domingo, 14 de septiembre de 2014

203. Cuando las dudas te asaltan

Si algo caracterizaba a los componentes de la antigua clase 2-2 era su fidelidad y lealtad a su grupo, a su amistad. Eran, como comúnmente se suele decir "una piña", siempre apoyándose unos a otros; quizás no todos fuesen los mejores amigos de todos, los había que tenían más confianza con unos que con otros, como era natural, pero a la hora de ayudarse y defenderse no habían ningún tipo de diferencia: todos eran amigos.
Por esa razón había pasado lo que había pasado y ahora tenían esa sanción que cumplir. Por esa razón la directora del instituto y el consejo habían tomado la decisión, al comienzo del curso, de reunirlos en un solo grupo y separarlos de otros alumnos que parecían convertirlos en "conflictivos" y todo lo demás que había sucedido.
Por esa razón, cuando Sasuke hizo lo que para ellos era una "traición" y se fue con Orochimaru y sus chicos problemáticos y Naruto se empecinó en que tenía que sacarle de allí todos, absolutamente todos, se implicaron en su absurda cruzada.
Por esa razón Kiba empezó su guerra particular con Sakon y Ukon y en la que Kankuro terminó participando antes de que partiesen la cara a su compañero. Desde entonces Kiba no podía ver a los "gemelos diabólicos" sin enseñarles los dientes.
Por esa razón Chouji y Jirobo no se soportaban y Kimimaro, que por aquel entonces era fiel a Orochimaru, el proveedor de aquella "medicina" que fortalecía su débil organismo, terminó teniendo más que palabras con Lee y Gaara. Eso sin contar la trifulca entre Temari y Tayuya.
Y también esa era la razón por la que soportaban todas las broncas y castigos aunque ellos no hubiesen comenzado ningún altercado, como cuando el incidente de Hinata o el de Ryuko, daba igual, ellos siempre se apoyaban los unos a los otros. Así que Shikamaru estaba más que convencido de que algo iba a pasar, algo que tenía indicios de que había sido planeado por Jisei y en el que terminarían todos implicados.
Y no iba mal encaminado. A la hora de la comida se unió a Jisei y Sumire y se enteró de que durante las horas de previas a Kikyo le había desaparecido un cuaderno, o al menos no lo encontraba, a uno de sus bolígrafos se le salió la tinta, una araña se paseó feliz por encima de su mesa haciendo que la chica gritase como una loca y alguna que otra cosa más pero a las que Shikamaru no atendió. Acababa de recibir un mensaje de Akane, algo confuso que no sabía descifrar.
- ¿Es Akane? – se interesó Sumire - ¿Qué le acontece?
- No sé, no entiendo muy bien lo que me dice, algo de si me gustan más las rubias o las morenas.
- Ay pobre – suspiró Jisei para inmediatamente dejar escapar una risita.
- ¿Qué pasa? – preguntó Shikamaru frunciendo el ceño.
- No, nada. Mira, ya vienen Ryuko y Chouji ¿Ya has conseguido todos los refrescos, Chouji?
- Sep, aquí los traigo y también traigo patatas fritas.
- ¿No creéis que nos estamos pasando un poco con Kikyo? – comentó Ryuko sentándose.
- Lo que pasa es que tú eres demasiado buena, Ryu-chan – opinó Jisei – Lo mejor ha sido el golpazo que ha dado Kikyo con el libro para matar a la araña.
- ¡Y Kakashi-sensei que la ha echado de clase por armar escándalo! – rio Chouji.
- Es que creo que a Kakashi no le hizo gracia que gritase y diese golpes durante la clase – explicó Sumire a Shikamaru.
- Y no veas luego para limpiar el cadáver de la araña del libro la que ha liado – volvió a reír Chouji.
- Lo que disfrutaría Akane con esto si estuviera aquí – reflexionó Jisei.
- ¡Ryuko, Ryuko! – exclamó de pronto Sumire – Hablando de Akane ¡Me tienes que contar como os hicisteis Akane y tu amigas de Jisei!
- Si – intervino Jisei – Cuéntaselo tu que te acuerdas mejor.
- ¿Es que hay una historia que contar? – se interesó Chouji.
- Hola chicos – saludó de improviso Shino y se sentó al lado de Jisei.
- Hombre el señor amante de los bichos – comentó Shikamaru con cierto sarcasmo - ¿Qué tal te ha sentado sacrificar uno de los tuyos?
- Se refiere a la araña que aplastó Kikyo – explicó de nuevo Sumire – Creo que sospecha que la pusiste tú en su mesa.
- ¿Y dónde está Kankuro que no está contigo? – preguntó a su vez Shino.
- ¡Anda, es cierto! ¿No había ido con vosotros, Chouji?
- Si, pero vio a Tobi y se quedó con él. Dijo que tenía que aclarar unos puntos.
- ¿Qué puntos? – se extrañó Sumire.
- El punto es que espero que no se pegue con él – comentó Ryuko.
- ¿Por qué iban a pegarse? Vaya tontería que dices – opinó Sumire – Anda, no seas dramática, que siempre te pones en lo peor, seguro que estás pensando que Kankuro se ha puesto celoso.
- Y es que se ha puesto celoso – recalcó Chouji – No le gusta que tengas moscones a tu alrededor.
- Pero yo no le gusto a Tobi – alegó Sumi con tono de condescendencia – Tendré que hablar con Kankuro porque no me gusta que sea celoso, claro que no lo puede evitar, pobre, es por lo de sus padres.
- ¿Qué es lo de sus padres? – se interesó Ryuko.
- Nada, nada… cosas suyas. Mirad, ya vienen los dos ¿Veis como no se han pegado? Tobi no es tonto.
- Todos sabemos que Tobi es más listo de lo que parece – resopló Shikamaru.
Karin soltaba de mala gana una bola de arroz, a la que solo había dado un bocado, dentro de la fiambrera.
- No puedo comer nada, no me entra – se quejó.
- Pero tienes que comer algo – sugirió dulcemente Fatora.
- ¡Es que no puedo! – gruñó Karin – Lo siento, no quería gritarte, sé que no tienes culpa de nada pero es que…
- Es nuevo – comentó distraídamente Suigetsu.
- ¿Qué tienes que decir tú, baboso? – gritó.
- Que es nuevo eso de que te disculpes – contestó el chico.
- Yo me disculpo siempre que tengo que disculparme, no te creas que soy una mal educada.
- Karin… - habló Juugo mirándola de reojo.
- ¡Ya lo sé! Tengo que tranquilizarme, tengo que tranquilizarme. Es que no lo puedo evitar, no sois vosotros pero…
- Estás muy tensa – añadió Juugo.
- ¿Y cómo quieres que esté? – levantó de nuevo la voz – Lo siento, lo siento
- No te preocupes – intervino Fatora – Todos sabemos que estas nerviosa.
- Es normal que estés nerviosa – habló también Suigetsu – La verdad es que yo estaría más nervioso que tu – miró a Karin con pena aunque ella no le veía – Estoy nervioso y no soy quien tiene que enfrentarse a… lo que tú tienes que enfrentarte. Eres muy valiente, Karin.
- ¿Valiente?
- Todos lo pensamos – añadió Fatora.
- Pues no soy tan valiente – sonrió tristemente – Tengo… estoy asustada, muy asustada, tengo miedo a…no sé si voy a ser capaz de hablar de lo que pasó delante de tanta gente y lo peor… delante de mis padres y no sé si voy a ser capaz de mirar a ese tipo a la cara de nuevo… es que estoy nerviosa y no quiero enfrentarme a todo eso de nuevo.
- Pues no lo hagas – repuso con toda naturalidad Suigetsu.
- ¿Cómo no voy a hacerlo?
- Nadie te obliga a hacerlo. Lo haces porque quieres ¿no?
- ¡Lo hago porque tengo que hacerlo!
- Lo haces porque crees que es tu obligación – añadió Juugo – Pero no lo es, nadie te obliga a hacerlo.
- ¿Pero que estáis diciendo?
- Lo haces porque tú sentido de la justicia y tal vez de la venganza te dice que tienes que hacerlo – continuó Juugo – Pero no es una obligación.
- No pasa nada si no lo haces – corroboró Suigetsu – Solo estás haciéndote daño, piensas en ese juicio y sufres y ya has sufrido bastante. No te mereces pasarlo mal.
- No estáis pensando muy bien lo que decís – se quejó Fatora.
- Quizás – respondió Juugo – Quizás solo estamos pensando en Karin. Ya lo pasó bastante mal hace dos años, no se merece volver a pasarlo mal ¿Qué no lloró ya bastante? Karin estuvo yendo a terapia durante un año, un año en el que no soportaba que nadie la tocase – Juugo miró a Karin que le observaba con atención - ¿Crees que no me di cuenta? Huías de cualquier contacto físico, aunque fuese un simple roce en las manos. Ya lo pasaste muy mal, es algo que nunca olvidarás y no es justo que se te pida que vuelvas a revivirlo.
- Pero tengo que hacerlo – habló con voz temblorosa – Ese cabrón se merece un castigo.
- Es cierto, se lo merece, pero tiene a los Uchiha ayudándole – dijo con desprecio Suigetsu.
- Pero la justicia…
- La justicia no es siempre justa ¿Y sabes otra cosa que tampoco es justa? Que tu tengas que pasarlo tan mal – casi gritó Suigetsu – Yo… nosotros te apoyaremos decidas lo que decidas ¿verdad Juugo?
- Por supuesto.
- Y no nos vas a parecer mala persona si decides no ir a ese juicio.
Karin les miró de hito en hito, sí que parecían preocupados sinceramente por ella. Después miró interrogativa a Fatora.
- No sé qué decirte – opinó Fatora como si hubiese leído en su mente la pregunta que le rondaba – Yo creo que ese tipo se merece un castigo pero entiendo a Suigetsu y Juugo, quizás ir a ese juicio sea muy duro para ti… no sé qué decirte, tienes que decidir tú.
- ¿Nadie me obliga? – preguntó dudando.
- Lo haces porque tú quieres – respondió Suigetsu.
- Pero eso no está bien, no está bien que no lo haga.
- Lo que no está bien es que se te obligue de nuevo a declarar. Ya dijiste todo lo que tenías que decir – explicó Juugo.
- Pero la gente pensará que… ¿No tengo por qué hacerlo, verdad? En realidad no es una obligación ¿verdad? A mí esto me está haciendo daño y no me lo merezco.
- Pues claro Karin – asintió Suigetsu – Solo
Fatora miraba a todos muy sorprendida. Se suponía que Karin tenía que ir a ese juicio, que era la forma de intentar hacer justicia y no entendía que Suigetsu y Juugo actuasen de esa forma ¿Era esa su manera de intentar proteger a Karin? Puede que en realidad Suigetsu estuviese más preocupado por Karin de lo que aparentaba, quizás su deseo de protegerla le llevaba a decir esas cosas, quizás pensaba que Karin ya lo había pasado bastante mal y no se merecía esa angustia que estaba pasando… Fatora no les comprendía muy bien, aunque si se daba cuenta de que ambos estaban anteponiendo la estabilidad emocional de Karin, que parecía bastante en peligro, a cualquier otra consideración.
Estaba claro que a su manera intentaban ayudarla. Eran curiosos esos dos chicos porque nunca habían actuado de una forma demasiado cariñosa; ellos tres eran amigos pero siempre parecían más bien juntos por casualidad, como si el destino los hubiese reunido sin tener nada en común, sin embargo, son en situaciones como esas cuando conocemos de verdad a nuestros amigos.
- Me voy a hablar con Jiraiya-sensei – dijo de repente Karin sacando a Fatora de sus pensamientos.
- ¿Por qué quieres hablar con el viejo? – preguntó Suigetsu.
- Porque él es uno de los orientadores y yo necesito hablar con alguien que me ayude y me aconseje. Estoy muy… confusa, tengo miedo y… no se explicar lo que siento… odio, ganas de venganza, pero también vergüenza y… Voy a hablar con él.
- ¿Estás segura de que es buena idea? – cuestionó de nuevo Suigetsu.
- Sí. Ya he hablado otras veces con él.
- Pero estará comiendo y lo mismo tienes que pedir cita – conjeturó Fatora.
- No. A mí me atenderá. Tsunade-sama dijo que acudiera a ellos cuando lo necesitase.
- ¿Es que Tsunade-sama sabe lo tuyo? – preguntó esta vez Juugo.
- Pues claro, tú mismo lo has dicho antes; necesité mucha ayuda y… bueno mis padres creyeron que ahora también necesitaría ayuda así que hablaron con el equipo de orientación. Voy a ver a Jiraiya-sensei; luego nos vemos.
- ¡Naruto! ¿Estás en casa? – la voz de Kushina llegó alta y clara hasta Naruto.
- ¡Sí! ¡Estoy en la cocina!
- ¿Qué haces? ¿Se ha ido ya la profesora? – Kushina entró en la cocina.
- Si, ya se marchó. Estoy calentando agua para el ramen, ttebayo ¿Quieres comer conmigo?
- Si pero no ramen. Tengo un plan mejor. Apaga el agua y coge tu cazadora.
- ¿Me llevas a comer a un puesto de ramen, ttebayo?
- No. Mejor aún. Nos vamos a comer con Ino.
Entrar en la zona de psiquiatría del hospital era una de las cosas que menos le gustaban a Naruto. Desde pequeño aquellas puertas cerradas para que nadie sin permiso entrase y lo que era peor y más siniestro, para que ningún enfermo sin autorización y un acompañante, saliese de allí, le parecían como las puertas de cristal de una prisión. Además nunca se sabía bien que iba a encontrar una vez que las franquease; en ese lugar había mucha clase de personas, desde enfermos deprimidos y potencialmente suicidas hasta gente como Ino, chicas y chicos con trastornos de alimentación, que se autolesionaban o drogadictos intentando superar su adicción.
Cada vez que Naruto se ponía delante de esas puertas esperando que el celador de turno aprobase su entrada y pulsase el timbre que precedía a que la puerta se abriese, tenía la sensación de que estaba a punto de entrar a otro mundo donde todo parecía tener una lógica distinta.
Caminaba detrás de su madre por los solitarios pasillos que llevaban hasta el comedor preguntándose qué era lo que su madre quería decirles. Durante el trayecto en el coche él había intentado averiguar cuál era la sorpresa que quería darles a él y a Ino pero no había conseguido nada, su madre era muy cabezota y cuando decía que no hablaba pues no había nada que hacer.
No tardó en ver al final del pasillo las puertas dobles y pintadas en verde pálido del comedor y en una silla arrimada a la pared estaba sentada una de las celadoras que Naruto más conocía. Después de saludarle cariñosamente y decirle lo guapo que se estaba poniendo, esta les dejó entrar al comedor.
- Coge una bandeja y pide unos menús para nosotros. Yo voy a por a Ino – ordenó Kushina.
No era la primera vez que Naruto comía allí así que sabía bien el procedimiento. Mientras escogía un menú para él y otro para su madre vio como esta se acercaba a la mesa donde estaba sentada Ino, junto con un grupo de chicas con su mismo problema de anorexia y la enfermera que vigilaba que se comieran todo su menú. Las personas con desordenes de alimentación, como anorexia o bulimia, estaban continuamente vigilados, no solo durante las comidas, también en los momentos en los que iban al baño, no fuera a ser que les diera por vomitar o tirar la comida que hubiesen conseguido no comerse y esconder.
Naruto se sentó en una de las mesas solitarias y no pudo esconder una gran sonrisa al ver acercarse a Ino portando su bandeja con la comida y regalándole también una bonita sonrisa.
- ¡Que alegría verte, Naruto!
- ¡Vaya! Hoy tienes muy bien aspecto. Estás muy guapa.
- Hoy me he arreglado un poco ¿Qué te parece?
- Ya te lo he dicho, que estás muy guapa, ttebayo.
- Es que el que esté aquí no quiere decir que no tenga que verme bien.
- Y el verte bien hace que estés más animada – añadió Kushina - ¿Qué has cogido para comer, Naruto?
- ¿Y cómo es que hoy has venido a comer aquí? – preguntó curiosa Ino.
- Me ha traído mi madre. Dice que tiene algo que decirnos.
- Ah sí, tengo una gran noticia, ttebane. Bueno, la noticia es buena para Ino, para Naruto quizás no tanto.
- ¿Por qué? ¿Qué pasa? – preguntó el rubio abriendo enormemente los ojos.
- Por eso hemos venido a comer con Ino – continuaba Kushina – Para deciros que esta tarde Naruto no puede venir a verte, tiene que hacer su maleta.
- ¿La maleta? ¿Es que me voy de viaje, ttebayo?
- Ino, tú también tienes que recoger tus cosas. Acuérdate de no dejarte nada y no te preocupes que tu madre te preparará una maleta con ropa adecuada.
- ¿Es que me voy de aquí? ¿Me han dado el alta?
- No te doy aún el alta definitiva, pero si un alta provisional, una especie de vacaciones. Hemos estado estudiando tu caso, me refiero al equipo de psicología del hospital, y hemos llegado a la conclusión de que a ti este ambiente no te está beneficiando. A ver, entiéndeme, si te está beneficiando, estás atendida, te enseñan a comer, hábitos, estás aprendiendo a creer en ti misma, a valerte por ti misma, toda la terapia te está ayudando mucho pero el ambiente es un poco triste y tú eres una chica alegre que, como las florecillas, necesitas el sol y la luz, pero sobre todo necesitas relacionarte con gente.
- ¿Entonces vuelvo a casa?
- No, a tu casa no. Naruto y tú vais a ir a pasar unos días a un sitio especial.
- ¿De vacaciones? – exclamó emocionado Naruto.
- ¡Que más quisieras tú, ttebane! De vacaciones nada de nada, tú vas a trabajar y a trabajar mucho.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? – bramó enfurecida - ¿Te parece poco lo que hiciste? ¡Atacaste a un profesor!
- ¿Todavía estamos con esa historia, ttebayo? ¿Pues no me han puesto ya una sanción?
- ¡Eso es el castigo del instituto! Ahora falta el de tus padres.
- ¿También me vais a castigar? ¡Esto no es justo, ttebayo!
- ¡Que pegaste a un profesor! ¿De veras pensaste que íbamos a darte un premio?
- No, pero pensaba que y lo habíais olvidado. Mira que sois rencorosos – gruñó con un tono de voz que hizo que Ino estuviese a punto de reír y es que Naruto resultaba muy gracioso con ese gesto entre mohíno y enfadado – Encima que he estado dando clases con la tirana.
- Y ahora vienen vacaciones. Pues si te creías que te ibas a librar del castigo de tus padres estabas muy equivocado. Ahora vas a trabajar y a saber lo que es… pues eso, trabajar.
- ¿Dónde me vais a mandar? ¿A un campo de concentración?
- No porque no encontré ninguno – Ino ya no pudo más y rompió a reír – Vais a ir los dos al pueblo de Shikamaru.
- ¿Al pueblo de Shikamaru? – exclamó Ino - ¡Pero eso es estupendo!
- Si, pero que Naruto no se piense que va a ir de vacaciones o que va a ser divertido. Naruto va a trabajar. Estuve hablando con Yoshino, le conté que buscaba un sitio tranquilo y lejos de tu rutina, Ino, algún sitio para que llevases otro ritmo de vida, hicieses otras cosas y te distrajeses.
- Y para que no me traiga recuerdos de las cosas de las que me arrepiento o que quiero mejorar y no me angustie – habló Ino – Para que no me vuelva a dar una crisis de ansiedad. Lo entiendo y me parece bien, bueno, me parece estupendo. Conozco a la familia de Shikamaru y son muy simpáticos, claro, si les parece bien tenerme de invitada, lo mismo supongo una carga para ellos, me da un poco de apuro.
- Es que no vas a ser una invitada, Ino. Tú también vas a trabajar.
- Nos llevan como esclavos Ino, ya lo estoy viendo, dattebayo.
- ¡Quieres dejar de decir tonterías, dattebane! ¡Ay qué hijo más pesado que tengo! Mira Ino, la bisabuela de Shikamaru se ha caído y se ha roto un hombro; en esas circunstancias necesita alguien que la atienda, que la ayude a vestirse, a asearse, a comer y también que la haga compañía.
- ¿Pues no está Akane en el pueblo de Shikamaru? – preguntó Naruto.
- Si pero Akane no está para hacer ciertas cosas, está delicada y… mira, también le va a venir bien que vaya Ino y la distraiga ¿Te parece buena idea, Ino?
- ¡Me parece estupendo! – contestó entusiasmada - ¡Ay qué bien! ¡Estoy deseando ir! La bisabuela de Shikamaru es encantadora y Akane y yo tenemos muchas cosas de que hablar y la ayudaré a preparar las cosas de los bebés.
- Vale ¿Y yo que es lo que tengo que hacer? – protestó Naruto - ¿También voy de chico de compañía?
- Si, que más quisieras tu… Tú vas a trabajar en las cosas que trabajan allí, que no sé qué serán pero me han dicho que no vas a tener tiempo para tonterías. Resulta que este año no van a contar con el primo de Shikamaru porque está saliendo con una chica y se va a pasar unos días a Suna con ella.
- ¡Ah claro! – exclamó Ino – Es Shikato, que está saliendo con Temari ¿Se van de viaje a Suna? ¡Que romántico!
- Y Shikamaru tampoco va a poder trabajar – continuó hablando Kushina – Su madre ha dicho que tiene que estudiar y dedicarse solo a estudiar; tiene que sacar dos cursos y aprobar los exámenes de acceso a la universidad.
- Si, pobre Shikamaru, está agobiadísimo – comentó Ino.
- Eso le pasa por hacer lo que a vosotros ni se os ocurra hacer ¿Estamos?
- ¡Mamá, no me avergüences, ttebayo! ¿Entonces yo voy a hacer el trabajo de Shikamaru y el de su primo?
- Harás lo que te manden que hagas y sin protestar que para algo te darán habitación y comida.
- Lo que yo digo – gruñó por lo bajo – A un campo de concentración que me mandan.
Después de la comida los alumnos de las clases de 2-1 y 2-2 estaban bastante revolucionados, no ya por el hecho de que la mitad de ellos estaba al tanto de la "maldición" de Kikyo si no porque los habían reunido a todos en el gimnasio. Los de 2-2 no se extrañaron ya que tenían gimnasia pero a los de 2-1 se les dijo que se pusiesen sus chándal, que la clase se adelantaba una hora.
- Buenos chicos, vamos a callarnos ya un poquito – decía Kakashi entrando en el gimnasio seguido de Gai y Genma.
- ¿Hoy vamos a dar la clase todos juntos, sensei? – preguntó Kiba.
- ¡Así es, chaval! – contesto Gai con su habitual energía y gestos histriónicos.
- Gai y yo tenemos una reunión urgente y no podemos daros clase así que hemos cambiado un poco vuestros horarios. Os dejamos con Genma.
- Vosotros marchaos ya que yo me encargo de estos – habló Genma quitándose el palillo que llevaba, como siempre, entre los labios – Vamos, chicos, andando que hoy haremos deporte fuera.
- ¿Fuera? – gritó Tayuya - ¡Pero hace un frio de cojones!
- ¡Pero nosotros tenemos el juego de la juventud! – gritó también Lee - ¡No hace frio para nosotros! ¡El entrenamiento nos hará sudar!
- Eso mismo – añadió Genma con paciencia mientras el resto de los alumnos salían del gimnasio entre rumores y protestas.
Protestaron, continuaron protestando aunque de nada les sirvió. Genma les ordenó que comenzasen a correr alrededor del patio y así dejarían de pasar frio y a pesar de las protestas no tuvieron más remedio que comenzar a correr.
Sakura corría cerrando los puños fuertemente y mirando a Sasori, que corría unos metros por delante de ella. No era Sasori quien le molestaba, ella estaba deseando hablar con él, tenían mucho que aclarar entre ellos, lo que le molestaba es que desde que salieron del gimnasio Kikyo se había pegado a él como una lapa y ahí estaba, corriendo a su lado… que plasta era la pobre.
Kikyo sentía los ojos de Sakura clavados en su nuca, o al menos le daba la impresión de que así era, al menos sería lo que ella haría… claro que no podía reprochárselo, pero ella no estaba haciendo nada malo, simplemente intentaba volver a ser amiga de Sasori; estaba perdiendo a Stella, lo notaba y no quería perder a todos sus amigos ¿Eso era tan malo? Además Sasori estaba dolido por algo y ella era su amiga y las buenas amigas están para ayudar a sus amigos.
Quizás estaba distraída mirando a Sasori y concentrada en acelerar el ritmo para mantener su ritmo. Quizás estaba demasiado inmersa en sus pensamientos y haciendo plantes mentales. Quizás pisó algo que la hizo resbalarse o quizás tropezó, tampoco importaba demasiado, lo importante fue que de repente su cuerpo se precipitó hacia delante y chocó violentamente contra el suelo.
Gritó. Fue el típico grito que das cuando te caes, un grito de susto, de sorpresa más que de dolor.
Siempre las caídas son más rápidas de lo que recordamos y de repente Kikyo se vio en el suelo. Atontada, aún sin comprender muy bien que había pasado levantó la cabeza y vio pies y piernas a su alrededor.
- ¿Qué te ha pasado? – le preguntó Ten-Ten.
- Espera que te ayudemos a levantarte – dijo Sasori.
- Con cuidado, tiene que dolerle mucho – opinó Hinata.
- ¡No os apelotonéis! – escucho decir en voz alta a Genma.
- ¡Es que Kikyo se ha caído! – gritó a su vez Kiba.
- Bueno, no hace falta que estéis todo ahí ¡Vamos!
Entre manos y brazos que le ayudaban a levantarse, el dolor que sentía y todo el mundo hablando a la vez, Kikyo cada vez se encontraba más confusa.
A Kikyo le dolían las rodillas, una muñeca y la cara, que era lo que más le asustaba.
- A ver, apartaos un poco y dejadme ver – decía el profesor.
- Tenemos que llevarla a la enfermería – proponía Sasori.
- ¡Madre mía! – Kikyo miró hacia donde había oído la voz del profesor - ¿Pero qué te ha pasado?
- Me he caído – contestó con pena.
- ¿Puedes andar?
- Me duelen las rodillas, pero lo que más me duele es la muñeca.
Kikyo levantó un poco la mano, Genma se la cogió con cuidado pero aun así sintió una horrible punzada que la hizo quejarse.
- Esto tiene mala pinta ¿Puedes mover los dedos?
- No. Me duele mucho.
- Sasori, adelántate a la enfermería y dile a Shizune lo que ha pasado ¿Puedes andar o te llevo en brazos?
- Puedo andar… ¡Ah! – se quejó al empezar a hacerlo – No es mucho, puedo hacerlo.
- Anda, trae que te llevo en brazos, tardaremos menos ¡Lee! Ocúpate de que sigan corriendo.
- ¡Si, señor!
La vergüenza que Kikyo pasaba porque el profesor la hubiese cogido en brazos no era nada comparada con la preocupación que empezaba a sentir y es que notaba que tenía sangre en la cara ¿Sería de tocarse? Quizás pero es que le dolía, le dolía cada vez más.
En la enfermería la esperaban Shizune y Sasori. Este tenía en las manos unas gasas, debía ser que Shizune le había pedido que la ayudase.
- Pasa, pasa, Genma – dijo Shizune al verlos entrar – Déjala sobre esa camilla. Menuda caída ¿Cómo ha sido?
- No… no lo sé… debía resbalarme con algo.
- Vale, no te preocupes, esto parece mucho pero seguro que no es tanto, en cuanto te limpiemos las heridas verás que no hay que asustarse. Es que la sangre es muy escandalosa.
- ¿Sangre? ¿Tengo mucha sangre?
- Shizune, yo me marcho, que he dejado a los chicos solos – habló Genma - ¿Estás tú sola? ¿Quieres que avise a Tsunade?
- No, que está en esa reunión, ya sabes.
- Yo también me marcho, Shizune-sensei – dijo Sasori.
- No, tú quédate y me ayudas, necesito un ayudante.
- Ah, lo que más le duele es la muñeca, yo creo que quizás se la ha roto – opinó Genma antes de marcharse.
- A ver, vamos a ver esa muñeca.
Después de examinársela detenidamente Shizune levantó la vista y miró a Sasori.
- Pues sí que parece que se le ha roto. Anda, quédate con ella que voy a llamar a decirle a Genma o a quien sea que os lleve al hospital.
- Pero… ¿A mí también? – preguntó confuso Sasori.
- Yo iré después, tengo que buscar su expediente médico y llamar a su familia, pero es mejor que la atiendan cuanto antes.
Y así, de repente, Kikyo se vio dentro de un coche camino al hospital y a su lado iba sentado Sasori. Son extraños los caprichos del destino.