Kankuro había decidido que mejor saldrían de la casa, estaban bien y se lo pasaban genial pero sus hermanos, cualquiera de ellos, podría aparecer y aunque no tenían una fiesta salvaje y no iban a molestarse pues tampoco veía que viniesen cansados del viaje y se encontrasen su casa prácticamente invadida, porque había que reconocer que al final, entre unas cosas y otras, se habían reunido un buen grupo y de todas formas había algo en el ambiente que empezaba a ponerle nervioso, quizás era esa sonrisa de Sai y esa actitud de interés hacia Sumire.
Por su parte Tayuya empezaba a no encontrarse tan incómoda, si se sentía un poco fuera de lugar pero reconocía que no era tan horrible como había pensado al principio. En realidad conocía a varios de allí, al chico del pelo a tazón, Lee y a Ten-Ten y Sumire. Los tres pertenecían al equipo de beisbol, igual que ella, lo que pasaba es que no le gustaba relacionarse mucho con los demás y por eso tenían poco contacto. Además, mucho se había hablado de que el equipo iba a ser mixto, que había igualdad entre chicas y chicos pero a la hora de la verdad a las chicas se las discriminaba bastante, siempre había una excusa para hacerlo, eso sí que era injusto.
Por un momento se le ocurrió comentar ese tema, el de lo injustos que eran los entrenamientos pero alguien se le adelantó contando cualquier cosa y ella optó por callarse. Las relaciones sociales no eran el fuerte de Tayuya, siempre había sido una chica bastante solitaria y curiosamente los pocos amigos que tenía eran mayoritariamente chicos, claro que tampoco le había interesado nunca ser amiga de alguna de esas chicas cursis con las que se encontraba por los pasillos.
Poca gente sabía cosas de Tayuya y de su vida privada, se decía de ella que era una chica bruta, basta y deslenguada y en ocasiones se la juzgaba antes de conocerla y hasta había quien la llamaba "marimacho" pero claro, todas estas cosas a Tayuya le importaban muy poco, había aprendido a pasar de todo, de rumores, de insultos y de todo el mundo en general; su lema era que si el mundo la miraba mal, ella miraría mal al mundo.
Tayuya no confiaba en nadie, ni el hombres, ni en mujeres, la única persona que alguna vez mostró interés por ella fue Orochimaru y según todo el mundo solo fingía preocuparse porque lo único que le importaba era su propio beneficio ¿Y que sabía todo el mundo?
Aunque ahora tenía que reconocer que Kimimaro parecía querer ayudarla sinceramente.
Como ya estaban a punto de entrar en Noviembre y por lo tanto el clima comenzaba a ser cada vez más frio, decidieron que en lugar de dar vueltas por las calles de Konoha o por el parque era mejor ir al centro comercial. Una vez allí descubrieron que en la segunda planta del mismo, en una de las zonas, habían montado un pequeño escenario y se había organizado una especie de concurso de karaoke. En cuanto esta noticia llegó a oídos de Lee le faltó tiempo a proponer, o casi obligar, a sus compañeros a ir allí, secundado, por supuesto por una eufórica Sumire.
En si no era un karaoke, se trataba de un concurso que había organizado una de las tiendas de videojuegos y en realidad era una competición de un famoso juego para consola llamado "sing star", pero eso daba igual, se trataba de cantar y Lee era un entusiasta de ese tipo de actividad.
Allí había gente de pie, mirando el espectáculo que los participantes ofrecían, algunos bailando, otros cantando también las canciones a voz en grito y aplaudiendo.
- Voy a ir a coger algo de beber - dijo Kankuro a Sumire - ¿Quieres algo?
- ¡Voy a ir a cantar! - fue lo que contestó la chica.
- ¿Te gusta cantar?
- ¡Me encanta!
- Bueno ¿Pero quieres que te traiga algo de beber?
- Si, por favor, tráeme un refresco de naranja. Espera que te doy el dinero.
- Déjalo, yo te invito.
- ¡Vamos Sumire! - llegó emocionado hasta ellos Lee - ¡Vamos a apuntarnos y a demostrar de los que somos capaces con el poder de nuestra juventud!
- ¡Vamos!
- Esperarme que yo también voy con vosotros - se apuntó Kiba - ¡Vamos Ten-Ten, venga!
- Alguien debería impedir que Lee se apuntase - comentó Kankuro - Esto va a ser una tortura.
- ¿Tan mal canta? - se interesó Shiho.
- No es que cante mal, es que pone demasiado... ¿cómo diría yo?
- ¿Fuego interior? - sonrió Shiho.
- Si, se puede decir así. Bueno voy a por unos refrescos ¿Quieres algo?
- Creo que será mejor que te acompañe - propuso Kimimaro - Si no, no podrás con todo.
Ten-Ten y Sumire regresaban de haberse apuntado al concurso alegres y riéndose, aún quedaba bastante para que les tocara cantar, había mucha gente anotada, por lo visto esa iniciativa había sido todo un éxito. Detrás de ellas iban Lee y Kiba, de pronto Lee se detuvo, cogió a Kiba del brazo y lo acercó a él.
- ¡Eh! - se quejó Kiba - ¿Qué pasa?
- Tengo que hablar contigo - dijo con gesto serio.
- Vale pero no toques ¿Para qué tocas?
- ¡Tienes que hablar con Ten-Ten! - gritó Lee.
- ¿Qué tengo que hablar con ella?
- ¿No la notas rara?
- ¿Rara?
- Si, rara ¿No la notas como distinta a otras veces?
- Pues... no se... y suéltame, te he dicho que no me toques, no seas pesado.
- ¡Pues tienes que hablar con ella!
- ¿De qué?
- Tu eres su amigo, habla con ella a ver qué le pasa.
- ¿Pero qué le pasa de qué?
- ¡Déjalo! Hablaré yo con ella pero luego hablas tú.
- Vale tío, lo que tú digas.
Kiba miró a Ten-Ten... pues él no veía nada extraño en ella ¿De qué hablaba el loco de Lee?
- ¿No os apuntáis vosotras? - preguntó Sumire a Shiho, Tayuya y Matsuri cuando llegaron hasta ellas.
- No, a mí eso de cantar no se me da muy bien - contestó Shiho.
- Tonterías, seguro que sí que lo haces bien - la contradijo Sumire.
- Venga Shiho, venga, anímate, ya verás que es muy divertido y no se trata de cantar de bien, solo de entonar - la animó Ten-Ten.
- ¿Y tú, Matsuri? - se interesó Sumire.
- Es que a mí me da mucha vergüenza cantar en público.
- Yo paso - añadió Tayuya al ver que Sumire la miraba a ella con ganas de preguntarle.
- ¡Anda! Venga, apuntaos, vamos Shiho ¿sí? Venga, venga - insistía Sumire.
- Yo si me apunto - habló Sai.
- ¿Si? - preguntaron Ten-Ten y Sumire a la vez.
- Si, no creo que sea tan difícil. Se trata de subir y... cantar, cualquiera lo hace y por lo que se oye no se pide hacerlo bien.
- ¡Ala! - exclamó Sumire - ¡Menuda pedrada acabas de meter!
- Pero cantaré si tu canas conmigo - sonrió Sai.
- Ya empezamos - murmuró Kankuro.
- Ah pues sí, yo canto contigo, venga, vamos a apuntarnos ¿Y vosotros? - miró a Kimimaro y Kankuro - Ay que sosos que sois. Ven Shiho, ven, vamos a apuntarte a ti también.
- Pero es que...
Y Sumire, sin dejar hablar a Shiho la cogió del brazo y la obligó a moverse.
- ¡Esa es mi chica! - jaleó Lee - ¡Sumire, pon que cantaremos un dúo los dos! ¡Una canción bien romántica!
- Vaaaaaaale.
Lee se giró y se quedó mirando fijamente a Ten-Ten.
- ¿Qué te pasa que me miras con esos ojos de sapo?
- Vamos fuera, aquí hace calor, vamos, que quiero contarte una cosa importante.
- ¿Cómo de importante?
- Súper importante.
Ten-Ten acompañó a Lee hasta una de las terrazas del centro comercial, un espacio grande y en esos momentos poco transitado. Lo hizo porque conocía a Lee, seguramente lo que le pasaba era una tontería pero era un exagerado y si no le acompañaba seguramente se pondría muy pesado y le insistiría hasta el aburrimiento, así que, era mejor ir y ver cuál era ese "súper problema".
- ¿Y qué te pasa? - preguntó Ten-Ten apoyando los brazos en el pequeño muro que le llegaba casi a la altura de las axilas y rodeaba la terraza haciendo de barandilla.
- A mí no me pasa nada - contestó Lee.
- Estupendo ¿Y para eso me haces venir? - gruñó Ten-Ten - ¿Estás tonto o qué?
- Pero sé que a ti te pasa algo y quiero que me lo digas.
- ¿A mí?
- Si, a ti, a ti. Nos conocemos desde hace tiempo Ten-Ten y sé que te pasa algo, no estás como siempre.
- Serán alucinaciones tuyas.
- No. Lo he notado estando en casa de Kankuro ¿Qué es lo que te pasa?
- Nada - contestó abatida Ten-Ten.
Lee no dijo nada pero Ten-Ten sabía que estaba mirándola fijamente, podía notar sus ojos redondos mirándola.
- Llamé a Neji y no ha venido - comentó.
- No tendría ganas de salir, ya sabes cómo es él.
- No, que va, llamé a su casa y su tía me dijo que había salido.
- A lo mejor quiere estar solo para pensar ¿Es que querías verle?
- No, bueno si, yo quiero ayudarle... soy su amiga y quiero que confíe en mí.
- Y yo soy tu amigo y quiero que confíes en mí.
- ¿De qué hablas?
- Claro a Lee nunca se le toma en serio ¿Es eso? Como Lee solo sabe hacer payasadas es mejor no tomarle en serio.
- No digas eso Lee, sabes que no es cierto, yo siempre confío en ti, eso solo que... que he metido la pata y me siento fatal.
- ¿Con Kiba?
- No, con Kankuro.
- ¿Con Kankuro? - gritó Lee - ¿Que has hecho, Ten-Ten?
- ¡Ay nada, no seas exagerado! - gritó a su vez Ten-Ten. Lo que pasa es que... es que no se lo que me pasa, no me entiendo a mí misma, no sé por qué actúo como lo hago.
- ¿Y cómo lo haces?
- Mal, lo hago mal. Kankuro se ha portado muy bien conmigo, me ha animado y me ha apoyado y él, aunque a veces habla mucho pues en realidad yo no lo he visto comportarse mal.
- ¿De qué estamos hablando?
- De Kankuro y de las chicas. Siempre habla de chicas y todo eso, a veces parece un mono salido y que solo piensa en lo mismo pero ¿Tú le has visto hacer algo? No, claro que no, bueno a lo mejor lo ha hecho pero nadie lo ha visto y siempre... ¡ay no sé lo que me pasa! Es que él parece que le gusta Sumire y que intenta...
- ¿Ligarse a Sumire?
- Ay no se... no sé qué me pasa que me comporto como si me molestase, como si... soy una mala persona.
- No creo que seas una mala persona pero a lo mejor no estás juzgando bien a Kankuro, él tampoco es mala persona.
- Si ya lo sé y no se porta mal con Sumire, es paciente y no se ha tirado a ligársela pero yo...
- Sigues si fiarte de él.
- Es como si me diese envidia o algo, no sé. Es que veo a Sumire que es tan... despistada, que no se entera de nada, que pienso que...
- ¿Qué se va a aprovechar de ella?
- Supongo que sí. Quizás estoy siendo demasiado protectora con Sumire.
- O quizás estás proyectando en ella tus miedos.
Ten-Ten le miró con curiosidad.
- ¿Qué quieres decir?
- Creo que no te fías de Kankuro por lo que te pasó a ti con Kiba. A lo mejor es una suposición tonta mía pero es lo que pienso.
- No, no creo, lo de Kiba no tiene nada que ver, eso es otra historia.
- Pues yo creo que sí, que te has vuelto una desconfiada, no te fías de Kiba, ni de Kankuro, ni de nadie.
- Eso no es verdad... contigo y con Shiho no he puesto pegas.
- ¿A que no sabes una cosa? - Lee se acercó bastante a ella, casi pegó su cara a la de la chica - Creo que te da miedo que Sumire salga con un chico.
- ¿Pero qué clase de tontería es esa? - gritó ahora Ten-Ten.
- ¡No lo sé! Era por decir algo guay ¿A que ha quedado bien?
- ¡Tú estás tonto! - Ten-Ten lo cogió con el cuello y comenzó a menearlo - ¿Cómo dices tantas tonterías?
- ¡Ahhhhh! ¡Vale, vale!
- Tampoco hace falta que le mates - habló de pronto Kiba frente a ellos.
- ¿Qué haces tú aquí? - se encaró a él Ten-Ten.
- Bueno, no quería molestar.
- No - intentaba hablar Lee - Si no molestas.
- Me quedé un poco preocupado por vosotros.
- ¿Por nosotros? - Ten-Ten miró a Lee y comenzó de nuevo a menearle - ¿Se puede saber que le has dicho?
- Nada, nada - Ten-Ten soltó a Lee y le recompuso la ropa.
- Anda, ve con Shiho antes de que se mosquee.
- ¡El dúo! ¡Tengo que hablar con ella sobre el dúo que vamos a cantar! Vosotros no tardéis mucho o se os pasará el turno ¿o.k.?
Kiba y Ten-Ten se quedaron mirando, Kiba sonrió de medio lado y Ten-Ten pensó que por qué tenía que ser tan guapo.
- ¿Qué es lo que te pasa? - preguntó Kiba con cautela.
- Nada.
- Lee dice que te pasa algo y yo creo que también.
- No, si no es nada, es solo que... yo que sé, últimamente no me encuentro a mí misma.
- ¿Es por Kankuro?
- ¿Tú también te has dado cuenta?
- Oye mira si te gusta Kankuro yo lo entiendo.
- ¿Qué? - gritó incrédula.
- Él es un buen tipo y... en fin, que entiendo que te guste pero es que a él yo creo que le gusta Sumire.
- ¿Qué? - repitió parpadeando varias veces seguida.
- Creo que por eso no te fue bien con Naruto, porque te gustaba Kankuro.
- ¿Y a esa conclusión has llegado tu solito? De veras Kiba, a veces pensar está sobrevalorado, no te esfuerces tanto. Anda, regresemos nosotros también.
- ¿Qué me quieres decir? Ten-Ten tu a mí me gustas mucho y no me importa que te guste Kankuro porque yo te demostraré que yo te gusto más.
- De verdad Kiba que tanto refresco de cola que tomas te altera mucho ¿De verdad crees que estoy así porque me gusta Kankuro?
- Claro, aunque Sumire es tu amiga pues te molesta y por eso no quieres que lleguen a nada y te interpones entre ellos.
- ¿Esa es la impresión que doy? ¿Qué me interpongo entre ellos? - Ten-Ten dio un largo suspiro - Supongo que sí, que esa es la impresión que doy.
...
El padre de Akane y su mujer no solo habían llevado a la casa de esta a sus hermanos si no algo más. Habían llegado cargados con una gran caja llena de cosas, entre ellas un par de pantalones que Maron había utilizado durante sus embarazos, no eran nuevos desde luego pero tampoco viejos, quizás un poco pasados de moda pero eso a Akane le importaba muy poco, por fin tenía más ropa para ponerse y además en la caja había, según palabras de Ginta "lo que hemos podido "distraerle" a mamá".
Entre Ginta y Takato se habían entretenido en rebuscar en los armarios de su madre todo aquello que sabían qué hacía años que esta no utilizaba y se lo habían ido pasando a Yusuke poco a poco para poder llevárselo a ella, ya que su madre no lo utilizaba pensaron que era buena idea que Akane si lo hiciera, estaban completamente seguros de que su madre no iba a notar la ausencias de algunas cosas, más bien estaban convencidos de que ni se acordaba de su existencia.
Entre las cosas que le había llevado había una plancha, se la habían regalado a su madre en un banco y seguro que ni se acordaba de tenerla porque hasta ahora había sido Akane la que siempre planchaba. Un horno portátil bastante pequeño, hacía años que no lo usaba ¿para qué iba a usarlo si tenía el de la cocina? Sin embargo la cocina de Akane no tenía horno así que quizás para algo le serviría, algún apaño le haría hasta que pudiese comprarse una cocina más moderna. Una caja con un juego de café que a saber desde cuando estaba guardada, lo mismo desde su primera boda. Platos, cuencos, bandejas, vasos, cubiertos... era increíble la de cosas que su madre guardaba y se olvidaba de que tenía.
Pero no solo había esas cosas, también ropa de Akane que esta no se había podido llevar, sobretodo porque era ropa de invierno como un abrigo, botas, bufanda, guantes... y algo que a Akane le hizo mucha ilusión: sus cosas de dibujo.
Había varios cuadernos llenos de dibujos de Akane, una carpeta también con diversos folios dibujados, un bloc de dibujo y el estuche donde Akane guardaba sus pinturas.
Shikamaru, sentado en los cojines que hacían de sofá en el comedor de su casa, había cogido la carpeta y miraba con detenimiento esos dibujos. Eran dibujos de personajes, unos simplemente dibujados a lápiz y otros coloreados con pinturas de palo o rotuladores.
Akane entró y se sentó a su lado.
- ¿Te encuentras mejor? - se interesó Shikamaru.
- Si, solo ha sido un bajón de azúcar.
- Eso y lo mala que te has puesto al ver el parto.
- También. Es que me han entrado todos los males, no sé cómo Kurenai podía verlo con tanta tranquilidad.
- No me extraña, hasta yo me he puesto malo ¿Por qué no me habías dicho que dibujabas?
- Porque es una tontería, dibujo muy mal.
- Yo creo que no.
- Es algo que hacía para entretenerme. A veces tenía que quedarme en casa cuidando a mis hermanos y me aburría así que me daba por dibujar.
- ¿Y te gustaba?
- Es un entretenimiento barato, solo tenía que comprar pinturas y mira, los folio son reciclados.
- No sabía que tenías ese talento artístico.
- Menudo talento. Son malísimos, ojala y fueran como los de Sai.
- ¿Este soy yo? - dijo mostrándole uno de los folios.
- si... eres tú, pero que no se te infle el ego.
- Esto debió de ser de cuando empezamos a tontear, seguro que hay otro en el que me has decapitado o algo así ¿Y estos quiénes son?
- ¿No los reconoces? No me extraña, no se parecen en nada... son Jisei e Iruka.
- Vaya... Todavía me resulta raro lo de Jisei con el profesor, aún no me lo creo del todo.
- Pues Chouji y Ryuko han ido hoy a merendar con ellos, ya te contará mañana Chouji.
- Es verdad ¿Cómo le habrá ido al bolita con los padres de Ryuko? ¿Y estos otros dibujos?
- Ah, esos son un diseño de personajes que hice para una historia que estaba escribiendo Ryuko.
- ¿Ryuko escribe?
- Si y a mí me gustan sus historias. Le propuse que entre las dos hiciéramos un manga basada en una de sus historias, ella escribía el guión y yo dibujaría, pero al final no hicimos nada.
- Cuantas cosas estoy descubriendo hoy.
- Shika... - susurró acercándose a él.
- Mendokusei... no me gusta nada esos ojos de corderito.
- Shika... he tenido un bajón de azúcar.
- No te voy a dar chocolate así que deja de mirarme así.
- Un poquito, poquito, o si no dame otra cosa dulce - sonrió de forma traviesa.
- Miedo me estás dando.
El timbre de la casa sonó un par de veces.
- Ese debe ser Shikato que ya regresa del pueblo - comentó Shikamaru levantándose.
- ¿Tan pronto? Pues sí que se me ha pasado el domingo pronto.
Shikamaru abrió la puerta y efectivamente era Shikato el que estaba allí, acompañado de Temari.
- Hola primo ¿venimos en mal momento? - preguntó mientras entraba.
- No ¿Qué tal, Temari? ¿Te ha gustado el pueblo?
- Me ha encantado, que bonito es el bosque, que bonito es el pueblo y que gente tan cariñosa, después de conocerte a ti no esperaba que tu familia fuese tan encantadora.
- Yo también me alegro de verte de vuelta - comentó Shikamaru con desgana.
- ¡Hola Shikato! - le saludó Akane - ¿Que tal el viaje?
- Bien, vengo muy relajadito porque Temari ha conducido el último tramo y yo he podido descansar y hasta dormir un rato.
- Mentiroso - refunfuñó Temari - ¿Cómo ibas a dormir con el pastelito sobándote?
Shikamaru y Akane miraron perplejos a Shikato.
- Así que nos espiabas por el retrovisor - decía Shikato sonriendo de forma traviesa - No conocía yo esa faceta celosa tuya.
- Mas quisieras tu que yo estuviese celosa.
- Es que hemos llevado a la residencia de estudiantes a Miaka - explicó Shikato.
- ¿Miaka? - se extrañó Shikamaru - ¿La Miaka que yo creo?
- Si, esa misma. Las abuelas nos han dado unas cajas con verduras, frutas y huevos para vosotros, ayúdame a traerlas, primo.
- ¿Quién es Miaka? - preguntó Akane a Temari.
- Ah es un bomboncito, alta y estilizada, sus ojos brillan y cuando anda esparce un dulce aroma.
- ¿Lo qué? - Akane puso la cara más extraña que pudo.
- La ex-novia de Shikato, una chica muy guapa y con mucho veneno.
- ¿Algún asunto pendiente? - se interesó Shikamaru entrando en la casa cargando una de las cajas.
- Se le había estropeado el coche y quería que la acercase a la residencia - contestaba Shikato también entrando con otra caja - Siempre es bueno tener un ex a mano para casos de apuro.
- Así que una ex-novia - comentó Akane.
- Una ex-novia muy sobona - añadió Temari.
- Estás celosa.
- Me molesta que soben lo que yo me voy a comer - sonrió Temari.
- Interesante - sonrió también Shikato - Bueno primos, yo voy a acompañar a Temari a su casa, no tardaré en regresar.
- Tranquilo - contestó Akane - Tómate el tiempo que necesites, yo voy a preparar la cena y mientras Shikamaru se preparará para mi postre. De hoy no te escapas, cielito.
- Problemática... no creo que hoy sea el día más apropiado.
- Ya ¿Sabes lo que me ha dicho Kurenai? Hemos estado hablando de antojos, dice que las mujeres a veces tenemos antojos porque queremos llamar la atención y que nos mimen ya que algo nos dice que dentro de unos pocos meses la atención va a estar centrada en otra persona y también me ha dicho que es bueno tener antojos, así que yo exijo que atiendas mis antojos.
...
Minako iba en el asiento que había justo detrás de Itachi y desde allí podía ver un poco a Sasuke. Le miraba continuamente y es que era tan guapo, además estaba siendo bastante simpático.
Ella y Naruto iban de vuelta a su casa en el coche de Itachi, junto con los hermanos Uchiha. Habían pasado una tarde muy agradable en casa de los Senju y después se las había arreglado para convencer a sus padres de que dejaran a ella y Naruto regresar con los dos hermanos. Casi no podía creerse lo bien que le había salido todo, claro que la insistencia de Naruto también había ayudado demasiado. Lo que Minako no sabía era que a Kushina le parecía muy bien, había visto a Sasuke y Naruto hablando y había notado cierto cambio en la actitud de Sasuke. Estaba convencida de que la mejor influencia para Sasuke era Naruto y su amistad, porque Naruto se sentía su amigo y Sasuke necesitaba tener amigos a su lado, ella lo sabía, sabía por todo lo que su familia estaba pasando, las presiones por parte de su padre y sobre todo, igual que Naruto ofrecía su amistad a Sasuke, ella era amiga de Mikoto y quería ayudarla, apoyarla y hacerla sentir mejor y si Mikoto veía a su hijo pequeño mejor ella se sentiría mejor.
Naruto miraba asombrado a su hermana que, contrariamente a lo que él estaba acostumbrado, permanecía en silencio y mirando a Sasuke ¿estaría enferma? Naruto empezaba a pensarlo porque el rostro de Minako parecía como demasiado sonrosado.
- Ha sido muy interesante conocer a los padre de Tsunade, ttebayo.
Mientras Naruto hablaba con Sasuke e Itachi sobre la impresión que les había causado Hashirama Senju y Mito Uzumaki, Minako se puso a pensar que era lo que podría hacer para conseguir que Sasuke Uchiha se fijase en una chica como ella, que seguramente él pensaría que era una cría porque solo tenía 15 años, algo tenía que pensar, de alguna forma tenía que lograr que no la viese como a la hermana pequeña de su amigo.
Tampoco se podía decir que ni Sasuke, ni Itachi, fueran unas personas extremadamente parlanchinas, así que Naruto, sintiendo que empezaba a ser un poco pesado con su charla se recostó en el asiento y miró distraído por la ventanilla.
- ¡Es Ino! - gritó alterado de pronto, incorporándose y pegando la cara y las manos en el cristal - ¡Es Ino, dattebayo!
- No nos pegues esos sustos, dobe - se quedó Sasuke.
- Es que es Ino, estaba allí ¿A dónde iría sola, ttebayo?
Itachi detuvo el coche, un semáforo puesto en rojo le obligó a hacerlo. Naruto, ni corto ni perezoso bajó el cristal de la ventanilla y asomó la cabeza.
- ¡Ino! ¡Ino! ¡Aquí! ¡Estamos aquí!
- Naruto no hagas esas cosas - se quejó Minako - Van a pensar que no tienes educación.
- Ah, Sasuke ya me conoce y sabe como soy ¡Ino!
Ino vio a Naruto asomando de aquel elegante coche y aceleró el paso para llegar antes de que cambiase el semáforo.
- ¡Naruto! ¡Qué alegría verte!
- ¿Dónde vas tan sola, ttebayo?
- Voy a la estación de tren, a esperar a Sakura, es que tengo que darle una cosa. Ah, hola Sasuke... y compañía.
- ¡Hola Ino! - saludó alegre Minako.
- Si quieres te acercamos - propuso Sasuke - Nosotros tenemos que pasar por la estación.
Ino y Naruto miraron perplejos a Sasuke ¿Estaba siendo amable?
- No quiero molestar, gracias.
- No molestas - añadió Itachi - De veras que nos pilla de camino.
- ¡Venga sube, ttebayo!
Sin dar tiempo a que contestase, Naruto abría la puerta del coche y salía para que Ino entrase.
- Bueno, si no es molestia.
- Claro que no, pasa, pasa.
- Pues muchas gracias - dijo entrando y acomodándose al lado de Minako, dejando espacio para que Naruto se sentase a su lado.
...
En el tren con destino Konoha, Sakura miraba igualmente el pasaje a través de la ventanilla, aunque debido a las horas que ya eran y la oscuridad ver el paisaje era difícil, lo que más veía era su propio reflejo. Estaba un poco intranquila y cada poco miraba su reloj para comprobar el tiempo que quedaba para llegar.
- Sakura... - dijo Sasori sentado a su lado.
- ¿Si?
Sasori cogió su mano y la apretó con delicadeza.
- ¿Estás ya más tranquila?
- Si... perdóname, sé que me he puesto muy histérica. Es un problema que tengo, que a veces me comporto de una forma muy exagerada.
- No te preocupes ¿Te enfadaste conmigo?
- ¿Por qué?
- Quizás pienses que soy un insensible pero es que estoy acostumbrado a solucionar mis problemas solo y no contar con la ayuda de nadie.
- ¿De nadie?
- Salvo Konan, pero creo que ella se ha sentido un poco como la "madre" de todos.
- ¿Y Deidara?
- Deidara va a lo suyo.
- Como siempre os veía juntos pensé que era tu mejor amigo.
- Y somos amigos, no me malinterpretes, es solo que... es otra cosa ¿Cómo son tus padres, Sakura?
- ¿Mis padres?
- Si te hubieras quedado embarazada ¿Cómo habrían reaccionado?
- Fatal, prefiero no pensarlo.
- ¿Les has dicho que sales con un chico?
- No. No les he dicho nada.
- ¿Y por qué no?
- Pues no se... tonterías mías.
Sakura no quería decirle a Sasori que aún no había comentado nada con sus padres por si lo suyo salía mal pero empezaba a pensar que debería decírselo por lo menos a su madre, por lo mismo, por si salía mal, para poder llorar en su regazo o por lo contrario, por si salía bien.
En los asientos situados detrás de Sasori y Sakura iban Gaara y Hinata. Hinata se había quedado dormida apoyada en el hombro de Gaara y este casi ni se atrevía a moverse por no molestarla.
La miraba dormir plácidamente. La pobre debía estar rendida porque no había parado de trabajar y ayudar en la granja en los dos días que habían pasado allí.
Mirándola comenzó a pensar en su padre y en su madre. Seguramente su padre quería mucho a su madre y por eso, cuando pensó que ella podría haberse enamorado de otra persona se volvería loco, debía ser algo así porque cuando él pensaba que quizás Hinata podría abandonarle sentía como si le estrujaran el corazón ¿Quería decir eso que comprendía a su padre? No, comprendía su dolor pero seguía sin comprender que le odiase. Él no tenía culpa de nada, él... era solo un niño ¿Por qué su padre le culpaba de todo? ¿Por qué le llamaba monstruo? ¿Por qué le miraba siempre con ese desprecio?
Lo primero que tenía que hacer era hablar con sus hermanos, con Temari y Kankuro y contarles todo lo que sabía sobre su madre, era su madre y ellos también tenían derecho a saberlo y luego, entre los tres, como hermanos que eran, decidirían que hacer.
Hinata se había despertado y le observaba atentamente.
- ¿Qué te pasa Gaara?
- Creí que estabas dormida - dijo acariciando su pelo - Hinata yo... si alguna vez dejo de gustarte quiero que no me tengas miedo y me lo digas.
- ¿Por qué iba a tenerte miedo?
- No lo sé.
- ¿Piensas que lo que le pasó a tu padre te puede pasar a ti?
- Yo nunca te haría daño Hinata, antes me lo hago a mí mismo.
- No digas eso, no me gusta.
- Si dejo de importarte, si mi presencia te molesta... es mejor que me lo digas. Prefiero separarme de ti y que seas feliz a tenerte a mi lado y que me tengas miedo.
Hinata no dijo nada, solo se abrazó a él. Estaba claro que todo ese asunto de su padre y su madre le había afectado demasiado pero ella estaba allí para ayudarle a superarlo.
Gaara dejó de acariciarle el pelo para llevar sus manos hasta la cadena que llevaba al cuello.
- Toma - dijo quitándose la cadena y poniendo esta y el colgante que pendía de ella en una de las manos de la chica - Quiero que lo tengas tú.
- Pero esto... es de tu madre, es el único recuerdo que tienes de ella.
- Y por eso quiero que lo tengas tú.
- No puedo aceptarlo Gaara, significa mucho para ti.
- Por eso quiero que lo tengas tú.
- No. Esto es tuyo, es de tu madre y hay un vínculo que te une a él, tienes que tenerlo tú - dijo volviendo a ponérselo al cuello - Es mejor que nosotros busquemos el nuestro, uno que nos una a ti y a mí.
Parecía que aquel fin de semana iba terminando pero no era así, el destino aún tenía una jugada pendiente.