sábado, 6 de septiembre de 2014

164. Manual para diferenciar las lágrimas

Ayesa, con un pequeño ramo de flores en una de sus manos, entró procurando no hacer ruido en la habitación del hospital donde estaba Itachi. Fugaku Uchiha había dicho que quería que su hijo estuviese lo mejor cuidado posible y se negó a ingresarle en la zona del hospital donde estaban los demás pacientes en coma, ese lugar a Mikoto le parecía horroroso, frio y aunque le aseguraron que allí estaba muy bien cuidado Mikoto casi tuvo un ataque de histeria al verlo, así que Fugaku pagó por una habitación individual e incluso contrató personalmente a una enfermera que era de su completa confianza, una amiga de los Uchiha llamada Rin que pasaba las noches en el hospital cuidando y vigilando a Itachi, porque nunca se sabía en que momento podría despertarse o tener algún cambio en su estado.
Mikoto quería pasar todo el tiempo posible con su hijo pero también deseaba estar con Sasuke, el cual tenía sus propios problemas y hasta el momento Mikoto era incapaz de dividirse en varias personas, por suerte para ella además de Rin, contaba con la ayuda de Ayesa, la cual empezaba a convertirse en un ángel a sus ojos.
Dentro de la habitación, a parte de Itachi, tumbado en su cama aunque con la mitad de la cama inclinada un poco hacia adelante, lo que le daba un aspecto de casi sentado, estaba Mikoto, sentada en un sillón al lado de la cama de Itachi y se había quedado dormida sujetando la mano de su hijo. No le soltaba, siempre que Ayesa la miraba le tenía cogido.
Ayesa se imaginaba que estaría dormida, por eso entraba procurando no hacer ruido, no era la primera vez que la encontraba así, Mikoto acudía todos los días muy temprano al hospital y como no paraba en todo el día entre hacer con Itachi todos los ejercicios recomendados para estimularle, hablar con médicos, tanto de Itachi como de Sasuke, acudir a sesiones de grupos de afectados para aprender todo lo que pudiese sobre el coma y las secuelas que podría tener en el cerebro de su hijo y muchas mas cosas, la verdad es que Ayesa no se extrañaba que en el ratito en el que había silencio y tranquilidad, terminase durmiéndose.
Se acercó cautelosa a la cama de Itachi, justo por el lado contrario de donde estaba Mikoto y se inclinó hasta besar tenuemente su frente.
- Buenos días, cielo - susurró - ¿Qué tal has dormido? Te traigo flores frescas, hoy la señora Yamanaka me quería dar margaritas pero yo le he pedido que fueran lilas ¿Te acuerdas de las lilas que había cerca del lago?
Mientras hablaba Ayesa cogía un jarrón que había encima de una mesita y quitaba las flores que allí había y que ya se veían algo marchitas.
- Voy a cambiar el agua - continuaba.
Mikoto se despertó, oía a Ayesa andar por la habitación y sabía que era ella así que continuó con los ojos cerrados, estaba cansada, muy cansada, además le encantaba como se comportaba Ayesa con Itachi, con esa naturalidad y alegría como si Itachi no estuviese en coma, como si la persona que ocupaba esa cama estuviese despierta y la atendiese y empezaba a pensar que Ayesa estaba convencida de que Itachi la escuchaba.
Después de poner las flores nuevas en el jarrón, Ayesa hizo lo que todos los días hacía, colocaba una silla al lado de la cama, le cogía la mano y hablaba con él, aunque hubiese quien le dijese que Itachi no le podía escuchar, ella ignoraba ese comentario y hablaba continuamente. Le contaba como estaba el día, si hacía frío o calor, le hablaba de sus amigos, de la familia, le contaba toda clase de cosas, pero lo que más le gustaba a Mikoto era, cuando creía que ella estaba dormida, como ahora mismo, y le hablaba de sus planes, de sitios donde quería ir con él, lugares que visitar, de todas las cosas que iban a hacer, cosas muy simples como pescar, comer una gran copa de fresas con nata, ir al cine a ver una película que le habían dicho que era muy buena... cosas sencillas que a Mikoto le parecían maravillosas.
Cada día Mikoto se decía así misma que ese podía ser un día estupendo y que sucedería lo que tanto deseaba, que Itachi iba a despertarse. Mikoto no perdía la esperanza porque por suerte Itachi no estaba en coma profundo, no, él iba progresando, despacio, pero progresaba, esto significaba que tenía respuesta al dolor y abría los ojos y seguía un objeto frente a él... pero nada más, tampoco era como si estuviese dormido, era otra cosa, como si su cerebro fuera el que estuviese dormido y todo iba tan despacio que a veces, en lugar de ver los pequeños avances, Mikoto se desesperaba.
Al principio el optimismo de Mikoto era firme, llegaba convencida de que iba a despertarse y hablar pero el día pasaba e Itachi seguía igual, dormido pero despierto. Poco a poco sus expectativas empezaron a ser un poco a un plazo mayor "seguro que antes del miércoles despierta" o "en esta semana, seguro que va a ser esta semana, antes de que termine se habrá despertado"... pero así ya habían pasado mas de cuatro semanas... el tiempo pasaba demasiado rápido y los días parecían tener cada vez menos horas.
Sin embargo, cuando observaba a Ayesa siempre llena de optimismo y todo lo que se esforzaba en estimularle contándole recuerdos, poniéndole canciones, leyéndole libros y enseñándole fotos, su propio optimismo y sus esperanzas parecían recargarse.
Abrió los ojos y se incorporó en el sofá.
- Buenos días Ayesa, no te he oído llegar ¿Llevas mucho tiempo?
- No, que va, muy poco. Le estaba contando a Itachi que ayer fui a tomar un café con Shisui, ya no está nada molesto por lo que pasó entre nosotros. Fue una tontería, cosas de críos. Aunque supongo que Itachi ya lo sabe, ya que Shisui y él no dejaron de ser amigos. Shisui me ha dicho que va a ocuparse él de... lo que le había pedido a Itachi que hiciera.
- ¿Qué le habías pedido?
- Nada... que buscase a una persona. Yo le he dicho que no hace falta porque cuando Itachi se recupere lo hará, seguro, pero él ha insistido. Dijo que seguro que a Itachi le gustará que lo haga, porque a Itachi no le gusta retrasarse mucho en sus encargos.
Mikoto se levantó, subió un poco la persiana para que entrase más luz y puso su mano encima del hombro de Ayesa.
- ¿Has dado tus clases hoy? - preguntó.
- Por supuesto, todas mis aburridas clases, incluida la de piano.
- Tu también te levantas muy temprano para que te tiempo a venir aquí. Vienes todos los días y deberías salir un poco más, quiero decir que no hace falta que vengas todos los días, tienes que salir y divertirte.
- ¡No! Me quedaré aquí... con él. Tengo que cuidarle.
- Ayesa... no se como decirte esto...
- Ya sé que no es nada mio, que no es con él con quien estoy comprometida pero... nosotros... nos habíamos vuelto a encontrar y... íbamos a tener otra oportunidad, yo lo presentía... - las palabras parecían agolparse en el garganta de Ayesa y causarle dolor y las lágrimas empezaron a querer escaparse de sus ojos, se levantó y salió corriendo de la habitación.
Mikoto la siguió preocupada.
- ¿Te encuentras mal? Creo que estás agotada, precisamente por eso te decía que necesitas salir y distraerte, no es por ti, tú me caes muy bien y me gusta que estés aquí pero...
- ¿Qué pasa con mi oportunidad? ¿Qué pasa conmigo? Sé que soy egoísta y que solo pienso en mí misma pero yo... me casaré con Izuna, me casaré con quien me digan pero... quiero mi oportunidad, quiero saber lo que es... es igual ¿Qué más da? Soy muy tonta, soy... una egoísta que solo pienso en mí.
Mikoto se acercó a ella y la abrazó.
- No digas eso, yo creo que cuando tú estás Itachi parece más feliz. Ríete de las tonterías de una madre pero yo creo que le gusta que estés aquí.
- Le hemos dejado solo, es mejor que volvamos.
- Si, pero sécate esas lágrimas, no le gustará ver que has llorado.
Menos mal que no estaba allí Fugaku porque seguramente estaría quejándose de las tonterías y ñoñeces de las mujeres.
- Mira Ayesa - dijo acercándose a la cama - Itachi ha abierto los ojos. Seguro que estaba preocupado por ti.
Era cierto que Itachi había entreabierto un poco los ojos, a menudo lo hacía, era una de las cosas que devolvía la esperanza a Mikoto porque, con los ojos abiertos, Itachi era capaz de seguir un objeto con la mirada y eso a ella le parecía un auténtico milagro.
- ¿Me ayudas a asearlo? - dijo mientras intentaba colocarle el pelo - Habría que lavarle y peinarle, prefiero hacerlo yo antes que avisar a una enfermera ¿Me ayudas?
- Pues claro, yo la ayudo señora Uchiha, con mucho gusto.
- Puedes llamarme Mikoto... si te apetece.
Siempre había cavilado sobre como sería la mujer que escogiera Itachi como pareja, nunca había pensado que podía ser precisamente esa chica, de la que le separaron de niños porque era una Senju y que ahora querían que se casase con Sasuke, sin embargo, empezaba a pensar que Ayesa era mejor que lo que podría haber imaginado.
¿Estaría enamorado Itachi de ella? No podía saberlo, pero desde luego Ayesa si estaba enamorada de él ¿Habría estado enamorada desde pequeños? Quizás no, quizás es que Itachi era su primer amor y el primer amor nunca se olvida y al volver a encontrarse... A Mikoto le gustaba creer que así era, le gustaba imaginar que gracias a los cuidados de esa chica, como en un cuento de hadas, su hijo un día se despertaría... si estuviese enamorado de ella ¿No podría llegar ella hasta él? ¿No sería eso suficiente motivación para despertarse?
- ¿Qué tal han ido hoy la sesión? - preguntó Ayesa.
- Ah, muy bien, hoy Itachi estaba muy tranquilo.
- Cada día está mejor, progresa mucho.
- ¿Tu crees?
- Si, estoy segura, cada día yo le encuentro un poco mejor. Hay que tener paciencia, le está costando un poco reiniciar su cerebro porque se dio un golpe muy duro pero él no deja de luchar ¿No ha venido hoy Sasuke a verle?
- Si, si ha venido.
- Eso está bien porque a Itachi le gusta que venga Sasuke.
- ¿Eso también lo notas?
- Si, cuando está Sasuke tiene un gesto como mas relajado, nadie se da cuenta pero yo si me fijo en esas cosas ¿Y dónde ha ido? ¿Tenía revisión médica?
- No, que va, es que hemos tenido visita. Ha venido mi amiga Yoshino con su hijo y su nuera, que me han dicho que es prima tuya.
- ¿Prima mía? Pues solo se me ocurre una, Akane.
- Si, Akane, ella era.
- ¿Akane ha estado aquí?
- Pues si, por lo visto han venido al hospital a hacerla una ecografía y ya que estaban por aquí pues han pasado a visitarnos.
- ¿Akane ha estado aquí y me lo he perdido? ¡Ay que mala suerte! Me hubiera gustado ver a la gordita.
- Es una chica llena de energía. Hubo un tiempo en el que pensé que a Sasuke le gustaba. Os parecéis bastante.
- Demasiado y bueno, ahora tenemos nuestras diferencias pero de pequeñas solíamos cambiarnos y engañar a los mayores.
- ¡Menudo par de bichos!
- Yo soy zurda, ya te habrás dado cuenta, cosa que no tiene ninguna importancia pero mi madre decía que era de mal gusto hacer las cosas con la izquierda así que me llevaba a unas clases donde se suponía que me iban a enseñar a usar la derecha. Era algo aburridísimo pero Akane tenía curiosidad de saber que era lo que hacía en esas clases, así que un día nos cambiamos, yo me quedé jugando y ella fue por mi a la clase- Por supuesto se dieron cuenta enseguida del engaño y nos cayó una buena regañina - Ayesa pareció quedarse abstraída unos instantes - Pobre Akane, ella se llevó un gran castigo... Akane y yo somos demasiado iguales, no solo físicamente si no porque las dos siempre nos hemos sentido de alguna forma prisioneras de nuestra vida... me hubiera gustado verla.
- Estaba muy contenta, por lo visto le han dicho que trae niño y niña.
- ¿Niño y niña? Carai con Akane. A mi me han contado que nuestra abuela tenía una hermana melliza que nació muerta, y por lo visto tengo parientes que son mellizos, dicen que eso de tener mellizos puede ser algo genético... espero no tener yo mellizos, no tengo su paciencia, ni su energía. yo mejor de uno en uno.
- Si que parecía muy dispuesta a lo que fuera. A mi me ha gustado mucho verla porque Sasuke se ha animado, incluso ella ha insistido en que le tocase la tripita y notase las pataditas y fíjate que creo que Sasuke se ha emocionado y todo, es difícil notarlo pero... no se... fíjate, incluso ha querido marcharse con ella al médico.
- ¿Con Akane?
- Si, bueno con Akane y con Yoshino. En realidad ha sido idea de Yoshino, ha dicho que Sasuke necesitaba salir y tiene razón, ella y Kushina; Sasuke tiene que empezar a hacer una vida lo mas normal posible, así que he decidido que a partir de mañana va a ir a esas clases particulares con el hijo de Kushina, bueno, claro, los días que pueda.
- ¿Qué clases particulares?
- Naruto tuvo un percance en el instituto y le sancionaron con tres meses de expulsión. Su padre fue a hablar con el consejo y al final lo redujeron a dos meses y empieza mañana, así, como vienen las vacaciones de invierno al final entre unas cosas y otras solo pierde mes y medio. Kushina ha contratado a una profesora particular para que no esté perdiendo el tiempo y me propuso que Sasuke también acudiera a sus clases. Lo he pensado y creo que es una buena idea y que a Sasuke le vendrá bien.
- ¡Ah, claro! ¡Si me lo comentó mi madre! Me dijo que Mei Terumi iba a dar clases a Naruto, fue mi profesora cuando regresé de Inglaterra, en lugar de ir a un instituto me daba clases ella, es muy dura pero aprendes, vaya que si aprendes.
- Si, si, ese es su nombre ¿Tu crees que le vendrá bien a Sasuke?
- Por supuesto, tiene que empezar a comportarse con naturalidad, si es algo psicológico eso de no ver, como dicen que es, tenéis que dejar de protegerle, tiene que enfrentarse a la vida, es lo que dice Kushina ¿no? que si no lo mismo se convierte en una especie de...
- Parásito autocompasivo.
- Mikoto... - habló de pronto con tono nervioso Ayesa - Mi-Mikoto...
- ¿Qué te pasa?
- Es que... mira...
Mikoto dirigió la mirada siguiendo la de Ayesa y se tapó la boca evitando que una exclamación de sorpresa saliese de ella. La mano de Itachi parecía estar sujetando la de Ayesa, casi abarcándola por completo.
- Me... me está cogiendo la mano.
- ¿Te la ha cogido él?
- Si... yo iba a cogérsela, como casi siempre y de pronto he notado... ¿Será un movimiento reflejo?
- No se... voy a avisar para que vengan a verlo.
...
Jisei no dejaba de mirar a Konan, estaban en el descanso entre dos clases y no podía dejar de preguntarse como hacer para acercarse a ella, porque era mucho más complicado de lo que a priori parecía.
Si fuese alguna de sus amigas sería mucho más fácil, de echa ya lo hubiera hecho, incluso si fuese Hinata o Ino, todo sería mas sencillo, ya la conocen desde hacía años y están acostumbradas a sus "excentricidades" ¿pero que le decía a Konan? "Hola, que venía a decirte que sueño con tu novio fallecido y me dice que te diga que le dejes marchar"... eso sonaba a capítulo ya visto en la televisión, lo menos que Konan podría hacerle es llamarla estúpida y advertirle que no se acercase nunca más a ella, cosa que le parecía de lo más razonable.
- ¿Has encendido el móvil? - preguntaba Ryuko a Chouji.
- No, se me ha olvidado - contestaba este mientras lo sacaba de su cartera - Es la falta de costumbre, como nunca lo traigo al instituto pues ni me acordaba.
- Anda, mira a ver si Shikamaru te ha enviado algún mensaje, dijo que lo haría.
- Es cierto.
- ¿Tu no tienes curiosidad, Jisei? ¡Jisei!
- ¿Qué? ¿Qué pasa? - dio un pequeño respingo la aludida.
- Chica, hoy están en Babia ¿Algún problema con Iruka?
- ¿Con Iruka? No, no, ningún problema. Creo que voy a cambiarme de sitio.
- ¿Por qué?
Casi al instante de encenderse el móvil de Chouji dio aviso de haber recibido un mensaje.
- ¿Es de Shikamaru? - preguntó nerviosa Ryuko - ¡Ay que me va a dar algo!
- Si, si... es suyo.
- Déjame ver - Ryuko hizo un gesto que Chouji interpretó como que iba a coger el móvil.
- ¡Quita! - replicó alejándolo de las manos de la chica - Primero yo, que por algo voy a ser el padrino.
Chouji miró la pantalla del móvil y una gran sonrisa se dibujó en su cara.
- ¿Qué? - preguntaron las dos chicas a la vez.
Chouji dio la vuelta al móvil para que pudieran leer por ellas mismas el mensaje que había mandado Shikamaru:
"Uno de cada"
- ¡Ahhhhhhh! - gritaron ambas y se abrazaron sin dejar de dar grititos
- Parece que os hace mucha ilusión - comentó Chouji - Parece que Shikamaru tiene razón y en el fondo a las mujeres os gustan las niñas.
- No es por eso, tonto - replicó Ryuko - Es solo porque nos hace ilusión saberlo, no se muy bien porqué pero nos lo hace.
- Es porque uno de ellos es una niña - continuó Chouji - Ya sabíamos casi seguro que uno era un niño y el saber que el otro es una niña os ha gustado.
- Bueno si - añadió Jisei - Quizás es porque así hay, como dice el mensaje, uno de cada, aunque yo prefería que fuesen dos niñas, ya lo dije.
Ino, que las había visto gritar y abrazarse fue impaciente hasta ellos.
- ¿Ha llamado Shika? - preguntó mirando con ojos ilusionados a Chouji.
- Ha mandado un mensaje.
- ¿Y? ¡Chouji por favor, no me tengas en ascuas!
- ¡Son un niño y una niña! - contestó llena de alegría Ryuko.
Y de nuevo los grititos y los abrazos. Chouji comenzaba a pensar que tenía suerte Shikamaru de no estar allí y ver aquello, seguramente estaría quejándose de lo problemáticas que eran las mujeres.
- ¡A mi me encanta que haya una niña! - exclamaba emocionada Ino - Ay, la voy a enseñar a ser coqueta y presumida, me encantan las niñas presumidas.
- Te recuerdo que va a ser la niña de Akane - comentó Jisei.
- ¿Y qué mas dice Shika? - la ignoró Ino.
- Nada más.
- ¿Nada? ¡Pero mira que es soso este chico!
- Si no dice nada será que todo está bien ¿no? - se preocupó Ryuko.
- Claro, seguro que si - añadió Chouji.
- Porque si algo estuviera mal ¿Nos lo diría? No, no nos lo diría...
- Ryuko, no empieces con tus neuras, se positiva, positiva - recalcó Jisei.
- Si, no seas ave de mal agüero, chica - habló Ino - Voy a decírselo a Hinata, seguro que se va a alegrar muuuuuucho.
Chouji, Jisei y Ryuko vieron marcharse a Ino casi bailando.
- Es buena chica - comentó Chouji - No hagáis caso de esas cosas que dice, ella seguro que ayudará a Shika y a Akane todo lo que pueda.
- Nadie dice que sea mala chica - añadió con paciencia Jisei - Confía un poco en los demás Chouji, no juzgamos a Ino, ya sabemos como es... vale, yo me voy a cambiar de sitio.
- Tampoco es para que te enfades por mi comentario - se quejó Chouji.
- No es por tí, es que tengo una misión. Desearme suerte.
Jisei comenzó a recoger todas sus cosas.
- ¿Y por qué te cambias? - se interesó Ryuko - ¿Te molestamos o algo?
- No, no es por vosotros, es por algo que tengo que hacer - Jisei se levantó y respiró hondo - Luego nos vemos.
Konan se sentaba al lado de una mesa vacía, la mesa que había sido de Pain y que permanecía como si esperase su llegada. Era la mesa de Pain y todos había duda porque él mimo había dibujado una especie de nube roja en una de las esquinas con rotulador permanente y como era de esperar, allí permanecía.
La mesa estaba situada al lado de una de las ventanas y un cálido sol de invierno daba sobre ella, Jisei puso su cartera encima de la silla llamando la atención de Konan que parecía leer uno de los libros que les habían mandado en Literatura y la miró extrañada.
- He descubierto que este es el mejor sitio en toda la clase - comentó como si hablase para ella misma Jisei - si, aquí es donde están las ondas electromagnéticas mas positivas, no hay duda.
Konan no era la única que miraba a Jisei, Stella, Kikyo, Juugo, Dosu y Zaku también la observaban como si estuviese a punto de cometer un sacrilegio o algo por el estilo.
- ¿Te vas a sentar ahí? - preguntó con voz trémula Konan.
- Si. Es el mejor sitio de todo el aula, siento una gran energía positiva emanar de aquí, ya sabes lo rara que soy, me gusta creer en esas cosas ¿Te molesta que me siente a tu lado?
Jisei había pensado mucho en que decir en ese momento, lo mejor, según ella era decir que se iba a sentar junto a Konan, no en el sitio de Pain.
- Si quieres nos cambiamos las mesas - continuó - Veo que tienes aún un fuerte lazo con ella. A veces creamos lazos con objetos que son importantes para nosotros por lo que representan, como tu reloj, veo que para ti es muy importante.
Konan llevó la mano al reloj y lo rozó con delicadeza. Si que era cierto que ese reloj representaba mucho para ella.
- Era de Pain ¿A que si?
- S-si - contestó aturdida - Yo se lo regalé a él y sus padres me lo dieron.
- Entiendo, y ahora es como un tesoro para ti. Bueno ¿Cambiamos las mesas?
- No, no, está bien así, siéntate si te apetece.
- Gracias. Me gusta este sitio. Seguro que tienes una historia muy bonita con ese reloj.
- Bueno, la verdad es que si.
- Y a mi me gustaría escucharla, si es que alguna vez quieres contarla.
Konan volvió a mirarla extrañada, que chica mas rara era aquella, claro que ya sabía que era extraña, todo el mundo decía de ella que era una bruja o algo así.
- Hola Jisei-senpai - habló Juugo que se había acercado a la nueva mesa de Jisei.
- Hola Juugo. Tienes un aura bastante curiosa ¿Te pasa algo?
- No, yo solo quería decirle una cosa a Konan - ahora la chica miró intrigada a Juugo - Es que Jisei es miko en el templo Tsukishiro y sabe escuchar a la gente.
- Intento ser de ayuda, solamente eso - añadió Jisei.
- Si necesitas hablar seguro que Jisei puede escucharte, ella es especial, tiene un don y entiende los sentimientos de los demás.
En ese momento se produjo un extraño e incómodo silencio.
- ¿Eres sacerdotisa de un templo? - preguntó al fin Konan.
- Es lo que me gustaría ser. De momento me conformo con ayudar... ¿Juugo? - Juugo se había marchado de allí y regresado a su asiento - Pues... nada... sé que en ocasiones las personas necesitamos hablar, no me refiero a contar como nos sentimos si no a hablar de cosas sin importancia como recordar la sonrisa de una persona cuando le dimos el primer regalo, contar lo bien que nos lo pasamos aquel día que fuimos a ver la nieve o ese viaje en el que todo nos salió mal... simplemente compartir recuerdos.
Konan sonrió, no estaba muy segura de si entendía lo que Jisei decía o lo que Juugo había intentado hacerla comprender, quizás que debía hablar y no guardar esos recuerdos dentro de ella porque ahí no servían de nada, porque si no los compartía era como algo que se guarda para no perderlo pero todos desconocen.
- Le... le regalé este reloj para su cumpleaños - comenzó a hablar en voz baja, Jisei la miró atentamente - A él le gustaba mucho, en la residencia varios chicos lo tienen y Yahiko decía que alguna vez se compraría uno igual. Cuando llegó su cumpleaños yo no sabía que regalarle pero pensé que un reloj estaría bien, pregunté en una relojería pero era muy caro y yo no tenía suficiente dinero, así que me fui a otra a comprarle otro que había visto, uno parecido y bastante mas barato y cuando llegué resulta que tenían este, que era precisamente el que él quería y me hacían un descuento, así que me puse loca de alegría... estaba deseando dárselo y ver la cara que pondría...
Dos lágrimas resbalaron por las mejillas de Konan.
- Seguro que a él le encantó - habló Jisei con suavidad - Apuesto a que se le puso una sonrisa de idiota en la cara.
- Si - sonrió Konan al recordarlo - Estaba tan orgulloso de su reloj.
Konan miró a Jisei y volvió a sonreír... era bonito compartir ese recuerdo.
...
Shikamaru subía las escaleras que llevaban hasta su aula mientras miraba su reloj. Llegaba un poco tarde, pero no demasiado, solo unos minutos, ya no había nadie por los pasillos pero esperaba que le dejasen entrar en clase, si no, después de haber dejado a Akane para ir al instituto si se perdía esa clase le iba a molestar bastante. Su esperanza era que, como la clase que le tocaba se trataba de Literatura e iba a ser la última que daba Kurenai pues el ambiente estuviese relajado, además Kurenai nunca había sido de las profesoras más estrictas con el horario.
- ¡Shikamaru! - la voz de Kurenai a su espalda le hizo detenerse, se giró y vio a la profesora subir con dificultad las escaleras - Ay, espérame... vas para clase ¿verdad?
- Si, iba para allá, llego tarde, ya lo se - se rascó perezosamente la cabeza.
- No te preocupes, yo también, estas escaleras son mis enemigas ¿No tenías que acompañar hoy a Akane al médico?
- Si, por eso llego tarde. Hemos ido a hacerle la ecografía esa en 4D.
- ¿Todo bien?
- Si, vamos no han visto nada anormal, todo parece estar bien. Akane ha ido a ver ahora al tocólogo, tenían que darle los resultados de los últimos análisis, por lo visto tiene aún el azúcar muy alto, creo que le van a mandar repetirlos.
- Pobre chica, no hacen nada mas que sacarle sangre, a este paso le van a dejar los brazos como acericos ¿Y os han dicho ya lo que son?
- Si, por lo visto en esas ecografías se ve perfectamente.
- Eso dicen. Asuma y yo no quisimos saberlo, queremos que sea una sorpresa. Bueno ¿Y que son?
- Pues un niño y una niña.
- ¡Oh! ¡Que cosa tan linda! ¿Estáis contentos?
- En realidad a mi me daba igual lo que fueran.
- Pareces un poco deprimido.
- No, para nada, no es eso... ahhhhhh, mendokusei, lo que sucede es que los he visto y de pronto me siento raro, creo que tengo bastante miedo de todo.
- ¿Pero no te ha emocionado verlos? Asuma se emocionó muchísimo, grabó a nuestro bebé con el teléfono y todo, es muy bonito ver como se mueven y se siente algo dentro que es inexplicable.
- Si, si eso es cierto, es una sensación única pero... me siento tan inútil, es que soy un crio y no se si voy a saber ser padre.
- Ah pero eso nos pasa a todos, a mi también, pero no tienes que preocuparte, ya verás que todo saldrá bien ¿Qué ha dicho Akane? ¿Ya ha aceptado su maternidad? Dile que tiene que volver conmigo a las clases de pre-parto, a ella le vienen muy bien, sobretodo porque la preparan psicológicamente ¿Y cómo es que no la has acompañado al médico?
- Mendokusei, yo quería ir pero mi madre ha dicho que tenía que venir al instituto, que cuanto menos clases pierda mejor y que ya ella la acompañaba.
- Ya veo.
Habían llegado a la puerta del aula, Shikamaru la abrió y dejó pasar primero a la profesora. En cuanto esta puso un pie en la sala los alumnos de 3-1 se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir.
Kurenai se detuvo confusa mientras Ayame se acercaba a ella con un ramo de flores y un paquete.
- ¿Pero que es esto? - comentó aturdida la profesora.
- Kurenai-sensei - habló Ayame - Eres una profesora estupenda, hemos aprendido mucho de ti, no solo literatura, si no a comprendernos a nosotros mismos, durante esos años has sido como una hermana mayor y ahora te vas y queremos que sepas que nosotros te apreciamos mucho y te vamos a echar de menos.
Kurenai no pudo evitar comenzar a llorar de la emoción. Era su último día de clase en ese curso, había decidido, debido a su avanzado estado de gestación, cogerse ya la baja por maternidad aunque aún le quedasen unas semanas, no quería ponerse de parto en el instituto y además ya se encontraba muy pesada, así que Asuma y ella habían tomado esa decisión, lo que suponía que ya no volvería a trabajar hasta el inicio del curso siguiente y por lo tanto, a esos alumnos, a los de tercero, no les volvería a dar clase nunca mas a no ser que repitiesen curso.
Se había emocionado, claro que se había emocionado. Había estado con esos chicos desde que entraron en primero de secundaria y ahora iban a graduarse, les había visto crecer, ir convirtiéndose en mujeres y hombres, había vivido sus adolescencias desde muy cerca, sobretodo si se tenía en cuenta que además de profesora de Literatura ella era una del equipo de orientación del instituto.
- ¡Mis niños! - dijo emocionada cogiendo las flores - Con la de problemas que me habéis dado.
- ¡Te quejarás de nosotros! - se quejó Sora.
- Este es un regalo para tu niño o niña - le entregó el paquete - Todos hemos colaborado, es para que te acuerdes de nosotros cuando se lo pongas.
- No deberíais haber comprado nada.
- Por favor, acéptalo.
- ¿Y quien va a ser tu sustituto? - preguntó de pronto Omoi.
- ¿Pero quieres callarte un poco? - le gruñó Karui - Como siempre metiendo la pata.
- ¿Qué pasa? Tengo derecho a saber quien va a ser mi profesor, imagínate que es una profesora joven, una de esas que acaban de terminar la carrera y que este es su primer trabajo y se siente perdida y entonces yo le ofrezco apoyo y ella se empieza a sentir enamorada de mi y...
- ¿Quieres callarte de una vez? - gritó Karui mientras los demás reían - ¡Me pones enferma!
- Tranquilo Omoi - habló Kurenai - No es una profesora, es un hombre, es muy buen profesor, se llama Darui y espero que le tratéis con respeto.
- Eso no se duda - comentó Sora - Nosotros somos buena gente.