sol estaba a punto de desaparecer llegaron a lo que parecía ser una zona llena de algo parecido a estanques no muy grandes, todos ellos con las orillas bordeadas con piedras bastante grandes que, evidentemente, habían sido colocadas por alguien.
- ¿Es aquí?
- Si, aquí es ¿Te decepciona?
- Creí que serían más grandes.
- Te dije que no era muy grande. Lo que esto tiene de bueno es que puedes coger una pala y cavarte tu propio e individual baño termal, es más trabajoso pero también da más satisfacciones. Y ahora - dijo quitándose los pantalones - Vamos a relajarnos un poco.
Temari le observó mientras se quitaba la ropa, había que reconocer que el chico tenía bastantes cualidades ocultas debajo de la ropa, de eso ya se había dado cuenta pero no estaba mal recrearse en la visa. Shikato sacó de la mochila unas bolsas y dos pequeñas botellas que dejó en el borde, entró en uno de los baños y se sentó.
- Venga ¿No eres tu tan decidida?
Temari sonrió y se quitó la ropa hasta quedar con un pequeño bikini negro. Ahora era Shikato el que parecía recrearse observando a la chica y tenía que reconocer que ese bikini le quedaba muy bien. Se levantó para ayudarla, ella acepto su mano y entro lentamente, cuando sintió el agua caliente en su cuerpo lanzó un gemido de satisfacción.
- Vaya, como ha sonado eso - sonrió malicioso.
- Se siente uno divinamente - dijo sumergiéndose para luego sentarse al lado de Shikato - Está muy caliente.
- A 40º, al principio quema pero al rato y después de lo que has trabajado creo que te sentará genial.
- De maravilla - dijo Temari cerrando los ojos y relajándose completamente.
- Y si encima estás en buena compañía mejor que mejor ¿Te apetece beber?
- ¿Qué es?
- Tú bebe a ver qué te parece.
- Eres un encanto, siempre estás en todo ¿Tiene alcohol?
- ¿Te asustaría que así fuera?
- No, sabes que no pero tampoco quiero emborracharme, no me gusta perder el control de mis actos.
- Tranquila, no creo que te vayas a emborrachar, no tenemos tanto y además es muy suave.
- Humh - dijo tras probarlo - Está ácido, me encanta.
- Y también tenemos algo para picar - cogió una de las bolsas- Aunque en realidad yo pensaba picar otra cosa.
- ¿El qué?
- Adivina - sonrió de forma pícara.
Temari cerró los ojos al ver como su rostro se aproximaba a él, sintió la caricia de su aliento en los labios y los entreabrió, era inútil que se resistiese si estaba deseando besarle.
..."