Sasuke seguía mirando a su hermano y a Ayesa seguro de que le recordaba algo mientras Naruto hablaba y hablaba sin parar de algo que él no estaba escuchado y es que le daba mucha rabia no recordar que era.
- Desde luego Tsunade - hablaba Mito - Es que se te ocurren unas sanciones muy extrañas.
- No fue solo idea mía - contestaba esta - Fue una decisión de todo el claustro.
- ¿Y qué va a hacer la clase de Naruto?
- "El sueño de una noche de verano". Por cierto Naruto ¿Cómo la lleváis?
- ¿El qué?
- La obra de teatro.
- Ah, bien, bien, vaya que sí que la llevamos bien, ttebayo. Yo tengo un papel protagonista y todo.
- Minato y yo también hicimos una obra de teatro cuanto estuvimos en el instituto - indicó Kushina - Pertenecíamos al club de teatro.
- Ahora no tenemos club de teatro - explicó Jiraiya - Teníamos muy pocos alumnos interesados.
- ¿Y qué obra hiciste tú, mamá? - preguntó Minako.
- Una muy clásica, la más clásica de todas, "Romeo y Julieta"
Romeo y Julieta... de nuevo la mente de Sasuke reaccionó y esta vez supo por qué.
Ya sabía él que cuando vio a Akane por primera vez le resultó conocida, claro, le recordaba a otra chica que había conocido, una chica de pelo naranja que durante un festival de verano les acompañó a él, a su hermano y a su primo Shisui... una chica que ellos llamaban "Montesco", si, era así como la llamaban y ella llamaba a Itachi y a Shisui "Capuleto"... él pensó que era una especie de juego y ahora se daba cuenta de que esa chica era la que ahora estaba frente a él... sí, no había duda, era Ayesa.
¿Pero por qué Itachi le había ocultado que la conocía? Recordaba que cuando se vieron en el restaurante ninguno de los dos hizo ningún gesto que indicase que se conocían... a ver si es que estaba equivocado y no era esa chica...
...
La casa del lago de los Uchiha era el lugar de veraneo favorito de Mikoto. Le gustaba más que la casa de la playa y más que ir de viaje al extranjero, así que, del mes y medio de vacaciones de sus hijos cuando eran pequeños, al menos pasaban allí tres semanas mínimo.
Después sucedieron varias circunstancias, entre ellas que sus hijos crecieron y la rutina cambió, pero eso fue años más tarde de los hechos que marcaron un antes y un después en la vida de Itachi.
La casa de los Uchiha no era la única que había en aquella zona. No se podía decir que estuviesen juntas unas casas de otras, más bien la distancia entre ellas eran amplia pero había dos o tres casas más, una de ellas, justo al otro lado del lago, en plena "zona prohibida".
La zona prohibida era como Itachi y Shisui Uchiha denominaban a la parcela de terreno donde estaba la casa de una conocida familia, la familia Senju y que tenían completamente prohibido acercarse allí. Ellos no sabían exactamente muy bien porqué no debían hacerlo, simplemente sabían que los Uchiha no se juntaban con los Senju, ni a su padre, si a sus tíos, incluido Madara, les caían bien.
Así pues, durante años, esa zona era evitada por Itachi, Sasuke y cualquiera de sus primos que fuese a pasar algunos días allí.
Los Senju no se juntaban con los Uchiha. Eso Ayesa lo tenía más que aprendido.
Los Uchiha eran todos unos quejicas y unos violentos. Eso era lo que le habían dicho, así que Ayesa, por nada del mundo se acercaba al otro lado del lago, donde estaba la casa de los Uchiha.
Los Senju y los Uchiha eran rivales para todo, empezaron en los negocios y terminaron siéndolo en el ámbito personal. Los Senju desconfiaban de los Uchiha y los Uchiha no se fiaban de los Senju.
Tener una casa en el lago había sido un capricho de Mikoto, ella lo deseaba desde pequeña y Fugaku, pese a la frialdad con la que siempre actuaba, en el fondo deseaba que Mikoto fuera feliz y decidió comprar aquella casa. Era perfecta y estaba en el lugar perfecto pero el maldito Hashirama Senju se le adelantó y él tuvo que conformarse con la casa que había al otro lado del lago. A Mikoto le gustó igualmente pero para Fugaku casi fue un insulto personal hacia los Uchiha.
La rivalidad entre Uchiha y Senju venía desde hacía ya tiempo, desde que Madara y Hashirama estaban interesados en un fructífero negocio y fue Hashirama quien lo consiguió, claro que Madara no se resignó y ahí empezó toda esa antipatía que sentían unos por otros.
"...
Aquel verano Itachi tenía 13 años. Estaba en la casa del lago pasando unos días de vacaciones con su familia y su mejor amigo y primo, Shisui.
Era un verano caluroso, como todos los veranos, aunque aquel parecía más caluroso de lo normal.
Después de la comida y hasta la hora de la merienda no había demasiadas cosas que hacer, salvo dormir la siesta. Sasuke siempre quería ir a jugar con Itachi pero su madre insistía en que durmiese con ella, decía que la siesta era buena para su cerebro y que le ayudaría a ser tan listo como Itachi.
Fugaku, cuando estaba, solía aprovechar para hacer "negocios" por teléfono.
Aquel verano Itachi y Shisui aprovechaban esas horas para investigar por los alrededores buscando un poco de aventura... pero todo era bastante aburrido.
Aquel verano Ayesa tenía 10 años. Estaba en la casa del lago de sus abuelos pasando unos días de vacaciones con su familia y su profesora.
Era un verano caluroso y aburrido para una niña de 10 años que no encontraba nadie de su edad para jugar y que tenía que practicar piano o aprender a decorar con flores durante la tediosa hora de la siesta.
Ayesa solo quería que pasasen esos días y regresar a su casa y ver a sus amigas, o ir a Konoha y ver a su prima Akane o ir a otro sitio donde hubiera niños aunque no les conociese.
Itachi y Shisui, que aún eran unos niños aunque a veces Fugaku les decía que ya eran lo suficientemente mayores pues no lo eran, no eran ni adultos, ni maduros, solo eran unos niños grandes. En esas tardes aburridas deseaban tener alguna aventura ¿Y qué mayor aventura que acercarse a "la zona prohibida"? Aunque cuando de pronto se vieron lo suficientemente cerca comenzaron a sospechar que allí no había nada emocionante, a fin de cuentas era solo una casa.
- ¡Eh! ¡Chicos! - oyeron una voz que les sobresaltó. Se giraron a su alrededor pero no vieron a nadie - ¡Aquí arriba!
Ambos miraron hacia donde parecía provenir la voz, efectivamente subida a un frondoso árbol había una niña de pelo naranja recogido en dos trenzas.
- ¿Quién eres tú? - preguntó Shisui.
- Soy una niña ¿Es que no se ve?
- ¿Estás segura? Pareces un mono con la cabeza naranja - rió Shisui.
- ¡Eres imbécil! - gruñó la niña.
- Déjala - habló Itachi - ¿No ves que no puede bajar del árbol?
- Pues si puedo bajar del árbol, puedo bajar cuando quiera.
- Ah, pues entonces nos vamos. Venga Shisui, regresemos a casa.
- ¡Esperad! - gritó la niña - No os vayáis, por favor, sí que necesito bajar del árbol.
Itachi suspiró y se dispuso a subir al árbol.
- Si es que todas las niñas son tontas - gruñía Shisui.
- ¡Y tú eres tonto y un moñigo! - le gritó la aludida.
- Y tú tienes cara de mono, fea.
- Ya déjalo Shisui - intervino Itachi - Es una chica en apuros y tenemos que ayudarla, somos Uchiha, no lo olvides.
- ¿Que sois unos Uchiha? - gritó aún más fuerte la niña - ¡A mí no te toques! ¡No te acerques! ¡Vete! ¡Fuera!
- ¿Pero qué te pasa? - preguntó extrañado Itachi.
- Los Uchiha sois mala gente.
- Baja Itachi, está loca ¿No lo ves? Anda y que baje solita si se atreve.
- ¿De veras no quieres que te ayude?
De repente esa niña vio a Itachi cerca de ella tendiéndole la mano, era un chico guapo y con una sonrisa amable y a ella de pronto le pareció un príncipe que acudía a rescatarla.
La bajada del árbol fue más complicada de lo que Itachi pensó y también más dolorosa ya que terminaron los dos en el suelo.
- ¿Te has hecho alguna herida? - preguntaba Itachi.
- No, estoy bien - contestaba la niña limpiándose el vestido mientras Shisui se reía - ¿De qué te ríes, cara moco?
- Se te han visto las bragas.
- Eres un crio. Gracias por ayudarme a bajar - hizo una respetuosa inclinación ante Itachi.
- ¿Y que hacías subida en ese árbol? - se interesó Itachi.
- Me escondía de Nana, es mi profesora.
- ¿Tienes una profesora en vacaciones? - rió Shisui - Seguro que has suspendido un montón.
- Tu amigo es tonto ¿verdad? - se dirigió la niña a Itachi - Soy una señorita y una señorita no puede descansar su educación.
- Menuda señorita...
- ¡Eh! Soy Ayesa Senju, hija de Nawaki Senju y nieta de Hashirama Senju no una boñiga como tú, Uchiha.
- ¿Eres una Senju? - gritaron casi a la vez Itachi y Shisui.
- Ah, tu sí que eres una mala persona - gruñó Shisui - Todos los Senju sois unos presumidos y unos ¿Cómo se dice, Itachi?
- Presuntuosos.
- Eso, presuntuosos.
Ayesa se había puesto colorada y abrió la boca para defenderse y defender a los Senju cuando una voz la detuvo.
- ¡Señorita Ayesa!
- ¡Ah! ¡Es Nana! Por favor, esconderme, no quiero volver a esa aburrida clase de baile, por favor, por favor.
Itachi miró a los ojos de Ayesa y por alguna razón que no supo entender cogió la mano de la niña y echó a correr con ella seguidos por un confuso Shisui.
Corrió hasta que encontró una zanja donde pensó que estarían a salvo.
- ¿Pero qué haces, Itachi? - se quejó en voz baja Shisui escondido con ellos en la zanja - ¿No ves que es una Senju?
- Es solo una niña ¿No lo ves?
- Es una Senju. Si tu padre se entera de que ayudaste a una Senju se va a enfadar mucho.
- Y vosotros unos Uchiha - protestó Ayesa - Y si mi abuelo se entera de que he aceptado vuestra ayuda me la voy a cargar.
- Pero es solo una niña - insistió Itachi a Shisui - Ella no nos ha hecho nada a los Uchiha.
- Porque no ha tenido tiempo.
- Eh, que yo soy buena gente, no os paséis ni un pelo... y vosotros no sois malos, a pesar de ser Uchiha.
- Si no nos conoces no deberías hablar mal de nosotros - sugirió Itachi.
- Lo mismo te digo. Yo no soy ni mi padre, ni mi abuelo, solo soy una niña.
- Pero los Uchiha y los Senju somos enemigos - puntualizó Shisui.
- ¿Por qué somos enemigos? - inquirió Itachi - A mí no me ha hecho nada y yo a ella tampoco.
..."
Así fue como Itachi y Ayesa se conocieron y desde aquel día, Itachi, Shisui y Ayesa se hicieron inseparables, claro que en secreto, lo cual hacía que todo fuera más emocionante, como una aventura, ellos se sentían casi como rebeldes siendo amigos de quien no debían serlo, pero es que para Itachi y Shisui, Ayesa no era más que una niña divertida a la que le gustaba ir a coger manzanas o jugar a que era un ninja o un samurái y para Ayesa ellos eran dos niños con los que divertirse y así las tediosas y aburridas tardes de verano comenzaron a ser de lo mejor del día y por suerte para ellos y después de varias escapadas de Ayesa, su padre decidió que las vacaciones son para que los niños disfrutasen, no para agobiarles más aún, ahora Ayesa tenía amigos y ningún estudio ¿Se podía tener un verano mejor?
Allí no había ni Senju, ni Uchiha, solo tres amigos.
Se lo pasaron tan bien que, al separarse, prometieron que el año siguiente se buscarían de nuevo.
Y así lo hicieron y no solo al año siguiente. Ellos iban creciendo pero su amistad y esas tardes de verano parecían permanecer ajenos al trascurso del tiempo.
Juntos, cada año, pasaban innumerables anécdotas que cada vez que recordaban les hacían reír a carcajadas. La vida, a orillas del lago, parecía fácil y sencilla.
Sin embargo, aunque no se daban cuenta, todo cambiaba y ellos no eran ninguna excepción. Ayesa comenzó a burlarse de aquellos pelillos que le salieron a sus amigos en el bigote y esa voz horrible que empezó a ponérseles, voz de "machote", como ella decía. Los juegos comenzaron a cambiar, poco a poco fueron sustituidos por juegos más tranquilos y sobre todo por charlas, largas e intensas charlas sobre la vida.
No solo cambiaron Itachi y Shisui, ellos mismos vieron asombrados como el cuerpo de niña de su amiga iba transformándose poco a poco y como, de un año para otro, cuando empezaban a pensar que era muy cría para ellos, que se sentían ya casi adultos y aseguraban que ella era una niña infantil, la naturaleza les sorprendió cuando se dieron cuenta de que su amiga tenía unas curvas más que sugerentes.
Ahora tenían otras razones para estar juntos. No era jugar y hacer travesuras, para Ayesa era que Itachi le parecía el chico más guapo del mundo, le mirase por donde le mirase, aquel niño se había convertido en un chico perfecto. Más de una vez, cuando iba a Konoha pensaba en escaparse y buscar donde vivía... hacía un año que solo sabía pensar en él y contaba los días que quedaban para volver a la casa del lago.
Ayesa tenía 15 años y aunque Itachi y Shisui, de 18 años, aseguraban que era muy cría para ellos, la verdad es que a ambos les gustaba estar en su compañía. No solo era que se hubiese convertido en una joven atractiva, era que eran amigos, que era una chica que les comprendía, con la que tenían confianza y... era casi como un amigo.
Itachi pensaba que siempre vería a Ayesa como una amiga hasta que una tarde, antes de encontrarse con ella, Shisui le confesó que le gustaba. Puede que solo tuviese 15 años pero a él le gustaba, le gustaba y mucho.
Siempre se ha dicho que lo peor que puede interponerse entre dos buenos amigos es una mujer. Quizás fuera cierto.
Quizás Itachi nunca se hubiese fijado en Ayesa si Shisui no se hubiese empeñado en no parar de hablarle de ella.
"...
De repente todo comenzó a complicarse demasiado e Itachi sabía el momento exacto en el que eso sucedió. Fue un lunes del mes de Agosto, Shisui se había marchado porque sus padres tenían un importante compromiso al que acudir así que iba a estar ausente unos cuantos días. Después de comer Itachi cogió su bicicleta y acudió al lugar donde había quedado con Ayesa que le esperaba con la suya. Pedalearon hasta llegar a uno de los pueblos cercanos y Ayesa se compró un helado. Caminaron un poco por el pueblo, a esas horas bastante solitario, empujando sus bicicletas y en silencio.
- Estás muy callada - dijo Itachi.
Ayesa se encogió de hombros y continuó comiendo su helado. Por primera vez para Itachi estar paseando con Ayesa empezó a resultarle distinto a otras veces y más estando solos, lo cual no era muy habitual.
- ¿Sabes una cosa, Itachi? Shisui me ha pedido salir - dijo la chica de forma triste y seria.
Eso no le gustó a Itachi, de repente tuvo la sensación de que Shisui quería quitarle algo que era suyo, como si una parte de Ayesa fuera de él y no solo eso, tuvo la certeza de que ya nada iba a ser igual.
- ¿Pero salir como pareja?
- Si, eso me dijo.
- ¿Y tú que le has dicho?
- No le he dicho nada. Esto es muy difícil para mí, hubiera preferido que no me dijese nada, a mí me cae muy bien Shisui y no quiero estropearlo todo.
- ¿Pero no te gusta?
- No o sea me gusta pero no como para salir solo con él, como pareja, a mí me gusta como amigo.
- Pues explícaselo, él lo entenderá.
- Me dijo que yo le gustaba.
- Si, eso ya lo sé, también me lo ha dicho a mí.
- Pues no debería ser así, no sé porqué le gusto, nunca he intentado gustarle. Todo esto me da mucha rabia.
- No pasa nada, Shisui lo entenderá.
- Esto es un gran problema y... será mejor que dejemos de vernos.
- ¿Por qué? Somos amigos, no tenemos que dejar que estas cosas nos afecten.
- Si, si tenemos que dejar que nos afecten porque éramos amigos y todo nos iba bien pero yo no puedo salir con Shisui, él es un Uchiha y yo una Senju y yo algún día me casaré con alguien que mis padres escojan para mí y... y... además a mí... no puedo salir con él porque a mí me gustas tú y él no se merece que yo...
Ayesa se había puesto muy nerviosa y casi parecía a punto de llorar, no sabía dónde dejar el helado así que optó por soltarlo en una de las papeleras cercanas, subió a la bicicleta y salió de allí todo lo rápido que pudo.
Itachi se quedó sin comprender nada de nada, tardó unos minutos en reaccionar y subir a su bicicleta para seguir a la chica.
Ayesa había ido hasta uno de sus rincones favoritos y allí, sentada, con los brazos abrazando sus piernas, miraba a ningún lado en concreto,
- Ayesa...
- Vete, déjame sola.
- No quiero. Tenemos que hablar - dijo sentándose a su lado.
- No hay nada que hablar, tú me gustas, ya te lo he dicho, pero no te preocupes que no voy a darte problemas. Esto se me pasará en cuanto deje de verte.
- Pero yo no quiero que te alejes de mi vida.
Bruscamente la cogió por los hombros para acercarla a él y abrazarla. Sentir el cuerpo de esa chica tan cerca le produjo una sensación cálida y triste a la vez.
- Déjame. Esto ya no tiene arreglo, todo iba bien hasta que hemos metido sentimientos, ya se ha estropeado, tú nunca me verás de otra forma que no sea como a un compañero de juegos y yo no quiero hacer daño a Shisui.
Le costó separase de él pero lo hizo, se levantó y se acercó a su bicicleta.
- Es mejor que no volvamos a vernos.
Itachi no dijo nada y la dejó marchar, sin embargo no estaba dispuesto a que todo terminase así. Cuando regresó Shisui lo primero que hizo fue contarle lo que había pasado y hablarle de ese extraño sentimiento que tenía dentro de él.
Shisui no reaccionó bien, no pudo ni quiso comprenderlo, para él había sido un traidor, él le había contado sus sentimientos e Itachi se burló de ellos y los pisoteó y para más humillación había aprovechado que él no estaba para traicionarle.
Los días se hicieron pesados y dolorosos. Itachi estaba irascible y de mal humor y dos días antes de acabar las vacaciones decidió ir a hablar con Ayesa, no podía dejar que todo acabase así, al menos tenía que despedirse de ella y desearle suerte.
Esperó a que todo el mundo estuviese dormido para salir de su casa e ir hacia la de la familia Senju. Sabía cuál era la habitación de Ayesa, ella se la había señalado muchas veces, además, había un árbol el cual Ayesa utilizaba a veces para salir de su casa sin que la vieran. Si Ayesa bajaba, él podría subir y eso se dispuso hacer.
No fue muy difícil escalar hasta llegar a la ventana de la chica. La luz estaba aún encendida y Ayesa sentada en su escritorio escribiendo en un pequeño cuaderno. La ventana estaba entreabierta, Itachi terminó de abrirla con cuidado pero el ruido sobresaltó a la chica.
- ¡Itachi! ¿Qué haces aquí?
- Tengo que hablar contigo. Tenemos que solucionar esto, no podemos seguir así.
Quizás llevada por la emoción de ver a Itachi, su amor platónico en su ventana, después de ayudarle a entrar en su habitación Ayesa no le dejó decir ni una palabra más, tenía que besarle y era mejor no pensarlo porque si no, no lo haría y no importaba si él la rechazaba porque peor no iban a estar las cosas.
La puerta de la habitación de Ayesa se abrió de forma violenta y Hashirama Senju apareció mirándoles ferozmente.
Shisui había visto a Itachi salir de su casa y le siguió y presa de la rabia y sintiéndose traicionado por su mejor amigo, dolido y furioso, solo se le ocurrió ir a contarle a los Senju que un Uchiha estaba trepando por un árbol para entrar en la habitación de una chica.
..."
Lo que pasó a continuación es fácil de imaginar. Gritos, explicaciones, enfados, reproches...
No solo era que un chico entrase de noche en la habitación de su nieta, es que era además un Uchiha.
No es que su hijo se colase en la habitación de una chica, es que esa chica era una Senju.
Los Senju decidieron que lo mejor era separar a Ayesa de los Uchiha lo máximo posible, esa tontería que tenía en la cabeza se acabaría si no lo veía más. La madre de Ayesa tenía la mejor solución: mandar a Ayesa a estudiar a Inglaterra, que por otro lado era algo que ella deseaba, a un ilustre internado donde además de estar muy lejos de esos Uchiha le darían una gran educación.
Quizás todo se dramatizó demasiado cuando en realidad no había pasado nada de nada.
Para los Uchiha la cosa fue peor. Fugaku e Itachi tuvieron una violenta discusión. Fugaku se sentía muy desilusionado con su hijo, no podía esperarse algo tan irresponsable de él, había deshonrado a la familia y para colmo se negó a una sugerencia de Madara para comprometerse con la hija de una importante familia.
Todo se dramatizó demasiado pero la vida continuó.
Ayesa continuó su vida en Inglaterra donde supo que tenía que olvidar a Itachi Uchiha.
Itachi continuó su vida en Konoha, se centró en sus estudios para independizarse lo antes posible de su familia, no quería saber nada de los Uchiha y de sus arcaicas tradiciones y manías y si no hubiese sido por su madre y por Sasuke se habría marchado muy lejos de allí.
Las heridas las cura el tiempo y el tiempo pasó. Ayesa dejó sus sueños románticos hacia Itachi olvidados, solo recordaba de él que había sido el primer chico que le gustó, del que se sintió enamorada, a fin de cuentas seguro que él había seguido igualmente con su vida y no iba a estar pensando en ella. Eso sí, a partir de ese momento Ayesa decidió que todo lo que le gustara lo iba a intentar conseguir y disfrutaría de todo antes de que se lo quitasen.
Para Itachi todo aquello terminó reducido a una anécdota en su vida, una anécdota que dio lugar a descubrir como era su padre y los Uchiha, algo que no le gustó nada.
Hasta ahora.
...
- ¿Qué tal habéis comido? - preguntaba Tsubaki a Shikato y Temari.
- Muy bien, gracias, estaba todo delicioso - contestaba Temari.
- ¿Qué os traigo de postre?
- A mí un café - respondió Shikato.
- ¿Y tú? - se dirigió a Temari - Tenemos tarta, flan, natillas, helado, fruta...
- Helado - contestó Temari un poco por contestar algo - Helado está bien.
- ¿Fresa y nata o chocolate y vainilla?
- Fresa y nata.
- Está bien, ahora os lo traigo.
Y así lo hizo. Regresó con una bandeja, dos cafés y un helado. Después de servir a Temari y a su hermano cogió una silla cercana y se sentó entre los dos.
- ¿Te gusta nuestro pueblo, Temari?
- Si, me ha gustado mucho, la verdad es que me ha sorprendido.
- ¿Que te esperabas?
- Seguramente un pueblo lleno de paletos - sonrió Shikato.
- No, no es eso, es que es muy bonito y muy cuidado. Shikamaru nunca habla de su pueblo y cuando lo hace solo dice que es un pueblo normal y corriente.
- Este Shikamaru siempre tan entusiasta - ironizó Tsubaki - No tiene remedio. A Shikato le gusta mucho el pueblo, te vas a tener que acostumbrar a venir a menudo si sales con él.
- Temari ya sabe que yo vengo todas las semanas. No lo había pensado ¿Es eso un problema?
- No mientras no me obligues a venir a mí. Quiero decir que a mí me ha gustado y tu familia es estupenda pero también tengo mi familia.
- Uy hermanito que esta chica es peleona - rió Tsubaki.
- No lo sabes tú bien.
- Me gusta, me gusta mucho. No me gustan las chicas que van detrás de los chicos como perrillos falderos.
- Bueno, lo que sea ya se verá - habló Shikato - No adelantes acontecimientos. Solo es una amiga. Es que mi familia se emociona demasiado - explicó a Temari.
- No importa, tu familia me cae muy bien.
- ¿Tienes hermanos? - se interesó Tsubaki.
- Tengo dos hermanos. Un hermano mellizo y otro más pequeño.
- Y está muy unida a ellos. Pero deja ya de interrogarla.
- Esta bien, está bien, dejaré de comportarme como una hermana cotilla ¿A qué hora os vais a marchar?
- Pronto. Mañana hay que madrugar y Temari ha trabajado muy duro, es mejor que descanse.
- Por mí no lo hagas, ya sabes que no soy una muñequita delicada.
- Si, ya sé que eres una chica dura y también bastante pesada.
Después de tomarse el café y el helado, Temari y Shikato emprendieron el camino de regreso a la casa de las abuelas Nara.
- ¡Shikato! - le llamó su tío, el padre de Shikamaru cuando ya estaban a punto de llegar desde uno de los almacenes - ¡Ven y trae una caja!
- ¿Cómo de grande?
- No mucho, como la de los folios, por ejemplo.
- Esta bien ya voy. Tu ve para la casa, voy a ayudarles, no sé qué pasará.
- Está bien, te espero allí.
Temari siguió sola y entró en la casa. Se oían voces que venían del comedor, así que fue derecha hacia allí. En el comedor estaban, la madre de Shikamaru, Chiharu y una chica desconocida para Temari. Era una chica bastante guapa y con una bonita figura, tendría más o menos la misma edad que ella, alta, de pelo ondulado de color castaño claro que le llegaba por los hombros, ojos almendrados y pardos.
- ¡Hola Temari! - saludó Chiharu - ¿Que tal te ha ido por la montaña?
- Bien, es un bosque precioso.
- ¿Cómo no habéis venido a comer? - se interesó Yoshino.
- Shikato me llevó a comer al restaurante de su hermana.
Temari miró a esa chica que a su vez la miraba a ella con curiosidad, como queriendo analizarla y estaba empezando a sentirse incómoda, si no se la presentaba nadie terminaría por hacerlo ella misma.
- Mira Temari, te presento a mi prima Miaka. Miaka, ella es Temari, una amiga de Konoha.
- Encantada - saludó educadamente la chica - En realidad no estoy segura de que seamos primas.
- Sí que lo eres, te apellidas Nara, como yo, algo de familia tenemos que ser, aunque sea muy lejana.
- ¿Eres tú la nueva novia de Shikato?
No sabía decir que era exactamente pero sintió que aquella pregunta iba cargada de algo que no era simpatía. Chiharu rompió a reír estrepitosamente.
- Más quisiera el tonto de mi primo.
- Chiharu, no seas maleducada - le recriminó su madre - Anda, ve a la cocina y ayuda a la abuela a preparar el paquete para Shikamaru.
- Sí, claro, ahora que se pone esto interesante.
- Chiharu, he dicho que ayudes a tu abuela con las verduras.
Se oyeron voces que indicaban que alguien entraba en la casa y era fácil averiguar que eran Shikato y su tío.
- Había pensado dárselo a Akane - hablaba Shikaku entrando en el comedor - Dicen que estas cosas ayudan con el estrés pero creo que en su caso va a ser una carga más... Hombre, si tenemos visita - se sorprendió al ver a la chica - Mira quien está aquí, cuanto tiempo sin verte, Miaka.
Shikato entró también en el comedor cargando una caja de cartón que dejó en el suelo.
- Hola Shikato - le saludó sonriendo Miaka.
- Bueno yo si voy a ayudar a la abuela - indicó Yoshino - ¡Chiharu!
- Ya voy, ya voy... ¡bah! menudo rollo.
- ¡Chiharu, no hables como tu hermano!
- Lo siento.
- Encantada de volver a verle, señor Nara - saludó ahora respetuosa a Shikaku.
- ¿Cómo están tus padres, Miaka?
- Bien gracias, le mandan recuerdos. Yo venía a pedir un favor a Shikato.
- ¿A mí? Pues tú dirás.
- Quería preguntarte si podría regresar contigo a la residencia, es que mi coche se ha estropeado.
- Bueno, es que yo no voy a la residencia, ya no vivo allí.
- Vaya, que contrariedad.
- Pero puedo dejarte de paso.
- Estupendo, en ese caso voy a traer mi maleta. De veras que me haces un gran favor.
- No tienes que darlas.
- Entonces... ahora regreso.
- No tardes demasiado o me marcho sin ti y sabes que lo haré.
La chica se marchó y Temari miró interrogativa a Shikato.
- Es una amiga - explicó este.
- No mientas, canalla - habló de nuevo Chiharu volviendo a entrar en el comedor.
- ¿Tu no estabas ayudando a tu madre? - inquirió su padre.
- Ah, es más divertido esto. Dile la verdad, vamos, dísela... Miaka fue novia de Shikato.
- Bueno pero ya no lo es, ahora es una amiga.
- Vas a ir con tu actual ligue y tu ex-novia en el mismo coche ¿Solo yo pienso que es divertido?
- Vamos Chiharu, no seas así con tu primo - volvió a recriminarla su padre - Venga, vamos a ayudar a tu madre antes de que empiece a gritar.
Temari sonrió a Shikato mientras Chiharu y su padre salían de allí.
- Así que tu ex-novia... que interesante ¿Crees que puede contarme algo que no deba saber de ti?
- Anda toma - cogió la caja del suelo - Es para ti. Mi tío iba a regalárselo a Akane pero ha cambiado de idea.
- ¿Qué es?
- Ábrelo y lo verás... pero con cuidado.
Temari cogió la caja para ponerla encima de la mesa y quitó la tapa.
- ¡Ah! - exclamó - ¿Pero esto que es?
Metió la mano en la caja y con mucho cuidado sacó un pequeño y asustado conejito que apenas si se movía seguramente presa del miedo que estaba pasando.
- Pero Shikato es... es... ¡Es un conejo!
- Es una cría, un gazapillo ¿Te gusta?
- ¿De dónde ha salido?
- Se ha metido en los laboratorios, seguramente se ha perdido, será un conejito aventurero, no sé, algo les habrá asustado y él ha terminado en el laboratorio.
- Pobrecito - decía acariciándole - Que miedo debe haber pasado.
- Si, sobretodo porque le hemos perseguido varios por toda la nave, es muy escurridizo, no veas como corre y como salta el asqueroso.
- ¿Y qué vas a hacer con él?
- ¿Lo quieres tú?
- ¿Estás de broma? Claro que lo quiero pero me da un poco de pena, su madre le estará buscando.
- No lo creo, además si lo soltamos ahora, aunque lo hagamos cerca de la nave, seguramente seguirá igual de perdido, vete tú a saber desde donde vino, es muy chiquitito, estará desorientado, seguro que terminará siendo comida de algún zorrillo, gato o perro.
- ¿Tú crees? Estos animalitos son muy listos, seguro que su instinto le dice como ocultarse.
- Bueno, si no lo quieres me lo llevo - extendió la mano para cogerlo.
- ¡Quita! Claro que lo quiero. Qué bonito que es, es precioso. Gracias Shikato.
...
Jisei había sacado de un cajón un pequeño saquito de tela, un pañuelo y una vela pequeña que encendió. Colocó el pañuelo en el suelo con cuidado de que las esquinas señalasen los cuatro puntos cardinales y se sentó en la esquina que señalaba al sur. Abrió el saquito y dejó caer su contenido, eran unas pequeñas piedrecitas de color blanco con unos símbolos grabados, giró las que había caído boca arriba para no ver los símbolos y comenzó a moverlas, mezclándolas entre ellas. Cuando dejó de mezclarlas cerró los ojos y pasó su mano casi sin rozarlas por encima de las piedras, concentrada en lo que quería preguntar, de pronto detuvo la mano y cogió una de esas piedrecitas.
- ¿Jisei? - tocó su madre la puerta con los nudillos.
- Si mamá, pasa.
- Oye nena - dijo asomando la cabeza - Que tu padre y yo nos vamos ¿Os vais a quedar solos en casa Iruka y tú?
- ¿Kisuke también se va?
- Kisuke ya se ha marchado.
- ¿No te dije que había invitado a Ryuko a merendar?
- Es verdad, que cabeza la mía. Bueno, que os divirtáis.
- Lo mismo te digo. Hasta luego.
Tenía la piedrecita guardada en su mano y la llevó hasta su pecho suspirando profundamente. Casi con miedo separó la mano de su pecho y la abrió lentamente.
Aún estaba mirando la piedrecita fijamente cuando sonó el timbre. Sería Iruka.
Efectivamente era él y llevaba una caja en las manos.
- Ya encontré los pasteles.
- Te dije que daba igual cuales fueran.
- Ah no, dijiste de crema y de crema he traído.
- Iruka yo... tenemos que hablar - ahora que estaban solos era el momento indicado para tratar "ese" tema.
- ¿Qué te pasa? - dijo preocupado.
- Ven, vamos a sentarnos... es que... ayer estuve hablando con Kakashi.
- ¿Y? ¿Te dijo algo que te preocupara? ¿No me digas que estuvo alarmándote? Tendré que hablar con él, sé que no tiene mala intención pero...
- No, no es eso, no.
- ¿Entonces?
- Es que me dijo que tú has pedido el traslado a otro colegio.
- Ah, es eso - suspiró - Me habías asustado. No te preocupes, todos los años lo hago, no tiene la menor importancia.
- ¿Cómo que no tiene importancia? Cuando lo haces todos los años es porque quieres ese traslado.
- No tiene la menor importancia ¿Es que te has preocupado por eso?
- Dime la verdad, a ti no te gusta dar clase en el instituto.
- Si me gusta Jisei, claro que me gusta, es solo que me gustaría más dar clases a niños de primaria, no sé, me gustan los pequeños y comenzar a... ayudarles a utilizar su cerebro, es como... abonárselo y prepararlo para el futuro.
- Y por eso siempre pides el traslado.
- Si, pero está muy difícil.
- Sin embargo te lo han concedido.
Iruka miró sorprendido a Jisei.
- Vaya con Kakashi, sí que tiene la boca grande.
- Me lo ha dicho porque está preocupado por ti.
- Me han concedido un nuevo destino pero no es el que me interesa así que lo he rechazado.
- ¿Cómo que no es el que te interesa? Según Kakashi era un buen destino, incluso te ofrecían ser jefe de estudios.
- Si pero no es viable.
- ¿Por qué?
- Es en... otra ciudad.
- ¿Qué ciudad?
- En Sapporo.
Jisei se quedó muy seria mirándole, sí que era lejos.
- Pero no pasa nada, Jisei, ya me habrá una plaza por aquí cerca.
- Está... lejos.
- Siempre habrá más oportunidades.
- Pero es lo que a ti te gusta y no se sabe cuándo te van a dar otra plaza. Debes aceptar.
- ¿Sabes lo que estás diciendo? Si acepto me tendré que mudar allí.
- Si... ya lo sé... Así no habrá problemas de que nos pillen - intentó sonreír.
- No, no los pillarán, ni nos veremos. No ve voy a ir Jisei, no me voy a alejar de ti.
- Pero se trata de lo que a ti te gusta, de tu futuro.
- Yo pienso mucho en mi futuro y ¿sabes? Tú estás siempre en mi futuro y si me voy... te perderé, así que no se hable más, además allí no conozco a nadie, aquí tengo a mi familia y aquí me quedo.