domingo, 14 de septiembre de 2014

204. La búsqueda personal de Neji

Por enésima vez Sasori llamaba a Sakura al móvil pero de nuevo nadie contestaba y era extraño porque según su reloj debían estar en el cambio de clases; sería que Sakura no se había llevado el teléfono al instituto. Si, debía ser eso. Tendría que llamar a otra persona, necesitaba hacerle llegar a Sakura donde estaba y que no se preocupase y sabía que Konan tampoco tenía la costumbre de llevar el móvil al instituto… ¿A quién llamaba?
Estaba fuera de la sala de espera del hospital y mirando la agenda para ver de quien tenía el número cuando Genma le abordó.
- Ya han llamado a Kikyo, van a hacerle una radiografía.
- Pues ya era hora.
- Voy a entrar con ella.
- ¿Entonces yo me puedo marchar?
- No, quédate, no sea que venga Shizune.
Genma se marchó sin decir nada más ¿Y por qué tenía que quedarse? ¿Y por qué tardaba tanto Shizune en llegar? Todo era de lo más molesto.
Después de repasar sus números de teléfono se dio cuenta de que no tenía el número de ni uno de los amigos de Sakura, bueno, al menos tenía el de Stella, la llamaría a ella.
Pues no, no tenía él la suerte a su favor. Tras varios intentos Stella tampoco cogía el teléfono. En fin, le quedaba la opción de Tobi, pero ya se le había acabado el tiempo, ya debían haber comenzado la siguiente clase.
Miró el reloj y para asegurarse preguntó la hora a una de las personas que estaban allí. Si, su reloj no estaba adelantado, ni atrasado… tenía un mal presentimiento y empezaba a sentir acidez en el estómago y eso siempre le pasaba cuando iba a suceder algo malo; le pasaba de pequeño, cuando sus padres tenían que viajar por culpa de su trabajo, le pasó cuando tuvieron el accidente, también lo sintió cuando se despertó en el hospital y el día del incidente de Sakura… algo malo iba a pasar, no era Jisei la única que tenía "presentimientos".
Una gota le dio de improviso en la cara e inmediatamente le siguieron unas cuantas más. Sasori miró al cielo, estaba bastante nublado, sería mejor entrar de nuevo en la sala de espera, a fin de cuentas tampoco podía hacer nada más. Esperar.
Lo que Sasori no sabía es que en ese mismo momento, en ese mismo edificio, estaba Naruto y que este le hubiese ayudado en su pequeño problema, pero Naruto también ignoraba que Sasori estaba en urgencias y ahora, junto con su madre, recorría de nuevo los pasillos del hospital.
- ¿A dónde vamos, mamá?
- A ver a una amiga. Están haciéndole unas pruebas y quiero ver como se encuentra. No te preocupes que no vamos a tardar demasiado. Si quieres espérame abajo o en la cafetería.
- No, es igual, voy contigo.
- Casi es mejor que me esperes en la cafetería. Voy a darte dinero y te pides un refresco. Es que lo de mi amiga es un tema… de mujeres y lo mismo te sientes incómodo.
- Ah, ya entiendo. Bueno, pues te espero en la cafetería.
Naruto dio la vuelta y volvió a desandar los pasos andados por los pasillos del hospital. Empezó a plantearse la idea de ir a la pequeña tienda que había cerca del hospital y comprar alguna revista de crucigramas o sudokus, no es que se le dieran muy bien pero le entretendrían. Al llegar a la puerta principal de hospital se dio cuenta de que había comenzado a llover, en ese momento se le pasaron las ganas de hacer sudokus, mejor iría directo a la cafetería.
Si Naruto hubiese salido a la tienda se habría encontrado con Sasori, que también había decidido comprarse una de esas revistas y seguramente este le hubiese contado lo que pasaba con Kikyo pero Naruto no salió, fue a la cafetería y, casualidades de la vida, fue a otro compañero al que vio.
Neji, sentado en una mesa cerca del ventanal de la cafetería miraba a través como caía la lluvia. Se sentía nervioso y muy cansado, apenas había dormido esa noche y ahora no era porque la imagen de Hinata se colase en sus pensamientos y le confundiese, esta vez había tenido una razón que le causaba dolor y angustia.
Tenía una sensación horrible en el pecho, sentía que se lo estaban estrujando por dentro, era un dolor más fuerte que el que sintió cuando se dio cuenta de que estaba perdiendo a Temari, más doloroso que cualquier otro que recordase… o quizás si lo recordaba.
Resopló y dio un sorbo del café que había pedido cuando una voz chillona y conocida le sorprendió.
- ¡Neji! ¿Qué haces aquí, ttebayo?
Naruto caminaba alegre hacia él saludándole levantando una mano.
- ¿Naruto?
- Que bueno que nos encontremos ¿No? ¿A qué has venido? – dijo sentándose enfrente de él.
- He venido a acompañar a… mi tía Hikari ¿Y tú?
- ¡Anda claro! Si es verdad que ayer Hinata dijo que hoy le hacían unas pruebas… oye…estoy pensando que mi madre me ha dicho que iba a ver a una amiga que le estaban haciendo unas pruebas ¿A que va a ser tu tía?
- Puede ser que sí.
- Apuesto a que sí. Yo he venido a comer con Ino. Es que mi madre ha tenido una idea y ya sabes como es mi madre que… - Naruto se quedó mirando a Neji que distraídamente volvía a mirar por el ventanal – Oye Neji ¿Te encuentras mal?
- Estoy muy asustado, Naruto.
- Es raro ver asustado a Neji Hyuuga, vaya que sí.
- Pues lo estoy. No… no puede estar pasando eso, si le pasase algo a mi tía estoy seguro de no poder superarlo. Siento un ahogo, algo en mi garganta y una pena tremenda. La vida es una porquería Naruto…
Hacía mucho tiempo que Naruto no veía a Neji tan abatido y tan dolido con el mundo.
-Ya verás que no va a ser nada malo. En realidad la mayoría de las mujeres que vienen porque se han encontrado bultos resulta que no son bultos malignos, claro que hacen bien en venir, por precaución, pero es que el cuerpo de la mujer es muy complicado, ttebayo.
Neji esbozó una sonrisa.
- Es cierto, es que están llenas de hormonas que les corren cuando tienen la regla, cuando no la tienen, cuando ovulan y yo que sé que más.
- Pareces experto en mujeres.
- Pues claro. Cuando era pequeño venía mucho por aquí, mi madre tenía unas terapias para ayudar a las mujeres que les pasaban cosas y uno oye, porque por eso tiene las orejas siempre puestas y las mujeres hablan mucho, no sabes bien tú lo que hablan y hablan de todo, no te creas que les da vergüenza hablar de cosas privadas y… Neji… va a estar bien, ya lo verás.
- Tú siempre tan optimista. Ayer pensé que Hinata nos había mentido sobre lo del bulto.
- ¿Y por qué pensaste eso?
- Porque… porque durante la cena mi tía estaba tranquila y sonreía y… pensé que Hinata había mentido sobre lo del bulto y que era una excusa que se había inventado para salir del apuro en el que se encontraba.
- ¿Qué puro?
- Es que yo os vi. Vi como Hinata se reunía contigo y os abrazabais… y luego apareció Gaara, lo que no dejaba de ser una situación comprometida.
- ¿Y por qué puedo abrazar a Hinata, ttebayo? Es mi amiga y estaba preocupada y creí que necesitaba un abrazo.
- Ya, pero sin saber lo que pasaba podía dar lugar a malentendidos.
- ¿Qué malentendidos? ¡Ah! ¡Pensaste que estaba liado con Hinata! ¿Pero cómo pudiste pensar eso?
- Es que Hinata siempre ha estado enamorada de ti y…
- ¡Si Hinata está saliendo con Gaara! ¡Y Gaara es mi amigo! Yo nunca le haría algo como eso a un amigo ¿Pero qué dices, ttebayo? ¿Cómo iba a engañar Hinata a Gaara conmigo? ¿Cómo iba a engañar yo a Gaara?
- Ya, ya lo sé, es algo ridículo… aunque Hinata es una mujer y mi experiencia me dice que las mujeres pueden ser muy… desleales… a lo mejor no es culpa de Hinata, a lo mejor es su naturaleza, que no lo pueden evitar.
- ¿Y no será que te pusiste celoso, dattebayo?
- ¿Celoso? ¿Por qué iba a ponerme yo celoso?
- Pues porque Hinata es tu prima, no, es más que tu prima, es tu hermana, os habéis criado juntos, habéis tenido la misma madre, porque su madre os ha criado a los dos, así que también es tu madre y además Hinata a veces te llama "hermano" y a lo mejor te sienta mal que no te cuente lo que le preocupa.
- No estoy celoso. Lo que pasa es que… Neji necesitaba contarle a alguien lo que le pasaba, aunque sonara ridículo u horrible, porque si no iba a explotarle la cabeza de tantas vueltas que le daba – Naruto, a mí me pasa algo que no debería pasarme.
- ¿Quieres decir que tienes un problema?
Naruto se acercó mirando inquisidor a Neji. Había algo en la mirada azul de Naruto que siempre parecía atravesar sus pensamientos.
Neji guardó silencio y Naruto siguió observándole.
- Sí, sí que tengo un problema – dijo al fin.
- ¿y es un problema de verdad?
- ¿Cómo que si es un problema de verdad?
- A veces nos creamos problemas nosotros mismos, no hay problema ninguno pero como somos desdichados por lo que sea pues nos creamos problemas.
Neji miró confundido a Naruto, no comprendía bien lo que estaba diciendo pero dentro de lo absurdo que parecía le daba la impresión de que no dejaba de tener razón ¿Y si a él no le pasaba nada? ¿Y si su mente se había inventado que le gustaba Hinata solo para centrarse en ese problema y así olvidarse de Temari?
- Sea lo que sea, Naruto, te aseguro una cosa… en estos momentos ya no tiene importancia ninguna, lo único que importa es que mi tía esté bien, todo lo demás ha pasado a ser… una tontería.
Era cierto. Ya a Neji le daba todo igual, incluidos esos sentimientos que creía haber despertado por Hinata, eso ahora le parecía superfluo e inconsistente, porque para Neji su tía Hikari era… era su segunda madre y el miedo a perder de nueva a otra madre era lo más terrorífico que podía sentir.
- Pues será una tontería pero ahora me has dejado con la intriga. Vamos, Neji suéltalo de una vez, dílo.
- ¿El qué?
- Que te gusta Hinata, dilo y así podré decirte lo tonto que eres, ttebayo.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Es que se me nota?
- Mira Neji, no, no te gusta Hinata, solo te sientes atraído por ella porque… porque está a tu lado y es amable contigo y porque no se parece en nada a Temari, y vale, si, Hinata es muy guapa pero es tu prima, es... es imposible que te guste Hinata, no puede ser, porque además eres tú, eres Neji Hyuuga, el tío más formal que he conocido en mi vida y más recto y más… estirado.
- ¿Estirado?
- ¡Es que no sé cómo definirte, ttebayo!
- Pero yo…
- Pero tú nada. Lo tuyo con Temari no ha salido bien, pues es una pena per a otra cosa mariposa. Ya está, no pasa nada, a mí también me dolió descubrir que Sakura no sentía nada por mí.
- Eso se sabía desde siempre.
- Bueno, pero yo tenía esperanzas, la esperanza nunca se pierde ¿no? Y me dolió darme cuenta de que me tenía en la "friendzone" y siempre me iba a tener allí pero ha sido estupendo porque cuando me di cuenta pues vi que había más chicas y entonces Ino… o sea, que… ¡tú ya me entiendes, ttebayo!
Neji se quedó mirando los ojos azules de Naruto, tenían ese brillo tan especial que Neji ya conocía, esa especie de fogosidad que parecía escaparse de él cuando defendía lo que creía justo. Hace años Naruto tenía ese mismo apasionamiento ante él mientras le explicaba que su actitud agresiva hacía Hinata no era apropiada, ni justa; esa vez le convenció y ahora también estaba a punto de hacerlo porque Naruto tenía toda la razón y porque hacía ya unas horas que Neji había comprendido porqué de pequeño tenía tanta envidia de Hinata, porqué pensaba que el mundo era muy injusto robándole a él su madre; no era rabia lo que sentía, era miedo de que le separasen de esa otra madre que había encontrado, miedo de que un día le echaran de casa, miedo de que le separasen de esos brazos que le protegían, ahora, cerraba los ojos y recordaba las palabras de su tía esa misma mañana, cuando muy temprano la encontró llorando en la cocina, preocupada por esas pruebas y cansada de sonreír y fingir que no pasaba miedo.
"…
- ¿Te lo ha dicho Hinata, verdad? – preguntó temblándole la voz después de que Neji le explicase que sabía lo que le pasaba y le hiciese saber lo preocupado que estaba.
- ¿Por qué no me lo habías contado?
- Porque no quería preocuparos, ni a ti, ni a Hanabi. Solo lo sabe Hinata y porque me gustaría que si la biopsia dice que es un tumor maligno, ella se hiciera una mamografía. Estas cosas son por lo visto genéticas y cuanto antes se cojan, mejor.
- No digas eso, tú no tienes nada malo.
- Seguro que no, pero puede que haya una posibilidad de que…
- No – contestó tajante.
- Es bueno que seamos optimistas – sonrió – Y no tenemos que tener miedo, aun siendo lo peor hoy en día la medicina ha avanzado mucho y...
- No digas esas cosas si aún no sabes lo que es – la interrumpió – Además… no voy a perderte a ti también.
- ¡Pues claro que no! – casi rio – No pienso morirme. Puede que me tengan que operar y pase una temporada un poco delicada pero para eso estáis mis hijos, para cuidarme. Neji… tienes que prometerme que… - Neji alzó la cabeza y la miró – Para mí eres mi hijo, me da igual lo que digan los papeles, eres mi hijo y estoy muy orgullosa de ti, siempre lo he estado y tu tío está pensando en adoptarte pero… como persona responsable que eres quisiera que te ocupes de que se respeten los derechos de Hinata; entiéndelo, tu serías el primogénito y eso te daría unos derechos que hasta ahora han sido de ella y no considero justo que…
- No te preocupes que nunca le quitaré a Hinata sus derechos pero no hables más como si tú no fueras a estar aquí.
- Oh, sí estaré, ya lo verás que sí. Ya te he dicho que no pienso morirme. Tengo demasiadas cosas que hacer aún. Ver como termináis los estudios y encontráis buenos trabajos, ver como os casáis los tres con buenas personas y conocer a mis nietos, no pienso morirme sin conocer a mis nietos y disfrutar de ellos. Además, el día que el juez nos concedió tu tutela y te trajimos a casa, yo, fui al cementerio y le juré a tu madre que te ayudaría a ser un hombre del que ella se sintiese orgullosa.
…"
Por primera vez Neji comprendió lo afortunado que era al poder decir que él había tenido dos madres y que tenía una familia que no quería volver a perder y por último, se dio cuenta de que si su tía se enterase de lo que él "creía" sentir por Hinata eso solo añadiría dolor y preocupación y eso no, él nunca haría sufrir a su madre Hikari.
Habían terminado las clases. Sakura salía del instituto acompañada de Jisei y Konan con evidente mal humor. Sasori no había regresado ¿Qué pasaba que no había regresado? Apostaba a que después de que le hicieran a Kikyo lo que fuera que le hicieran en el hospital, él la había acompañado a su casa, porque no era normal que tardase tanto.
- No creas – opinaba Jisei – En los hospitales a veces tardan mucho en atenderte.
- ¡Y una mierda! – gruñía Sakura.
- Sakura – interrumpió Stella – Perdona ¿Puedo hablar contigo?
- Sí, claro.
Stella miró a Jisei y Konan, la verdad es que esperaba hablar a solas con Sakura pero estas no parecían darse cuenta, además se acercaban también Sumire, Kankuro, Ryuko y Chouji.
- Bueno, es que yo quería pedirte disculpas… o algo parecido.
- ¿Disculpas?
- Es que me da la impresión de que todo lo que te ha pasado ha sido un poco por mi culpa. No por mi culpa, mas bien que algo he tenido que ver.
- Eso no es cierto – añadió Tayuya que había llegado detrás de Stella – No la hagas ni caso.
- Pero es que Kikyo y yo siempre hemos estado juntas y yo creo que ahora piensa que la quiero hacer de lado y sustituirla por vosotros. No le entra en la cabeza que solo quiero relacionarme con la gente y que quiero cambiar, no es que quiera rechazarla a ella pero para mí que piensa que es eso. A ella le gustaba Sasori y Sasori está saliendo contigo, Sakura y luego yo quiero hacerme tu amiga… yo creo que está dolida.
- Lo que pasa es que es un mal bicho – sentenció Jisei – Y ya está. No lo pienses más, Stella, tu no le dijiste que drogara a Sakura ¿no? Lo hizo porque es rencorosa y quería vengarse, seguramente porque le gustaba Sasori y porque es un mal bicho.
- Otra vez con lo del mal bicho – se quejó Sumire - ¡Oye! ¡Ryuko! ¡Que me tienes que contar como conociste a Jisei! Venga, ven, ven, empieza a largar.
- ¿Qué cómo conocí a Jisei? Pues en el colegio.
- No, hombre, me refiero a como os hicisteis amigas, que sé que hay una historia, venga, cuenta.
- Si, venga, cuenta, que ya estamos todos con la intriga – confirmó Chouji.
- ¿Es que no te lo ha contado Jisei?
- Dice que tú lo cuentas mejor. Empieza.
- No te queda otra que contarlo – rio Kankuro.
Mientras Jisei continuaba hablando con Stella, Sakura, Konan y Tayuya, Sumire agarró del brazo a Ryuko y comenzó a andar seguidas de Chouji y Kankuro.
- ¿Cuándo la conociste? – interrogó Sumire.
- Cuando empezamos primaria. Primero conocí a Akane en la guardería y luego vino Jisei, la verdad es que sí que es una anécdota curiosa.
- Pues empieza entonces – apremió Kankuro.
- A Jisei la conocí al empezar primaria. Ella no iba a la misma guardería que Akane y que yo, bueno, iba contigo y con Ten-Ten, creo, o sea que la conocí después. Yo estaba muy nerviosa porque tenía miedo de que en el nuevo colegio me separaran de Akane, era la única amiga que tenía así que no quería perderla, y pasé unos días con dolor de tripita porque los nervios se me agarraron al estómago pero por suerte resultó que no, no nos separaron, que suerte que habíamos tenido porque de verdad que no soportaría estar sola de nuevo.
- Siempre has sido igual de miedosa, Ryuko – comentó Chouji.
- No lo puedo evitar, soy así.
- Tú sigue, sigue – insistía Sumire.
- Teníamos nuevos compañeros, entre ellos una niña de pelo negro, largo, bonito y brillante, con unos ojos verdes oscuros y carita de ángel; era sin duda la niña más guapa que había visto y se llamaba Jisei, un nombre bien curioso. Esta niña de pelo envidiado por nosotras siempre iba con otra, también morena, aunque no con el pelo tan bonito y ojos burdeos que se llamaba Kikyo; la verdad es que no hablaban con nosotras, se sentaban bastante alejadas y durante el recreo nunca jugábamos juntas pero yo me di cuenta de que Jisei nos miraba con frecuencia, a lo mejor es que quería acercarse y decirnos algo pero no se atrevía. Pero de pronto Akane y Kikyo comenzaron a llevarse bastante mal, no recuerdo lo que pasó, ni que inició aquello pero no se soportaban, cada vez que se juntaban en la fila, por ejemplo, terminaban discutiendo y hasta en una ocasión casi se pelearon.
- A saber – sonrió Kankuro – Kikyo es muy borde cuando quiere y Akane es de gatillo fácil. Estando las dos juntas es fácil adivinar que iba a pasar algo.
- Nada, por más que pienso no logro recordar que fue lo que pasó para que esa rivalidad pero tuvo que ser algún comentario de Kikyo sobre el aspecto de Akane porque si recuerdo que se metía mucho con ella llamándola piojosa y riéndose porque en lugar del bonito uniforme de niña que llevábamos todas, Akane llevaba el de niño, herencia de unos de sus primos.
Lo que si recuerdo es que un día Akane decidió acabar con todo eso, estaba muy enfadada, yo diría que dolida, un desprecio de Kikyo había conseguido hacerle daño, tanto que dijo que le daría una paliza que se le quitarían las ganas de volver a reírse de los demás, así que, muy decidida se fue hasta ellas y les dijo "Tu y yo, mañana, después de comer vamos a solucionar esto".
- Típico de Kumoyuki – rio ahora Chouji – Como si la estuviese viendo.
- Entonces – continuó Ryuko - Jisei la miró abriendo mucho los ojos y respondió "No iremos, lo que tú quieres es pegarnos" y Akane me sorprendió al sonreír de medio lado y contestar "No, que va, lo digo para que juguemos y nos conozcamos, creo que no nos conocemos bien". Nunca olvidaré esas palabras porque yo sabía que eso no era cierto y no podía creer que Akane fuese capaz de engañarlas así y además algo me decía que Jisei también se había dado cuenta de que mentía, pero lo más sorprendente aún fue que Kikyo respondió "Pues mañana quedamos después de comer detrás del gimnasio". Yo no sé si Kikyo se dio cuenta o no pero todo eso me dio mucho miedo y me pasé el resto del día intentando convencer a Akane de que peleando no se conseguía nada porque lo mismo luego Kikyo quería vengarse y que a lo mejor si hablábamos y le preguntábamos que era lo que le pasaba a lo mejor nos entendíamos... pero Akane ni me escuchó.
"…
Y llegó el día siguiente.
En primaria los niños comían todos juntos en el comedor, una gran sala llena de mesas y con varias personas vigilando que se lo comiesen todo. Al terminar la comida salían al patio a jugar, allí también les vigilaban, pero había unos cuantos lugares donde era más raro que pasasen y uno de esos lugares era detrás del gimnasio y allí iba Ryuko, detrás de Akane, mirando de reojo a los cuidadores, a ver cuál estaba más cerca para que cuando comenzase a gritar fuese a tiempo a separarlas... y allí estaban ellas, Jisei y Kikyo, sentadas en donde daba el sol y al verlas sonrieron, Ryuko pensó en ese momento que iban a ser las malas de la película, realmente esas chicas creían que iban a jugar.
- ¡Hola! - saludó sonriendo Jisei - Mirad lo que he traído.
Jisei tenía una mochila amarilla no muy grande entre las piernas y mientras hablaba procedió a abrirla, metió la mano y sacó una pequeña muñeca, tendría unos 7 cm de alto y era como unas famosas muñecas que estaban de moda pero en miniatura - Mira, es como tú, Akane ¿puedo llamarte Akane?, os parecéis mucho.
Ofreció la muñeca a Akane que la cogió dudando. La muñequita tenía el pelo largo y de color anaranjado, ojos azules y unas graciosas pequitas.
- ¿Puedo llamaros Akane y Ryuko? - preguntó Jisei - Vamos a ser amigas ¿verdad?
Jisei sabía que esas no eran las intenciones de Akane, lo supo desde el momento en el que se acercó a ellas el día anterior, lo supo y ella no iba a permitir que Kikyo y la chica de pelo naranja terminasen peleándose, eso no estaba bien, además también podía ver el miedo en la otra chica, la amiga de Akane, ella no quería que hubiese ninguna pelea, así que ella misma, Jisei, tenía que hacer algo para evitarlo.
Por aquel entonces Jisei no sabía nada de las auras, simplemente sabía que veía algo que le indicaba como se sentía la gente a su alrededor pero como cuando se lo contó a sus padres no la tomaron en serio y alguno que otro niño dijo que estaba loca pues optó por callársele y guardar para sí misma el secreto. Ese mismo algo que veía le decía que Akane era una persona más cálida de lo que quería aparentar y que en realidad, a pesar del mal genio que siempre mostraba, ella no quería discutir, ni pelearse, ella solo quería caer bien a la gente y que dejaran de meterse con ella solo por su aspecto, Jisei notaba que estaba cansada de estar siempre a la defensiva con todo el mundo y sobretodo notaba que se sentía abandonada y que esa agresividad era en realidad una especie de caparazón con el que se protegía de que la hiciesen más daño.
Sentía mucha empatía con esa niña, era raro de explicar para una niña de 6 años pero ella sentía que podía entenderla y quería ayudarla. Así que, a pesar de saber que las intenciones de Akane no eran las de jugar, cogió su colección de pequeñas muñecas con todos sus accesorios y los metió en una mochila esperando que eso fuese suficiente.
Akane había cogido su muñequita y sonreía y Jisei pudo notar como la intención inicial de Akane iba desvaneciéndose.
- No se parece a mí - habló Akane decepcionada - Esta muñeca es muy bonita - hizo un gesto para devolvérsela a su dueña.
- Es que tú eres muy bonita, también, yo creo que si se parece a ti - contestó Jisei ignorando que se la estaba devolviendo - Mira, tiene el pelo como tú.
- Ella lo tiene largo - Akane volvió a acercársela y mirarla - Yo lo tengo corto - dijo tocándoselo - el mío parece de niño.
- Pero tiene un color muy bonito, a mí me gusta, ojala yo tuviera el pelo naranja. Tu juega con esa, he traído más y también muchas cosas, mira yo voy a jugar con esta - sacó una con el pelo negro y largo.
- Yo con esta - sacó de la mochila Kikyo una con el pelo castaño y rizado - Esta es mi favorita.
- Vale - consintió Jisei - Y para ti la rubita - le ofreció una con el pelo amarillo a Ryuko - Es muy bonita ¿A que si?
Akane estaba completamente perpleja, miraba la muñeca, a Jisei y a Kikyo que había empezado a sacar cosas de la mochila de Jisei y luego vio como Ryuko se sentaba al lado de esa extraña chica de pelo largo y bonito.
- Que bonitas que son - decía Ryuko - ¿y tienes más?
- No. Estas me las regalaron para mi cumpleaños pero mira cuantas cosas, mira, podemos cambiarles la ropa y todo y peinarlas.
- ¿Jugamos a que iban a una fiesta? - propuso Kikyo.
- O a que van a la escuela - añadió Jisei.
- Vale, primero iban a la escuela y luego por la tarde tenían una fiesta.
- Venga Akane - habló Ryuko al ver que su amiga seguía de pie mirando la muñeca entre sus manos - Siéntate y vamos a jugar, mira cuantas cositas.
Y en un segundo Akane terminó de cambiar el chip de su cerebro, claro que quería jugar con esas muñecas tan bonitas, claro que quería tener amigas y por supuesto que eso era más divertido que pegarse y a lo mejor podía aprovechar para decirle a Kikyo que dejase de meterse con ella y llamarla piojosa.
Cuando sonó el timbre que indicaba que tenían que volver a clase las cuatro chicas se lamentaron.
- Que pena - dijo Kikyo - Con lo bien que nos lo estábamos pasando.
- Mañana puedo traerlas otra vez y seguimos ¿vale? - comentó Jisei.
Miró a Akane que se había quedado mirando de nuevo a la pequeña muñeca de pelo naranja, parecía que le daba pena guardarla.
- Puedes quedártela, Akane, te la dejo - habló sonriendo.
- ¿Me la dejas?
- Claro, ahora somos amigas, te la presto, puedes quedártela todo lo que quieras.
- No, es que yo...
- Quédatela, de verdad.
- Pero es tuya.
- Bueno pero tengo otras tres, pero la tienes que traer mañana para que juguemos.
Akane sonrió y su cara parecía iluminarse.
- Gracias, la voy a cuidar muy bien, ya lo verás.
- Claro que sí.
..."
- Aunque de todas formas Kikyo nunca fue muy amiga nuestra – concluyó Ryuko -Creo que seguíamos sin caerle bien del todo o que nos consideraba unas pobretonas, ella siempre fue muy snob, no lo podía evitar la pobre. La que lo pasó peor con ese tema fue Jisei porque ellas si eran amigas y parece ser que Kikyo recurrió a ese típico chantaje de "o eres amiga de ellas o mía" y Jisei anduvo algún tiempo entre dos aguas. Al final terminó quedándose con nosotras, más que nada porque apareció la súper-barbie-girl de Stella que, por supuesto, tenía mucho más glamur y Kikyo se fue detrás de ella y fue entonces cuando Jisei nos contó que Kikyo y ella eran primas, que cosas, nunca lo hubiésemos imaginado, bueno, no eran primas hermanas pero si parientes, seria por eso que se conocían desde pequeñitas y que a Jisei le dolió tanto que se comportara como lo hizo.
- ¡Ay qué historia tan bonita de amistad! – exclamó con ojos brillantes Sumire - ¿A que es muy bonita, Kankuro? ¿Verdad que si, Chouji?
- Deberías escribirla, Ryu – dijo amablemente Chouji.
- ¡Ay si, ay sí! – se emocionó Sumire – Es que Ryuko escribe ¿sabes, Kankuro?
- Pues no, no lo sabía – contestó este.
- Pues sí y escribe unas cosas muy bonitas ¿A que si, Chouji?
- Yo creo que sí. A mí me gustan.
- Pero eso es porque vosotros sois mis amigos – habló con un poco de sonrojo Ryuko.
- A mí me gustaría leer lo que escribes – añadió Kankuro.
- Es que me da mucha vergüenza. Aunque estos días estoy pensando en escribir una historia con todas las cosas que nos pasan, con nuestra historias.
- ¿Con la mía también? – preguntó Sumire.
- Pues claro.
- ¡Ay si, si, escríbela!
- Si ya tiene pensado hasta el nombre – intervino Chouji con orgullo.
- ¡Chouji! - pareció recriminarle Ryuko.
- ¿Y qué título habías pensando? – insistió Sumire.
- Pues… "Nishasentaku".