miércoles, 3 de septiembre de 2014

134. Un corazón hecho pedazos

Ya se había convertido en una rutina que Sasori y Sakura fuesen por las tardes a estudiar y hacer los deberes a la biblioteca y aunque esta semana era la semana cultural y por tanto no tenían deberes daba igual porque Sakura era una chica concienzuda con la costumbre de estudiar todos los día un poquito y no iba a variar su rutina solo porque no tuviesen clases.
La excepción era que hoy no estudiaba, le era imposible concentrarse. Tenía en la mano un bolígrafo y no paraba de moverlo entre sus dedos y en ocasiones golpeaba suavemente la mesa con él.
- Te dije que no viniéramos hoy a la biblioteca, es absurdo - se quejó Sasori.
- No, si me viene bien, tengo que terminar este libro y hacer el trabajo, si vagueo esta semana luego me faltará tiempo.
- Pero no estás leyendo, ni haciendo nada, solo poniéndote nerviosa.
Sakura suspiró y soltó el bolígrafo.
- Es cierto, estoy perdiendo el tiempo.
- ¿Qué te pasa que estás tan distraída?
- Es por lo de Ino.
- ¿Porque va a salir con el Uchiha? Bueno, que va a tener esa famosa cita matrimonial.
- Si, por eso. No hago nada más que pensarlo.
- ¿Te pones celosa?
- No, no, no pienses eso. A mí me da igual con quien salga Sasuke, bueno, me da igual cualquiera menos Ino.
- No te gustaría que saliera con ninguna de tus amigas.
- Pero no es por celos es... es porque Ino a lo mejor se ilusiona y...
- Estás dando por hecho que Sasuke la va rechazar y a lo mejor no es así.
Sakura se quedó pensativa. Era cierto, daba por hecho que a Sasuke no le iba a interesar Ino pero ¿Y si sí le interesaba? Volvió a suspirar.
- En ese caso me preocuparía aún más.
- ¿Por qué? Quizás es lo que desea tu amiga.
- Ella no sabe lo que quiere últimamente y... es por Naruto.
- ¿Es porque a Naruto le gusta Ino?
- ¿Tu también te has dado cuenta?
- Se ha dado cuenta todo el mundo pero es que, además Stella y Kikyo se han encargado de que así sea. A Kikyo le gusta Deidara y considera a Ino su rival. Una forma de quitarse a una rival de encima es buscarle un "sustituto" ¿Entiendes?
- Eso es muy cruel, es jugar con los sentimientos de la gente.
- No lo creo. Simplemente allana el camino para Naruto.
- Naruto no es un objeto con el que entretener a Ino.
- No pongas esa cara de enojona, tampoco está haciendo nada malo, si lo piensas beneficia a Naruto.
- No quiero que Naruto lo pase mal, él es la mejor persona que conozco y no se lo merece.
- ¿Estás enamorada de Naruto?
- No, no estoy enamorada de él pero le quiero mucho ¿Es que no puedo querer a un amigo sin estar enamorada?
- Me parecía.
- Pues no lo estoy.
- Pues menos mal - Sakura le miró intrigada, como siempre el rostro de Sasori no mostraba nada que la ayudase a descifrar por qué decía esas cosas - Si lo estuvieses me dejaría a mí en una situación muy comprometida.
Sakura se quedó sin saber que decir ¿Significaría eso que él estaba enamorado de ella? No, no podía ser, se conocían desde hacía muy poco, aunque si lo pensaba ella se había enamorado de Sasuke nada más verle, pero no, Sasori, aunque parecía interesado en ella y estaban bien juntos y todo eso no demostraba enamoramiento ninguno.
- Creo que la idea no es apropiada - dijo de pronto el chico.
- ¿De qué hablas?
- De la idea de hablar con Naruto. No creo que sea buena.
- Yo si creo que debería hablar con él, quizás le ayude a desahogarse.
- Tú no eres la persona más apropiada para que el desahogue.
- ¿No? Yo soy su amiga. Hemos sido amigos desde hace muchos años.
- Y durante mucho tiempo ha estado detrás de ti y tú le has rechazado. Hazme caso, no eres la persona más adecuada, no creo que él sienta que te comprendes.
Sakura se quedó pensando, quizás Sasori tuviera razón, no lo iba a negar, pero ella sentía que tenía que hablar con Naruto o no hablarle, sino dejar que él hablase y escucharle.
- ¿Te gustaría ayudarme en una cosa? - preguntó Sasori.
- ¿En qué?
- Es que me he apuntado a un concurso de cortos.
- Eso es estupendo.
- La cosa está difícil, se presenta mucha gente que entiende pero he pensado que me servirá como experiencia.
- Si, seguro que te sirve para aprender.
- ¿Me ayudarías a hacer el corto? Necesito una ayudante.
- Pues claro que si, cuenta conmigo - se sonrieron mutuamente - ¿Y de que va a ir?
- He pensado hacerlo sobre la melancolía.
- ¿Ya has escrito el guión?
- Estoy en ello. Sakura me gustaría que convencieses a una de tus amigas para que sea la protagonista, no tengo con que pagarla pero a lo mejor se divierte.
- Claro ¿Habías pensado en Ino? A ella le haría una ilusión tremenda y se sentiría importante.
- Si, seguro que sí, demasiado importante. En realidad yo había pensado en tu amiga la de los moñitos.
- ¿Ten-Ten?
- Si, es que me encanta su sencillez, es perfecta.
- Bueno, no se... le preguntaré.
- Gracias. Y otra cosa ¿Te gustaría acompañarme el sábado a ver a mi abuela?
- ¿A tu abuela?
- A mi abuela Chiyo, ya te hablé de ella. Tiene una casa, una granjita en el monte, a las afueras de Konoha. Le gustará conocerte.
- Ya recuerdo que me hablaste de ella pero no se, presentarme en su casa...
- Iríamos y volveríamos el mismo día, si quieres, aunque sería mejor volver el domingo.
- Es que no se qué dirían mis padres.
- Entiendo. Pero podemos ir y venir el mismo día, no está tan lejos.
- Creía que la relación con tu abuela era... distante.
- Sí, es cierto, lo es, pero últimamente he estado pensando que debería hacer algo por ella, no se, la pobre sufrió mucho por mi culpa y me ayudó a superar mi adición.
Sakura sonrió y pensó que en el fondo, tras ese aspecto serio y de que no le importaba el mundo que siempre mostraba, en su corazón era una persona muy sensible.
...
Por supuesto la noticia de que iba a tener dos sobrinos encantó a Chiharu que en cuanto llegó a su casa corrió hacia la puerta del jardín que unía las dos casas.
- ¡Chiharu! - La detuvo su madre con un grito - ¡Haz el favor de entrar en casa de tu hermano por la puerta y llamando, como todas las personas!
- Pero voy a ver si tienen abierta la corredera al jardín.
- ¡Que vayas por la puerta de su casa!
- Pero si la tienen abierta es porque no les importa que entremos.
- Da igual. Tu llamas al timbre y esperas a que te abran ¿Es que no te das cuenta de que puedes molestarle? Lo mismo te encuentras a tu hermano en calzoncillos.
- Que desagradable.
- ¿Lo ves? Venga, por la puerta de entrada, vamos.
A regañadientes Chiharu salió de su casa y dio la vuelta al edificio de casa hasta llegar a la puerta de entrada de su hermano y tocó el timbre. No tardó en abrirle Akane e inmediatamente se abrazó entusiasta a ella.
- ¡Hermana! - gritó - ¡Gemelillos! ¡Que fantástico! Vamos a ser una familia llena de cosas buenas, ya lo verás.
- Si tú lo dices.
- ¿Tu que quieres que sean? ¿Dos niños o dos niñas? ¿O niño y niña?
- Me da igual, bastante preocupada estoy ya, si estaba acojonada con el parto imagínate ahora, con tal de que vengan bien y sin problemas me conformo.
- A mí me gustaría que por lo menos uno fuera un niños, son muy brutos pero también más noblotes. Ven, ven, vamos a mi casa que mi madre te tiene una sorpresa.
- ¿Una sorpresa?
- Si, ya verás, te va a encantar.
Cogió a Akane de la mano y comenzó a andar con esta siguiéndola. Nada más salir al jardín Akane escuchó unas voces conocidas.
- ¡Yusuke, Hideki! - exclamó sorprendida.
- ¡Akane! - se acercó corriendo hasta ella Hideki y la abrazó.
- ¿Qué hacéis por aquí?
- Hola Akane - saludó Yusuke.
- Queríamos verte - respondió Yusuke - Y mi madre nos ha traído.
- ¿Está también Maron aquí?
- Está con mi madre, creo que en la cocina - contestó Chiharu.
- ¿Has visto que hermanos más guapos tengo? - dijo Akane revolviendo el pelo de Hideki.
- Ya lo creo, lástima que son tan jóvenes para mí.
- Espera que crezca y ya hablaremos - comentó poniendo voz grave Yusuke.
- ¿Cómo estáis? - se interesó Akane.
- Nosotros estamos bien - respondió Hideki - Takato es el que te echa mucho de menos.
- Si, ya sabes como es - añadió Yusuke - Cuando se acuerda de ti se pone a lloriquear.
Después de achuchar un poco a sus hermanos, Akane se dirigió a ver a Maron. Efectivamente estaba sentada en la cocina, con Yoshino, ambas estaban tomando un té con unas pastas.
- Siéntate - le dijo Yoshino después de los saludos mientras se levantaba ella - Apuesto a que aún no has merendado.
- Iba a hacerlo ahora.
- Pues entonces merienda con nosotras ¿Una taza de leche y que más?
- Dame una pieza de fruta, por ejemplo.
- ¿Eso es lo que tienes que tomar? - preguntó Maron - ¿Llevas la dieta correctamente?
- Si, no te preocupes que me la tomo muy en serio.
- Así me gusta ¿Y pasas hambre?
- No, la verdad es que no, me inflo a comer. Me gustaría comer chocolate y cosas dulces, es lo que peor llevo.
Mientras Maron y Akane hablaban Yoshino salió de la cocina y regresó con una bolsa.
- Toma Akane - le ofreció la bolsa - Te lo hemos comprado Maron y yo. Después de salir del médico fuimos a comer y después de compras.
- ¿Me habéis comprado algo? No teníais que haberlo hecho.
- Ya lo sabemos - contestó Maron - Pero no nos hemos resistido.
- No, yo no puedo aceptarlo.
- Déjate de formalismos - gruñó Yoshino - Ábrelos, estamos deseando volver a verlos.
- ¿Vais a darle "eso"? - entró casi corriendo en la cocina Chiharu - ¡Yo quiero verlos!
Akane cogió la bolsa antes de que Yoshino comenzara a entrar en modo "obedece si no quieres verme enfadada", que ya empezaba a conocer el genio de su suegra. Sacó dos cajas delgadas y alargadas. No estaban envueltas, las dos eran iguales, con las mismas letras impresas y ambas tenían un óvalo transparente en la tapa y se podía ver lo que había en su interior.
- Pero... - Akane las miró perpleja.
- Ábrelas - dijo entusiasmada Maron - Verás que cucada.
- ¿No dijimos que no se tenía que comprar nada todavía?
- Vamos a ser abuelas - replicó Yoshino - Lo hemos visto y no nos hemos podido resistir y da gracias que no hemos comprado todo lo que nos gustaba.
- Pero es muy pronto aún y...
- ¡Que lo abras! - gruñó Chiharu impaciente.
Akane abrió una de las cajas y sonrió emocionada. No se imaginaba que ver aquello le iba a producir tanta emoción.
- Es un pijamita - aclaró Chiharu - Para que mis sobrinitos tengan con qué dormir.
Yoshino sacó la prenda. Era un pijama enterizo, de color amarillo, con los puños, pies y cuello de color blanco y el dibujo de un osito bordado en el centro.
- ¿No es una monada? - comentó Maron - Y el otro es igual pero verde.
Akane abrió la otra caja y sacó el otro pijama, efectivamente era igual salvo que de color verde muy claro.
- Lo hemos escogido de estos colores porque pueden ser tanto para niño como para niña - explicó Yoshino - No lo hemos podido evitar.
Por lo que se veía Yoshino y Maron comenzaban a llevarse bastante bien, pensaba Akane, que lástima que su madre fuera como era.
- ¡Que cosa tan pocholada! - exclamaba Chiharu mirando los dos pijamitas.
- ¿Y Shikamaru? - se interesó Maron.
- Estudiando.
Por tercera vez sonaba el timbre en casa de Shikamaru, lo que le hizo suponer que Akane o bien no estaba o no podía ir a abrir la puerta.
Con gesto de cansancio soltó el lapicero y se levantó. Camino de la puerta bostezó y estiró los brazos.
- Pensé que no había nadie - fue lo que dijo Temari cuando por fin vio la puerta abrirse.
- Perdona, es que creí que iba a abrir Akane.
- ¿Es que tú no puedes abrir, so vago?
- Pesada... Estaba estudiando, se supone que es lo que tengo que hacer. Pasa, Shikato no ha llegado todavía.
- Vale, vale, no te quejes tanto.
- ¿Quieres tomar un té?
- ¿Lo tienes que hacer?
- No, Akane hace litros y litros, creo que ahora se ha enganchado al té.
- ¿Y dónde está?
- Supongo que en casa de mis padres. Siéntate.
Temari se sentó en la pequeña silla que le señalaba. Mientras Shikamaru se ocupa de llenar unos vasos con té ella observó la cocina, desde luego no podía decirse que fuera como las cocinas que salen en la tele pero se veía acogedora en su sencillez, además estaba llena de pequeños detalles, seguro que de Akane, unos visillos con florecillas, unos simpáticos botes con caras y un jarrón con flores.
- Como se nota el toque femenino.
- ¿Tú crees?
- Son unas flores muy bonitas.
- ¿Te gustan? Son del jardín, las renuevo a menudo.
- ¿Las pones tú?
- Si ¿Pensabas que lo hacía Akane?
- Pues mira si, esos detalles suelen ser de las mujeres.
- Pues ya ves. Akane no se acerca a las flores, tiene tan mal genio que consigue marchitarlas.
- Desde luego, como eres... Por cierto ¿Tengo que darte la enhorabuena?
- ¿Por?... Ah, ya, por lo de los niños.
- Solo a ti se te ocurre hacerle esa guarrada a Akane. Ya puedes mimarla bien, ahora y después del parto y mantén lejos de ella tus instintos, mira lo que le pasó a mi madre, dicen que dando el pecho no te puedes quedar embarazada... mentira.
- Tranquila, después del parto si se me ocurre acercarme a Akane seguro que me corta las pelotas.
- ¿Y cómo se lo ha tomado?
- No parece que se lo haya tomado muy mal. Soy yo el que estoy acojonado.
- ¿Y eso?
- Tengo terror. De pronto me he dado cuenta de todo lo que se me viene encima.
- ¿Y no te habías dado cuenta antes? Eres bastante lento, genio.
- Que problemático que es todo... Yo... no se, al principio no es que no me asustara pero pensé que no sería demasiado problemático, era un niño y Akane es muy activa y... yo que se. Mi padre decía que me estaba agarrando al niño para tener a Akane a mi lado y supongo que tenía razón de alguna forma. Pero ahora... son dos, de pronto me he dado cuenta de que son dos, dos pequeñas personas que van a depender de mí y... dos. Creía que aunque pasáramos un poco de estrecheces podríamos tener un hijo, no lo veía fácil pero contaba con varias cosas pero dos... no se como vamos a poder apañárnosla.
- ¿Vas a ponerte a llorar?
- Más quisieras tu para poder reírte de mí - se oyó como abrían la puerta de la calle - Mira, ahí tienes a Shikato ¡Shikato, estamos en la cocina!
- ¡Hola familia! - entró con cara de cansancio - ¡Hombre, Temari! ¿Qué haces por aquí?
- ¿Te molesta de haya venido?
- En absoluto. Necesito un café urgente ¿Ha hecho Akane?
- Si, en la cafetera - respondió Shikamaru.
- Espero que no tengáis a Akane de criada - comentó Temari.
- ¿Qué dices? - respondió Shikato - Esto lo hace ella porque quiere y porque no puede estarse quietecita. Somos nosotros los que somos sus esclavos.
- Espero que así sea, por vuestro bien.
- Bueno ¿Y que te ha traído por aquí? - volvió a preguntar Shikato.
- Tu. Venía a ver si te apetecía salir a dar una vuelta.
- ¿Me estás pidiendo una cita?
- Te estoy diciendo que si te apetece salir a dar una vuelta.
- Es lo mismo.
- No exactamente. Bueno ¿Te apetece o no?
- Claro que me apetece ¿Es que me echabas de menos?
- No particularmente.
- Mentirosa.
- Simplemente me apetecía dar una vuelta y no quería hacerlo sola y me acordé de ti. Y de cualquier forma, te aviso, machito, que no soy una chica que se quede esperando en casita a esperar a que al chico le entren ganas de llamarla.
- ¿Eso significa?
- Que si me apetece salir, salgo, si me apetece invitar a un amigo, lo hago y si me apeteciese tener una cita con un chico le llamo ¿Algún problema?
- No, para nada, chica dura.
- Bueno, yo os voy a dejar - habló Shikamaru levantándose.
- ¿Habéis ido hoy al médico? - preguntó Shikato.
- Si, si hemos ido.
- ¿Y que os ha dicho? ¿Akane está bien?
- Si, Akane está muy bien.
Temari rompió a reír.
- ¿Pasa algo? - curioseó Shikato.
- Mendokusei - suspiró Shikamaru.
- Venga, machote, díselo - le animó Temari.
- Akane... vamos a tener dos.
- ¿Cómo dos? ¿Qué dos?
- Dos centollos si te parece - gruñó Shikamaru - Parece que trae mellizos.
- ¿Quieres decir que...? ¿Qué Akane...? ¿Pero que le has hecho, primo?
- ¿Yo?
- Hombre no, desde luego yo no he sido ¿Qué no tenías bastante con embarzarla de uno? No querías que se te escapará ¿eh, pillín? - sonrió.
- Si, claro, en eso estaba yo pensando.
- Desde luego primo, para lo flojo que eres tu quien diría que algo producido por ti podría ser tan espabilado.
- No te burles de él - habló Temari con condescendencia - El pobre está acojonadito.
- Si - volvió a sonreír Shikato - Debe tener los huevos metidos para dentro.
- Pasa de mí, anda, me aburres - se quejó Shikamaru.
- ¿Dónde está Akane?
- Supongo que con mi madre, poniéndome a parir.
- ¿Está muy enfadada?
- No, parece... normal.
- Eso es ahora, espera a que para y verás como si estará enfadada. Voy a saludarla.
- Voy contigo - propuso Temari.
...
Kisuke, sentado en un sillón del salón de su casa, observaba como Iruka explicaba a Jisei porqué había hecho mal uno de los ejercicios.
- Las manos quietecitas y donde yo pueda verlas - les avisó.
- Pero que plasta que eres, anda, pon la televisión y entretente un rato o vete a tomar algo por ahí - gruñó Jisei.
- No quiero, es mi obligación con hermano mayor velar por tu honra.
- ¿Quieres trabajar de carabina? - se burló Iruka.
- Por supuesto, alguien tiene que velar por la decencia de esta familia. No es conveniente que una chica esté a solas con un hombre.
- Iruka no es un hombre - protestó Jisei - Es Iruka.
- Hombre, gracias por lo que me toca - se quejó Iruka.
- Quiero decir que tú no eres un pervertido que vaya a aprovechar para meterme mano.
- ¡Ja! - repuso Kisuke - Eso es lo que tú te crees. Fíate tú de un santo y no corras.
- ¿Estás mosqueado conmigo, Kisuke? - curioseó Iruka.
- No, en realidad no, prefiero que seas tú quien salga con mi hermana que cualquier otro pringadillo, al menos contigo tengo confianza para darte collejas si te pasas.
- Vale ya, Kisuke - protestó Jisei - Tú llevas saliendo años con montones de chicas y no voy yo incordiándote.
- Es distinto, tú eres mi hermana.
- Y ti mi hermano.
- Pues yo no me fio de Iruka, le he visto ligando y tiene mucho peligro.
Jisei miró intrigada a Iruka.
- No le hagas ni caso, no sabe lo que dice.
- Que te cuente lo que liga con eso de que es profesor. A las tías les da mucho morbo jugar a eso del profesor y la alumna.
Jisei volvió a mirar interrogativa a Iruka.
- Si tengo que contar las veces que he ligado con los dedos de las manos - Iruka mostró su mano derecha con los dedos levantados - Entonces, espera que cuente...
- ¿Tienes bastante con los dedos de una mano? - inquirió Jisei.
- Y me sobran, vamos, hasta contando con los muñones me sobran.
- Anda Kisuke, haz algo útil y abre la puerta - dijo Jisei al oír el timbre.
- Ya voy pero cuidadín que os vigilo. Que blando es papá, conmigo teníais que haber dado.
- Bueno Iruka, tu sigue explicándome esto. La verdad es que estas clases particulares me encantan.
- Y a mí es la primera vez que me encanta dar clases sin cobrar.
- Mira por donde al final voy a sacar hasta provecho de todo esto.
- Oye ¿Tú crees que Kisuke está molesto conmigo?
- No, está como siempre. Lo que pasa es que creo que está molesto conmigo, le he quitado a su amigo y compañero de juergas.
- Hola Ryuko - oyeron a Kisuke - ¿Qué tal estás?
- Hola Kisuke ¿Está Jisei?
- Si, pasa, pasa. Te veo muy guapa.
- Gracias.
Iruka miró asustado a Jisei.
- No te preocupes, alguna vez tenía que ser.
- ¿Ryuko sabe lo nuestro?
- Pues claro. Mi padre me dio permiso para salir con un pretendiente ¿Crees que no iba a contárselo a mis amigas?
- Hola Jisei - dijo Ryuko al entrar - Perdón ¿Vengo en mal momento?
- Para nada, pasa. Bueno, conocer a Iruka ¿no?
- Hola Ryuko - habló Iruka de la forma más natural posible.
- Hola sensei.
- No me llames sensei, aquí soy Iruka, solo Iruka.
- Si mujer - intervino Kisuke - No te antes con formalidades, mi hermana le mete mano y todo, hay confianza.
- ¡Kisuke! - gruñó Jisei - No le hagas ni caso ¿Qué te pasa? ¿Y Chouji?
- Es que... Ino le ha llamado, ha dicho que tenía que hablar con él.
- ¿Y no has ido tú también?
- Si pero... parece que molestaba a Ino.
- ¡Tócate las narices! - exclamó Jisei - O sea que tu molestabas y te las ido.
Ryuko puso cara de pena.
- No es que yo la molestase pero creo que no quería que yo escuchase lo que le iba a contar.
- Vaya un novio tonto que tienes - añadió Kisuke - Mira que dejar que te fueras.
- No, si él no quería que me fuera pero...
- A Chouji lo que le pasa es que es demasiado bueno, de tan bueno que es ya es tonto, eso si - indicó Jisei.
- ¿Y que os parece si salimos nosotros cuatro a dar una vuelta? - propuso Kisuke - Venga Jisei, no seas aburrida, deja eso ya para mañana. Ryuko necesita un poco de distracción.
- Me parece una buena idea - secundó Iruka, aquella era una situación un poco incómoda, salir a pasear con una de sus alumnas siendo ya formalmente "pretendiente" de otra de ellas no parecía muy normal pero como Jisei había dicho, alguna vez tenía que ser la primera y él tendría que acostumbrarse a frecuentar con los amigos de Jisei, no iba a separarla de ellos.
...
Shikato y Temari estaban a punto de marcharse. Shikaku había llegado hacía unos minutos y enseñaba a Akane la autorización que él mismo había firmado para que Akane pudiese trabajar; como ahora Akane era una Nara él se había convertido en su tutor legal.
- Comienzas el 1 de Noviembre ¿Te parece bien?
- Me parece estupendo ¿Has visto Shikamaru? Aunque sea poco, será una ayuda.
- ¿No será demasiado cansado para Akane? - preguntó este.
- Para nada - contestó Yoshino - A ver si te piensas que vamos a darle a Akane un trabajo duro.
- Shikamaru está un poco asustado con lo de los mellizos - apuntó Chiharu.
- ¿Estás asustado? - se interesó Shikaku.
- Un poco.
- Bueeeeno, pues entonces creo que es el momento de una charla entre Naras. Anda, vamos al bar a charlar.
- ¿Es necesario que te lo lleves al bar? - gruñó Yoshino.
- Por supuesto, los hombres hablamos mejor ante una buena cerveza o sake, ya veremos.
- ¿Vas a llevar a tu hijo a beber? - volvió a gruñir Yoshino.
- Es solo un momento, no te pongas así, ya es un hombre, todo un hombre que va a tener mellizos - dijo cogiendo a su hijo de la nuca - Ven tu con nosotros también, Shikato, no vamos a tardar.
- Pero yo es que iba a salir con Temari a dar una vuelta.
- ¡Bah, no vamos a tardar nada! ¡Solo un traguito! ¡Vamos, ven!
...
Kushina daba vueltas haciendo círculos por el comedor de su casa. Era evidente que estaba nerviosa, apretaba los labios con fuerza y movía continuamente las manos.
- Se va a enterar, te juro que de esta se va a enterar ¡dattebane!
- Siéntate un poco y relájate - le decía Minato sentado desde el sofá.
- ¿Cómo quieres que me tranquilice? ¡No puedo tranquilizarme! ¿Has visto que hora es? Ahora que este se entera, vaya si se entera.
Minato se levantó y la detuvo abrazándola.
- Ya, ya se acabó, no pasa nada, siéntate conmigo.
- ¿Y si le ha pasado algo?
- No le ha pasado nada, solo se ha despistado.
- Me oye, este hoy me oye, vaya que si me oye.
Sin dejar de gruñir y maldecir entre dientes se sentó en el sofá.
- Tu misma dijiste que es una reacción normal.
- Normal si pero podía al meno llamar ¿no?
Se oyeron unas llaves introduciéndose en la cerradura de la puerta y Kushina se levantó rápidamente como si el asiento quemase y corrió a la puerta.
- ¿Crees que estas son horas de venir, ttebane? - gritó furiosa a su hijo.
- Lo siento.
Naruto bajó la mirada, terminó de entrar en la casa y cerró a sus espaldas.
- ¿Lo siento? ¿Lo siento? ¿Es eso lo único que se te ocurre decir? - volvió a gritar Kushina.
- No me he dado cuenta de la hora que era.
- ¿Y para qué quieres el móvil?
- Me quedé sin batería.
- Naruto ¿Te encuentras bien? - se interesó Minato.
- Si, estoy bien. Estoy cansado, voy a dormir.
- ¿Qué te vas a dormir? - bramó Kushina - ¿Así sin cenar ni nada?
- No tengo hambre.
Minato cogió a Kushina del brazo para detenerla, realmente por unos segundos pensó que iba a meterle uno de sus famosos capones. Kushina le miró enfadada y él le devolvió una mirada preocupada.
Mientras Naruto caminó entre ellos de forma lenta y pesada hasta su habitación.
- ¿Por qué me sujetas? - recriminó Kushina a su marido.
- ¿No ves lo decaído que se encuentra?
- Eso me da igual, bueno no me da igual, de eso ya me ocuparé luego pero tiene que entender que no puede venir a estas horas, no puede quedarse toda la tarde por ahí, vete tú a saber dónde, sin dar señales de vida y aparecer como si nada.
- Tú siempre les dices a los padres que hay que saber escuchar a los hijos.
- ¡Ya se lo que les digo, dattebane! ¡Pero se trata de Naruto! ¡Es mi hijo y ahora no soy una psicóloga, soy una madre enfadada, muy enfadada!
- ¿Y si hablamos mejor mañana con él?
- ¿Mañana? ¡Mañana se me habrá pasado el cabreo!
Kushina se dirigió con paso firme hacia la habitación de Naruto; la puerta estaba cerrada aunque eso no fue impedimento para ella que la abrió de par en par y entró. Naruto estaba tumbado en la cama boca abajo, con la cabeza escondida entre la almohada.
- ¿Se puede saber dónde has estado toda la tarde?
- He estado con Gaara - respondió levantando un poco la cabeza.
- Eso ya lo sé, he estado llamando a todos tus amigos, por suerte Kankuro sabía que estabas con su hermano ¿Pero que has estado haciendo?
- Nada - dijo incorporándose y sentándose en la cama - Solo charlando.
- ¿Toda la tarde solamente hablando? ¿De qué hablabais tanto?
- De cosas, dattebayo.
- ¿Es que habéis solucionado el hambre mundial o algo así?
- Déjalo mamá, no he estado haciendo nada malo, solo hablar. Hemos hablado de él, de cómo se siente, de cómo se sentía, de mí, de cómo me siento... se me ha pasado el tiempo sin darme cuenta.
- ¿Es por lo de Ino?
- ¿Qué sabes tú de Ino? - la miró directamente.
- Se que va a tener una cita con Sasuke ¿Es por eso?
Naruto se levantó y se acercó a una estantería donde podían verse un montón de mangas, unas figuritas de su serie favorita y una hucha de arcilla en forma de sapo.
- No es por eso - respondió - Se que a Ino eso la va a ayudar, seguro que se va a poner muy guapa para la cita y se sentirá especial, lo se, la conozco y eso a lo mejor la ayuda a ver lo bonita que es y que si ha sido elegida entre varias chicas será por algo ¿no?
- Entonces ¿Qué es lo que te pasa?
- Es por Sasuke, es que no le entiendo, no se qué le pasa, siento que le estoy perdiendo como amigo y no quiero que sea así.
- ¿Estás preocupado por Sasuke, ttebane?
- Creo que se siente muy solo y muy mal.
- ¿Pero a ti que te pasa, dattebane? ¿Es que te has vuelto tonto o algo así? - gritó - Están a punto de quitarte a la chica que te gusta y te da pena tu rival ¡Naruto reacciona!
- ¿Es que no lo entiendes? - gritó él también - ¡Yo no puedo ponerme celoso porque Ino no es mi novia, ni nada!
- ¡Pero tienes que hacer algo, dattebane!
- ¿Qué quieres que haga, dattebayo? ¿Le monto una escena delante de Sasuke? ¿Es eso lo que tengo que hacer?
- ¡No! ¡No quiero que te humilles delante de Sasuke!
- ¿Entonces qué hago? - gritó aún más - ¡Dímelo tu porque yo no lo se! ¡Dímelo!
Naruto dio un golpe a la estantería y la hucha de arcilla con forma de rana cayó de forma estrepitosa contra el suelo. Naruto y Kushina se asustaron los dos y vieron como esta se hacía pedazos y el dinero se esparcía entre ellos.
- ¿Qué hago, mamá? - se lamentó Naruto agachándose - ¿Qué hago? No se lo que me pasa, no sé por qué me duele tanto el pecho, cada vez que pienso en Ino siento como si me oprimiesen - comenzó a recoger lentamente los pedazos de la hucha con los ojos llenos de lágrimas - Pero cuando pienso en Sasuke yo... solo quiero que todo vuelva a ser como antes... Quiero que Ino se sienta bien y esté contenta y de veras creo que va a ser algo bueno para ella pero no puedo evitar... que me duela y se que a Sasuke no... esto solo va a servir para alejarle más de mí...
Era difícil para Naruto expresar la tremenda confusión que sentía dentro de él. Pensar en Ino, en lo positivo que sería para ella pero en la envidia que a la vez sentía; pensar en Sasuke, en la envidia que le daba pero también a su vez pena por él... todos esos pensamientos no hacía sino dar vueltas en su cabeza de forma continua, mezclándose, formando a su vez ideas cada vez más absurdas.
Kushina sintió romperse su corazón, ver a si a su hijo era más de lo que esperaba. Ahora se sentía completamente impotente porque sus propios consejos no la ayudaban, ni siquiera los quería escuchar. Viendo a Naruto recoger los pedazos rotos de la hucha mientras sollozaba decidió que ya bastaba, no era el momento oportuno para seguir con esa discusión. Se marchó de la habitación y cerró la puerta, Minato la esperaba fuera apoyado en una de la paredes.
- ¿Por qué no me has detenido, ttebane? - le dijo con voz triste.
- Porque cuando te pones así no escuchas a nadie.
- He hecho daño a Naruto ¿Por qué me has dejado?
- ¿Me ibas a haber escuchado?
- Pero...
Kushina comenzó a llorar, Minato se acercó a ella y la abrazó.
- Ya, no pasa nada. Naruto se está haciendo mayor, a todo el mundo le pasa.
Desde su habitación, con la puerta abierta mínimamente, Minako había sido testigo de todo lo acontecido en su familia ¡cómo para no haberse enterado con los gritos de su madre! Ahora se sentía muy mal y con ganas de llorar, no solo llorar, si no de gritar ella también por la rabia que le daba todo eso.
- Todo es culpa de Ino - habló entre dientes - Todo es su culpa.
...
- Bien - decía Yoshino con evidente mal humor - Se acabó el esperar, vamos a cenar. Temari ¿Te quieres quedar con nosotras?
- No gracias, no quiero molestar, será mejor que me marche.
- No molestas, además tenemos cena de sobra ¿verdad Akane? Te puedes cenar lo de mi marido, lo de Shikamaru y lo de Shikato porque ellos hoy no lo harán.
- ¿No les esperamos un poco más?- preguntó Chiharu.
- ¿Te parece que no les hemos esperado ya bastante? Tu padre y sus cosas de "hombres", te juro que no se como le aguanto a veces. Vamos, Temari, Chiharu, ayudarme a poner la mesa y tu Akane siéntate un poco.
- ¿Y qué haremos cuando vengan? - preguntó de nuevo Chiharu.
- No te preocupes que ganas de comer no van a traer, eso te lo aseguro y cuando me vean a mi menos tendrán.