sábado, 6 de septiembre de 2014

157. La distancia aviva el olvido

Parecía que Iruka y Jisei no iban a ponerse nunca de acuerdo con la conversación que tenían. Jisei decía, y estaba muy convencida de ello, que si lo que Iruka deseaba era ser profesor de primaria y le habían concedido una plaza, tenía que aceptarla, aunque eso supusiese trasladarse a cientos de kilómetros, estaba claro que era lo que él deseaba, por algo llevaba años pidiendo una plaza de esas características.
Pero para Iruka lo que decía Jisei parecía no tener lógica ninguna. El deseaba ejercer como profesor de primaria, cierto, pero no a cientos de kilómetros de donde ahora tenía su vida.
Jisei insistía en que eso no tenía importancia e Iruka en que era lo más importante.
- ¿Es que te da miedo irte a un lugar donde no conoces a nadie? - preguntó Jisei al fin.
- He estado solo la mitad de mi vida, no tener allí a mis amigos no es lo que me preocupa, sé que haría otros amigos, no soy una persona insociable.
- Pues entonces no sé que dudas tanto.
- No, si no dudo. No quiero marcharme allí. No sé a qué viene esto, ya lo tenía decidido, tendré que hablar con Kakashi, está claro.
- Kakashi me lo ha dicho porque está preocupado por ti.
- ¿Y por qué está preocupado por mí? Estoy bien como estoy.
- Pues será porque te conoce desde hace ya unos años, porque es tu amigo y porque sabe que quieres ese puesto y yo lo que no quiero es que...
Jisei no sabía como explicarse, como decirle que estaba pensando que Iruka renunciaba a ese puesto por ella, porque eso sonaba como muy petulante ¿Y si no era por ella y hacía el ridículo?
- Mira, haz lo que te de la gana, es tu vida - dijo con cierta resignación - Pero yo creo que las personas tenemos que esforzarnos por conseguir lo que deseamos, porque vivir esperando es muy aburrido y estresante ¿Qué garantías hay de que de pronto te llamen y te den una plaza en el lugar preciso que a ti más te interesa? ¿Qué no te gusta Sapporo? Lo entiendo pero... es un paso más hacia lo que te gusta y...
- Parece que quisieras deshacerte de mí - sonrió.
- No digas eso, yo no quiero que te vayas.
- ¿Ves? Lo sabía. Pues entonces no sé qué discutimos.
- Pero yo... tú no puedes basar una decisión tan importante en la opinión de una cría. En la vida hay que avanzar, uno no puede quedarse estancado porque, por si no lo sabes, te arrepentirás.
Jisei no quería que Iruka se fuese tan lejos, lo quería cerca de ella, por supuesto que no quería que se marchase pero en todos esos días como ayudante en el templo había aprendido mucho y observado aún más y sabía que, las decisiones tomadas llevado demasiado por el entusiasmo momentáneo, sea a favor o en contra, la mayoría de las veces termina pasando factura. En el caso de Iruka debía estar muy seguro de querer renunciar a esa oportunidad.
- Mira Jisei, siempre puedo volver a intentarlo de nuevo.
- Claro, después de renunciar van a darte más oportunidades. Yo no entiendo mucho pero me imagino que habrá más gente que pida una plaza parecida a la tuya y que habrá un orden o algo y que tú, al renunciar a esa plaza, pasarás a ser de los últimos, o algo así.
- Bueno si, algo así. Pero es que, si acepto, tengo que estar mínimo dos años allí.
- ¿Solo?
- ¿Te parece poco?
- ¿Dos años y puedes volver a pedir plaza?
- Sí.
- ¿Y eso te daría alguna ventaja o sería como volver a empezar?
- No, alguna ventaja te da, pero no es fijo y...
- Pero dos años no es mucho tiempo y tenemos internet y las vacaciones y el tiempo pasa enseguida.
Iruka no sabía cómo decirle a Jisei que separarse de ella era algo que le disgustaba enormemente, que se había acostumbrado a ella, a su familia, a ir los domingos a comer pero claro, a lo mejor si le decía todo eso agobiaba a la chica, no había que olvidar que era muy joven y quizás la hiciese sentirse atada o algo parecido.
- Jisei, creí que le había pedido permiso a tu padre para salir contigo y que eso significaba, no sé, que había algo entre nosotros. No voy a decir que estuviésemos comprometidos ya para casarnos pero, no sé, algo.
Jisei se sintió avergonzada, quizás por timidez o quizás por sentirse un poco tonta.
- Claro que significa algo, para mí significa más que algo pero no puedo ser tan egoísta de decirte que no te vayas ¿Es que no me entiendes? - comenzó a ponerse nerviosa - Si alguna vez te arrepientes de no haber ido, de no haberlo intentado pues... terminarás por echarme a mí la culpa de tu fracaso, es lo que siempre pasa.
Iruka sentía a la vez preocupación y ternura, Jisei siempre se mostraba tan madura pero no podía ocultar sus temores. La cogió suavemente de los hombros y la giró para que le mirase directamente a la cara.
- Jisei mírame... mírame por favor.
- Lo siento es que...
- Ya se lo que te pasa, crees que no te tomo en serio ¿verdad? Crees que para mí esta relación no es importante porque tú eres muy joven ¿A qué es eso? Lo que no sabes es que si tuvieses 25 años para mí sería lo mismo y entonces seguro que no te mostrabas tan temerosa.
- Pero seguiría diciéndote lo mismo. Además, si yo tuviera 25 años a lo mejor no te pensabas tanto lo de irte, porque me verías madura y sin embargo, como me ves tan joven piensas que no te tomo en serio, que es un capricho o que a lo mejor te olvidaré.
Iruka sonrió mientras llevaba una de sus manos hasta la mejilla de Jisei y la acariciaba con delicadeza.
- Simplemente no quiero separarme de ti. Tú eres la que no me tomas en serio.
Que difícil era explicarle las cosas a Iruka, explicarle que no podía anteponer una relación que acababa de empezar a su sueño, que además ella no era una niña tonta y caprichosa que solo quería tenerle a su lado, que comprendía como era la vida y que aunque se fuera ella sabía que tenían una relación, que no era una relación platónica y que cuando los dos se esfuerzan, se respetan y respetan su relación, la distancia no debe importar... pero era muy difícil explicarle nada a Iruka sobre todo cuando la miraba de esa forma.
...
En el momento en el que Itachi supo, por su madre, que Fugaku quería casar a Sasuke para beneficio de la familia y suyo propio decidió que haría lo que fuera para que eso no pasase. Sasuke tenía derecho a escoger con quien casarse, si resultaba que él mismo decidía que sí, que se casaba por el bien de la familia, Itachi no tendría nada que decir, ni se opondría, pero mientras Sasuke tuviese dudas o no estuviese seguro completamente convencido, él haría todo lo posible para que al menos su padre fuese capaz de respetar la opinión de Sasuke.
La primera reacción de Sasuke ante la noticia no fue de alegría, ni de satisfacción. Itachi sabía cual era la situación en la que se encontraba en ese momento su hermano porque él siempre estaba pendiente de su hermano pequeño, así sabía que parecía interesado por una chica y que esta se lo estaba poniendo complicado y que tenía dudas sobre esa compañera suya de pelo rosa, es decir, venir a Sasuke precisamente en esos momentos a decirle que tenía que comprometerse por el bien de la familia no le parecía a él lo mejor para su hermano.
Sabía que si había alguien al que Fugaku escuchase era su tío Madara, por algo era lo más parecido al "jefe del clan", el cabeza de familia. Y sabía que la negociación con Madara no iba a ser sencilla, ni ventajosa para él mismo.
"...
- ¿Y qué quieres que haga yo? - hablaba Madara de esa forma lenta y planeada que solía utilizar para desconcertar a quien tenía delante.
- Tú puedes impedirlo - respondía Itachi.
- A lo mejor me sobreestimas.
- Eres el cabeza de familia, Fugaku te escuchará a ti.
- Si, quizás, pero el problema es que él es el más interesado en formalizar esa unión, es más, está convencido de que si consigue casar a Sasuke con esa señorita cree que incluso podría tener más... influencias que yo.
- ¿Por qué? ¿Con quién quiere casar a mi hermano?
- Con una chica de la familia Senju.
Itachi dejó salir una risa sarcástica.
- Es curioso, la vida está llena de ironías.
- La vida es así, unas veces da y otras te quita. Tu padre quiere tener más... llamémosle poder en el ámbito diplomático y político y una unión así le abriría muchas puertas. Además ya sabes que los Uchiha y los Senju siempre hemos sido rivales, el conseguir un acuerdo con ellos, con esa familia, también haría que fuese reconocido entre los nuestros. Tu padre tiene ya mucha gente que le sigue.
- ¿Así que se trata de eso? No importan los sentimientos, como siempre, nunca han importado, lo único que importa es el beneficio.
- Los Senju nos han humillado muchas veces, nos han quitado oportunidades que eran nuestras.
- No nos quitaron nada nunca. Ellos tenían su proyecto y nosotros el nuestro y...
- No - hizo un gesto para que callase - no voy ahora a discutir contigo de eso. Hashirama Senju siempre ha sido un manipulador y un aprovechado.
- En ese caso ¿Lo tuyo se trata solo de una venganza personal?
- Es justicia.
- Mito Uzumaki le escogió a él libremente, no lo olvides.
- Tú no sabes nada de ese tema así que mejor no hables.
Itachi sabía que había dado justo en la llaga. La gente con poco que pensar y ganas de chismorrear cuentan que en su juventud Madara Uchiha se había enamorado de una mujer elegante y bella, miembro de una familia con un apellido importante, los Uzumaki pero para su desgracia esta mujer le consideró demasiado joven e impulsivo para ella y decidió casarse con Hashirama Senju. Y las mismas malas lenguas cuentan que Madara, el cual realmente era impulsivo, se atrevió a intentar secuestrar a la esposa de Hashirama aunque no pudo conseguirlo. No se sabe cómo terminó aquello aunque si sabe que Madara y Hashirama no se tenían en demasiada estima.
- ¿Y qué me ofreces a cambio de mi ayuda, Itachi?
- A mí mismo. Llevas mucho tiempo pidiéndome que trabaje para ti.
Madara le observó con detenimiento y sonrió. Si, era cierto, siempre había querido que Itachi trabajase para él y sabía que tarde o temprano sus desavenencias con Fugaku le llevarían hasta allí.
- Podemos hacer un acuerdo - dijo sonriendo de medio lado.
- ¿Qué tipo de acuerdo?
- Tú no quieres que tu adorado hermanito se case por obligación pero resulta que la unión Uchiha-Senju sería muy beneficiosa.
- Pues buscaos otra víctima.
- Precisamente en eso estaba pensando. Me gustaría que hablases con el padre de la chica en cuestión, es que quizás de mí no se fie, asique me gustaría que tu primer trabajo para mi fuese convencerle de alguna forma de que tienes otro candidato mucho mejor para su hija, un Uchiha mejor situado y que daría menos problemas que un jovencito inmaduro.
- ¿Quién es el candidato?
- Alguien que a mí me interesa, y de paso, fastidiarás a tu padre.
- ¿De quién se trata?
- De mi hermano Izuna.
- Pero Izuna es...
- Es el candidato perfecto para esa chica, es un Uchiha, muy bien situado, mi hermano nada menos, soltero, es cariñoso, atento y tratará a esa chica como a una princesa.
- Creí que esa chica tendría más o menos la edad de mi hermano.
- Si, si, así es ¿Y no crees que un hombre maduro y estabilizado económicamente sería mucho mejor para ella que un estudiante?
- ¿Izuna estaría dispuesto?
- Por supuesto. De eso me encargo yo.
..."
Le parecía una barbaridad ¿Qué edad tendría Izuna? más de 50 años seguro... De todas formas si los Senju estaban dispuestos a casar a una mujer joven les debía dar igual con quien se casaría e Izuna era un buen partido, seguro que a los Senju les parecería bien; como decía Madara, tenía buena posición, era educado, tendría a esa chica mimada y seguramente sería una viuda aún joven y muy bien situada.
No le parecía mal el trato.
Hasta que vio a la candidata... Ayesa Senju.
No se le ocurrió pensar que podía ser ella, con todo el escándalo que habían organizado su padre y la familia de Ayesa cuando descubrieron que eran amigos ¿Cómo iba a pensar que ahora era ella, precisamente ella, la moneda de cambio?
Era algo absurdo y ridículo.
Pero era ella y ahora, después de verla, ya no le parecía tan apropiado que se casase con Izuna, incluso, aunque no lo quería reconocer, sentía algo de escozor dentro de él al imaginárselo.
- Ayesa - habló mientras paseaban por el jardín - Me he fijado en que llevas un tatuaje en el brazo.
- ¡Ah! - Ayesa se llevó la mano al lugar donde estaba el tatuaje y sonrió - Sí, es cierto.
- Era nuestro emblema o quizás es que he visto mal.
- No, no has visto mal. Me lo hice en un arranque de melancolía. Era verano y me acordé de vosotros y de nuestras aventuras y pensé que era algo que no debía olvidar nunca, fueron momentos felices de mi vida que por suerte nadie puede quitarme y... me dio por ahí. Me lo hice en el lugar que creí era discreto y no se vería mucho, no tenía ganas de oír a mi madre gritándome y obligándome a quitármelo.
- No te lo vas a creer pero yo también tengo un tatuaje - se llevó a su vez también su mano al hombro - Y Shisui.
- ¿Si? ¿El mismo?
- El mismo. Siempre amigos, Montesco y Capuletos unidos.
- Entonces ¿Te acuerdas de nuestras aventuras?
- Nunca las he olvidado. Bueno, reconozco que las he tenido un poco en el baúl de los recuerdos.
- Creí que te habías olvidado de mí.
- Yo pensé que no te acordabas de mí.
- No podría olvidarme de ti, fuiste mi primer amor.
Ambos se miraron y sonrieron, fue una sonrisa cómplice que les hizo retirar la vista hacia otra dirección, como si se avergonzasen de sus pensamientos.
- Cuando te vi en el restaurante y no dijiste nada... - comenzó a hablar Itachi - supuse que te habías olvidado, a fin de cuenta solo éramos un par de críos con los que jugabas una vez al año.
- Yo esperaba que tú me dijeses algo, pero no lo hiciste y supuse que ya no te acordabas de esa tonta niña caprichosa.
- Las cosas fueron difíciles, Ayesa. Discutí con mi padre y me marché de casa, por mi culpa mis padres se separaron y Sasuke comenzó a odiarme por todo. Me volqué en los estudios y luego en el trabajo.
- Tampoco fue fácil para mí. Me mandaron a Inglaterra, lloré mucho, se sentí sola y desgraciada y juré que nunca volvería a pasarme algo así. Me hice un juramento a mí misma, disfrutaría de todo lo que me apeteciese, sin importarme nada más, así, si volvían a quitarme lo que me hacía feliz al menos habría aprovechado el tiempo.
- Entiendo.
- A veces he hecho cosas un poco... exageradas, ya sabes, por eso de vivir a tope.
- No puedo juzgarte porque puedo comprenderlo, solo has querido exprimir las naranjas antes de que te las quitasen.
- ¿Y tú? ¿Has exprimido también las naranjas?
- No, yo he sido de los que han preferido mantenerse alejado de todo.
- ¿No te has enamorado?
- Hace poco creí haberme enamorado - suspiró Itachi - Pero luego he entendido que no, que solo ha sido la necesidad de no sentirme solo y eso sí, una gran atracción. Éramos como dos imanes que se atraían irremediablemente.
- Oh, qué bonito.
- ¿Y tú? Supongo que habrás tenido muchos enamorados.
- No lo creas. Para uno que me interesó un poco llegó una pedorra y me lo fastidió todo. La verdad, he preferido no meter sentimientos y cosas de esas, por si acaso me los quitaban.
- Y ahora están pensando en casarte.
- Cosas de la vida.
- Con un Uchiha nada menos.
- Casi me desmayo cuando me lo dijeron - rió - Oye ¿Y qué me cuentas de Shisui? ¿Qué es de su vida?
- Bien, todo le va bien, seguimos siendo amigos.
- ¿Te perdonó?
- Y yo a él. Comprendimos que habíamos sido un poco tontos, bueno, unos críos después de todo que se sintieron traicionados.
- Apuesto a que os pegasteis y luego os emborrachasteis.
- Y ganarías, pero por suerte todo se solucionó.
Volvieron a mirarse y a sonreír.
- Me gustaría ver de nuevo a Shisui - comentó Ayesa retirando la mirada, Itachi sujetó la barbilla de la chica y la giró suavemente hacia él.
¡Silencio! - susurró Ayesa sonriendo y tratando de poner una voz grave ¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el oriente y Julieta el sol! ¡Surge, esplendente sol y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento, porque tú, su doncella, la has aventajado en hermosura!
- ¡Oh, Romeo, Romeo! - respondió Itachi, recordaba esa escena, de vez en cuando solían representar trozos de "Romeo y Julieta" pero haciéndolo al contrario, Ayesa era Romeo y Shisui o él, Julieta ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre, o si no quieres, júrame tan solo que me amas y yo dejaré de ser una Capuleto.
Y Ayesa comenzó a reír divertida mientras Itachi sonreía, después de muchos años, abiertamente.
...
Sasori miraba como Sakura, con una enorme sonrisa en los labios, apagaba su móvil y le miraba radiante de felicidad.
- Ya está, solucionado - decía sonriendo.
- ¿El qué?
- Ino me ha conseguido la pastilla. Menos mal, estaba poniéndome muy nerviosa.
- ¿Ino?
- Si, es que es mi amiga, mi mejor amiga y estaba tan nerviosa que tenía que decírselo.
- Entiendo.
- ¿Te enfadas conmigo?
- ¿Por qué iba a enfadarme? Es tu amiga y sé que a las mujeres os gusta hablar vuestros problemas con las amigas.
- Es más que eso, no se trata solo de hablar, se trata de desahogarnos, de sentirnos mejor, de... no lo vas a entender.
- Entiendo que os gusta contaros lo que os preocupa.
- Es que las amigas son algo muy importante para nosotras.
- Vale, necesitabas hablar con tu amiga ¿Ya te sientes mejor?
- Mucho mejor porque ella... ay que buena que es... ha ido y me ha conseguido la pastilla.
- ¿Y cómo te la ha conseguido?
- Pues no me ha dicho como, solo que se la han dado en un hospital, quizás es que ha ido y ha dicho que se le había roto el condón a ella.
- Vaya, que curioso.
- ¿El qué?
- Que haga eso por ti. Ino debe ser muy buena amiga tuya.
- Es más que una amiga, nos conocemos desde pequeñas y siempre nos hemos ayudado, es que somos amigas.
- Por lo que veo eso de la amistad es muy importante para ti.
- Claro ¿Has visto como nos ayudamos? Una amiga es algo muy importante y que siempre debemos cuidar porque, en el futuro... bueno, son cosas que quizás no entiendas.
- Claro, como soy un hombre, soy tonto.
- ¿Te has enfadado?
- No, solo constato el hecho de que porque no soy una mujer me tomas por tonto.
- Sí que te has enfadado. Lo siento, lo siento, he hablado sin pensar mucho lo que decía.
- ¿Qué pasa, tortolitos? - interrumpió la conversación Pain - Tenemos que pensar que prepáranos para el viaje.
- ¿Ya? - preguntó Sakura - Pero es pronto todavía ¿no?
- Vaya Sakura, ahora se te ve bien contenta - intervino Konan - Hace un rato no pensabas nada más que en irte.
- Es cierto, estaba muy nerviosa, es que soy muy exagerada para todo y organicé un gran drama.
- Un poco de drama sí que has organizado - afirmó Sasori.
- ¿Sabes una cosa, Konan? Ino me ha conseguido la pastilla.
- ¿Qué pastilla? - interrogó Pain.
- Una que a ti no te importa, son cosas de chicas - espetó Konan - Anda, ve a ayudar a Gaara que creo que está cortando leña para la abuela.
- Está bien, está bien, ya me voy... mujeres.
- ¿Cómo que ha conseguido la pastilla? - preguntó Konan a Ino cuando vio lo suficientemente lejos a Pain.
- Si, dice que ya la tiene, que se la han dado en el hospital.
- ¿Seguro que se la han dado en el hospital?
- Eso me ha dicho.
- ¿No se la habrá dado Tobi?
- ¿Por qué iba a darle Tobi una pastilla a Ino?
- Porque Ino se la haya pedido - respondió Sasori.
- ¿Pero por qué le va a pedir Ino esa pastilla a Tobi?
- Porque sabe que Tobi puede conseguir... muchas cosas.
- Pero Ino me ha dicho que la ha conseguido en el hospital.
- Bueno pues si Ino lo ha dicho - trató de disimular Konan - Será que la ha conseguido en el hospital.
- Si - añadió Sasori - Es lo que ha dicho, no iba a mentir con algo así.
- Claro que no - dijo rotunda Sakura - ¿Y qué pasaría si se la ha pedido a Tobi?
- Bueno... digamos que Tobi no es siempre el buen chico que representa - respondió Sasori.
- Yo ya tuve problemas con él y una deuda... pero bueno, si Ino ha dicho que las ha conseguido en el hospital es porque las ha conseguido en el hospital. Ven, Sakura, ven conmigo que vamos a sacar agua del pozo antes de prepararnos para la marcha.
...
Ino no tenía a donde ir y eso algo que ella no llevaba bien, no le gustaba en absoluto. No tener a nadie a su lado angustiaba a Ino, la soledad la hacía sentirse triste y era cuando más ideas raras se le ocurrían. En tardes de soledad era cuando decidió que estaba demasiado gorda y que por eso no le gustaba a nadie. Ahora empezaba a darse cuenta de que estaba siendo un poco ridícula porque quizás no todo el mundo estaba tan pendiente del aspecto físico de los demás y también que tan obsesionada estaba consigo misma, tan centrada solo en ella misma que se empezaba a perder muchas cosas que ahora echaba en falta, como por ejemplo, pasar un día en la piscina, claro que ya no era época de piscinas, que lástima.
Así que no quería separarse de Shikamaru y Akane, a lo mejor les molestaba pero es que estaba muy bien con ellos y no tenía otro sitio donde ir.
De pronto comenzó a acordarse de cuando eran pequeños y siempre estaban juntos Chouji, Shikamaru y ella, claro, porque sus padres solían salir juntos. La rutina era que después de merendar, su madre preparaba una mochila de color amarillo con una enorme flor dibujada en ella y los tres, su madre, Ino y su hermano salían a la calle, su padre no, siempre estaba ocupado con cosas del "otro" trabajo, el que no era la floristería, así que siempre salía más tarde.
Ellos, Ino, su hermano y su madre llegaban los primeros, por lo general, a un pequeño parque que, hacía tiempo debió ser un parque infantil pero que en por aquel entonces solo tenía un viejo tobogán, pero que era el sitio perfecto, no iba mucha gente, había bancos para los mayores, espacio en el que jugar y un tienda de caramelos y chucherías cerca donde además vendían refrescos.
Siempre se sentaban en el mismo banco y no tardaba en aparecer el padre de Chouji con éste. La madre de Chouji trabajaba por las tardes como reponedora en un híper mercado, así que no podía acudir hasta que terminase su jornada. Un poco después aparecían Shikamaru y Chiharu con sus padres, lógico, el padre de Shikamaru siempre se tomaba las cosas con calma así que siempre eran los últimos en aparecer.
Al recordar aquello empezó a pensar en si sus padres, al verles jugar, pensarían en lo que serían de mayores, si los padres de Shikamaru se imaginaban que su hijo, ese al que le costaba jugar como un niño normal y prefería sentarse al lado de Chouji a comer patatas fritas y mirar las nubes, cuando fuera un adolescente iba a dejar embarazada a una chica... no, que va, para nada, seguro que antes pensaban que Chouji y él se iban a hacer novios porque siempre estaban juntos y parecían tener devoción el uno por el otro.
¿Y los padres de Chouji? ¿Sabrían que su hijo se iba a convertir en una gran persona y mejor amigo?
¿Y sus padres? Seguro que no se imaginaban que su hijita iba a convertirse en una loca obsesionada con adelgazar... espera ¿Había pensado ella eso? ¿Es lo que era? ¿Una obsesionada con adelgazar?
- Es horrible - susurró de pronto.
- ¿Te pasa algo, Ino? - preguntó Akane.
- Creo que estoy obsesionada con... mi peso ¿Tú crees que estoy obsesionada con mi peso, Shika?
- ¿Te tengo que contestar la verdad? Mendokusei... pues sí.
- Pero yo... lo tengo todo controlado - decía de forma reflexiva, como intentando escucharse a sí misma - ¿Os estoy molestando?
- No - contestó Akane - ¿Por qué dices eso?
- A lo mejor queréis estar solos.
- Vamos de camino a casa - añadió Akane - Nos da igual ir solos que acompañados.
- Ah, menos mal, porque no quiero molestaros ¿Shikamaru, te acuerdas de cuando éramos pequeños?
- No, he borrado esos recuerdos, son demasiado problemáticos.
- ¿A que nos lo pasábamos muy bien? ¿Te acuerdas de cuando íbamos al parque y jugábamos a Pokemon y a Digimon?
Ino comenzó a hablar de cosas del pasado y Akane dejó de atenderla, no porque no le importase lo que decía si no porque le dolían bastante los riñones y se sentía cada vez más incómoda.
Llevaban doliéndole desde que se despertó de la siesta pero no quería decir nada, siempre estaba quejándose y le pasaban muchas cosas que hacía que todo el mundo estuviese pendiente de ella, que si le dolía, que si se caía por las escaleras... estaba empezando a pensar que era una delicaducha. Así que pensó que un simple dolor no tenía mucha importancia, quizás era que había cogido frio o una mala postura y tampoco era tan doloroso o no lo había sido hasta hacía... unos 10 minutos.
El dolor había ido el aumento e inconscientemente se llevó las manos a donde le dolía y se masajeó a la vez que, sin darse cuenta, ponía cara de estar más que molesta.
- ¿Te duele? - se interesó Ino.
- ¿Qué? ¡Ah! No, no, solo estoy un poco como cansada, ha sido un día muy largo.
Shikamaru la miró frunciendo el ceño, algo había que no le convencía.
- ¿Ves cómo a ti no se mentirte? - refunfuñó Akane - Está bien... me duelen los riñones un poco.
- ¿Un poco? ¿Desde cuándo llevan doliéndote?
- Desde que me desperté de la siesta, creo que he cogido frio.
- ¿Te duelen mucho? - preguntó Ino.
- No, solo es una molestia.
- Ahhhhhhhhh - se quejó Shikamaru - Si que le duelen pero no dirá nada porque es una cabezota.
- No, de veras, solo es que me gustaría sentarme y... necesito ir al servicio.
- Bueno, Asuma vive por aquí cerca, nos acercaremos a su casa - habló Shikamaru - No creo que le moleste que vayas al servicio.
- A lo mejor les molesta que vayan a su casa tres de sus alumnos - sugirió Ino.
- Mendokusei, mirad que sois pesadas las mujeres, solo vamos a estar un momento. Anda cabezota - cogió a Akane de la mano - A ver si aprendes de una vez a contarme lo que te pasa ¿Y si llega a ser grave, que? No sé cómo meterte en esa cabeza naranja que todo lo que te pasa es importante para mí.
Kurenai y Asuma se alegraron mucho de verlos, sobretodo Asuma, que en esos momentos estaba peleándose con la que iba a ser futura cuna de su bebé y que él empezaba a ver más que nada como futuros trozos de madera tirados en la basura.
Mientras Asuma obligaba a Shikamaru a ayudarle en el montaje de la "endemoniada cuna", Kurenai ofreció té y algunas pastas a sus invitadas. Ino parecía estar disfrutando muchísimo de aquella visita, preguntándole a Kurenai un montón de detalles sobre su ya bastante avanzado embarazo para, según decía, que Akane estuviese informada de lo que le iba a pasar así, de primera mano.
Akane cada vez se sentía peor, no ya por el dolor, que sentada cómodamente con unos cojines que Kurenai había puesto de forma precisa, parecía remitir, si no por tantos detalles que Ino se empeñaba en que Kurenai contase y no conforme con eso, Kurenai le puso una película sobre unos partos, alentada por Ino, por supuesto.
- La semana pasada comencé unas clases de parto sin dolor - comentaba Kurenai - ¿Por qué no vienes conmigo, Akane?
- ¿Yo? No, no, que va, si a mí aún me queda mucho.
- Claro Akane ¿Por qué no vas? - intervenía Ino.
- Ya iré cuando tenga que ir.
- Ven conmigo, te ayudará mucho, piensa que tú vas a tener mellizos y tu embarazo es distinto.
- Claro, tú tendrás que hacer dos cursos - rió Ino.
- ¡No digas tonterías! - refunfuñó Akane.
- Y luego después de las clases, a las que te tiene que acompañar Shikamaru, por supuesto...
- Eso va a ser más difícil - suspiró Akane.
- Pero él tiene que ir y participar, va a ser el padre, no puede dejarte todo a ti.
- Pues ya verás si me lo deja. En serio, él tiene que estudiar y además hacer un trabajo de ciencias y todo y luego está lo de los ensayos.
- Que pena - se lamentó Kurenai - A mí me gustaría que vinieseis Shikamaru y tú con Asuma y conmigo a comprar ropa y cositas para el bebé. Es que a mí ya me queda poco y tengo que preparar la cesta.
- ¡Ah que bonito! - exclamó Ino - ¡Akane, la cesta para el bebé! ¿No te emocionas, sensei?
- La verdad es que sí, estoy muy emocionada - decía Kurenai tocándose la barriga.
Y Akane cada vez se sentía peor, era una especie de ahogo el que le entraba al ver la tripa de su profesora y pensar que dentro de poco la suya iba a ser así o más y que dentro de ella estaban creciendo dos bebés que iban haciéndose hueco como podían. Pero lo peor vino cuando en esa película de puso Kurenai empezó a verse un parto en directo.
Asuma y Shikamaru seguían con su particular lucha contra la cuna.
- Luego te prometo ayudarte a ti a montar la tuya - hablaba Asuma.
- Ahhhhh, mendokusei, que complicado es todo esto.
- La semana que viene Kurenai quiere ir a comprar cosas que necesita para el niño, pijamas, biberones y cosas así ¿Qué os parece si Akane y tú nos acompañáis?
- ¿Te da miedo ir solo, sensei?
- Casi que sí y así tú vas aprendiendo el oficio. Además a Akane le vendrá bien ¿O ya ha aceptado su maternidad?
- Yo creo que sí, Akane no es una chica de lamentarse demasiado tiempo, es cabezota pero...
Un grito sobresaltó a los dos que soltaron lo que tenían en las manos para correr al comedor a ver qué había pasado.
- ¿Qué... - comenzó a decir Asuma.
- ¡Es horrible! - gritó Ino - ¿Pero cómo puede ser así?
Akane miraba con los ojos muy abiertos la pantalla del televisor mientras Ino se tapaba la cara. Shikamaru y Asuma se quedaron medio paralizados al ver las imágenes que se veían.
- Es... horroroso - comentaba Akane.
- Ya te digo - decía Asuma - ¿Pero eso es real?
- Es completamente real - contestaba Kurenai - Eso es un parto.
- ¿Pero habéis visto el tamaño de eso? - decía incrédulo Shikamaru.
- Shikamaru - susurró Akane - Yo tengo mucho miedo.
- Y yo... y yo... y eso que no voy a parir.
- Eso tiene que doler que te cagas - continuaba Akane - Menos mal que ahora existe la epidural.
- Ah pero no creas que siempre te la pueden poner, a veces no da tiempo u otras cosas - indicó Kurenai.
- Yo no voy a parir... ya lo he decidido - decía mientras tanto Ino.