Ryuko abrió una vieja caja rectangular, no muy alta y empezó a buscar entre las antiguas fotos que allí había hasta encontrar la que buscaba, era una foto envejecida, en blanco y negro y mostraba el rostro de una señora joven con el pelo recogido en un moño y una amable sonrisa. Miró con tristeza el nombre escrito en la parte de atrás: "Ryuko Harukaze".
De su abuela, Ryuko había heredado el nombre y los ojos dorados, además del día de su cumpleaños. Hoy se cumplía el cuarto aniversario del fallecimiento de su abuela y Ryuko la echaba cada vez más en falta.
Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos de forma incontrolada.
- Te hecho mucho de menos, abuelita...
Para Ryuko, su abuela lo había sido todo en su vida.
Cuando nació Ryuko, sus padres ya eran mayores. Ya tenían dos hijos varones y su madre deseaba una niña, pero por diversas circunstancias esta no venía; no fue hasta ya pasados los 40 años cuando de pronto su madre volvió a quedarse embarazada. Fue un embarazo difícil, sus hijos ya eran mayores y la verdad era que, a pesar de lo que la madre deseaba una niña, no fue muy bien recibida. La situación económica de la familia no era muy boyante y su madre tuvo que ponerse a trabajar. Desde muy pequeña Ryuko oyó las quejas de su madre sobre este hecho y las protestas de sus hermanos que poco menos la trataban como si fuera una molestia.
Pero realmente quien crió a Ryuko fue su abuela. Sus padres trabajaban y sus hermanos eran bastante más mayores que ella, no les interesaba una niña tan pequeña; Ryuko pasaba horas y horas con su abuela, ella la cuidaba, la vestía, le daba de comer, la llevaba al colegio, la enseñaba y sobretodo la escuchaba y comprendía... Si, Ryuko echaba mucho de menos a su abuela.
- Hoy voy a ir a visitarte, tengo muchas cosas que contarte.
Las voces que venían de algún punto de su casa la hicieron reaccionar. Se secó las lágrimas, besó la foto y se miró al espejo redondo que tenía en su habitación para asegurarse de no tener demasiada mala cara. Se vio bien y la verdad es que Ino tenía razón, cuando una se veía bien se sentía bien.
- Animo Ryuko - se dijo a sí misma y respiró hondo.
Como casi todos los domingos habían venido sus hermanos a comer. Era una costumbre de su familia, los domingos se comía en su casa. Algunos domingos venía su hermano mayor con su mujer y su hijo, otros domingos venía el otro hermano, también con su mujer y otros, como este, venían los dos.
Ryuko se llevaba 15 años con su hermano mayor, Junichi y 12 con el pequeño, Kaito y su relación con ellos siempre había sido más bien escasa. Cuando nació a ninguno de los dos le hizo mucha gracia, tener de pronto un bebé llorón en casa no era lo que a ello les interesaba y sobretodo porque "la niña" era el caprichito de su padre, desde que nació solo había ojos para ella y los celos no tardaron en hacerse notar.
Con su hermano mayor se llevaba mejor, la verdad es que superados los primeros años que coincidieron con su adolescencia, su hermano comenzó a ver a la pequeña hermana de otra forma, además era divertido llevarla de vez en cuando en sus citas, con la excusa de llevar a la niña al cine, a ver juguetes, a ver a Papa Noel y cosas así conseguía más citas de las que imaginaba, pero además aprendió a querer a esa niña pequeña y que le miraba llena de admiración.
Para Ryuko su hermano mayor se convirtió en su ideal de hombre, le veía guapo, culto e inteligente. La que no le caía tan bien fue la novia que se echó, siempre la consideró una resabida y una presumida. Pero bueno, era la que había escogido su hermano, no había mucho más que hacer que tratar de verle lo bueno, sobretodo porque a su madre le encantaba, siempre decía lo guapa que era, lo lista, lo elegante y lo bien que se comportaba.
Con Kaito la relación fue más indiferente. Él la ignoraba y ella no le molestaba, era como si hubiesen hecho una especie de pacto entre ellos, así que en ese momento tampoco es que tuviese confianza con él, no se llevaban mal pero era una relación un poco distante. Su mujer por el contrario era alegre y divertida y también era muy joven, casi como ella porque apenas si tenía 20 años. Su hermano tenía una historia curiosa, era un crio cuando llegó a su casa diciendo que tenía novia, bueno, de hecho Ryuko no le recordaba sin novia, los primeros recuerdos que tenía de él era con una chica que iba a todas partes con ellos, aunque no era esa con la que se había casado.
Fue derecha a la cocina, sabía que allí estarían su madre y sus dos cuñadas. Bueno, ahora le tocaba enfrentarse a ellas.
- Hola Ryuko - saludó al verla una chica joven, morena y con el pelo bastante corto.
- Ven, ven, ven - dijo cogiéndola del brazo una mujer de melena castaña, vestida con un kimono - Tú tienes que hablar con nosotras ¿Qué es eso que nos ha dicho tu madre?
- ¿Estás saliendo con un chico? - interrogó la primera.
Ryuko miró a su madre que hacía la comida sin levantar la vista de la cazuela puesta en el juego.
- Bueno, es un amigo, de momento.
- ¿Cómo es? - volvió a preguntar la primera - ¿Es guapo?
- Es un chico normal - habló la madre con voz seria - No es muy guapo, supongo que tampoco será muy listo.
- Es muy buena persona - protestó Ryuko.
Desde el día anterior las cosas no estaban muy bien entre Ryuko y su madre.
Después de las palabras de Chouji delante de sus amigos Ryuko no pudo hacer otra cosa que reconocer que el chico se merecía una oportunidad, al fin y al cabo tampoco había hecho algo tan terrible o imperdonable, él solo quería ayudar a una amiga y no se había dado cuenta de que estaba ignorando a Ryuko.
- El problema de esta chica es que se conforma con lo primero que aparece - gruñó su madre - No sabe esperar a ver si encuentra algo mejor.
- Tampoco he dicho que me vaya a casar con él - refunfuñó Ryuko.
- No sabéis que disgusto tiene su padre, él que siempre la ha tratado como a un tesoro.
- Pues no soy ningún objeto delicado - se atrevió a decir.
Ya estaba dicho, estaba más que cansada de que su padre la sobreprotegiera tanto, quería a su padre pero era demasiado agobiante, no quería hacerle daño pero es que estaba viendo que de seguir así iba a tener 30 años y seguiría protegiéndola.
Ayer, Chouji estaba muy dispuesto a ir a su casa y presentarse delante de sus padres, decirles que él respetaba a Ryuko y no pensaba utilizarla para nada de lo que ellos pensaban y luego cambiarla por otra chica. Para él Ryuko era la chica que le gustaba desde hacía más de dos años y que desde que la vio no pensó en ninguna otra, nunca se había planteado que le pudiese gustar otra chica, era algo difícil de explicar pero él sintió que esa era la chica que tenía que ser para él. Había visto o soñado como era el mundo sin él y había decidido ayudar a Ino, que no se sintiese sola porque estaba convencido que la soledad era el peor enemigo que Ino tenía pero tampoco estaba dispuesto a dejar a Ryuko sola, él iba a ser su héroe quisiesen sus padres o no.
Ryuko no se sentía preparada para tal cosa, eso de que Chouji fuese a su casa y le declarase su amor delante de sus padres, no, no, eso ya era demasiado, tampoco hacía falta ir tan deprisa, además que ella conocía a sus padres y lo mismo pensaban que estaba loco.
Fue difícil convencer a Chouji, estaba realmente muy decidido pero entre todos sus amigos lo consiguieron. Era mejor dejar que Ryuko fuera preparando a sus padres, pero eso sí, ayer la acompañó hasta la misma puerta de su casa. Sin dejarla meter la llave en la puerta tocó el timbre y esperó a que abriesen.
Abrió su padre y él se presentó de forma respetuosa.
"...
- Señor Harukaze, sé que mañana es el aniversario de la muerte de su madre y quisiera pedirle permiso para acompañar a Ryuko al cementerio.
..."
No se sabía decir quien estaba más sorprendido de todos, si los padres de Ryuko o la propia Ryuko ya que ella no le habían mencionado nada de aquel aniversario ¿cómo es que Chouji lo sabía? En esos momentos no importaba demasiado.
Chouji estaba dispuesto a jugarse todas las cartas que tenía. También estaba ya cansado de menospreciarse a sí mismo, estaba claro que en la vida uno debe defender lo que quiere, puede que él no fuese lo que sus padres soñaban para Ryuko, puede que él no fuese un chico "modelo" pero eso no debería importar porque siempre, siempre, lo que importa al final son los sentimientos que uno tenga. Su problema es que él había sido débil, no había confiado en sí mismo y si uno no confía en sí mismo malamente puede defender y proteger a nadie, claro, así no se extrañaba que Ryuko tuviese tantas dudas.
Pero no solo Chouji se había dado cuenta de ese detalle, Ryuko también lo había hecho. Había visto a Chouji decirle todas esas cosas, pasando vergüenza delante de sus amigos y luego miró a su padre directamente a los ojos para decir aquella frase que podría parecer que no era importante pero que decía mucho más de lo que daba a entender.
Chouji se mantuvo firme delante de su padre y este, a pesar de lo poco que le gustaba Chouji tuvo que acceder a darle una oportunidad.
Chouji no lo iba a tener nada fácil pero al menos podía empezar a intentarlo.
Y si Chouji se había mantenido firme ahora ella tenía que hacer lo mismo. Además ya no le importaba si su relación con Chouji terminaba bien o mal, lo que le importaba era dar su opinión, que sus padres comenzasen a ver que ella tenía voz.
Su madre se había enfadado con ella y su padre no parecía muy contento pero las cosas tenían que ser así.
Durante la cena su madre no paró de reprocharle cosas. Ya se sabía ella todos esos reproches, los sacrificios que sus padres habían hecho por ella, a lo que habían renunciado, lo bien que hubieran estado si ella no hubiese nacido... pero es que ella no pidió nacer así que les miró sin pedir disculpas, ella no tenía la culpa de sus sacrificios, si tan mal les venía su nacimiento pues que no la hubiesen tenido ¿Qué culpa tenía ella?
Junichi, su hermano mayor, entró en la cocina. Era un hombre de pelo castaño y ojos dorados como los de Ryuko, de echo ellos dos eran los que más se parecían físicamente porque Kaito era mucho más alto y también más guapo, con el pelo casi rubio y los ojos verdes de su madre.
- Ryu, ven un momento conmigo - le dijo.
Ryuko le siguió hasta su antigua habitación, ahora convertida en un cuarto de estar donde su padre pasaba las horas haciendo crucigramas y ella estudiaba.
- ¿Qué es lo que dice papá de que un chico te pretende?
- Es un amigo, un compañero del instituto y a mí me gusta.
- ¿Así que mi hermana pequeñaja tiene novio?
- No es que sea mi novio, solo que me gusta y no veo nada malo en salir con él. Es un chico muy bueno y...
- Si, si, si, al principio todos somos buenos.
- Pero ya tengo 17 años y no estoy haciendo nada malo, no soy tan tonta como mamá piensa y...
- ¿Te trata bien?
- Si, muy bien, él es educado y amable.
- ¿No habrá intentado... ya sabes?
- Pues mira no pero si lo hubiese hecho tampoco creo que fuese tan grave ¿Qué acaso tú no has tenido un montón de novias? Y no me vengas ahora diciéndome que si soy muy joven y que no sé nada de la vida, no sé cómo voy a saber algo de la vida si no se me dejan hacer nada. Ya sé que no soy nada pero es que nadie nace sabiéndolo todo ¿Cómo aprendiste tú?
Junichi la miró durante unos segundos como escudriñándola.
- Ya has salido con él ¿verdad? No te molestes en mentirme, no soy tonto, tu misma lo has dicho, he salido con varias chicas y algunas no querían que sus padres se enterasen.
- Pues si - dijo algo avergonzada - He salido con él y no he hecho nada de lo que avergonzarme.
- ¿Cuánto tiempo lleváis saliendo?
- Cuatro meses.
- Pues para ser el primer chico con el que sales es un montón, porque es el primero ¿sí?
- Si, si lo es y no salgo con él porque sea el único que se ha fijado en mí, ya le conozco desde hace años, somos del mismo grupo y...
- Está bien, está bien, no te pongas nerviosa.
- Junichi yo no digo que seamos novios, yo solo quiero... me gusta estar con él, es amable y me hace sentir muy importante y... no nos vamos a comprometer, ni nada de eso, mamá es una exagerada, no estoy pensando en casarme ni ahora, ni dentro de un año, ni de cinco, no nada, yo quiero estudiar y disfrutar de todo y trabajar... no sé porqué mamá arma tanto jaleo, ya sé que papá tiene miedo de perder a su "niñita" pero yo no...
- No te preocupes, es cierto que son muy exagerados. Hablaré con ellos y trataré de hacerles entender.
- ¿De verdad lo harás?
- Por supuesto, eres mi hermana pequeñita y tengo que cuidarte pero quiero conocer a ese chico, un día tienes que llevarle a mi casa.
Chouji llegó a la hora que habían quedado, puntual, ni un minuto antes, ni un minuto después.
En cuando oyó el timbre Ryuko corrió a abrir para que no lo hiciera ninguna otra persona.
- Hola Ryuko - dijo temblándole la voz.
- Hola, ya estoy lista. Un momento que le digo a mis padres que nos vamos.
- Hola - saludó de forma seria la mujer de Junichi - Yo soy Ume Harukaze, la cuñada de Ryuko, encanta de conocerte.
- E-encantado, yo soy Chouji Akimichi.
- Y yo soy Kaho Harukaze, la otra cuñada de Ryuko.
-¿No le haces entrar, Ryuko? - preguntó Ume.
- Yo, es que, ya nos vamos, si no se nos hará tarde y no nos dará tiempo a nada - contestó Ryuko nerviosa.
- Es verdad - confirmó Junichi - Tienen que marcharse ya, si luego Ryuko llega tarde a comer ya sabéis como se pone mi padre.
- ¿Y esas flores? - comentó Kaho mirando un ramo de flores blancas que llevaba Chouji en una de las manos - ¿Son para Ryuko?
- Son para su abuela - respondió Chouji mirando a Ryuko - He pasado por la floristería de Ino antes de venir, pensé que querrías llevárselas a tu abuela.
Ryuko frunció un poco el ceño, seguro que Chouji había pasado por la floristería para preguntar por Ino y como le había ido la cita del día anterior con Sasuke, pero no iba a enfadarse, no, esos detalles eran los que hacían a Chouji una persona tan especial.
- Bueno, nos vamos ya - añadió presurosa.
- ¿Y esta tarde donde vais a ir? - preguntó de pronto Kaito - Por cierto, yo soy Kaito Harukaze, hermano de Ryuko.
- Pues hemos quedado con varios amigos - contestó la chica.
- Ah que pena, iba a decir que podía tu amigo venir a merendar.
- Pues es que no va a ser posible porque Jisei nos ha invitado también.
- Bueno, pues otro día será. Que os lo paséis bien.
- Si venga, iros ya, no os entretengáis más - añadió Kaho.
Una vez que Ryuko y Chouji se marcharon y la puerta se cerró tras ellos, Kaho y Ume comenzaron a hablar sin parar sobre lo que les había parecido.
Junichi entró en la cocina donde aún estaba su madre, ella no había querido salir.
- Ven mamá, quiero hablar contigo y con papá.
- Estoy haciendo la comida.
- Ume se ocupa de todo, ven y no seas cabezota.
El padre estaba sentado en su sillón favorito leyendo el periódico con gesto enfadado.
- Deja el periódico papá que quiero hablar contigo.
- ¿De qué quieres hablar?
- De Ryuko. Soy su hermano mayor y quiero saber algunas cosas ¿Por qué estáis tan disgustados? Sabíais que esto tenía que pasar.
- Es que es muy niña - gruñó su madre - Y muy tonta, no se entera de nada.
- ¿Sabéis que no sabe montar en bicicleta?
- ¿Y eso a que viene ahora? - gruñó la madre.
- Kaito y yo si sabemos y seguramente sus amigos también pero ella no ¿Sabes por qué?
- Porque siempre le ha dado miedo, siempre ha sido una miedosa. Si no hubiese sido tan miedosa sabría pero cada vez que iba a subirse a una bicicleta se ponía a llorar.
- ¿Y sabes por qué? Porque vosotros la asustasteis. Siempre le decíais que era una patosa y que se iba a caer y no queríais comprarle una.
- Porque le daba miedo subirte en las bicicletas ¿Cómo íbamos a comprarle una?
- Pero le daba miedo porque vosotros le decíais que no iba a saber y que se iba a caer y que se haría daño.
- Siempre ha sido una miedosa - volvió a gruñir la madre - Tenía miedo de caerse y no se atrevía.
- Pero Kaito y yo sabíamos ir en bici ¿Sabes cómo aprendimos?
- Supongo que cayéndoos, sobretodo Kaito.
- Eso es, nos caíamos, pero nos levantábamos y volvíamos a subirnos en la bicicleta, aunque nos cayésemos muchas veces volvíamos a hacerlo. Puede que nos hiciéramos heridas pero las heridas se curaron con el tiempo.
- ¿Ahora nos va a echar en cara que no sabe montar en bici? ¿Es que quiere una bicicleta?
- No lo entiendes - habló el padre - Lo que quiere decir es que nosotros nos preocupamos demasiado por ella. Es cierto, a mí me daba miedo que se cayese y no quise comprarla una bicicleta. Es verdad que muy valiente nunca fue pero nosotros no la alentamos a intentarlo, yo no la dejé ni intentarlo, me daba miedo que se cayese así que nunca la quise enseñar a subir en bici, siempre la protegí demasiado. No me gusta que salga con chicos, no tengo nada en particular contra ese chico, simplemente que ella es mi niña y no me gusta darme cuenta de que está creciendo y que un día terminará por querer seguir su propia vida, así que no puedo evitar que ese chico no me guste.
- Pero ella tiene que aprender aunque eso suponga caerse. En lugar de impedir que se subiese a una bicicleta para evitarle caídas y de meterle miedo, lo que teníais que haber hecho es enseñarla a pedalear y haber estado allí para levantarla cuando se cayese y curar sus heridas.
...
Gaara y Sasori bajaban del tejado de la casa de la abuela Chiyo. Abajo, al final de la escalera de mano estaban Hinata y Konan.
- ¿Ya habéis terminado? - preguntaba Hinata.
- Si, ya está todo - contestó Gaara - ¿Hay alguna cosa más que hacer?
- No, la abuela ha dicho que vayamos a dar una vuelta hasta la hora de comer.
- Bien, voy a cambiarme y ahora vengo.
Sasori sentía la mirada de Konan atravesándole, era evidente que a esa chica le pasaba algo, a saber que sería, lo mismo había discutido con Pain. Sintiéndose demasiado observado por la dura mirada de Konan cogió la escalera y empezó a plagarla.
- Yo guardo todo esto - le dijo a Gaara - No te preocupes.
Siguió con lo que estaba haciendo intentando ignorar a la chica.
- ¿Quieres algo? - le dijo al fin cargando la escalera.
- Si, hay algo que quiero preguntarte.
- ¿Sobre qué? ¿Es que Pain ha destrozado mi moto?
- No, tu moto está muy bien. Es sobre Sakura.
- ¿Qué quieres decirme de Sakura?
- Es que antes me ha pedido el móvil para buscar una cosa en internet, no es que yo quiera cotillear pero cuando me lo ha devuelto había dejado la página abierta.
- ¿Y eso es un pecado imperdonable?
- No, es solo que es esta página.
Konan le puso el móvil delante de la cara.
- Estupendo - dijo ignorándolo.
- ¿Quieres hacer el favor de mirarlo?
- ¿Es que ahora te ha dado por cotillear a tus amigos?
- Si, cuando implica que tengan problemas. Sasori, Sakura ha estado buscando información sobre una pastilla.
- ¿Y qué quieres que yo haga?
- Es sobre la píldora del día después ¿Sabes lo que es eso?
Ignorante no era, claro que lo sabía.
- ¿Habéis tenido relaciones sin protección? - inquirió Konan - Desde luego que no me lo esperaba de ti, bueno ni de ella, la verdad es que de ella no me imaginaba nada de eso ¿Cómo puedes haber sido tan inconsciente? ¿Es que te has vuelto tonto de pronto?
- No es eso, Konan, no es eso.
- ¿Ah no? De veras que me decepcionas mucho Sasori, esto no me extrañaría de Deidara ¿Pero de ti? Es que no me lo puedo creer, por más que lo intento me es muy difícil... Sasori, por favor, no solo por el peligro de embarazo si no por el riesgo a coger una enfermedad... que tú nunca has sido tan tonto.
- Que no es eso, Konan, que no es eso ¿Le has preguntado a Sakura?
- ¿Cómo le voy a preguntar a ella? ¿Qué le digo? "Oye guapa ¿te lo has hecho con mi amigo sin protección?" Además seguro que esto es culpa tuya porque ella parece...
- Si hubo protección - dijo sin mostrar interés - Ese no es el problema.
- ¿Entonces? ¿Es que Sakura...?
- Se rompió el condón, eso fue lo que pasó.
- ¿Qué se rompió el condón?
- Si, se rompió, debe ser que estaba caducado o no se... se rajó.
- ¿Qué se rajó?
- Si, se rajó y me di cuenta tarde.
- ¿Es que tienes una escarpia en la punta del nabo?
- Sabía que no tenía que decirte nada.
- Está bien, no me voy a reír de ti y de tu torpeza ¿Cuándo pasó eso?
- Déjalo Konan, no voy a hablar contigo de esas cosas.
Konan desistió de insistir, ya conocía ella a Sasori y sabía que no iba a decir nada más, ya bastante había hablado para ser él. Ahora le preocupaba más Sakura, se imaginaba la angustia que esa chica tenía que estar pasando, porque Sakura no parecía de esas que se olvidan de las cosas o que las ignoran, no la veía con pinta de estar tan tranquila, como si no pasase nada hasta el día en el que notase un retraso, que ojala no sucediese y todo fuese una mera anécdota. Pero no, seguro que Sakura estaba dándole vueltas, por eso estaba buscando información sobre esa píldora.
Después de guardar todos los materiales y herramientas que habían utilizado y lavarse, Sasori fue a buscar a Sakura a la cocina donde la encontró charlando alegremente con su abuela y haciendo algo que parecían magdalenas, sería las famosas magdalenas de la abuela Chiyo que se empeñaba en darle siempre que iba.
- Sakura ¿Puedo hablar un momento contigo?
- Sí, claro.
- Es una cosa privada - añadió sin demostrar nerviosismo o algún tipo de alteración que hiciera sospechar que sucedía algo grave.
- Ahora vuelvo, abuela.
Chiyo sonrió y le hizo un gesto de aprobación, le estaba empezando a caer muy bien aquella chica, se la veía lista, espabilada y quería estudiar medicina, ser médico o enfermera, parecía una buena chica, justo la que Sasori necesitaba a su lado.
- ¿Qué pasa? - preguntó Sakura a Sasori intrigada.
- Oye... es sobre lo que pasó ayer... es que he estado pensando.
- ¿El qué? - se alarmó, a saber que sería lo que querría decirle, lo mismo pensaba de ella algo raro.
- ¿Estás muy preocupada por lo que pasó? Me refiero a lo de que se rompiese.
- Ah, es eso... pues mira sí, estoy muy preocupada., de pronto me he asustado mucho. Sasori esto es... es grave, he estado toda la noche dándole vueltas y me ha entrado el pánico.
- Bueno, ya lo hablamos ayer, esta tarde, cuando volvamos a Konoha vamos al hospital y ya está, pedimos esa maldita pastilla.
- Pero es que tú lo dices tan tranquilo y yo no puedo tranquilizarme, tengo miedo de que sea demasiado tarde y... ¿Es que a ti ya te ha pasado antes?
- No, no me ha pasado antes pero es muy difícil que te quedes embarazada, se rompió pero... es que no es tan fácil.
- Ya, pues eso díselo tú a Akane. Mira puede que no sea nada, como tú dices, pero yo no puedo estar con esta angustia hasta que me venga la regla.
- Tranquilízate, ya te dije que cuando lleguemos a Konoha te acompaño al hospital.
- ¿Y si no me la dan? ¿Y si piden la autorización de mis padres?
- Perdón, perdón - habló de improviso Konan sobresaltándoles - Lo siento yo no quería escuchar es que iba a... lo siento, esto no es asunto mío, ya lo sé pero... creo que tengo una solución.
- ¿Qué solución? - preguntó ansiosa Sakura.
- A lo mejor no te gusta.
- Konan, habla - apremió Sasori.
- Se de alguien que puede conseguir una receta, solo habría que ir a una farmacia y cómprala.
- ¿Una receta? - interrogó Sasori.
- Pero claro, costaría dinero.
- ¿Kakuzu? ¿Te refieres a él? No quiero tener nada que ver con ese usurero, solo me faltaba que me tuviera cogido por las pelotas. La única solución es esperar a llegar a Konoha e ir al hospital, si quieres, tú y yo, Sakura, nos marchamos en cuanto comamos.
- También hay un hospital en el puedo de aquí al lado - habló Konan.
- Pero aun así - indicó Sasori - Deberíamos ir hasta la estación y coger un tren y no sabemos cada cuanto hay trenes y luego habría que volver... es mejor irnos después de comer a Konoha y ya.
- Pero si la llevas en tu moto llegarás enseguida ¿Cuánto puedes tardar? ¿Media hora? Por carretera está muy cerca, este verano íbamos andando y no tardábamos nada, yo creo que en moto te pones allí antes de que te des cuenta. Vamos, le digo a la abuela que habéis ido a dar una vuelta, yo creo que para la hora de la comida ya estáis aquí.
Sakura miró expectante a Sasori, no parecía mala idea.
- El problema es que yo no sé conducir motos.
- Es verdad, olvidaba que la abuela te la regaló sin consultarte. Bueno pues puede llevarla Pain ¿Es que no te fías de Pain? ¿Tú te fías de Pain, Sakura?
- Hombre yo creo que puede ser una idea pero no quiero molestarle.
- No le vas a molestar porque está deseando coger la moto y conducirla ¿Es que no se lo has notado?
- ¿Pero él puede conducir motos?
- Pues claro que sí, si tiene una moto ¿Nunca se la has visto?
- Si, si, es cierto, no me acordaba.
- Aun así - intervino Sasori - No sé yo si les va a dar tiempo, tienen que ir, esperar en el hospital a que les atiendan y volver. Lo mismo se les hace tarde. Ya vamos a dejar este tema.
...
Shikamaru observaba a Akane cambiándole el pañal al pequeño Tobio, era curioso darse cuenta como de pronto esa imagen había cambiado completamente de significado. Nunca había visto a Akane cambiar unos pañales pero si hace unos meses alguien le hubiera dicho que se lo imaginase seguramente habría dicho que eso era muy problemático y que no veía nada interesante en algo así, incluso demostraría bastante rechazo, sin embargo en esos momentos se le antojaba algo tierno, sería porque inconscientemente lo relacionaba con el hecho de que dentro de pocos meses iba a ser padre y seguramente vería esa escena muchas veces, bueno, seguramente le tocaría a él hacerla.
También había descubierto que Akane era muy cantarina y que debía saberse todas las canciones de las películas de dibujos animados porque anoche dio un pequeño concierto para los niños, primero bailando con ellos y luego para dormirles ¿Le esperarían conciertos como ese muy a menudo?
- Tienes que decirle a tu mamá - hablaba Akane con el pequeño - que tiene que quitarte ya los pañales, que te enseñe a hacer pis como los mayores porque va a llegar el invierno y ya no te los quitará, porque le dará pereza.
- ¿Eres consciente de que hablas con un niño que no se está enterando de nada, calabacita?
- Ya lo sé, no soy tan tonta, pero me gusta hablar con los niños y decir lo que pienso. Dicen que el sonido de la voz les hace sentirse seguros.
- Se te da muy bien eso de cambiar pañales.
- No creas, me estoy muriendo de asco y de ganas de vomitar.
- Para decir que no te gustan los niños tienes mucha maña con ellos.
- Y no me gustan, son pequeños, ruidosos, sucios... pero ya que hay que atenderlos pues se les tiene que atender bien, ellos no tienen la culpa de los problemas de sus padres.
Al final el niño se había quedado toda la noche allí, eso sí, a Akane le habían pagado por adelantado.
- ¿No crees que ahora tu hermanastra va a aprovecharse de ti y pedirte más veces que te quedes con el niño?
- Y yo conseguiré más dinero, así que ella verá si le compensa o no.
- ¡Shika! - se oía gritar a Kenta - ¡Ven, corre, ven!
- Mendokusei... voy a ver que quiere mi cuñadito.
- Bueno -dijo Akane terminando de vestir al pequeño - Esto ya está. Mira, justo a tiempo - añadió al oír el timbre - Esa debe ser tu madre.
Akane dejó al niño en el suelo y le cogió la manita. De camino a la puerta el timbre volvió a sonar.
- ¡Ya va! ¡Ya va! Mira, ahora viene con prisas.
Efectivamente era Irumi que cogió al niño en brazos muy efusivamente.
- Voy a por la bolsa - comentó Akane.
Fue hasta la habitación a por la bolsa que había llevado Irumi y cuando regresó a la puerta se quedó confundida al encontrar en ella, en lugar de a Irumi a ese hombre de pelo plateado y engominado.
- ¿Dónde está Irumi?
- Ha ido a llevar el mocoso al coche.
- ¿Ha pasado contigo la noche? Bueno, déjalo, eso a mí no me importa. Toma, llévale esto.
- Estaba yo pensando en que a ti te gusta mucho el dinero ¿Cuánto me cobrarías?
- No trabajo de niñera.
- No joder, no digo por cuidar a ese crio, digo por cuidarme a mí.
- Ya te lo he dicho. No trabajo de niñera - fue a cerrar la puerta pero el brazo de Hidan la detuvo.
- Joder te estoy hablando de negocios, sé que estás mal de dinero y yo puedo ofrecerte un gran negocio.
- No me interesan tus negocios.
- ¿Sabes cuánto pagan algunos por hacérselo con una puta preñada como tú?
- ¿Se ha llevado ya al niño? - se oía a Shikamaru acercándose.
- Mira, estás muy equivocado conmigo así que vete y déjame en paz.
Akane cerró rápidamente la puerta y se apoyó en ella mientras oía a Hidan decir al otro lado un montón de palabras a cual peor y algo sobre una maldición de Jashin.
- ¿Qué pasa?
- Nada, que ya por fin se han llevado al niño. Anda, vamos a preparar la comida, no creo que mi padre y mis hermanos tarden en llegar.
Shikamaru arqueó las cejas ¿Qué sería lo que había alterado tanto a Akane? Quizás había vuelto a discutir con su hermanastra.