lunes, 8 de septiembre de 2014

174. Secretos y circunstancias

Al abrir la puerta de la casita del refugio Shikamaru oyó a Akane hablando, seguramente estaría hablando también ella por teléfono, quizás con Jisei quejándose de que la había dejado sola durante bastante rato y es que Naruto y Sakura le habían entretenido más de lo que parecía.
- Que no, Sasuke, que no, que te digo que no - decía Akane en tono más bien de regañina mientras daba vueltas por el refugio.
Pues parecía que no, que no hablaba con Jisei. Shikamaru resopló y cerró la puerta. Se quedó allí mismo, con los brazos cruzados, mirándola mientras arrugaba el ceño.
- A ver Sasuke ¿Pero a ti te gusta Minako?... No, no empieces con tus tonterías, tienes que estar seguro y no jugar con los sentimientos de nadie más, acuérdate de lo que pasó con Sakura... o estás seguro o no... mira que Minako es más pequeña y... iba a decir que más inocente pero creo que es más lista que yo... da igual... escúchame... que me escuches, con Naruto no se juega... Naruto es tu amigo y un amigo es algo muy importante... es normal, piensa en Naruto... ya, ya sé que tu no quieres molestarle... ni a su familia... claro que lo entiendo... creo que lo mejor que puedes hacer es primero hablar con Minako, a ver qué es lo que ella siente... pues claro, lo mismo te besó solo por capricho, que esa chica es tan alocada como su hermano... que si... luego habla con Kushina... con la madre de Naruto... ¡pues hablando!... no seas crio, ella es psicóloga y te va a comprender... bueno a lo mejor te da un capón, cierto... bueno pues habla con su padre... ya, eso es peor... pues habla con Naruto y explícale las cosas con tranquilidad, Naruto sabe escuchar más de lo que crees... mira Sasuke tengo que cortar, ha venido Shikamaru y está esperando para comer... luego hablamos.
Akane suspiró y colgó el teléfono, después sonrió a Shikamaru.
- O sea... Sasuke - fue lo que dijo Shikamaru - Y te llama a ti.
- Si, bueno, soy su amiga.
- Creí que estaba ciego.
- A lo mejor su teléfono es uno de esos que dices "llama a Akane" y me llama.
- O a lo mejor se sabe tu número de memoria.
- ¿Estás celoso?
- No, no estoy celoso.
- Entonces estás enfadado ¿Por qué estás enfadado?
Shikamaru dio un largo suspiro.
- No, no estoy enfadado. Anda vamos a comer.
- Pues pareces enfadado.
- Nunca me enfadaría contigo por una tontería así, simplemente es que Sasuke a veces me recuerda... lo molesto que puede llegar a ser.
- Pero sabes que ya no es como antes, ya tiene claro que yo no le gusto, ni nunca le he gustado - se acercó a donde estaba Shikamaru y le miró con los ojos brillantes - Mira mi ciervito que se pone pelusón.
- ¿Por qué te tiene que llamar a ti? ¿Por qué no llama a Sakura?
- Lo mismo Sakura estaba comunicando.
Shikamaru curvó los labios en una ligera sonrisa, era curioso pero cierto, Sakura estaba comunicando porque estaba hablando con él.
- ¿Te gusta que me ponga celoso, calabacita?
- No, no me gustan los chicos celosos ¿Es que tú eres celoso?
- Me parecía que te había gustado pensar que estaba celoso.
- No, pero te pones muy mono cuando dices esas cosas.
- Mendokusei, de verdad que a las mujeres no hay quien os entienda. Anda, vamos a comer que luego hay que echarse la siesta.
- ¿La siesta? Ah no, yo no quiero echarme la siesta.
- Pues lo vas a hacer, porque necesitas descansar.
- Pues no sé de qué voy a descansar si no he hecho nada.
- No es por lo que has hecho, es para que estés bien descansada para lo que va a pasar después.
Akane miró a Shikamaru y sonrió ¿Que era aquella sonrisa mitad maliciosa, mitad asustada?
...
- ¿Tú sabes lo que le pasa a Karin, Suigetsu? - preguntaba Fatora al chico que caminaba a su lado izquierdo el cual parecía más atento mirando las paredes que a otra cosa.
- ¡Y yo que sé que le pasa a esa!
- Quizás deberías preguntarle y así lo sabrías - habló Juugo al otro lado de Fatora.
- ¿Quién yo? - gruñó Suigetsu - ¿Y por qué tengo que preguntarle yo a esa pervertida?
- Porque así dejarías de estar preocupado.
- ¿Quien está preocupado? - gruñó de nuevo Suigetsu.
- Tú, que no haces nada más que sacar el tema de Karin - contestó Fatora.
- ¿Yo? ¡Anda ya!... como si a mí me importara - refunfuñó entre dientes.
Fatora rio por lo bajo, a ella le hacía mucha gracia ver esas reacciones de Suigetsu, era como que se preocupaba por su amiga pero no quería que nadie se diese cuenta, pero disimular, lo que se dice disimular, lo hacía fatal.
- De todas formas - aclaró Fatora - Ya lo ha dicho ella, quiere ayudar a Tayuya en su primer día de trabajo.
- ¿Entonces para que preguntas tanto? - volvió a quejarse Suigetsu.
- Es que te pones muy gracioso cuando de enfadas - rio la chica.
- ¿No es raro que Tayuya esté trabajando en la cafetería de los padres de Karin? - preguntó ahora Juugo.
- Yo no me imagino a Tayuya atendiendo a nadie, la verdad - contestó Fatora.
- De todas formas a Karin sí que le pasa algo - comentó como distraído Juugo.
- ¿Y tú sabes qué es? - preguntó Fatora.
- ¿El qué? Perdona, es que me he distraído.
- Lo que le sucede a Karin ¿Tú sabes lo que es?
- Sí, creo que tengo una idea.
- ¿Bueno y que le pasa? - interrogó Suigetsu.
- No puedo decirlo - respondió con toda tranquilidad Juugo.
- ¡La madre que te parió! - bufó Suigetsu - ¿Y para que dices nada entonces?
- Es que son cosas suyas y yo no tengo por qué hablar de las cosas de nadie, al menos si su permiso.
- ¿Pero tú sabes lo que le pasa? - insistió Fatora - La he notado muy rara por teléfono, y eso de que no quiera salir y prefiera quedarse en la cafetería es muy raro.
- ¿No ha quedado claro que es para ayudar a Tayuya? - se quejó Suigetsu harto ya de aquella conversación.
- Sigue siendo raro - añadió Fatora - Porque a ella no le gusta pasar los sábados allí y sus padres pueden ayudar a Tayuya perfectamente, no es tanto jaleo, creo yo.
- Simplemente hoy no se encuentra con ganas de salir - afirmó Juugo - Seguramente no tenga ganas de nada.
- ¿Pero no nos puedes decir nada? - Fatora miró a Juugo con ojos suplicantes.
- No, porque es cosa de ella. Solo puedo deciros que tiene relación con algo que pasó hace un par de años, algo que ella ya tenía asumido y medio olvidado y ahora seguramente le... le ha sentado mal que se lo recuerden.
Juugo miró de reojo a Suigetsu que a su vez le miraba atentamente, veía en sus ojos algo distinto a lo habitual, realmente Suigetsu, aunque disimulaba, estaba muy interesado en saber que pasaba y también algo preocupado.
- ¡Bah! - refunfuñó Suigetsu como si no le diera importancia - Será algo de Sasuke, seguro.
- Lo que sea - interrumpió su queja Juugo - Sería bueno que viera que la apoyamos.
- ¡Pero si no sabemos que tenemos que apoyar! - exclamó molesto Suigetsu.
- Ella lo contará cuando se encuentre con ánimo y también cuando vea que puede confiar en nosotros.
- ¡Cuanto jaleo por una mierda de cosa! Seguro que es una tontería.
- No digas eso, Suigetsu - le regañó Fatora - Seguro que para ella es muy importante y tenemos que demostrarle que puede confiar en nosotros, somos sus amigos y la vamos a apoyar.
- Sería más sencillo si supiéramos en que la tenemos que apoyar - gruñó por lo bajo Suigetsu.
- Será más sencillo para ella confiar en nosotros sí sabe que la apoyamos - replicó Juugo.
- ¿Y por eso tenemos que ir a pasar la tarde allí? - volvió a quejarse Suigetsu.
- No es mal sitio - contestó Fatora - Y seguro que se alegra de vernos.
- ¿Tienes tu algún plan mejor, Suigetsu?
Suigetsu no contestó, se limitó a mirar hacia otro sitio, claro que no tenía un plan mejor, de hecho, aunque no lo reconocería nunca, él quería ir a ver como se encontraba Karin porque con las palabras de Juugo ahora estaba más preocupado aún.
No había demasiada gente en la cafetería, quizás porque aún era temprano, así que la mesa preferida por Juugo y Suigetsu estaba libre. Era una tontería pero tenían la costumbre de, si estaba libre, sentarse allí, era una mesa situada en uno de los sitios quizás más escondidos del lugar, allí se sentían bien, aislados de miradas de curiosos, ya fueran conocidos o no y también había menos ruido o eso les parecía a ellos.
Estaban sentándose, también en sus lugares habituales, algo que hacían inconscientemente como la mayoría de las personas que tendemos a ocupar siempre los mismos sitios, Juugo acababa de sentarse cuando una figura llamó su atención. Era una chica rubia, peinada con dos trenzas, con una gafas redondas de pasta negras, sentada en una solitaria mesa al lado de una ventana y que leía un libro algo grueso y de pastas duras, sobre la mesa un vaso de café a medio tomar, un plato con un croissant y un paquete de pañuelos de papel. Juugo no dijo nada pero Suigetsu, curioso, miró hacia donde lo hacía su amigo e inmediatamente puso un extraño gesto de perplejidad.
- ¿Esa tía no es Stella? - dijo sin creerse muy bien él mismo sus palabras.
- Creo que se le parece - comentó Juugo.
- Bueno... como que es ella... vaya - se sorprendió Fatora - ¿Que bicho le habrá picado para estar tan... así?
- ¿Pero estáis seguros de que es ella? - preguntó con suspicacia Suigetsu - Yo no sé, mucho no se le parece, se le da un aire pero se la ve... distinta.
- Será por el peinado y porque no lleva maquillaje - respondió Fatora - Es raro verla sin maquillaje.
- Y con esas gafas - añadió Suigetsu - Son como de lechuza.
- Hola chicos - se acercó a su mesa Karin llevando una bandeja y en ella tres vasos altos de agua - ¿Cómo es que habéis venido?
- Nos apetece un poco de esa tarta que hace tu madre - contestó Fatora.
- Vamos, que no teníamos a donde ir - pareció quejarse Suigetsu.
- Y pensamos que podríamos hacerte compañía - añadió Juugo mirándola con cierta complicidad.
- Estoy bien, de verdad - dijo Karin sin mirarles mientras ponía los vasos sobre la mesa - ¿Os traigo lo de siempre entonces?
- Oye - interrumpió Suigetsu - ¿Esta tipa de ahí es Stella?
- Si, es ella. Está irreconocible ¿verdad?
- Ya te digo, no sabía que usase gafas.
- Porque siempre usa lentillas - explicó Fatora - Dice que las gafas le quedan mal.
- Creo que está resfriada y le lloran los ojos o algo así - añadió Karin. No sé.
- Pues sigue estando buena que te cagas - resopló Suigetsu.
- Y tú sigues siendo tan ordinario como siempre, imbécil - gruñó Karin.
- Y tu una pervertida reprimida, borde.
- Bah, olvídame.
- ¿Y cómo es que está tan sola? - se interesó Juugo.
- No sé, ha venido sola.
- ¿Y Tayuya? - preguntó ahora Fatora.
- Está en la cocina, mi madre la está enseñando a servir las raciones.
- ¿Y cómo se porta? - preguntó burlón Suigetsu - ¿Espanta a los clientes con su boca de camionero?
- Pues no, aunque os parezca raro no ha dicho ni una palabrota, insulto, ni siquiera ha subido el tono de voz.
- ¿De verdad es Tayuya? - se extrañó Suigetsu.
- Hay muchas cosas de los demás que no conocemos... como de Stella ¿quién me iba a decir que la iba a ver entrar en mi cafetería, sola, sin maquillar, con gafas, el moco medio caído y que se iba a poner a leer? Hoy parece que es el sábado de las sorpresas por lo que se ve.
- En realidad a Stella siempre le ha gustado mucho leer - refutó Fatora.
- Yo creí que lo único que le interesaba era la vida de los famosos y su estilismo - reflexionó Karin - Bueno, voy a traer vuestro pedido.
Karin se marchó y Juugo se quedó mirándola hasta que desapareció por la puerta que llevaba a la cocina, después miró a Stella.
- ¿Nos habrá visto? - murmuró - No nos ha saludado.
- Yo creo que ni nos ha mirado - observó Suigetsu - Lo mismo ha hecho como que no nos veía para no tener que saludarnos, no somos de su "entorno".
En realidad Stella si los había visto y era cierto que había disimulado para no saludarles pero no por las razones que ellos pensaban, si no por vergüenza, a la "glamurosa" Stella le daba vergüenza saludar a Fatora.
Stela dejó momentáneamente de leer para coger un pañuelo de papel y estornudar en él. Se sonó, se encontraba bastante congestionada y la cabeza le dolía, abrió su bolso y rebuscó hasta encontrar una caja de pastillas, sacar una y tomársela con un sorbo de café.
Hay momentos en la vida en lo que todo lo que conocemos deja de ser lo que conocemos y nos da la impresión de haber vivido una vida paralela a la real. Todo lo que dábamos por seguro resulta que no lo era y sentimos que nuestro mundo se tambalea, ya no sabemos en qué creer y en que no y así era como se sentía Stella en esos momentos.
Nada, nada de lo que había estado segura durante toda su vida era real.
17 años de su vida creyendo que sus padres eran una matrimonio perfecto para descubrir el día en el que cumplió 18 años que iban a divorciarse, es más, que era algo que deseaban hacer desde hacía tiempo. Cuando ella tenía 10 años a su padre le ascendieron en el trabajo y le trasladaron a Japón, "será eventual", decían, "solo por poco tiempo", decían y ya llevaban allí casi 8 años, "no te acostumbres demasiado", decía su madre, "nos vamos a volver a Boston muy pronto", repetía, "no hagas demasiados amigos"... y eso fue lo que hizo Stella, no hacer demasiados amigos, no acostumbrarse y ahora resultaba que había hecho justo lo contrario de lo que debía hacer.
¿Y ahora que sus padres se divorciaban iba a regresar a Boston? Pues no, para nada, a no ser que quisiese ir a alguna universidad de allí, como su hermano, que el año que viene iba a mudarse a casa de sus abuelos... iba, que ahora tampoco está muy claro eso de que vaya a hacerlo. Lo más probable es que de allí, de Konoha, no iba a moverse nadie.
Siempre creyendo que su madre odiaba Konoha y resulta que a quien odiaba era a su padre, bueno, odiarle era una palabra muy fuerte, digamos que no era el hombre de su vida. Siempre creyendo que sus padres se querían y resulta que no, que solo se soportaban. Parece ser que la madre de Stella quería separarse de su marido, pero como toda una señora que era, por lo visto, eso no estaba bien visto ¿Dónde se había visto un divorcio en su familia? Más aún con lo cabezota e insistente que se puso para casarse. Stella descubrió que a los padres de su madre no le gustaba el novio de su hija, no le consideraban apropiado para ella pero ella era una adolescente enamorada que insistió e insistió en casarse con él y claro, después de todo el lio de armó no iba a decir que quería divorciarse, no, ella era muy orgullosa para eso, así que, cuando trasladaron a su padre a Japón a ella se le ocurrió la "genial" idea de no parar de quejarse, de decir que era muy infeliz en ese lugar y convencer a sus hijos de que también eran infelices, a ver si así a su marido le daba por mandarla de vuelta a Boston, ella regresaría, él se quedaría, estarían separados pero aún casados... ideas tontas que se instalan en las mentes con poca imaginación.
Y ahora por lo visto ya no le importaba el qué dirán y quería divorciarse, de hecho iban a divorciarse, por lo visto llevaban ya dos años prácticamente separados, vivían juntos y parecían un matrimonio pero luego cada uno iba por su lado ¿Y por qué ni Stella, ni su hermano se habían dado cuenta? Porque según sus padres no querían influirles negativamente o algo así aunque Stella sospechaba que la realidad era que no querían reconocer el fracaso de su matrimonio en público, o no les convenía, pero ahora iban a divorciarse, si, porque su madre se había enamorado y ya le daba igual que la gente supiese que su primer matrimonio se había ido a pique, ahora estaba muy enamorada... de un japonés, o sea, que ahora no quería irse de Konoha.
Y en ese momento de su vida Stella se dio cuenta de que no sabía a donde pertenecía. No tenía amigos en ningún sitio, ni en Boston, ni aquí. Se había ido de Boston siendo pequeña y sus amigos habían crecido y cambiado, ya no les conocía bien, solo conocía un montón de fotos pero nada más, al igual que ellos no la conocían a ella y en Konoha tampoco tenía amigos porque "no tenía que cogerles cariño ya que se iban a ir"... No es que no tuviera ningún amigo, alguno si tenía... bueno, serían... pocos. Tenía a Kikyo, era su amiga, fue su amiga desde el primer momento quizás porque a Kikyo le fascinaba todo lo que fuese de Estados Unidos, películas, series, canciones, moda, cualquier cosa y su mayor deseo viajara New York, a ser posible vivir allí, así que Stella debía de ser algo así como lo que ella deseaba ser y quizá por eso poco a poco fue convirtiéndose en su copia, una Stella morena pero que vestía igual que ella, hablaba igual que ella, comía las mismas cosas y pensaba lo mismo. A Stella le encantaba ser la imagen en la que se fijaba Kikyo, no lo negaba, era una vanidosa y disfrutaba siendo el centro de atención, siempre lo había sido, desde que nació fue la estrella de la familia, la niña deseada, ella tenía todos los mimos y también todos los caprichos que se le ocurriesen.
Se hizo amiga de Tobi Uchiha y sus grupo habitual porque era Tobi Uchiha y le habían dicho que los Uchiha eran una familia importante, así que ella tenía que tener amigos importantes... que tonta que era.
Aceptó a Fatora como amiga porque era una chica sumisa y solitaria, no parecía tener demasiados amigos pero siempre iba detrás de Kikyo a todas partes. Kikyo no la trataba muy bien, en realidad Stella no sabía que coincidencia extraña las había convertido en amigas, quizás era que Vivian cerca o que sus padres se conocían, lo que si sabía es que ella también trató mal a Fatora, no era su intención, la chica no le caía mal pero siempre terminaba tratándola como si fuese su criada o algo así. Se dio cuenta demasiado tarde del daño que le estaban haciendo y ya no tenía arreglo, la única solución fue la que tomó Fatora, alejarse de ellas.
Y ahí acababan sus amistades. Bueno, también estaba Ino, era cierto e Ino le caía muy bien, a veces le daba la impresión de que a Kikyo no le caía muy bien o quizás era una manía suya.
Aunque en realidad su amistades no acababan allí, Stella tenía otra amiga, una buena amiga en la que en pocos meses había conseguido una gran complicidad, una amiga que nadie se imaginaba que era su amiga porque ambas se guardaban muy mucho de demostrarlo en público. Eso solo lo sabían ellas, sobretodo porque no estaban dispuestas a soportar las críticas y burlas de los demás.
El nombre de esta amiga era Tayuya, alguien lo más distinta a ella posible y con la que se pasó discutiendo todo el curso anterior.
Esa era la razón por la que Stella estaba allí, en esa cafetería en la que nadie nunca se la hubiese imaginado, sola y con unas pintas con las que nadie suponía que sería capaz de salir a la calle, a pesar de no encontrarse bien del todo estaba allí porque era el primer día de trabajo de su amiga y quería apoyarla y porque empezaba a importarle muy poco lo que los demás pensasen de ella.
¿Y cómo llegaron estas dos chicas tan dispares a ser amigas?
...
Chouji y Ryuko caminaban hacia la casa de Chouji. Lo hacían uno al lado del otro, juntos pero sin tocarse, no estaba bien visto que se cogiesen de la mano, eso era lo que había dicho Ryuko, según sus padres las demostraciones de afecto en público era algo de muy mala educación, y como sus padres igual pensaban mucha gente que la conocía y que podrían ir con el chisme. No era necesario comenzar ninguna discusión con sus padres, no había prisa, Ryuko sabía que sus padres seguían sin aceptar a Chouji, más o menos le aguantaban a mala gana porque no tenían más remedio y ella no iba a dar lugar a que pusieran más pegas, era muy tonto provocarles, las cosas se podían solucionar de una forma más sencilla.
A Chouji no le importaban esas concesiones, también pensaba que no hacía falta acelerar nada, que despacio iban bien y que haciendo esas concesiones, tonterías si lo pensaba, así, poco a poco, iba ganando "puntos" y cuando los padres de Ryuko quisiesen decir algo en contra suya seguro que se quedaban sin argumentos.
- Estoy muy nerviosa, Chouji, creo que me va a dar un ataque al corazón o algo - se lamentaba Ryuko asustada.
- Eh, que mis padres no se comen a nadie, vamos, yo no les he visto hacerlo.
- ¿Voy bien?
- Estás preciosa.
- ¿No voy demasiado recatada? Es que no quiero que piensen que soy una mojigata
- ¿Una qué?
- No sé, una de esas demasiado estiradas.
Chouji rompió a reír.
- ¿Qué dices? Nunca había visto a nadie preocuparse por ir demasiado tapada.
- ¿Voy muy tapada? Es que no quiero que piensen que soy tonta o antigua.
- Que no, no vas demasiado tapada, vas normal... y estás muy guapa. Además si mis padres ya te conocen, ya has ido otras veces a mi casa.
- Si pero nunca como tu novia, he ido con los demás, con Shikamaru, con Akane, no así y que está tu tío y que me van a presentar como tu novia y... estoy que me va a dar un ataque.
- Tranquila, a mis padres les caes bien y a mis tíos también, además Sayaka te adora. Mi familia es muy normal y sencilla, no tienes que preocuparte de nada.
- Si - respiró hondo - Tienes razón, me pongo nerviosa enseguida por cualquier tontería, siempre he sido igual.
- Ya verás que solo serán los dos primeros minutos, en seguida te sentirás tan cómoda que te divertirás mucho.
- Soy una exagerada para todo. Es porque pienso demasiado las cosas, les doy demasiadas vueltas, lo sé, siempre, siempre me ha pasado lo mismo, desde pequeña, además soy una indecisa, tardo un montón en decidirme por algo y cuando lo hago ten por seguro que me arrepentiré.
- Vaya ¿Entonces te arrepientes de salir conmigo?
- No, eso no. Oye Chouji ¿Cómo conociste a Shikamaru?
- ¿A Shikamaru?
- Si ¿Tú te acuerdas de cómo le conociste?
- Pues la verdad es que no. Supongo que mis padres me llevaron a su casa al poco de que naciera, o lo mismo al hospital, es que yo debía tener como unos cuatro meses o así, vas a tener que disculpar mi mala memoria - sonrió.
- Es verdad, había olvidado que vuestros padres son amigos.
- He crecido con Shikamaru, prácticamente todos los recuerdos de mi infancia están relacionados con él.
- Habréis compartido muchos recuerdos.
- Bastantes, nos han pasado muchas cosas ¿Sabes que el primer diente de leche que se le cayó a Shikamaru fue porque yo le di un puñetazo?
- ¿Te pegaste con Shikamaru?
- No, que va, estábamos jugando y le di, tampoco le di tan fuerte pero el diente se le cayó y no lo encontramos, yo creo que se lo tragó.
- ¿Y con Ino?
- Pues igual. Hemos pasado mucho tiempo juntos.
- Ino fue la primera niña que me habló cuando entré en la guardería. Es que yo no empecé hasta los cinco años, por paranoias de mi padre y como era la nueva me asusté bastante. Ino fue la primer que vino a saludarme.
- Típico de Ino, siempre fue una niña muy sociable ¿Y cómo conociste a Jisei y Akane?
- Ah, a Akane la conocí ese mismo día, aunque no me hablé con ella, me daba miedo.
- ¿Y eso?
- Pues porque cuando mi madre me llevó a la clase y vi tantos niños allí me agarré a ella y no me quise soltar, supongo que me dio un ataque de pánico y me puse a llorar como una loca. Cuando salimos al patio Ino fue a saludarme, iba con Sakura pero luego llegaron unos niños y empezaron a reírse de mí y a llamarme llorona y de pronto ¡zas! apareció volando una piedra que dio a uno en la cabeza, la había lanzado un niño mal encarado, con el pelo todo alborotado, de color naranja y unas gafas rotas y pegadas con celo.
- ¿Akane? Eso suena a Akane. Yo no iba a su clase pero conocía al niño que tiraba piedras y te juro que creía que era un niño.
- Yo también, hasta que Ino me dijo "No te acerques a Kumoyuki, está loca, lanza piedras y muerde" y claro, a mí me dio miedo.
Chouji se reía con ganas de aquella anécdota.
- Típico de Ino, eso de exagerar las cosas le gusta mucho.
- Ella y Sakura se pusieron a discutir si Akane estaba loca o simplemente era un vampiro, porque decían que nunca salía de casa, nunca la habían visto jugar ni en el parque, ni en ningún sitio.
Chouji continuaba riéndose cada vez de forma más fuerte.
- ¿Pero cómo te hiciste amiga de ella entonces?
- Eso me pregunto yo a veces, creo que fue por miedo. Yo siempre la veía con esa cara de enfado que tenía, casi todos los días castigada en "el banco del aburrimiento" ¿Te acuerdas del banco del aburrimiento?
- Como para no acordarse, te sentaban allí, a reflexionar sobre lo que habías hecho y porqué estaba mal. Es cierto, ella casi siempre estaba en ese banco, la recuerdo, mirando a todo el mundo como si nos perdonase la vida, balanceando las piernas continuamente... fíjate que no me acuerdo mucho de la guardería pero sí que tengo esa imagen grabada, me daba algo de pena.
- A mí me daba miedo, no quería que se acercase a mí, ni que se sentase a mi lado en clase. Pero un día las profesoras dijeron que íbamos a bailar, que nos pusiéramos de dos en dos y yo como siempre me quedé sola, nadie quería tenerme de pareja, tengo que decir que yo no era demasiado comunicativa, apenas si me relacionaba con nadie y de pronto Akane se acercó a mí, me cogió de la mano y me dijo "Tu y yo juntas ¿vale?" y no me atreví a decirle que no por si acaso me mordía y resultaba ser un vampiro de verdad.
Chouji volvió a reír.
- Pero resultó que no era un vampiro, ni estaba loca, que era una niña normal y corriente que no salía a la calle a jugar porque tenía que cuidar a sus hermanos y que lanzaba piedras para descargar toda su frustración, porque su padre se había ido de casa, se iba a casar con otra señora y tener otro hijo y algo muy malo tenía que haber hecho ella para que su padre quisiese tener otro hijo y no se la llevase a ella... creo que cada piedra que lanzaba era como si la lanzase contra sus padres.
- Pobre Akane, no ha tenido una infancia divertida, pero mira ahora, tiene a Shikamaru que se desvive por ella.
- Dicen que la vida te da una de cal y otra de arena. Yo también tengo mucha suerte, no te creas que ella me da envidia, que no.
- Tenía que decirte una cosa.
- ¿Si? ¿El qué? ¿Es algo malo?
- No, bueno, es que he invitado a Ino a merendar también.
- ¿A... Ino?
- Es que me ha dado pena, estaba sola, Stella no se encontraba bien y Sakura iba con Sasori y... le he dicho que si quería que viniese.
- Ah... bueno - dijo con algo de confusión Ryuko.
- No te enfades, solo lo he hecho porque ella es como de mi familia, piensa que es como si fuera mi prima.
- No, si no pasa nada, lo entiendo.
- Si quieres la llamo y le digo que no venga.
- No, no pasa nada, a mí no me molesta.
Chouji miraba preocupado a Ryuko, seguramente había vuelto a meter la pata, que torpe que era, no quería molestar a Ryuko pero sentía que no era bueno dejar a Ino sola, que ahora más que nunca necesitaba a sus amigos ¿Pero cómo le hacía comprender a Ryuko que de veras a él no le gustaba Ino ni nada de eso?
De repente se encontró algo desanimado, él no quería abandonar a Ino, quería ayudarla pero no quería ofender a Ryuko, la verdad es que se sentía un poco tonto cuando de improviso sintió la mano fría de Ryuko cogiendo la suya.
- Tus manos son muy calidas - dijo la chica sin mirarle. Tampoco era para darle importancia al tema, Chouji era como era y ella no quería cambiarle, precisamente lo que más le gustaba de él era su gran compasión.
- Y la tuya está muy fría - contestó Chouji a sabiendas de lo que ese gesto tan tonto le estaba costando a la chica.
- Yo siempre tengo las manos frías.
- Pues entonces yo te las calentaré, para eso estamos los novios.
...
Y mientras todo esto sucedía había habido un momento en el que el tiempo se detuvo y según Sumire solo faltó una banda sonora perfecta para ese momento.
Fue el instante justo en el que Sai se giró para ver a las dos chicas que se acercaban hacia él y sus ojos se cruzaron con los de Ayumi.
Ambos se habían quedado mirando como se de repente se hubiesen encontrado después de mucho tiempo buscándose, como si se hubiesen pasado toda la vida esperando encontrarse y por fin ese momento sucedía.
- Sai - dijo casi con miedo de interrumpir ese momento - Siento llegar tarde. He venido con mi hermana Ayumi, que está algo deprimida y necesita animarse.
- Si... - balbuceó Sai - No pasa nada.
- ¿Ayumi? Ayumi este es Sai Burashi, mi compañero ¡Eh, Ayumi!
- Encantada.
- El que está encantado soy yo.
Sumire comenzó a reír entre dientes mientras sacaba su móvil, aquel momento necesitaba una banda sonora, vaya que la necesitaba.
- Bueno... ¿Dónde vamos? - acertó a hablar Sai.
- A ningún sitio - contestó Sumire - Esperad un momento, vamos a repetir este encuentro, que necesito hacer una cosa.
Iba a decirles que Sai se girase y Ayumi se alejase unos pasos y... no hizo falta nada porque volvieron a mirarse de esa misma forma y ella pudo poner la canción que siempre le pareció perfecta...
"Why do birds suddenly appear
every time you are near?
Just like me, they long to be
Close to you.
Why do stars fall down from the sky
every time you walk by?
Just like me, they long to be
Close to you.
..."