domingo, 7 de septiembre de 2014

170. Planes y sospechas que no esperas

Ten-Ten salió muy decidida de su casa, caminando a paso firme, segura de lo que iba a hacer y era mejor que no lo pensase más porque últimamente le daba demasiadas vueltas a las cosas, claro que todo lo que le pasaba era por darle demasiadas vueltas a las cosas.
Nunca se tuvo por una chica bonita pero tampoco por fea. Lo que pasaba era que sus padres siempre la comparaban con su hermana mayor, sobretodo su padre y eso es algo muy feo que no comprendía como podían hacer sus padres ¿cómo se pueden comparar a dos hijos? Desde luego cuando ella tenga hijos, si es que alguna vez los tiene, no piensa hacerlo, lo que hará es insistirles a cada uno en lo positivo que tengan, algo bueno tienen que tener, por fuerza.
Ten-Ten tenía una hermana mayor, una hermana mayor que por lo visto era guapísima y ella su lado resultaba una basta, por lo menos era lo que ella entendía con las palabras de sus padres, Ping-Ann, su hermana, era tan bonita y graciosa, además era ocurrente y tenía talento y desparpajo, cantaba bien y bailaba aún mejor sin embargo Ten-Ten les había salido poco femenina, le gustaban los deportes y no tenía la misma gracia que su hermana bailando. Ping-Ann siempre era el centro de atención, Ten-Ten veía como sus padres hablaban siempre orgullosos de ella, de lo lista que era, de esa simpatía que tenía pero de ella, de Ten-Ten ni una palabra, si acaso lo buena que era en deportes pero Ten-Ten siempre tenía la impresión, cuando oía hablar a su padre de ella, de que se refería a un chico. A Ten-Ten le daba la impresión de que sus padres no esperaban que naciese, no al menos siendo una niña porque ya tenían a su princesa ¿para qué iban a querer otra niña?
Aun así, al menos durante los 10 primeros años de su vida, aún sin ser una princesa tenía la atención de su padre, este la enseñaba a jugar al baseball, al futbol, hacía con él esas cosas que su padre quería hacer con su hijo e incluso la apuntó a clases de kendo y judo y estaba orgulloso de sus logros, quizás por eso, inconscientemente Ten-Ten fue una niña "poco femenina" según su madre, le gustaban más los pantalones que las faldas o los vestidos, una "marimacho" decía su madre que era, ella no comprendía bien a lo que se refería y le daba igual, al menos había encontrado su "lugar" dentro de la familia. Claro que todo terminó cuando nació su hermano, el tan deseado niño y Ten-Ten pasó de ser la niña-niño de su padre a la niña-ignorada.
Ser la hermana mediana era un fastidio, nunca superaba a su hermana, hiciera lo que hiciera resultaba que Ping-Ann ya lo había hecho antes, ninguno de sus logros tenía importancia, fuera lo que fuera, ya lo había hecho Ping-Ann antes. Y como su hermano era el pequeño pues era el que hacía las gracias... a veces tenía la sensación de ser invisible en su familia.
Quizás, pensaba Ten-Ten, por esa razón era tan... tan... no encontraba la palabra adecuada para describirse a sí misma... ella quería ser la primera, quería ser la primera y sentirse especial, a lo mejor por eso se esforzaba tanto en los deportes, para ganar o a lo mejor por eso le daba tanta rabia que Kiba hubiese salido con Ino, porque ella quería haber sido la primera para él.
Tonterías... lo que le pasaba es que le reventaba que le hubiese levantado a Kiba delante de sus narices ¿Y quién tenía la culpa de eso? Pues ella misma.
Le gustaba la situación que tenía con Kiba, eran muy buenos amigos, no, eran los mejores amigos, todos les consideraban prácticamente pareja, contaban con ellos como si fueran una unidad, una vez, para una fiesta en lugar de darles dos invitaciones recibieron una que decía "Kiba y Ten-Ten", eran una pareja salvo por el hecho de que no hacían las cosas típicas y únicas de pareja.
Y todo por no querer estropear su amistad. Ten-Ten tenía miedo de que si metían el amor por medio su amistad se viese dañada. Si por alguna circunstancia resultaba que como novios la cosa no funcionaba temía que también su amistad acabase y no quería perder a Kiba como amigo, por eso se empeñaba en dejar las cosas como estaban y claro, pasó lo que tenía que pasar, tampoco es que se enfadase con Ino, no, ella no tenía culpa de nada, ella solo vio a un chico guapo y sin pareja y decidió salir con él... normal y entendible... la culpa solo había sido de ella misma.
Lo malo del asunto es que sin darse cuenta se volvió muy desconfiada, no sabía por qué pero se molestó con Kiba y sobretodo no quería que pensase que ella era igual que Ino, no quería... no sabía ni ella misma lo que no quería pero es que cada vez que pensaba que Kiba había salido con Ino le entraba una rabia, no celos, rabia. Lo peor de todo es que no solo se volvió desconfiada con Kiba, se volvió desconfiada con cualquier chico, ya no se fiaba de ninguno, todos eran iguales, siempre pensando con sus hormonas... estaba siendo muy injusta, sobre todo con Kankuro y el pobre no había hecho nada malo, de hecho era la vez que mejor se estaba comportando.
El día anterior había estado hablando con Shino. Él, Kiba, Hana y ella fueron a pasar un rato al museo de ciencias naturales, ya era conocido por todos lo que a Shino le gustaban los bichos y en ese museo había bichos para aburrir pero lo que no sabía era que a Kiba también le interesasen las ciencias, sabía que le gustaban los animales, sobre todo los perros pero no se esperaba que le apeteciese pasar una tarde en un museo. Fue una tarde muy divertida y distinta a lo que estaba acostumbrada a hacer con Kiba y este parecía disfrutar mucho viendo todo lo que había allí con mucha curiosidad y escuchando las explicaciones de su hermana.
Mientras los dos hermanos Inuzuka parecían inmersos en una discusión sobre dinosaurios, Shino se entretenía observando con detenimiento uno de tantos expositores que había con insectos disecados.
"...
- ¿Pero qué miras tanto? - preguntó con intriga acercándose a Shino - Si todos son... iguales.
- Para nada - contestó el chico escuetamente.
- Ah... - Ten-Ten se quedó sin saber que decir, era difícil entablar una conversación con Shino - Hay muchos ¿no?
- A nivel mundial se conocen unas 358.000 especies descritas solo de escarabajos.
- Vaya - contestó algo aturdida, tampoco esperaba una respuesta tan concreta, ni que los escarabajos fueran tan numerosos.
- Son muy interesantes - habló Shino sin levantar la vista del expositor.
- Una vez en mi casa tuvimos cucarachas. Mi madre mandó que la fumigasen, nos tuvimos que ir unos días a casa de mis abuelos.
Shino giró la cabeza y la miró o al menos Ten-Ten pensó que la miraba.
- ¿Qué tal con el cachorro? - preguntó de pronto Shino sorprendiéndola.
- Bien, bien... supongo
- ¿Le has perdonado ya?
- Claro, tampoco es que hubiera algo que perdonar.
- No me he expresado bien - susurró - Quise decir que si ya ha quedado todo en el pasado.
- Supongo que sí... lo que pasa es que me puse en modo "caprichudo", no sé, quería que lo nuestro fuese... que soy un poco tonta, supongo que aunque tengo fama de machorra y esas cosas en realidad me gusta creer que soy una princesa y esas cosas.
- Yo nunca te he visto como a una machorra.
- No sé... quería que para Kiba y para mí lo nuestro fuese como una aventura y descubriésemos todo juntos... sueños de niña tonta, supongo.
Shino guardó silencio durante unos instantes sin apartar la mirada de Ten-Ten.
- Entiendo. Querías ser la primera chica para él.
- Pues algo así.
- ¿No te han dicho nunca que a veces lo primero no es lo mejor? La primera vez que yo tuve un escarabajo fue un desastre, lo hice todo mal y no me sobrevivió ni unas horas, después de eso, aprendí y los siguientes se me dieron mejor.
- Vaya comparación.
- Lo que quiero decir es que a veces tenemos demasiadas expectativas con las primeras veces, de lo que sea y luego no resulta como creíamos, tómalo como un "ensayo" de Kiba, a fin de cuentas tú también saliste con Naruto.
- Ya... bueno si ya te digo que me puse en plan "caprichudo".
- Lo que pasa es que no te gustó que se te adelantara y que fuese más rápida que tú.
- Pues sí, es eso.
- ¿Y qué vas a hacer? Te lo digo porque Kiba es bastante popular, por si no te habías dado cuenta, parece que no pero gusta bastante y a lo mejor, si no estás espabilada, alguien se te puede volver a adelantar.
- ¿Te refieres a Karui?
- La chica parece llevarse muy bien con él pero no creo, en realidad no me refiero a nadie en particular, pero puede pasar.
- Es cierto ¿Y... que me recomiendas?
- Que te arriesgues. La verdad es que no sé por qué no te arriesgas, cuando algo te gusta tienes que ir y cogerlo rápido, no puedes quedarte mirándolo y nada más.
- ¿Es lo que tú has hecho con Hana?
- Por supuesto. Tenía que hacerlo así y yo tenía muchas cosas en contra, como tú, Hana y yo éramos amigos desde hace mucho tiempo y encima ella me veía como a un crio, como al amigo de su hermano pequeño.
- ¿Y no te daba miedo que vuestra amistad se estropease?
- Puede pero para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos... quizás ha llegado el momento de "estropear" vuestra amistad.
..."
Y a ella le gustaba Kiba, vaya que si le gustaba, desde bien pequeños, siempre le pareció un chico bien guapo y con una sonrisa de canalla que te robaba el alma, así que no se extrañaba que otras chicas pusiesen sus ojos en él. Si, tenía que espabilarse y dejar claras las cosas y de paso acabar con esa situación tan rara creada entre ellos que ya no sabían si estaban saliendo o no y también de paso a ver si a Kiba se le olvidaba la tontería de que a ella le gustaba Kankuro.
Por fin llegó a su destino, una pequeña tienda llena de lanas, iba a elegir unos colores bien bonitos y le haría a Kiba un regalo para Navidad, si empezaba ahora seguramente le daría tiempo, había que tener en cuenta que ella no era demasiado hábil para las "manualidades" y claro, seguro que necesitaba ir despacio y tampoco garantizaba el resultado pero lo importante era la intención y que seguro que Kiba no se lo esperaba.
...
- ¡Jopetas! - se quejaba Sumire mirando la pantalla del ordenador que tenían en una de las habitaciones de su casa, la que llamaban "habitación de estudio".
- ¿Qué te pasa? - preguntó su hermana levantando la vista de sus apuntes - ¿Te has vuelto a quedar sin internet?
- No, no es eso, es que... un chico me ha pedido salir esta tarde.
- ¿Kankuro?
- Noooo, si fuera Kankuro te habría dicho que es Kankuro, porque tú conoces a Kankuro y claro, te diría que es él pero no es Kankuro, es otro chico.
- Sumire, estás empezando a hacerte "bola".
- ¿Tú crees?
- Si, ya empiezas a hablar cosas sin sentido.
- ¡Ay es que estoy muy nerviosa!
- ¿Así que tienes un admirador?
- Pues no sé si es un admirador o que... ¡Ay es que estoy muy nerviosa!
- No ya, eso ya se ve ¿Y cuál es el problema que tienes?
- Es que no quiero que piense que es una cita, o sea, una cita de novios y me da miedo que se declare o algo.
- ¿Crees que puede hacer eso?
- Pues... a lo mejor... no lo sé.
- ¿Y él a ti no te gusta?
- ¡No, claro! ¡A mí me gusta Kankuro!
- Pues le dices con mucho tacto que te cae muy bien pero que tienes a otra persona que te interesa más.
- ¿Y no le haré daño?
- Sumire no puedes estar pensando en si haces daño o no, las cosas son así y no puedes mentirle, sobretodo no puedes mentirle o darle falsas esperanzas, es mejor que ahora le duela un poco a que luego le partas el corazón. Si te gusta Kankuro no deberías aceptar salir con otro chico.
- Jo, ya lo sé pero es que s mi amigo, es muy buen chico y...
- Así luego pasa lo que pasa - Ayumi cerró su cuaderno con evidente mal genio.
- ¿Aún estás dolida por lo que te hizo Alex?
- ¿Cómo no voy a estar dolida? El muy... cabrito me juró que no importaba que yo me viniese a Japón, que nada nos separaría y un mes tardó en ponerme una buena cornamenta. Si ya lo sabía yo, "amores de lejos, amores de pendejos" pero no, tuve que intentarlo, mira que lo pensé, lo mejor es que lo dejemos ahora que todo es bonito, le dije, pero me convenció y... ¿Será desgraciado?
- Bueno Ayumi, llevabais saliendo ya más de un año, es normal que no quisiera que rompieseis.
- ¡Bah! Todo eso ya lo he superado, lo que me molesta es haber sido tan tonta de creerme lo que me decía.
- Vaya... - musitó Sumire mirando con interés a su hermana - ¿Te enfadaste mucho con papá porque le trasladaron a Japón?
- No, no me enfadé, yo ya sabía que era algo temporal, además mamá me dijo que si quería quedarme en España, con la abuela y terminar allí mis estudios podía hacerlo... - dio un hondo suspiro - Las cosas siempre pasan por alguna razón, mejor volvamos a lo tuyo ¿Y ese chico es guapo?
- ¿Qué chico?
- Con el que vas a salir esta tarde.
- ¿Sai? Ah, sí, sí, es muy guapo, se parece un poco a Sasuke... jo y no quiero que me diga que le gusto.
- ¿Y te lo va a decir?
- No lo sé, pero creo que sí... ¡Ay no lo sé! A mí me cae muy bien porque es muy buen chico y muy buen amigo y si me dice algo pues no quiero hacerle daño, es que me da que está confundido porque yo pensaba que le gustaba otro chico pero no se, parece que no, el caso es que él es muy atento conmigo, más que con las demás y Kankuro está como mosqueadillo con él y es que es mi amigo y no quiero ofenderle.
- ¿Y qué dice Kankuro de esta cita?
- Es que no lo sabe, no me atreví a decirle nada, es que él va con sus hermanos hoy a una cosa muy importante y no quería preocuparle con otras cosas.
- ¿Y por qué no vais con más gente? Si vais con más amigos no tendrá oportunidad de decirte nada.
- Es que no tengo a nadie a quien decírselo. Jo es que Jisei ha quedado con el chico con el que sale, que dice que tienen que hablar de un asunto y Ryuko va a ir a merendar a casa de Chouji por primera vez, es algo muy importante; Akane y Shikamaru no están y Ten-Ten me ha dicho que va a ir con Kiba a una noria o algo así.
- ¿Y por qué no vas con ella?
- No, no. Es que ella y Kiba están muy... así como que tienen que solucionar un asuntito y es mejor que estén solos. Podría preguntar a Hinata, creo que me dijo que Gaara se iba a un sitio, lo mismo no tiene planes.
Sumire se quedó mirando a su hermana que había vuelto a abrir su cuaderno y parecía retomar sus estudios.
- ¡Ayumi! - gritó de pronto.
- ¿Qué pasa, loca? ¿Por qué gritas?
- ¿Por qué no vienes tu conmigo?
- ¿A dónde?
- Esta tarde, te vienes conmigo. Venga si, le decimos que no tienes con quien salir y que te has venido conmigo.
- ¿Pero tú estás tonta? ¿Cómo voy a ir con vosotros?
- Pues eres mi hermana y las hermanas se ayudan ¿Es que no quieres ayudarme?
- ¿Pero cómo voy a ir yo a una cita que tienes con un chico?
- Porque si tú vienes seguro que no se atreve a decirme nada.
- ¿Pero no te das cuenta de lo incomodo que va a ser? ¿Y por qué iba a ir yo contigo?
- Porque estás sola y deprimida y yo quiero que salgas y te diviertas.
- ¿Estoy sola y deprimida?
- Siiiii, hoy sí.
- ¿Qué pasa? - preguntaba su madre entrando en la habitación - ¿A que vienen estos gritos?
- ¡Mamá, Ayumi no quiere hacerme un favor!
- Quiere que salga con ella y con un chico en plan "sujeta velas"
- ¿Vas a salir con Kankuro?
- No, es otro chico, es un amigo y es que no quiero que piense que es una cita.
- Pues hija, déjaselo claro y ya está.
- Es que no quiero... ¡Ay, dile a Ayumi que venga conmigo! Si ella viene ya no es una cita y él se dará cuenta. Bah, mama, dile que venga, total ella está deprimida por lo de Alex.
- Claro, por eso ayer se fue de fiesta con sus amigos de la Universidad - comentó riendo la madre.
- Esta tarde quiero estudiar - explicó Ayumi.
- ¡Pero es sábado! ¡No puedes quedarte un sábado en casa! ¡Eso no es un plan!
- ¿Y salir a pasear con mi hermana pequeña y un pretendiente, si?
...
Gaara, sentado en uno de los asientos traseros del coche de Shikato, al lado de Kankuro, con el codo apoyado en la puerta del coche y la mano en la cabeza, reflexionaba sobre lo que esa visita repercutiría en su vida. Sin duda era la visita más importante que había tenido o tendría en su vida y tenía miedo, un miedo como no había sentido desde que era pequeño, miedo a todo, a la reacciones de sus hermanos y sobre todo a la suya propia ¿Cómo iba a plantearse su vida a partir de ese momento?
- ¿Te encuentras mal? - se interesó Kankuro al verle con esa cara de preocupación
- No, solo me duele la cabeza.
Gaara iba a enfrentarse a la verdad. Una verdad que nadie sabía, solo Nagato Uzumaki y él confirmaría o negaría si Gaara era un heredero Subaku o no. Realmente a él eso le daba igual, Gaara tenía la mayoría de las acciones de las empresas Subaku, pero no por haberlas heredado de su padre, si no de su madre y de su tío Yashamaru ¿Qué llevó a la madre de Gaara a dejar las acciones a su hijo aún no nacido? Nadie lo sabía, dicen que era un presentimiento de que aquello no iba bien, como fuese, el hecho era que ahora no se podía negar que Gaara tenía la mayoría y tanto si era hijo de Tadashi Subaku como si no, eso daba igual.
¿Pero y si realmente era hijo de Nagato? A Kankuro lo que más le preocupaba era como le afectaría a él personalmente, era su hermano, su hermano pequeño y lo había pasado muy mal durante su infancia, tanto que había desarrollado un trastorno de personalidad "límite", así lo llamaron los psicólogos, tenía demasiados accesos de ira injustificada e incontrolada, miedo de ser abandonado y un sentimiento de vacío interior, por lo visto todo esto debido a la infancia tan caótica que había vivido y el dolor de sentir que su padre, su referencia en la vida, le odiaba y esto no solo le afectó a él, sino también a Kankuro y Temari, era muy difícil vivir con una persona así, Kankuro se volvió receloso con su hermano y en ocasiones llegó a tenerle miedo... no quería volver a pasar por eso, sobretodo porque ahora que Gaara parecía recuperado de aquello no podría volver a verlo sufrir así.
También Temari, sentada en el asiento al lado del conductor, reflexionaba sobre esa visita y lo que representaba. Empezaba a sentirse angustiada y eso no era normal en ella, bueno, salvo por aquella vez que creyó estar embarazada, ella solía intentar mantenerse tranquila o al menos no ponerse histérica por cualquier cosa.
Miró a Shikato que parecía concentrado en conducir mientras en la radio sonaba una canción de Queen. Al final Shikato no había ido al pueblo esa semana, se había quedado en Konoha y todo por ella, por estar a su lado.
A Temari no le gustaba mostrarse vulnerable, era una mujer fuerte que había soportado muchas cosas y no iba a dejar que nadie se diera cuenta de su fragilidad, eso era algo que desde pequeña había aprendido a ocultar, además, tenía que ser así, ella se consideraba a si misma casi como la madre de sus hermanos y ellos tenían que verla fuerte, no iba a preocuparlos con sus cosas, pero la tarde anterior Temari no pudo más y se derrumbó ante Shikato, estaba demasiado nerviosa por todo ese tema de su madre, era como si la tensión que sentía la estuviese ahogando.
"...
- Eh, chica dura - dijo Shikato sonriendo de medio lado y acercándose demasiado a ella - ¿Necesitas un héroe?
- No digas tonterías - se apartó hacia atrás - No necesito ningún héroe, lo que necesito es una tila o algo que me calme, solamente eso.
- Mañana iré contigo al sitio ese.
- No hace falta que vengas.
- Pero yo quiero ir.
- ¿Para qué?
- Para estar a tu lado y darte mi apoyo - volvió a acercarse a ella.
- No hace falta que te molestes, yo... ¿Quieres dejar de agobiarme?
- No, no quiero, además quiero ir y estar contigo. No estás sola, chica dura, reparte un poco ese peso.
- ¿Qué peso?
- Ese que tienes sobre tus hombros, como tus hermanos, los tres vais demasiado cargados, ya es hora de que lo repartáis, hay gente a vuestro alrededor dispuesta a ayudaros. Sé que ese tema de Gaara es algo personal vuestro pero a mi es que me da igual, me trae sin cuidado todo eso de Gaara y de tu padre, no veo porqué iba a influirme a mí. Solo me importas tú y ahora vamos a ocuparnos de relajarte.
- ¿Y qué vas a hacer? - Shikato sonrió de forma maliciosa mientras se acercaba otro poco - Eres un... pervertido... ¡Quita!
- Tú si que eres pervetida, solo quiero darte un masaje.
- Ya conozco yo tus masajes...
..."
Temari sonrió, tenía que reconocer que de alguna forma Shikato siempre conseguía trasmitirla seguridad. Era un buen tipo, no daba esa impresión pero sí que lo era, siempre estaba pendiente de esos pequeños detalles tan importantes, como hacerla sentirse tranquila. Le vino a la mente que también la tarde anterior Shikato le había pedido que ya que ese fin de semana iba a pasarlo en Konoha, ella le acompañase el domingo porque aprovecharía para quedar con Miaka, por lo visto esta le había enviado una carta y le pedía que se viesen, tenía que hablar con él y aclarar algunas cosas, aparte de devolverle "algo".
Volvió a sonreír sin darse cuenta. Es que le pareció encantador que Shikato contase con ella, no que le pidiese que fuese para darle apoyo o algo así, si no que quería que le acompañase porque era su pareja y le parecía de lo más normal que fuera con él. Además Shikato le enseñó la carta, no tenía problemas en que ella la leyera, según él no había nada de ocultar, las cosas eran así de simples, había salido con Miaka, habían sido novios pero ya no lo eran, lo suyo había terminado y si aceptaba ir a esa cita era porque era una persona educada, podía mandarla a... freír espárragos pero eran familiares, aunque lejanos y vivía en el mismo pueblo, sus padres eran amigos de los suyos... era todo muy complicado y total por ver que es lo que quería tampoco iba a pasar nada.
Pero Temari tenía ganas de ir a esa cita y ver de nuevo a la "cara bonita" y ojala que la chica organizase algún drama o algo porque es que estaba deseando decirle unas cuantas cosas.
Por fin llegaron a su destino. Era una mansión situada en un lugar solitario, una casa grande construida al más puro estilo occidental. En cuanto el coche de Shikato se situó delante de la enorme puerta de la verja está comenzó a abrirse lentamente. Temari suspiró hondo mientras se llevaba una mano al estómago.
Cruzaron el jardín, un jardín bien cuidado lleno de frondosos árboles y el coche se detuvo frente a la casa. Gaara y sus hermanos bajaron de él y miraron casi con respeto el edificio.
- Bien - volvió a suspirar Temari - Ya estamos aquí.
- Bienvenidos - apareció de pronto un mayordomo por la puerta - Por favor, el señor Uzumaki está esperándoles en el salón principal. Si me siguen.
- Temari - habló Shikato desde el coche - Yo me marcho.
- ¿No te quedas? - preguntó Kankuro.
- No. Creo que yo sobro aquí.
- No, no sobras... - comenzó a hablar Temari aunque de repente guardó silencio, quizás sí que no era apropiado que se quedase, a fin de cuentas aquel era un tema familiar y se aburriría bastante.
- No te preocupes, algo me dice que tenéis que resolverlo en privado y a mí me apetece dar una vuelta por el pueblo que hemos visto al llegar.
- ¿El señor no se queda? - se interesó el mayordomo.
- No, muchas gracias. Que tengáis suerte y cuando queráis me llamáis y "servicio de transporte Nara" vendrá raudo y veloz a por vosotros.
- Muchas gracias por todo, Shikato.
- No las merece. Suerte con todo.
El coche de Shikato se alejó de allí y ellos procedieron a entrar en la casa detrás del mayordomo que, cortésmente les guio hacia un salón bastante amplio, con un gran ventanal que ocupaba prácticamente una de las paredes laterales por lo que la habitación estaba muy bien iluminada.
- Si me dan sus abrigos, por favor - dijo el mayordomo.
Nagato estaba sentado en su silla de ruedas, de espaldas, justo delante de una chimenea observando el cuadro que había colgado en la pared encima de ella. Se giró y sonrió.
- Los hijos de Karura son muy bienvenidos a esta casa, por favor, poneos cómodos.
- Muchas gracias por la invitación - habló Temari.
- Eres igual que tu madre, cuanto más te miro más me recuerdas a ella.
- Si, siempre me dicen que me parezco a ella.
Temari vio como en el rostro delgado de aquel hombre se formaba una triste sonrisa y se preguntó si se había casado o simplemente había vivido con el recuerdo de su madre. Sintió un escalofrío ¿podía ser que el amor de ese hombre hubiese sido tan grande como para mantener su recuerdo tanto tiempo?
- ¿Estáis muy cansados del viaje?
- No - contestó Kankuro - La verdad es que está más cerca de lo que pensábamos.
- No vivo habitualmente aquí, no es mi casa, solo la alquilo de vez en cuando. A mi mujer y a mí nos gusta mucho este lugar.
Todos se quedaron consternados, a ninguno se le había ocurrido pensar que ese hombre podría haberse casado, cosa que no era de lo más extraña.
- ¿Conoceremos hoy a la señora Uzumaki? - preguntó Temari.

- Mi mujer no ha venido a este viaje, me hubiera gustado que la conocieseis pero si podéis conocer a mi hijo.
Gaara cada vez estaba más confundido, no sabía de qué se extrañaba, lo que sucediese entre ese hombre y su madre había sido hacía ya muchos años, no iba a guardarle luto eterno pero ¿por qué...? es que había muchas cosas que no encajaban, todo daba vueltas en su cabeza ¿significaba eso que pudiera ser que tuviera una hermano?
- Señor - interrumpió una doncella entrando - Perdone, los aperitivos ya están listos en el otro salón, tal y como ordenó.
- De acuerdo, ya vamos. Os he preparado una sorpresa para después de comer que me imagino que os gustará, son unas películas caseras que guardo de vuestra madre y de vosotros dos cuando erais pequeños.
Temari se sentía un poco decepcionada, la idea de un amor romántico que perdurase siempre era más... novelesco.
Nagato movía su silla de ruedas con destreza gracias a una especie de mando a distancia que tenía en uno de los apoyabrazos, ellos le seguían a una distancia prudente.
- Tenéis que contarme todo de vosotros - hablaba Nagato - ¿Estáis ya en la universidad?
- Pues no - contestó Kankuro - Aún no. Es que Temari y yo tuvimos ciertos problemas y nos quedamos un poco atrasados.
- ¿Y eso?
- Problemas familiares - volvió a contestar Kankuro escuetamente - ¿Cuantos salones hay en esta casa?
- ¡Kankuro! - se quejó Temari por lo bajo.
- Solo dos - respondió sonriendo Nagato - Donde hemos estado, que es donde se reciben a las visitas y a donde ahora vamos, es como la antesala del comedor.
Entraron en otro salón, esta vez más pequeño, había en él un par de sofás grandes, como de cuatro asientos cada uno, situados uno frente al otro y en medio una mesita baja de cristal y mármol con forma ovalada; había otra mesa, más alta, redonda, también más pequeña pero del mismo estilo, se notaba que eran parte de un conjunto, encima de ella varios vasos y una cubitera y de pie, a su lado, un hombre joven, alto, de pelo rubio y un poco largo y ojos oscuros que sonrió al verlos entrar.
- Este es mi hijo, Shii - habló con tono orgulloso Nagato.
- Encantado de conoceros, por favor, pasar y sentaos, estáis en vuestra casa.
Los tres hermanos Subaku se miraron entre ellos confusos ¿ese era hijo de Nagato? aparte de que no se parecía nada a él es que era mayor que Kankuro y Temari ¿es que Nagato estaba casado cuando se enamoró de Karura?
- Encantado - saludó respetuosamente por fin Kankuro - Es un placer conocerte.
- No, el placer es mío y por favor no seas tan formal, mi padre me ha hablado tanto de vuestra madre y de vosotros cuando erais pequeños que estaba deseando conoceros.
- No se parece a mí ¿verdad? - sonrió Nagato.
- Es porque soy adoptado - añadió Shii.
- Yo no puedo tener hijos debido a mi accidente, así que mi mujer y yo decidimos adoptar.
- Pero eso es estupendo - habló sin pensar y aliviada Temari - No hay nada más bonito que dar cariño y una familia a un niño.
Shii se acercó sonriendo hasta Temari y esta sintió de nuevo algo muy extraño ¿por qué la miraba tanto?
- Eres igual que tu madre. Mi padre no mintió al hablar de su belleza. Tenía muchas ganas de conoceros, sobre todo a ti, Gaara ¿Te puedo llamar así, verdad?
- Si, por supuesto.
- ¿Qué queréis tomar? - preguntó Nagato - Shii, sírveles tú.
Gaara miró a aquel hombre joven escudriñándolo, no se le había ocurrido pensar que Nagato hubiera rehecho su vida pero era así ¿y si era su padre, que era ese chico? ¿Una especie de hermano? Para eso si que no estaba preparado, para encontrar otra familia, no.