jueves, 4 de septiembre de 2014

146. Recuerdos y sospechas

Gaara estaba deseoso de hablar con la abuela Chiyo y que le confirmase lo que estaba casi seguro de que ya sabía, que ese hombre, Nagato Uzumaki, era el hombre que su madre conoció cuando se marchó buscando un poco de tranquilidad, el amigo que encontró y que por lo visto había conseguido ayudarla, animarla o simplemente que se sintiera feliz.
Ya solo con ese detalle para Gaara ese hombre era importante, pero además estaba el tema de si era su padre o no. Según el que él había considerado su padre durante toda su vida y aún seguía considerando como tal, ese hombre, Nagato Uzumaki fue el que despertó sus celos ¿Serían infundados?... Tenía tantas ganas de hablar con la abuela Chiyo y después con él que por primera vez en su vida Gaara comenzó a sentirse ansioso
Era la primera vez en su vida que tenía prisa por apresurarlo todo, lo cual no era muy lógico que él, sabía de sobra que fuese lo que fuese no iba a variar por ponerse nervioso y que ya que había esperado tanto tiempo para saber las respuestas pues bien podría esperar un poco más.
De momento, a Nagato Uzumaki lo tenían aparentemente "secuestrado" Pain y Konan, parecía ser que tenían demasiadas cosas que contarse. Le estuvo mirando unos minutos mientras hablaba con sus dos compañeros de viaje, observando cada uno de sus rasgos faciales buscando encontrar en ellos algún parecido con los suyos. Todo el mundo decía que Temari se parecía a su madre y Kankuro a su padre ¿Y él a quien se parecía? ¿De dónde le venía ese pelo rojo? De su madre no, de su padre tampoco... bueno, la genética era algo bastante curioso, a saber... claro que si su padre estaba tan celoso de ese hombre tampoco se extrañaba de que, al nacer él, con su pelillo rojo, no dudaba que le diese por sospechar, cualquiera sospecharía si de pronto su mujer tiene un hijo con el mismo color de pelo que de quien le produce esos celos, debió ser bastante desagradable, sería por eso que comenzó a odiarle... claro, a lo que había que sumar que su querida esposa murió y su padre se quedó solo, con unos mellizos que aún no andaban y un niño con el pelo rojo.
No es que ahora le diese pena su padre o compasión, ni que le perdonase todo lo mal que se lo hizo pasar... simplemente parecía comprenderlo un poco.
- Gaara - llamó su atención la abuela Chiyo.
- Dime.
- Hinata ha ido a recoger huevos ¿Por qué no vas a ayudarla?
- Claro, por supuesto. Oye, abuela, quisiera hablar contigo de algo importante.
- ¿Muy importante?
- Es sobre mi padre.
- ¿Negocios? No se si podré ayudarte, hace muchos años que decidí olvidar sumar y restar ¿Y lo que quieres hablar conmigo puede esperar a que haga la comida?
- Si, puede esperar.
- Estupendo. Y ya que vas para el gallinero dile a la novia de mi nieto que venga a ayudarme. Sasori y ella están ayudando a mi hermano en el establo.
- Está bien, se lo diré.
Chiyo entró en su cocina, ese era un gran día, su nieto Sasori por fin había acudido a ella como lo que era, su nieto e incluso parecía comportarse como un chico de su edad, llevando a su novia para que su abuela la conociera.
Desde que le llamó para decirle que iba a ir a verla no había hecho otra cosa que pensar que aquello debía ser un milagro o algo parecido. Su Sasori, su pequeño y triste Sasori.
Chiyo sabía que la vida para Sasori desde que murieron sus padres no había sido nada fácil, se sentía solo, muy solo y esa soledad se acrecentaba porque ella debía trabajar y no podía estar a su lado todo el tiempo que deseaba y que el niño necesitaba ¿Y que iba a hacer? Si no trabajaba no tendrían que comer, ni como pagar la hipoteca, o los gastos de la luz y el gas, no tenía otro remedio que trabajar y dejarle solo. Le daba mucha pena saber que se quedaba solo, cada mañana se despedía de él con un beso y le preguntaba si llevaba puesto el colgante.
Ese colgante no era más que un cordón blanco dentro del cual había introducido una llave, la llave de su casa. A Chiyo no le gustaba la idea de que Sasori tuviera que volver solo desde la escuela, entrar en una casa solitaria y pasar una triste tarde en soledad. Solo algunos días su hermano Ebizo pasaba por su casa y le hacía compañía, pero tampoco es que fuesen demasiadas.
Sasori pasaba las tardes solo, enfrascado en construir cosas de madera, le gustaba mucho tallar y sobretodo hacer marionetas y Chiyo se lamentaba interiormente de la vida que a su nieto le había tocado llevar.
Siempre se sintió un poco responsable por las decisiones que Sasori había tomado en la vida, como las de comenzar a drogarse. Averiguar que su nieto se drogaba fue algo muy doloroso, para ella era lo peor que podía pasar, algo completamente incomprensible e irracional pero fue el momento en el que comprendió que había perdido a Sasori, se había ido alejando de ella poco a poco y ya no le conocía, no podía reconocer en ese chico serio y frio ¿dónde estaba su pequeño?
Chiyo solo se echó la culpa a si misma por lo sucedido, sin duda tenía que haber sido porque falló en su responsabilidad de educar a su nieto y lo peor de todo era que no sabía como ayudarle.
Fueron unos meses horribles para Chiyo hasta que recibió la llamada de Konan pidiéndole ayuda. Sasori había acudido por su propia voluntad a un programa de desintoxicación pero necesitaba un lugar alejado de los lugares que habitualmente frecuentaba y que pudiera asociar con el consumo o encontrarse con gente que pudiera ofrecerle o incitarle a tomar.
Sasori pasó gran parte del verano allí, en su casa, llevando el tratamiento a rajatabla porque él mismo había decidido que no iba a dejar que esas malditas sustancias tomaran el control de su vida. Al principio la convivencia no fue demasiado buena, el mal genio de Sasori se incrementó y Chiyo y Ebizo tuvieron que hacer acopio de toda su paciencia y comprensión pero poco a poco todo fue cambiando, el trabajo en la granja ayudó a Sasori a canalizar su ansiedad y retomar el control de su vida.
A pesar de todo tampoco se podía decir que la situación a partir de ese momento fuera la mejor entre abuela y nieto, seguía siendo bastante distante y no supo más de él hasta el día en que la llamó para decir que quería ir a visitarla.
Para Chiyo el hecho de que llevase a su casa a esa chica a la que había presentado como su novia significaba mucho, quizás que empezaba a recordar que era su abuela.
- ¿Señora? - preguntó Sakura entrando en la cocina.
- Pasa, pasa y no me llames señora, llámame abuela, todo el mundo me llama así.
- De acuerdo ¿Y en que puedo ayudar?
- Vamos a hacer la comida ¿quieres ayudarme?
- Pues claro, solo dígame que tengo que hacer.
- En realidad solo es una excusa para poder hablar contigo a solas, supongo que te habrás dado cuenta. La verdad, pensé que quizás te molestaría hacer la comida, ya sabes, las chicas de ahora sois más modernas.
- Ah, no hay problema, a mí me gusta cocinar ¿Qué vamos a hacer para comer?
- Algo sencillo, un guiso de carne con patatas y una buena ensalada, somos bastantes y es mejor no complicarnos, además no queremos que Sasori se acostumbre a comer exquisiteces, créeme, te lo pediría todos los días. Eso sí, me gusta hacer a mí misma el pan, es capricho de esta vieja chocha.
- ¿Y de postre?
- Fruta, que es muy saludable.
- Estupendo ¿Qué hago yo?
- Ve pelando las patatas. Toma, ponte este delantal, las patatas están en la despensa, es esa puerta de ahí y aquí tienes, elige el cuchillo con el que mejor te apañes.
Sakura se lavó las manos y fue a coger las patatas.
- ¿Cuántas pelo?
- Tu empieza y las vas partiendo y echando aquí y ya veremos cuando nos parece suficiente.
Chiyo observaba a Sakura de reojo. Era una chica bonita y parecía simpática, desde luego algo especial debería tener para conseguir llamar la atención de un chico como Sasori y no solo eso, había conseguido que se acordase de su vieja abuela.
- ¿Desde cuándo conoces a mi nieto? - preguntó después de unos minutos de silencio.
- Ah pues... conocerle le conozco desde que ingresó en el instituto... creo. En realidad he empezado a conocerle después de las vacaciones.
- Entiendo, vamos, que antes no teníais relación.
- Pues no, la verdad es que no.
- Ya veo, lo que sucedía es que te caía mal.
- No... es que... bueno, no le conocía.
- ¿Y ahora ya le conoces?
- Le voy conociendo.
- ¿Y desde cuando sois novios?
- Bueno... en realidad muy poco tiempo... llevamos saliendo muy poco tiempo.
- ¿Y te trata bien?
- Si, muy bien, es un chico muy educado.
- ¿Has tenido algún tipo de problemas?
- ¿De qué tipo?
- A ver querida, esto es difícil para mí pero Sasori tuvo ciertos problemas con algunas cosas que no debía tomar.
- Ah, eso... No se preocupe, no hemos tenido ningún problema. Él me contó lo que le había pasado y también que usted le ayudó a superarlo.
- No, yo hice poco, quizás fuiste tú quien le dio valor para hacerlo.
- No, no, que va. Yo he empezado a ser amiga suya después de todo eso.
- Supongo que el que ahora se relacione contigo quiere decir que ha cambiado, no me entiendas mal pero es que antes no se relacionaba con mucha gente.
- ¿Puedo preguntarle una cosa, abuela?
- Claro.
- ¿Cómo era Sasori de pequeño?
- ¿No te ha hablado él de su infancia?
- Me ha contado poco, no es algo de lo que le guste hablar demasiado.
- El pasado el pasado y quizás es mejor no removerlo demasiado. Lo que hay que hacer a partir de ahora es mirar hacia delante.
...
Misaki había disfrutado jugando al tenis con Haku, incluso se había relajado y la tensión inicial que al verle sintió parecía haberse esfumado.
- Ha sido divertido - comentó Haku al salir de las duchas.
- Si, mucho mejor que jugar solo.
- Como en los viejos tiempos.
- Si dices eso parece que el viejo eres tú.
- Tú me entiendes.
Habían sido amigos y ahora estaban separados y aunque se lo habían pasado muy bien tenían la sensación de que algo se interponía entre ambos, algo que les impedía que todo fuera como antes.
Siempre es difícil el reencuentro con un viejo amigo cuando la causa de la separación fue un distanciamiento, no físico, sino uno de esos otros distanciamientos que hacen que se olviden los buenos momentos.
¿Quién tuvo la culpa? Como en todas las historias había dos versiones, la de Misaki y la de Haku. Para Misaki fue Haku el que se distanció, para Haku fue Misaki el que puso una barrera entre los dos.
Continuaron hablando de cosas no demasiado importantes mientras salían del polideportivo cuando al llevar unos metros fuera vieron a Sai apoyado en un árbol, seguramente esperando a Misaki.
- ¡Sai! ¿Qué haces aquí? - se acercó a él Misaki.
- Tu madre me dijo que habías venido aquí. Habíamos quedado - sonrió - ¿Lo olvidaste?
- Si pero... - Misaki miró su reloj - ¿Ya es esta hora? Ay lo siento, lo siento, no se qué me pasó, no creía que era tan tarde.
- Será que te he distraído yo - añadió Haku - Bueno, me marcho, me lo he pasado muy bien jugando al tenis.
- Yo también, espero que lo repitamos.
Sai se quedó mirando a Haku había algo en ese chico que le llamaba la atención, algo que le resultaba extraño aunque no sabía discernir lo que era.
- ¿Vosotros sois amigos? - preguntó directamente, sin más.
- Si, bueno, fuimos compañeros - contestó Haku.
- Si hasta que el año pasado... bueno, que tuve que repetir.
- Ah, no lo sabía ¿Y venís a menudo a jugar al tenis?
No era un reproche, ni celos, ni nada parecido pero Sai no era especialmente discreto a la hora de preguntar y Haku tuvo la sensación de que molestaba.
- Nos hemos encontrado por casualidad - respondió - Bueno, yo me voy.
- Espera - le paró Sai - ¿No quieres venir a tomar algo con nosotros?
Tampoco sabía exactamente porqué había hecho esa proposición, quizás porque estar tanto tiempo pensando en si se estaba volviendo gay o no le tenía de lo más nervioso o quizás es que inconscientemente no quería estar a solas con Misaki.
- No quiero molestar.
- No molestas. En realidad hemos quedado con unos amigos, entre ellos con Shikamaru, tú conoces a Shikamaru ¿no?
Misaki miró a Sai, pues él no sabía que habían quedado con Shikamaru, bueno, sería un cambio de planes... hasta Misaki se daba cuenta de que últimamente Sai evitaba ir a sitios ellos dos solos ¿Empezaría a sentirse incómodo? Misaki no era tan ingenuo como todos pensaban y sabía de sobra los rumores que sobre ellos dos empezaban a oírse por los pasillos, eran aun rumores pequeños y dichos en voz baja pero de sobra sabía que esos rumores, aún pequeños, pueden ir fastidiando y lo peor, los rumores son como bolas de nieve, empiezan pequeños pero ruedan y ruedan y cuando te das cuenta se han convertido en enormes y peligrosos.
...
Ayesa habían terminado comiendo al final en casa de Shikamaru y Akane. Había pasado por allí después del "asesoramiento" a Chouji y Akane había insistido en que se quedara, parecía poseída por una hiperactividad que le impedía estarse quieta, así que hizo más comida para ella rápidamente y no solo eso, cuando terminaron de comer se empeñó en recoger ella sola, fregar los platos, barrer y le sobró tiempo para lavar la ropa que su hermano se había manchado en el parque.
Por su parte Shikamaru había puesto en casa de sus padres, por quinta vez, la película "Bambi" para que Kenta se entretuviera y a ver si con suerte se dormía la siesta. Kenta se había sentado entre Shikamaru y Ayesa y se apoyaba en su "cuñado".
- ¿Os ha molestado que me quedase? - preguntó Ayesa.
- No digas tonterías.
- Mira Ayesa, Shika es Bambi - explicaba el niño - Y Chouji es Tambor.
- ¿A si? - replicaba Ayesa - ¿Y tú quién eres?
- Nadie, yo no salgo y mira Akane es la niña Falina y se ríe como loca y luego viene uno y se va a pelear con Shika, ya lo verás.
- Pero gana Shika ¿no?
- Claro que si porque es Bambi.
- Shikamaru no te duermas hombre, que es tu historia.
- Mendokusai... ¿Sabías que en la historia original en la que está basada la película Bambi era un corzo?
- ¿Cómo es un corzo? - preguntó curioso el niño.
- Es como un ciervo - respondió Ayesa - Akane me está poniendo muy nerviosa - dijo mirándola ir y venir continuamente.
- A mí me está agotando - añadió Shikamaru.
- ¿No crees que deberías ayudarla? - le interrogó Ayesa.
- Lo he intentado pero me ha dicho que me siente y me esté quietecito.
- ¿Es que ha tomado algo?
- Que va, vamos a chupado una cuchara llena de chocolate, no creo que haya sido eso.
- A ver si es que mientras tú no estabas ha tomado más chocolate - apuntó Ayesa - Mira que Akane se pone como loca con el chocolate.
- Ya lo se pero... no creo.
- Pues entonces va a ser que tiene excedente de energía. Voy a verla - comentó Ayesa.
Akane estaba en la cocina haciendo unos sándwich para su hermano cuando Ayesa entró para verla.
- ¿Se puede saber que te pasa, cabra loca? - le preguntó.
- Nada, que estoy preparando la merienda de Kenta. No quiero que mi madre me diga que no le doy de merendar.
- ¿Y no te puedes sentar un poco con nosotros?
- Ay es que no puedo estar sentada, no se lo que me pasa.
- ¿Estás nerviosa por lo de Chouji?
- Un poco, bueno si, bastante, ay es que no sabes como son los padres de Ryuko.
- Si lo se, los conozco.
- Es verdad, se me había olvidado. Oye ¿Y ha quedado guapote?
- Yo creo que si y eso que no ha querido comprarse la ropa que le he dicho.
- ¿Cómo se iba a comprar la ropa que querías? Seguro que cuesta mucho dinero.
- Bueno pero aun así ha quedado mono. Venga, no te pongas tan nerviosa, ya verás que todo va a salir bien. Chouji está guapo, bien vestido, bien arreglado y va a demostrar que los tiene bien puestos.
- Si... - dijo meneando la cabeza - Supongo que sí, será que soy una exagerada.
- Si que eres una exagerada, sí.
- Como me gustaría comerme ahora un buen trozo de chocolate - murmuró.
- Pues sí, lo que te faltaba.
- Oye, tú que eres tan lista ¿Tu sabes si los preservativos de chocolate están hecho con chocolate?
- ¿Co-como? Supongo que si, como las tartas con formas eróticas.
- No, no me refiero a eso, me refiero a los preservativos con sabor a chocolate.
- ¡Ah! Ya entiendo. Pues supongo que el lubricante que les ponen estará hecho con productos que se pueden comer.
- ¿Pero sabrán a chocolate de verdad? ¿Tú los has probado?
- No, yo no he probado nada de eso ¿A que viene esa pregunta? ¿Estás pensando en comprarte una caja o que?
- No, si ya la tengo comprada. Fue un error, las prisas... el caso es que tengo una caja de esas y me preguntaba si sabrían a chocolate.
- Espero que no estés pensando en comerte uno como si fuera chicle, tú eres capaz.
- Pues vaya idea que tienes de mí.
- Pues sí que estás tú desesperada por comer chocolate.
- No es eso lo que más desesperada me tiene.
- ¿Ah no? ¿Hay algo que te atraiga más que el chocolate?
- Pues es que... a ver como te lo digo... que tengo yo unos "picores" en mis partes que no te cuento.
Ayesa la miró fijamente y sonrió.
- Akane, no te reconozco.
- Ni yo, prima, ni yo. Es que mi lívido se ha disparado, según el médico, a otras mujeres se les acaba con el embarazo pero a mí no, ya sabes como soy yo, yo siempre hago lo más difícil.
- Pero para eso ya tienes a tu maridito.
- Si, ya, eso quisiera pero nada de nada.
- ¿Nada de nada?
- Nada.
- ¿Pero nada?
- Que no, que nada, que el médico me prohibió las relaciones sexuales hace ya más de un mes y él se lo toma muy enserio.
- O sea que no.
- Hasta que el médico no me dé permiso nada, pero entiéndeme, no voy a ir al médico a decirle que le diga que ya podemos, ponte en mi lugar.
- Pero vamos, hay muchas formas de calmar esos nervios que tienes...
- Y calores, también tengo muchos calores.
- Vamos, que hay más formas que no implican peligro para tus niños.
- Ya lo se, pero... parece que no me entiende.
- ¿Cómo que no te entiende? ¿Pero tú se lo has explicado bien? Me parece que tú quieres comer chocolate como sustituto del sexo o no, a lo mejor en tu caso es al revés.
- Yo quiero chocolate y sexo.
- ¿Y si hacemos una cosa? - sonrió con picardía.
- No me interesa el sexo con una mujer, no te ofendas pero de momento no estoy tan desesperada.
- Menudo bofetón gratuito que acabas de darme.
- Lo siento es que pensé... no se lo que pensé.
- A ver, que solo le di un par de besos a una chica, por curiosidad.
- Ya, ya lo se, lo siento, no se lo que digo, estoy muy alterada.
- Lo que quería decirte es que ¿Qué te parece si me llevo a Kenta a dar una vuelta y mientras aprovechas para... calmar esos nervios?
- ¿Qué quieres decir?
- Ay Akane, que cortita eres a veces. Mira, me llevo a Kenta a dar una vuelta, a comprar... no se, globos, yo que se, es mi primo y le veo poco, tengo que mimarle un poco y mientras tú y Shikamaru... ¡vamos Akane, que no es tan difícil de entender! Hija que estás preñada ¿Cómo te quedaste embarazada?
- Pues si yo te contara... Si lo que pasa es que Shikamaru no quiere, ya te lo he dicho.
- Pero hija que tienes preservativos de chocolate, de chocolate ¿No te apetece probarlos? A lo mejor saben a chocolate... chocolate... chocolate...
- ¡Ay no me pongas nerviosa!
- Chica más sencillo no lo puedes tener, tú, un chico y algo que sabe a chocolate.
- ¿Y si eso a él no le gusta?
- No seas tonta, a todos los chicos eso les causa mucho morbo. Además por lo que dices él está a dos velas también, no te va a ser muy difícil convencerle.
- Ya y luego yo ¿qué?
- Pues es un chico creativo ¿no? Algo se le ocurrirá, seguro.
- ¿Qué? ¿Me llevo a Kenta?
- ¿Y qué quieres a cambio?
- Que me des un par de esos preservativos. A mí también me dan curiosidad.
- ¿Pero tú...?
- Hija, ya encontraré a algún candidato. Además una nunca sabe lo que puede pasar, es bueno llevar preservativos encima, que te lo digan a ti.
...
En casa de la abuela Chiyo eran Sasori y Sakura a los que tocaron fregar los platos.
- Hemos comido un poco tarde - decía Sasori - La abuela tiene un horario propio.
- No importa, ha sido una comida muy agradable ¿verdad?
- ¿Te gusta mi abuela?
- Mucho, me ha caído muy bien, es una mujer muy simpática y llena de energía.
- Creo que tú también le has gustado bastante.
- Me ha gustado mucho venir aquí, además todo es precioso.
- Sabía que te iba a gustar. Me alegra que te lleves bien con mi abuela, es la única familia que tengo.
- ¿Y tus otros abuelos?
- No se mucho de ellos, de pequeño me enviaban regalos para mi cumpleaños y venían de vez en cuando pero la verdad es que me he distanciado bastante de ellos, ya sabes, son cosas que pasan.
- Es un poco triste.
- Supongo, pero tampoco les echo de menos ¿Y que has estado hablando con mi abuela?
- De ti.
- Espero que no hablases muy mal de mí.
- ¿Qué crees que le he dicho?
- ¿Lo insoportable que soy?
- Pues sí que se lo he dicho, le he contado lo insoportable que eras.
- Y seguro que no le has dicho que tú eras peor que yo, todo el día detrás de Sasuke como un perrillo faldero.
- Fue bastante ridícula ¿verdad?
- Yo diría más bien...
- Patética... lo se, pero ¿Tu nunca has hecho tonterías por amor?
- No, nunca.
- ¿Nunca te has enamorado?
- Este verano creí haberme enamorado de Konan. Es que ella era tan buena y amable conmigo, si no hubiese sido por ella no se si hubiese podido salir de la drogas.
- Ya veo, supongo que es lógico.
- Aunque creo que ahora debo estar enamorado de ti o algo así ¿no crees?
Sakura le miró completamente ruborizada, es que nunca esperaba que Sasori hablase de esas cosas con tal normalidad.
- Solo espero - continuó en chico - Que tú no estés de mí. Sakura, mira, yo no tengo mucha paciencia, no me gusta esperar, me desespero, así que... pues me gustaría que tu estuvieses segura de lo que sientes, me reventaría que de pronto me dijeras que aún sigues enamorada de Sasuke o algo así, no llevo bien los rechazos.
- No sé porqué ahora dices eso. He venido contigo aquí, a ver a tu familia, supongo que eso debe significar algo. Ya no soy la niña tonta e ilusa que era, he cambiado y por otro lado tú no deberías tener dudas de mí, me molesta que pienses que voy a volver a ir detrás de Sasuke.
- Tienes razón, ha sido una tontería, supongo que a veces...
- ¿A veces qué?
- Nada. Cuando era pequeño me acostumbré a que las cosas buenas no me pasan a mí, cada vez que me pasaba algo bueno sucedía otra cosa que lo fastidiaba. Sakura ¿Qué te parece que cuando terminemos de fregar te llevo a que veas los alrededores?
Sakura le sonrió y él le devolvió la sonrisa ¿Sasori había sonreído? La sonrisa en si no era lo extraño, lo más sospechoso es que esa sonrisilla parecía esconder alguna otra sugerencia y eso, en un chico tan poco expresivo como Sasori sí que era extraño.
...
Por fin Gaara había conseguido hablar a solas con la abuela Chiyo. Para él era su prioridad, hablar con ella y que fuera ayudándole a recomponer ese puzzle que parecía su nacimiento.
- A ver ¿Qué te pasa, pequeño mapache? Llevas todo el día revoloteando detrás de mí, como cuando eras pequeño y querías que te hiciera caso.
- Abuela, es que tengo que hablar contigo de algo importante.
- ¿Problemas con la joven Hyuuga? Conozco a Hiashi Hyuuga y puede ser bastante arrogante pero también sabe escuchar.
- No, no tengo problemas con Hinata.
- ¿Y que ha dicho su padre de vuestro compromiso?
- ¿Compromiso? No, no, no estamos comprometidos.
- Pues eso a lo mejor no le va a gustar mucho.
- Abuela, lo que tengo que decirte es importante.
- Mira que te pones serio... anda, vamos a sentarnos, mis huesos ya no son los de antes y además me canso fácilmente. Cuéntame que te pasa.
- Hace un mes más o menos vino a verme Baki, ya sabes, mi tutor.
- Ah, el bueno de Baki ¿Cómo se encuentra?
- Bien, está bien, supongo. El caso es que me llevó una caja, era de Yashamaru, por lo visto él pidió que la guardasen hasta que yo tuviera la edad suficiente.
- Si - contestó suspirando - Ahora recuerdo de la existencia de esa caja. Recuerdo que Yashamaru guardaba en ella cosas de tu madre y que cuando murió no la encontramos por ningún sitio. La estuvimos buscando, sobretodo tu padre, bueno, estuvo registrando toda la habitación de tu tío, decía que necesitaba encontrar pruebas... ya sabes que tu padre no se encontraba muy bien.
- La caja ha estado guardada en una caja fuerte. Dentro había cosas de mi madre...
La abuela Chiyo volvió a suspirar.
- ¿Qué cosas?
- Había una carta de mi tío en la que me decía que mi madre me quería, que siempre me quiso. Mi padre siempre me dijo que ella me odiaba porque le quité la salud ya desde que se quedó embarazada y que por mi culpa murió pero no, mi madre me quería. Había un cuaderno en el que ella escribió durante el embarazo, un cuaderno dirigido a mí, a su hijo... creo que sabía que algo no iba bien.
- Era un presentimiento que siempre tuvo. Yo le decía que eran nervios y que estaba asustada pero ella siempre insistía en que algo no iba bien - habló con voz triste Chiyo.
Gaara se quedó mirando a la abuela, cada vez estaba más convencido de que esa mujer sabía muchas cosas sobre su madre.
- Mi madre siempre me quiso y quería protegerme.
- Pues claro que sí, siempre te quiso. Yo estuve presente en su parto y recuerdo su alegría cuando te vio... eras tan pequeño e indefenso y ella quería protegerte de todo. Supongo que ya tienes edad para saber algunas cosas.
- ¿Cómo que cosas?
- Yo quería mucho a tu madre, también estuve presente cuando nacieron tus hermanos. Tu madre os quería mucho a los tres.
- Abuela... - Gaara se quitó el colgante que llevaba al cuello - En la caja había este colgante, por lo visto se lo regaló mi madre a Yashamaru.
- A ver... si, lo recuerdo. Para tu madre significaba mucho y se lo dio a tu tío poco antes de morir.
- ¿Era de mi madre? Quiero decir ¿Quién se lo regaló a ella?
Chiyo guardó silencio mientras miraba el colgante.
- Por detrás tiene unas iniciales.
Chiyo lo giró y de nuevo suspiró.
- ¿Sabes lo que significan?
- Supongo que tienes edad para saber algunas cosas... - repitió monótonamente.
- Significan algo... ¿verdad?
- Cuando nacieron Temari y Kankuro tu madre se deprimió bastante, es algo normal, suele pasar después del parto y eran dos y ella se sintió agobiada así que se marchó buscando un poco de tranquilidad.
- Si, eso ya lo se. A casa de sus padres.
- No, no eran sus padres, eran un matrimonio amigo de la familia, unas buenas personas.
- Y allí conoció a alguien ¿verdad?
- Fueron muy amables con tu madre, la ayudaron mucho. Ellos tenían un hijo, un joven amable y preocupado por cosas como el medio ambiente y la ecología, estaba lleno de ideales y tu madre empezó a interesarse por todo aquello y fue recuperándose.
- ¿Mi madre y él se enamoraron?
- ¿Por qué preguntas eso?
- El colgante lleva el kanji "amor".
- Supongo que fue fácil para él enamorarse de tu madre.
- ¿Y mi madre...?
- Tu padre fue a visitar a tu madre y se dio cuenta enseguida de que ese chico parecía enamorado de ella. Además tu padre se comportó un poco... bastante violento y amenazó a tu madre y él no dudó en defenderla.
- ¿Mi padre pegó a mi madre?
- No, no, eso no, solo se puso un poco exagerado, son los celos, a veces los celos nos ciegan y el chico también se puso celoso, así que tuvieron una discusión.
- ¿Tú lo viste?
- No, pero me lo contó tu madre. Tu padre regresó a vuestra casa, dolido, enfadado y tu madre le siguió al cabo de unas semanas. Estaba embarazada de nuevo.
- Abuela...
- Y supongo que sabes el resto, tu padre empezó a decir que estaba embarazada de aquel chico y su vida se convirtió en un verdadero infierno. Siempre he pensado que tu madre murió por culpa del mal embarazo que pasó, no se cuidaba y...
- Abuela, por favor, necesito que me lo digas.
- ¿El qué?
- Ya lo sabes. Estas siglas... ¿Qué significan?
Chiyo miró con los ojos llenos de lágrimas a Gaara.
- Creo que ya lo sabes, siempre has sido muy inteligente.
- Pero necesito que me lo digas ¿De quién era este colgante?
- De un joven, el hijo de unas personas buenas que querían a tu madre y la cuidaron como si fuese su hija.
- ¿Cómo se llamaba?
- Nagato Uzumaki.