Metió las manos en el agua caliente que salía a presión del grifo, era reconfortante. Esa era una de las razones por las que a Karin nunca le importaba fregar los vasos y las tazas a mano, por lo menos en invierno, le gustaba sentir el agua caliente en sus manos y notar como entraban en calor, era algo agradable hasta que la temperatura del agua aumentaba tanto que empezaba a quemar.
- ¿Por qué no usas el lavavajillas? - le preguntaba su padre mirándola de reojo mientas llenaba unas jarras de cerveza.
- Son solo cuatro vasos, no merece la pena poner el lavavajillas.
Como era habitual los sábados Karin ayudaba en la cafetería de sus padres, no es que le hiciera muchas gracia pero era el trato que había hecho con su madre, los sábados por la mañana ayudaría en la cafetería mientras ella iba a hacer la compra, a cambio de no trabajar fines de semana ni festivos por la tarde, a no ser que alguna causa de fuerza mayor como enfermedad o similar sucediese y fuese imprescindible su ayuda.
A Karin no le gustaba ayudar en la cafetería, no era un trabajo gratificante para ella, al contrario, la ponía muy nerviosa, siempre consideró que atender al público era horrible, había que servir para eso y tener paciencia y don de gentes, sobretodo en un bar donde te puede llegar cualquier clase de persona, a veces no en un estado muy sociable. Pero además hay estaba de peor humor que de costumbre, su padre lo notaba, además ya conocía lo suficiente a su hija como para saber que cuando se ponía a lavar vasos no era porque algo grave sucedía, algo que la había puesto muy nerviosa, Karin era así, cuando se estresaba necesitaba siempre hacer algo con las manos, algo que la entretuviese.
- Voy a la cocina - comentó a Karin - Tengo que preparar unas raciones, atiende tu si viene alguien.
- Como si pudiera no hacerlo - gruño por lo bajo esta.
El padre de Karin acababa de entrar en en la cocina para preparar esas raciones cuando oyó la voz de su mujer que ya regresaba de la compra, no entendía lo que estaban diciendo pero reconocía la voz de su mujer donde fuera.
- Ya estoy aquí - dijo su mujer entrando al cabo de unos minutos - ¿Qué tal todo?
- No está mal. Karin ha estado fregando vasos.
- Ya la he visto.
- ¿Qué es lo que le pasa? Cada vez que se pone a fregar a mano es que le pasa algo.
- Hombre no exageres ¿Qué estás haciendo?
- Han pedido unas raciones de pulpo para llevar. Vamos, dime ¿Tú sabes lo que le pasa?
- Sí. Ya ha recibo la carta que esperábamos.
- ¿Qué carta?
- Esa que esperamos desde hace dos años, esa que creíamos que no iba a llegar.
- ¿La citación del juzgado? - preguntó alarmado.
- Si, esa.
- ¿Después de dos años? Pues sí que es lenta la cosa ¿Y qué dice?
- Deja, ya termino yo el pulpo ¿Pues qué quieres que diga? De repente todos los recuerdos se le han venido encima.
- Con razón está de tan mal humor.
Fuera de la cocina, Karin regresaba detrás de la barra con una bandeja llena de vasos vacíos y se disponía a fregarlos cuando vio entrar a alguien conocido en la cafetería.
Era Tayuya, su compañera de clase, bueno, sería mejor decir "ex"-compañera, aunque claro, la veía todos los lunes y miércoles en los ensayos del coro, esa maldita representación musical que a los antiguos alumnos de 2-1 les había tocado y que la verdad, ahora que estaban mezclados con los de 2-2 veía un poco absurda, pero bueno, las cosas eran así.
Tayuya no le caía mal, tampoco bien, le era bastante indiferente, a pesar de que las dos estuvieron en "la ciudad de los muchachos", llamada coloquialmente "CM" creada por Orochimaru le era bastante indiferente, Tayuya solía frecuentar la compañía de Sakon, Ukon, Jirobo y todos esos y ella siempre había estado orbitando alrededor de Sasuke como un satélite, bueno, esos tiempo ya pasaron y ahora... ahora seguían sin hablarse demasiado.
La vio acercarse derecha hacia la barra, lo primero que recordó es que hace un par de años a Tayuya la cogieron robando en algunas tiendecillas y se alarmó pensando si había ido allí a robar, claro que solo le duró esa sospecha unos segundos, ya habían pasado años de aquello y no iba a ir a robar a la cafetería de una compañera de clase, sería absurdo, además llevaba una carpeta en las manos, quizás iba a repartir propaganda o algo así.
- Hola Karin - saludó al llegar a la barra.
- Hola, bienvenida ¿Quieres tomar algo?
- No, yo... ¿Tú trabajas aquí?
- Más o menos. Es la cafetería de mis padres.
- Ah, bueno es que yo vengo buscando a Kazuma Yagami.
- Es mi padre.
- Me manda la agencia de trabajo para una entrevista.
- ¿Agencia de trabajo? Bueno, espera un momento.
Tayuya vio como Karin desaparecía tras una puerta que había en un lateral y no tardaba en aparecer seguida e un hombre de unos 40 años, con el pelo corto y rojizo como ella.
- Hola, yo soy Kazuma Yagami.
- Encantada señor Yagami, me envía la agencia de trabajo.
- Claro, claro, ven, vamos a sentarnos, estaremos más cómodos.
Después de ver a su padre sentarse con Tayuya en una de las mesas más apartadas, Karin, en vista de que no había clientes sin atender y que los que estaban parecía que no iban a irse de inmediato, entró en la cocina donde su madre terminaba de preparar las raciones que les habían pedido.
- Ha venido una chica preguntando por papá.
- ¿De la agencia de trabajo?
- Si, eso ha dicho. Yo la conozco, es compañera mía.
- Ah mira que bien, así nos podrás decir cosas de ella.
- ¿Que hay que decir? ¿Cómo es que vais a contratar a una chica?
- A una chica o a un chico, eso nos da igual. Ayer ya vinieron otros dos.
- ¿Ah sí? ¿Y cómo es que yo no me he enterado? ¿Es que necesitamos ayuda?
- Pues sí, la necesitamos. Los fines de semana no nos viene mal un poco de ayuda y sabemos lo poco que a ti te gusta atender en la cafetería.
Karin se quedó guardando silencio mientras su madre metía las raciones de pulpo en unos envases de plástico y los cerraba con cuidado, fue en ese preciso momento cuando se dio cuenta de lo importante que eran sus padres para ella y de lo que la querían, se dio cuenta de todo lo que siempre hacían por ella y como la intentaban ayudar y la apoyaban. No podía pedir unos padres mejores y con más paciencia, incluso cuando tuvo aquella temporada de "rebelde" en la que se dejaba influir por Orochimaru y se apartó de su familia, ellos siguieron allí, para ella, no dejaron de apoyarla en ningún momento y cuando regresó la recibieron con los brazos abiertos.
Sus padres siempre pensaban antes en ella que en sí mismos y ahora con ese pequeño detalle lo confirmaban, preferían contratar a una persona antes de pedirle que hiciera algo que sabían que no le gustaba.
- Pero mamá, podíais habérmelo pedido a mí.
- No, no, no, tú tienes que estudiar y también salir un poco, no puedes pasarte los días metida en la cafetería.
- Pero esa chica va a mi instituto, ella...
- A ella le vamos a pagar, es distinto. Sabe lo que le espera y si no le gusta lo deja.
- Pero... mamá, tengo que decirte una cosa de esa chica.
- Si me vas a decir que está en el programa de rehabilitación de drogadictos te diré que ya lo sabemos.
- ¿En el programa de rehabilitación? Vaya, eso no lo sabía.
- Tu padre y yo ya nos hemos informado de todo. Hemos ido a la agencia de trabajo y hemos pedido que nos enviaran a chicos con informes favorables y que ya estén "limpios".
- No entiendo.
- Por contratar a personas rehabilitadas nos dan una subvención. Ya sabes, lo tienen difícil a la hora de encontrar trabajo, la gente no se fía de ellos.
- ¿Y vosotros si?
- Hija, todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Toma, lleva estas raciones, que las están esperando.
Karin volvió a guardar silencio. Eso de que todo el mundo merecía una segunda oportunidad iba por ella, al menos así lo sentía, a ella se la habían dado.
Estuvo viendo como su padre y Tayuya hablaban y después de lo que a ella se le hacía demasiado oyó como su padre la llamaba para decirle que avisara a su madre. La madre se unió a ellos y Karin cada vez les observaba con más curiosidad.
Por fin parece que la charla terminó y los tres se acercaron a la barra.
- Karin, te presento a Tayuya - declaró su padre - ella nos va a ayudar los fines de semana y los festivos por las tardes aquí, en la cafetería.
- Ya nos conocemos - contestó Karin - Vamos juntas al instituto.
- Es cierto, mejor así - añadió el padre - Voy a llamar a la agencia para decirles que no me envíen a nadie más, Tayuya parece muy cualificada y aunque no le hace falta, porque tiene 18 años, trae autorización de sus padres y todo.
- ¿Y cuándo quieres empezar? - preguntó la madre de Karin a Tayuya.
- Cuanto antes. Esta tarde, si les viene bien, no tengo otros planes.
- Pero necesita que antes la enseñemos algo - advirtió Karin.
- Es cierto - corroboró el padre - Y esta tarde a lo mejor no puedo hacerlo bien. Humh... ¿Podrías venir el lunes o el martes por la tarde? No creo que necesites mucho tiempo para acostumbrarte a esto.
- Sí, claro. El lunes tengo ensayo en el instituto pero puedo venir el martes.
- Papá, si quieres - intervino Karin - Yo me quedo esta tarde y se lo explico todo.
- ¿No habías quedado con tus amigos? - se interesó la madre.
- No importa, les digo que vengan aquí, tampoco habíamos hecho ningún tipo de planes ¿Tu puedes esta tarde, Tayuya?
- Si, si, incluso si quieren me quedo ahora que no hay mucha gente y... ¿O no se puede?
- Podíamos hacerlo como si fuera una prueba - propuso la madre - Para ver que tal lo hace y así ella ve si le gusta.
Después de debatir aquella idea durante unos minutos todos estuvieron de acuerdo en que era una buena solución, total, tampoco iban a perder demasiado y así los padres de Karin verían como se desenvolvía Tayuya, no había que olvidar que el trato al cliente era algo muy importante, cosa que preocupaba a Karin ya que, conociendo a Tayuya como la conocía, miedo le daba de que soltase alguna de sus "perlas" por la boca y también Tayuya descubriría si tenía paciencia o no.
Karin observaba como su padre iba explicándole todo a Tayuya. Para empezar le asombraba la tranquilidad que demostraba esa chica y también que fuera amable, educada y no soltase ninguna palabrota era algo que la tenía de lo más confundida. Por más que miraba y miraba no encontraba a la Tayuya que ella conocía por ningún sitio ¿Dónde estaba Tayuya? ¿Quién era esa chica y que había hecho con la malhablada de Tayuya? Bueno, al menos todo este tema le servía para olvidarse un poco de la desagradable carta que había recibido esa mañana.
También estaba asombrada con el tema de la rehabilitación. Sabía que Tayuya fumaba porros, lo había visto cuando iba a la CM lo que no sabía es que estuviera enganchada a cualquier otra cosa, bueno, o lo hubiera estado ¿habría sido a las pastillas o a la cocaína? a la heroína desde luego que no, de eso no tenía pintas y no era algo permitido por Orochimaru... qué cosa tan curiosa, Orochimaru proporcionaba pastillas pero no permitía la heroína... sería para no hacerle competencia.
Estaba ella dándole vueltas a todas esas cosas cuando entraron a la cafetería dos personas que llamaron su atención y la hicieron asombrarse aún más si pudiera ser.
Decidido: aquel sábado era "el sábado de las sorpresas".
Por la puerta habían entrado dos chicas muy conocidas por Karin, una con el pelo rosa y otra morena, de pelo perfectamente peinado y sonrisa bien falsa: Sakura y Kikyo ¿Pero qué hacían esas dos juntas? Karin sabía que a Ino se la veía ahora bastante con Stella y Kikyo y que Ino y Sakura eran muy amigas ¿Pero Sakura y Kikyo?
Tan extrañada como ella estaba Tayuya, ambas se miraron interrogantes, como diciéndose con la mirada que no se esperaban aquello.
- Karin - le habló su padre - Ve con Tayuya a atender a esas chicas para que vea como lo hacemos aquí.
Sakura y Kikyo se habían sentado la una frente a la otra en una de las mesas cerca de las ventanas, Karin puso dos vasos con agua en una bandeja y se acercó a la mesa seguida por Tayuya.
- Bienvenidas a la cafetería "Taka" - puso los vasos de agua en la mesa - ¿Saben ya lo que quieren tomar?
- Karin, bonita - empezó a hablar Kikyo - somos nosotras, no nos hables tan formal.
- Ya, ya lo sé pero es que estoy enseñando a Tayuya como debe atender las mesas y aquí a los clientes se les trata con respeto, aunque no se le merezcan.
- Bueno pero donde hay confianza da lo mismo ¿no?
- Bueno Tayuya - ignoró Karin a Kikyo - Así es como hay que hacerlo. Cuando hay confianza pues no pero tú me entiendes. Eso sí, siempre tienes que traer unos vasos con agua, es muy importante, por si quieren tienen sed para que beban mientras esperan.
- Por eso me gusta esta cafetería - añadió Sakura - Yo quiero un batido de fresa ¿Y tú, Kikyo?
- Lo que yo quiero no lo tienen en esta cafetería tan "working class", en fin, tráeme un zumo de granadina.
Karin suspiró y se mordió la lengua para no contestar algo inapropiado y apuntó el pedido en una pequeña libreta.
Volvió a la barra y nada más llegar soltó la libretita contra el mostrador.
- Joder Karin - gruñó Tayuya - No sé ni cómo has aguantado.
- No te creas que ha sido fácil pero la cosa es así, es lo malo de este trabajo, que tienes que poner buena cara aunque te entren ganas de echarlos a patadas - Karin sonrió - Tu sí que me has sorprendido, estaba empezando a pensar que no eras tú, no te reconozco sin tu vocabulario habitual y no te ofendas.
- No me ofendes, yo tampoco te reconozco sin pegar gritos y no siempre hablo con palabrotas, aunque no te lo creas en mi casa no digo ni una.
- ¿Ah no?
- Fuera soy más basta que un bocadillo de chapas, lo reconozco pero si en mi casa se me ocurre decir una mi madre me parte la boca.
Karin la miró intrigada, le resultaba de lo más raro imaginar a Tayuya en plan buena chica y sin decir palabrotas, claro que también es cierto que a veces actuamos en casa muy distinto a como nos comportamos con los amigos.
- Asombroso, no lo hubiera imaginado. Vamos a servirle a la señorita "glamur" su granadina, no vaya a ser que empiece a quejarse.
- ¿No te ha resultado raro ver a esas dos juntas?
- Un poco sí, pero no sé, Ino es amiga de Stella, se habrán asociado por proximidad.
Karin miró a Sakura, era curioso pero ya no le caía mal, ahora no sentía por ella ningún tipo de antipatía e incluso se planteaba porqué le caía tan mal... ah, era por Sasuke... Sasuke... si lo pensaba ahora sentía cierta empatía con ella, sería porque las dos terminaron dándose cuenta de que no eran realmente importantes para Sasuke... qué pena le daba, casi un poco de vergüenza recordar esa etapa suya, aunque ahora que lo pensaba Sasuke también había cambiado mucho.
"Las cosas tendrían que ser así" pensó "está claro que Sasuke no tenía que ser para mí, yo creí que era alguien especial, al principio... le debía todo pero..." El recuerdo de la carta que había recibido ese mismo día, una citación para un juicio la hizo ponerse repentinamente triste.
- ¿Te pasa algo? - preguntó Tayuya al verla quedarse quieta con la bandeja en la mano - Si quieres llevo yo la bebida a esas dos, eso puedo hacerlo.
- Vale - le pasó la bandeja - Gracias, creo que me he mareado, voy a sentarme un poco.
Desde la cocina la madre de Karin las observaba y suspiraba.
- No es justo que le toque pasar de nuevo por todo eso - murmuró.
...
Sakura tonta no era, puede que en los últimos años lo pareciera, puede que ir detrás de Sasuke le diera una imagen de boba que por otro lado se había ganado a pulso, vale, eso lo admitía, es cierto que a veces las apariencias y como nos comportamos crean una imagen nuestra que es la que ven los demás y que luego no es tan fácil de deshacer como parece, eso es lo que le pasaba a Sakura, la mayoría pensaban de ella que era tonta, superficial y hasta llorona por no decir que había quien la llamaba inútil y arrastrada y todo solo porque creía en el amor y se empeñaba en defenderlo, todo porque creía firmemente que estaba enamorada de Sasuke y se negaba a rendirse.
Sakura suspiraba, un poco tonta si que había sido, o quizás era más apropiado llamarla crédula o ingenua, se aferró a un amor adolescente y platónico, un poco egoístamente, lo reconocía, ya que no se le ocurrió pensar que el chico de sus sueños pudiera tener otras ideas para su futuro. Ahora se había cargado con la fama de tonta y mucho se temía que seguiría con ella hasta que se graduase y dejase el instituto.
Pero tonta no era y sabía deducir lo que había pasado, que tampoco era tan difícil. Cuando les sucedió a Sasori y a ella ese "accidente" se puso muy nerviosa, necesitaba contar lo que le había pasado, necesitaba hablar y nadie mejor que la amiga a la que siempre le contaba todo: Ino, además que era imperioso hablar con ella porque Ino la conocía como nadie y sabía siempre darle los ánimos que necesitaba para tranquilizarla... aunque en ese caso no había forma de tranquilizarla. Como Sakura tampoco era una persona irracional, después del ataque de histeria que le dio, podía comprender que Ino también se pusiese nerviosa y que en sus ganas de ayudarla buscase la solución donde pudiese. Podía comprender que, ahora que Stella y Kikyo eran su amigas, les comentase algo, Ino no era mala, ni chismosa, a veces también parecía algo superficial pero Ino era sobretodo una gran amiga y les había dicho que era para ella misma... Ino no tenía mala intención, simplemente pensó que podían ayudar y estaba en lo cierto porque Stella dijo que conseguiría esas pastillas, bueno, en realidad Stella podía pedírselas a Tobi, ella no se fiaba de Tobi pero estaba tan histérica que en esos momentos le daba igual hacer un pacto con quien fuera, aunque hubiese sido el mismo diablo.
Luego Ino le contó que al final habían sido Shikamaru y Akane quienes la ayudaron a conseguirlas y sinceramente se olvidó de Stella... y ahora resultaba que aunque Ino las consiguiese de otra forma al final Tobi se había visto implicado en el asunto y todo aquello que había contado Deidara de que ahora Stella le debía un favor a Tobi... uy que mal que le olía y que presentimiento más feo que tenía.
Por eso, porque no era tonta y sabía sumar dos y dos y relacionar las cosas ahora estaba allí, en la cafetería con Kikyo. Sabía que Ino no iba a decirle nada y no había conseguido localizar a Stella así que pensó que Kikyo, como amiga que era de Stella era una buena opción para enterarse de lo que pasaba.
- ¿Y para que me has llamado, Haruno? - preguntaba expectante Kikyo.
- Quería... - a ver como se lo decía sin parecer una cotilla.
El problema de Sakura era que a Kikyo la soportaba aún menos que a Stella, porque Stella era como era y no lo podía evitar y parecía entenderse con Ino e incluso a veces parecía sincera, lo mismo es que le caía bien Ino y todo, además ahora estaba como saliendo con Neji pero Kikyo le parecía una hipócrita, le daba la impresión de que lo suyo era todo fachada, que iba por la vida detrás de Stella, haciéndole la pelota y que no le gustaba Ino, que solo la soportaba porque Stella lo hacía.
- ¿Si? - insistía Kikyo - ¿Qué querías?
- Se trata de Stella - habló muy resulta - He oído decir que tiene problemas con Tobi.
- ¿Quién te ha dicho eso?
- No importa quién me lo haya dicho.
- ¿Ino?
- No, Ino no me ha dicho nada. Mi información ha llegado por otros lados.
Kikyo miró desconfiada a Sakura, tampoco a ella le caía bien la persona que tenía en frente, de hecho siempre la había considerado una verdadera boba y encima creída, siempre se había creído superior a los demás, siempre con esos aires de superioridad, así que no se fiaba mucho de ella y le molestaba sobremanera que por su culpa, por salvarla a ella el culo ahora Stella se hubiese metido en aquel lio.
- ¿Y a ti que más te da si Stella tiene problemas o no? - preguntó en tono impertinente.
- Es que... me han dicho que es por un tema de pastillas que Ino le pidió.
- No, Ino no le pidió nada, Stella se las ofreció porque es una buena persona y quería ayudarla.
- Entonces ¿Es por unas pastillas?
- Si, por una ridícula pastilla, una píldora del día después. Stella es así, siempre está ayudando a todo el mundo, Ino estaba medio histérica y Stella le pidió la condenada píldora a Tobi y ahora Tobi le dice que tiene que devolverle el favor.
- ¿Es que cuesta mucho?
- No, bueno no se, depende, pero no es dinero lo que pide. Lo que Tobi quiere es que le devuelva el favor ¿lo entiendes?
- No...
- Pareces tonta Haruno, pero mira pregúntaselo a tu amiga que es la que ha metido a Stella en ese lio.
- ¿Pero qué lio? ¿Qué es ese favor que tiene que devolverle Stella a Tobi?
- Pregúntaselo a tu amiga, ella debería ser quien se lo devolviera porque a fin de cuentas era para ella la píldora ¿o no? - la miró de reojo y con bastante malicia a juicio de Sakura - Si era para ella pues que pague, es lo justo.
Sakura bebió su batido completamente abstraída, pensando que en realidad la culpa era suya, fuera lo que fuese eso que quería Tobi pues era lógico que Stella no quisiera y claro, entendía que estuviese diciéndoselo a Ino... pobre Ino, debía sentirse fatal y muy agobiada con todo ese tema.
- Además - interrumpió sus pensamientos Kikyo - Que luego, tu amiga fue y consiguió la pastilla de otra forma y Stella ya la había pedido así que se quedó con la pastilla que no servía ya para nada y teniendo que pagar a Tobi.
Sakura empezaba a sentirse verdaderamente mal consigo misma, la idea de que había metido a Ino en un lio sin saberlo la empezaba a angustiar.
- Pero no entiendo por qué Tobi no se conforma con el dinero que costase y ya.
- Porque él hacía un favor ¿No lo entiendes? A Tobi el dinero le importa bastante poco, al menos el de una píldora... favor con favor se paga ¿Lo entiendes ya?
- Favor con favor se paga... - repitió mecánicamente en voz baja - ¿Y qué favor es ese? - preguntó ahora muy decidida.
Entendía que Stella tenía que hacer un favor a Tobi y que se había metido en ese lio por ayudar a Ino y que era lógico que quisiese que fuese Ino quien hiciese ese favor, lo que quería decir que ahora Ino estaba metida en un lio por su culpa, porque Ino lo que quería era ayudarla a ella y con todo lo que Ino tiene ahora encima, eso no era justo, nada justo ¿Pero por qué Ino no le ha contado nada? Era para ella la pastilla, en todo caso debería ser ella la que hiciese ese favor.
Kikyo sonrió, no lo podía evitar, era lo que esperaba, que esa pánfila se diera cuenta, porque ella sabía muy bien que era para Sakura esa pastilla y que era Sakura la que tenía que hacerlo, no Stella, ni siquiera Ino, Sakura. Además eso era perfecto, no entendía por qué Stella no le había dicho ya a Ino que lo solucionase la chica del pelo color de chicle, con lo fácil que era todo ¿Quien quería la pastilla? Tenía mucha prisa y estaba angustiada ¿no? pues que apechugue con las consecuencias.
- Dime que quiere Tobi que haga Stella.
- No es gran cosa, en realidad es una tontería pero a Stella no le apetece, aunque no te lo creas Stella nunca ha tomado nada de eso y como te puedes imaginar pues no quiere.
- ¿Pero qué es?
- Solo que pruebe una pastilla, es como tantas otras pastillas de Orochimaru, no tiene mucho misterio, creo que es como todas pero de efecto retardado o algo así y Tobi quiere que alguien la pruebe, alguien que no sea de la banda de Kabuto.
- ¿Droga? - preguntó con miedo - ¿Pero qué tiene que ver Tobi con Orochimaru?
- Con Orochimaru nada pero por lo visto con Kabuto si... no sé, no estoy muy al tanto pero según Stella es una de tantas pastillas.
- No entiendo nada.
- Bueno pues ve y pregúntale a Tobi, a lo mejor él te lo explica, yo te he contado lo que se.
Pues tendría que hablar con Tobi porque entender no entendía nada.
...
Shikamaru terminaba de avivar el fuego en la chimenea del refugio, por suerte durante el otoño habían almacenado bastante leña, siempre era bueno tener la leñera llena por si sucedía alguna eventualidad y alguien se perdía o vete tú a saber qué y necesitaba usar el refugio, eso o que a una embarazada le diese por pasar allí un día, solo por gusto, que por lo visto también podía pasar.
La despensa también estaba bien surtida de latas de conserva y paquetes de comida no perecedera aunque su madre había preparado varias tarteras con comida y les había metido una botella de leche.
El refugio era pequeño, una sola habitación que tenía que servir para todo, comedor, cocina y dormitorio, el asunto del aseo personal ya era otro tema... ¿pero qué capricho le había dado a Akane con pasar el día con todas esas incomodidades? Desde luego que las mujeres tienen una idea del romanticismo de lo más problemática.
Había abierto las dos ventanas que tenía el refugio para que se airease y ahora entraba bastante frio a través de ellas. Se acercó a cerrar una de ellas y miró fuera, nevaba, no era una nevada muy intensa pero si caían copos y allí fuera estaba Akane, mirando vete tú a saber qué.
Cerró las ventanas, había llegado el momento de hablar con Akane. En su mente analítica Shikamaru había barajado todas las posibilidades que tenía, había analizado a conciencia los posibles momentos que había para hablar con ella, había tenido en cuenta todas las variaciones, cada momento había sido estudiado a su vez con precisión y había tenido en cuenta todas las reacciones que Akane podía tener.
De todos los momentos que valoró en su mente como óptimos para iniciar esa conversación ese parecía el mejor. Ahora estaba alegre y entusiasmada con todo eso, nevaba, había volado en helicóptero y aún le duraba el subidón de adrenalina, se había quedado fascinada por el paisaje, el refugio le había parecido una monada y la chimenea lo más ideal del mundo. Estaba de tan buen humor que incluso no había protestado cuando le dijo que mejor esperase fuera a que él limpiase un poco para que no respirase el polvo acumulado.
Lo había valorado todo, cosas a favor y en contra y también cada una de las reacciones que podía tener Akane, en su cerebro no había dejado ni un detalle sin tener en cuenta. Así que, ese era el momento.
Antes de salir repasó de nuevo mentalmente toda su estrategia y cada uno de los comportamientos que él debería tener ante distintas reacciones de Akane ¿Tenía todos los movimientos planeados como si fuera una partida de ajedrez? Los tenía, así que... a jugar.
Akane estaba de espaldas al refugio mirándolo todo con atención y sintiéndose un poco pequeña ante aquel paisaje. Se había quitado el abrigo y lo tenía cogido con una mano aunque el gorro y la bufanda los seguía teniendo en su sitio. Oyó las pisadas de Shikamaru acercándose a ella.
- ¿Ya has terminado? - se giró para preguntarle - ¡Todo esto es precioso! ¿Has visto que bonito?
- ¿Por qué te has quitado el abrigo?
- No hace tanto frio y me estaba agobiando un poco, no podía moverme.
- Te vas a resfriar y no quiero que te mis renacuajos tengan que sufrir por tu cabezonería.
- No me voy a resfriar. Pero bueno, me lo pongo, para que veas que obediente soy.
Y así lo hizo mientras volvía a girarse, aunque sin abrochárselo. Shikamaru llegó hasta donde estaba ella y se detuvo justo detrás, suavemente puso las manos en su tripa mientras recordaba que la abuela había dicho que tenía una barriguita ya muy bonita y que se le notaba como le iba cambiando. Sin darse cuenta, como llevado por un movimiento reflejo acercó su nariz al cuello de Akane y olisqueó, no lo podía evitar ese aroma era adictivo, una mezcla de algo dulce y agrio, un olor que no podía dejar de oler y le hacía olvidar sus pensamientos. Dio un pequeño beso en el cuello de Akane mientras pasaba las manos por la tripita.
- ¿Te gusta? - susurró en su oído.
- ¿El qué? ¿Los mimos que me haces o el sitio?
- Las dos cosas.
- Sí que me gustan, si - Akane puso sus manos sobre las de Shikamaru.
- Tienes las manos heladas.
Iba a cogérselas para darle calor cuando sintió algo que le golpeaba una de las suyas desde el interior de Akane.
- ¿Lo has notado? - preguntó Akane.
- Creo que le caigo mal y quiere que deje de tocar a su mamá, va a ser un niño muy posesivo, ya lo verás.
- No, solo es que supongo que nota la presión y...
- Y no quiere que te toque, siempre me hace lo mismo, sin embargo Shikami es mucho más amable conmigo.
- Eso es porque no la notas cuando le da por moverse. Oye, tenemos que ir pensando en el nombre del niño, creo que dentro de poco van a empezar a oír y si a la niña la llamamos por su nombre y a él no lo mismo cree que le discriminamos.
- No creo que la cosa funcione así - sonrió y volvió a pegar la nariz al cuello de Akane - Hasta la fecha nadie ha contado que sus traumas se deben a que cuando era un feto su hermano gemelo tenia nombre y él no.
- Ah, ah, vete tú a saber y no te rías, tu eres peor, tú piensas que si tenemos relaciones sexuales van a darte patadas en el pito.
- Yo no he dicho eso pero mira, viendo lo agresivo que es este niño conmigo, no me extrañaría.
- ¡Ahhhh! He traído una cosa que te va a gustar ¿Podemos entrar ya en el refugio?
- ¿No quieres dar un paseo?
- No, no, eso luego, ven vamos.
Akane le cogió de la mano y caminó delante hasta entrar en el refugio.
- Siéntate un momento y cierra los ojos.
- ¿Para qué? ¿Qué ve vas a hacer?
- Nada malo, nada malo, mira, mejor te los tapo con la bufanda, siéntate.
- Vale, vale, pero espero que no sea que te vas a poner en ropa interior sexy o algo así.
No sabía por qué de pronto la imagen de Akane vestida con alguna prenda provocativa se había colado en su imaginación... que problemático que era eso.
- Calla y espera, es algo que tu madre me ha dicho que te gusta.
- ¿Mi madre? Pues entonces no debe ser nada muy raro.
El refugio tenía pocos muebles, los mas imprescindibles, la cocina de leña, un par de armarios, una mesa y un par de sillas y poco más pero eso sí, tenía un sofá algo viejo del que Shikamaru había estado sacudiendo el polvo y cubriendo con una especie de sábana, situado enfrente de la chimenea. Shikamaru se sentó en él y dejó que Akane le vendase los ojos.
- Ya está, no ves nada ¿verdad?
- No veo nada.
- Ah, bien, bien.
Oyó los pasos de Akane por el refugio y luego notó como se sentaba a su lado en el sofá. Más bien se había puesto de rodillas y riéndose para ella misma abría un tubo de leche condensada.
- Abre la boca un poquito.
Sorbió un poco del tubo y sin tragarse la leche se apoderó rápidamente de los labios de Shikamaru que, sorprendido no supo reaccionar hasta pasados unos segundos.
Cuando se separó de él un pequeño hilo de leche condensada quedó como flotando entre los dos labios. Shikamaru se quitó la bufanda que le cubría los labios.
- ¿Qué...?
- Me lo ha dicho tu madre, dice que el dulce no te gusta pero la leche condensada si, que es lo único que te gusta.
Shikamaru notó que no era capaz de pensar una frase completa, de repente sentía demasiado acaloramiento interno, entre el sabor dulce de la leche, ese beso inesperado y completamente lujurioso y el olor de Akane empezó a pensar que le consumían.
- ¿Para que...?
- Bueno, tu eres muy listo, utiliza tu imaginación y averigua como puedes disfrutar de esto de forma más creativa - sonrió completamente maliciosa Akane mientras se ponía de pie.
Adiós a toda la bien calculada estrategia de Shikamaru, parecía que no, ahora no estaba para darle ninguna noticia.
- Necesito aire - dijo con dificultad y tratando de vocalizar, mientras se levantaba e intentaba que no se notara que ya se le habían ocurrido muchas formas de disfrutar de ese dulce - Vamos a dar una vuelta.
Casi salió corriendo del refugio y Akane le siguió satisfecha, algo había conseguido aunque ese chico era realmente duro... bueno, quedaba mucho día por delante y el perfume tendría cada vez más efecto.