viernes, 5 de septiembre de 2014

151. Acuerdos y pactos

Ino estaba cada vez más nerviosa, ahora se daba cuenta de lo bocazas que había sido ¿Pero cómo podía ser tan bocazas? En su defensa tenía que decir que estaba muy preocupada por su amiga y que por eso no había pensado bien lo que decía, ella solo quería tener una respuesta y no se dio cuenta de con quien estaba hablando, que tampoco tenía tanta confianza con ellas y menos aún Sakura ¿Y si ahora se enfadaba Sakura con ella? O lo que era peor ¿Y si lo largaban por ahí? Pues sí, lo único que le faltaba, no había bastante con haber estropeado la vida a Chouji que ahora iba a fastidiar la de Sakura, menuda amiga que estaba hecha.
Ahora lo que debería hacer es parar a Stella porque la chica estaba de lo más embalada llamando a Tobi. Debería decirle que no, que no se molestase, que era un malentendido o...
- Ya está - la sorprendió Stella sonriendo mientras apagaba el teléfono - Tobi ha dicho que no hay problema. Esta tarde las podemos tener.
Ino se quedó mirándola con la boca abierta ¿cuándo había llamado a Tobi? Estaba tan enfrascada en sus pensamientos que no se había dado cuenta de nada.
- ¿Ya le has llamado? - preguntó asustada - Pero no hacía falta que lo hicieras, si esto es tontería mía, si lo mismo son cosas que yo he supuesto, es que tengo mucha imaginación.
- Tranquila, tranquila - volvió a sonreír Stella - Que esto de entre nosotras no va a salir.
- No, si lo que pasa es que yo soy muy fantasiosa.
- Ino - habló Kikyo - Que no se lo vamos a decir a nadie.
- ¿De veras has pensado que nosotras vamos a ir largando por ahí que tu amiga lo ha hecho con Sasori? ¡Por favor! ¡Que no somos crías! ¿Qué íbamos a sacar hablando de ella?
- Pues no se, la verdad - contestó confusa Ino, en cierta forma tenían razón ¿qué iban a sacar ellas? ¿Reírse de Sakura? No parecía muy lógico.
- ¿De veras crees que intentaríamos reírnos de ella o algo así? - preguntó indignada Kikyo - No me lo puedo creer, que además Sasori es nuestro amigo ¿Le íbamos a hacer eso a Sasori?
- Por favor, Ino - repitió Stella - Que a nosotras nos ha pasado alguna vez y sabemos el mal rato que se pasa.
- ¿Os ha pasado?
- Bueno a mí no se me ha roto ningún preservativo - afirmó Stella - Pero si a veces se me ha "olvidado", ya sabes, las prisas.
Ino la miró con la boca abierta.
- Bueno tampoco tantas veces - agregó Kikyo - Yo solo una vez.
- No me lo puedo creer - murmuró Ino.
- Chica, a veces bebes un poco o tomas un poco de algo, te pones contenta y no te paras a pensar, luego cuando vuelves en ti pues eso, te llevas los sustos que te llevas.
- Es que no me lo puedo creer - repetía Ino.
- ¿Es que a ti nunca te ha pasado que te has embalado y ya no podías parar? - preguntó perpleja Stella.
- No, a mí no.
- Pues mira qué suerte que tienes - añadió Kikyo - Pero te puede pasar, no lo olvides.
Stella se quedó mirando a Ino que se había puesto repentinamente colorada.
- ¿Es que tú no lo has hecho nunca? - la interrogó, Ino no contestó - ¿Aún eres virgen?
- ¿De veras que no lo has hecho nunca? - inquirió también Kikyo.
- Pues no... no lo he hecho nunca ¿Vosotras si?
- ¿Nos estás tomando el pelo? - rió Stella - Vamos Ino, que somos amigas y has salido con muchos chicos.
- Si pero yo... o sea... nunca he llegado tan lejos.
- ¿Ni siquiera con ese de tu clase tan mono con el que saliste este verano?
- ¿Ni Deidara? Mira que Deidaaaaara...
- No... o sea yo he hecho muchas cosas pero nunca...
- De Deidara me lo creo - comentó Stella - ¿No ves que está con esa mierda que toma? A ese no se le levanta, he oído que disminuye la libido.
- Ya decía yo que le veía muy raro últimamente.
- ¿Pero vosotras...? - empezó a preguntar Ino.
- La rara eres tú - rió Kikyo - Chica, debes ser la última virgen del instituto.
- No creas - añadió Stella - Alguna otra tiene que haber, ya sabes de esas que no ligan ni queriendo, lo que me extraña es que tú, Ino, con lo guapa que eres y el éxito que tienes aún no hayas hecho nada ¡Pero si hasta lo ha hecho la pava de Sakura! Que mira que parece pavilla.
- Bueno es que yo siempre pensé que... debía encontrar a la persona ideal.
- ¡Mira que eres antigua, chica! - rió Kikyo - Pues es un problema, yo que tú lo solucionaba.
- ¿Un problema? - Ino sacudió la cabeza - Bueno, no estábamos hablando de mí, sino de esas pastillas ¿No serán una droga o algo peor?
- No - contestó rotunda Stella - No son drogas y lo que Tobi va a conseguir no son las pastillas, es la receta para comprar esas pastillas.
- ¿La receta?
- Si, la receta. Si tú vas al hospital puede que te den la pastilla o puede que te den una receta, depende y Tobi puede conseguir esa receta, solo tienes que ir a una farmacia de guardia y comprarla.
- ¿Tú has tomado esa pastilla?
- ¿Pues no te he dicho que sí?
- Pero quiero decir la de Tobi, no la de un hospital.
- Ay nena, yo no he ido al hospital a pedir ninguna pastilla ¿Tú me ves a mí en el hospital?
- Para nada - agregó Kikyo - Mira Tobi te consigue una receta, se la das a tu amiga, ella va a la farmacia y ya.
- ¿Pero cómo consigue Tobi esa receta?
- En realidad creo que se las pide a un tipo. La verdad es que cobra bastante caro pero no te preocupes porque puedes negociar con Tobi.
- ¿Negociar?
- Si, venga, llama a Sakura y dile que puedes conseguir la receta, a ver que dice ella.
- A fin de cuentas es la interesada ¿no? - añadió Kikyo - Y la que tendrá que pagar a Tobi.
- Tú llámala y pregúntale si le interesa. Si dice que no llamo a Tobi y le digo que se olvide. Por intentarlo no va a pasar nada.
- Eso, pregúntale a ella a ver qué opina - habló de nuevo Kikyo - Tu dile que puedes darle la receta hoy mismo para que se tome la pastilla cuanto antes o que puede ir al hospital, esperar lo que haya que esperar y rezar para que no le pidan la autorización de sus padres.
- ¿No ves que la vas a hacer el favor de su vida?
- Pero luego hay que pagar a Tobi.
- Bueno, piensa que Sasori es la otra parte implicada, seguro que la ayuda, tampoco creo que quiera tragarse el marrón y él es muy impaciente, no le gusta esperar, ni hacer esperar, las cosas cuanto antes se solucionen mejor para él ¿Quieres que le llame y le pregunte a ver qué opina?
...
Ayesa ya estaba arreglada. Sentada frente al escritorio de su habitación terminaba de escribir en un pequeño cuaderno de pastas decoradas con flores. Levantó la vista y leyó lo que había escrito, tapó la pluma, cerró el cuaderno y guardó ambas cosas en uno de los cajones del escritorio que cerró con una pequeña llave.
- Ya han venido - dijo entrando su madre - ¿Estás lista, Ayesa?
- Si, ya estoy - contestó levantándose y dejando la llave en un joyero.
- A ver qué te vea.
Ayesa dio una vuelta sobre sí misma. Llevaba un kimono como era habitual en ella cuando se trataba de reuniones que exigiesen que demostrase cierta "presencia". No es que ella fuese demasiado aficionada a vestir kimonos, no le disgustaban, es más, le gustaban, se había acostumbrado a usarlos y le gustaban mucho, cada vez que se ponía uno se sentía como distinguida, parecía que con solo el hecho de llevarlo y saber llevarlo, claro, ya eras elegante. Lo que sucedía es que también le gustaba vestirse como una chica moderna, pero bueno, en cierta forma había iniciado una especie de juego con ella misma, cuando se ponía esos kimonos era como si se convirtiese en otra persona, una chica educada, discreta y prudente... un aburrimiento.
- Tendrías que retocarte las mechas - le dijo colocándole un mechón de pelo - O mejor teñirte el pelo de negro.
- Que pesada te pones con que me tiña de morena.
- El pelo negro es más distinguido.
- ¿Por eso te lo tiñes tú? Vamos mamá, me gusta mi pelo, no me importa que no tenga un color elegante.
- Es un color demasiado llamativo.
- Mamá por favor déjame al menos tener el pelo del color que me gusta ¿No es bastante con estos kimonos que me obligas a llevar?
- ¿Es que no te quedan bien?
- Me quedan geniales, ya lo sé - contestó con pesadez.
- Y no olvides que son una obra de arte.
- Y cuestan mucho dinero, si, y también son incómodos... lo siento, no quería decir eso es que... a veces me siento tan... prisionera.
- ¿Prisionera?
- No es la palabra, es que no se cual utilizar... es que todo son normas y siento que me asfixio dentro de estos preciosos kimonos.
- Ya lo hemos hablado muchas veces, tienes que...
- Ya sé que lo que tengo que hacer, ya lo sé, no me lo recuerdes más y no te preocupes, lo haré, es para lo que me has educado ¿no?
- ¿Has decidido ya cual Uchiha te gusta más como esposo?
- Lo dices como si tuviera que escoger un bolso. No, aún no lo he decidido.
Mentía. Si lo había decidido, el problema es que él no parecía saber que estaba incluido entre los posibles candidatos.
- Creo que el mejor es Izuna Uchiha. Ayesa, él sería un marido perfecto, es mayor y sabrá cuidarte y darte todos los caprichos que quieras, además es educado, amable y...
- Y muy mayor para mí.
- Eso...
- Mamá, no. Sé que Izuna es el candidato perfecto pero antes quiero intentar algo, tengo que al menos intentarlo, además es mi futuro, tengo derecho al menos a elegir ¿no?
- Haz lo que quieras, siempre lo haces, tu padre te tiene demasiado consentida pero no olvides que el propio Madara Uchiha también está interesado en ese matrimonio.
- ¿Crees que me asusta Madara Uchiha?
- Al menos deberías tenerle el respeto que tu abuelo le tiene.
- Vamos a hacer una cosa, antes de elegir un marido déjame disfrutar un poco de la vida ¿vale? Ya, ya lo sé, seguiré disfrutando de la vida igual aunque esté casada, ya lo sé, olvida lo que he dicho.
Desde pequeña a Ayesa se le había dicho que su futuro era casarse, sus compañeras hablaban de lo que iban a estudiar y ella los únicos planes que tenía eran casarse y le parecía bien pero ahora lo pensaba y se daba un poco de pena de sí misma. Respetaba las tradiciones, respetaba a su familia y como era la forma en la que la habían educado no se quejaba, simplemente a veces quería algo distinto, quizás era que todo resultaba aparentemente fácil, ahí estaban sus posibles maridos, solo tenía que elegir a uno y... ya está.
Ayesa salió de su habitación. Estaba dispuesta a muchas cosas, a casarse por el bien de la familia, eso para ella no era un sacrificio, desde que tenía uso de razón le habían dicho que era su destino, que un día se casaría con un hombre importante y que su matrimonio haría que la familia creciese, era algo que tenía más que asumido, de hecho para ella era lo que tenía que ser, la habían enseñado a ser la novia y esposa perfecta, si después de tantos años de preparación, aprender a sentarse, comer, hablar, bailar, comportarse y tantas cosas no se casaba con alguien importante y que beneficiase a la familia pues ¿para qué había servido? Pero eso no quería decir que tenía que casarse con alguien que no le gustase, si le gustaba era mucho más... divertido.
Y a Ayesa le había gustado Itachi desde el primer momento que le vio. No porque fuera guapo, que lo era, era otra cosa, algo que emanaba de él... no sabía explicarse pero desde luego que tenía que intentarlo ¿que salía mal? no importaba, al menos lo habría intentado, era mejor lamentarse por no conseguir algo que lamentarse por no haberlo intentado.
- Abuela Mito, abuelo Hashirama - dijo al entrar en el salón donde estaba su padre acompañado de sus abuelos.
Ayesa corrió a abrazar a su abuela. Mito Uzumaki era una mujer afectuosa que quería mucho a su familia y en esos momentos Ayesa ocupaba toda su atención, sabía por la situación que estaba pasando y la decisión que todo el mundo la presionaba a tomar. Mito había sido en su juventud una mujer muy hermosa y elegante de pelo rojo que con el paso de los años se había tornado de color café y siempre lo llevaba recogido en dos moños.
- ¿Has elegido ya esposo? - preguntó a su nieta al separarse de ella.
- No abuela pero he invitado a alguien que quiero que conozcáis.
- ¿Un Uchiha? - interrogó su abuelo.
- Si, un Uchiha. Quiero que la abuela me dé su opinión.
- ¡Ya ha llegado la tía Tsunade con el señor Jiraiya! - entró gritando la pequeña Chikara.
- Tenemos que hablar largo y tendido tú y yo - decía la abuela a Ayesa.
- Claro abuela.
...
- ¡Kushina! - hablaba Minato en voz alta - ¿Te queda mucho?
- No - se oyó desde una de las habitaciones de la casa - Ya voy, un minuto, dattebane.
- Un minuto - se resignó Minato, a saber qué proporción de tiempo correspondería realmente a ese "minuto" de Kushina.
Minako miraba a su padre sonriente.
- Estas bien guapo, papá.
- Es que Hashirama Senju y Mito Uzumaki son gente importante, uno tiene que estar presentable.
- Estás nervioso ¿Por qué te pones nervioso?
- No estoy nervioso, solo me preocupa que lleguemos tarde. Espero que no pillemos ningún atasco.
- ¡Ya estoy! - llegó presuroso hasta ellos Naruto.
- ¡Guau, hermanito!
- ¿A que estoy guapo, dattebayo?
Naruto llevaba un traje de chaqueta gris marengo, una camisa blanca con finas rayas burdeos y una elegante corbata de color tostado.
- Trae que te coloco bien la corbata - le dijo Minato - ¿Se puede saber qué hace tu madre?
- Es que nos hemos entretenido un poco.
- ¿En qué?
- En rellenar unos papeles.
- Ya estoy aquí - dijo apareciendo Kushina - Tanta prisa, tanta prisa ¡Venga, vámonos, ttebane!
- ¿Que habéis estado haciendo Naruto y tú? - se interesó Kushina.
- Nada, cosas de madre e hijo, venga ¿No tenías tanta prisa?
- ¿Y yo no estoy guapa? ¿Es que a mí nadie me va a decir nada? - se quejó Minako - Es la primera vez que me pongo kimono para una comida importante, ya podíais decirme algo.
- Estas preciosa - contestó Kushina acercándose a ella y pasando la mano por la solapa como estirándoselo - Ya sabes, siéntate adecuadamente, el kimono es para sentarse bien.
- Como me gustaría que me viese Sasuke-kun - suspiró - Seguro que se iba a impresionar.
- ¿Para qué quieres que te vea Sasuke, ttebayo? - preguntó despistado Naruto.
- Kushina ¿Que habéis rellenado Naruto y tú? - insistió Minato.
- Nada, solo es que quiero enviar sus datos a un nakodo.
- ¿A un casamentero?
- Lo dices como si fuera algo malo. Los Uzumaki somos una familia prestigiosa y no hay nada de malo en que le haga una ficha a Naruto, ttebane.
- Kushina... habíamos dicho que no casaríamos a nuestros hijos por conveniencia.
- Y no los vamos a casar por conveniencia y venga vámonos ya.
- ¿Entonces por qué envías sus datos a una nakodo?
- Porque sí, yo sé lo que hago, tu fíate de mí, no sé porqué no te fías de mí, dattebane.
- ¿Te van a buscar novia, Naruto? - curioseó Minako - ¿Y por qué no me haces a mí una ficha, mamá?
- Tú eres aún muy joven. Ya veremos dentro de unos años.
- Kushina... - se quejó Minato.
...
En el coche de Itachi, los dos hermanos Uchiha iban hacia la casa de Nawaki Senju en silencio.
Ninguno de los dos era muy hablador y tenían poco que decirse.
A Itachi le apenaba esa situación. Antes Sasuke no era así, si bien siempre era un niño tímido siempre había sido dulce y amable y él se sentía responsable del cambio de personalidad que había experimentado.
Sabía que de pequeño Sasuke le admiraba mucho, que era su ejemplo a seguir, que su pequeño hermanito quería ser de mayor como él y que las diferencias entre padre e hijo le afectaron más de lo que nadie imaginaba. Ver a su idolatrado hermano mayor discutiendo la autoridad de su padre e incluso diciendo que renegaba de ser un Uchiha, no le había beneficiado.
Tampoco ayudó la tensa situación familiar que se produjo, las continuas discusiones entre padre e hijo... Sasuke perdió la fe en su hermano, no podía imaginar que traicionase a la familia y por lo visto, según Fugaku, es lo que había hecho.
- ¿Sabes por qué vas a esa comida? - se atrevió Itachi a romper por fin el silencio.
- Supongo que papá quiere que haga méritos delante de esa familia.
- ¿Sabes que no tienes que casarte si no lo deseas?
- No. Es mi deber para con la familia y haré lo mejor para la familia.
- Unos padres no deberían exigir a su hijo que sea infeliz solo por beneficiar a la familia - masculló enojado Itachi.
- Soy un Uchiha, los Uchiha somos una familia y la familia es muy importante.
- Estamos en el siglo XXI, Sasuke, creo que la familia sobrevivirá sin que te cases si no lo deseas.
- Ese acuerdo con los Senju es importante para la familia.
- ¿Sabes de lo que se trata? - Sasuke guardó silencio - Lo sabía, ni siquiera sabes por qué es tan importante.
- Supongo que papá me lo dirá cuando crea conveniente.
- O no, él es mucho de hacer cosas por su cuenta.
Volvieron a quedar en silencio.
- Sé que no quieres casarte con Ayesa Senju.
- ¿Tú lo sabes todo?
- Deberías decirle a papá que no quieres casarte y que en realidad el acuerdo con los Senju no te importa o que al menos deberías conocerlo.
- Tampoco parece que yo le importe mucho a esa chica.
- Seguramente - suspiró - Si tú no accedes a comprometerte con ella o ella contigo lo hará con Izuna.
- ¿Con el tío Izuna?
- En realidad es el mejor partido.
- ¿Y si se casa con Izuna...? Es que hay muchas cosas que no entiendo ¿Por qué papá me obliga a tener todas esas citas matrimoniales con otras chicas?
- Si Izuna se casa con ella beneficiará a la familia, sin duda, pero tú padre quedará en desventaja. Creo que teme que Madara no cuente con él o vete tú a saber lo que piensa. Yo creo que quiere que te unas con una familia prestigiosa "por si acaso"
- ¿"Por si acaso" qué?
- Por si acaso a Madara le dan ideas extrañas.
- No entiendo nada.
- ¿Quieres que te ayude?
- ¿Cómo?
- Tú solo contesta si quieres que te ayude.
- ¿Qué vas a hacer?
- Eso es cosa mía.
No volvieron a hablar. Sasuke observó a su hermano ¿A qué se refería? ¿Cómo iba a ayudarle? ¿Es que tenía algún plan? ¿De veras estaba dispuesto a ayudarle? porque desde aquellos incidentes con su padre la relación entre hermanos se había enfriado bastante ¿Ahora quería ayudarle?
Lo que Sasuke ignoraba es que para Itachi, él. su hermano pequeño, era una persona muy importante, es más, él y su madre eran toda la familia que realmente le importaba.
...
Kimimaro había llegado hasta el bloque de edificio donde vivían los hermanos Sabaku. Miró de nuevo la dirección que llevaba apuntada en un papel doblado y guardado en el bolsillo trasero de su pantalón. Era allí.
Lo había estado pensando mucho y sopesando los pros y los contras y al final había llegado a la conclusión de que aquella era la mejor solución.
Antes de entrar miró a su alrededor y se sorprendió al ver a un chico que se acercaba hacia donde él estaba.
- Hola - le saludó sonriente Sai.
- Hola.
- ¿A ti también te han invitado a comer?
- No, yo venía a ver si podía hablar con Gaara.
- ¿Con Gaara? ¿No vienes a comer?
- No.
- Pues Gaara no está, se ha ido a pasar el fin de semana a casa de un pariente o algo así.
- Ya veo. Bueno pues entonces me voy.
Antes de marcharse Kimimaro se quedó mirando a Sai que se disponía a entrar en el edificio. A veces el destino es caprichoso y hace las cosas a su manera y quizás era su forma de decirle que su decisión inicial estaba equivocada.
- Perdona Sai ¿Podemos hablar un momento?
- Claro.
- Tu eres bastante amigo de Misaki ¿verdad?
- Si, somos amigos, pero eso no quiere decir que seamos novios - volvió a sonreír.
En realidad Sai no solo había sorprendido a Kimimaro con esa respuesta, también a él mismo. Quizás estaba empezando a cansarse de que la gente le juzgara solo por el hecho de ser amigo de Misaki y no es que le molestara el hecho de ser su amigo, era algo que pensaba que debía enorgullecerle pero sí que le empezaba a molestar que le juzgaran sin ni siquiera poder defenderse.
- No si yo lo decía porque Misaki es el hijo de la novia de Orochimaru.
- Es cierto.
La situación no era muy cómoda. Kimimaro no era el tipo de persona extrovertida que no tenía ningún inconveniente en decir sus planes y Sai tampoco tenía un carácter que ayudaba demasiado.
- Es que tengo un plan... quizás tú me puedas ayudar.
- ¿Un plan?
- A mí no me cae bien Orochimaru y creo que a ti tampoco.
- Eso es cierto, no me es muy simpático.
- Conozco a Orochimaru y me da la impresión de que no trata demasiado bien a Misaki.
Eso era algo que a Sai le intrigaba porque si conocía a Orochimaru y sospechaba que trataba mal a Misaki eso le convertía en una de tantas personas que calla a sabiendas del daño que su silencio podía hacer.
Claro que él estaba en la misma situación y él recordaba que había leído en alguno de esos libros que consultaba que cuando esto sucede puede ser que una persona calle por cobardía, por desinterés o porque cree que no puede ayudar e incluso que su intervención agravaría la situación. Fuera como fuese él mismo también callaba así que tampoco perdía nada por escuchar.
- No sé si sabes que Orochimaru fabrica drogas y diseño y que Kabuto se encarga de vender esa droga - explicó Kimimaro.
- Por supuesto que le conozco los trapicheos que se trae Kabuto ¿Que tiene que ver eso con Gaara?
- En realidad nada pero es que yo pensé que a lo mejor Gaara querría ayudarme.
- ¿A qué?
- A denunciar a Kabuto.
- ¿Cómo? Quiero decir ¿Por qué Gaara?
- No sé si sabes que Orochimaru fue el que dio la droga esa que le echaron a Hinata cuando...
- Si - afirmó - Algo he oído, rumores y habladurías.
- Pues es cierto. Orochimaru quería experimentar con alguien los efectos que tenía. Orochimaru fabrica drogas sintéticas y experimenta con quien puede, conmigo lo ha hecho. Me convenció de que tenía un medicamente milagroso que me ayudaría a curar mi asma, yo fui su conejillo de indias durante mucho tiempo y me costó mucho dejarlo y alejarme de él.
- Ya veo pero ¿Que tiene que ver eso conmigo?
- Kabuto reparte drogas, la droga de Orochimaru y creo que ya es hora de que alguien le pare.
- Entonces, si lo sabes con tanta seguridad habría que denunciarle.
- El problema es que no hay pruebas, nadie quiere hacerlo.
- Y quieres hacerlo tú.
- No, porque yo tomaba drogas de esas y seguro que si lo denuncio Orochimaru tendrá pruebas de mi drogadicción o vete tú a saber y no me van a creer, además él tiene abogados y es muy listo.
- Pues sigo sin entender ¿Y Misaki?
- ¿No crees que a lo mejor también prueba esas drogas con Misaki?
- ¿Con Misaki?
- Si, con él. Tienes que haberte dado cuenta de que Misaki a veces actúa de una forma muy rara.
- Si, pero yo creo que eso es debido a otro tema.
- Pues yo creo que todo tiene que ver.
- ¿Y cuál es la idea que tenías en mente?
- Pensé que yo podría ganarme de nuevo la confianza de Kabuto.
- ¿Para qué te venda drogas? No creo que fuera esa una solución, serías un drogadicto que de nuevo ha recaído.
- Por eso quería que... necesito un cebo, alguien a quien Kabuto quisiese ofrecerle drogas.
- No te pillo.
- Si conseguimos pillar a Kabuto ofreciendo drogas tendríamos la prueba que necesitamos. Al menos a Kabuto se le caería el pelo. Sai, ese chico ofreció drogas a Harukaze, a una chica débil y asustada ¿Sabes a cuantas más personas debe haberle ofrecido? ¿Te has parado a pensar en los chicos que por su culpa caen en esa mierda?
- No, si visto así es horrible.
- Tenemos que intentarlo, yo tengo que intentarlo. Es algo que me debo a mi mismo. Kabuto es un manipulador, sabe cómo convencer a la gente, es retorcido y siniestro, a mí me tuvo durante mucho tiempo engañado, fui un títere y no puedo quedarme quieto pensando que está tramando algo y que nadie hace nada para pararle.
- ¿Y tú querías que Gaara hiciera de cebo para atraer a Kabuto?
- Me pareció una opción razonable por eso de que tenía algo pendiente con Orochimaru pero tú también me sirves.
- ¿Yo?
- Eres amigo de Misaki y se te ve preocupado por él.
- Es mi amigo y es normal que me preocupe por él.
- Eso es lo que digo. Tu sabes algo de Orochimaru ¿A que si?
- Se demasiadas cosas.
- ¿Y no te gustaría fastidiarle un poco? Si pudiéramos desenmascarar a Kabuto quizás...
- ¿Tú crees que nosotros podemos hacer algo?
- Si consiguiéramos que Kabuto te ofreciese drogas, no que tú se las pidas, si no que él te las ofrezca... Es importante que sea él quien te las ofrezca, no solo que te las ofrezca si no que te pida dinero por ellas porque si eres tú quien se las pide pues no es lo mismo.
- Quizás me interese tu plan.
- Lo haría yo solo, sin implicar a nadie, pero ya te he dicho que no creo que funcione.
- A mí lo que me interesa es Orochimaru. No es buena persona. Yo no sé si ofrece drogas a Misaki pero sé que le debe maltratar.
- ¿Y no se lo has dicho a nadie?
- Sí, claro que lo he dicho pero si Misaki no le denuncia parece ser que el tema es complicado.
- ¿Y Misaki no le quiere denunciar?
- No. Dice que él y su madre le deben demasiado a Orochimaru y que gracias a él tienen donde vivir.
Kimimaro resopló.
- Orochimaru siempre ha sido un manipulador también, siempre se las ha apañado para que todos pensásemos que nos estaba haciendo un favor y que le debíamos gratitud.
- Explícame ese plan tuyo con detenimiento.
...
Shikamaru y Akane preparaban la comida en la cocina de los padres de Shikamaru. Era más cómodo, venían a comer el padre de Akane, Maron y los cuatro hermanos, más luego ellos dos y el pequeño, eran bastantes y el mejor sitio para comer todos juntos era en el comedor de los Nara, en casa de los padres de Shikamaru, por lo tanto era más práctico hacer la comida allí.
- ¿Por qué no vas a ver qué hace mi hermano?
- Está entretenido viendo dibujos.
- No sé, está muy callado, yo que tu mejor iba a ver, no me fio de él cuando no hace ruidos.
- ¿Qué pasa? ¿Me quieres echar de la cocina?
- No, no es eso, es que no me fio de él.
- Mendokusei... no mientas calabacita, estás demasiado nerviosa y como siempre que te pones nerviosa quieres hacerlo tu todo solita.
- No, de veras que no es eso.
- No seas cabezota y deja que te ayude, terminaremos antes.
Un golpe seco sobresaltó a Akane.
- ¿Ves? Anda ve a ver si ha roto algo.
- Ahhhhhh... menudo rollo - se quejó saliendo de la cocina.
Akane se había puesto muy nerviosa, como siempre que hacía algo para su familia algo dentro de ella la obligaba a que todo fuera perfecto, no lo podía evitar, intentaba relajarse pero no lo conseguía, era como si sintiese que todo dependía de esa comida, lo cual era bastante absurdo.
Pero no lo podía evitar, tenía que organizarlo todo y tenía que hacerlo todo ella, como siempre, si algo quieres que se haga bien es mejor que lo haga uno mismo, eso era lo que siempre se repetía.
¿Pero por qué se ponía tan nerviosa? Si no hacía falta que todo fuera perfecto ¿Por qué se sentía tan ansiosa?
Respiró hondo y se quedó quieta durante unos segundos, intentó mantener la mente en blanco pero una imagen se coló sin saber cómo en su mente ¿Y si se pinchaba un poco? Solo una vez, solo para dejar salir esa ansiedad...
Hacía ya tiempo que no se pinchaba pero eso no quería decir que de vez en cuando esa idea no apareciese.
Solo un pinchacito... seguro que se sentiría mejor y por un solo pinchazo no iba a pasar nada malo. Hay gente que fuma, otros beben para calmar los nervios y ella solo quería darse un pequeño pinchazo.
No, qué tontería, eso era una estupidez y no sabía ni porqué lo había pensado.
- ¿Qué estás pensando? - la voz de Shikamaru volvió a sobresaltarla - Akane, todo está bien, ve tú con tu hermano, que para eso lo he traído, para que disfrutes de él y déjame terminar la comida a mí.
- No, no, yo lo hago.
- Mendokusei. No es la primera vez que hago la comida, no seas problemática y déjame que termine yo.
- Pero yo puedo hacerlo.
- ¿Qué ha pasado antes? - preguntó con seriedad.
- ¿Antes?
- Si, antes, cuando ha venido tu hermana a por su hijo.
- Pues... que se lo ha llevado.
- ¿Habeis discutido?
- ¿Por qué íbamos a discutir? Se lo ha llevado y ya.
- Pues algo ha pasado. No me tomo por tonto, no lo hagas tú. Te he visto cerrar la puerta muy alterada y diría que la voz que oí hablar contigo no era de tu hermana, era del tipo ese ¿Cierto? ¿Qué te ha dicho?
- ¿A mí? Nada.
- Entonces reconoces que era él.
- No, yo no he dicho que fuera él. Mira, si, mejor termina tú la comida y yo me voy con mi hermano.
Tampoco hacía falta ser muy listo, pensaba Shikamaru, como para darse cuenta de que algo había alterado a Akane, a lo mejor era una tontería exagerada por sus hormonas pero desde luego que estaba más nerviosa de lo normal.