domingo, 7 de septiembre de 2014

168. Las tribulaciones de Sumire

Al finalizar las clases, como de costumbre, los alumnos hicieron varios grupos a las puertas del instituto antes de separarse para regresar a sus casas.
Uno de esos grupos era el formado por Ten-Ten, Sumire, Ryuko, Jisei y Akane que parecían estar hablando algo con bastante secreto bajo la atenta mirada de Chouji, Kankuro, Kiba y un Shikamaru con el ceño fruncido.
- Reunión de pastores, alguna oveja van a esquilar - comentó Kankuro.
- ¡Shika! - llamó su atención Akane a la vez que se acercaba a donde estaba - Ve tu para casa que yo tengo que ir con Jisei a que me de una cosa.
Shikamaru miró alternativamente al grupo de las chicas y a Akane... si, seguro que algo tramaban.
- Pero no tardes que tenemos que irnos al pueblo, no lo olvides y mi madre no espera a nadie.
- Que si, que si, que ya lo se, no te preocupes ¿Terminas tu de hacer la maleta?
- Ahhhh, mendokusei.
- Venga, vamos, si no es tanto, si ya está todo listo, solo tienes que meterlo dentro y cerrar.
- Trae, que llevo tu cartera - se ofreció Chouji.
- No hace falta Chouji, ya la llevo yo.
- Deja, no cargues con peso inútil que no es bueno, total mi casa queda muy cerca de la tuya, me pilla de paso.
- No la mimes tanto - se quejó Shikamaru.
- Quiero hacerlo, es la madre de mi ahijado.
- Mendokusei...
- Deja ya de quejarte, quejica, que eres un quejica - gruñó Chouji - Y tú, dame tu cartera.
- Bueno, si te pones así, toma... pero es que me da apuro.
- ¡Qué traigas! - casi se la arrebató.
- Gracias Chouji, si te pesa mucho se la das a Shika, Nos vemos en casa, bambi.
Akane regresó con sus amigas, Ten-Ten hizo un gesto de despedida con la mano que inmediatamente copió Sumire y las cinco se marcharon alegres y felices.
- Sigo diciendo que la mimas demasiado ¿Y a ti que te pasa que tienes esa cara? - preguntó a Kiba.
- Nada - contestó arrugando la cara - Cosas mías.
- Yo me marcho - habló Kankuro - ¿Entonces vais a salir esta tarde, Chouji?
- Supongo que si, ya te llamo si eso ¿Tu vas a salir, Kiba?
- No - gruñó mas que habló el chico - Voy a llevar a Ten-Ten al sitio ese donde van a ir Shino y mi hermana.
- ¿Al museo de ciencias naturales? - se extrañó Kankuro.
- Si ¿Algún problema?
- No, ninguno. Bueno, que os lo paseis bien en el pueblo, Shikamaru.
- Suerte con esa reunión que teneís los hermanos - contestó el aludido.
- Vale, gracias.
Kankuro se marchó y Kiba comenzó a emitir unos ruidos parecidos a gruñidos.
- ¿Y a ti que te pasa? - se interesó Shikamaru - ¿Tienes algo en contra de Kankuro?
- No, en realidad no, pero no quiero que esté cerca de Ten-Ten, me pone muy nervioso.
- Vamos, como si a él le interesase Ten-Ten - rio Chouji.
- Con Kankuro nunca se sabe, es Kankuro, puede pasar.
- ¿Así que vas a ir al museo de ciencias con tu hermana? - preguntó Shikamaru.
- No, si, no lo se - Shikamaru le miró arqueando las cejas - ¿Crees que a Ten-Ten le gustará?
- ¿Pero se lo has preguntado a ella? - preguntó a su vez con aburrimiento Shikamaru - Espera, no me lo digas, no le has dicho nada.
- No, no le he dicho nada pero es que...
- ¿No te estás volviendo tu muy celoso? - volvió a reír Chouji.
- No, solo con Kankuro... es que sé que a Ten-Ten le gusta y me da una rabia que...
- ¿Te lo ha dicho ella? - se interesó Shikamaru.
- ¿El qué?
- Que le gusta Kankuro.
- No, claro ¡cómo me lo va a decir! Pero me lo dice mi estómago.
- Pues entonces deberías preguntárselo, los estómagos no son buenos consejeros.
- Lo mismo solo tienes hambre - rio de nuevo Chouji.
...
Haku y Misaki caminaban en silencio. Habían terminado las clases, por fin había terminado la semana lectiva y ahora regresaba a sus casas. Hacía tiempo que no recorrían ese camino de regreso juntos y ambos sentían una rara sensación mezcla de nostalgia e incomodidad.
Habían sido amigos, muy buenos amigos y luego dejaron de serlo ¿pero realmente puede una amistad terminar del todo? A veces si, a veces hacemos daño con nuestras palabras o hechos y lo que era una hermosa amistad termina convertida en resentimiento, sin embargo otras veces es difícil decir lo que ha pasado, un malentendido no resuelto, un distanciamiento... y cuando te das cuenta lo que te unía a un amigo ya no existe.
Misaki miró a Haku y pensó que quizás la historia se estaba repitiendo. Notaba con Sai el mismo distanciamiento que notó en su momento con Haku, la misma sensación de pérdida y los mismos malos presentimientos.
¿Qué había pasado con Haku? ¿Qué pasaba con Sai? ¿Qué pasaba con él? ¿Acaso es que estaba condenado a no tener amigos nunca? O lo que era peor, a tenerlos, ilusionarse y luego perderlos.
Haku había sido el primer amigo de verdad que Misaki recordaba haber tenido. Era amable con él, siempre sonreía de esa forma tan reconfortante y escuchaba todas sus cosas. Quizás era que él no servía para tener amigos, quizás es que no sabía conservarlos, a lo mejor les llenaba con sus angustias, les preocupaba demasiado, tanto que terminaban agobiados y deseando alejarse de él y sus problemas.
Sería ese el defecto que tenía, que cogía demasiada confianza con sus amigos, tanta que terminaba contándoles de la amargada viva que llevaba ¿Pero tan malo era querer tener un amigo y desahogar las penas? ¿Tenía que callarse todo lo malo que le pasaba? Desde luego con Sai lo había intentado, no quería hablarle de sus problemas personales, no quería implicarle, no quería parecer un quejica y que siempre iba de víctima por el mundo... pero no lo había conseguido, Sai había terminado implicándose en su vida y conociendo lo que él no quería que conociese... pero tampoco había sido su culpa, había sido Sai el que insistió... ¿Por qué? ¿Por qué todo le salía mal? ¿Por qué estaba perdiendo a Sai?
También podía haber sido por causa de su orientación sexual. Sai decía que no, que eso le daba igual pero no debía ser así, seguramente, aunque intentaba ser amable con él y actuar con normalidad, le incomodaba saber que le gustaba a un chico.
Misaki caminaba mirando el suelo, estaba mojado, debía ser que había llovido mientras estaban en clase, desde luego él no se había enterado. Alzó la vista al cielo, estaba cubierto de nubes cargadas de lluvia... esperaba que no empezase a llover antes de llegar a su casa.
Haku también observó el cielo y vio aquellas nubes, hacía mal tiempo y por lo que decían las temperaturas iban a bajar.
- Dicen que ya va a empezar a hacer frio de invierno - comentó de forma vaga quizás por romper ese silencio y hablar de algo.
- Si, eso han dicho - contestó Misaki de la misma forma.
Y volvieron a quedar en silencio.
Para Haku todo había sucedido de otra manera. Él nunca pensó que Misaki era un pesado que le agobiaba con sus problemas, al contrario, lo que se sentía era completamente impotente por no saber ayudarle. A veces sentía que debía huir, alejarse de su lado porque en lugar de ayudarle era como un estorbo. Oía los lamentos de Misaki y no sabía que hacer, ni que decir, se quedaba mirándole y... ¿para que servía un amigo como él? Ni siquiera sabía decir frases reconfortantes.
Haku no se quejaba de su vida, desde luego si la comparaba con la de Misaki, con tanto novio de su madre yendo y viniendo y luego ese Orochimaru, él había tenido muchísima suerte.
Haku vivía con su tía, la hermana pequeña de su madre y su marido y los apreciaba mucho. No vivía con su tío porque no tuviera padres o estos le hubieran abandonado, no, para nada, él tenía padres y le querías muchísimo, todos los días chateaba con su madre, lo único era que sus padres no vivían con él o mejor dicho, él no vivía con sus padres.
Sus padres vivían en un bonito y pequeño pueblo, eran agricultores y Haku tenía muy buenos recuerdos de su infancia, pero, como buenos padres de eran, pensaron que su hijo se merecía lo mejor o al menos tener más oportunidades que ellos en la vida. Haku era un chico inteligente y sus padres opinaban que siempre podría dedicarse a ser agricultor, como ellos pero que si estudiaba tendría oportunidad de ser algo más. Dejar su pueblo no parecía una buena opción, en la ciudad ellos no tenían trabajo, ni nada y no iban a abandonar la granja porque si las cosas le iban mal a Haku siempre podría regresar allí, así que decidieron mandar a Haku a Konoha a estudiar en un buen instituto y luego en una buena universidad. Así que ahora Haku vivía con su tíos, él, el marido de su tía, se llamaba Zabuza Momochi y Haku había conseguido tener mucha confianza con él, para Haku era la persona en la que mas confianza y cuando Haku comenzó a darse cuenta de que sentía por Misaki algo más que camaradería o amistad fue a Zabuza a quien le contó sus dudas.
Haku conocía cosas de Misaki que nadie sabía, secretos muy bien guardados y que el chico solo se atrevía a contarle a él y por eso Haku sufría tanto, porque conocía demasiados datos y no sabía como ayudar a su amigo.
Misaki tenía una vida amarga, llena de momentos casi todos malos. No sabía en que momento, ni como, se corrió aquel rumor de que Misaki estaba liado con uno de los profesores, se dijo que eran amantes, se dijo que el profesor acosaba a los alumnos, que Misaki se dijeron muchas cosas pero solo Haku sabía la verdad, que Misaki estaba enamorado y sufrió la peor de las humillaciones y todo ¿para que? para nada, que era lo peor, hacer sufrir a alguien solo por nada.
Misaki se sintió solo, avergonzado, humillado y apaleado por la vida. Todo el mundo supo su gran secreto: que le gustaban los hombres y la gente reaccionó de diversas formas, hubo quien prefirió hacer como que no pasaba nada, actuar como si nada tuviese importancia y lo curioso es que muchas de esas personas actuaron así creyendo que de esa forma demostraban que no le juzgaban pero Misaki solo vio abandono y una de esas personas fue Haku.
No sabía como actuar, no sabía que decir, solo sabía que se había enamorado de ese chico pequeño, de pelo castaño y ojos de color miel y que quería protegerle de todo y entonces el miedo le paralizó ¿que hacía? ¿Le confesaba sus sentimientos?
Zabuza le aconsejó que no lo hiciera, Misaki estaba demasiado dolido y vulnerable por todo lo que estaba pasando y podría entender las intenciones de Haku al revés, podría pensar que quería aprovecharse de él o vete tu a saber que, las personas dolidas a veces no son capaces de reaccionar con lógica.
Haku se apartó de él, lo hizo para darle su espacio, para no agobiarle, él mismo decía que quería estar solo y no hablar con nadie y Haku cumplió su deseo... que difícil es el ser humano, que difícil de entender... ¿por qué nos costará tanto hablar con franqueza y si necesitamos ayuda simplemente pedirla?
No solo es que Haku se apartase de Misaki, si no que además se sintió apartado, pronto comenzó a pensar que le estorbaba, que Misaki no le necesitaba y que le incomodaba su presencia.
Durante las vacaciones de hace dos veranos Haku regresó a su pueblo para pasar el mes de Agosto con sus padres y Misaki terminó por sentirse abandonado del todo. Cuando se rencontraron ya nada era igual, parecía que una fina pero fría barrera de hielo los separaba.
Pero a pesar del tiempo pasado Haku no había olvidado a Misaki, ni había dejado de gustarle, llevaba meses espiándole a escondidas por el instituto, sintiendo cada vez que se cruzaba con él unas ganas tremendas de abrazarle y... ahora encima, para complicarle todo más aún, sentía como los celos le quemaban por dentro cada vez que le veía con Sai, celos por haber perdido su confianza, su amistad y tal vez algo mas.
Si pudiera hablarle... si se atreviese a decirle que no quiso separarse de él...
Lo que no podía saber era que Misaki también se lamentaba interiormente.
Si pudiera hablarle... si se atreviese a decirle que perder su amistad fue lo más doloroso...
Si pudieran recuperar su amistad...
- Hace bastante frio - comentó de nuevo Haku al ver como Misaki se frotaba las manos.
- Si, se me están quedando las manos heladas.
- Tenías que haberte puesto guantes - sonrió. Misaki miró las manos de Haku, él si llevaba guantes, unos negros de cuero - Hay que ser prevenido.
Haku se quitó el guante de la mano derecha. Por un momento había pensado que era buena idea darle unos de los guantes a Misaki y tener una excusa para cogerle la mano sin guante con la excusa de darse mutuamente calor pero enseguida se dio cuenta de que aquello era lo mas cursi que podía haber pensado en su vida.
- Toma - le ofreció su guante - Al menos tendrás una mano caliente.
- Pe-pero... - balbuceó sonrojado Misaki - Es... tuyo... se te enfriarán las manos.
- Solo una. Al menos cada uno tendremos caliente una. Mira, meteré la otra en el bolsillo y solucionado el tema.
Con bastante vergüenza Misaki cogió el guante, no había sido educado para rechazar un ofrecimiento, los japoneses no son así, es de muy mala educación negarse a aceptar la ayuda y él no era un mal educado. En cuanto se puso el guante, que le quedaba bastante amplio, sintió el agradable calor de la mano de Haku que aún permanecía allí... que agradable...
- Gr-gracias.
- No hay de qué - volvió a sonreír y es que la ternura de Misaki le hacía sonreír sin poder evitarlo.
Haku se detuvo de improviso frente al escaparate de una pastelería.
- ¿Qué sucede? - preguntó intrigado Misaki.
- Espera un momento aquí.
Haku entró rápidamente en la pastelería. A través de los cristales del escaparate Misaki le veía hablar con el dependiente, quizás es que se había acordado que tenía que comprar algo. Miró su reloj, se le estaba empezando a hacer tarde, esperaba que al llegar a casa no se encontrara Orochimaru de muy mal humor.
Haku salió de la pastelería llevando una bolsa de papel con mucho cuidado.
- Menos mal que tenían. Mete la mano y saca uno.
- ¿De qué?
- Son bollos, toma, sírvete.
- No es que yo tengo prisa y...
- No me pongas las cosas difíciles, coge uno, los he comprado especialmente para ti, sé que son tus favoritos, o al menos lo eran antes.
Haku ponía la bolsa abierta a su altura y Misaki podía ver dentro de ella unos pequeños pastelitos muy conocidos por él, tenían una capa de chocolate por encima y estaban rellenos de crema.
- Muchas gracias Haku-kun - dijo cogiendo uno de ellos - Hace mucho tiempo que no los comía.
- Hace mucho tiempo que no me llamabas así.
Misaki se quedó parado con el bollo a medio camino de su boca mientras Haku le retiraba suavemente algunos cabellos de su cara.
Volvieron a caminar en silencio, quizás un silencio aún mas incómodo que al principio aunque no eran capaces de decir que lo causaba.
Quedaban pocos metros para llegar a la casa de Misaki, las calles estaban vacías, solo ellos dos caminaban por allí cuando Misaki llevó su vista hacia la acera de enfrente, de pronto sus ojos se abrieron de par en par y comenzó a golpear repetidamente el brazo de Haku.
- ¿Qué pasa?
Misaki señaló con un movimiento de cabeza y Haku miró en esa dirección. Al comprobar lo que había producido aquella reacción en Misaki, los ojos de Haku también se abrieron de par en par.
- ¿Ese es... - comenzó a decir.
- Kakashi-sensei? - terminó la frase Misaki dándose la vuelta para no ver nada.
- ¿Y esta... - volvió a comenzar a hablar Haku.
- Besando a mi madre - concluyó aterrorizado Misaki.
- Creo que esto no deberíamos haberlo visto.
- Que situación tan incómoda ¿Qué hacemos?
- No se... disimular.
- ¿Y cómo?
- Podemos hacer que estamos... borrachos.
- ¡Haku! ¡Piensa algo, rápido!
- ¡Ay no me presiones! Nunca me he visto en una situación así, yo creía que las reuniones de profesores y padres eran otra cosa.
- ¡Haku!
- ¡Misaki! - oyeron gritar a la madre de Misaki, con miedo ambos miraron hacia ella - ¿Se puede saber donde te has metido? ¿Cómo has tardado tanto?
- ¿Dónde está Kakashi? - susurró Misaki mirando por toda la calle donde no había ni rastro del profesor.
- Debe ser muy veloz - susurraba a su vez Haku.
- Perdona mamá, lo siento - dijo acercándose presuroso a ella sin dejar de mirar a su alrededor.
- Lo siento señora Hanakiri - habló Haku - Ha sido culpa mía, no sabía que Misaki tenía prisa y le pedí que me acompañara a comprar unos...
- Si, si, si, bueno, da igual, tienes suerte de que Orochimaru no esté - se dirigió a Misaki bastante enfadada.
- ¿Dónde está?
- Ha ido a no se donde a hacer algo importante, va a estar hasta el domingo fuera y yo también me voy.
- ¿Dónde vas?
- Mira Misaki yo estoy muy estresada, Orochimaru y tu me tenéis muy estresada y necesito relajarme un poco así que me voy a pasar un par de días a un balneario, aquí te dejo el teléfono por si tienes problemas - le pasó un folleto de propaganda.
- Pe-pero...
- ¿Es que no te puedes quedar solo un par de días?
- No, no es eso pero...
- Mira, de veras que lo necesito, estoy que no puedo más. Si eso ve a dormir a casa de algún amigo, ese chico tan raro, Sai, por ejemplo, pero no antes de recibir un paquete muy importante que Orochimaru está esperando. Tiene que llegar esta tarde.
- ¿El que es?
- No lo se y a ti no te tiene que importar, lo único que te tiene que importar es que es muy importante, así que no salgas de casa hasta que venga el paquete y cuando llegues llamas a Orochimaru a su móvil ¿entendido?
- Si, si.
- Vale, pues voy a coger la maleta y me voy.
Y así lo hizo, entró en la casa y al momento salió con una maleta. Se acercó a dar un beso a Misaki y se marchó calle abajo.
- Apuesto a que se va con Kakashi-sensei - comentó Haku.
- ¡No digas eso! Mi madre está enamorada de Orochimaru.
- Ese tipo es un mal bicho, no me extrañaría que...
- Mejor no digas nada, es de mi madre de quien hablas. Bueno pues, yo voy a entrar ya en casa. Hasta luego.
- Entonces ¿No vas a salir esta tarde?
- Ya has oído a mi madre, tengo que esperar un paquete.
- ¿Y yo puedo venir a hacerte compañía? Tengo bollos - mostró la bolsa de papel - Yo pongo los bollos y tú el té ¿Te parece?
- ¿No has quedado con nadie?
- No, no tengo nada mejor que hacer, a lo mejor tu si, has quedado con Sai o alguien, lo siento, he hablado demasiado rápido.
- No, no he quedado con nadie. Está bien, te espero con esos bollos.
...
Jisei, Sumire y Akane acababan de llegar a casa de la primera. Ten-Ten y Ryuko ya se habían separado de ellas para cada una tomar la dirección hacia sus propias casas. Al oír la puerta de la calle, Rika, la madre de Jisei, se acercó hasta la entrada.
- Hola Jisei ¿Vienes con alguien?
- Buenas tardes señora Nagashiyama - saludó respetuosa Sumire.
- ¡Sumire! ¡Akane! ¡Cuanto tiempo sin veros! Pasad, pasad.
- Venimos solo un momentito - aclaró Akane - Jisei me va a dar una cosa y me voy.
- Anda, pasa que te vea ¡Ay pero que gordita te estás poniendo! ¡Y que barriguita tan bonita! ¿Cómo te encuentras? ¿Sigues con nauseas mañaneras?
- Pues algunos días si, y vespertinas y nocturnas... estoy es muy pesado.
- Mamá, a Akane no le gusta que le toquen la tripa.
- Déjalo, de tu madre no me importa, es casi como mi madre, es toda esa gente que no conozco de nada y que parece asumir que mi barriga es propiedad universal.
- Ah, te entiendo, vas a cualquier sitio y todo el mundo te la toca, aunque no les conozcas ¿Y como están mis casi-nietos?
- Ellos parece que están bien.
- ¿Y ya sabes como les vas a llamar?
- La niña se llamará Shikami, como la bisabuela de Shikamaru, es una gran mujer y la he cogido mucho cariño. El niño aún no lo sabemos..
- Se llamará Akira - dijo muy resuelta Sumire - Significa "inteligencia" porque va a ser un niño muy inteligente.
- Pues a mi me gusta mas Sora - replicó Jisei - Significa "cielo" y su padre se pasa el día mirando el cielo, así que ya le va bien.
- No estoy de acuerdo, Akira me gusta más o Akito.
- ¿Queréis tomar algo? - intervino Rika.
- Por mi no se moleste - contestó Sumire - Muchas gracias.
- Venga, vamos a mi cuarto - sugirió Jisei.
Una vez en la habitación de Jisei, Akane la abordó impaciente.
- ¿Me lo vas a dar?
- Ay, que pesada te pones cuando te interesa algo.
- Jo - comentó Sumire con cierto tono de queja - Tu habitación está súper ordenada, no como la mía que parece... no se lo que parece.
- A lo mejor solo tienes que ordenar las cosas - sugirió Jisei mientras abría su armario y sacaba la caja donde guardaba sus potingues y demás cosas.
- Ah pero si yo lo tengo todo muy ordenado dentro de mi desorden, se donde está todo y me da miedo que si lo ordeno ya no lo encuentre, suele pasarme, cuando cambio algo de sitio y digo "lo pongo aquí, para que no se me pierda" fijo que ya no lo encuentro más.
- Suele pasar - rio Jisei - A ver Akane, es esto - mostró un botecito - Pero me da miedo dártelo, lo mismo Shikamaru se pone hecho un bruto.
- ¡Anda ya! ¿Cómo se va a poner hecho un bruto? ¿Tú te lo imaginas en plan bruto?
- Tampoco me imaginaba a Sasuke y acuérdate de como se puso y el chupetón que te dio.
- Bueno pero Shikamaru es muy perezoso para todo eso, dame.
- No se, de verdad que no se si dártelo.
- Anda Jisei, de veras que lo necesito, que no puedo estar con estos calentones, que el otro día me subí al autobús y me pasé dos paradas solo porque con los baches me entrada gustillo.
- Jo y tu eres la que decía que le daba asco el intercambio de fluidos corporales - se quejaba Sumire.
- Ya, y sigo diciéndolo pero cuéntaselo a mis hormonas.
- Voy a darte unas gotitas - decía Jisei - Solo unas gotitas, voy a ver si encuentro un botecito.
- Tacaña.
- No me fio ni un pelo de ti y no quiero sentirme responsable de nada. Y que conste que esto lo hago por Shikamaru, porque se le nota la tensión que está acumulando y todo por no hacerte daño, así que ten cuidado, no vaya a ser que luego se sienta culpable y mal.
- Si, si, ya lo se, es demasiado precavido.
Jisei cogió un cuentagotas y un pequeño botecito. Llenó el cuentagotas y dejó caer en el botecito cuatro gotas contadas, tapó el bote y se lo dio a Akane que lo miró con cara de pensar que Jisei era más que tacaña. Con el cuentagotas en la mano buscó un pequeño perfumador que llevaba en el bolso.
- Toma Sumi, ábreme esto.
- Vale - Sumire así lo hizo y se llevó el perfumador a la nariz - Que bien huele. Toma.
Jisei vertió el resto de las gotas en él.
- Ya está. Creo que podré conseguir que Ten-Ten se eche un poco de mi colonia.
- ¿Es para Ten-Ten? - preguntó Akane - ¿Qué estás tramando?
- Ten-Ten lleva una temporada muy tonta, creo que desde que Kiba salió con Ino ha perdido un poco de su seguridad, debe ser porque ella y Kiba eran más que amigos aunque no lo dijeran y creía que lo tenía seguro cuando descubrió que los hombres piensan más con el pito que con la cabeza y ya no se fía de ninguno.
- ¿Y tu colonia mezclada con la cosa esta va a ayudarla? - se interesó Sumire.
- No se, pero a lo mejor hace que Kiba se lance un poco, también te digo que el chico se contiene por no meter la pata con ella, a lo mejor necesitan un empujón.
- ¿Y me darías a mi también? - curioseó Sumire.
- No, a ti no te doy, Kankuro no necesita de esto, créeme.
- Jo, pareces Ten-Ten, que no me deja hacer nada.
- Lo que yo decía, se ha vuelto un poco desconfiada con los chicos.
- Y el que Neji esté medio enrollado con la reina de las Barbies tampoco ha ayudado mucho - añadió Akane.
- No, no ha ayudado nada, no hay que olvidar que Neji y Ten-Ten son buenos amigos y ella creía conocerle.
- Desde luego que no me esperaba algo así de Neji - se quejó Sumire.
- En el fondo todos son iguales, incluso Neji - gruñó Akane.
- No le juzguéis, el pobre lo está pasando fatal con lo de Temari - explicó Jisei.
- ¿Sabéis que Sai me ha pedido salir mañana? - habló nerviosa Sumire.
- ¡Anda con Sai! - exclamó Akane - Y parecía tonto ¿Y tu que le has dicho?
- ¿Pues que le voy a decir? Pues que si, es mi amigo pero...
- ¿Pues tu no estás saliendo con Kankuro? - inquirió Jisei.
- Bueno es que no se si estamos saliendo y Sai es mi amigo y me daba cosa decirle que no.
- ¿Y tu quieres salir con Sai? - preguntó Akane.
- O sea como amigos si pero no se si él... ¡Aaaaaay! ¡Me estoy poniendo muy nerviosa! ¡No quiero que piense que es una cita o algo así! Los chicos confunden a veces las cosas ¿Lo sabías, Akane?
- Si, si lo sabía - rio la aludida - Pues déjaselo claro y ya.
- Jo, es que no se como hacerlo, no quiero ofenderle, me da penilla.
- ¿Y que vas a hacer si te dice que le gustas? - interrogó Jisei - Lo mismo te lo dice.
- ¡Ahhhhhh! ¿Tú crees?
- Yo creo que si, últimamente está muy raro, lo veo en su aura y en su forma de comportarse.
- ¡Ay no! ¡Ay no! ¿Qué hago? ¡No quiero que me diga eso! ¡No se como contestar! Ay no, no, no, no.
- ¿Por qué te da tanto miedo? - se interesó Jisei.
- Porque es mi amigo y no quiero hacerle daño y pienso que si me dice que le gusto pues vamos a dejar de ser amigos.
- ¿Y esa teoría? - comentó Akane.
- Es mi teoría, yo creo que dos amigos están bien siendo amigos pero que cuando uno empieza a hablar de gustarse y esas cosas ya nada puede ser igual que antes... ¡Ayyyyy! ¿Que hago? ¿Que hago?
- Simplemente dile las cosas como son - sugirió Akane - Sai es un chico inteligente, lo comprenderá.
- ¿Pero y si no lo comprende? ¿Y si le hago daño? ¡Ayyyyy! ¡Lo que tengo que hacer es que no me diga nada, si, tengo que impedírselo.
- ¿Y cómo harás tal cosa? - sonrió Jisei.
- Ay no se, pero tengo que hacerlo ¿No tienes algo para que los chicos se aparten de una? Algo así como un repelente.
...
Sakura caminaba también en silencio junto a Sasori y Deidara. No se entendía demasiado bien con Deidara pero este era amigo de Sasori así que tenía que soportarlo. No era justo que fuese solo Sasori el que se tuviese que acostumbrarse a sus amigos, también ella debía acostumbrarse a los de Sasori y por lo menos lo estaba intentando. Quería hacer las cosas bien, muchas veces había visto y oído de parejas que parecían perfectas y habían terminado mal por culpa de los amigos, por ser demasiado posesivo con tu pareja, por apartarla de sus amigos, así que ella no quería resultar una obsesiva con Sasori, quería demostrarle que no tenía que renunciar a sus amigos por ella porque una vez escuchó en algún sitio que por cada pareja que se forma se pierden cuatro amigos y no, a ella no le pasaría eso, ni a Sasori tampoco.
Y precisamente ahora estaba preocupada por una de sus amigas: Ino. Siempre estaba preocupada por ella y su obsesión con los kilos pero en esta ocasión también lo estaba porque llevaba una temporada viéndola con Stella hablar demasiado en privado, como con secretitos y no sabía por qué pero le daba muy mala espina.
- Deidara - dijo de repente sin pensar mucho en lo que hacía - Tu que te llevas bien con Stella ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Tampoco me llevo tan bien con ella, hm.
- ¿Qué es lo que pasa, Sakura? - preguntó extrañado Sasori y es que Sasori sabía de sobra que algo preocupaba a Sakura.
- Es que últimamente he visto a Stella mucho con Ino.
- Bueno, son amigas - respondió sin más Sasori.
- Si pero es que no se, me da la impresión de que pasa algo.
- Es por las pastillas - contestó con normalidad Deidara.
- ¿Qué pastillas? - le interrogó Sasori.
- No se, unas pastillas que Stella le pidió a Tobi y eran para Ino o algo así, no se mucho del tema ¿vale, hm? - respondió algo agresivo Deidara.
- ¿No serían pastillas para adelgazar? - se alarmó Sakura cogiendo el brazo de Sasori y mirándole con miedo.
- ¿Es que le han pedido pastillas a Tobi? - preguntó Sasori a Deidara.
- Que si, mierda, si, le han pedido pastillas.
- Esta Ino es que no tiene cabeza - se lamentó Sakura - Algún día se meterá en un lio por culpa de esas pastillas para adelgazar.
- ¿Para adelgazar? - se extrañó Deidara - Que yo sepa eran para eso de no quedarse embarazada. Stella se las pidió a Tobi y ahora Tobi dice que le debe un favor, ya sabes como es Tobi de marrullero, hm.
Sakura se detuvo temblando y a punto de llorar ¿Esas pastillas no serían...? No, no podía ser, aquella vez, cuando a ella y a Sasori se les rompió el condón Ino dijo que Stella podía conseguir esa condenada pastilla pidiéndosela a Tobi... pero luego le dijo que la consiguió gracias a Akane y a Shikamaru... entonces... no podía ser ¿A que Ino se había metido en algún lio? Y todo había sido por su culpa... ¿Qué hacía?... Tranquilizarse, lo primero era tranquilizarse y hablar con Ino a ver si realmente sus sospechas eran ciertas.