sábado, 13 de septiembre de 2014

202. Prométeme que te cuidarás

- Deidara – hablaba Konan con pena mientras sujetaba con ambas manos un jersey de lana de color verde – Te meto este jersey en la mochila.
- Ese… es el jersey de Pain – contestó Deidara también con pena la verlo.
- En casa de la abuela Chiyo hace mucho frio, seguro que nieva y este jersey es muy…
De nuevo las lágrimas volvían a aparecer en los ojos de Konan. Las lágrimas y esa pena inmensa y profunda que parecía aprisionarla.
- No te has deshecho aún de todas las cosas de Yahiko.
- No puedo. Es que me da la sensación de que… ya está, ahí se acaba todo, todas su vida resulta que no es nada… prefiero que tú te quedes con este jersey.
- Pero si yo me lo pongo y tú me ves te recordaré a Yahiko y eso será más doloroso para ti.
- No – Konan negó con la cabeza – Él era… era tan generoso, le gustaba… ¿Te acuerdas? En cuanto alguien necesitaba algo él se lo prestaba.
- Me acuerdo. Y también me acuerdo de este jersey.
- Llévatelo, te traerá suerte y te dará valor. Cuando te lo pongas acuérdate de que quería que dejases las drogas y eso te infundirá valor.
- Konan… no… no quiero irme. Quiero quedarme contigo ¿Por qué tengo que irme? Yo estoy bien aquí, estoy haciendo todo lo que me dicen.
- Ya te lo dije, tengo que ir al instituto y Sasori también; no podemos perder más clases.
- Pero yo me quedaré en casa, no saldré, te lo prometo, enciérrame si quieres.
- No es eso Deidara, ya que ayer llamé a la abuela Chiyo y ella ha venido tan pronto pues… tienes que ir con ella, ella tiene razón, fíjate a Sasori que bien le vino pasar esa temporada en su casa, ella te cuidará, ya sabe lo que es esto, ya tiene práctica.
- Sí que se ha dado prisa en venir, sí. Parece que la hubieran disparado con un cañón – intentó bromear.
- Ella te quiere mucho… también quería mucho a Yahiko – suspiró.
- Pero yo quiero quedarme contigo. No quiero dejarte sola.
- No estaré sola, estoy con Sasori. Deidara, la abuela Chiyo ha hecho un esfuerzo tremendo y ha venido en cuanto la avisé ¿Te das cuenta de cuanto le importas? Solo se lo dije y no pensó en nada más, cogió sus cosas, dejó todo y vino a por ti… es lo mejor porque yo no puedo estar pendiente de ti y estudiar. Iré a verte mañana mismo y también en las vacaciones.
- ¿Y por qué no me voy mañana? No entiendo las prisas de la abuela.
- Bueno mira, ya ha venido y ya está. Yo tampoco quería que corriese tanto pero lo ha hecho. Venga, vamos a terminar la maleta y no te preocupes, se te olvidas algo mañana te lo llevaré.
A Deidara no le gustaba la idea de irse y dejar sola a Konan, no quería irse de allí pero había prometido que dejaría las drogas y que haría todo lo que Konan le pidiese, así que, se iría, aunque le molestaba, había intentado convencer a Konan pero como no lo lograba era la hora de dejar de lamentarse como un niño chico.
- Deidara – volvió a hablar Konan con pena mientras metía otro jersey en la maleta – Yo… ayer recordé una obra de teatro de fui a ver con Yahiko. Eran dos amigos y uno de ellos se metía en la droga y… terminaba suicidándose.
- ¿Por qué dices eso, Konan? ¿Es que crees que voy a suicidarme? Nunca lo haría, soy un tonto por tomar tanta mierdas como he tomado pero…
- Lo que pasa es que no soportaría que a ti te pasara algo… no soportaría perderte a ti también… por favor, prométeme que vas a estar bien y que no me vas a dejar.
Deidara soltó lo que tenía en las manos y se apresuró a abrazar a Konan.
- Nunca, nunca te dejaré, ya lo verás, voy a superar todo esto, te lo prometo, lo haré por Pain y por ti.
- No quiero perder a nadie más.
- Vale – dijo separándola un poco de él y mirando fijamente a sus ojos – Iré con la abuela Chiyo, iré a un hospital o a donde me mandes pero no te vas a librar de mí, ya lo verás.
Konan sonrió y en ese momento unos golpes sonaron en la puerta.
- Debe ser la abuela Chiyo que viene a recogerte. Venga, termina de meter las cosas.
- Si, si ya está casi todo.
- Hola abuela – saludó al abrir la puerta – Pasa, pasa, Deidara ya está listo.
- ¿Cómo vamos a ir hasta tu casa, abuela? – se interesó Deidara mientras cerraba su maleta.
- En el hotel me han pedido un taxi que nos va a llevar hasta la estación. Dentro de una hora sale un tren hasta el pueblo y desde allí ya encontraremos alguna forma de ir, ya lo verás.
- ¿Y por qué no vamos andando a la estación? El taxi va a salir muy caro.
- Ay hijo, mis piernas ya no son las de antes ¿Estás listo?
- Sí. Todo listo. Adiós Konan. Te espero mañana.
- Adiós Deidara – se acercó y le besó la mejilla – No des guerra a la abuela.
- Me voy a portar tan bien que ni se enterara de que estoy.
- No te preocupes, bonita, le tengo preparadas muchas actividades, hasta le he dicho a mi hermano que busque un torno de alfarero que tenemos por algún sitio.
- ¿Un torno de alfarero?
- A ti te gusta la cerámica ¿no? Pues ya verás, vamos a hacer unos bonitos jarrones y a lo mejor hasta los vendemos y todo. Adiós Konan, estudia, descansa y no te preocupes de nada. Me hubiese gustado despedirme de mi nieto pero da igual, dile que se acuerde un poco de su abuela y me llame de vez en cuando.
- Se lo diré. Que tengáis buen viaje. Cuida a la abuela, Deidara y prométeme que te cuidarás.
- Lo haré – sonrió.
Después de perderlos de vista Konan cerró la puerta y apoyó la cabeza contra ella.
- Ya estamos solos otra vez, Yahiko – suspiró – Yo no estoy preocupada, estoy segura de que Deidara lo va a conseguir – cogió unas galletas de encima de la mesa y las llevó hasta una balda de madera colgada en la pared y sobre la que había una foto de Pain y un palillo de incienso encendido – Toma, son tus favoritas. Apago el incienso para que no haya accidentes. Cuando vuelva te contaré como ha ido el día, ya sabes que Sakura vuelve hoy al instituto, me ha llamado y quiere que la acompañe; espero que eso signifique que las cosas con Sasori mejorarán.
Sumire llegaba casi corriendo al lugar donde había quedado con Jisei, al lado de una pequeña fuente que en invierno solía no tener agua para evitar que con las bajas temperaturas esta se helase. Jisei estaba entretenida manipulando algo que parecía muy pequeño y que sujetaba con los dedos.
- No corras que te vas a caer – dijo sin levantar la vista del pequeño objeto.
- Jo, qué poca fe tenéis en mí, ni que siempre me estuviese cayendo, bueno, a lo mejor sí que me caigo un poco ¿Qué haces?
- Fabrico un exclusivo objeto para atraer la mala suerte.
- Y luego dicen que yo soy la que está loca y dice cosas sin sentido.
- Pero no es para que me de mala suerte a mí. Pienso utilizarlo en otra persona.
- ¿Vas a maldecir a alguien? – gritó con insospechado entusiasmo - ¡Ay yo quiero ver como lo haces!
- No, no voy a maldecir a nadie. Solo voy a cooperar con el karma para que reciba su merecido.
- Ahhhhhh – Sumire pareció meditar unos segundos - ¿A quién dices que vas a maldecir?
- A Kikyo. Pero se va a maldecir ella sola, yo solo voy a aprovechar lo supersticiosa que es.
- ¿Y qué te ha hecho Kikyo exactamente para merecer tu mal de ojo?
- Dice Shikamaru que ella fue quien le dio la droga a Sakura. Esa es la conclusión a la que llegamos tras analizar lo que pasó.
- Ah bueno, pues si Shikamaru lo dice probablemente sea así. Yo también la he considerado muy sospechosa en todo esto.
- ¿Tú? ¿Y qué te hace sospechar a ti?
- Una también tiene sus fuentes de información.
- Tobi.
- Tobi me ha dicho que un día antes de lo que pasó Kikyo pidió que le consiguiese una pastilla alucinógena para su hermano, creo, pero que Tobi le dijo que no y entonces Kikyo se la pidió a Kabuto.
- Tobi sabe mucho de este asunto, más de lo que creemos. Habría que hablar con él. ¿Qué te parece? – mostró el pequeño objeto a Sumire.
- Me parece un pendiente roto, como pisoteado ¿Es que te lo has encontrado?
- No, lo he hecho yo y está bien que parezca pisoteado, esto se supone que debe dar el pego y que Kikyo crea que es un piercing de Pain.
- ¿Y eso?
- Es porque Kikyo es muy supersticiosa y si consigo que crea que ha pisado uno de los piercings de Pain pensará que ha atraído a la mala suerte.
- No te entiendo.
- El poder de la sugestión es muy fuerte. Si una persona se convence a si mismo de que ha hecho algo que le va a traer mala suerte pues atraerá la mala suerte. Es así.
- Me da a mí que a ti te cae un poquito mal Kikyo.
- Me cae bastante mal. Ahora solo falta que Konan nos quiera seguir la corriente.
- ¿Y desde cuando te cae mal Kikyo?
- Desde hace muchos años. Es un mal bicho.
- O sea que lo tuyo viene ya de atrás.
- Pues sí. Ella fue la primera persona que me hizo daño, mi primer desengaño.
- ¿Tu primer desengaño? – gritó alarmada - ¿No me digas que tú y Kikyo fuisteis novias?
- ¿Pero qué dices, loca? Pues sí, lo único que me faltaba. Lo que pasa es que éramos amigas y me defraudó, me sentí abandonada y utilizada por ella, creí que éramos buenas amigas y que nos teníamos cariño pero que va, lo único que quería era utilizarme para no estar sola… maldita falsa.
- Uh, sí que estás dolida, sí.
- La verdad es que nunca he tenido un desengaño amoroso pero creo que debe sentirse tan mal como cuando te sientes traicionada por una amiga.
- En el fondo es lo mismo – reflexionó Sumire – Se trata de que das tu confianza a alguien y te falla, de que creías a una persona y te utilizó, llámalo desengaño amoroso o amistad traicionada, es lo mismo.
- Si, supongo que sí, que se resume en eso.
- O sea que Kikyo te puso los cuernos ¿Con quién?
- No me puso los cuernos… o si… quizás todo se resume en una infidelidad a la amistad… pues me abandonó por una amiga más rica, más fashion y más americana que yo.
- ¿Stella?
- Yo era una mierdecilla comparada con ella. De pronto resultó que conmigo se aburría horrores y su vida era súper amargada por mi culpa.
- Fíjate tú que cosas, ahora es Stella la que está empezando a serle infiel a ella con nosotros.
- Es el karma, ya te lo dije. Por eso ahora quiero que sufra un poco por el mal que le ha hecho a Sakura.
- ¿Y si la denunciamos o algo de eso?
- No tenemos pruebas, solo nuestras suposiciones… no, no serviría de nada; quizás para que nos acusase de… vete tú a saber que, algo se le ocurriría.
- Sí. Eso es cierto. Oye Jisei ¿Y por qué eras amiga de Kikyo? Es que se me hace muy raro que fuerais amigas.
- Pues porque somos familia y nuestras madres se empeñaron en que fuésemos juntas a todas partes, no apuntaron juntas al colegio, a baile… siempre estábamos juntas.
.- ¿Erais familia como si fueseis primas?
- No me gusta reconocerlo pero… algo así. Mi padre es hermano de su abuela, o sea, que su abuela es mi tía, vamos que yo soy prima de su padre, lo que la convierte a ella en una sobrina-prima.
- No te he entendido nada.
- No me extraña. Da igual. Sus padres se mudaron a Konoha y venían mucho por mi casa, claro, eso fue antes de que les fuese bien en los negocios y mis padres y yo nos convirtiéramos en los pobretones de la familia.
- Es igual, Jisei, no te esfuerces porque no lo voy a entender. En resumen la cosa es que sois parientes.
- La verdad es que no sé por qué me dolió tanto su traición si era una egoísta que solo pensaba en sí misma, era ella, ella y ella ante todo – sacó un pañuelo de su bolsillo y con cuidado puso la imitación de piercing aplastado sobre él, cubriéndolo, para luego guardarlo de nuevo en el bolsillo. Siempre fue un mal bicho, tampoco sé por qué me extrañó… creo que tenía la esperanza de que yo fuera importante para ella, que me apreciase, pero no ¿Pero sabes que gracias a lo mal bicho que siempre fue yo me hice amiga de Akane y Ryuko?
- Seguro que Akane se pegó con ella – bromeó.
- No, pero casi, estuvo a puntito.
- ¿Ah sí? Cuenta, cuéntame esa historia.
- Mira, por ahí están Sakura y Konan. Vamos a acercarnos a ver como se encuentran.
- Pero oye, cuéntame esa historia.
- Luego le dices a Ryuko que te la cuente. Ella se acuerda de todos los detalles y es más dramática y teatral contando las cosas ¡Sakura! ¡Konan!
- Pues claro que lo haré. Me da alegría que Sakura se haya decidido a volver al instituto. Eso querrá decir que se siente mejor.
- Su aura parece un poco más calmada, aunque está bastante nerviosa.
- Hola chicas – las saludó Sakura.
- ¡Sakura! – Sumire prácticamente se lanzó a abrazar a su compañera - ¿Ya estás bien? Te hemos echado mucho de menos.
- Ya estoy mejor, gracias Sumire.
- ¿Y tú, Konan? – intervino Jisei - ¿Cómo estás tú? Te noto como intranquila.
- Es que ayer llamé a la abuela Chiyo para decirle que necesitaba ayuda con lo de Deidara y preguntarle si podía ir a pasar unos días a su casa porque Sasori y yo pues no podíamos atenderle bien y anoche se presentó en mi apartamento y hoy mismo se lleva a Deidara a su casa.
- Sí que es rápida la abuela – comentó Sumire.
- La abuela nos quiere mucho y está deseando que le pidamos ayuda.
- ¿Y hoy mismo se va Deidara a su casa? – curioseó Sumire.
- Como que ya deben estar en la estación esperando el tren. Sé que es lo mejor para él pero me siento un poco triste.
- Eso es porque te sientes solita – afirmó Sumire.
- Me siento muy sola.
- ¿Hiciste eso que te sugerí? – preguntó esta vez Jisei.
- Ay sí, sí que lo he hecho. He hecho un pequeño altar para Yahiko, es muy pequeño pero tenías razón, no se explicarlo pero… consuela, es extraño pero consuela.
- ¿Es para venerar a Pain como si fuese un antepasado tuyo? – cuestiono Sumire.
- Es para dar consuelo al alma – contestó Jisei – De alguna forma hace que Konan sienta que no se ha ido, que una parte de él sigue a su lado. El miedo que tiene Konan es el de olvidar a Pain porque olvidarlo es como si nunca existiera, si nadie le recuerda es cuando uno muere de verdad.
- Pero Konan nunca olvidará a Pain ¿a qué no?
- No lo haré, nunca le olvidaré pero no puedo evitar el paso del tiempo y que la vida continúe y yo tengo que seguir viviendo aunque a veces no quiera. Para mi esta vida se ha convertido en algo que tengo que vivir a la fuerza, en el tiempo que me queda para reunirme con él.
- Bueno, bueno, bueno – habló en tono alto y apresurado Sumire – Esto se está poniendo muy triste, vamos a animarnos.
- Te quiero enseñar una cosa – intervino Jisei sacando el pañuelo de su bolsillo y desdoblándolo - ¿Crees que esto puede parecer uno de los piercings de Pain?
- ¿Dónde lo has encontrado? – Konan lo cogió con malo temblorosa – Ah, no, no es un piercing.
- Lo he hecho yo ¿Crees que puede dar el pego?
- Por supuesto que sí.
- Yo también creía que era un piercing de Pain – afirmó Sakura.
- Es que vamos a maldecir a Kikyo – declaró triunfante Sumire.
- ¿Vais a maldecir a Kikyo? – repitió Sakura.
- ¿Con un piercing falso de Pain? – interrogó Konan.
Jisei volvió a contar su teoría de que la mala suerte es atraída por la gente que cree en el mala suerte, o más específicamente, esa gente suele creer que cualquier contrariedad que les suceda es debido a su mala suerte y por lo general magnifican todo lo que les pasa.
- ¿Y por qué quieres que Kikyo crea que ha atraído a la mala suerte? – preguntó Sakura.
- Porque es un mal bicho y se merece asustarse un poco – contestó Jisei.
De nuevo Jisei y Konan explicaron a Sakura toda la teoría que tenían sobre que había sido Kikyo quien le dio las malditas drogas que la pusieron tan mal y que no solo era una ligera sospecha, sino una teoría muy bien fundamentada por Shikamaru y Shino y además tenían las dudas de Stella.
Sakura se quedó mirando fijamente el pequeño y falso piercing.
- Que hija de puta – gruñó entre dientes – Yo la mato.
- Uh que mal rollo – comentó en voz baja Sumire – Lo mismo no teníamos que haberle dicho nada.
- Sí, claro – habló en voz alta y visiblemente molesta Sakura – Y entonces voy y sigo yo en la inopia ¿Y pensar que llegué a creerme que me drogué yo sola? ¡Y también culpé a Sasori! Yo la mato, a ella y a Kabuto.
- Creo que no fue buena idea decírselo – volvió a comentar Sumire.
- No, a Sakura no hay que decirle nada, mejor que siga siendo una tonta ignorante.
- Sakura, no te pongas nerviosa – habló Jisei – Se te están bloqueando los chacras.
- ¿Qué chacras? – casi gritó.
- Los que dejan salir tu energía, los estás bloqueando y eso no es bueno.
- Mira Jisei no me vengas ahora con tus cosas místicas. Ayudarme a buscar a Kikyo que tengo que decirlo un par de cositas.
- ¿Y no sería mejor que antes nos asegurásemos de que ella es la culpable? – sugirió Konan.
- Ah claro, pienso asegurarme. Primero le retuerzo los brazos hasta que me diga que me drogó y luego vamos al hospital, las dos, porque van a tener que extraer mi puño de su esófago.
- Que barbaridad – comentó de nuevo Sumire – Que miedo.
- Vale Sakura – Jisei habló delante de ella impidiéndole que avanzase – Hemos hecho mal el decírtelo pero cálmate, la venganza no es buena para nada.
- No – añadió Sumire – Mata el alma y la envenena.
- De todas formas – habló ahora Konan – Si lo que quieres es vengarte es mejor que te calmes. Recuerda que la venganza es un plato que se sirve frio.
- Para eso tiene Jisei el plan de maldecirla – continuó hablando Sumiré - Venga, vamos a planearlo todo, va a ser muy divertido.
- Y luego la mato – concluyó Sakura.
- Mendokuseeeeei – se quejaba Shikamaru mirando con el ceño fruncido a Jisei en la puerta del instituto- ¿Por qué se lo habéis dicho a Sakura?
- Porque tiene derecho a saberlo y porque lo iba a averiguar de todas formas ¿O crees que Sakura es tonta y no terminaría por atar cabos?
Shikamaru suspiró, Jisei tenía razón, Sakura no tardaría mucho en darse cuenta, había demasiados cabos sueltos. Miró a su alrededor, Sumire estaba un poco alejada hablando con Kankuro y por los gesto que hacía parecía muy emocionada. Chouji y Ryuko hablaban con Sakura y Konan.
- ¿Qué es lo que estás planeando, Jisei? Si Sakura habla con Kikyo va a ponerla sobre aviso y a mí me gustaría pillarla con la guarda baja. Recuerda que Kabuto está en todo este lio y Kabuto es muy listo y muy manipulador. No nos viene bien que acuda a él.
- Y a su vez ponga en sobre aviso a Kabuto.
- Eso mismo.
- Hemos convencido a Sakura para que no haga nada. Y no ha sido fácil pero ya verás que tenemos un plan y va a ser muy divertido.
- ¡Jisei! – Sumire llegó corriendo hasta ellos - ¡Ya viene Kikyo! ¿Lo hacemos ahora?
- ¿Qué vais a hacer? – se interesó Shikamaru.
- No veo por qué no podemos hacerlo ahora. Es un buen momento – contestó Jisei.
- ¿Qué es lo que vais a hacer?
- Nada grave, ni malo, no te asustes. Anda Sumi, dile a Konan que comienza la "operación mala suerte".
- Espera – interrumpió Shikamaru - ¿Qué es lo que vais a hacer? – repitió.
- Que no te preocupes, que está todo controlado.
- Jisei – ahora fue Chouji el que se acercó a ellos – Que he tenido una idea para ayudaros.
- ¿Tú también Chouji? – se alarmó Shikamaru.
- ¿Tienes algo suelto, Ryu? Luego te lo devuelvo. Es para la máquina de dentro.
- ¿No es muy pronto para empezar a comer, incluso para ti? – Shikamaru le miró fijamente.
- No, no es pronto. Voy a comprarme algo bien grasiento y pringoso.
- ¿Se puede saber que pretendéis? – volvía a preguntar Shikamaru.
- Ah, ya sé por dónde vas – Jisei le guiñó un ojo – Buena idea.
- Ven, Ryu, vamos a sacar algo.
Shikamaru volvió a mirar a su alrededor. Jisei se acercaba ahora a Konan, Sumire parecía estar a punto de estallar de hiperactividad, Kankuro hablaba con Shiho y Lee y este último hacía un gesto de aprobación, Ten-Ten y Kiba también parecían contarle algo a Shino… no cabía duda de que algo estaba pasando y fuera lo que fuera ya se enteraría, ahora tenía que aprovechar para ir a su aula antes de que comenzaran las clases y terminar unos esquemas.
- Ya está ahí – decía nerviosa Sumire a Jisei - ¡Ah! ¿Pero mira con quién viene?
- Será guarra – habló con desprecio Sakura – Anda que ha tardado en engancharse al cuello de Sasori.
Kikyo venía caminando al lado de Sasori, algo que llamaba la atención de la mayoría de los alumnos.
- ¡Que cacho zorra! – exclamó Sumire.
- Ya sabía yo que me iba a llevar alguna sorpresa pero vamos ¿Será pendeja? Yo es que la mato.
- Relájate, Sakura, relájate – le aconsejó Konan.
- Yo la mato – repitió entre dientes viendo a Kikyo y Sasori cada vez más cerca – Nadie puede quitarme este capricho.
- Hola Sakura – Sasori, que no había dejado de mirarla desde que había notado su presencia, se detuvo a unos pasos de ella – No sabía que hoy ibas a venir.
- Hola Sasori – contestó nerviosa Sakura – Es que lo he pensado de pronto.
Era un momento muy incómodo. Los dos estaban deseando volver a verse, tenían muchas cosas que decirse, ambos querían abrazarse y sentirse de nuevo juntos pero se habían quedado petrificados, sin saber reaccionar. Sasori no esperaba encontrarse a Sakura y menos que le viera con Kikyo, no es que a él le importase Kikyo pero la chica había ido a buscarle, decía que le encontraba desanimado y se había empeñado en que fueran juntos y Sasori no había sabido como decirle que no porque no tenía ganas de buscar una excusa y tampoco de ser directo, total ¿a él que más le daba? Pero ahora…
Sakura sabía que iba a encontrarse con Sasori y estaba deseando verle. Con el tema de Kikyo parecía habérsele ido un poco de la cabeza por eso cuando le vio sintió como el corazón le daba un vuelco, un vuelco enorme al verle al lado de Kikyo… eso sí que no se lo esperaba ¡anda que había tardado mucho la guarra en arrimarse a Sasori! Enfadada con Sasori no estaba porque conocía a Sasori y sabía que él pasaba de cosas así pero… que asquerosa, no solo la droga si no que ahora va y le quiere quitar el novio porque… ¿seguían siendo novios, no?
- Hola Sakura – habló queriendo parecer indiferente Kikyo – Que bueno que ya hayas vuelto. Vamos, Sasori, que llegamos tarde.
Se agarró del brazo de Sasori e inmediatamente sintió que una mano la separaba.
- Vamos Kikyo – habló Tayuya tirando de ella mientras Stella sonreía con complicidad a Sakura – Que se te va a hacer tarde.
- ¿Estás loca o qué? – protestó Kikyo zafándose del agarre de Tayuya.
- ¡Quieta no te muevas! – gritó de pronto Jisei - ¡Quieta! A ver, Kikyo, levanta el pie.
- ¿Qué?
- Este – le dio en la pantorrilla izquierda – Levanta.
- ¿Qué demonios te pasa? – gruñó Kikyo mientras levantaba el pie.
- ¡Aquí está! ¡Lo encontré, Konan! – exclamó Jisei - ¡Pero está todo pisoteado!
- ¿A ver? Si, si, es el piercing de Pain… ¡Ay pero está destrozado! ¡Ay no! – Konan puso la voz más dramática que pudo - ¿Pero por qué? ¿Por qué? Era un recuerdo ¿Por qué también tengo que perderlo? ¿Es que tengo que perder todos sus recuerdos?
- ¿Está roto? – preguntó Sumire con fingida cara de preocupación.
- Esta destrozado. Kikyo lo ha pisado – contestó Jisei mientras abrazaba a Konan que fingía llorar.
- ¿Qué sucede? – preguntó Sasori.
- Era un piercing de Pain – explicó Sumire – A Konan se le cayó y Kikyo lo ha pisoteado.
- Desde luego Kikyo, que poco cuidado que tienes – dijo con soniquete Sakura.
- ¿Yo? ¿Y yo que sabía? Anda, vamos Sasori.
- ¿Era un piercing de Pain? – volvió a preguntar Sasori - ¿Y no se puede arreglar?
- Pues te la has cagado Kikyo – declaró Jisei.
- ¿Yo? ¿Por qué? ¡Ni que lo hubiera hecho a propósito!
- No importa que lo hayas hecho a propósito o no, la cosa es que tú lo has pisado. Era el objeto de un fallecido, un objeto muy personal, un objeto muy valioso para Konan porque se lo dio unos minutos antes de su muerte y estaba impregnado de su aura y tú no las pisado.
- ¿Pero que me estás contando? – se asustó Kikyo.
- Que ahora estás maldita – contestó Sakura con tranquilidad.
- ¿Qué estoy maldita?
- Todo el mundo sabe lo que pasa cuando destruyes un objeto entregado por un fallecido poco antes de morir.
- Mala suerte – Jisei movió la cabeza con preocupación – Muy mala suerte.
- ¿Mala suerte? ¡Pero eso es una tontería!
- Seguro que has oído hablar de maldiciones por destruir objetos importantes.
- Pero… ¿Es que se me va a aparecer Pain?
- ¡No digas tonterías! – Jisei parecía enfadada – Estamos hablando de mala suerte, Kikyo, de muy mala suerte. Ya puedes ir a un templo y pedir que te hagan un exorcismo, te lo digo en serio y yo sé de lo que hablo.
- Yo también conocí un caso de mala suerte – intervino Sakura – Es muy triste.
- Pe… pero… ¡Ah! ¿Qué haces? – Kikyo se había asustado enormemente al sentir que alguien chocaba contra ella.
- Lo… lo siento mucho – se excusaba Ryuko haciendo gestos ostentosos – Es que no te he visto, iba hablando con Chouji y…
- ¿Cómo que no me has visto? – gritó enfurecida Kikyo - ¿Pero mira como me has puesto? – mostró su uniforme manchado de chocolate.
- Ya empieza la mala suerte – comentó Jisei en un tono de voz lo suficientemente alto como para asegurarse de que Kikyo la oía.
- Lo siento, espera que te lo limpio – se excusaba Ryuko.
- Yo te lo limpio – dijo Chouji sacando un pañuelo y empezando a restregar el chocolate aún más en la ropa de la chica, mientras Sumire intentaba ocultar su risa.
- ¡Quita! – gritó de nuevo Kikyo - ¿No ves que me estás manchando más?
- Creo que la mala suerte ha comenzado – reiteró sarcástica Sakura.
- ¡Ha sido culpa de esta estúpida! ¿Es que no ves por donde vas, patosa, que eres una patosa?
- ¡Eh, eh, sin insultar! – advirtió muy serio Chouji – Ya te ha pedido perdón.
- Es que es una sosa que siempre hace cosas así la muy tonta.
- Oye, no te pases ni un pelo – habló de pronto Kankuro – Con Ryuko no te metas que no te ha hecho nada.
- ¿Qué no me ha hecho nada? ¿Mira cómo me ha puesto la muy estúpida?
- Oye – habló ahora Tayuya – Si tú eres torpe no culpes a los demás, anormal.
- ¿Qué yo soy torpe? ¡Si ha sido ella la que se ha tirado sobre mí!
- Pero has sido tu quien pisó el piercing de Pain – añadió Sakura.
- Mira tía – habló de nuevo Tayuya y con un tono bastante chulo – Que la culpa es tuya y ya, así que te jodes y te aguantas con tu mancha, no haber pisado el pendiente ese, no te jode.
- Pero… ¡Sasori diles algo! ¿Tú me entiendes, verdad Stella?
- Pues que quieres que te diga… - habló la aludida – No está bien que insultes a Ryuko.
- ¡Pero mira como me ha puesto!
- Oye – apuntó ahora Kankuro – Que todos sabemos cómo eres, que le pidas perdón a Ryuko.
- Si, ya estamos un poco hartos de tus bullying – añadió Tayuya.
- ¿Qué? - preguntó incrédula Kikyo mirando confusa a todo el mundo.
- Reconócelo Kikyo, tú haces bullying a chicas como Ryuko – se encaró a ella Sakura.
- Y eso ya se va a acabar – la amenazó Tayuya - ¿Me entiendes lo que digo?
- ¡Desde luego que sois todos insoportables! – gritó Kikyo marchándose de allí con bastante mal genio y justo al alejarse unos pasos un balón la golpeó en la espalda.
- ¡Lo siento! – gritó Lee - ¡Es que no he apuntado bien!
- ¡Que torpe estás hoy Lee! – gritaba a distancia Kiba - ¡Pasa ya el balón!
Kikyo volvió a mirar a todos de nuevo con los ojos a punto de llorar y se marchó corriendo de allí.
- Vaya – comentó Jisei – Ha salido mejor de lo previsto. Gracias Kankuro, gracias Chouji, gracias Ryuko y… gracias Tayuya.
- No hay de que – contestó esta – Oí lo que estabais preparando y no pude evitarlo, me cae bastante mal la princesita morena.
- ¿No nos hemos pasado un poco? – preguntó Ryuko.
- Hombre, yo quería asustarla con que tenía mala suerte y que pensase que le iban a salir las cosas mal por eso – comentó Jisei – Pero esto ha sido mejor.
Y aquello acababa solo de comenzar. A Kikyo le iba a esperar un día muy largo lleno de mala suerte.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .