Gaara había empezado a andar sin rumbo. Salió de casa de la abuela Chiyo y, ensimismado en sus pensamientos comenzó a caminar, no sabía dónde iba, en realidad no iba a ningún sitio, solo quería andar, moverse, como si así pudiese alejarse de sí mismo.
Llevaba un mes pensando en ese tema, valorando todas las posibilidades, que su padre tuviera razón en sus celos o no, que su madre se hubiese enamorado de otro hombre o no, que él fuera hijo de su padre o no... creía tenerlo todo controlado, pensó que sucediese lo que sucediese no iba a cambiar su idea de sí mismo... pero se equivocó.
Aunque se lo estaba imaginando, al oír las palabras de la abuela Chiyo sintió que el suelo parecía abrirse a sus pies y el caía en un profundo abismo.
A pesar de lo preparado que creía estar todo se había descolocado en su vida y no sabía cómo volver a colocarlo en su sitio.
Chiyo había dicho claramente que la persona que su madre conoció meses antes de su nacimiento fue Nagato Uzumaki y también que él parecía haberse enamorado de ella, según la abuela nunca lo negó pero eso sí, ella no podía decir si era su padre o no, si su madre y él llegaron a tener relaciones o todo eran sospechas de su padre, por supuesto ella no iba a indagar en algo tan personal.
Andando llegó hasta la orilla del rio. No era un rio muy profundo, ni ancho, sería más bien algún afluente que desembocaría en alguno mayor. Sus aguas eran claras, cristalinas y bajaban con bastante velocidad. Gaara se agachó, cogió una de las piedras pulidas por las aguas del rio, plana y lisa y la lanzó al rio.
Que complicado que era todo ¿Sería su padre? ¿No lo sería? ¿Le importaba que lo fuera? ¿No le importaba?
Oyó como alguien se acercaba a él, oía las pisadas, como aplastaban las hojas caídas por el otoño.
- ¿Hinata?
- ¿Cómo me has reconocido?
- Cuando una persona te gusta aprendes a reconocerla entre miles, reconoces su perfume, sus pasos... además ¿Quién iba a ser si no? ¿Cómo me has encontrado?
- Cuando una persona te gusta aprendes a buscarla y reconoces los pequeños detalles que deja a su paso.
- Vaya - dijo girándose - Yo quería sorprenderte pero me has sorprendido tú a mí.
- En realidad te he estado siguiendo.
- ¿Y por qué me has seguido?
- Porque se que habías hablado con la abuela Chiyo y lo importante que era la conversación, luego te vi salir y...
- Podías haberme acompañado.
- No. Sabía que necesitabas un tiempo a solas pero decidí seguirte por si de pronto necesitabas a un amigo.
Hinata caminó hasta ponerse a su lado.
- Empieza a refrescar - dijo frotándose los brazos.
- ¿Tienes frio?
- Un poco.
- Ven - pasó su brazo alrededor de sus hombros y la atrajo hacia si - Vamos a volver.
- ¿Te puedo preguntar una cosa?
- ¿Lo que me ha dicho la abuela?
- Solo si quieres contármelo.
- Claro que quiero. La abuela me ha confirmado que Nagato Uzumaki era quien le regaló a mi madre el colgante.
- Que casualidades que tiene la vida.
- Pero no me ha dicho que sea mi padre. Ella dice que no puede saberlo, esas cosas son algo íntimo y personal.
- Entiendo... Y ¿Ahora que vas a hacer?
- Pues no lo se. Por un lado me da igual pero por otro no. La verdad es que si ese hombre hizo feliz a mi madre yo le estoy muy agradecido.
- ¿Te puedo preguntar una cosa?
- Claro, dime.
- ¿Es que tan mal estaban las cosas entre tus padres?
Gaara la miró confuso.
- Es que siempre dices que hizo feliz a tu madre y eso presupone que era infeliz.
- No... no lo se, pero por lo que he visto en su cuaderno y por lo que mi tío me dice en la carta, ella estaba muy deprimida y se sentía triste e incomprendida y... pues eso, que mi padre no la comprendía, que le decía que eso de estar deprimida era una tontería, se burlaba de ella y ella pues supongo que necesitaba un amigo o algo, quizás alguna actividad que la distrajera... no se.
- Pero tu padre se puso muy celoso cuando conoció a ese señor ¿no es eso?
- Si, por lo visto así fue. Mi padre era un hombre muy posesivo y también muy... ¿cómo te lo diría? Por lo que dice todo el mundo estaba muy acostumbrado a mandar y que le obedecieran y... supongo que también tendría sus problemas y sus cosas.
- Y seguramente querría a tu madre y le dolería pensar que la perdía.
- Es que por lo visto también era muy celoso, un celoso obsesivo... Mi padre no estaba muy bien Hinata, la prueba es que cuando mi madre murió él... bueno ya sabes lo que pasó.
- Los celos son algo peligroso y hacen mucho daño. Una persona celosa sufre mucho, no solo es el daño que pueden hacer a otros, es que ellos mismos se dañan porque los celos les atormentan, les pudren por dentro.
- Parece que sabes mucho de celos.
- Pues sí.
Gaara la observó, claro que Hinata sabía de celos, durante años había sufrido los de Neji, eran otro tipo de celos pero igualmente dañinos.
- Tu padre debía sufrir mucho.
- Pero me hizo sufrir a mí y eso no fue justo. No se como puedes ser una persona tan compasiva.
- Es porque intento ponerme en el lado de la otra persona. Yo lo pasé muy mal, no tanto como tú pero me sentía muy inútil, nunca hacía nada lo suficientemente bueno para mi padre, mis notas no eran buenas, mi comportamiento no era bueno, no era lo que se esperaba de la heredera de los Hyuuga. Es porque mi padre quería que yo hubiese sido un varón, pero no, nací yo y se sintió muy decepcionado. No digo que no me quiera, sí que me quiere, solo que se decepcionó y luego tuvo que acoger a Neji en nuestra casa y él si era lo que esperaba y yo me sentí desplazada completamente... y Neji estaba solo, había perdido a sus padres y... bueno, ya sabes toda la historia. No lo pasé bien hasta que aprendí a ponerme en el lugar de Neji.
- Pues yo no puedo ponerme en el lugar de mi padre. Quizás los celos le cegasen, pero yo... se que hizo que los últimos meses de vida de mi madre fueran una tortura, mi vida fue una tortura, yo no entendía nada de nada, solo era un niño, un niño que no había pedido nacer y al que se lo reprochaba continuamente ¿Por qué vivía yo?... No Hinata, no puedo ponerme en su lugar.
- Todos tenemos envidia de algo que tienen otros y nosotros no, o tenemos miedo de perder algo valioso.
- Yo tengo miedo de perderte a ti, pero nunca te haría daño, nunca, no podría... si un día quieres que lo nuestro termine solo tendrás que decírmelo, me dolerá, sufriré mucho pero no haría daño, eso no lo soportaría. Podría vivir sin tu amor, podría vivir alejado de ti pero no podría vivir sabiendo que me odias o me tienes miedo.
En esos momentos, al mirar a Hinata a los ojos, Gaara sintió miedo, miedo de perder todo lo que ahora tenía pero era cierto que pensar que esos ojos pudieran mirarle con odio le daba aún más pavor.
- ¿Qué vas a hacer con lo de tu padre? - preguntó Hinata.
- ¿Con lo qué?
- ¿Deseas saber si es tu padre?
- Si resulta que es mi padre muchas cosas cambiarían ¿Me verían mis hermanos de la misma forma?
- ¿Por qué no iban a hacerlo?
- No lo se, la gente a veces cambiamos... todo es muy complicado ¿Y yo? ¿Me sentiría el mismo?
- ¿Y podrás vivir sin saberlo?
- Tampoco lo se porque le vida es larga y lo mismo dentro de unos años me da la manía de averiguarlo o yo que se.
- Creo que deberías hablar con él. No hace falta que le preguntes si es tu padre o algo así, solo... hablar con él sobre tu madre, seguro que él puede contarte cosas de ella.
Hinata temblaba de frio, Gaara lo notaba, la notaba temblar y quiso darle un poco más de calor abrazándola. Hinata escondió la cara en el cuello de Gaara y aspiró, olía tan bien, una mezcla de frutas y sándalo...
...
Convencer a Kenta para salir a comprar caramelos y globos no era lo más difícil del mundo, así que el niño se levantó de un salto dispuesto para salir a la calle.
Shikamaru frunció el ceño mirando a Akane y Ayesa, algo le decía que esas dos se traían algo entre manos, seguro, esas repentinas ganas de Ayesa de sacar a Kenta y solo a Kenta eran de lo más sospechosas.
Sus sospechas aumentaron cuando, antes incluso de que Ayesa y Kenta se marcharan, vio a Akane ir rápidamente hacia su casa y al ir a acompañar a Ayesa a la puerta esta le guiñó un ojos de forma bastante descarada y dijo aquello de "suerte, fiera".
- Mujeres - se quejó cerrando la puerta.
Estaba claro que esas últimas palabras querían significar algo, por supuesto que estaba más que claro... Ayesa se marchaba llevándose a Kenta, lo que suponía que él y Akane se quedaban solos, además había insistido en ir ella sola con el niño... estaba claro que lo que quería era que se quedasen solos, eso significaba dos cosas, o que Akane estaba muy enfadada con él e iban a discutir o quería otra cosa y eso de "suerte, fiera" indicaba muy claramente que no era discutir.
¿Podía ser que las mujeres estuvieses así de locas?
Se dirigió hacia su casa ¿Dónde estaría Akane y por qué había corrido tanto? El agua de la ducha que se oía le dio la respuesta.
- ¿Akane? - dijo tocando con los nudillos la puerta que comunicaba el baño con el servicio.
- ¡Ya voy! ¡Ya voy! - oyó a través de la puerta.
- ¿Qué haces?
- Nada, es que estaba un poco sudada, ya voy.
En la parte superior de la casa, Shikamaru y Akane tenían el servicio, pequeño y bastante normal, un lavabo, un wáter, un bidet y una puerta que comunicaba con el baño, si, las dos zonas estaban separadas. El baño era un poco más grande, tenía una bañera amplia y profunda, una banqueta, unas estanterías con productos de higiene personal y una ducha que casi parecía una manguera con la que aclararse bien antes de meterse en la bañera, antes utilizaban una cubeta para aclararse pero era más cómodo utilizar la dura. En la bañera había que meterse bien limpio para no ensuciar el agua y que, tapando la bañera, pudiera ser utilizada al menos una vez más.
La bañera no era el lugar donde se lavaban, era un lugar para relajarse.
La idea de que Akane estaba al otro lado de la puerta, desnuda, aclarándose, le produjo un escalofrío que le recorrió la columna vertebral de abajo hacia arriba.
Miró la cesta de la ropa donde solían dejarla antes de entrar a bañarse, allí estaba el vestido de Akane.
No lo pensó mucho, cogió la cesta y salió casi corriendo del servicio. Tenía una idea pero tenía que darse prisa. Bajó a la cocina, abrió un cajón, allí estaban los condenados preservativos. Cogió la caja, subió de nuevo y entró en su habitación.
- ¿Dónde está mi ropa? - escuchó a Akane mientras él bajaba la persiana hasta dejarlo todo a media luz - ¿Shikamaru? ¿Has cogido mi ropa?
Shikamaru abrió otro cajón y sacó unos palitos de incienso.
- Que raro - decía Akane mirando por el servicio, envuelta en un albornoz - Yo juraría que vine con ropa.
- Está en la habitación - oyó a Shikamaru.
- ¿Y que hace allí?
- Creí que no entraba en tus planes volver a vestirte. Es por ahorrar tiempo.
Akane entró en la habitación y miró extrañada a Shikamaru que encendía uno de los palitos de incienso.
- ¿De que va esto?
- Te gusta el olor a jazmín ¿verdad? Es para dar ambiente. Ven, vamos a jugar a una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Se llama "Es hora de merendar".
Akane vio como Shikamaru le mostraba algo que tenía en la mano derecha.
- ¿Qué es eso? - enseñó el juguete que venía en las revistas que le guardaba a Ginta, por suerte no lo había escondido demasiado.
- Bueno ¿Sabes lo que es? - se acercó lentamente a ella y cerró la puerta.
Inconscientemente Akane comenzó a recular hasta darse con la pared.
- ¿El qué?
- Esto es un conejito y el pobre tiene hambre ¿Te atreves a darle de comer? Si tú le das de comer luego habrá chocolate para ti - dijo con una voz que a Akane le sonó más ronca y susurrante de lo habitual.
- ¿Co-como?
- ¿No eras tú la que quería chocolate? ¿Qué pasa? ¿Ahora te da miedo?
- No, yo... es que... claro que no me da miedo.
Akane se sintió aprisionada entre la pared y el cuerpo de Shikamaru, que se había acercado ya demasiado a ella y apoyaba una de las manos en la pared.
- ¿Puedo empezar yo? - propuso Akane, realmente Shikamaru parecía ir en serio, eso sí que no se lo esperaba.
- ¿Por qué tú?
- Porque quiero chocolate.
- Pues por eso mismo sufrirás un poco antes.
Y justo en el momento en el que iba a besarla sonó el timbre de la casa.
- No hagas ni caso - dijo Akane rodeándole el cuello - Yo quiero chocolate.
De nuevo sonó.
- ¿Será algo importante?
- ¿Quién va a ser?
Otro timbrazo.
- ¡La madre que parió a quien sea! - gruñó Akane poniéndose en pie.
- Deja, ya voy yo, tú no estás muy visible.
Shikamaru volvió a meter la mano en el bolsillo y mientras caminaba hacia la puerta sacó al "conejito".
- Tendrás que esperar - dijo en voz baja - ¡Ya va! ¡Ya va!
Sea quien fuera el que estuviese al otro lado de la puerta se estaba ganando su antipatía por lo menos por un día.
Era Chouji.
Allí estaba, nervioso, con cara de circunstancias y sin saber dónde poner las manos. Shikamaru le miró frunciendo el ceño y se apoyó en el quicio de la puerta.
- ¿Qué te pasa?
- Es que estoy muy nervioso y quería pediros que me acompañéis hasta casa de Ryuko.
- Mendokusei... y si quieres hablo yo con ella.
- No, no, hablaré yo, solo es que me acompañes.
- ¿Y tiene que ser ahora mismo?
- ¿Tu que crees que tengo que decirle? ¿Cómo debo actuar?
- Pues como tú eres, Chouji, como tú eres.
- Shikamaru no me estás tomando en serio.
- Si te tomo en serio pero en estos momentos no me llega suficiente oxígeno al cerebro así que no estoy yo como para pensar mucho.
- ¿Por qué? ¿Qué te pasa? ¿Estabas durmiendo?
- Digamos que tengo la sangre acumulada en otro sitio. Vamos Chouji, todo va a ir bien.
- Pero me gustaría que me acompañaseis.
Shikamaru suspiró.
- Anda pasa, claro que te acompañaremos.
Maldiciendo su suerte y que para una vez que se decide le tenía que pasar algo, se retiró para que Chouji entrase. Cuando este estuvo dentro cerró la puerta.
- ¡Akane, tenemos visita!
- ¿Quién ha venido?
- Chouji.
- Ah, vale, ahora bajo.
- ¿Estáis solos?
- Eso parece.
- ¿Y su hermano?
- Se lo ha llevado Ayesa a comprarle unos caramelos.
Chouji miró a Shikamaru y su cara de circunstancias.
- ¡Ah! ¿Entonces quieres decir que...? ¡Estoy molestando!
- No hombre, no molestas.
- Uy que no. Lo siento, me voy, mejor vuelvo dentro de un rato.
- No hombre no, no hay problema ¿Quieres tomar algo? - Volvió a sonar el timbre - Mira, por lo que se ve no es mi día.
- Cuanto lo siento Shikamaru, no se me ocurrió que...
- Nada, que no te preocupes, así son las cosas - abrió la puerta encontrándose a una chica morena detrás de un carrito con un niño pequeño en él. La miró arqueando las cejas.
- ¿Vive aquí Akane Kumoyuki?
- ¿Quién la busca?
- Soy su hermana, Irumi Ryuga, encantada, supongo que tú debes ser su marido.
- Hola Chouji - habló en esos momentos apareciendo Akane - ¿Quién más ha venido, Shika?
- No se, dice que es tu hermana.
- ¡Akane!
- ¿Irumi?
- Ay que alegría verte, pero mírate si ya se te nota y todo la tripita ¿De cuánto estás?
- De... tres meses.
- Uy pues estás muy gordita ¿no? A mí a los tres meses no se me notaba.
- Es que yo lo hago todo a lo grande.
- ¡Que alegría que me da verte! Te he echado mucho de menos y Tobío ni te cuento, siempre te llama.
- ¿Irumi, que haces aquí?
- Ay chica, que arisca que eres, de verdad ¿No me presentas a tu maridito? Me dijo mi padre que te casaste, fíjate tú, la que decía que no iba a casarse nunca y menos aún tener hijos, para que veas que en esta vida no se puede hablar.
- Shikamaru te presento a la hija de mi padrastro, Irumi Ryuga. Él es Shikamaru Nara y él Chouji Akimichi, un amigo de la familia.
- Si yo creo que os conozco... tú me suenas - dijo señalando a Chouji.
- Claro, nos has visto muchas veces por casa de la madre de Akane - respondió este.
- ¿Ah sí? Pues no me acuerdo.
- ¿Y que quieres Irumi? - habló secamente Akane.
- Que desconfiada eres, siempre piensas que tengo que querer algo ¿Es que acaso no puedo querer ver a mi hermana? Te echo mucho de menos.
- Si, seguro que sí.
- Pues mira, ya que he venido y que Tobio te echa tanto de menos, es que eres la única que le entiende. De veras - se dirigió a Shikamaru - Te aseguro que va a ser una madre estupenda, se entiende con los niños como nadie, vamos, Tobio solo la quiere a ella y ella es la única en dormirle sin hacer teatrillos, ni nada.
Shikamaru la miró de nuevo frunciendo el ceño. El ya conocía a Irumi y estaba segura de que ella se acordaba de él y que había ido allí por algo y también suponía la razón.
- Pues que digo que ya que estamos aquí ¿Por qué no te quedas con Tobio y vas practicando?
- ¿Qué quieres que practique? ¿Crees que no se cambiar pañales? Vamos, los cambio con una mano y los ojos cerrados.
Irumi rompió a reír.
- Como eres, siempre con tu sentido del humor, no cambias ¿eh?
- Lo siento - intervino Shikamaru - Pero nosotros nos vamos, no podemos quedarnos con el niño.
- Venga Akane, no seas así, solo son un par de horas, te lo prometo ¿Para que están las hermanas si no?
- Es que nos vamos, de veras - repitió Shikamaru.
- ¿Qué pasa aquí? - interrumpió de pronto Ayesa con Kenta cogido de la mano.
- ¡Tobio! - gritó el niño soltándose - ¡Akane, es Tobio!
- ¿Tu que haces por aquí? - preguntó inquisidora Ayesa a Irumi.
- Visitar a mi hermana ¿Y tú? - contestó con desprecio Irumi.
- Si, ya, seguro que visitándola. Lo siento Akane, la he visto venir hacia aquí y decidí acortar el paseo ¿A que ha venido a pedirte que te quedes con el niño?
- No te metas donde nadie te llama - gruñó Irumi.
- Me meto donde me da la gana. Que te quede clarito que Akane ya no es como era, que ahora tiene una familia y no va a ser tu criadita nunca más.
- Mira, no empecéis a discutir - intercedió Akane.
- No, déjame - protestó Ayesa - Si tengo ganas de decir unas cuantas cosas.
- ¿Tu que tienes que decir? - se encaró a ella Irumi.
- ¡Eh, Irumi! - oyeron gritar con voz masculina - ¿Vienes o que, jo**r?
- ¡Ya voy! ¡Un momento!
- ¿Qué querías endosarle el niño a Akane? Como lo sabía - sonreía irónica Ayesa - Es que no cambiarás nunca, no tienes otra cosa en tu cabeza hueca salvo tú misma. Pues mira, Akane ahora tiene su familia y a ti se te acabó el chollo.
El niño comenzó a llorar.
- ¡Kenta! - le regañó Akane - ¡No le quites el chupete! Toma, chiquitín y a ver cuándo tu madre te quita esta costumbre.
Ayesa e Irumi comenzaron una guerra declarada de directas e indirectas mientras Chouji y Shikamaru las miraban incrédulos, se veía que no se llevaban para nada bien esas dos.
El niño volvió a llorar. Akane resopló llevándose una mano a la frente, que nerviosa estaba empezando a ponerse ¡y pensar en lo que podía estar haciendo ahora mismo! Sí que necesitaba chocolate, lo necesitaba con urgencia.
Shikamaru miró al pequeño que lloraba a pleno pulmón mientras Kenta gritaba a su vez que se callara. Lo que le llamó la atención fue que tenía las manos extendidas hacia Akane como pidiéndole que le sacara del carrito y le cogiera y entre los llantos podía escucharse que repetía "ma-ma, ma-ma".
- Que angustia me está dando - se quejó Akane inclinándose para sacar al niño del carrito - Ven, anda, que menuda te ha caído con esa madre que tienes.
- ¿Lo ves? - dijo Irumi al darse cuenta de que el niño se callaba - A ti te quiere mucho y te hecha mucho de menos.
- 2.000 yenes - fue lo único que dijo Akane.
- ¿Qué? - se extrañó Shikamaru.
- ¿Cómo? - interrogó Ayesa.
- ¿Pero qué dices? - habló Irumi.
- Dos horas, 2.000 yenes - contestó bastante serena Akane - Es lo que hay.
- ¿Pero que estás diciendo? - volvió a preguntar Shikamaru.
- Mira Shikamaru, esos yenes nos van a venir muy bien, aunque sea solo para poder tomarnos hoy un refresco.
- Ahhhhh, mendokusei ¿Qué ya te has vuelto loca?
- Que no, Shika, que no. Mira, que no me va a dar tanto trabajo y total ya tenemos a Kenta, y solo serán unas horas.
- Pero tú no estás para hacer esfuerzos, cabezota.
- Todavía no estoy tan embarazada como para no poder hacer nada. De verdad, Shika, piénsalo, nos lo llevamos al parque con Kenta y ya. Que son 2.000 yenes, que es una ayudita.
- ¿Qué piensas cobrarme por cuidar a tu sobrino? - se alarmó Irumi - Que es tu sobrino.
- Sobrinastro - aclaró Ayesa - Y a mí me parece muy bien. Ya salió la Akane que yo recuerdo, siempre pensando en el dinero.
- Ahora aún más - indicó Akane - Es lo que hay, Irumi, lo tomas o lo dejas.
- No me lo puedo creer.
- Y me pagas por adelantado, que de ti no me fio ni un pelo.
- Me parece que eres muy cara como niñera, te doy 1.000 yenes, 500 la hora.
- Dame 1.500 si tengo que comprarle yo la merienda, porque supongo que no has traído nada preparado.
- Está bien - dijo Irumi abriendo su bolso - Desde luego, como abusas de mí, eres una maldita usurera. Toma.
- Vale. Ve a recogerlo dentro de dos horas al parque infantil, el que está cerca de la plaza. Y si llegas tarde procura traer dinero, porque te voy a cobrar.
- ¿Y si no que harás? ¿Te quedarás con el niño?
- No, llamaré a tu padre y le contaré que me has dejado al niño para ir a revolcarte con un tío.
- No te creerá.
- Bueno, a lo mejor no me cree pero se quedará metido en su cabeza y empezará a dudar.
- ¡Eh! ¡Pero mira cuanta gente hay por aquí! - saludó alegre Kiba.
- ¡Hola a todos! - saludó también Sumire.
- ¿Vosotros que hacéis por aquí? - preguntó Shikamaru.
- Venimos a estar con vosotros - respondió Sumire - Ah, no venimos solos, es que Kiba y yo hemos echado una carrera a ver quién ganaba ¿Cómo está mi gordita? Ay ¿Me dejas tocarte la barriguita?
- Que pesada estás con tocarme la tripa.
- Es que me hace mucha ilusión ¿Puedo? ¿Ya habéis decidido los nombres?
- Todavía es muy pronto, falta mucho - se quejó Akane.
- Ah no, no, tenéis que ir llamándolos por su nombre porque pronto tendrán oídos y entonces lo oirán y así los reconocerán y cuando nazcan les llamáis por su nombre y saldrán más contentos.
Todos miraban a Sumire con la boca abierta.
- ¿Les hablas, verdad Shika? - continuó la chica.
- Ah... ¿A que ya has tomado otra vez otro refresco de cola?
- Seguro que no les hablas, pues tienes que hacerlo, tienes que hablarles para que crezcan sabiendo que son queridos.
- ¿Quieres que le hable a la tripa de Akane?
- Esta conversación es muy interesante pero yo tengo prisa - interrumpió Irumi.
- ¿Pero vienes o no, co*o? - dijo apareciendo el hombre joven de pelo plateado y ojos violetas con el que coincidieron en la fiesta de cumpleaños de Ino, desde luego Ayesa lo reconoció enseguida, fue al que tiró por las escaleras.
- Hombre, el guapetón ¿Estás saliendo con él? - inquirió Ayesa.
- Os**a p**a, la loca del pelo naranja que me tiró por las escaleras.
- ¿Estás saliendo con él? - preguntó también Akane.
- ¿No ves que bueno que está? - susurró Irumi acercándose a Akane - Es que conoce a mi jefe, ya sabes, a Kisame Hoshigaki, tía, ayer me dijo que saliéramos y no iba a decir que no a semejante chulazo.
- Desde luego que la vida es un pañuelo lleno de mocos - comentaba Ayesa.
- ¡Mira otra pu**ta de pelo naranja! ¿Sois familia? Tiene la misma cara de viciosa que tú.
Chouji dio un paso decidido a plantarle cara a ese bravucón mal hablado pero Shikamaru le detuvo muy serio poniéndole una mano en el pecho.
- Lo que tengas que decir de ella me lo dices a mí - habló con tono grave.
- ¡Y encima está preñada! ¡Menudo morbazo!
Era difícil que Shikamaru perdiese su habitual tranquilidad pero Chouji le conocía y algo le decía que aquello era precisamente una de las pocas cosas que le iban a conseguir sacar fuera ese mal genio que, como toda persona, tenía.
Sujetó a Shikamaru pero todos olvidaron que también estaba allí Kiba. Por suerte una mano que nadie esperaba también le sujetó.
- Tranquilo, cachorro, no merece la pena - dijo muy serio Shino.
- ¡Shino! - exclamó Irumi - ¿Pero cuando...? ¡Que alegría que me da verte!
Hidan miró burlón al chico con aspecto salvaje que parecía enseñarle los dientes, estos críos siempre se creen muy valientes. Se giró y se encontró con las caras de pocos amigos de Kankuro, Ten-Ten, Hana, Sai, Misaki y Haku que se acercaban.
- ¡La o**tia, cuánta gente! Bueno, vámonos, aquí hay demasiado público.
- Si, que ya te ibas ¿verdad Irumi? - Ayesa la miró de forma penetrante - Te vas ya con tu ligue, así que adiós. Venga guapetón, cógela e iros a pasarlo bien por ahí, el tiempo corre y te cuesta dinero, no lo olvides, bonita.
- Si, mejor nos vamos ya. Te llamaré, Shino, estoy deseando hablar contigo.
- ¡Que te largues! - insistió Ayesa.
- Vámonos, que la tacaña de mi hermana me cobra por cuidar al niño.
- ¿Te cobra? ¿Y me cobrarías a mí por otra cosa? - rió Hidan.
- ¿Qué hacéis todos aquí? - dijo en voz alta Akane tratando de distraer la atención de sus amigos, lo que menos necesitaba era que alguno contestase a esa provocación, era mejor que se marcharan de una vez.
- ¿Cómo has permitido eso? - preguntó Kankuro a Shikamaru.
- ¿Y que querías que hiciera? - contestó alterada Akane - ¿Pelearse con él?
- Decirle algo al menos.
- Bueno Kanky - intervino Sumire - En la tierra de mi madre hay un dicho que dice "No hay mayor desprecio que la falta de aprecio".
- ¿Y eso que significa? - curioseó Kiba.
- Ah no se, pero es así. A esos tíos es mejor ignorarlos. Además no está bien que el papá de los pequeños Nara se pelee delante de ellos, les dará malas vibraciones ¿Verdad pequeñines? - dijo acariciando la tripita de Akane.
Ayesa se había quedado mirando a Shino mientras los demás se arremolinaban alrededor de Chouji y es que, según todos, sobre todo las chicas, se le veía distinto y con algo especial ¿Qué era? ¿El corte de pelo? ¿La ropa? Nadie sabía decirlo exactamente, sería el look en general.
Akane miró a Shikamaru con los niños agarrados cada uno a una de sus manos.
- Me estoy mareando.
- No me extraña. Entra en casa, anda, vamos a dejar a estos locos que sigan con sus cosas.
- Si, voy a preparar la merienda de estos dos. Vamos niños, vamos a ver al gatito.
- ¡El gatito! ¡El gatito! - gritó Kenta.
Shikamaru y Akane fueron directos a la cocina.
- ¿Cómo ha venido tanta gente de pronto? - comentaba Akane.
- ¿Estás muy enfadada?
- No, solo un poco... desilusionada, pero que le vamos a hacer, no era el momento... bueno, espero que hablemos de lo mismo, yo hablaba de que me he quedado sin mi chocolate y no creas que me voy a olvidar de que me lo debes.
- Ayesa e Irumi parece que no se llevan muy bien.
- Para nada. A Ayesa le gustaba Shino pero Irumi se le adelantó y se enrolló con él porque a Shino siempre le han gustado las chicas más mayores e Irumi es un poco bastante guarra y siempre ha tenido envidia de Ayesa, ya sabes, por el dinero, así que cuando se enteró que le gustaba se lanzó al ataque, para fastidiar. Y cuando digo que se enrolló es porque se enrolló en el más amplio sentido de la palabra. Ayesa nunca se lo va a perdonar.
- Vaya con Shino...
- Los callados son los peores, ya sabes.
Mientras, Ayesa se acercaba a Shino sonriendo.
- Hola Shino - le saludó Ayesa - ¿Cómo te encuentras?
- Si lo dices por Irumi no tienes que preocuparte de mí, lo suyo ya está olvidado.
- Sigo sin fiarme de ella.
- Ya no tengo 15 años, no tienes que defenderme. Por cierto, estoy saliendo con Hana ¿La conoces?
- Te vi con ella en la fiesta de Ino, pero cuando fui a saludarte ya no estabas... es muy guapa.
- Te la presentaré. Hana, Hana... ven, te voy a presentar a una buena amiga, Ayesa Senju, es prima de Akane.
- Encantada, yo soy Hana Inuzuka.
- ¿Pariente de Kiba?
- Soy su hermana.
Hablaron un par de frases más, sobre que Hana estaba estudiando veterinaria y poco más y Hana se unió de nuevo al bullicioso grupo.
- Parece muy simpática - dijo de nuevo Ayesa a Shino - Si... si quieres me voy.
- No, quédate, somos amigos ¿verdad?
- Por supuesto.
- ¿Y tú? Me ha dicho Akane que estás con citas matrimoniales con los Uchiha.
- Si, ya sabes, tengo que honrar a la familia.
- ¿Y cómo lo llevas?
- Bueeeeno, hay uno que me interesa un poco.
- ¿No será Sasuke?
- No, más bien no - rió.
- Pues seguro que no sabe la suerte que va a tener.
- Si, tu di eso para quedar bien - volvió a reír - Oye ¿Esa no es mi princesa? - señaló a una chica que se acercaba.
- Diría que sí, aunque se la ve... cambiada.
- ¡Que guapa que está! Vaya, vaya...
Ryuko se acercó extrañada al numeroso grupo.
- Hola - dijo tímidamente, nadie, salvo Ayesa y Shino se habían percatado de su presencia.
- ¿Pero que te has hecho en el pelo? - curioseó Ayesa.
- Me lo han cortado y me han peinado.
- Te queda muy bien - opinó Shino.
- ¿Te ha visto ya Chouji?
- No, que va.
- ¿Ryuko? - gritó de pronto Kiba - ¡Pero mírate! ¡Menudo bombón!
Todas las miradas se dirigieron a ella y al instante comenzaron las exclamaciones asegurando lo bien que le quedaba ese peinado.
Chouji se había quedado quieto, mirando a Ryuko que parecía no haberse dado cuenta de su presencia o al menos no se había fijado en él.
Pero de pronto Sumire hizo uno de sus comentarios, algo que parecía sin importancia pero hizo que Ryuko mirase hacia donde se había quedado Chouji.
Fue uno de esos momentos en los que, de ser aquello una película, el resto del mundo habría dejado de existir, no importarían nada y sus voces no se oirían, porque ellos solo se veían al uno al otro.
Chouji se veía tan atractivo.
Ryuko se veía tan guapa.
Shikamaru y Akane volvían de nuevo a la puerta de su casa. Ahí seguía todo el mundo.
Shikamaru miró a Chouji, aquello no estaba dentro de los planes de su amigo, no era lo planeado, se suponía que él tenía que ir a su casa y decirle a Ryuko todo eso que había pensado decirle, delante de sus padres, para que viera que no se avergonzaba de nada y que se comprometía con sus palabras ¿Ahora que iba a hacer?
No, no era lo que Chouji había planeado, eso le descolocaba completamente.
Respiró hondo y sin pensarlo ni un segundo abrió la boca para hablar de forma alta y clara.
- Por favor, escucharme todos, tengo algo importante que decir y quiero decirlo delante de todos.
Todos guardaron silencio y miraron llenos de curiosidad.
- Perdóname Ryuko. Por favor perdóname, yo no quería ofenderte, tú eres la persona que me importa, soy un torpe y no me di cuenta de que te estaba ofendiendo pero no quería hacerte daño, ni menospreciarte. Delante de nuestros amigos reconozco que soy un tonto, que es cierto, no pensé en como tú te estabas sintiendo, di por hecho que tu sabías lo que siento por ti y no tuve en cuenta tu opinión, debí haberte contado lo que pasaba y que juntos buscásemos una solución... Nunca he salido con una chica, nunca ninguna chica me ha hecho caso así que no se como tengo que actuar pero se que te preocupa que tus padres no me acepten, que piensen que quiero reírme de ti y todo eso, así que he... yo... quiero ir a hablar con tus padres y demostrar que no tengo nada que ocultar, mis intenciones no son malas así que no veo porqué he de esconderme.