viernes, 12 de septiembre de 2014

197. Un milagro antes de Navidad

- Señorito Itachi, señorita Ayesa, pasen – la joven doncella, con una sonrisa amable en el rostro le había abierto la puerta y se retiraba para que entrasen – Si me dan sus abrigos los colgaré.
Desde que le dieron el alta en el hospital tras el incidente del terremoto Sasuke vivía de nuevo en casa de sus padres, Itachi ya se encontraba mucho mejor y no necesitaba que Mikoto se pasase el día entero con él y Sasuke si necesitaba todo su apoyo ahora que tenía un nuevo tratamiento y no había que olvidar la tranquilidad que allí tenía.
- Muchas gracias Mayu – respondía Ayesa mientras se desabrochaba el abrigo - ¿Cómo está tu abuelo?
- Parece que está un poco mejor, pero le tienen que hacer una pruebas porque por lo visto tiene como una mancha en el pulmón.
- Vaya. Si necesitas algún día libre dímelo y le diré a Yuki que venga a sustituirte.
- Es muy amable de su parte, señorita, pero no, muchas gracias.
- Sabes que te lo digo en serio.
- Si, lo sé. La señora está en la sala de estar del primer piso con el doctor Ryotenbin ¿Quieren que le avise de su llegada?
- No – respondió Itachi – No te molestes, está esperándonos.
- De acuerdo.
La doncella se marchó con el abrigo y la gabardina de Itachi.
- Parece que te llevas muy bien con el servicio – comentó Itachi mientras caminaban hacia las escaleras que llevaban al primer piso de la mansión.
- Son personas. Mi madre me han enseñado que una gran dama debe ser amable con las personas que viven bajo nuestro mismo techo, el que trabajen para nosotros no quiere decir que no agradezcan que seamos amables.
- Y si somos amables trabajarán más alegres y habrá mejor ambiente en la casa – la interrumpió Itachi – Eso también lo dice mi madre.
- Claro, tu madre es una gran dama y por eso el servicio está tan contento en esta casa. Mayu debe tener más o menos mi edad y es muy simpática. Mi madre y tu madre han decidido que cuando nosotros nos mudemos a nuestra casa Mayu y Yuki van a venir con nosotros, ya nos conocen y saben nuestras costumbres.
Itachi guardó silencio mientras subían las escaleras, "nuestra casa"… no se había planteado aquello pero si lo pensaba era algo obvio, en algún sitio tendrían que vivir y eso del servicio… eso sí que no se le había pasado por la cabeza ¿iba a tener servicio? … claro que eran un Uchiha y una Senju y tanto los Uchiha como los Senju vivían acorde a un status social y por lo que se veía sus madres estaban ocupándose de que su status siguiese siendo en mismo… mejor dejaba de pensar en eso, aquello era algo a añadir a los temas a tratar en la casa del lago.
Se oían las voces de Mikoto y de alguien más salir de la salita. Al llegar a la puerta Itachi dejó pasar a Ayesa en primer lugar.
- Buenas tardes – dijo al entrar – Sentimos la tardanza.
- Ayesa, Itachi – sonrió Mikoto al verles – Pasad. Mire doctor este es mi hijo mayor, Itachi Uchiha. Itachi, este es el doctor Onoki Ryotenbin.
- Buenas tardes, doctor – saludó Itachi – Encantando de conocerle. Muchas gracias por ayudar a mi hermano.
Era un señor de estatura bastante baja y también se le veía de bastante edad, con poco y blanco pelo en la cabeza y bigotes y barba triangular también blancos. Al ver a los recién llegados se acercó con paso lento hasta ellos.
- El gusto es mío, señor Uchiha, he oído hablar mucho de usted y de su asombrosa recuperación.
Tras saludar también a Ayesa, el doctor Onoki e Itachi comenzaron una conversación sobre el tratamiento que el primero estaba efectuando a Sasuke, a Itachi le interesaba conocer hasta el más mínimo detalle de lo que estaba pasando.
Mientras, Mikoto separó un poco a Ayesa.
- ¿Qué tal ha estado hoy Itachi?
- Bien, muy bien, hizo sus ejercicios de rehabilitación y luego le dieron un masaje.
- ¿Te ha comentado algo de sus planes para el fin de semana?
- Algo me ha dicho – Aquello era muy incómodo para Ayesa, hablar con la madre de Itachi de que iba a pasar un fin de semana con su hijo la ponía en una situación difícil.
- He hablado con tu madre.
- ¿Con mi madre? – ahora estaba más que incómoda, con lo estricta que era su madre con su educación y las apariencias seguro que no comprendía que Itachi y ella necesitaban hablar de su relación y de todo lo que estaban viviendo y esperaba habérselo dicho ella con bastante delicadeza.
- Si, Mito y yo lo hemos tenido difícil para convencerla.
- ¿Mi abuela? - ¿Es que todo el mundo estaba al tanto del viaje menos ella?
- Tienes que disculparnos, no queríamos meternos en tu vida, pero es que tu madre y yo estábamos organizando la fiesta de compromiso cuando Itachi nos dijo que necesitabais hablar, que todo iba muy rápido y teníais que hablar. Tu madre propuso una cita con la familia pero Itachi dijo que sería mejor hablar a solas y a mí se me ocurrió que en la casa del lago, el lugar donde os conocisteis, es un lugar apropiado para ello, y tranquilo, no hay que olvidar que Itachi aún está convaleciente.
- Y mi madre se ha opuesto.
- Ya sabes, para ella es muy importante tu reputación y no quiere que haya habladurías de que os habéis ido de viaje solos, antes de casaros. Fugaku tampoco está de acuerdo, pero más que nada porque teme que a Itachi le pueda pasar algo y tú no puedas ayudarle, así que quería que fuese Rin con vosotros, como enfermera de Itachi que es, por supuesto.
- Ah, vaya. No, si no me parece mal, entiendo a Fugaku pero es que Rin… - también era mala suerte que ahora que Obito se atrevía a pedirle una cita ella no tuviese que rechazarle por razones de trabajo, que mala suerte que tiene Obito – Creo que Rin… o sea es que ella trabaja todos los días, de lunes a domingo y tiene poco tiempo libre, quizás le vendría ben descansar un poco, además pienso que en la casa del lago se va a aburrir muchísimo ella sola, estaríamos nosotros, claro, pero tenemos que hablar y…
- Bueno, había pensado que Mayu os acompañara también.
- Pero el abuelo de Mayu está ingresado en el hospital.
- Es cierto, pobrecilla, no, ella no puede ir. Pues tu madre se niega a que vayáis solos.
- ¿Y si viene mi tía Tsunade con nosotros? Últimamente está muy estresada, sé que ha tenido problemas en el instituto y creo que le vendrá bien.
La entrada en la sala de Kushina acompañada de una chica alta, delgada, morena de pelo muy corto, interrumpió las conversaciones.
- Entra Kushina, entra – habló Mikoto.
- Hola Itachi, hola Ayesa. Pasa tú también Kurotsuchi, ellos son de la familia.
- Con permiso – dijo la chica.
- Ella es mi nieta – aclaró Onoki - hace las veces de mi ayudante. Mira Kurotsuchi, él es el famoso Itachi Uchiha.
- Es un placer conocerle – le saludó respetuosamente.
- El gusto es mío, señorita.
- Oh no, créame, el gusto el todo mío.
- No te emociones tanto – gruñó Onoki – Esta señorita es su prometida.
- No empieces a chochear abuelo ¿qué van a pensar estos señores de mí? Discúlpenle, es viejo.
- Menuda la estás haciendo, ahora pensarán que no sirvo para nada. En fin, ¿está listo nuestro paciente?
- Ah sí, sí, a eso veníamos, ya está listo.
- Está muy receptivo – añadió Kushina – Y con una mente muy positiva.
- Como le estaba diciendo – Onoki se dirigió a Itachi - No tengo ningún interés monetario en todo esto, lo hago por Kushina.
- Había que aprovechar el incidente del terremoto. Ya te comenté, Itachi, que lo de Sasuke era puramente psicológico, una forma de castigarse o de no aceptar que hasta ahora se había equivocado en muchas cosas, da igual la razón, eso ya no importa, lo importante es que para que volviese a ver él necesita creer que puede hacerlo y si su cerebro le está engañando nosotros tenemos que engañar a su cerebro.
- Eso lo he entendido desde el principio – afirmó Itachi – Solo quería saber exactamente que estabais haciendo.
- El primer paso – continuó Kushina – era convencer a Sasuke de que, a parte del tema psicológico, podía haber algún tipo de lesión física que podía ser reparada. Nuestro fallo fue dar demasiada información ha Sasuke y que supiese que su problema era algo psicológico porque ya él se centró en ese detalle.
- Todo lo que hemos hecho ha sido con nuestra autorización – aclaró Mikoto – Ya te dije que no iban a experimentar con Sasuke, ni nada de eso.
- Sabía que no iba a ser fácil convencerle – continuó Kushina – pero Onoki nos ha ayudado mucho.
- Ha sido divertido, un viejo como yo de vez en cuando necesita hacer cosas divertidas.
- Primero le hicimos unos electroencefalogramas. Había que aprovechar el hecho de que no veía para decirle que íbamos a estimularle el nervio óptico. Fue una mentirijilla un poco absurda pero daba resultado. Luego le pusimos unas gotas que en realidad eran lágrimas artificiales y le hemos pedido que hiciera unos ejercicios oculares. Todo parece una verdadera tontería pero ha dado sus resultados porque ayer, cuando le retiramos el vendaje que le ponemos para dramatizarlo todo, pues ayer dijo que por unos segundos le pareció ver unas luces. Seguramente no vio nada pero significa que él tiene interés en recobrar la vista y cree en el "tratamiento".
- Y también es importante lo de la reacción a la luz – habló Mikoto.
- Es cierto, es cierto – confirmó Onoki – Parece ser que experimenta una respuesta ante ciertos estímulos de luz.
- Entiendo – contestó muy reflexivo Itachi – Es todo una gran farsa pero lo importante es que él crea que le están tratando. Supongo que el fin justifica los medios, aunque todo suene de lo más patético.
- Hoy es un día importante – continuó Kushina – Esta mañana le hemos cambiado las gotas, esta vez le hemos puesto las gotas que se utilizan para realizar los fondos de ojos, esas que dilatan las pupilas.
- No se le ha mentido en este caso, se le ha dicho que eran unas gotas para hacerle un fondo de ojo – añadió Onoki – Otra cosa es que no se le va a realizar realmente pero ese es otro tema.
- Ha sido idea de mi abuelo – corroboró la chica – Ha sido una idea estupenda.
- Ya sabes, Itachi – prosiguió Kushina – Que esas gotas dilatan la pupila y hacen que esta esté mucho más sensible a la luz, si alguna vez te han hecho un fondo de ojo recordarás que con esas gotas no veías bien y la luz de molestaba. Como ha manifestado estímulos ante la luz creemos que de esta forma la reacción será mayor y podremos hablarle de una gran mejoría. Todas las noticias positivas que recibe son un gran paso hacia delante y cada vez cree más en que va a ver. En su caso tener esa creencia es lo más importante porque no olvidemos que no ve porque su cerebro no quiere.
- Es un poco lioso todo ¿no? – comentó Ayesa.
- Yo lo único que quiero es que Sasuke vuelva a ver – manifestó Mikoto – y haré lo que sea, mentiré lo que haga falta e interpretaré las falsas necesarias.
- Pues esperemos que esto realmente funcione – suspiró no muy convencido Itachi.
- Eres igual que tu padre – sonrió Mikoto – Ten fe, ya verás que funcionará.
Era cierto, Itachi era igual que Fugaku y no le convencía todo aquel teatrillo pero Mikoto creía realmente que Kushina y ese extraño hombrecillo iban a realizar un milagro y se la veía tan convencida e ilusionada que no se atrevían a contradecirla, total, tampoco estaban haciendo daño a Sasuke.
Mientras Sasuke esperaba sentado en un sillón en su habitación. Tenía de nuevo los ojos vendados, no entendía esa manía de vendárselos, decían que era porque esas gotas que le echaban necesitaban oscuridad completa o para que mantuviese los ojos cerrados, daba igual, por lo general esas gotas no le irritaban, ni le escocían pero hoy si, se notaba que eran otras gotas, claro que le habían dicho que iban a hacerle otra prueba.
Sasuke suspiró. Esperaba que todo fuera bien, estaba deseando volver a ver y recuperar su vida, tenía tantas cosas que hacer y tanto tiempo que recuperar… Para empezar tenía que recuperar los años perdidos sin su hermano y sin sus padres, porque esos años la suya no parecía una familia y reconocía que también fue en parte por su culpa. Pero ahora todo había cambiado, su padre había cambiado y él mismo también y estaba Itachi… ahora sabía más cosas de él, sabía la razón por la que actuó de aquella forma y además le admiraba aún más que cuando eran niños, porque si, por su valor para enfrentarse a unas normas estúpidas, por dar la cara por él, porque siempre se preocupó por su hermano pequeño a pesar que como le trató y por el esfuerzo que estaba haciendo para recuperarse después del accidente y como no se rendía, ni se desanimaba y si Itachi no se rendía y se esforzaba cada día para recuperar la normalidad después del coma y que no lo quedasen secuelas, él también tenía que esforzarse del mismo modo, tenía que demostrar a su Itachi que él también se esforzaba, que no se rendía y que podía sentirse tan orgulloso de su hermano pequeño como él lo estaba de su hermano mayor.
La puerta se abrió y él se levantó automáticamente del sillón.
- No te levantes – habló Kushina - ¿Cómo te encuentras?
- Bien.
- Bueno pues vamos a ver cómo van esas pupilas – dijo Onoki – Kurotsuchi, por favor, ayúdame a quitarle las vendas.
Al instante Sasuke se dio cuenta de que había algo raro, algo distinto a lo de todos los días. Lo bueno que tenía perder la visa es que se desarrollaban automáticamente otros sentidos, no fue algo que Sasuke entrenase, ni por lo que se esforzase, fue algo espontáneo y progresivo, al principio Sasuke no se percató de que su oído o su olfato eran más precisos porque además era algo que parecía activársele automáticamente pero con el tiempo aprendió a aprovechar esos sentidos.
Para empezar había escuchado claramente una conversación corta y susurrada desde la puerta de la habitación y no era n las voces de Kushina, su madre, el doctor o su ayudante y aunque una de las voces era de mujer, podía asegurar que no era la voz de Mayu y después estaba esa voz de hombre, una voz que le resultó muy familiar, tanto que el corazón le latió bruscamente, casi podía asegurar que era la voz de Itachi, claro que ¿cómo iba a estar Itachi allí? Lo mismo era su padre que había ido a ver cómo iba esa nueva prueba.
Después estaba el ruido de pasos de personas que entraron en su habitación, estaba seguro de que era más numeroso de lo habitual, si, había entrado al menos una persona más. Reconoció el paso de su madre, de ese no había duda, luego el de Kushina, el pequeño y rápido del doctor y el suave de su ayudante pero había otro paso y no era el de una mujer, sus pies eran más grandes y el paso más firme, además debía pesar más… volvió a pensar que era su padre.
Y la tercera pista de que había alguien más le vino por la nariz. Reconocía perfectamente el aroma único de su madre, el perfume de marca de Kushina, siempre el mismo, un olor como a crema hidratante muy peculiar del doctor y la colonia con olor a moras de Kurotsuchi y allí había otro olor, un olor que le recordaba a… su hermano.
- Mamá – tendió la mano hacia ella.
- Dime cielo, estoy aquí – la madre le cogió la mano.
- ¿Ha venido papá?
- No, no ha podido venir, quería pero tenía una reunión ¿Por qué?
- No, por nada – soltó la mano.
Era Itachi, Sasuke casi podía jurar que Itachi estaba allí pero ¿Por qué no le decía nada? ¿Estaría equivocado y sus sentidos le jugaban una mala pasada?
- Mantén los ojos cerrados hasta que te diga el doctor – le dijo Kurotsuchi.
- Bien, bien, bien – Onoki se acercó hasta él – Baja un poco el cuello. Ahora te voy a enfocar con una linterna en los ojos, para ver como de dilatadas están, si como en estos días ves algo de luz me lo indicas, pero si no notas nada no te preocupes que no pasa nada.
Sasuke seguía con la idea de que allí había alguien más y casi no prestaba atención a Onoki.
- A ver, abre los ojos.
Y así lo hizo, de inmediato sintió como un molesto fogonazo, una luz muy intensa que le obligó a cerrarlos al instante y llevar una de sus manos a cubrirlos.
Fue un acto reflejo, ni siquiera estaba pendiente de que iban a enfocarle con una luz, simplemente de repente lo vio todo blanco y tuvo que cerrar los ojos, era como cuando estas en una habitación a oscuras y se enciende un potente poco.
Oyó unos murmullos y de nuevo un murmullo que no debía estar ahí, algo muy leve, corto pero lo había escuchado.
- ¿Te duele la cabeza? – preguntó Onoki.
- No, ha sido la luz.
- ¿Has visto la luz?
- Si, si – contestó ahora emocionado e intentando abrir los ojos aunque la luz seguía molestándole – He visto la luz, la he visto, no ha sido que haya sentido su calor o oído el ruido del interruptor, he visto la luz ¡Mamá, he visto una luz!
Mikoto temblaba de la emoción, Kushina, a su lado la rodeó con los brazos y la estrechó contra su cuerpo.
- Tranquilo – intervino Onoki – No te pongas nervioso, eso es una gran noticia pero necesito que abras los ojos.
- Es que no puedo, me molesta, casi es como si me doliesen los ojos.
- ¿Te molesta la luz?
- Si, me deslumbra.
- A ver, tranquilo, sea lo que sea es bueno, es un avance así que no te asustes, respira hondo y mira hacia abajo, así.
Todo el mundo contuvo la respiración, todos estaban nerviosos e impacientes por saber que pasaría. Mikoto entrelazó sus dedos y también respiró profundamente al igual que Sasuke.
Sasuke intentó dejar su mente en blanco, no tenía que dejarse llevar por las emociones, si al abrir los ojos volvía a estar todo negro no debía desilusionarse, no pasaba nada, como había dicho el doctor ya lo que había pasado había sido un gran avance.
Empezó a abrir lentamente los ojos, de nuevo la luz le molestó, parecía herirle en los ojos, parpadeó rápidamente y acomodó sus ojos a la nueva situación. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que estaba mirando sus piernas y las veía, estaba viendo sus pantalones de color verde oscuro y también sus manos, no las veía bien del todo pero eran sus manos.
Levantó la vista con un gesto entre asustado y emocionado, delante de él había bultos, no enfocaba bien pero veía los bultos, volvió a parpadear y poco a poco fue enfocando un poco mejor… un bulto no muy grande… era un hombre, un hombre bajito y anciano, no distinguía bien su rostro, levantó aún más la vista… había una figura alta que poco a poco fue identificando… se puso en pie.
- ¿Itachi?
Las respiraciones contenidas de todos estallaron de pronto en sonidos de alegría y excitación.
Veía… podía ver… allí, frente a él, cruzado de brazos estaba Itachi ¿O es que se lo estaba imaginando? No podía ver bien definida su cara pero… era Itachi.
Itachi sonrió abiertamente, sonrió como hacía años que no sonreía, dio un paso al frente ante un aturdido Sasuke que parecía no creerse que podía ver, descruzó los brazos y llevó su mano derecha con los dedos índice y corazón extendidos hacia la frete de Sasuke golpeándole suavemente.
- Tonto hermano pequeño, menudos susto nos has dado – sonrió.
Sasuke permanecía con la boca abierta y sin saber reaccionar ¿Era Itachi de verdad? ¡Era Itachi y él le estaba viendo! Giró la cabeza y pudo ver a su madre llorando abrazada a Kushina.
- ¿Mamá?
Inmediatamente Mikoto se soltó del abrazo de Kushina para abalanzarse a abrazar a su hijo pequeño mientras lloraba cada vez de forma más nerviosa.
- Sasuke, mi ni niño, ni niño…
- Mamá – no pudo evitarlo, las lágrimas también empezaron a aflorar de sus ojos – Mamá puedo ver, puede verte, puedo verte.
- Mi niño, mi niño… - repetía nerviosa y llena de emoción.
Kushina también lloraba. Necesitaba un pañuelo o algo para limpiarse.
- Ayesa – dijo en voz alta – Pasa y trae pañuelos de papel… muchos.
- Ya voy yo – contestó también llorando Kurotsuchi, puede que ella no fuera nada de esa familia pero la emoción de aquel momento se le había contagiado.
Mikoto parecía resistirse a soltar a su hijo, para ella aquello había sido un milagro, un verdadero milagro y la alegría la desbordaba… tenía que llamar inmediatamente a Fugaku para decírselo. Soltó a Sasuke y le miró orgullosa sin dejar de llorar.
- Lo has conseguido Sasuke, lo has conseguido.
- No, yo no, ha sido el doctor y su tratamiento pero no veo bien, todo está como borroso y la luz me molesta.
- Es por las gotas – aclaró Onoki – En unas horas se te pasará.
- Voy a llamar a tu padre ahora mismo.
Al separarse de su madre Sasuke buscó con la mirada de nuevo a Itachi que ahora se acercaba a él.
- Sabía que estabas aquí, sentí tu presencia, oí tus pasos, sabía que eras tú.
Sin mediar palabra Itachi se acercó un poco más, ambos parecían dudar si abrazarse o no pero Itachi tomó la iniciativa, abrazó emocionado a su hermano pequeño, su querido hermano pequeño y nunca se había sentido más orgulloso de él.
Durante el último cambio de clases Shikamaru decidió que era hora de ir a la enfermería a pedir alguna pastilla para el dolor de cabeza que cada vez le amenazaba más con convertirse en una migraña de esas que le taladraban el cerebro. Esto le pasaba por no haber podido echarse ni una cabezadita entre clases y encima estar dándole vueltas a las cosas, concretamente a lo de Sakura.
La puerta de la enfermería estaba entreabierta, Shikamaru golpeó con los nudillos mientras terminaba de abrirla.
- ¿Se puede?
Sentada frente a la mesa de su despacho estaba Shizune, muy ocupada en ordenar un montón de papeles.
- Pasa, pasa – contestó dejando los papeles y levantándose - Pero bueno, que mala cara tienes Shikamaru ¿Te encuentras mal?
- No, solo es un simple dolor de cabeza, pero a ver si puede darme algo para que no vaya a más.
- Claro ¿Qué prefieres, ibuprofeno o paracetamol con codeína?
- Mejor el paracetamol.
- ¿Estás seguro de que no te pasa nada más?
- Si, solo es eso. Es que estoy bastante cansado.
- Kabuto, por favor – habló hacia donde estaba el biombo que daba un poco de intimidad a la camilla que tenían – Trae una pastilla de paracetamol con codeína.
- Aquí la tienes – Kabuto apareció nada más hablar Shizune con un pequeño envoltorio blanco, cuadrado y herméticamente cerrado – Te he escuchado.
- Cógela Shikamaru, voy a por un poco de agua.
- ¿Qué pasa? – sonrió Kabuto ofreciéndole la pastilla - ¿Es que no te fías de mí?
Shikamaru dudó ¿Qué demonios hacía allí Kabuto, que además parecía ser el ayudante de Shizune?
- Kabuto está ayudándome con el inventario – habló Shizune como si estuviese leyéndole el pensamiento – Gracias Kabuto, ve ya para clase que está a punto de empezar.
Shikamaru cogió lo que le ofrecía y lo abrió, dentro había una pastilla ovalada, de color rosado, que se metió en la boca y cogiendo el vaso que llevaba Shizune, acompañó con agua para tragársela.
- Me marcho entontes – habló Kabuto – Mañana volveré.
- De acuerdo. Espera Shikamaru ¿No quieres que te tome la tensión?
- No, no hace falta. Gracias por la pastilla. Esto… - Shikamaru dudó si decirle a Shizune lo que estaba pensando o no.
- ¿Si?
- No, nada. Gracias.
- Por cierto tienes que llevarte la canastilla.
- ¿Qué canastilla?
- La canastilla que le trajeron a Akane ¿Te acuerdas? Fue el día del terremoto pero como os tuvisteis que ir a toda prisa al hospital os la dejasteis aquí y la guardamos para que no se perdiese. Tienes que recogerla.
- ¡Ah sí, la canastilla que nos dio Stella! Pues me había olvidado por completo de ella.
- Pues a ver si al terminar las clases pasas y la recoges.
- Si, si, vale.
Shikamaru se fue meditabundo, le parecía de lo más raro que Tsunade permitiese que Kabuto ayudase en la enfermería, sabía que Kabuto quería ser médico pero también Tsunade debía saber lo que se hablaba de él y que era como el perrillo faldero de Orochimaru ¿Cómo le dejaba estar cerca de medicamentos? No sabía ni como él mismo se había fiado de la pastilla que le ofrecía, estaba protegida en su envoltorio cerrado herméticamente pero a saber, también drogaron a Hinata delante de sus narices sin saber cómo y… le habían dado una droga a Sakura…
El cerebro de Shikamaru comenzó a trabajar, era como si hubiese pulsado un botón que hacía que un montón de engranajes hicieran que todo funcionase… ¿Quién le había dado la droga a Sakura? Porque era evidente que Sakura no se la había pedido a nadie, ella nunca haría eso, era una chica demasiado responsable, no lo haría ni por curiosidad, ni por nada de las tonterías que se habían dicho y menos aún pedírselas a Kabuto, que le caía fatal y no se fiaba de él y que supiesen no conocían a nadie más que pasase drogas, se hablaba de que Tobi conseguía cosas pero Konan aseguraba que no había sido él… entonces es que alguien engañó a Sakura y esta se tomó la droga sin saberlo… ¿cómo?
Lo tenía ahí, lo estaba viendo, algo le decía que tenía la solución, estaba concentrado en eso cuando al salir de la enfermería se topó con Kabuto apoyado en una de las paredes del pasillo.
- Sí que tienes mala cara, Nara – comentó burlón - ¿Qué pasa? ¿Qué Akane no te deja dormir por las noches?
Shikamaru se detuvo frente a él y le miró con gesto de pesadez.
- ¿A que molesta saber que donde tú estás ya ha estado alguien otra persona? – volvió a burlarse Kabuto.
- Tú tienes algún tipo de complejo de inferioridad ¿verdad, Yakushi?
Kabuto volvió a sonreírle burlonamente mientras empujaba sus gafas por el puente de la nariz colocándoselas. Shikamaru le miró entornando los ojos.
- Eres muy sospechoso, Yakushi, no sé lo que te traes entre manos pero no te creas que te vas a salir con la tuya.
- ¿Me estás amenazando, Nara?
- Sé que de alguna forma tú obligaste a Sakura a tomarse esa droga y lo voy a demostrar.
- ¿No te estás poniendo tu muy gallito?
- Recuerda Yakushi, quien ríe el último ríe mejor.
Shikamaru retomó su camino, no entendía a ese tipo ¿Qué le pasaba? No parecía muy normal y ahora se le había ido la idea que había empezado a fraguarse en su cabeza, ya no recordaba ni que era, menuda lata.
Justo cuando iba a entrar de vuelta en el aula se encontró con Asuma que también iba a hacer lo mismo.
- Tienes mala cara, Shikamaru.
- Mendokuseeeeei – se quejó – que pesado está todo el mundo con mi cara.
- ¿Cómo está Akane? ¿No estará peor, verdad?
- No, no, está bien, está muy bien.
- Oye Shikamaru, te echamos de menos en el club de ajedrez.
- Ya, ya lo sé, llevo varios días sin ir.
- Pues deberías pasarte de vez en cuando.
- Si es que no tengo tiempo, tengo que estudiar para aprobar dos cursos y preparar los exámenes de acceso a la universidad.
- Pero siempre te gustó jugar a shogi y decías que te relajaba de tensiones. Pronto van a ser los campeonatos y contamos contigo para volver a ganar.
- Creo que este año no voy a poder ir.
- No digas eso, eres el campeón de la preceptura, debes ira.
- No, no va a ser posible.
- Deberías ir al menos una vez de vez cada quince días al club – le ignoró Asuma – Por lo menos tienes que hacer acto de presencia dos veces al mes para asegurar tu participación en los campeonatos.
No dejó contestar a Shikamaru, entró en el aula y se puso a saludar al resto de los alumnos. Shikamaru suspiró, pero que problemático era todo y como se empeñaba el resto del mundo el complicárselo aún más.
- ¿Estaba Shizune en la enfermería? – le preguntó Haku cuando se sentó en su sitio.
- Si, me dio una pastilla...
De nuevo los engranajes de su cerebro comenzaron a funcionar.
Todo estaba allí, delante de sus ojos, solo tenía que limitarse a repasar lo que había sucedido el miércoles anterior, sabía que estaba allí, quizás estaba demasiado concentrado en otras cosas y por eso no se daba cuenta, pero estaba allí.
Cerró los ojos y trató de concentrarse, a ver ¿qué recordaba? Sakura estaba acatarrada, de eso se acordaba muy bien porque le daba un poco de miedo que Akane se contagiase, en su estado no le parecía que le viniese bien y Akane le llamó exagerado.
Un golpe seco en su frente con algo suave pero a la vez contundente le sacó de sus pensamientos.
- Señor Nara – escuchó a Asuma hablar gravemente – Si tan fáciles le son las integrales que se permite dormir en clase…
- Mendokusei, no estaba durmiendo.
- Sal a la pizarra y resuelve el problema.
Shikamaru se levantó con pesadez y con las manos en los bolsillos se acercó a la pizarra.
- Todo tuyo – dijo Asuma sentándose en la silla del profesor – Vosotros hacerlo en vuestros cuadernos.
Shikamaru dio un paso a atrás para tener una mejor visión completa de la pizarra.
- Mendokusei – resopló.
Sacó la mano derecha del bolsillo, cogió una tiza y se puso a resolver el problema. Al cabo de pocos minutos ya estaba resuelto. Dejó la tiza, volvió a meter la mano en el bolsillo y se giró a mirar a Asuma.
- Ya está.
- ¿Estás seguro?
Shikamaru volvió a mirar la pizarra.
- Sí.
- Está bien, siéntate y procura no volver a dormirte – Shikamaru comenzó a andar hacia su asiento – Espera… En Enero comienza una competición de matemáticas entre institutos, es algo nuevo que se les ha ocurrido ¿No te interesaría participar?
- Estoy yo como para participar en concursos de matemáticas.
- Pues es una pena porque el premio tiene una compensación económica.
Shikamaru le miró arqueando las cejas, quizás eso fuera interesante.
- Bueno chicos – hablaba Asuma – El resultado es este ¿Alguno tiene dudas de cómo se resuelve el problema?
- Yo sensei – levantó la mano Sora – Todas las dudas del mundo.
Mientras Asuma empezaba a explicar cómo se resolvía el problema Shikamaru volvió a centrarse en lo que había hecho Sakura el miércoles pasado, sabía que había estado en la cafetería con Sasuke y Akane y que allí se tomó las pastillas para el resfriado.
- Psst – unos dedos le golpearon suavemente en el hombro – Shika, tengo una propuesta que hacerte – le dijo en voz baja Ayame.
- ¿El qué?
- ¿Das clases particulares? Yo necesito clases particulares de matemáticas y a ti se te dan muy bien.
- ¿No te las estaba dando Neji?
- Si pero últimamente está muy raro, no sé, creo que le molesto y yo tampoco me siento cómoda y no es por Stella, que ahora es amistosa y todo, es otra cosa ¿Bueno, das clases o no?
- Me temo que no tengo tiempo para dar clases.
- Es una pena. Si cambias de idea me lo dices.
Stella… Shikamaru recordó que Stella había estado con ellos… sí que había cambiado esa chica, ahora parecía otra persona, incluso hace unos días, mientras iba por los pasillos, la vio discutiendo con Tsuchi Kin defendiendo a Sasori y a Sakura.
"…
- Dices eso porque Sasori es tu amiguito del alma – decía Tsuchi casi burlándose de ella – pero todos sabemos que se ha metido de todo.
- Mira la que fue a hablar. No hables de lo que no sabes, guapita.
- Lo que tú digas, mona. Pero ya conocemos a Sasori y también a esa pánfila de pelo rosa, que siempre ha sido una pánfila.
- Pues ten cuidado con la pánfila – dijo en voz alta mientras Tsuchi le daba la espalda y se alejaba – Tú no sabes cómo se las gasta, lo mismo del puñetazo que te mete te…
- Déjalo – la interrumpió Shikamaru – No te está escuchando.
- Es que me pone de los nervios que sigan juzgando a Sasori por su pasado. Con lo preocupado que estaba… tenían que haberle visto como se preocupó por Sakura antes de la carrera, ya sabes, como estaba acatarrada no quería que corriese y ella había perdido sus pastillas para el catarro, por suerte Kikyo encontró su pastillero.
…"
- ¡Kikyo! – murmuró Shikamaru abriendo asombrado los ojos.